La historia de las selladas: El valor de la felicidad

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por yakumosnake, 16 Agosto 2011.

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    yakumosnake

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    Título:
    La historia de las selladas: El valor de la felicidad
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1923
    Este es el primer fic que escribí, como mi otro fic está subido en fanfiction, el título en esa página es: Shiru no rekishi: Kofuku no ne.

    Resumen: Tras años de paz una nueva amenaza surge en el mundo ninja, pero ahora los protagonista no son Naruto y los demás, si no sus hijos. Un secreto oculto durante años será descubierto.

    Advertencia: muerte de personajes.

    Este fic es muy largo, además es la primera parte de "La historia de las selladas"

    Espero que os guste ^^

    Capítulo 1: Verdad

    Han pasado 28 años desde la graduación de Naruto y los demás. En ese tiempo ellos han cambiado mucho. Se han hecho adultos y cada uno ha formado su propia familia. Por fin acabaron con Akatsuki logrando así la paz en el mundo ninja. No todo en sus vidas ha sido un camino de rosas pero con esfuerzo han conseguido aquello que todo el mundo desea: la felicidad.

    Era un día normal en Konoha, nada raro pasaría en la villa o al menos todavía. En cambio en Kumogakure estaba pasando algo muy importante, un secreto oculto durante años sería revelado. Y las consecuencias a largo plazo serían enormes.

    En una gran mansión de un importante barrio de la aldea se encontraba una adolescente de unos 15 años. La chica estaba buscando algo entre un montón de papeles. Necesitaba encontrar la respuesta a sus preguntas, llevaba casi tres años buscando y todavía no había encontrado nada. Sin duda habían escondido la respuesta a sus preguntas muy a fondo. Pero el problema es que tampoco sabía exactamente lo que buscaba. También podría preguntarle al Raikage pero sabía que ese viejo no le diría nada si no le llevaba una prueba que lo obligase a hablar. Entonces su cara se iluminó. Lo que necesitaba, lo que llevaba buscando durante años se encontraba ahora en sus manos. No pudo evitar sonreír con orgullo. Enseguida subió las escaleras y corrió al hospital para buscar a su hermano.

    Su hermano le dijo que esperase hasta que él acabase su turno. La chica aceptó a regañadientes. Se fue del hospital, esperó a su hermano en casa, mientras esperaba leyó mil veces el papel que decía toda la verdad. Estaba orgullosa de si misma, en ese sótano habían un montón de papeles, muchos habrían tardado más de cinco años en encontrarlo, a ella solo le había costado tres. Su hermano llegó una hora después, Juntos emprendieron la marcha. Ambos tenían la misma edad, los dos eran altos aunque él le sacaba casi diez centímetros. Sus ojos eran de un color muy parecido, los de ella eran más oscuros, pero sus miradas eran totalmente diferentes, la de él simpática y cálida, la de ella fría y arrogante. Su rasgos tenían cierto parecido pero los de la chica eran mucho más finos. El color de su pelo era muy diferente, el chico tenía el pelo negro como el azabache, ella lo tenía de un rosa oscuro poco corriente.
    Por fin llegaron a la Torre del Raikage. Les dejaron entrar sin problemas, después de todo ambos habían sido discípulos del kage de su aldea. Además lo conocían desde siempre, ya que, él era amigo de sus padres.
    Entraron en el despacho del hombre más poderoso de su aldea, él los miró atentamente. Enarcó una ceja, no se esperaba verlos allí, ni siquiera los había llamado.

    -¿Qué es lo que queréis? – preguntó el Raikage confuso por la presencia de ambos jóvenes.

    -He encontrado un documento en la mansión de nuestros padres y quiero que me lo explique – respondió la chica – Dime la verdad – añadió.

    Su mirada se volvió más fría, esa mirada podría con cualquiera pero no con el Raikage. El hombre palideció, desde siempre había esperado no tener que contarles esa historia y mucho menos a ella. La chica con peor carácter de toda su aldea, la que había sido su discípula predilecta. La muchacha, que tenía el pelo muy largo, lo miraba fijamente, esperaba una respuesta.

    -¿Qué documento? – preguntó el Raikage.

