Ciencia ficción La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 24 Agosto 2024.

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    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    6547
    Hola :) . Estoy seguro de que a estas alturas, ver un 8 en el título de una historia de seguro no es algo que llame mucho la atención. Pero los seres humanos somos curiosos, por lo que igual procederé a dar una explicación de qué va esto para quienes hayan entrado.

    Esta es la octava parte de un largo proyecto que empecé allá por el lejano año 2017. ¿Y dónde están las demás partes? Tengo una entrada en el blog que contiene todos los enlaces a dichas partes, junto con un orden recomendado de cómo se tienen que leer las historias de este universo para ser comprendidas. Dejo el enlace para quien quiera verlo.

    También aclaro (para aquellos que conozcan o no este universo) que la cronología y la guía de personajes permanecerán desactualizadas por el momento. Dejo igualmente los enlaces, pero no actualizaré las mismas hasta dentro de un par de semanas.

    Agradezco como hago siempre a mi gran amigo Manuvalk que ha seguido esta historia básicamente desde el día 1 con la primera parte. Espero esté entusiasmado con este nuevo inicio, y que arranquemos esta lectura con el pie derecho.
    También quiero dar las gracias a cualquiera que llegue a este punto, puesto a que eso demuestra un interés que se aprecia :)

    Por último, aviso desde ya que esta historia contará con un total de 44 capítulos, por lo que nos espera un largo recorrido por delante. Sin más que decir, dejo el capítulo.


















    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

    El nacimiento de un vínculo:

    — Si vamos a estar encerrados aquí, creo que lo que deberíamos hacer al menos es conocernos — la chica extendió su mano como forma de saludo amistoso — Me llamo Sky.

    — Mi nombre es Winter — dijo, al tiempo que empezó a sonreírle, en un intento de empezar esa convivencia con buen pie, aunque no supieran cuanto podría durar.

    Ambos jóvenes que acababan de conocerse mantuvieron el saludo durante un minuto, para luego soltarse. Creyeron que sería el otro quien iniciaría una conversación, pero lo que ocurrió en realidad fue un silencio total durante varios segundos. Aprovecharon esa tranquilidad para mirarse fijamente, y eso les hizo dar cuenta de que algo estaba fuera de lugar.

    Sky apreció la ropa que Winter, como él aseguraba llamarse, y notó que estaba bastante sucia, con ligeras manchas de tierra o de polvo en lo que se asemejaba a un uniforme que para ella era desconocido, pues no era como el que ella solía llevar en la academia.

    Esa misma clase de pensamiento cruzó por la cabeza de Winter, que se notaba algo extrañado teniendo en frente a una chica que se veía casi como de su edad, ya que sentía que debía tener conocimiento de alguien así, siendo que todos los de su misma edad fueron compañeros suyos en la formación militar que él llevaba junto a varios compañeros. Lo más extraño para él, sin embargo, resultó siendo la ropa de la chica.

    Winter empezó a caminar alrededor suyo, observándola de pies a cabeza tanto por delante como por detrás, cosa que llegó a incomodar a Sky, quien se sentía analizada por él.

    — ¡¿Qué haces?! — la chica levantó un poco la voz — ¡Eres muy confiado y seguro de ti mismo!

    A medida que Winter daba vueltas alrededor de ella, ella hacía lo propio, dificultándole ver mejor la ropa que traía, pero eso no fue un impedimento para que el chico notara que había algo fuera de lugar en ella.

    — ¿Por qué estás vestida así? — Winter la interrogó desde lo que creyó que sería más fácil.

    — ¿Cómo que “vestida así”? — Sky se sintió todavía más incómoda con esa pregunta — Puedo vestirme como yo quiero.

    — No iba por ese lado, Sky — Winter no ofreció disculpas, pese a que sabía que se había expresado mal — Me refiero a por qué elegiste ponerte esa ropa el día de hoy.

    — Porque tenía una ci… — se detuvo cuando recordó que no era del todo cierto lo de una cita — Tenía una reunión con un amigo.

    Winter se llevó una mano a la barbilla al momento en el que empezó a analizar el significado detrás de las palabras de la chica. Nada de lo que estaba diciendo cuadraba por ningún lado. Fue por eso que, para salir de dudas, optó por preguntarle su edad con el fin de averiguar algo.

    — Mi mamá dijo que esto no se preguntaba… pero… ¿Cuántos años tienes? — Winter sabía que eso lo sacaría de dudas.

    El cadete creyó inicialmente que Sky tenía su misma edad, cosa que no concordaba, puesto a que todos los chicos de su edad se reunieron para ser cadetes del comandante Gavril Utkin desde muy temprano. Estaba la posibilidad de que Sky fuera unos años mayor que él, y que eso le explicara el motivo por el cual nunca la había visto.

    — No sé por qué estas cosas no se suelen preguntar, a mí no me ofende — la chica le iba a responder — Tengo dieciséis años. ¿Por qué me cuestionas por mi ropa y por mi edad?

    — Eso es imposible — Winter retrocedió un poco, mientras movía la cabeza en cada dirección — No encuentro posible que nunca nos hayamos conocido si tenemos la misma edad.

    Sky se veía mareada por el comentario tan extraño dado por el chico. Desde que se presentaron oficialmente, nada de lo que él preguntaba parecía tener sentido o significar algo para ella. Desde luego que algo estaba fuera de lugar respecto a él, sobre todo por lo dicho en su última declaración.

    — No entiendo por qué deberíamos conocernos solo por tener la misma edad — Sky juntó ambas manos en su cintura — Ahora me toca a mí hacer una pregunta. ¿Puedo?

    — Supongo, quizá eso me aclare algunas cosas — Winter creyó que dejarla hacer preguntas podría sacarlo de dudas.

    La gran interrogante que el chico tenía en la mente en aquel momento era la forma en la que la familia de Sky se las arregló para evitar que ella terminara formando parte del equipo entrenado por Gavril, quien había dicho que cada chico y chica de la misma edad, la primera generación nacida en el espacio exterior a bordo del Explorador Esperanzado, tendría que atender a sus clases.

    Miles de teorías pasaron por la cabeza de Winter, y siempre encontraba algún motivo para desbaratarlas.

    — Quizá ella sea hija de algún amigo cercano de Gavril, aunque eso no significa nada ya que Vyon y Airin son sus propios hijos y aun así los obligó a atender a clases — Winter necesitaba encontrar alguna respuesta pronto para lo que estaba sucediendo allí — Tal vez ella nació con alguna discapacidad que le impide realizar esfuerzo físico… Pero, mi papá y el tío Renji siempre hablaban sobre como los seres humanos están en una era donde los genes son más estables. ¿Quizá el nacimiento de ella no fue notificado? Pero si ese es el caso, quiere decir que sus padres tendrían que haber engañado no solo a los comandantes, sino también a las enfermeras. Lo único que se me ocurre es que haya nacido en un habitáculo sin que nadie lo supiera, y que nadie nunca la escuchara llorar.

    La teoría que más sentido tenía para él era demasiado débil, fue por eso por lo que se quedó parado allí, esperando por el disparo de quien fue elegida por sus captores como compañera de encierro.

    — ¿Asistes a una academia militar? — Sky arrojó la primera pregunta sobre él

    Winter quedó abrumado por esa pregunta. Hasta donde él sabía, las academias militares eran inexistentes. No encontró sentido alguno en eso, y fue algo que la chica consiguió notar con facilidad, sabiendo que no obtendría una respuesta coherente viniendo de él. Antes de que él abriera la boca para responder, una mueca de decepción se formó en su rostro.

    — Las academias militares no existen — Winter creyó que todo se trataba de una broma — ¿De dónde sacaste esa idea?

    De forma repentina, Sky se llevó una mano a la cara, gesto que el chico no se tomó nada bien, ya que creía que lo estaban tomando por un tonto, primero respondiendo incoherencias y luego preguntando por una.

    — Eres todo un caso, Winter — Sky no sabía qué hacer tras esa respuesta — Primero me preguntas por mi ropa, luego por mi edad, después dices algo sin sentido y ahora me sales con esto. Pero no voy a ser tratada como una loca. No después de haber sido raptada. No tengo idea de si voy a seguir viva en las próximas horas, y rechazo la idea de tener que hablar contigo.

    — No estoy tratándote de loca ni estoy intentando nada raro — Winter se defendió de las acusaciones — Si las academias militares existen, asumo que tú vas a una. En ese caso, podrás confirmar su existencia y dejarme como un loco a mí.

    Fue allí que Sky sintió como su mente se iluminó de repente con lo que Winter había dicho. Ella revisó sus bolsillos del pantalón que traía puesto para ver si todavía llevaba consigo la medalla que le entregaron en la academia. Había tomado dicho objeto con ella para que sus padres no lo encuentren y así poder darles una sorpresa grata si es que ellos regresaban a casa antes que ella tras el encuentro que tendría con un amigo. Tan pronto como encontró la medalla, la sacó de su pantalón y la entregó a Winter, quien recibió atónito dicho objeto.

    — Mira eso — Sky lo decía con brusquedad — Y luego te desafío a que me mires a la cara y digas que no existen las academias militares.

    El joven cadete nacido en el espacio exterior apreció con la vista y el tacto lo que la chica le había dado. Una cinta resistente para colgar del cuello lo que para él era un objeto desconocido, ya que nunca había visto una medalla de verdad. Al analizarla, pudo ver que por su brillo parecía ser de metal, como platino pintado, y cuando lo miró del otro lado, se encontró una inscripción.

    — “La academia militar Zion Stones se enorgullece de felicitar a Sky Delleo por estar entre los diez mejores cadetes de cada academia” — Winter leyó en voz alta, para luego mirar a Sky y ver una sonrisa que expresaba victoria absoluta formarse en ella.

    — ¿Lo ves? — Sky sentía que había ganado — Tú eres quien pregunta y dice cosas sin sentido. No yo. Ahora…

    — Espera… — Winter la interrumpió — Esto es real, como tú lo dices. Realmente existen las academias militares, y tú realmente estás en una… Zion Stones… Zion Stones…

    — ¿Qué pasa con eso? — Sky cuestionó, sintiéndose preocupada por la forma en que hablaba su compañero.

    Winter sabía que había escuchado ese nombre alguna vez, pero no era algo muy común en él. Fue por eso por lo que tratar de recordar su origen fue toda una batalla entre sus recuerdos. Sabía que no se trataba de una persona que viviera entre ellos, sobre todo porque una academia militar no llevaría el nombre de un civil. Le costó dos minutos, pero fue capaz de llegar hasta el recuerdo que estaba buscando. Por su mente pasó el momento en el que escuchó ese nombre por primera y casi última vez, puesto a que fue nombrado durante una de las transmisiones que el expresidente ruso Dmitri Koslov realizaba de vez en cuando.

    No tenía toda la biografía completa de aquel sujeto, pero sabía que se trataba de un comandante de Zenith o de Black Meteor, alguien que había tenido participación en la misión de exploración espacial. La segunda y última vez que escuchó el nombre fue de la boca de Renji Yukimura, quien una vez, en uno de los cumpleaños de su familia, habló acerca de él.

    Tan pronto como identificó el origen de aquel nombre, Winter creyó finalmente saber exactamente en donde se encontraba parado, y también frente a quien.

    — Sky, ¿tú eres de Zenith o de Black Meteor? — preguntó al mismo tiempo que devolvía la medalla.

    Sky se sintió algo extrañada por esa pregunta. Guardó su medalla en el bolsillo del que la había sacado, para luego levantar sus cejas tratando de descubrir por qué Winter hacía una pregunta como esa. No creía que él estuviera loco, pero las cosas que salían de su boca le seguían pareciendo incoherentes, imposibilitándole el tener un panorama de la situación actual.

    — Creí que todos lo sabrían, pero se ve que tú no — Sky iba a darle una respuesta — Zenith y Black Meteor han dejado de existir hace tiempo. Solían ser países soberanos del planeta Tierra. Cuando la Tierra dejó de ser habitable, varios miembros de Zenith y de Black Meteor huyeron casi al mismo tiempo, y tras unirse, permanecieron juntos. Pero sin territorio, sin soberanía y sin siquiera un sitio que pudieran llamar hogar, esos nombres quedaron atrás. Zenith y Black Meteor quedaron en el pasado… Pero no estás demasiado errado. Mis padres eran soldados de Zenith.

    Winter recibió allí la confirmación que necesitaba, y eso provocó que fuera caminando directo hacia la única cama en la habitación para después sentarse sobre ella al mismo tiempo que se llevaba ambas manos a la cabeza, como si estuviera viendo fantasmas. Sky seguía sin entender nada, pero sabía que algo no iba bien, por lo que se aproximó despacio hacia él. No quería sentarse a su lado, dado a que no se sentía en suficiente confianza. En su lugar, le cuestionó parada frente suyo.

    — ¿No lo sabías? — Sky no podía creerse eso — Creí que se enseñaba en todas las escuelas y academias, ya fueran militares o no.

    — Esto es… difícil de explicar, pero ahora entiendo todo — Winter la miró fijamente — O, mejor dicho, la mayoría.

    — ¿De qué hablas? — Sky detestaba los enigmas.

    — Esto te va a sonar difícil de creer… — Winter tomó aire antes de seguir hablando — Pero tú y yo no venimos del mismo lugar.

    — No diría que no te creo, diría que no te entiendo — Sky quería que siguiera explicándose.

    — Tú y yo tenemos dieciséis años, aunque yo estoy casi por cumplir los diecisiete — Winter le confesó su verdad — Antes de que naciéramos, la humanidad tuvo que abandonar la Tierra. Tus padres eran de Zenith… Pero los míos no. Mi mamá y mi papá son de Rusia…

    — ¿Rusia? — Sky no recordaba ningún país con ese nombre — ¿Escaparon ciudadanos de más países además de Zenith y Black Meteor? Siempre creí que esos dos eran los únicos.

    — Nosotros también lo creíamos — Winter le reveló eso a Sky — Había varios que no descartaban la posibilidad de que esas dos naciones hubieran sobrevivido, pero una enorme mayoría eligió creer que sí, y optaron por darlos por muertos.

    Sky y Winter no cabían en sí mismos por todo lo que se habían contado el uno al otro. Fue esa revelación la que les ayudó a atar los cabos que quedaban sueltos. Winter pudo comprender que el motivo por el que nunca había conocido a Sky pese a tener su misma edad era porque ella y él crecieron en mundos muy distantes y lejanos uno del otro. Sky fue capaz de encontrar la respuesta a lo que creía que eran los desvaríos de Winter, como, por ejemplo, cuestionarle por la ropa que llevaba puesta y negar la existencia de las academias militares.

    Tras haber aprendido todas esas cosas, Winter se puso de pie y empezó a mirar a Sky fijamente a los ojos. La chica no entendía cómo era posible, pero había algo en su mirada que estaba provocándole un peso extraño. Ambos mostraron la expresión más seria que pudieron, puesto a que tenían que ponerse al corriente de todo lo que ignoraban.

    — Supongo que ambos tenemos preguntas — Winter le dijo con un tono bajo.

    — Supones bien, esto es un giro a todo lo que creía que era verdad — Sky le dio la razón a su compañero.

    — Pero yo he sido traído aquí primero, así que tomaré el primer turno — Winter parecía decidido — Dime, ¿Zenith y Black Meteor no eran naciones enemigas? ¿Cómo fue que se reunieron? Más raro aún, ¿cómo fue que permanecieron unidos?

    La manera de preguntar del soldado terminó por sorprender a Sky. Winter había mostrado un gran atrevimiento en esas preguntas, y una gran cantidad de conocimiento que la impresionaba para bien. La chica no podía evitar sentirse presionada psicológicamente por él.

    — Magnus Hotfire, líder del Zenith, acordó con una especie conocida como los garak por un sitio para la humanidad — Sky recitaba la historia que le habían enseñado — Se comunicó con Abel Hartka, líder de Black Meteor, para que también se dirigiera allí. Él se rehusó, y por eso fue que le arrebataron el poder. Los soldados que estaban hartos de él dirigieron la nave hacia el planeta Garak, aceptando ponerse bajo las órdenes de Magnus Hotfire.

