¡Hola a todos! Tengo eones que no me paso por acá. Pero no hablare de eso, aquí les traigo un relato que es para mí el primero que hago de este genero Terror/Paranormal. Espero que sea de su agrado. La hacienda Vetel Se dice que de todas las estaciones del año, el otoño es en la que las cosas están más dispuestas a morir. Cansadas y débiles, consientes de que no podrán sobrevivir a un duro invierno, anhelan la muerte para evitar que afrontarlo. Las nubes grises cubrían el cielo, el cual poseía matices rojos provocados por el ocaso del sol creando así un escenario un tanto extraño y estremecedor. Las distintas tonalidades de rojo combinados con el gris de la nubes de tormenta influían en el ambiente una cierta sensación de miedo y temor, haciéndome preguntar si algo terrible esta por pasar. El aroma a humedad llego a mí nariz acompañado de una leve brisa de fresco aire otoñal. Esta noche habría una tormenta, no había duda alguna y afortunadamente pronto llegaría a mi destino. Hace dos días atrás me encontraba sentado en el sillón frente a la chimenea de mí hogar con una carta entre las manos. La misiva no era de nadie más que de Francis Vetel, un gran amigo de la infancia en mi pueblo natal, tanto así que lo consideraba como un hermano. No había sabido nada de él desde el funeral de sus padres, que penosamente murieron en un incendio en su hacienda hace poco más de un año. En su carta parecía consternado, explicaba que se encontraba arrepentido por haber hecho algo, no obstante no decía que fue aquello que hizo. Menciono cierta tontera que hicimos de niños al entrar a una vieja casa en ruinas (la cual se suponía que estaba embrujada), por que otros chico nos habían retado a hacerlo. Hizo hincapié en lo sereno que yo me había portado mientras que él no deja de temblar una vez que estábamos adentro. La verdad es que nunca me habían asustado ese tipo de cosas, pero él me preocupaba pues en su carta pedía, no mas bien rogaba por mi ayuda y pronta presencia junto a él, pues aseguraba que mi sola compañía seria mas que confortante. Y es por eso que he emprendido este viaje desde mí nuevo hogar en la ciudad hacia mi pueblo natal. La sorpresa no se hizo esperar a mi llegada a la hacienda. Lo que yo recordaba como un hermoso lugar con bellos jardines y extensos campos donde de cultivaban diversas hortalizas ahora lucia como un lugar árido y desolado. Los jardines estaban sucios y marchitos, parecía que nadie los había atendido durante meses. Los árboles que custodiaban y adornaban el camino hacia la casa principal, más allá de que sus ramas se encontraban despojadas de hojas, estaban secos. Al llegar frente a la casa de los Vetel me quede impresionado. Las paredes de la enorme casa que tiempo atrás estuvo bellamente pintadas ahora lucían grises, los vidrios de las ventanas se encontraban manchados por la mugre ¿Qué es lo que han estado haciendo los trabajadores? Fue entonces cuando me di cuenta de ese gran y sumamente significante detalle: Los trabajadores… ¿Dónde estaban? Hacia tiempo que había entrado a los terrenos de la hacienda y no había visto a ninguno de ellos. ¿Qué había pasado? Ahora mi preocupación por Francis era aun mayor. Llame a la puerta con la esperanza de que una de las amas de llaves apareciera, sin embargo no fue así, de hecho nadie respondió. Volví a llamar a la puerta, esta vez escuche unos lentos pasos y otros ruidos dirigirse a la puerta, la cual se abrió instantes después. Ahí estaba él. Pálido y decaído, con los ojos hundidos y rodeados por unas ojeras bastante marcadas que revelaban su falta de sueño, su pelo castaño estaba desordenado y se veía más delgado de lo que recordaba. Sus ojos destellaron por un momento al verme y una frágil sonrisa se dibujo en sus finos labios. -¡Axel!- Exclamo en un quedo de voz y me dio un abrazo de bienvenida al cual correspondí. -Francis que bueno es verte, pero ¿Qué te ha pasado? ¿Qué le ha pasado a la hacienda? –Dije. -¡Oh mis desgracias!... ya te lo contare pero primero vamos adentro, vamos adentro- Respondió. Entre al recibidor y lo primero que note fue la falta de luz en el lugar. Aunque se mantenía como lo recordaba, con los mismos muebles, los mismos cuadros y jarrones en sus lugares salvo que estaban acompañados por una capa de polvo. Parecía que éramos los únicos en la enorme casa que bien podríamos llamar mansión. Me preguntaba que había pasado con los empleados, pero me abstuve de peguntárselo, al menos hasta comenzar a hablar del tema. Su caminar era lento y parecía dificultársele, aun así me