    El hombre deseaba que no fuera lo que estaba buscando, habían escondido ese documento a conciencia, era imposible que lo hubieran encontrado tan pronto. La chica le tendió el papel.
    El Raikage comenzó a leer el documento y para su mala suerte era lo que se había imaginado. Suspiró, esperaba que ese momento nunca llegase pero para su desgracia había llegado. Tragó saliva con fuerza y miró a ambos jóvenes.

    -¿Es verdad que somos adoptados? – preguntó el chico.

    Esa era la pregunta que le había estado dando vueltas en la cabeza tanto a él como a su hermana desde que eran pequeños. Siempre lo habían sospechado pero nunca preguntaron, tal vez al principio fuese por miedo a la verdad y más tarde por miedo a que les mintiesen. Ambos sabían que necesitaban una prueba para que les contasen toda la verdad. Su hermana no había parado hasta obtener las respuestas, para ella era muy importante.

    -Sí – se limitó a contestar el Raikage.

    -Cuéntanos la historia de cómo fuimos adoptados y porque hasta ahora no lo sabíamos – prácticamente le ordenó la chica

    -Vale os lo contaré – cedió el Raikage y comenzó a narrar lo que ocurrió.
    >>Hace quince años mi mejor amigo, Shin estaba persiguiendo a unos criminales muy poderosos, los cuales pertenecían a la organización más poderosa y peligrosa del momento. Tuvieron una dura lucha en la que los criminales murieron. Entre las pertenencias de los asesinos encontraron dos bebés, esos bebés eráis vosotros. Apenas teníais unos meses de vida, estabais asustados y no parabais de llorar pero por suerte estabais perfectamente. Shin y su escuadrón os recogieron y os trajeron a la aldea. Él y Himeko se encariñaron con vosotros además les gustasteis a Ryoko. En este papel firmaron que se harían cargo de vosotros, los nombres que veis es porque llevabais una pulsera en la que ponía el nombre de cada uno y el apellido es el que se pone a todos los niños del orfanato. Os tuvimos que llevar al orfanato porque no había otrra opción pero solo pasasteis ahí unos días.

    -¿Y no había nada sobre nuestro clan? - preguntó el chico.

    -No, Shin intentó averiguarlo pero no lo consiguió.

    -Nosotros tenemos algo que seguramente ayude a averiguar la identidad de nuestros padres – habló el chico con seriedad

    -¿De qué se trata, Tasuki? – preguntó el Raikage con curiosidad.

    El nombre del chico era Tatsuki, él miró a su hermana, como pidiéndole permiso. Ella simplemente asintió. El chico cerró los ojos, concentró su chacra en ellos y los abrió. El Rikage no se lo podía creer, eso era... Sin duda el hombre se habría esperado cualquier cosa menos eso. La chica sonrió con orgullo y miró a su maestro esperando a que dijera algo. El hombre les dijo que esa técnica pertenecía sin duda a un clan de Konoha. Los jóvenes quisieron saber cual era ese clan y como se llamaba la técnica, el hombre les contestó. La chica se sorprendió, si hubiera investigado sobre Konoha lo habría averiguado, pero no se le había ocurrido.

    -¿Podemos ir a Konoha? – preguntó Tasuki.

    -Sí, además el Hokage es un buen amigo mío seguro que os recibe con gusto – le respondió el Raikage con una sonrisa al recordar a su amigo.

    -Entonces nosotros nos vamos – sentenció la chica.

    Ya estaba abriendo la puerta, iba muy decidida. Pero antes de salir escuchó a su maestro pronunciar su nombre, ella se giró y lo miró fijamente.

    –Contrólate en Konoha – le advirtió el Raikage.

    -Lo intentaré – dijo ya fuera de la oficina.

    -Adiós – se despidió Tasuki.

    El Raikage se levantó y lo cogió del brazo, una simple mirada bastó para que el chico entendiese lo que el hombre quería transmitirle con esa mirada. El joven solamente le dijo que no se preocupase, que contase con él.