    — ¿Entonces él es quien prevaleció como el líder de ambas naciones? — Winter se veía asombrado por eso.

    — En principio, pero no por mucho — la forma de responder de Sky se ganó la atención de Winter — La humanidad tenía aliados que habían sufrido al igual que nosotros por parte de los edagrianos. Planearon un ataque al planeta Edagr, que es donde vivimos nosotros ahora. La alianza los derrotó en una guerra que libraron juntos. Pero Magnus fue de los primeros en morir.

    — ¿Qué sucedió con Abel? — Winter sentía curiosidad por uno de los individuos más mencionados en las transmisiones.

    — Desapareció en acción durante el primer día de la guerra — Sky le contó — Nadie nunca lo volvió a ver. Se dio por muerto por eso mismo. Lo importante es que la humanidad ha estado sola en el planeta Edagr tras la disolución de la alianza con otras especies. Fue antes de que yo naciera, así que no llegué a conocer a estos alienígenas fuera de fotos o videos.

    — Intrigante, estoy seguro de que nadie entre los míos habría esperado este resultado — Winter pronto empezó a reflexionar sobre la guerra — ¿Los edagrianos han muerto? ¿Todos ellos?

    — Según lo que me enseñaron, no quedó ninguno — Sky le contestó esa pregunta — Y nunca hemos tenido un ataque por parte de alguien de esa especie. Así que supongo que los peleadores de la alianza hicieron lo que debían.

    Winter estaba maravillado con todo lo que escuchaba. De niño no le interesaba mucho la cuestión política de Zenith y Black Meteor. Pero entre toda la población con la que creció, no había nadie que no temiera por el día en el que pudieran llegar a enterarse de que Zenith y Black Meteor podrían seguir por ahí, o peor aún, los edagrianos. Por lo que contaba su compañera de encierro, los edagrianos ya no estaban en el universo, y las dos naciones más conflictivas según las historias que escuchó eran cosa del pasado. Una sonrisa se formó en su rostro, ya que sabía que sería bueno si pudiera transmitir todo ese conocimiento a los suyos.

    Sin embargo, cuando recordó el sitio en el que estaba, totalmente aislado de todos sus amigos y familiares y sin tener conocimiento de si había otros con él en la nave donde estaban, esa sonrisa desapareció rápido de su cara. Sky lo vio quedarse callado por un tiempo, y creyó que estaba pensando en la siguiente pregunta que haría.

    — Veo que nuestras vidas eran muy diferentes, pero, aun así, hemos terminado los dos aquí — fue lo que dijo el chico, como compadeciéndose de ambos — ¿Tú te has criado en el planeta Edagr bajo la bandera de una única humanidad?

    — Así es, mi vida ha sido muy tranquila, con excepciones, pero nada que me afectara demasiado — fue lo dicho por Sky, pensando en el momento actual que estaba viviendo — Me preguntaste por qué iba vestida así. Y te dije que tenía una reunión con un amigo… Esperaba poder encontrarme con él y quizá empezar una relación con él. Pero antes de que llegara, terminé siendo capturada por alguien que creo que se llamaba Siban — fue lo que pudo recordar — Ahora estoy aquí contigo. ¿Quieres preguntarme algo más?

    — No se me ocurre nada importante, solo una última cosa — Winter se ganó su atención — Quiero saber algo… ¿Tienes idea de si una persona sobrevivió a todo esto? Era comandante antes de la caída de la Tierra, pero viendo todo lo que pasó con Magnus y Abel, no puedo saberlo con certeza.

    — ¿Cómo es su nombre? — Sky no podría decirle hasta conocerlo.

    — Se llama Ace Lakor — Winter pronunció su nombre.

    La chica no podía entender el motivo del chico para preguntar por él. Comprendía que Magnus y Abel fueran figuras conocidas por gente de otros países, todo por el estatus que tenían siendo líderes de dos naciones diferentes antes de que sucediera el día más trágico de la humanidad. Pero no sabía a qué se debería el interés por el comandante. Sin encontrarle una gran importancia, la chica le respondió.

    — Él ahora es uno de los comandantes de una de las dos ramas del ejército. Tiene poder, pero no tan absoluto — Sky le confirmó que él estaba con vida — ¿A qué se debe la pregunta?

    — Él… bueno, mi padre… por lo que sé, mi padre es un tío suyo — Sky abrió los ojos de la sorpresa cuando Winter le contó ese detalle — Él vendría siendo un primo mío.

    — Es… — Sky no sabía qué decir — Es algo que no… ¿tú nombre es Winter Lakor?

    — Exactamente, ese es mi nombre — Winter la tomó por sorpresa — No tengo nada para que puedas confirmarlo. Tienes que creerme. Mi padre es un familiar suyo.

    — Eso quiere decir que tú y mi amigo son, de alguna forma, parientes — Sky quedó atónita con lo que le dijeron — El chico con quien me iba a encontrar el día de hoy se llama Arick Lakor. Es hijo de Ace. Ni él ni nadie saben acerca de ti ni de tu padre.

    — No sé por qué lo pensé — Winter le comentó — Pero está vivo. Eso me alegra. Mi padre muchas veces habló sobre él. Muchas personas que viven conmigo hablaban sobre él.

    — Creo que ahora es mi turno de preguntarte — Sky miró fijamente a su compañero — Realmente, espero poder salir de aquí y que conozcas a Arick. Seguro él reaccionará igual que yo cuando se entere de esto.

    Winter sentía cierto entusiasmo en la forma de expresarse de la chica, casi como si se hubiera olvidado momentáneamente de la situación en la que ambos estaban en aquel momento. Quedó satisfecho con las respuestas obtenidas. Sin embargo, pronto pensó en una posibilidad, que más tarde compartiría con ella. Estaba claro que el planeta Tralio, en el que él y los suyos habían estado viviendo, no estaba ni cerca del planeta Edagr, en donde Sky aseguraba vivir. Si tanto ella como él estaban en el mismo lugar quería decir que sus captores sabían bastante sobre la humanidad.

    Antes de formularse más teorías, esperaría para ver si alguna pregunta que le haría la chica sería capaz de revelarle algo que pudiera servirle para atar cabos, aunque era ella quien tenía que apuntar a ese objetivo. Al mirar a la chica, notó una sensación agradable cuando sus ojos se encontraron. Sky parecía estar entusiasmada de estar con él, y eso de alguna manera le hizo apartar un poco la vista por un segundo.

    — Dijiste que tú eres de Rusia… — Sky recordó ese detalle — ¿Cómo fue que sobrevivieron a la caída de la Tierra?

    — Esto es algo que me dijo mi padre, no sé si es la verdad absoluta — Winter se lavó las manos de posibles incongruencias a futuro — Desde mucho tiempo atrás, nuestro líder, Dmitri Koslov estuvo preparando un proyecto espacial. Un navío de gran tamaño. Dijo que sería una nave capaz de trasladar a varias personas en su interior. Mi padre, Vitali Lakor, era ingeniero y trabajó temporalmente en ella. Tengo entendido que la mayoría de ingenieros del país lo hicieron. Se tenía pensado usar para llevar soldados rusos al planeta Edagr cuando fuera el turno del ataque. Pero como la caída de la Tierra fue lo que llegó primero, tuvimos que usarla para huir. El navío llamado Explorador Esperanzado evacuó a todos los ingenieros que trabajaron en él, junto con todas las personas que estaban cerca y que pudieron salvarse. Mi padre, mi madre y mi hermana huyeron aquel día… Yo, a diferencia de ti, no nací en un planeta. Nací a bordo de ese navío. Soy oriundo del espacio exterior.

    — Impresionante — Sky nunca había pensado en posibilidades como esa — Debió haber sido muy difícil para tu familia. Lamento lo que pasó.

    Al expresar esas palabras, ella colocó su mano sobre el hombro del chico en un gesto de compasión, cosa que él aceptó y vio con buenos ojos. Winter sentía cierta alegría al ver que la persona que tendría como compañera en ese encierro lleno de incertidumbre no parecía ser prejuiciosa o desconfiada. Sonrió por el gesto, y al finalizar, continuó con el relato tras una pregunta de ella.

    — ¿Qué pasó después? — Sky necesitaba saber su historia por completo.

    — Viví hasta los cinco años a bordo del Explorador Esperanzado — Winter continuó — El presidente Dmitri Koslov renunció por voluntad propia al mando, y dejó a cargo a tres comandantes de la milicia. Renji Yukimura, que es un gran amigo de mi padre. Los otros dos son una pareja de soldados que tienen hijos de nuestra edad. Sus nombres eran Gavril Utkin y Lara Furlan.

    Sky se sentía abrumada con toda la información que el chico estaba soltando. Los nombres que pronunciaba le eran difíciles de retener, al punto de que decidió pasar por alto los apellidos.

    — ¿Recuerdas que pregunté por qué no te conocía a pesar de tener la misma edad? — Winter vio como Sky asintió a esa pregunta — Bueno, Gavril Utkin decidió que yo y todos los demás niños nacidos en la nave éramos la generación más joven de la humanidad, y que seríamos los que viviríamos más tiempo por cuestiones biológicas. Es por eso que él nos entrenó. Desde los cinco años he estado siendo entrenado por un comandante, aunque no en una academia militar. Por eso afirmé que no existían.

    — No suenas tan entusiasmado al decir eso — Sky lo percibió con suma facilidad — No te gustaba. ¿Verdad?

    — No me gustaba ser cadete, no me gustaba Gavril como instructor, y no me gustaba tener que compartir clase con su hijo Vyon — Winter le confesó a la chica una inquietud que tenía — Su hija Airin es una chica muy agradable, y muy bonita. Pero Vyon es un dolor de cabeza.

    — ¿Qué pasó luego del quinto año? — Sky quería que siguiera con su relato.

    — Nuestra idea no era vivir por siempre en el espacio exterior — Winter prosiguió — Buscábamos un planeta donde vivir. La gente tenía miedo por Zenith, Black Meteor y los edagrianos. Nadie sabía nada sobre todo lo que sucedía en otro sector del universo. Por eso querían estar en un sitio alejado, pero habitable. Y lo encontramos tras casi seis años… Un planeta que los líderes bautizaron como Gea… Ese planeta tenía dos continentes. Uno en el este y otro en el oeste, que fue nuestro hogar…

    Sky notaba como la intensidad de la voz de Winter bajaba mientras más se adentraba en ese relato, casi como si le doliera rememorarlo, pese a que, visto desde afuera, no sonaba nada mal. Así como pudo percibir que había algo malo en la manera en que contaba la historia de cómo se volvió un cadete, llegó a notar que algo no estaba bien en su vida allí. Eso le parecía sospechoso. Creería que encontrar un planeta en el que vivir sería mucho mejor que hacerlo en el espacio, mucho más para alguien que nació allí.

    — ¿Qué fue lo que pasó allí? — Sky supo que debió ser algo horrible o traumático — ¿Fue allí donde los capturaron?

    — Sí, pero no nuestros captores actuales — Winter se volvió más frío en su tono de voz — Vivimos casi una década tranquila en el continente de occidente, pero no lo elegimos por casualidad. Imágenes desde el espacio detectaron edificaciones en el continente de oriente, y sabíamos que podría haber seres vivos allí. Elegimos una vida aislada en el continente del extremo oeste del planeta. Es decir, los líderes lo hicieron. Pero un día… un día recibimos el ataque de una especie conocida como traliod. Ellos habitan el planeta Tralio, el nombre real de Gea, en el continente del este. Vinieron a nosotros con hostilidad, y los militares pelearon, solo para perder y ser capturados.

    — Oh, vaya, lo lamento por eso, Winter — Sky no se imaginaba una historia tan siniestra — Debió ser horrible… Perdóname por expresarme así, no sé qué decir realmente.

    — No tienes que disculparte, tú no tienes la culpa por eso — Winter sonreía por la bondad que mostraba la chica — Los traliod son los verdaderos monstruos. Mataron a muchos, y capturaron a otros, mi familia y yo entre estos. Fuimos trasladados hacia el continente del este, y allí conocimos al responsable… Un ser llamado Hufan. Un patriarca. Él y una traliod hembra llamada Yma, una matriarca, tenían pensado usarnos a nosotros para tomar por sorpresa y derrocar a un monarca, líder absoluto de los suyos. Un ser llamado Ybryr, a quien yo nunca llegué a conocer.

    — ¿Y qué fue lo que ocurrió? — Sky necesitaba conocer el desenlace de aquella historia.

    — No todos los humanos murieron o fueron capturados — relató Winter a la chica — Otros quedaron atrás. Mientras nosotros estábamos prisioneros de los traliod, otros humanos estaban preparándose para un rescate. El navío Explorador Esperanzado fue desmantelado en su mayoría cuando llegamos hacia aquel planeta, y se requería de mucho tiempo para que pudiera volver a volar. Casi un año después de nuestra captura, teníamos un plan de escape, y para asegurar que no nos perseguirían, tendría lugar en la misma noche en que Hufan e Yma realizarían su movimiento contra Ybryr. Yo estaba aislado de mi familia, en un escuadrón de humanos que estaban listos para pelear. Y sin que nos diéramos cuenta, algo terminó por dejarme inconsciente. Cuando desperté, estaba en este lugar, y un ser llamado Cerv me había traído. Desde entonces, he estado aquí. No sé qué habrá sucedido con mi familia, ni mis amigos, o con los traliod en conflicto. Pasaron dos días en los que estuve aquí solo. Solo recibo comida en una bandeja desde el exterior. Y tú eres la única novedad que me he encontrado.

    Sky no podía evitar empatizar con lo que el chico que estaba junto a ella narraba. A comparación, su vida fue mucho más sencilla. Siempre tenía la tranquilidad de que nadie le amenazaría. Vivía en un planeta próspero, con necesidades cubiertas y asistía a una academia para formarse y ser como su madre y su padre. Nunca debió temer por un conflicto ajeno a la humanidad. Pero Winter no gozaba de esas ventajas. Desde su nacimiento las cosas parecían ser muy complicadas, ya que no tenía un planeta al que asignar como su sitio de origen.

    Sky se dio cuenta que solo compartían el hecho de estar en el mismo lugar y el pertenecer a la misma especie. Ya que las circunstancias entre las vidas parecían diferir demasiado. Incluso siendo ambos prisioneros, ella estaba con ropa limpia mientras que la de Winter estaba polvorienta, con motivos lógicos si era que estaban en medio de un conflicto con otra especie. Apenada por lo que escuchó, ella le dio un abrazo al chico, en un intento de consolarlo, aunque dada la situación actual no sería suficiente.

    — Lamento mucho todo lo que te ha pasado, Winter — Sky lo abrazó con fuerza — Tú y los tuyos no tuvieron la culpa de nada, y, sin embargo, su vida es algo que no he experimentado ni en mi peor pesadilla.

    — Yo… — Winter se sentía feliz por ver que Sky le mostraba cierto afecto — Gracias, Sky. Hay varios entre los nuestros que consideran a los humanos de Zenith y Black Meteor como monstruos responsables de que la Tierra muriera por el hecho de que creen que fueron ellos los que atrajeron a los edagrianos. Posiblemente ocho de cada diez personas se habrían enojado por el hecho de que tú seas descendiente de gente del Zenith. Pero mi padre y mi madre me han enseñado a no juzgar de esta manera… Tú no eres un monstruo. Eres una buena chica, y eres más agradable que varias personas que he conocido.

    Sky soltó al chico, para luego mostrarle una sonrisa. Se sentía halagada por el hecho de ser considerada de esa manera, pero un poco preocupada por saber que entre la gente que huyó de Rusia había algunos que la considerarían una mala persona solo por venir de donde vino.

    Tras una charla extensa, ambos chicos finalmente sabían mejor a quien tenían adelante, pero eso no cambiaba la situación en la que estaban.