condujo a la sala de estar donde un par de sillones y un sofá se acomodaban alrededor de una chimenea dejando al centro una mesita de té. Así como también había pedestales con pequeñas estatuas y algunas mesitas con jarrones o floreros vacios. Pinturas colgaban del las paredes y una estantería de libros a medio llenar se encontraba al fondo de la sala. Hasta donde recordaba esa estantería había estado llena. Entre mas observaba mas dudas surgían en mí mente, algunas menos trascendentes que otras pero dudas al fin y al cabo. Con un leve movimiento Francis me invito a tomar asiento en uno de los sillones, lo cual hice mientras que el hacia lo propio en el sillón frente a mi. Pareció relajarse un poco, no, mas bien parecía como si se armara de valor. Luego de unos segundos comenzó a hablar: -Desde su muerte solo he tomado malas decisiones – Dijo – Reconstruí lo que se quemo como a ellos les hubiese gustado y trate de llevar la hacienda, pero todo esto ha sido demasiado para mi – Su voz comenzaba a entre cortarse- Aun no estaba listo… Les seguía extrañando y cometí varios errores… Y todo eso fue solo en el primer trimestre desde su muerte. Yo… Estaba dolido y preocupado por la hacienda, necesitaba hablar con alguien… Entonces se me ocurrió algo que nunca creí que haría. – Tomo aire lentamente mientras que en su semblante parecía buscar las palabras adecuadas, o quizás solo trataba de no acobardarse ante lo que iba a decir- Se que tu no crees en esto, por lo que no debería afectarte… Por eso te pedí que vinieras, esperando que pudieras protegerme… -¿Qué es lo que hiciste?- Inquirí consternado. -Les llame.- Sentencio. Lo mire con escepticismo, ¿Acaso había escuchado bien? ¿Les llamo? Acaso trataba de decir que… -¿A quien llamaste? – Le pregunte interrumpiendo mis pensamientos. -A mis padres- Respondió en un tono lúgubre. Moví la cabeza de lado a lada reflejando mi negativa a creer lo que oía. -Sabía que no me creerías- Dijo débilmente- Pero por favor, escucha lo que tengo que decir. – Imploro. – Luego de su muerte, después de mis malas decisiones al llevar la hacienda estaba deprimido, completamente deprimido. Necesitaba hablar con alguien y deseaba hacerlo con ellos. Investigue un poco en la biblioteca de la iglesia y descubrí un libro el cual decía como manipular fuerzas con las que nadie debería entrometerse, como traer a los muertos, como hablar con ellos… - Hizo una pausa - … Y lo hice, cinco meses atrás lo hice. Tarde un poco en reunir las cosas, les di la noche libre a todos mis trabajadores y lo hice. Fue difícil y terrorífico, pero mí deseo de verles era más fuerte. Al principio fue maravilloso, estaban aquí, frente a mi justo como los recordaba. Les dije que los ama, que sentía lo que había hecho con la hacienda, les pedí su consejo… Pero ellos no me respondieron. Después comenzaron a desfigurarse, gritaban de dolor y un intenso calor comenzó a sentirse y después… - Su mirada adopto una expresión de terror al recordarlo - … Apareció él. – Un relámpago precedido de un poderoso trueno interrumpió el relato de Vetel – Maligno como nadie. Horripilante como nadie. Estaba molesto, pero a su vez complacido. Él me dijo: “Ya has tenido lo que querías, ahora es mi turno de tener lo que deseo” y devoro a mis padres frente a mi, sin que pudiera hacer nada. Estaba paralizado por el horror. Antes de desaparecer el me miro y dijo: “Regresare”. >> Desde entonces han estado pasando cosas, terribles cosas. Las cosechas se estropearon de la nada, la tierra se volvió infértil, los jardines se marchitaron y los árboles se secaron. Después fue peor, el agua se contamino y cambiaba cada día, podía estar salada y al día siguiente fangosa. -¿Y los trabajadores? – Dije de repente. -A ellos les toco lo más horrible. Dos de mis sirvientas murieron. Una cayó por las escaleras y a otra la lanzaron por una ventana del tercer piso. La policía no encontró señal de quien pudo haberlo hecho. Pero tampoco parecían ser simples accidentes. Desde luego yo sabía quien había sido, pero no podía decirlo. Nadie me creería. -¿Solo sucedió eso?