    Una vez solo en su despacho el hombre no pudo evitar suspirar. Todo se estaba complicando, él ya tenía planes para esa chica y si ahora se iba a Konoha todo se iría al traste. Tal vez era algo egoísta pensar de ese modo, pero no lo podía evitar. Si ella encontraba a sus verdaderos padres en esa aldea y decidía quedarse... Estaba seguro de que Kumogakure caería.
    El hombre no podía imaginarse todo lo que pasaría a partir de ese momento. Todo cambiaría y sin duda llegaría el día en el que su sueño se cumpliría totalmente.

    Ambos jóvenes fueron a su apartamento a por sus cosas. Se habían mudado a ese lugar tres años atrás, eso fue cuando se quedaron huérfanos. Cada uno fue a su habitación. El chico metió en su mochila algunos pergaminos, algo de ropa, un libro. Se quedó mirando las fotos que tenía en su cuarto, cogió el marco de las que eran más importantes para él. Se quedó mirando una foto de cuando tenía cinco años, en ella salía con sus hermanas y sus padres, todos sonreían. El chico se llevó esa foto sin dudarlo. La otra foto era la de su equipo, su hermana y él tenían doce años, al igual que Miyuki, su compañera de equipo, los tres sonreían, en la foto también salía el Raikage. Solo los entreno un año, después pasó su tutela a Killer Bee, el mejor espadachín del mundo. Pero aún así, después de eso, el Raikage cogió a su hermana como discípula, a Miyuki la entrenó Subaru-sensei, el maestro de los elementos, y a él lo entrenó la mejor ninja médico de la aldea. Aunque tenían diferentes senseis los tres entrenaron juntos durante ocho meses con Killer Bee antes del examen para ascender a chunin, los tres aprobaron. Después de eso estuvieron entrenando seis meses más con Killer Bee. Entonces Miyuki se fue a entrenar con Subaru fuera de la aldea. Él y su hermana siguieron entrenando con Killer Bee y con sus respectivos maestros. Hacía casi dos años que no veían a Miyuki. El chico suspiró y cogió la foto. Al guardar la foto se acordó de otra que para él era muy importante, en ella salía alguien al cual odiaba pero era incapaz de deshacerse de ella, era demasiado importante. Decidió no cogerla, ni siquiera quería sacarla de debajo de su cama.

    Mientras tanto Yakumo estaba en su habitación. Ya había recogido sus armas, los pergaminos necesarios y ropa. Ella había cogido un álbum de fotos muy valioso para ella y su hermano, no pensaba dejarlo ahí porque no sabía cuanto tiempo estarían en Konoha. Inconscientemente se dirigió a un baúl de madera, lo abrió y sacó una pequeña caja. Con la respiración acelerada – algo raro en ella – abrió la caja, dentro había un precioso colgante, ese colgante era muy importante para ella, ese objeto le producía mucho dolor pero sentía la necesidad de tenerlo, no podía deshacerse de él. Dudó entre si llevárselo o guardarlo otra vez, al final tomó la segunda decisión. No estaba preparada para llevar ese colgante, era demasiado.

    Por fin ambos salieron de su casa. Durante el camino hacia la aldea de Konoha solo hablaron lo necesario, ambos estaban perdidos en sus propios pensamientos. Ambos llevaban una capa negra con detalles blancos y una luna en la espalda, la de ella roja, la de él negra.

    Entonces vieron los muros de la aldea Konohagakure. Tasuki sonrió, tenía ganas de ver esa aldea, nunca había ido. Su hermana sonrió de lado, por fin sabría la verdad, su ansiada verdad.


     
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    yakumosnake

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    19 Julio 2009
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    Escritora
    Título:
    La historia de las selladas: El valor de la felicidad
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
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    2048
    ¡Aquí traigo la continuación!

    Capitulo 2:Uchiha

    Desde la copa de los árboles vieron la entrada de la aldea, los dos jóvenes saltaron y cayeron limpiamente al suelo. Cruzaron la puerta, uno al lado del otro. Yakumo sacó de su mochila un pergamino que le había dado el Raikage justo antes de salir de la aldea

    -Al fin llegamos – murmuró Tasuki.

    -Entremos – dijo Yakumo de forma fría.

    -Tal vez conocer a nuestros padres le venga bien a Yakumo - pensó Tasuki.