    — He pensado… — Winter retomó la charla — El planeta Tralio seguro está muy alejado de Edagr… Pero a pesar de todo, tú y yo estamos aquí. Quizá sea seguro afirmar que no fuimos los únicos.

    — Yo he pensado eso desde que alguien mencionó algo extraño — Sky recordó algo que oyó anteriormente — Mis captores… creo que es la que se llama Siban, mencionó algo sobre que capturarme no fue un reto. Estoy segura de que no somos los únicos aquí.

    — Eso quiere decir que mis amigos y mi familia podrían estar aquí… — Winter pensó en ellos antes que nadie — Ya no sé qué es peor. Si nuestros captores actuales o los traliod. Pero si te soy honesto, espero que estén todos aquí. Así al menos estaríamos juntos.

    — Yo me quedé esperando a que mi amigo Arick apareciera, pero no lo hizo — Sky pronto reflexionó acerca de esa situación — Quizá él también este aquí. Puede que mi familia también, pero no tengo como saberlo.

    — Tengo una ligera esperanza de que si no nos han matado pudiendo hacerlo es porque algo quieren de nosotros — comentó Winter, aferrándose a esa idea — Pero no por eso me agrada. Aunque mientras estemos vivos, podremos hacer algo para cambiar las cosas.

    Antes de que ambos pudieran decir algo más, vieron como una bandeja con alimento y raciones de agua era deslizada hacia su habitación a través de la única puerta y salida del lugar. Sky lo veía por primera vez, pero para Winter, era la sexta ocasión que le alcanzaban algo así. Al acercarse para observar, el chico vio que la ración se había hecho más grande, posiblemente debido a que Sky le hacía compañía.

    — ¿Suelen hacer eso a menudo? — Sky quería conocer la frecuencia.

    — Dos veces por día, si no he calculado mal — comentó Winter a la chica — Creo que son dos veces que alcanzan comida, y luego toca dormir. Así es como deduje el tiempo que ha pasado aquí.

    — ¿Por qué hacen esto? — preguntaba la chica — ¿Quiénes son y qué quieren de nosotros?

    — No lo sé, pero después de vivir con los traliod por un año… no espero nada bueno — Winter se agachó para luego sentarse — Vendrán a buscar esto cuando terminemos. Hay que comer y beber ahora. Hay un compartimiento que permite acceder al baño. Así que no debes preocuparte porque esto te caiga mal.

    Viendo que su compañero en el encierro se sentó apaciblemente a comer la comida y beber el agua que les habían traído, Sky supo que podía fiarse de los suministros entregados. Tomándole la palabra de que solo se repetía algo así unas dos veces al día, ella supo que, si retiraban eso, podrían pasar varias horas hasta que pudiera acceder a más agua y comida.

    La intranquilidad que sentía por no tener idea de si estaban en el espacio exterior o en algún planeta lejano era muy grande, pero al menos tenía compañía en el encierro, y no era nada desagradable para ella. Sky se sentó en el suelo para comer junto con la persona que acababa de conocer, quien era nada más y nada menos que un pariente lejano de su mejor amigo, cosa que él no sabía.

    Unos siete minutos después de que terminaron de comer por completo silencio, la bandeja fue retirada. Ninguno de los captores se acercó para decir algo más. Tras haber comido, Winter le habló a Sky acerca de que uno de los sujetos llamado Cerv, quien creía que se había encargado de su captura, le prometió respuestas en el futuro, pero que estas no habían llegado.

    Las luces que alumbraban por completo la habitación donde ambos eran retenidos fueron disminuyendo su intensidad, hasta que quedaron casi a oscuras. Eso les dio a ambos la señal de que debían irse a dormir. Winter fue el primero en ir al baño, y Sky acudió cuando él salió de ese lugar. Tras haber hecho lo que debían, se lavaron las manos y luego ambos quedaron de pie en la única cama que tenía la habitación.

    Para ambos era incómodo, dado a que solo tenían unas horas de haberse conocido.

    — No siento que esté bien — Sky pensaba en eso — Yo…

    — Descuida, lo comprendo — Winter no la juzgó — Yo tampoco he dormido antes con alguien más. Nunca en la misma cama.

    — Esto no me gusta, pero no por ti… — Sky no quería hacerlo enojar, aunque no le daba la impresión de ser esa clase de persona — Se suponía que yo hoy me iba a encontrar con mi amigo, y que quizá hoy nos convertiríamos en pareja. Estar contigo, aunque sea así, no me parece correcto.

    — No eres la única que siente algo por alguien más — Winter se refería a su compañera Airin, por quien tenía una ligera atracción — Pero creo que no nos queda de otra… No quiero dormir en el suelo, y creo que tú tampoco.

    Sabiendo que lo que él decía era verdad, y de que dormir en el piso sería más frío e incómodo aún, Sky aceptó a regañadientes lo que dijo quién sería su compañero. Habría preferido que tuvieran dos camas, o incluso que le dieran un saco de dormir de acampe, aunque fuera para ella sola. Pero sin otra alternativa, ella se convenció a sí misma de que solamente iba a ser un descanso.

    — No significa nada, solo voy a dormir en la misma cama que él por un motivo ajeno a mi control — Sky retiró la sábana que cubría el colchón.

    Tratando de situarse cada uno en un extremo de aquel pequeño colchón que debían compartir, Winter y Sky se recostaron sobre la misma cama, para que acto seguido el joven Lakor tomara el manto y ambos pudieran taparse para protegerse del ligero frío que había en aquel lugar. Queriendo evitar una aproximación accidental, ambos giraron sus cuerpos de manera en que miraran a costados diferentes. Con cierta incomodidad por la situación y por no contar con una almohada en donde recostar sus cabezas, ambos estaban listos para quedarse dormidos.

    — Buenas noches, Sky — Winter lo decía de corazón, con intenciones bondadosas.

    — Buenas noches, Winter — la chica contestó de la misma manera.

    Sin poco más que hacer, ambos jóvenes cerraron sus ojos al mismo tiempo, intentando quedarse dormidos y aprovechar el tiempo de oscuridad que les habían concedido sus captores. Sus pensamientos, antes de quedar presos por el sueño, se volvieron a las familias de cada uno.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, primero que nada, no te confundas con el sello de "adorable". Es adorable el capítulo, y la interacción entre Sky y Winter, pero no que puedan terminar juntos. No me jodas :blue:. Dicho esto, al margen, añadir que fue un buen capítulo para abrir con esta octava parte que sin duda promete ser muy trepidante, ya que tiene muchas tramas que se enlazan y deseo saber como convergen en algún punto. Por ello, pasaré a comentar lo más destacado.

    El comienzo nos muestra lo que se vio tanto en el final de la parte VII como en el final de la historia secundaria: Sky y Winter se conocen en un mismo habitáculo, encerrados por unos captores de origen misterioso y sin información sobre qué ha sucedido. Tras esto, los dos jóvenes deciden analizarse el uno al otro, viendo que tanto sus vestimentas como sus preguntas resultan extrañas y evidenciando que parecen venir de lugares diferentes. Poco a poco, esto lo van desentrañando y descubren que han estado viviendo historias diferentes, por así decirlo, pese a ser ambos humanos.

    Para Winter, conocer la revelación de que Zenith y Black Meteor se unieron, que su primo Ace sigue vivo y que la chica tuvo una vida tranquila es algo que sin duda le asombra. Y por parte de Sky, saber que el joven ha sufrido prácticamente desde el primer día de su nacimiento, que su vida no ha sido fácil y que estaba en conflicto con los trailod antes de acabar ahí, resulta impactante. Dos infancias muy diferentes, circunstancias que les han llevado a ser de una forma u otra, ahora convergen en ese lugar. Creo que esto es de lo que más me ha gustado del capítulo: la interacción entre ambos, sobre todo, para darse el mutuo contexto sobre sus historias y conocerse más en profundidad. Muy interesante. :kuku:

    Una vez se han preguntado más o menos lo que querían saber del otro, el dúo juvenil empieza a pensar en qué motivos podrían tener Cerv y sus soldados para retenerlos allí, además de confiar en que sus familias estén allí o al menos, a salvo. Sea como sea, son conscientes de que están a solas allí y muy probablemente deban colaborar para salir ilesos. El capítulo concluye con ambos yéndose a dormir en una única cama, juntos (esto me hace pensar, ¿acaso estos seres pretenden que los humanos se reproduzcan o algo similar? ¿por qué juntarlos en una sala con una única cama? :ewww:) pese a que no están muy a favor de ello. Y es que personalmente, temo que estos dos hagan buenas migas... porque el roce hace el cariño, se dice. Y como tú sabes, amigo, yo quiero que mi Arick acabe con Sky y que Winter acabe con Airin. No me hagas un cuarteto amoroso aquí porque me ofusco... angrysnake

    En fin, buen comienzo de parte, de verdad. Ahora tengo ganas de volver a ver a los demás: Ace, Gwyn, Thomas, Natasha, etc. Y ver que demonios pretenden Cerv y sus súbditos, que ante tanto misterio y secretismo me va a explotar la cabeza. Sin más que añadir, nos veremos a la próxima. Cuídate. :/*-*\:
     
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  3. Threadmarks: El final de la última noche
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Antes de que se nos caiga el foro, voy a publicar el capítulo 2 de esta historia. Espero a todos los que lo lean disfruten del mismo. Como se estarán imaginando tras leer el primero y el principio de este, esta parte contará con más de un punto de vista diferente, y el principio será para ir introduciéndolo todo.

    De momento, la guía y la cronología siguen sin actualizar. Pero tan pronto como pueda, los estaré dejando listos para consulta una vez más.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk que sigue aquí, demostrando su apoyo a esta historia tanto como el día 1, con sus comentarios que motivan bastante a que siga escribiendo. Ojalá este capítulo también le guste como el primero. Sin más para decir, les dejo el capítulo.



















    El final de la última noche:

    En medio de la oscuridad en donde únicamente contaban con los dispositivos móviles y las linternas que iban equipadas en los mismos, el comandante Renji Yukimura se encontraba liderando a su grupo de militares dispuestos a participar en el rescate de los casi mil humanos que estaban atrapados en el interior del territorio gobernado por los traliod. De no haber tenido esa experiencia en combate contra uno de ellos, no tendría ninguna referencia para el rescate.

    Tras una operación en donde sacaron a relucir los lanzacohetes que habían estado siendo fabricados en secreto hasta que fue necesario hacer pública su aparición, el grupo de soldados había conseguido agujerear el muro que separaba los territorios. No habían encontrado una puerta a la que asediar para poder irrumpir a la ciudad, fue por eso mismo por lo que debieron centrarse en simplemente entrar por la fuerza bruta.

    — Tengo las coordenadas — Renji estaba viendo su dispositivo — Este será nuestro lugar para huir. Quiero que unos diez se queden aquí a montar guardia. En caso de que un grupo de humanos llegue aquí por su cuenta, los deberán guiar hacia el navío. Y en caso de que los traliod nos estén pisando los talones, deberán cubrir nuestro escape.

    — Comandante, tenemos un problema — indicó un soldado acercándose desde el final del grupo que se había formado.

    Renji se vio un poco alarmado con esa declaración dada por un acompañante suyo. No era el momento para que recibieran esa clase de noticias, pero no por eso haría oídos sordos ante la misma. Era necesario escucharlo, sobre todo si pudiera poner en peligro su misión. El soldado sentía las inquisitivas miradas del resto de sus compañeros, teniendo que armarse de valor para ver a qué se debía su interrupción.

    — Yo también he guardado las coordenadas de este sitio, me puse a ello tan pronto llegamos — comentó el soldado, para luego pasar a lo importante — Quise transmitirlas a Dmitri para que él se asegure de que llegaran a cada uno de los dispositivos, pero no he podido comunicarme con él.

    — Puede ser una avería en tu dispositivo — una mujer en el grupo quiso verlo por ese lado — Inténtelo usted, comandante. Mientras tanto, yo iré capturando las coordenadas por mi cuenta.

    Aceptando el consejo de su soldado, Renji se dispuso a realizar lo que su soldado anterior intentó. Sin embargo, desagradable sería su sorpresa cuando se dio cuenta de que su dispositivo no estaba logrando establecer ningún contacto con el navío, de manera que no era posible que alcanzaran a comunicarse con Dmitri.

    — Mierda, pero hice un envío de prueba antes de recorrer cincuenta metros — Renji se quejaba de la situación — He podido hablar con Lara muchas ocasiones, incluso estando a kilómetros de distancia. ¿Cómo es que ahora esto está funcionando mal?

    — Señor, tampoco puedo comunicarme con la comandante Furlan — comentó un soldado más entre la gente — No estoy siendo capaz de establecer siquiera un contacto.

    — Yo tengo más malas noticias — una mujer entre sus filas añadió más tierra a los problemas — Comandante, estoy tratando de llamarlo a usted… El dispositivo no se está comunicando de manera óptima.

    De todos los momentos en los que las comunicaciones globales pudieron haberse cortado, ese era el peor, no solo para ellos sino también para todos los humanos que estuvieran tratando de huir de sus captores. Renji puso una mirada de enfado dirigida a nadie en particular, puesto a que se trataba de los sistemas de la nave. No podía creer que no tendría manera de alcanzar a sus soldados que le ayudarían ni tampoco a los que tendría que intentar salvar. Eso solo hacía más que complicar las cosas, puesto a que podría llevarle toda la noche el salvar a todos, incluso puede que tuviera que pasar más tiempo del que creyó en esa misión.

    — Esto no es posible, no ahora — Renji protestó con furia — Tiene que ser un chiste…

    — Señor, ¿y si los sistemas se descompusieron por el vuelo? — preguntó el primer soldado en detectar el desperfecto.

    — Me cago en todo este maldito planeta si esa es la razón — el comandante Yukimura contempló el agujero que habían hecho — Tengo que sacarlos a todos de allí dentro. Ya tengo la entrada. Y en vez de ponerme en movimiento, estoy perdiendo el tiempo con estas estupideces electrónicas.

    — Pero no podemos avanzar a ciegas, no conocemos esa ciudad — una mujer le hizo saber lo grave del asunto.

    — Y sin comunicaciones no podremos usar el sistema de rastreo de cada dispositivo — Renji se lamentó por todo lo que había ocurrido — Quiero que dos soldados vayan al navío y se encarguen de averiguar qué está pasando. Confío en que las comunicaciones volverán pronto, pero si los especialistas necesitan ayuda, será mejor enviarla. Como dije, quiero a diez soldados aquí, y al resto conmigo allí dentro. No se separen. Iremos barriendo la zona y a medida que encontremos gente, iremos viendo cómo conducirlos hacia la seguridad del exterior.

    La manera en la que Renji dijo esas palabras no gustó a nadie que las escuchó. El comandante sonaba preocupado, e incluso un poco asustado. Era lógico que no se sintiera a gusto siendo que el plan que tenía en mente había cambiado de forma tan repentina y drástica. Pero sus quejas y su aviso para seguir adelante no transmitían ni una sola pisca de seguridad, en ese momento donde era necesaria, al menos para que ellos pudieran mantener la calma.

    Renji los miró a todos a los ojos, y dándose cuenta de que había varias semillas de incertidumbre sembradas en ellos, levantó su puño hacia arriba, en señal de que iban a obtener éxito en su misión sin importar lo difícil que pudiera ser dadas las circunstancias nuevas que iban a afrontar.

    — ¡No importa cuántos obstáculos se nos pongan delante! ¡Nosotros los vamos a superar! — Renji buscaba un discurso inspirador — ¡No hemos perecido el día que nuestro planeta sucumbió ante los edagrianos! ¡Y no vamos a perecer hoy en manos de los traliod! ¡Encontraremos la manera! ¡Porque eso es en lo que somos expertos! ¡La humanidad ha vivido milenios repletos de momentos dorados y de momentos oscuros! ¡Este podría ser el más oscuro de todos! ¡Pero, así como ninguno de los eventos anteriores acabó con nosotros, este tampoco lo hará! ¡Salvaremos a nuestra gente y nos aseguraremos de que este día solo sea un mal recuerdo para las generaciones futuras!