- Inquirí un poco decepcionado, no de la historia, si no de lo trabajadores que seguramente se habían marchado después de esas muertes. -No, ojala solo hubiera sido eso, pero me temo que no – Contesto Francis – Ellos comenzaron a enfermar, pronto la gente tenia miedo de la hacienda, mis empleados renunciaron por ello y me abandonaron. En cuanto estuve solo más horrores comenzaron a aparecer. Sangre emanaba de las paredes, también un extraño líquido viscoso de los suelos. Comencé a oír ruidos y quejidos, a veces también aparece un olor a humo y la fuerte sensación de las llamas, su calor. Los muebles se empezaron a moverse por si mismos, algunos flotaban en el aire. No sabia que hacer, Axel. No tengo idea de que hacer, por favor ayúdame. Francis concluyo su relato y yo permanecía igual de incrédulo. No sabia que pensar, mucho menos que hacer. Pero ahí esta él, débil, rogando por mí ayuda al borde de la desesperación. Y aquí estoy yo, frente a él viéndolo de frente sin saber que creer, sin saber que hacer. Me resultaba difícil tomar enserio sus palabras pero el estado de la hacienda parecía tener sentido con lo que me decía, no obstante también podría explicarse por otras causas mas creíbles. Sin embargo le quería tanto como a un hermano y me resultaba difícil no ayudarle, aunque me pedía que aceptara como cierto algo a lo que siempre me he negado a creer. ¿Qué debía hacer? -Supongo que…-Dije al fin-…Lo que tú necesitas es un exorcista. El me miro aliviado, pues sabía que había decidido ayudarle. La lluvia arreció esa noche y luego de una humilde pero al menos caliente cena nos fuimos a descansar. Nuestras habitaciones estaban contiguas, luego de dejar a Francis en su cama me dirigí a la mía. En mí habitación no había gran cosa. Una cama, un par de mesitas de noche, ropero, escritorio, un sillón y una pequeña repisa con algunos libros en ella. La pared del frente a la cama estaba casi vacía, salvo por un cuadro que colgaba de ella, mientras que en la del fondo había una ventana en la cual las fuertes gotas de lluvia chocaban. Tome un libro de la repisa y me recosté en la cama, acostumbraba leer un poco antes de dormir, lo cual me dispuse a hacer en cuanto sentí la vista cansada. Desperté sediento en medio de la noche, por la ventana pude ver como la lluvia persistía aunque había amainado. Desvié mi mirada hacia las mesitas de noche que flanqueaban mí cama buscando un vaso de agua. No había. Tendría que bajar a la cocina. La idea me desagrado un poco, pero al final era lo único que podía hacer si quería humedecer mi boca seca. Baje un pie de la cama y toque el suelo, pero lo que sentí no fue el frio piso. Fue algo espeluznante, se sentía viscoso, como la baba de un caracol cuando situé mí mirada al piso me encontré con una sustancia de un verde claro que se extendía por todo el piso, en otro momento y seguramente en otra cosa mas familiar, quizás me hubiera parecido un bonito tono de verde… pero en ese momento solo me consternaba. Escuche un sutil silbido y los libros de la repisa cayeron al suelo uno detrás del otro. El sillón se deslizo por si mismo hasta chocar con la pared al otro lado de la habitación mientras que el cuadro que colgaba en la pared frente a mi se agitaba golpeándose contra esta. Me incorpore anonadado, no lograba comprender que pasaba. Me acerque a la pared esperando encontrar algún truco o mecanismo que hiciera que el cuadro se golpeara, pero solo encontré un extraño liquido rojo que emanaba de ella, el cual resulto ser sangre. Pronto comenzó a burbujear, algo lo estaba calentando. Un grito aterrado hizo que me sobresaltara. Era Francis. Salí de mí habitación y un intenso olor a salitre y azufre penetro en mí nariz. Me acerque a la puerta de su habitación, mas olores fétidos provenían de ahí. Abrí la puerta y algo me golpeo derribándome sobre aquella sustancia viscosa, mis ojos se sobresaltaron y mí respiración se cortó por un segundo, algo se había incrustado en mí cuerpo hiriéndome. Un fuerte calor y la sensación del ardor de las llamas apareció en mí piel causándome un dolor desgarrador. Soportando aquel suplicio alcé mi vista y vi aquello en lo que me había negado a creer. Más horripilante que nada. Más malvado que nada, tenía ya a Francis entre sus garras… ¡¡¡Belial había venido por nosotros!!! Al iniciar la conversacion entre Francis y Axel, hay una pequeña muleta, no es un error, es algo que hice aproposito pues forma parte de la personalidad del persnaje. Espero que les aya gustado, estoy abierto a comentarios, consejos, sugerencias, criticas, amenazas de muerte, etc... cualquier cosa es bienvenida. Hasta luego
Termina allí? Cuando comencé a leerla supuse que era un one-shot; pero luego me dio la impresión de que la alargarías a más capítulos -cosa que todavía se puede, y que quizá queda bien-. Me gustó y lo narraste bien, aunque está algo predecible. Cuida tu ortografía, palabras en tiempo pasado como concluyó, exclamó, llamó, miró, pregunté, llamé y similares, llevan tilde.