    Los guardias estaban sentados y hablaban tranquilamente cuando de repente sintieron los chacras de los hermanos. Uno de ellos tenía el pelo azul oscuro y alborotado, sus ojos era de un azul cielo limpio, su piel tenía un tono algo pálido pero sin pasarse. Aparentaba unos 18 años. Miró a los jóvenes con curiosidad. Su mirada se posó más rato en la chica. Cuando sus ojos se encontraron con los de la joven no pudo evitar sentir un escalofrío, esa mirada era igual a la de... La voz de su compañero interrumpió sus pensamientos.

    -¿Qué trae por aquí a dos ninjas de Kumogakure? - preguntó el chico mientras observaba sus protectores.

    Este chico tenía el pelo castaño claro y lo tenía alborotado como su compañero, sus ojos eran azules pero no eran grandes y expresivos, sus ojos eran como rendijas. Su piel era muy morena, aparentaba la misma edad que el otro chico.

    Yakumo simplemente les tendió el pergamino. El chico de pelo azul oscuro lo cogió, lo leyó. Le devolvió el pergamino a la chica.

    -Yo los acompañaré a la torre del Hokage – le dijo a su compañero

    -De acuerdo, no tardes mucho Jiraiya – habló el otro chico.

    -No te preocupes, Kei –respondió Jiraiya y sonrió como un niño –Acompañadme – les dijo a Yakumo y Tasuki.

    Los ninjas de Kumo simplemente lo siguieron. Se movían con rapidez saltando por encima de los tejados. Tasuki aprovechó para observar la aldea, era muy diferente a la suya, sobre todo por el clima. Konoha era más cálida que su aldea y además de podía ver el cielo azul, cosa que era casi imposible en Kumogakure.

    Al mismo tiempo dos chicas estaban entrenando en el bosque que rodeaba la aldea. Entrenaban sus técnicas de cuerpo a cuerpo, las dos se movían con rapidez.

    -Eres lenta, Hikari – dijo una de las chicas

    Su pelo era castaño, lo tenía recogido en una coleta alta, ojos azules y piel blanca. Llevaba una falda muy corta de color morado con unos shorts debajo de color negro, una camiseta de malla que le tapaba por la zona del pecho, llevaba unas botas hasta las rodillas. Era muy guapa, sus ojos azules destacaban en su cara que parecía la de una muñeca. Su rostro contrastaba mucho con su ferocidad, una ferocidad que era visible en cada golpe, era sensual y feroz a la vez, una mezcla rara pero que parecía ser algo natural.

    -Eso quisieras, Kimiko – habló Hikari

    El pelo de Hikari era negro, lo llevaba recogido en dos coletas altas, ojos verdosos y piel morena. La chica llevaba un vestido rojo con detalles blancos, el vestido era de manga corta y le llegaba unos diez centímetros por encima de las rodillas además se abría por el lado de la pierna derecha, llevaba unos guantes negros y botas altas como su amiga.
    Siguieron entrenando hasta que cayeron al suelo exhaustas, a causa del duro entrenamiento que estaban realizando. Llevaban horas en el bosque, entrenando sin descanso.

    -¿No crees que nos estamos pasando con el entrenamiento, Kimiko? – preguntó Hikari mientras observaba las nubes.

    -No, además tenemos que superar a nuestros hermanos mayores – contestó la chica con una dulce sonrisa.

    Mientras hablaba, Kimiko acariciaba a una preciosa perra que parecía un lobo, la perra tenía el pelaje plateado, muy claro, además tenía un ojo de cada color, uno era azul y el otro color miel. No era muy grande, tenía el tamaño perfecto para el estilo de la kunoichi.

    -Tienes razón, además quiero demostrar que Tetsu no es el único fuerte en mi familia y también quiero que mis padres estén orgullosos de mí – dijo Hikari.

    La chica estaba acostada en el suelo y mientras hablaba observaba las nubes. Lo que no le dijo a su amiga es que lo que más deseaba era que su padre viese su capacidad, quería que se diese cuenta de que ella era una excelente estratega.