    En contraste con sus primeras palabras, las que el comandante Yukimura acababa de decir habían llenado de esperanza los corazones de muchos. Había quienes todavía no se habían desprendido de las dudas internas que tenían, pero pronto, a medida que el comandante y los demás soldados empezaron a adentrarse en el interior del territorio traliod, esas dudas se iban disipando. Poco a poco, pero lo importante era que estaban recuperando el valor que tanto les hacía falta.

    Al mismo tiempo que el comandante Yukimura se adentró a la ciudad, dos de los soldados, por su parte, optaron por regresar al navío para así poder asistir en el auxilio a las comunicaciones que hicieran falta. Con solo menos de cinco minutos, una gran escuadra de soldados humanos ya había cruzado hacia el sitio en el que debían acudir para así poder ir a rescatar a sus compañeros que estaban en complicaciones producto de la especie que había pasado toda su vida en su planeta.

    […]

    — ¡Maldita sea, Renji, ¿dónde estás?! — pensó Vitali viendo su dispositivo siendo incapaz de comunicarse, ni con su amigo ni con nadie más.

    Tras haber hecho su movimiento en contra de los traliod en plena rebelión de estos en frente de su monarca, el ingeniero convertido en soldado huyó junto a la comandante Lara Furlan hacia un sitio lejano, en el cuál pudieran despistar a los perseguidores y evitar así llevarlos a reunirse con otros grupos de humanos.

    Pese a las advertencias dadas por Hufan y Elber en su día de llegada al territorio de la monarquía, la humanidad se metió en un bosque en un intento de perder a varios de los seres que se habían lanzado en su persecución. La amenaza de insectos venenosos ocultos entre las plantas y las hojas era descartable, siendo comparada con lo que representaba a varios traliod armados y listos para pelear.

    Vitali, quien se encontraba cerca de la posición de la comandante Furlan, miraba una y otra vez su dispositivo. Fueron tres los intentos en los que quiso contactar con Renji, su mejor amigo entre los que serían salvadores, y en ninguno de esos tres obtuvo siquiera una pequeña estática para ser considerada un avance. Lara, la comandante del ejército y líder de los que se habían quedado allí, también intentó lo mismo, con la diferencia de que ella quiso comunicarse directamente con Dmitri, sabiendo que sería él quien estuviera a cargo de la gestión de todas las comunicaciones.

    — Ni un solo avance — comentó mientras guardaba su dispositivo — No podemos permanecer escondidos para siempre en este bosque. Quizá sean los propios árboles los que bloqueen la señal.

    — ¿Cree que ya habremos despistado a los traliod que nos venían siguiendo? — preguntó uno de los soldados que más cerca estaba de ella.

    — Es una posibilidad, pero teniendo el navío tan cerca, me sorprendería — Lara no podía darlo por sentado — Es hora de movilizarnos. Quizá tengamos suerte y nos encontremos con algún otro grupo. O mejor aún, con el grupo de Renji. Si es el caso, tenemos que movernos.

    — Tan cerca de ser salvados y no podemos siquiera ayudarlos — Vitali referenciaba su situación actual en el planeta — Todos estamos sin rumbo ahora.

    — Confiemos en que no durará para siempre — Lara quería tranquilizarlo — Oye, mis hijos también están lejos de mí. Yo también quiero encontrarlos. Pero sé que lo haremos, Vitali. No te decaigas ahora.

    El soldado agradeció esas palabras dichas por la comandante. En el pasado, él y ella habían tenido sus problemas, pero tras haber tenido que pasar varias situaciones en aquel planeta, incluyendo el día en el que conocieron lo salvaje y despiadado que podía llegar a ser el monarca Ybryr, supieron que cualquier diferencia tenía que ser dejada de lado para poder superar la adversidad.

    Con el grupo ya descansado, Lara guio a todos los suyos a través de la oscuridad del bosque. Inicialmente con sigilo para evitar llamar cualquier tipo de atención sobre ellos de parte de algún traliod que estuviera merodeando. Cuando se sintió segura para avanzar, cada soldado sujetó su arma firmemente y empezaron a correr para salir del bosque.

    — No solo no he visto ningún insecto venenoso — Lara pensó sobre algo que le habían dicho — Casi que no he visto insectos… Puede que todo haya sido mentira de parte de Hufan para que nos quedemos en nuestros lugares. Les salió bien mientras duró.

    Con la mente fija en su objetivo de escapar de sus captores y así dejarlos para que las guerras que tuvieran fueran únicamente entre ellos, Lara avanzaba a paso firme frente a su grupo. Todos estaban ansiosos por la llegada de la mañana, puesto a que ya se podían imaginar pasando el tiempo junto a sus respectivas amistades y lejos de los seres tan primitivos que les habían capturado.

    […]

    Vyon, Airin y Rosary estaban caminando lentamente en medio de un grupo que había formado un círculo al avanzar. Poniendo a los soldados más experimentados en el exterior, y dejando a los jóvenes y a aquellos que pudieran tener familias en la zona central, de manera que estuvieran bien protegidos ante un ataque sorpresa, dándoles así una chance de huir, el grupo no se movía con rapidez.

    Tras haber escapado de un violento enfrentamiento, siendo capaces de despistar a la mayoría de sus captores y eliminar a los que quedaban, consideraban que lo mejor que podían hacer en un momento así era recuperar fuerzas. Los soldados que iban al frente en el sentido en el que se marchaba tenían en mano sus dispositivos, y una mirada muy desalentadora cuando veían que cada intento de comunicarse con el navío, con Renji o con la comandante Lara terminaba sin éxito.

    — El mejor día posible para que las comunicaciones cayeran — comentó un soldado mientras miraba al cielo oscuro del planeta — No podemos confiar en nuestra propia tecnología.

    — Los traliod son unos imbéciles brutos — agregó otro soldado que marchaba adelante — Es imposible que esta interferencia sea cosa de ellos. Espero que el navío no se haya averiado al sobrevolar este lugar.

    — Uff, pues eso sería para asesinar a quien estuviera en la sala de comandos en aquel momento — el soldado que habló al iniciar dijo palabras algo fuertes — Había que tener cuidado hoy más que nunca. Si descubro que eso fue lo que pasó, me encargo yo mismo de matar y enterrar a todos los que estuvieran a cargo en aquel momento.

    Airin y Rosary no pudieron evitar sentirse atemorizadas con la manera en la que ese soldado hablaba. No sabían si era por su insensibilidad al estar mucho tiempo en el cargo, o si realmente esa era su forma de expresarse normalmente, pero no les agradó para nada esa amenaza. Ambas chicas vieron con sus propios ojos la forma en la que Katia, una gran amiga de casi toda su vida, y con quien habían compartido mucho en los meses cautivas y los años entrenando, había perdido la vida mientras intentaba llegar hacia un sitio seguro.

    Vyon las estaba viendo desde atrás, y cuando ambas chicas estrecharon sus manos en señal de preocupación y tristeza, supo que quizá podría intentar decir algo para que se sintieran mejor.

    — Lamento mucho lo de Katia — Vyon decía mientras se acercaba a las dos — No es agradable ver algo así.

    — Imagino que eso fue lo que vivieron cuando Elber… — Rosary estaba por referenciar un suceso algo trágico en la vida de los hermanos, pero se detuvo antes de decirlo — Lo siento. No estoy pensando con claridad. No era mi intención.

    — Está bien, es así como se siente — Vyon sentía furia en su interior, pero no a su compañera, sino contra el recuerdo de aquel día — Elber va a vivir… Y eso me genera mucha rabia. Habría deseado poder acabar con su vida, pero creo que es mejor que nosotros escapemos de aquí. No tiene sentido la venganza si con ello vamos a perderlo todo.

    — Nada de esto tiene sentido — Airin no podía evitar sentir más que solo tristeza — Nuestros padres estaban viviendo una vida en tranquilidad en la Tierra. Y eso mismo estábamos haciendo nosotros aquí. Cada vez que algún ser extraterrestre se aparece ante nosotros, lo perdemos todo. Nada permanece intacto. Todo cambia, y para peor.

    — El próximo planeta al que nos toque ir, será mejor que esté deshabitado — Vyon pensaba muy a futuro — Y en lo posible, lejos del alcance de los edagrianos. No quiero estar viviendo en paz y que alguien aparezca y nos lo arruine.

    — Yo solo quiero volver a ver a mis padres — Rosary pensaba en ellos — Deben estar muy preocupados por mí. Espero que no los hayan matado como le pasó a Katia.

    — Espero que nosotros estemos vivos para cuando mamá nos encuentre — Airin pensaba en eso — Ella va a sobrevivir a esto. Estoy segura de que ella sería capaz de sobrevivir a lo que sea. Espero que no tenga que vivir con nuestras muertes.

    — Desearía que esas malditas comunicaciones estuvieran funcionando — Vyon se expresó por lo que estaba ocurriendo allí mismo — Quisiera estar ya mismo a bordo del navío, y encarando rumbo a una vida mejor.

    Pese al dolor que sentían por la muerte de su amiga, sucedida hacía muy poco, siendo menos de dos horas, los tres jóvenes continuaban juntos en el centro del grupo. Con la mirada atenta para poder percatarse del momento en el que las comunicaciones funcionaran otra vez, tratando de encontrar en ello un motivo para volver a sonreír, su único resultado fue ver como los dispositivos continuaban en su mal funcionamiento, impidiendo cualquier comunicación.

    Más de una hora y media transcurrió. Con frecuencia, los soldados que guiaban la marcha los hacían correr en un intento de avanzar mucho más terreno, y de paso poder dejar atrás a cualquier traliod que se acercase. Al pasar quince minutos en la marcha, avanzaban a trote durante cinco minutos sobre el suelo de aquel mundo.

    Sin esperarlo, ese resultado empezó a dar frutos. Desde la lejanía pudieron ver como unas siluetas se manifestaban en la oscuridad. Sobre una colina pequeña, fueron capaces de identificarlos inequívocamente como seres humanos. No tenían idea de si sería el grupo de Renji o si dos o más grupos de los humanos que hubieran estado en el planeta se habrían reunido, pero eso importaba más bien poco en aquel momento. Gritaron eufóricos para ser oídos, a medida que empezaban a correr como locos tratando de alcanzarlos antes de que algún traliod pudiera aparecer para cambiar el panorama.

    Tan pronto como el otro grupo los divisó, se acercaron corriendo a ellos para así concretar una reunión y así fortalecer al conjunto de humanos incrementando los números que tuvieran disponibles para entrar en un posible conflicto armado que pudiera surgir. Cuando los dos se encontraron, se dieron cuenta de que quien iba al frente era nada más y nada menos que el comandante Renji Yukimura. Tanto él como el resto de los soldados estaban alegres por haberse reunido en condiciones muy difíciles para todos.

    — ¡Al fin! — Renji exclamó con alegría — ¡Son el primer grupo que encontramos desde que nos adentramos a este lugar!

    — ¡Comandante, ¿qué sucedió con las comunicaciones?! — preguntó uno de los soldados que lideraba al grupo de cautivos — ¡Imagino que a ustedes también los afectaron si somos el primer grupo!

    — Es toda una incógnita para mí también — Renji tenía un poco de prisa, y eso lo manifestaba hablando a gran velocidad — Envié a dos soldados de mi grupo de regreso al navío, para que prestaran la ayuda que hiciera falta. De momento, estamos buscándolos en la oscuridad. Metafórica y literalmente — al decir esas palabras, el comandante miró al cielo oscuro del planeta.

    Vyon y Airin se miraron con cierta tristeza. Al momento en el que vieron las siluetas y reconocieron que se trataba de seres humanos, creyeron que a quien verían primero sería a su madre. No solo no la habían encontrado allí, sino que las palabras del comandante confirmaban que todavía no se habían cruzado con ella. Si bien, eso era bueno ya que significaba que había esperanzas para que se mantuviera con vida, por otro lado, su madre todavía estaba en aquel mundo corriendo bastante peligro.

    Rosary vio la manera en la que ellos reaccionaron ante lo sucedido, y fue por eso por lo que optó abrazarlos a ambos, como un intento por consolarlos, y de también encontrar fuerzas, ya que sabía que no encontraría a sus padres entre quienes estaban con el comandante Yukimura.

    — ¡Escuchen bien, esto es lo que van a hacer! — Renji, siendo comandante, tenía autoridad sobre todos allí — ¡Los más jóvenes y con menos experiencia se retirarán a la nave! ¡Quizá puedan hasta dar una mano para resolver el conflicto de comunicaciones si hace falta!

    — ¡¿Después de esta pesadilla voy a tener que seguir aquí?! — preguntó un soldado con experiencia, nada contento con esa orden de Renji.

    — ¡La pesadilla solo termina cuando todos estemos sanos y salvos! — Yukimura supo que sería problemático tener a alguien así en su grupo, pero aun así le hacía falta — ¡Y ahora estoy yo aquí para hacerme cargo de los problemas! ¡Quedarte un poco más no te matará!

    Muy a regañadientes, el soldado aceptó la orden de su comandante de modo cabizbajo. Sabía que era obedecerlo o bien ganarse un escarmiento en el momento en que todo ese mal trago terminara, lo que podría derivar en él siendo apartado de la milicia y siendo obligado a formarse en algún otro campo para serle útil a la humanidad.

    Con la orden dada, Renji despidió a varios soldados más jóvenes y a todos aquellos que tenían familias que cuidar. Vyon, Airin y Rosary, por el hecho de no haber completado instrucción militar, pudieron estar dentro del grupo que escaparía del territorio de los traliod. Los que se apartaron del grupo de Yukimura hacían de guías para todos ellos, y los empezaron a conducir hacia la salida del reino de aquella especie.

    — Esto es un cambio para mejor — Rosary quería animar a sus dos compañeros — Es el primer paso para que alcancemos la libertad.

    […]

    — ¡Vitali, no estoy viendo a Winter por ningún lado! — fue el grito de terror de Fenya.

    No fue el grupo de Renji el único que tuvo la fortuna de cruzarse con más humanos en el escape de los traliod. Lara y Vitali pudieron encontrarse con dos grupos de compatriotas que estaban dispersos por el mundo. El ingeniero tuvo la fortuna de que en uno de esos dos grupos logró encontrar a su amada esposa y a su querida hija mayor. Ni bien las divisó, las abrazó con todas sus fuerzas, y tan pronto su abrazo concluyó, buscaron entre los tres al más joven de la familia Lakor.

    Por desgracia para los tres, no podían dar con Winter por ningún lado al que mirasen. Tras comprobar a cada persona allí presente, buscando la imagen del joven en cada uno de ellos, solo podían concluir que el grupo en el que iba su hijo no tuvo la fortuna de estar allí presente, y de esa manera hacer posible una unión familiar.

    — Mi pobre bebé — Fenya se expresaba de esa manera de su hijo, por más que fuera un adolescente — Debe estar muy asustado al no estar con ninguno de nosotros.

    — Llegaremos hasta él, amor, no te preocupes — Vitali pronto se dio cuenta del error de su frase — Mejor dicho, yo llegaré hasta él.

    — ¿Qué estás diciendo, papá? — Valiana no entendía a qué se refería su padre con esa forma de hablar.

    — Somos una familia, y buscaremos a Winter como familia — la mujer no estaba dispuesta a separarse otra vez de su esposo.

    — No, lo lamento mucho — Vitali fue tajante en su respuesta — Pero los traliod son bastante peligrosos. No puedo arriesgarme a que les pase algo malo ahora que las tengo a salvo conmigo.

    — ¿Y qué esperas que hagamos si algo malo llega a suceder? — Valiana sentía como si su padre quisiera alejarlas a ambas de él.

    — Ustedes dos huirán, y yo recuperaré a Winter — Vitali miró a su alrededor y logró divisar a la comandante Furlan — Lara tampoco ha encontrado a sus hijos. Eso quiere decir que tiene una excusa para quedarse y seguir buscando. Yo estaré con ella. Así tendré más chances de poder localizarlo.

    — ¿Y si algo malo te pasa? — Valiana no podía imaginarse perdiendo a su padre.

    — En ese caso, me pasará solo a mí — Vitali veía sensata su decisión — A ustedes no las quiero arriesgar a que nada malo les pase.

    — Sabes que tú significas el mundo para mí — Fenya le hizo saber lo mucho que le importaba.

    — Tú también, amor, pero a quienes tenemos que proteger así nos cueste la vida es a nuestros hijos — Vitali supo que eso lo liberaría de la discusión — Tú quédate con Valiana. Yo haré el resto. Si algo malo llega a pasar, sabes que deben huir.

    Al igual que había hecho la familia de Vitali y Fenya, la comandante Lara Furlan estuvo entrevistando a varios de los soldados que habían llegado al encuentro de su grupo, ya que quería saber si sus hijos estaban allí presentes o bien si alguno tenía idea de dónde pudieran estar. Todas las respuestas eran una negativa, y eso no hacía más que desesperarla. No podía creer que tuviera tan poca suerte como para encontrarse milagrosamente con dos grupos de humanos dispersos y que en ninguno de ellos pudiera siquiera localizar a sus dos hijos.

    Sin intenciones de permanecer quieta durante mucho tiempo más, la comandante se aisló un poco del grupo para tomar su dispositivo móvil y tratar de establecer alguna comunicación con alguien más. Necesitaba poder contactar con Renji o con Dmitri, para así tener idea de si había alguna especie de plan trazado entre ambos para la situación actual.

    — Por favor, concédeme esto — pensaba con tristeza — Haz que nuestras comunicaciones se reestablezcan. Luego de eso, tienes permiso de denegarme los deseos que pida por el resto de mi vida… Solo quiero saber en dónde están mis hijos.

    Ella entonó sus plegarias a todo el universo, esperando que alguien o algo se las pudiera conceder. Pero las cosas no resultaron así para ella. El dispositivo que tenía en mano no mostraba más que fallas en su intento de alcanzar a otros. Estando en presencia de tanta gente, la comandante supo que no podía permitirse derramar una lágrima, dado a que desmoralizar a todos los que estaban mirándola era lo último que necesitaba en aquel momento. Aunque ella realmente hubiera querido llorar por cómo se estaban dando las cosas.

    — Airin, Vyon… — Lara cerró los ojos para así contener cualquier lágrima — Espero estén bien.

    De repente, la mujer comandante sentía como alguien le estaba tocando el hombro, en un intento por hacer que se sintiera mejor. Al darse la vuelta, logró ver a Fenya Aldan allí. La madre de uno de los cadetes de su fallecido esposo, quien tampoco había podido encontrar a su hijo entre toda la gente, se dio cuenta del sufrimiento que representaba para una madre estar tanto tiempo lejos de ellos, y fue por eso que se acercó para mostrarle su apoyo ante tiempos como ese.

    Lara, quien poco había interactuado con ella, le sonrió, apreciando el gesto y estando feliz de que no estaba siendo ignorada en aquel momento. Vitali se acercó detrás de su esposa, listo para entablar una conversación con la superior que tenía en aquel momento.

    — Todavía hay esperanza, pero hay que movernos — el ingeniero no quiso sonar muy insensible.

    — Tienes razón — Lara reconocía que tenían que moverse si quería llegar hasta sus dos hijos — Solo necesitaba un minuto.

    — Con todo lo que ha pasado desde que estos bastardos llegaron, creo que todos necesitamos varios minutos — Vitali quiso hacer que la situación se viera mejor.

    Asintiendo a lo dicho por el soldado, quien le había hecho compañía en la mayoría de los viajes que tuvo que hacer en compañía de Hufan y de Yma, Lara se dispuso a dar una orden a todos los humanos allí presentes. Siendo ella la líder de todos ellos y sin la presencia de Renji en el lugar, todos debían acatar sus órdenes, y ella se aprovecharía para intentar trazar un plan de rescate.

    Pero antes de que ella pudiera apartarse de su lugar, vio como la hija mayor de Vitali se acercó a su padre y a su madre, con una expresión de preocupación en su rostro.

    — Mamá, papá… — decía algo desconcertada — ¿Qué es esa vibración?

    Tras escuchar esa pregunta, los padres de la niña, así como también la comandante y otros soldados empezaron a hacer silencio para tratar de percibir la vibración a la que ella pudiera estar haciendo referencia. No fue hasta un minuto después de empezar a concentrarse de esa manera que lograron sentir como el suelo debajo de sus pies estaba empezando a sacudirse levemente, solo para aumentar su intensidad con el paso del tiempo.

    — ¿Un terremoto? — preguntó uno de los soldados.

    — ¡Lo que nos faltaba! — contestó una de las mujeres en el ejército — ¡Esta noche no puede ser peor!

    Pese a que no se trataba de un terremoto, Lara se dio cuenta de que esa mujer que había hablado tenía toda la razón tan pronto como miró en una dirección a lo lejos y pudo divisar algo que sería bastante malo tanto para ella como para el resto de los que se encontraban allí presentes.

    Luces de antorchas se empezaban a ver en el horizonte a lo lejos, y eso le hizo saber a todo el mundo que los traliod podrían estar detrás de ellos, ya que los seres humanos no utilizarían antorchas para iluminar su paso al frente, debido a que varios habían caído enfermos debido a la exposición del humo que la madera utilizada para fabricarlas se desprendía. No solo eso, sino que encontraban imposible que la marcha de varios humanos pudiera ser capaz de provocar esas vibraciones en el suelo.

    Con el pasar de los minutos, se dieron cuenta del problema en el que estaban. A medida que las luces se acercaban, se podía divisar a varios traliod a bordo de sus monturas acercándose a galope veloz hacia ellos. Los gritos de preocupación y temor empezaron a inundar la zona. Lara supo que no serían capaces de escapar de animales como esos, y no vio otra opción posible más que hacer que todos aquellos humanos armados empezaran a apuntar a los enemigos.

    — ¡Atentos, se acercan enemigos! — Lara maldijo todo lo sucedido esa noche — ¡Tenemos que defendernos, el escape es imposible!

    — ¡Vitali! — Fenya tenía mucho miedo de que eso terminara por exponer a su familia.

    — ¡Mierda, no podrán escapar de esos jinetes! — Vitali quiso buscar un bosque o, aunque sea una arboleda para que se escondieran, pero no había éxito alguno en ello — ¡Quédense detrás de la formación de batalla!

    — ¡Formen una línea recta todos! — Lara ordenó decidida a pelear — ¡Y disparen tan pronto los tengan a tiro!

    Con rapidez, todo soldado portando un arma buscó una posición junto a un compañero, y tras conseguirla, formaron una fila horizontal semi-perfecta, preparados para contraatacar a las tropas de los traliod que estuvieran tras ellos en aquel momento.

    Vitali los veía con mucha furia, y no solo eso, sino también que el miedo se apoderaba cada vez más y más de él. Sabía que, de no haber perdido tanto tiempo deambulando sin rumbo, podrían haber encontrado a Renji y a Winter con mucho más margen para huir. En ese momento, lo único que pudo pensar era en que podría tener un encuentro cercano con la muerte.

    — No me dejes morir aquí, te lo suplico — nunca se había considerado un hombre religioso, pero al ver toda una horda de jinetes acercándose a él, supo que no pedía nada con intentarlo — No quiero morir frente a mi familia. Protégeme, para que pueda ser capaz de protegerlos.

    La respiración del ingeniero, y de muchos soldados que estaban a su lado se empezó a hacer más fuerte, llegando incluso a escucharse por un breve lapso hasta que los sonidos de las patas de los animales galopando, acompañados por los gritos de guerra de los traliod se hicieron presentes en el lugar.

    — ¡Fuego! — Lara dio la orden de atacar.

    Fue así que se desencadenó una balacera de un único sentido. Cada ser humano disparaba con sus rifles hacia los enemigos que se acercaban cada vez más. Traliods con la piel verde y negra caían muertos producto de los disparos, y aquellos que eran afortunados de no ser alcanzados, se caían de sus monturas, quienes sucumbían casi tan rápido como ellos por las balas, solo para morir aplastados por sus compañeros de batalla.

    Lara llegó a contar unas cincuenta balas disparadas por ella misma hasta que el cargador de su rifle se quedó sin munición. Sin contar con reservas, ella poco pudo hacer más que mirar como un millar de traliods se acercaban montando a sus animales. Más de trescientos yacían muertos en el suelo, y eso no había sido suficiente para mermar sus números a la mitad. Pronto, sus compañeros no tardaron casi nada en quedarse sin balas, incluido Vitali. Eso le dio a entender a Lara que era el final para todos ellos, puesto a que no harían a tiempo para escapar, y no tenían más medios para pelear.

    — Hemos fallado — Lara no podía dejar de pensar en la tragedia que les esperaba a los suyos.

    Los traliod, entre los cuales no se podían divisar a Hufan e Yma por ningún lado, se acercaban cada vez más. Armados todos con garrotes y a bordo de sus animales, al momento en el que estos llegaron, empezaron una masacre que duraría poco. Varios de los soldados humanos fueron golpeados en la cabeza con garrotes, mientras que otros simplemente eran embestidos por estos animales, con una potencia tal que solo bastó un golpe para que la vida fuera cortada de raíz de todos aquellos humanos.

    Lara y Vitali vieron cómo, tras pasar a varios militares, los civiles desarmados fueron el objetivo de los guerreros de la especie primitiva. Con horror veían como los traliod efectuaron la misma maniobra en contra de ellos. Varios hombres y mujeres sufrieron embestidas o golpes en la cabeza que terminaron acabando con sus vidas. Sin embargo, tan pronto como el conteo de muertes llegó a cincuenta, los soldados que servían al monarca se detuvieron.

    Lo siguiente que hicieron fue empezar a cabalgar en círculos alrededor de todos los seres humanos, cortando así cualquier ruta de escape que solo los más audaces o más desesperados podrían considerar intentar. Vitali se acercó a su familia, abrazándolos y sintiéndose feliz de contar todavía con ellos. Lara quedó boquiabierta con la pequeña matanza que realizaron los traliod, quienes quedaron en total silencio una vez que detuvieron el galope de sus bestias, solo para quedarse allí mirándolos a ellos. La mujer sabía que eso sería el final de sus esperanzas para poder huir, y lo único que pudo hacer era pedir para que sus hijos hubieran escapado.

    — Mi Airin, y mi Vyon — Lara los apreciaba más que a nada en el mundo — Espero que ellos hayan escapado de este horror del que no podré salir.

    Pasaron diez minutos en total. El silencio reinaba, exceptuando a los humanos que lloraban a los caídos. Militares que habían perdido compañeros o hermanos, y algunos hombres y mujeres que perdieron hijos, junto a hijos que habían perdido a sus padres. El siguiente ruido que se escuchó fue el de un cuerno de batalla, el cuál anunciaba la llegada del monarca. Lara, Vitali y varios otros militares levantaron la vista en dirección de donde venía ese ruido, solo para ver allí al patriarca Hufan en compañía de la matriarca Yma. Ambos parecían estar sonriendo, como si estuvieran satisfechos con el resultado.

    — ¡Están en presencia del rey Hufan y de la reina Yma! — fue el grito del patriarca, quien se había despojado a sí mismo de ese título para atribuirse otro — ¡El anterior monarca, Ybryr, falleció esta noche! ¡Una noche que será recordada como gloriosa por nosotros, y como llena de pena por ustedes!

    Tras realizar un pequeño discurso introductorio, y ante la vista de la mujer que había tomado como reina, el rey Hufan se bajó de su montura, dirigiéndose directamente hacia la comandante Lara, a quien él identificó rápidamente entre la multitud de humanos.

    — Yo mismo me aseguraré de que nadie olvide lo que sucedió esta noche, ni lo que pasará el día de mañana — decía con sus ojos clavados en los de Lara, quien tragó saliva con miedo por la manera tan sádica en que pronunció esas palabras.

    […]

    Dos horas de caminata fueron lo único que había vivido el grupo liderado por el comandante Renji Yukimura a través del territorio gobernado por los traliod. Se sorprendía por el hecho de que el cielo oscuro estaba empezando a volverse más claro. Era consciente de que la noche no duraba demasiado en ese mundo, pero supuso que, en el continente de oriente, por un tema de estaciones, debía durar todavía menos que en el de occidente.

    Frustrado por no haber dado con otro grupo de humanos en su recorrido, él y los suyos estaban descansando de su caminata. Les costaba mucho creer que en todo el tiempo que transcurrió, las comunicaciones no hubieran podido ser restauradas. Algunos hasta veían el hecho de que el sol podría salir como una buena señal, ya que tendrían luz para buscar a sus semejantes, algo que podían considerar un regalo puesto a que el cielo casi siempre estaba cubierto de nubes por lo que escucharon de Lara.

    El comandante se había sentado sobre el suelo, en un intento de ver si algún avance se había producido al respecto de las comunicaciones. No obtuvo nada diferente a su centenar de intentos anteriores, y eso le hacía querer destrozar el dispositivo, pese a que no era culpa del aparato y él estaba consciente de eso.

    — ¡Comandante! — el grito de horror de una de las mujeres lo puso en alerta.

    Lo primero que hizo fue mirarla directamente, y entonces la vio levantar su mano apuntando en una dirección. Renji volteó su mirada hacia ese lugar, y llegó a ver como un animal que él nunca había visto antes se acercaba a rápido galope hacia su posición, mientras que parecía llevar algo arrastrando y colgado a su lomo. Después de dar la orden de que cada persona levantara su arma, Renji puso atención máxima al animal que se detuvo a dos metros de distancia del grupo.

    — ¡Revisen los alrededores! — fue la orden para los soldados.

    El comandante se acercó lentamente hacia el animal, para luego centrarse en lo que estaba arrastrando. Llegó a identificar un cuerpo humano en el suelo, y eso lo dejó bastante horrorizado, ya que sabía que tenía que ser obra de los traliod. Con todo el miedo que podía cargar en su cuerpo, se acercó para intentar reconocerlo, solo para ver que era uno de los soldados que estaba bajo las órdenes de Gavril mientras este todavía seguía vivo. Estaba boca arriba, con los ojos arrancados de la cabeza, y sangre seca en ese lugar. Desnudo desde la planta del pie a la punta de su pelo, y con varias cortadas en su abdomen, de las cuales no salía nada de sangre, puesto a que el cuerpo se había vaciado hacía mucho por lo que parecía.

    Renji se acercó para examinar sus cordadas, y ante la insuficiencia de la luz, tuvo que usar su dispositivo para alumbrar y poder darse cuenta de que con las cortadas se formaba un mensaje. Le costó trabajo leerlo, entre la forma irregular de sus cortadas y el polvo, pero luego de limpiarlo un poco, llegó a comprender a la perfección la única palabra escrita sobre ese cadáver. Varios soldados se acercaron, y fue allí que escucharon a su comandante pronunciar una palabra que ellos no entendieron, ya que este no les dijo que estaba recitando un mensaje.

    — “Ríndanse”.

    Yukimura supo que eso era obra y gracia de los traliod, y que aquel hombre al que habían matado fue seleccionado como el contenedor de un mensaje que lógicamente estaba dirigido a ellos.
     
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  4.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hey amigo, me alegra que hayamos podido juntarnos un finde más para la leída en simultáneo. Segundo capítulo de esta parte ocho que promete ser trepidante, y ya lo está siendo. Ha sido un buen capítulo, ahora con la perspectiva de los personajes que se encuentran en Trailo, luchando por su libertad. Voy a comentarlo por partes.