    Mientras tanto los dos ninjas de Kumo habían llegado, acompañados por el joven guardia, a la torre del Hokage. Ambos jóvenes, no pudieron evitar pensar que esa torre era muy diferente a la de su aldea. La torre de Kumo era mucho más alta y sin duda estaba llena de ninjas, pero eso era porque la biblioteca de la aldea estaba en ese lugar y siempre habían ninjas ahí metidos buscando alguna información o simplemente estudiando.

    -Hola Aoi-san – saludó Jiraiya con una sonrisa.

    -Hola Jiraiya-kun – le contestó la mujer.

    La mujer, llamada Aoi tendría unos 40 años y era la ayudante del Hokage. Su pelo era verde oscuro, lo llevaba corto, con un flequillo de lado que le daba un aspecto jovial. Sus ojos eran color avellana, los cuales estaban llenos de una encantadora calidez.

    -¿En qué puedo ayudarte? – preguntó Aoi

    -Ellos dos vienen de parte del Raikage y querían hablar con el Hokage – explicó el chico.

    El ninja de Konoha señaló a los jóvenes y después sonrió con gran calidez.

    -Entiendo, voy a ver si puede atenderlos – dijo Aoi levantándose de su silla y desapareciendo por la puerta que daba al pasillo de la oficina del Hokage.

    Momentos después unos nudillos golpearon la puerta del despacho del Hokage

    -Adelante – dijo una voz de forma autoritaria.

    -Hokage-sama, hay dos jóvenes de Kumo que quieren hablar con usted – le informó Aoi – Hola Sakura, Hinata.

    -Hola Aoi – saludaron las dos mujeres.

    -Déjales pasar – dijo el Hokage con tranquila – Y, Aoi llámame Naruto no Hokage-sama.

    -Sí – respondió la mujer ante el pedido de Naruto.

    Aoi salió de la oficina del Hokage, la verdad es que se le hacía muy violento tratar a Naurto como un superior cuando hacía años que lo conocía pero él era el Hokage y tampoco quería pasarse con las confianzas. La mujer llegó a su pequeña oficina en la que estaban los tres jóvenes.

    -El Hokage dice que podéis pasar – les informó a los dos jóvenes de Kumo.

    -Bueno pues entonces yo me voy – dijo Jiraiya saliendo por la ventana.

    Aoi les indicó con amabilidad cómo llegar hasta el despacho del kage de Konoha.

    -De acuerdo, gracias – le agradeció Tasuki con una sonrisa.

    -Gracias – le dijo Yakumo con una mirada llena de frialdad.

    Yakumo y Tasuki siguieron las indicaciones de Aoi y llegaron ante una puerta. Yakumo tocó a la puerta suavemente.

    -Adelante – se oyó una voz tranquila desde el interior.

    La chica abrió la puerta. En el despacho habían tres personas. Un hombre de unos cuarenta años, rubio de ojos de un azul muy profundo, ese hombre llevaba la ropa que debe llevar el Hokage, les dirigió una sonrisa sincera a ambos jóvenes. En una mesa más pequeña se encontraban una mujer con varios papeles en las manos, su pelo era azul oscuro, largo y liso, y sus ojos de un extraño color perla, sus ojos estaban llenos de bondad, la mujer observó a los jóvenes con curiosidad. La tercera persona que se encontraba en el despacho estaba de pie con un papel en la mano, ella era una mujer con el pelo de un precioso color rosa, sus ojos eran color esmeralda, su mirada se dirigió a los dos adolescentes.
    Cuando Sakura fijó sus ojos en ambos jóvenes sintió una extraña sensación.

    -¿Qué hacen dos ninjas de Kumo en Konoha y cuales son sus nombres? – preguntó el Hokage con una sonrisa amable.

    -Yo soy Yakumo y él es mi hermano Tasuki – contestó la chica.

    -Vosotros sois los hijos de Shin ¿verdad? – dijo Hinata con una agradable sonrisa.

    -Él era nuestro padre adoptivo – le contestó Tasuki.

    -¿Y por qué estáis aquí?– preguntó Sakura con curiosidad.

    -Hace un par de días descubrimos que éramos adoptados y el Raikage nos dijo que nuestros padres se encontraban en esta aldea – fue la respuesta se Tasuki.

    -¿Y cómo sabía eso el Raikage? - preguntó Naruto.