    El comienzo muestra a Renji, quién lidera a todos aquellos que han llegado a bordo del Explorador Esperanzado para el rescate del resto de humanos. Aunque en un inicio el plan ha resultado, ahora toca comunicarse con la comandante y es ahí donde descubren con temor que las comunicaciones están caídas (gracias por tu "ayuda", maldito Cerv :angrycat:). Frustrados y preocupados, deciden por orden de Renji que irán a buscar a otros humanos mientras envían a unos soldados a la nave para tratar de reparar dichas comunicaciones.

    Del otro lado, vemos que Vitali y Lara tampoco encuentran el modo de contactar con Renji, y obviamente, experimentan las mismas emociones que el comandante. Con la situación tan peliaguda en la que están, con los trailod en su búsqueda, no pueden andar a ciegas. Pero no tienen otra opción. Por otro lado más, vemos que Vyon, Airin y Rosary se encuentran con el grupo de Renji y parece que serán llevados por algunos soldados de vuelta a la nave, al menos los jóvenes y poco experimentados en combate. Mención especial al soldado random que estaba hasta los huevos de estar ahí, en esa pesadilla. Tranqui, amigo, haberte hecho ingeniero o piloto, no soldado XD. :eye:

    A su vez, el grupo de Vitali y Lara se encuentra con el de Fenya y Valiana, cosa que alivia temporalmente a la familia Lakor, pese a que la ausencia de Winter preocupa. La comandante se siente mal por no obtener información sobre el paradero de sus hijos, pero debe mantenerse fuerte por su posición. Imagino que debe ser muy duro mantenerse firme cuando debe estar experimentando muchas emociones en conflicto... Todo parece ir bien hasta que de pronto un pequeño temblor confirma, en el horizonte, la llegada de tropas trailod armadas en sus monturas. Muy estilo película del oeste, los trailod se dirigen hacia el grupo de humanos para diezmarlos, cosa que hacen pese a tener también un número considerable de bajas. Quedan muy pocos con vida, contando a la familia Lakor y a la comandante Furlan. Los nuevos reyes de Trailo, Hufan e Yma, aparecen para hacerle ver a los líderes humanos que van a pagar su traición. Yo pensaba que iba a ver alguna muerte ya aquí, pero parece que si ocurre, será en la próxima vez que vea a estos personajes. Pero que alguno no la cuenta, de eso estoy seguro.

    Finalmente, acabamos con quién empezamos: el grupo de Renji sigue avanzando hasta encontrarse con un cadáver humano que da una imagen aterradora. Y para colmo, tiene un mensaje escrito en su piel que dice "ríndanse". Parece que los trailod en algunas cosas están muy atrasados, pero para actuar como tremenda mafia siciliana se les ve bien inteligentes. Si yo fuera Renji, mato un trailod y le escribo en el pecho un "se va a rendir tu p*ta madre, elefante parlanchín" :dancecat:. Si el comandante hace eso, es top 1 vitalicio en el top de personajes de LGC. Aquí lo dejo patente, amigo. :eyebrow:

    En definitiva, buen capítulo y la parte va tranquilamente (aunque no por ello literalmente tranquila XD) hacia la exploración del conflicto en distintos puntos de la trama y el tiempo. Veremos que pretende la especie de Cerv, en especial con Winter y Sky. Que harán Hufan e Yma con Lara y los Lakor, si Renji encuentra a su gente y los salva... y obviamente ver que pasa en Edagr con mis personajes principales. Ya quiero ver que están haciendo para hacer frente a los secuestros.

    Supongo que tocará esperar hasta la próxima, así que un abrazo y nos vemos. :kuku:
     
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  5. Threadmarks: El comienzo del primer día
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
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    3
     
    Palabras:
    7543
    Saludos. Paso a publicar el capítulo de esta semana. Tratándose de un capítulo algo largo, no explicaré demasiado. Solo avisar que la guía de personajes ya está actualizada hasta este capítulo, por lo que aconsejo leerlo antes de consultarla.

    Sin más para decir, solo me queda dar las gracias a mi gran amigo Manuvalk con quien siempre me lo paso muy bien en nuestras juntadas para leer estas historias. Ojalá este capítulo también pueda ser leído de esa forma, ya que lo aprecio mucho.

    También agradezco a Elliot, quien ya ha leído dos capítulos de la historia que precede a esta. Sabe que no lo etiqueto por una razón, pero no por eso se deja de agradecer.

    Ahora sí, dejo el capítulo.












    El comienzo del primer día:

    Yukimura y el resto de los soldados que estaban allí quedaron pasmados en cuanto vieron el mensaje recibido. No solo era esa frase destinada a ellos, sino también la manera en la que había sido enviada. Uno de los hombres de su ejército había sido asesinado y luego le habían grabado esas palabras sobre su cadáver para enviárselas a ellos. Estaba claro que los traliod tenían aprisionados a bastantes seres humanos, y que el rescate se les dificultaría bastante, puesto a que tendrían que lidiar posiblemente con una situación de rehenes.

    — ¿Rendirnos? — preguntó uno de los soldados a sus comandantes — Esto fue hecho para que nos asustáramos. No podemos ceder ahora. Solo hemos rescatado a un único grupo. Hay más que necesitan de nuestra ayuda allí dentro.

    — Está claro que no nos vamos a rendir, soldados — el comandante se puso de pie, todavía impactado por lo más reciente que había encontrado — Desaten al humano para que el animal deje de llevarlo a rastras como si fuera un costal de fruta podrida. No creo que le podamos dar un entierro digno a nuestro soldado caído, pero al menos su cuerpo sería dejado descansar en paz, y con el respeto que merece tras caer.

    El comandante Yukimura, tras haber dado esa orden, se apartó de los que estaban cerca de él, todo para acercarse a los que estaban más atrás en el grupo, quienes todavía no se habían enterado de lo sucedido. Creyendo que sería de gran importancia hacerles saber a qué clase de enemigo se enfrentaban, puesto a que allí había soldados que no tuvieron oportunidad para enfrentar a los traliod, el comandante necesitaba tenerlos de su lado.

    Mientras él relataba el suceso reciente, los soldados que estaban ayudando a liberar al fallecido humano de las ataduras del animal que lo llevó hacia su posición, estaban rompiendo finalmente los nudos de las ataduras. Como si fuera una especie de señal, tan pronto como el animal sintió que el peso muerto que cargaba se había soltado, lanzó un rugido al aire al tiempo que se empezó a alejar de la zona. Esto llamó la atención del comandante Yukimura, quien miró con asombro como aquel animal que posiblemente era usado como montura, regresaba desde donde había venido.

    — ¡Hay que seguirlo! — sacó una conclusión al verlo huir — ¡Quizá nos lleve hasta más de los nuestros!

    Sin embargo, antes de que los humanos pudieran moverse en la misma dirección en la que había partido aquel animal, un ruido silbante resonó en el lugar. Todos, quienes estaban en silencio en ese momento, fueron capaces de escucharlo. Y cuando prestaron la suficiente atención, se pudieron dar cuenta de que dicho sonido se hacía cada vez más intenso.

    Una explosión en el fondo de la fila que formaba ese grupo de humanos fue lo siguiente en suceder. Varios humanos, en su mayoría los que habían sido alcanzados por un proyectil disparado con los cañones traliod, murieron instantáneamente, teniendo partes de su cuerpo volando hacia todas las direcciones posibles.

    — ¡Es un bombardeo! — Yukimura se dio cuenta de que estaban expuestos totalmente en el exterior.

    Cinco disparos más cayeron sobre aquel grupo de soldados humanos. Cada uno de ellos impactó con una distancia considerable de los demás, ocasionando muertes para mermar los números, pero no siendo suficiente para acabar con las vidas de todos los que estaban allí parados. Los que no morían caían o bien se tiraban al suelo en un intento insignificante para cubrirse. Renji Yukimura fue derribado cuando uno de sus soldados cayó encima suyo, producto de una de las ondas expansivas de la explosión.

    Luego del disparo inicial y de los cinco que le siguieron, se había detenido toda señal de ataque. Con un ataque así, todos los seres humanos estaban en el piso, ya fuera que los hubieran derribado o que se hubieran colocado allí voluntariamente. El comandante del ejército pudo darse cuenta de que el soldado que estaba sobre él quedó inconsciente del todo, y fue por eso que lo apartó, para así quedar en condiciones de ponerse de pie. Fue el primero de todos en levantarse, y eso le hizo ser capaz de observar desde la lejanía lo sombría que sería su situación.

    — No puede… — Renji ni siquiera pudo terminar su frase.

    Igual que la que habían visto Lara, Vitali y los otros humanos, el comandante Yukimura vio como una horda gigantesca de jinetes se acercaba a su posición a gran velocidad, todos arriba de animales iguales al que le había servido el cuerpo de un soldado fallecido. Lo siguiente que hizo fue voltearse a mirar a sus soldados, queriendo saber si estaban en condiciones para pelear. Los escuchó a todos gritar, ya fuera por el dolor de ver morir a sus compañeros, o por el miedo al ver a quienes se le acercaban a su posición. Solo unos pocos se levantaron del suelo tomando sus rifles para buscarlo con la mirada, esperando una orden que les pudiera llevar a la victoria.

    El comandante supo que no había esperanzas cuando vio una enorme pila de cadáveres y miembros desmembrados en un campo manchado con polvo y sangre. Varios soldados se arrastraban por el suelo buscando huir del lugar, creyendo que todavía seguían siendo blanco de un ataque, mientras que otros estaban inconscientes a plena vista.

    — Ya sabían en donde nos encontrábamos — Yukimura pensó que no era casualidad que el ataque comenzara tan pronto dejaron ir al animal — Estaban esperando nuestro movimiento para realizar el suyo.

    Tras dirigir a los soldados que querían pelear en contra de los traliod una mirada de desgano que les infundió temor absoluto, el comandante levantó ambos brazos al aire al mismo tiempo que se puso de rodillas. Quienes tenían las armas en la mano listos para disparar no podían creer lo que estaban viendo. Renji les había dado un discurso alentador antes de embarcarse en la misión, y minutos atrás les dijo que no se iban a rendir. Era abrumador ver a alguien en quien tenían tanta fe depositada realizar esa acción. Tanto fue así que le arrojaron miradas inquisitivas, rehusándose a soltar sus rifles, los cuales, a diferencia del de los seres humanos que fueron tomados como prisioneros, no estaban preparados para hacer frente a los traliod.

    — Es el final, no hay otra opción — Renji Yukimura aceptó su derrota — Quiero que sepan que yo me he rendido. Quien quiera luchar y morir, es bienvenido a intentarlo.

    — ¿Insinúa que si nos rendimos podremos seguir viviendo? — uno de los soldados más próximos a él le cuestionó — ¿Cómo está tan seguro de que no nos matarán?

    — Pudieron acabar con todos nosotros con ese ataque que lanzaron hace nada — el comandante dio su punto de vista — El hecho de que se detuvieran me dice que nos quieren mantener con vida. Si eso es cierto, todavía podremos buscar una manera de llevar esta lucha. Solo hay que vivir el día de hoy.

    Viendo que no parecía haber ninguna otra opción en la mesa para que la pudieran tomar, todos los soldados humanos tiraron los rifles e imitaron el gesto dado por su comandante. Algunos se asustaron al escucharlo hablar con esa sensación de derrota. Otros le tenían rencor por haber tomado esa decisión. Pero cada soldado de pie no tardó ni diez segundos en ponerse de rodillas.

    Los jinetes de los traliod llegaron, y nada más lo hicieron, varios de ellos empezaron a formar un círculo al cabalgar, contemplando el panorama completo que tenían en frente. Humanos muertos o rendidos y listos para la captura. Pero ninguno de ellos seguía con el deseo o la capacidad de levantarse a pelear. Unos minutos después de la llegada de aquellos guerreros en sus monturas, un pasillo se abrió entre los traliod, y por allí pasó uno a quien Renji identificó fácilmente como quien estaba a cargo de aquellos seres.

    Efectivamente, el patriarca, quien había tomado el título de monarca tras su insurrección, era quien había llegado hacia aquel lugar. A diferencia de la vez en la que confrontó al grupo de Lara y Vitali, su pareja Yma no le estaba haciendo compañía. Se bajó de su montura estando totalmente desarmado, y así fue como se posicionó en el centro del grupo que formaban los humanos dispersos que se habían rendido ante él. Estuvo en silencio durante unos minutos haciendo un conteo de cabezas y de cadáveres, y cuando terminó y los tuvo a todos registrados, supo que algo faltaba.

    — Son muy pocos, no me pueden engañar — dijo sin siquiera presentarse — Necesito que uno de ustedes me haga un favor…

    […]

    La luz del sol, un fenómeno que era casi una rareza en el continente de oriente, estaba iluminando el sitio sobre el cuál se situaba el navío que había traído a la humanidad desde la Tierra hacia aquel planeta en el que se encontraban actualmente. Nadie hacía guardia en el exterior, dado a que toda la concentración de seres vivos tenía lugar puertas adentro de aquel vehículo.

    Ingenieros y técnicos se movían de un lugar a otro. El estrés reinaba en el sitio, todo eso mientras los minutos pasaban y el navío continuaba sin energía y por ende sin ninguno de sus sistemas funcionando. Generadores primarios y de reserva, en conjunto con varias piezas tecnológicas eran ensamblados y desensamblados constantemente en un intento de que al menos alguno de los circuitos pudiera encenderse. Lo único encendido en aquel momento eran las luces de emergencia, que estaban aisladas del resto de los sistemas de la nave, lo cual permitió a sus tripulantes no quedarse en completa oscuridad.

    En el habitáculo utilizado por sus padres, Vyon y Airin se encontraban compartiendo un pequeño trozo de pan de las reservas de comida junto con su compañera Rosary. Los tres integraron el grupo que llegó primero al navío, y el único que logró hacerlo. Sin energía para controlar los sistemas, las puertas y plataformas de entrada tuvieron que desplegarse manualmente, permitiéndoles acceder nuevamente a ese sitio.

    Vyon miraba en todas las direcciones en aquel cuarto, mientras varios recuerdos de su infancia lo invadían.

    — Creo que desde que nos hicimos una casa en el otro continente, nunca más volví a entrar aquí — el chico decía, con cierto aire de nostalgia — Aquí es donde compartíamos con mamá y papá.

    — Espero que mamá esté bien — Airin no dejaba de pensar en ella, de quien no había ningún tipo de noticia — Están tardando demasiado en llegar.

    — Sin comunicaciones no hay mucho que hacer, chicos — Rosary quería que se tranquilizaran — Se suponía que nos comunicaríamos entre todos para movernos sobre el terreno. Fue una casualidad que nos encontráramos con el grupo del comandante Yukimura. Seguro que están buscándolos.

    — Sigo sin entender cómo es que nos dejaron sin energía — Vyon seguía sin poder creer lo que le habían contado — Una especie contactó con ellos, y luego de que terminó su llamada, este lugar se apagó por completo.

    — La llamada de seguro fue una distracción — Airin recordó las cosas que Dmitri les había contado cuando ingresaron al navío — Estaba claro que no tenían ningún interés en ayudarnos.

    — Pero sigo sin entender por qué lo hicieron — Rosary no encontraba lógica al suceso — Si fueran aliados de los traliod, nosotros nunca les habríamos hecho falta.

    — Eso es lo peor en todo esto — Airin se preocupaba de cara al futuro — Tenemos dos amenazas sobre nosotros. Escapar de los traliod solo es el comienzo…

    — Solo espero que esto no traiga más muerte sobre nosotros — Vyon pensaba con cierto desgano en lo que podría ocurrir a continuación — Escapar de unos asesinos para caer en manos de otros sería el colmo para todos nosotros.

    Con cierta intriga y miedo en ellos, los tres compañeros continuaban comiendo el trozo de pan que habían tomado de las reservas de alimentos y habían dividido para compartir entre los tres. Cuando hacían silencio por completo, eran capaces de escuchar las pisadas y los constantes movimientos de un lugar a otro de los que estaban ocupados de realizar el mantenimiento al Explorador Esperanzado. Nada de lo que estaba sucediendo allí contribuía a que pudieran relajarse, y no encontraban consuelo en ningún lado.