    -Al parecer tenemos una técnica que es hereditaria y posee un clan de esta villa – respondió Yakumo.

    -¿Y cuál es ese clan? - preguntó Hinata.

    El ambiente era tenso, los tres adultos deseaban saber la respuesta a esa pregunta, necesitaban saberlo.
    Ambos jóvenes se miraron y la chica asintió, el chico los miró.

    -Uchiha – fue lo único que salió de la boca del chico.

    A Sakura casi le da un infarto, la mujer cayó al suelo de rodillas, sus ojos estaban muy abiertos y respiraba con dificultad. Cuando Hinata superó la sorpresa corrió hacia su amiga y la ayudó a respirar. Naruto parecía una estatua, el hombre no sabía qué hacer ni qué decir. Sus ojos cambiaron de repente, la ira estaba reflejada en ellos. Y sin que Tasuki se lo esperase el rubio tenía una mano en el cuello. Yakumo desenvainó su katana dispuesta a atacar al Hokage pero otra katana detuvo su golpe. La joven miró con furia al dueño de la katana que la había detenido, era un hombre mayor, de ojos de un profundo color negro. Las miradas de ambos espadachines chocaron, los ojos de la chica estaban llenos de ira pero en los del hombre sólo había frialdad y un destello de confusión.

    -Naruto, Sasuke, ¡basta! - Hinata interrumpió la escena.

    Al oír ese nombre la chica retrocedió, miró al hombre confusa. ¿Había oído bien? Ella sabía que el Hokage se llamaba Naruto y que el hombre que supuestamente era su padre se llamaba Sasuke Uchiha. Por otro lado, el Hokage soltó a Tasuki, el cual le dirigió una mirada llena de confusión. La chica miró a su hermano y le preguntó con la mirada que si estaba bien, el chico sólo asintió.

    -¿Qué está pasando? - preguntó Sasuke.

    Todos guardaron silencio, a ver quién era el valiente que le decía al hombre que esos dos decían ser sus hijos, además el Uchiha todavía no había soltado su katana, al igual que Yakumo. Naruto abrió la boca para hablar pero la joven de pelo rosa se le adelantó.

    -Lo que está pasando es que somos hijos tuyos.

    Eso dejó a Sasuke helado, pocas veces se había visto al hombre tan sorprendido, pero ¿quién no lo estaría?. El moreno miró a la chica, sus ojos volvieron a chocar, él examinó su chacra, la chica tenía mucho y era muy parecido al de él, además ella tenía el pelo rosa como Sakura, y sin duda esa mirada llena de orgullo y frialdad era la de un Uchiha. Pero aún así no podía estar seguro, necesitaba una prueba más importante, y sin duda esa prueba era el sharingan.

    -Muéstramelo – fueron las palabras que salieron de su boca.

    -Yo se lo mostraré – le dijo Tasuki.

    Ahora la mirada de Sasuke estaba fija en el chico, y no solamente la suya, Naruto, Hinata y Sakura también lo miraban, esta última todavía estaba un poco en shock. El chico cerró los ojos concentró su chacra en ellos, al abrirlos todos pudieron apreciar los ojos rojos con tres aspas que tanto habían visto en el hombre moreno.

    -Entonces es cierto – murmuró Sakura.

    -Pero también podrían ser hijos de Itachi – habló Naruto.

    -¿Cuánto tiempo os lleváis? - preguntó el Uchiha.

    -No lo sabemos, siempre nos dijeron que éramos mellizos, lo cierto es que nos parecemos en algunos rasgos y el Raikage nos dijo que al llegar a la villa se nos hicieron pruebas médicas y ambos teníamos la misma edad – explicó la chica.

    -¿Tú también posees el sharingan?

    -Sí – afirmó la chica.

    -Enséñamelo – ordenó Sasuke.

    -Yakumo – murmuró Tasuki.

    -Tranquilo – habló la chica, una sonrisa de lado se dibujó en su rostro.

    En ese momento Naruto supo que si que era la hija de Sasuke.

    -No hace falta que lo hagas – intervino el Hokage.

    Todos miraron al hombre rubio pidiendo una explicación. Naruto suspiró y se dispuso a explicarse
     
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