    Entre el hecho de que sus familias estarían en peligro mientras permanecieran en el interior del territorio de los traliod, sumado al hecho de que desde el espacio habían ocasionado desperfectos en el único medio de transporte y escape que tenían, el miedo que se había sembrado en todos ellos se empezaba a volver mayor con cada minuto.

    […]

    — Es oficial, Dmitri — le dijo uno de los técnicos — Ya hemos intentado reparar el sistema con cada pieza de repuesto que teníamos disponible. No hay caso. No podemos recuperarlo. Solo queda esperar, y quizá, empezar a rezar.

    Dmitri Koslov estaba junto a un par de ingenieros y técnicos en la sala de generadores y de servidores centrales del navío. Él supo que no había mentira en las palabras de aquel que le habló, puesto a que contempló con sus propios ojos como cada pieza de repuesto reemplazaba a las piezas originales de cada máquina apostada allí. Desalentado totalmente, no encontró más que hacer que simplemente arrodillarse y empezar a golpear el suelo mientras murmuraba para sus adentros.

    — ¡Carajo! — gritó, con una furia que pronto se transformó en desesperación — ¡¿Cómo fue que permitimos que nos hicieran esto?!

    El expresidente ruso se veía a sí mismo como el culpable de aquella situación. Fue tras la llamada recibida por parte de Cerv, uno de los seres del planeta, que todos los sistemas interiores de su única salida de aquel lugar se estropearon. Pero cuando uno de los operarios le informó acerca de la llamada, la decisión de aceptar la comunicación fue suya. No podía adivinar las intenciones reales de aquellos seres para hacer algo como eso, pero eso no importaba, porque fueran cuales fueran, la humanidad en aquel mundo estaba a su merced.

    — ¡Renji y Lara van a venir aquí, enojados por haberse quedado sin comunicaciones! — Dmitri se anticipaba al futuro — ¡Solo para ver que nuestra vía de escape del continente se convirtió en el mayor trozo de chatarra de la historia! ¡¿Qué les voy a decir?! ¡Estamos arruinados! ¡Ya no se me ocurre nada!

    No podía llorar, dado a que la angustia, el miedo y la ira que sentían eran superiores a la tristeza, la cual no era insignificante. Pero al ex mandatario le habría gustado mucho poder desprenderse de algunas lágrimas, de modo que pudiera liberar un poco del estrés que tenía acumulado dentro de su cuerpo. Tras respirar profundamente unas cinco veces, se puso de pie y notó como cada persona allí dentro le dirigía la mirada.

    — Si alguien tiene una idea, le daría mi gratitud eterna — Dmitri fue sincero con ellos — No se me ocurre nada. No tengo nada… ¿Alguien?

    Los hombre y mujeres que estaban con él se miraron entre sí, sin decir ni una sola palabra. Lo cierto era que, tras haber intentado reparar el equipo mediante la utilización de cada una de las piezas de repuesto, las ideas como tal se agotaron a tal punto de que eran inexistentes.

    — Vámonos, no podemos quedarnos aquí — Dmitri supo que no tenía nada más que hacer en ese lugar — Cerremos todo y hagámosle saber a los demás que no tenemos ninguna solución para el problema actual.

    Con la cabeza caída y los ánimos por debajo del suelo, el político retirado fue el primero en salir. Abatido por la situación, no podía creer cómo fue capaz de ocurrir algo así mientras él estaba con vida. Cuando parecía que su hora había llegado en el momento en que Arion apareció para exterminarlos a todos en el planeta Tierra, su gestión fue la que movilizó a los militares y equipos de rescate para que abordaran el navío a tiempo de evacuar. Jamás imaginó que iban a terminar así. Y eso era algo que lo superaba.

    — Esperaba estar muerto antes de que nos enfrentáramos una crisis como esta — Dmitri pronto cayó en cuenta de que habían pasado menos de veinte años desde aquel día — Supongo que ser optimista el día de hoy es un pecado.

    Antes de que alguien pudiera decir algo más, se escuchó un poderoso estruendo en el interior de la nave. Con todos los sistemas apagados y las personas guardando un silencio sepulcral, cualquier sonido podría ser captado por el oído de un ser humano. Dmitri y los demás lo pudieron identificar inequívocamente. La plataforma de acceso a la nave se estaba desplegando, lo que quería decir que un grupo de humanos, o por lo menos, uno solo, había podido escapar a salvo del territorio de los traliod para poder entrar en la nave.

    — Vamos a recibirlos y darles las malas noticias antes de que se hagan esperanzas — fue lo dicho por el hombre.

    Pero antes de poder dar siquiera cinco pasos por los pasillos del trozo de metal sin funcionar, los gritos empezaron a suceder. El eco de estos en los pasillos intensificó su sonido, y lo hizo llegar hasta ellos, provocándoles temor, lo cual hizo que se aproximaran al sitio en el cuál se encontraba la plataforma de ingreso.

    Contra todo instinto de supervivencia, Dmitri y sus acompañantes se acercaron al lugar para tratar de descubrir a qué se debía el alboroto, solo para morirse de miedo tan solo un segundo después de haber arribado a aquel sitio. Desde la distancia, podían ver como seres de gran tamaño y con la piel de color verde y negra se subían a bordo del navío, uno tras otro, como si estuvieran manteniendo precauciones al ingresar.

    — ¿Qué sucedió? — Dmitri estaba totalmente paralizado por el miedo — ¿Por qué están ellos aquí?

    Nunca había esperado o siquiera considerado la posibilidad de que fueran los traliod los que llegaran a la nave. Él esperaba recibir a humanos esperanzados solo para darles una noticia terrible, pero en su lugar, la noticia terrible llegó hacia ellos. Casi quinientos traliod abordaron el navío, empezando a recorrer los pasillos y los cuartos del navío, todo esto ante la vista de Dmitri y los suyos, quienes los veían adentrarse en su estructura armados con los garrotes que solían utilizar para el combate.

    Uno de ellos, una de las mujeres, se acercó hacia el grupo que estaba junto a él, solo para darles un empujón que los condujo hacia la salida de la nave.

    — ¡Afuera! — gritaba con enorme furia — ¡Este ya no es su hogar!

    […]

    Vyon, Airin y Rosary, quienes ya habían terminado de comer el pequeño trozo de pan que habían adquirido, escucharon los gritos desde el exterior, lo cual provocó que cerraran la puerta desde adentro y se escondieran en la habitación que la pareja de comandantes compartía durante su estancia en aquel sitio. La puerta de la habitación no tenía cómo cerrarse con llave, por lo cual ellos optaron por simplemente arrojarse lo más cerca de la pared que pudieran estar.

    No escuchaban ningún grito que pudiera darles un indicio de qué era lo que estaba sucediendo allí. Solo gente gritando a otros para que corrieran o se escondieran, cosa que alarmaba todavía más a los tres cadetes, quienes no tenían forma de adivinar lo que estaba sucediendo allí.

    — ¿Se habrá incendiado algo? — Rosary temía que pudieran verse en peligro de morir calcinados o por asfixia.

    — Se supone que hay matafuegos colocados en las paredes para que los adultos puedan extinguir el fuego — Vyon recordaba una de las medidas que oyó discutir a sus padres en algún momento — En caso de ser un incendio, tendrían que controlarlo pronto.

    — No siento que se trate de un incendio — Airin creyó que escucharía a la gente dando advertencias sobre eso — Sea lo que sea, es peor…

    Lo siguiente que escucharon los tres jóvenes fue como la puerta de entrada al habitáculo recibió un golpe contundente desde el exterior, tan potente que provocó que esta se abriera al desprenderse de su base. Unos pasos resonaron por afuera del cuarto, y finalmente, ingresó en el habitáculo un traliod de gran altura armado con un garrote que estaba ensangrentado. El susto al ver a uno de los seres de los cuales habían escapado irrumpir en su sitio como si fuera suyo los hizo quedar totalmente aterrados, al punto de que no podían creer que los enemigos los encontraran.

    — Aquí hay tres humanos más — el traliod levantó la voz, lo que les hizo saber que había muchos más afuera — A ustedes tres les concedo la oportunidad de vivir. Salgan de aquí y esperen a que estemos todos en el exterior.

    Los tres cadetes estuvieron inmóviles durante treinta segundos, cosa que no agradó demasiado al traliod que les había entregado aquel mensaje. El miedo los tenía paralizados e imposibilitados para realizar cualquier acción motriz que quisieran intentar. Pero bastó solo con que el enemigo levantara su garrote y diera dos pasos hacia el frente para hacer que, casi de forma involuntaria, las piernas de los tres humanos que se habían escondido en ese sitio, lo abandonaran para pasar a caminar por el pasillo.

    Al salir, vieron un escenario muy desalentador para todos ellos. Familias enteras se estaban movilizando hacia el exterior, siendo vigiladas por varios traliods que se habían estacionado de pie en los pasillos, supervisando que en el interior no quedara ningún ser humano vivo. Tuvieron que atravesar un total de seis pasillos casi laberínticos para poder llegar a la compuerta que daba acceso a la plataforma de descenso, mediante la cual abandonarían el navío que los había llevado a estar en aquel mundo.

    Antes de que pudieran descender nuevamente al suelo del planeta, Airin, Vyon y Rosary vieron como Hufan entraba acompañado por una guardia de seis soldados. Tanto el patriarca como los que le escoltaban tenían dos garrotes, uno en cada mano, como si los estuvieran cargando para entregarlos a otros de sus semejantes.

    — Voy a asegurarme de que esta cosa no pueda ascender a los cielos nunca más — los jóvenes le escucharon decir en voz alta — Fue un buen truco usar esta estructura gigantesca como distracción y como medio de escape. Pero no les daré la posibilidad de volverlo a hacer.

    La cara de los tres chicos dio lugar a una expresión de miedo nunca antes vista por ellos. Si el patriarca no mentía ni exageraba, cosa que dudaban que hiciera en aquel momento, quería decir que no había ninguna manera en la que su navío pudiera funcionar, más allá de que todavía no se había dado con la causa real de la avería que lo dejó totalmente inutilizable tan pronto como empezó la noche.

    — Nos quedaremos atrapados en este mundo para siempre — Airin no podía imaginarse nada peor — Nunca seremos libres.

    — ¿Cómo es posible que Hufan haya encontrado este sitio? — Rosary no comprendía cómo era posible — ¿Acaso los comandantes han perdido la vida?

    — No… — Vyon no quería siquiera pensar en eso — Mi madre planeó todo esto. No pudo haber fallado… Esto no es real. Solo es una maldita pesadilla.

    De los tres, era el joven Utkin quien se encontraba en negación más que nadie allí presente. Ninguno de los tres concebía la idea de que la humanidad hubiera perdido la batalla contra los traliod. Sin embargo, su presencia en el navío quería decir que eso ya no importaba realmente. Sabían que Hufan no dominaba ningún tipo de tecnología avanzada, pero que tan pronto como destrozara las máquinas principales, toda la estructura se convertiría en chatarra irrecuperable.

    Una vez que descendieron y estuvieron fuera de la estructura que fue su hogar, los tres jóvenes se encontraron nuevamente con las plataformas sobre ruedas que Hufan utilizaba para trasladar prisioneros de forma masiva y con suma facilidad. En el suelo del planeta, varios traliod estaban esperando la llegada de nuevos humanos que descendieran de la nave para situarlos en las plataformas con las que serían llevados nuevamente al interior del reino. Un sitio del que tanto les había costado escapar.

    […]

    — ¡Cada humano en este planeta se encuentra en este lugar reunido con nosotros o se encuentra muerto!

    El grito del monarca Hufan provocó un enorme bullicio. Era de noche nuevamente en el planeta tralio. El traslado de los humanos hacia ese punto del reino y su colocación allí les demoró más de lo que habían creído. El monarca, junto con su reina Yma, se encontraba de pie en un escenario elevado, de manera que cada ser humano y traliod que estuviera frente a él pudiera verlo, gracias a la luz provista por una enorme cantidad de antorchas encendidas y alumbrando el lugar. Una multitud conformada por menos de cuatro mil humanos estaban parados allí. El nuevo monarca de los traliod los quería a todos presentes.

    Del enorme número de humanos que llegó a bordo del Explorador Esperanzado, ya solamente quedaban menos de la mitad. Asesinados por los animales salvajes en exploraciones, o bien muertos durante el conflicto contra los traliod, todos los que estaban presentes allí eran lo último que quedaba de una especie que otrora fue muy numerosa.

    Rodeándolos y escuchando cada palabra que su nuevo monarca tendría para decir, se encontraba el resto de la población traliod. Todos ellos leales en su totalidad hacia los nuevos monarcas, considerando que su ascenso al poder era bien merecido tras haber acabado con la vida de Ybryr en batalla. Nadie entre ellos cuestionaría las órdenes de Hufan o de Yma, ya que estaban impresionados por el hecho de que el líder de un clan de cazadores y toda su sangre hubieran sido exterminados en tan solo una sola noche. Tal hazaña los hacía a ambos merecedores de admiración, y fue por eso también que estaban presentes allí. Sin excluir el hecho de que cualquier ser leal al anterior monarca y su familia ya había caído en combate.

    Hufan e Yma estaban listos para dar un mensaje tanto a los suyos como a los humanos.

    — ¡He sido generoso y honesto con ustedes en cada una de nuestras conversaciones! — Hufan se sentía ofendido — ¡La matriarca Yma y yo hemos estado a su disposición cuando nos necesitaron! ¡Hicimos promesas, los veíamos como nuestros semejantes! ¡¿Y todo para qué?! ¡Para que nos traicionaran de esa forma tan atroz!

    — ¡Ybryr ha muerto! — Yma retomó desde donde dejó su pareja — ¡Tenemos el control total del reino y de cada una de las provincias! ¡Desde que los conocimos, no podíamos esperar por el día en que pudiéramos entregarles a ustedes el control de su primera provincia! ¡Íbamos a prosperar juntos! ¡Dos especies distintas, pero solo una gran sociedad conjunta! ¡Pero ustedes eligieron lo contrario!

    — ¡He sido traicionado frente a mi peor enemigo! — Hufan reprochó a la humanidad por su accionar — ¡Estuve a pocos segundos de perder la vida! ¡Eso es algo que jamás olvidaré ni perdonaré! ¡Me he asegurado de que su estructura ya no pueda volver a volar! ¡He destrozado todo lo que me he encontrado allí! ¡Reduje sus números lo más que pude de modo que ejercer un control sobre ustedes me sea sencillo! ¡Y ahora es cuando voy a enviarles un mensaje que espero que quede claro para todos!

    Frente al escenario, en segunda fila y a pocos pasos de llegar a la primera, se encontraba el comandante Renji Yukimura. El seguía lidiando con el peso de la derrota ante ellos, y de no haber podido ser de ayuda a la porción de la humanidad que quedó a merced de sus captores. En su lugar, tanto él como quienes no habían caído presa de ellos, se unieron a quienes sobrevivieron al conflicto. Desde que fue llevado como prisionero en el campo de batalla, no tuvo oportunidad alguna para encontrarse con Vitali ni con nadie de su familia, temiendo ante la posibilidad de que todos ellos, a quienes apreciaba demasiado, pudieran haber sido asesinados en la matanza.

    — ¡Tráiganlos! — Hufan dio una orden dirigida a algunos de sus guerreros.

    Fue en ese momento que Renji se llevó una sorpresa poco agradable. Su amigo Vitali fue subido al escenario junto con su esposa Fenya y su hija Valiana, siendo dejados los tres en el extremo izquierdo de aquel lugar. Mientras tanto, la comandante Lara Furlan, de quien no había vuelto a tener noticias, fue puesta en el otro lado. Sabía que algo malo estaba a punto de pasar, y fue por un instante que sus miradas pudieron cruzarse. Los cuatro humanos que fueron subidos al escenario fueron obligados a ponerse de rodillas, totalmente sometidos ante el poder que ejercían sus captores.

    Lara, desde su posición, solo pudo dirigir un semblante de tristeza a su colega Renji. Lo siguiente que hizo fue buscar a sus hijos entre la multitud, dado a que desconocía su paradero. Fue capaz de localizar al expresidente Dmitri situado en la quinta fila, y en la tercera, bastante lejos de su posición, llegó a dar finalmente con Airin y Vyon. Ambos estaban vivos e intactos, estando en compañía de Rosary Volt, una de sus compañeras y también cadete de su difunto esposo. Una sonrisa ligera de alivio se formó en su rostro al ver a sus dos hijos allí presentes, pero se rompió en el momento en el que Hufan se paró frente a ella. Monarca y comandante intercambiaron miradas durante unos treinta segundos, para que luego este se volteara y mirara a la multitud.

    — ¡Lara es la líder de su gente, una matriarca entre los humanos! — Hufan lo comunicaba para todos los traliod que no la conocían — ¡Ella ha formado conmigo el plan para atacar a Ybryr, pero todo terminó con ella traicionándome! — se detuvo momentáneamente para dar paso a los abucheos constantes de los traliod, quienes repudiaban por completo el accionar de la mujer de la humanidad — ¡Planeaba darte a ti el control de la primera provincia, pero tú asesinaste a Elber! ¡Elber fue mi mejor discípulo cuando yo fui maestro! ¡Casi como un hermano para mí! ¡Y es por tu culpa que ya no está! ¡¿Qué tienes que decir en tu defensa?!

    — ¡Elber asesinó a mi esposo, Gavril! — Lara, pese a la adversidad, desafió al monarca frente a toda su gente — ¡Lo arrojó al mar cuando él tenía un brazo y una pierna rota! ¡En esas condiciones, fue enviado a una muerte segura! ¡Yo he vengado la muerte de mi esposo! ¡Elber merecía lo que le pasó!

    — ¡La vida de Elber es mucho más valiosa que la de cincuenta de ustedes juntos! — Hufan redujo la importancia de la humanidad a casi nada — ¡No tenías el derecho a vengarte! ¡Así como tampoco tendrás el derecho de vivir entre los tuyos!

    Aquellos dichos del monarca provocaron euforia en la población de los traliod, y gran pavor entre los seres humanos. Desde abajo del escenario, un guerrero lanzó un garrote hacia su líder, el cuál este atajó con una mano, para luego pararse detrás de Lara. Ella sabía que huir ni siquiera merecía la pena el intento, y sabiendo que su destino estaba sellado, lo último que hizo fue mirar a sus dos hijos. Desde el escenario los vio, y fue capaz de reconocer que ambos tenían lágrimas en los ojos. Lloraban a lo que sería la muerte de su madre, en una ejecución pública a manos de alguien que los restringiría de su libertad. Ninguno de los tres podía gritar, mientras que otros humanos compartían la sensación. Otros, simplemente, gritaban por el miedo que les producía atestiguar dicho momento.

    — ¡Tu gente recibirá un nuevo líder! — Yma le gritó, siendo que Hufan no tenía nada más para decir — ¡Por su bien, espero que esto le ayude a comprender cuál es su lugar!

    Terminadas las palabras dichas por la reina, fue su pareja quien pasó a la acción. Con un golpe vertical realizado con todas sus fuerzas, el cráneo de Lara Furlan, comandante de la humanidad terminó por romperse en cientos de pedazos, mientras la sangre y sesos salpicaban casi todo el escenario. El silencio que muchos humanos guardaban se rompió. Los gritos de dolor y horror por haber visto eso ocasionaron un alboroto mucho mayor. Vyon y Airin lloraban por lo que acababan de atestiguar. Tanto su padre como su madre encontraron su final en manos de aquellos seres despreciables. La chica se desmoronó y cayó de rodillas al suelo, mientras que el chico se quedó de pie con ambas manos cubriendo su rostro para poder llorar en paz. Rosary quedó devastada al ver eso. Dos de sus amigos y compañeros acababan de quedar huérfanos en ese preciso momento, y sabía lo golpeados que podían estar tras un momento así. Pese a que inicialmente Vyon quedó de pie, no tardó en caer al suelo al lado de su hermana. La compañera de ambos se agachó y abrazó a ambos hermanos, haciéndoles saber que no estarían solos mientras ella estuviera allí.

    Renji agachó la cabeza al mismo tiempo que apretaba ambos puños. Gavril y Lara, compañeros en la tarea de liderar la humanidad, se habían ido. Toda la responsabilidad de velar por el futuro de los seres humanos situados allí cayó en sus hombros, aunque el dolor le distraía de aquel pensamiento. Dmitri, por su parte, no pudo evitar sentir que gran parte de lo que había sucedido era exclusivamente culpa suya.

    Vitali, Fenya y Valiana presenciaron una escena tan brutal desde muy cerca, estando a pocos metros de lo que quedó de Lara tras el golpe mortal. Los gritos de horror de madre e hija ensordecieron al ingeniero convertido en soldado, quien estaba tan abrumado que no pudo hacer algo más que abrir los ojos lo más que pudo, mientras una expresión silenciosa de miedo se formaba en su rostro.

    Hufan, tras haber asesinado a Lara, empezó a caminar hacia la familia de tres, quienes temían por ser los siguientes.

    — ¡Vitali! — gritó el monarca — ¡Tú has sido de ayuda para nosotros! ¡Has respondido a las preguntas que te hicimos, y no has disparado en contra de mí ni de mis aliados en el momento en el que Lara nos traicionó!

    El ingeniero estaba tratando de averiguar a dónde querría llegar el monarca con esas declaraciones en frente de todos ellos. No parecía estar tan enojado con él, no en comparación en la forma en que se dirigió a la comandante del ejército. Eso le hizo sospechar que quizá tendría alguna oportunidad para que él y su familia vivieran.

    — ¡Eres un traidor igual que ella, pero con una gran diferencia! — todos estaban atentos a las que serían sus siguientes palabras — ¡No te atreviste a atacar a nadie porque eres un cobarde! ¡Y eso es lo que quiero! ¡Alguien fácil de asustar y de controlar! ¡Eres ideal para estar al frente de la humanidad! ¡Tú no tienes el coraje para atacar a nadie! ¡Y si te queda algo de valor y de rebeldía dentro de ti, estoy a punto de extinguirla!

    Esa última frase dicha por Hufan aterrorizó totalmente al ingeniero, quien creía que él y los suyos podrían librarse de la muerte. Sabía que algo estaba mal desde el momento en el que Winter no fue llevado con ellos, ya que Yma sabía que él formaba parte de la familia. Temía encontrarse con una sorpresa desagradable que lo involucrara a él. Fenya y Valiana, por su parte, temían por lo que el monarca pudiera llegar a hacer en aquel momento. No estarían tranquilas hasta que esa exhibición hubiera terminado.

    — ¡He interrogado a varios humanos que he atrapado! — Hufan empezó a relatar — ¡No he encontrado a tu hijo Winter por ningún lado! ¡Nadie del ejército lo mató, dado a que lo recordarían, y sé que Ybryr no pudo haberle puesto una mano encima! ¡Ese muchacho desapareció de la faz de este mundo! ¡No tengo idea de cómo ha pasado, pero es lo que ha sucedido! ¡Solo te quedan tu esposa y tu hija!

    Toda la familia sentía mucha más intranquilidad por el paradero de Winter. Temían por el hecho de que Hufan no lo tuviera en su poder, mucho más de lo que temían por el hecho de que lo hubiera capturado. Las declaraciones dichas por el patriarca les hacían saber que quizá nunca podrían volver a verlo si es que él ya no podía ser localizado. Si era encontrado, quizá sufriría una terrible muerte a manos de los traliod por escapar. Y si no lo fuera, eso podría indicar que su destino habría acabado en manos de algún depredador de las cercanías.

    Estando solo ellos presentes, temían en gran medida a las últimas palabras dichas por el nuevo rey de los traliod.

    — ¡Voy a darte la oportunidad de elegir en este momento, para que lo consideres un acto de misericordia, al mismo tiempo que una amenaza! — todos los adultos presentes ya sabían a dónde iría la conversación — ¡Voy a matar a una de las dos mujeres más importantes de tu vida! ¡Tú elegirás! ¡Tú esposa o tu hija! ¡Una de ellas morirá aquí mismo, y la otra será aprisionada en mi castillo! ¡Un recordatorio de que me sirves a mí, y de que debes guardarme obediencia! ¡O de lo contrario, alguien querido para ti pagará el precio! ¡Yo ya he dicho lo que debía! ¡La palabra es tuya!

    La población se horrorizó con lo que acababa de escuchar. Ante sus ojos, Hufan era el monstruo más grande que se habían encontrado. Vitali, quien ya estaba muy golpeado por haber atestiguado la muerte de Lara y recibir la noticia de la desaparición de su hijo, no podía reaccionar a ningún estímulo externo. Estaba inmovilizado, y sus oídos bloqueaban casi todo sonido proveniente de aquella muchedumbre. Fueron los gritos de su hija los que lo sacaron de ese trance.

    — ¡Papá! — Valiana le suplicó — ¡No puedes hacer esto! ¡Mamá no lo merece! ¡Yo no lo merezco! ¡Winter y tú no lo merecen! ¡No lo hagas, por favor!

    — Vitali… — al contrario que su hija, su esposa se mostraba calmada, como si hubiera aceptado lo que debía pasar — En un momento como este, sabes que solo se puede tomar una decisión. Y también sabes cuál es…

    Entre lágrimas, Fenya se ofreció indirectamente a ser la víctima de una muerte violenta y cruda en manos del rey de los traliod. La cara de Vitali se puso pálida, mientras su mirada parecía mostrarlo muerto por dentro.

    — ¡No, mamá! — Valiana se negaba a aceptar algo así — ¡No puedes decir algo así! ¡No puedes ofrecerte a que te maten! ¡Winter sigue vivo! ¡No merece volver y enterarse que su madre no está!

    — Hija, tu padre y yo te amamos a ti y a tu hermano más que a nada en este y cualquier otro mundo en el universo — Fenya decía con la voz destrozada por completo — No sé qué es lo que pudo haber ocurrido con tu hermano, y eso me ha destrozado el corazón… Si mis ojos te ven morir, yo moriré de dolor. No puedo permitir eso. Los padres no estamos hechos para ver morir a nuestros hijos… Ni de esta, ni de otra manera…

    — Mamá… — Valiana ya no encontraba fuerzas para gritar — Te amo.

    — Yo también te amo, Vali — Fenya la llamó por un sobrenombre — Sé que esto es doloroso. Pero también sé que algún día nos perdonarás.

    — Suficiente charla — Hufan ya no quería seguir escuchando más esas palabras — Vitali, es tiempo de que elijas a quien le toca morir, y a quien le toca el encierro… Te prometo que podrás ver frecuentemente a la persona a la que elijas para que quede encerrada, siempre y cuando cumplas con tu tarea de ser el líder que yo necesito.

    El ultimátum estaba dado, y Vitali supo que actuar en contra de Hufan podría terminar con los tres siendo asesinados. No quería eso para su familia, mucho menos para su hijo, a quien esperaba volver a ver algún día pese a las grandes dudas que invadían su mente en aquel momento. Miró a toda la población, y cuando pudo divisar a Renji, se dio cuenta de que él estaba allí. Llorando porque su familia era muy apreciada, el comandante sentía la impotencia de no poder hacer nada para evitar ese trágico destino que caería sobre su amigo.

    A las siguientes personas a las que le dirigió su mirada fueron su hija y su esposa. Al mirar a esta última, pudo escuchar un murmullo, algo que nadie más fue capaz de oír.

    — Si Winter está vivo, debes encontrarlo — Fenya dijo las que serían sus últimas palabras.

    Vitali asintió, para luego mirar a Hufan y comunicarle su decisión.

    — Val… — se trabó al hablar — Valiana… — su voz se quebró y el llanto era incontenible a esas alturas — Mi hija Valiana tiene que vivir.

    Hufan sonreía. Podría haber aprovechado ese momento para cambiar de objetivo y asesinar a Valiana en su lugar, de manera que Vitali quedara mucho más destruido. Pero pronto recordó que estaba enviando un mensaje a la humanidad. Necesitaba que todos los humanos allí presentes supieran que él cumplía con cada una de sus amenazas y promesas, y, además, recordó lo cobarde que era Vitali al tener el testimonio de sus guerreros de que no había actuado con hostilidad hacia los suyos, todo producto de su cobardía.

    — ¡A diferencia de ustedes, yo no traiciono! — Hufan gritó para que todos escucharan.

    Parándose de la misma forma que al asesinar a Lara, el monarca de su especie movió su arma de cuerpo a cuerpo y golpeó el cráneo de la mujer dedicada a la medicina. Vitali, Valiana, Renji y todos los presentes fueron testigos del segundo asesinato cometido por Hufan en aquella noche. Tan pronto como el arma golpeó el objetivo, el cráneo de Fenya fue partido en varios pedazos. Valiana gritó por el horror de haber visto esa escena, y Vitali no pudo hacer más que agachar la cabeza y llorar sin consuelo. Había perdido al amor de su vida, y no tenía ni la menor idea del paradero de su hijo menor. Esa se había convertido fácilmente en la peor noche que había vivido. Su lucha por ser libres terminó de la peor manera.

    Antes de que se pudiera realizar algo más, uno de los guerreros de Yma se acercó a Valiana, para levantarla del escenario y empezar a trasladarla hacia el castillo, en el cuál la mantendrían encerrada. Vitali y su hija gritaban atemorizados, y uno de los guerreros de Hufan se vio obligado a retener al ingeniero y nuevo líder de la humanidad allí presente en el suelo, de manera que vio cómo su hija se perdía entre los traliod que rodeaban el lugar.

    Hufan lo miró, y al notar su cara de tristeza, se burló de lo patético que se veía. Tanto fue así que quiso darle un regalo más antes de disolver esa reunión.

    El monarca colocó su mano sobre la sangre y sesos que quedaron de Fenya, embarrando su mano con los restos. Lo próximo que hizo fue restregar cada partícula sobre la cara repleta de lágrimas de Vitali, quien gritaba del asco y de la tristeza por ese gesto tan hostil.

    — ¡Para que tengas un último recuerdo de tu esposa! — Hufan le decía, orgulloso y arrogante — ¡Y para que jamás olvides esta noche!

    Luego de cumplir con su cometido, Hufan dejó a Vitali llorando y gritando atemorizado. El guerrero que lo tenía sujetado lo soltó, haciendo que su cuerpo se desplomara en el suelo. Lo siguiente que hizo fue dirigirse hacia todos los humanos.

    — ¡Esta noche van a reflexionar sobre todo lo que ha sucedido! — Hufan les lanzó una advertencia — ¡Hacía falta que los pusiera en su lugar! ¡Quienes nos desafíen no van a terminar bien, y esta fue la demostración! ¡El día de mañana empezaremos a trabajar! ¡Hay un hueco gigantesco en mis murallas que necesitamos cerrar! ¡Y también necesitamos aprender de su técnica para cultivar las tierras de afuera del reino! ¡Mañana será el inicio de algo completamente diferente para ustedes! ¡Sepan que este destino lo han elegido por las malas con sus propios actos!

    Fueron sus palabras las que señalizaron el comienzo de la partida de los humanos para ser llevados nuevamente a las chozas que se encontraban en el reino. Dicho encuentro donde Hufan demostró su crueldad tuvo lugar en la provincia central, la capital de su territorio. Tanto humanos que habían vivido allí durante un año como los que acababan de llegar tendrían un nuevo hogar a partir de ese día.

    Mientras estaban siendo llevados a sus nuevos hogares, Vyon, Airin y el comandante Yukimura se voltearon para ver como dos traliod tomaban los cuerpos de Lara y de Fenya para sacarlos del escenario. A rastras, como si sus vidas nunca hubieran significado nada.
     
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