La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por joseleg, 15 Julio 2012.

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    Título:
    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    288
    Introducción.


    En 1492 los Europeos descubren un nuevo mundo, su avanzada de conquista se realiza muy bien en las islas del mar Caribe hasta que tocan suelo continental. El imperio Mextze logra enfrentarlos adecuadamente gracias al uso de la magia. Los guerreros águila parecen bestias aladas que caen de los cielos envueltos en ventarrones, vientos rápidos que cortan como las cuchillas de espadas de acero. Mientras desde las selvas, los guerreros jaguar los enfrentan escupiendo bolas de fuego.

    A pesar de la hostilidad, el reino de Iberia logra entablar comercio, primero con algunos pueblos renegados, que les hablan de los secretos y de cómo usar la magia. Gracias a un mineral sagrado llamado roca de Tlaloc, las personas adquieren grandiosas habilidades, pudiendo mandar sobre el fuego, el aire, el agua, la tierra, el rayo, el tiempo, la vida y la muerte. Posteriormente se entabla comercio y una alianza formar con el imperio Mextze

    Iberia logra convertirse de todas formas en un imperio gracias a la introducción de la magia en sus armas, pero igual esta se ha difundido por Europa. En un principio, la iglesia de Latian se reusó a su empleo llamándola un arte del demonio, por ello, los sabios de Europa crearon varios sistemas propios de magia basado en el mineral de Tlaloc y el principal de fue la alquimia.

    En el nombre de la alianza, el rey de los Mextzicas le permite al rey Ibero instalar una colonia en las tierras del sur y subyugar a los pueblos “barbaros” de los caribes. Así se funda la pequeña colonia de Nueva Iberia, desde el gran canal de Tlatoani (Canal de Panamá) hasta la gran selva negra de las bestias innombrables en el sur y el oriente.
     
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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
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    Capitulo I. ¡Prométeme que no te alejarás!

    En la capital de la colonia de Nueva Iberia, llamada Santafé, se encuentra el centro de enseñanza de alquimia y estudios sobre magia más avanzados del mundo, la Universidad de San Alberto Magno. Allí vienen los hijos de los dones y los hidalgos, los nobles e incluso algunos príncipes a aprender lo necesario sobre las nuevas artes de la guerra. En el centro de la institución se encuentra una gran estatua de un hombre en actitud contemplativa, con una mano sosteniendo su mentón, y sobre sus rodillas un gran libro, la escultura tallada sobre un monolito negro era una representación del mentor de la institución, San Alberto Magno, aunque los estudiantes por cariño o rebeldía “quien podría decirlo” lo llamaban la estatua del Bobo.

    Justo en frente de la estatua, en la noche del 01 de abril de 1838 se encuentra un hombre pensando, en lo que ha sido y lo que debería ser, una vida estancada en un abismo profundo que el mismo ha cavado. Mientras recuerda algo que había pasado un día antes…

    ………Antonio observaba a Liliana, sus hombros se encogían, mientras su mundo de venía abajo, ¿qué era lo que sentía? ¿Tristeza?, ¿impotencia?, ¿odio? Después de haber reunido e suficiente valor para hablarle, todo se había venido al traste. Poco valor tenia para verla a los ojos, así que los mantenía cerrados mientras algo le mordía el corazón, era una terrible amargura.

    Prométeme, ¡prométeme que no te alejarás! –dijo Liliana tomando a Antonio de los hombros y abrazándolo, una abrazo débil y tibio.

    Como amigo –repuso Antonio no muy animado, mientras suspiraba para contener la amargura en su corazón.

    Es que eres muy lindo, y me agradas – contestó ella sonriendo.

    Seré tu amigo entonces – contestó Antonio desalentado.

    Sí, es que estoy saliendo con alguien pero… - en ese momento Antonio levantó su dedo índice y lo puso en los labios de Liliana.

    Tan solo, no me digas nada sobre eso – contestó Antonio apesadumbrado, pero recogiendo todas sus fuerzas para sonreír – es que sería muy doloroso – luego de eso se irguió nuevamente, ya que Liliana no era muy alta – me imagino que debes ir a verlo, así que ¡ve!

    Pero, y… ¿tu? – preguntó Liliana algo triste

    Yo estaré bien –contestó Antonio

    Mientras Antonio pensaba en frente de la estatua, ocurrió algo extraño. Aunque ya era de noche, las instalaciones de la Universidad poseían luz artificial gracias a lámparas de alquimia. Mientras observaba la estatua del Bobo, vio lo que aparecía la silueta de un águila volando por los tejados del bloque B, una construcción de estilo peninsular bastante grande que parecía más el bloque de una fortaleza que una institución de educación.

    El conocía muy bien ese lugar, pues cuando fue estudiante mantenía mucho en aquel lugar, allí quedaba la gran biblioteca. Aunque bien pudo irse para su dormitorio, no lo hizo, pues no había en realidad nada mejor que hacer. Más allá de los muros de la universidad, el pueblo rebosaba de alegría por una feria local, seguramente ella estaría allí con su novio.

    Antonio había sido nombrado profesor de alquimia dos años atrás y poseía las llaves de una puertezuela que se encontraba por un acceso algo escondido en la montaña cercana, pues el bloque B en su sección oriental daba contra el flanco de la montaña de Monte Serrado. Ingresó al lugar, sacando una pequeña piedrecita, era un pequeño cristal lleno de un líquido verdeazulado, que al agitarse desprendió una tenue luz, suficiente para alumbrar su camino.

    Avanzó hasta lo más profundo de la biblioteca, pero cuando llegó allí ya no había nadie, solo un libro que yacía en el suelo, era bastante rustico y antiguo. Antonio lo tomó y al observarlo sonrió, lo conocía muy bien, luego, una briza repentina sopló por una de las ventanas haciendo que el libro se abriera de par en par. ¡Sus hojas estaban vacías!

    Profesor Moncada, ¿qué hace aquí a esta hora de la noche? – dijo uno de los vigilantes, un anciano de barba rala y bastante adicto a la chicha “llevaba una botella de esta en bandolera, y por el sonido se notaba que tenía menos de medio contenido ya”.

    Estaba viendo que todo estuviera ordenado, mañana pienso traer a los pequeños de séptimo grado – contestó Antonio con una sonrisa, sin embargo, encontré este tomo en esta sala, lo cual es extraño, pues debería estar bajo llave en la sala de alquimia.

    El vigilante tomó el libro, reconociendo el estampado de su cubierta de cuero.

    Los libros que no tienen escrito nada – dijo el vigilante más exasperado que otra cosa –no entiendo por qué tienen algo como esto en tan alta estima.

    No es que no tenga escrito nada – contestó Antonio – es simplemente que es difícil de leer – luego llevándose la mano a los lentes para acomodárselos dijo – existen cosas que no deben ser vistas por ojos inexpertos y curiosos, ¡¿quién sabe qué cosas pueda contener un libro cuyo autor se tomó tantas molestias para ocultar?! Este es uno de los tomos mejor guardados, y encontrarlo aquí en el suelo no es normal.

    Pareces saber mucho de esa cosa – dijo una voz algo gutural que provenía de la ventana.

    Y usted parece ser un ladrón muy hábil –repuso Antonio – lamentablemente para ti, este libro te será inútil – mientras Antonio hablaba, el vigilante se llevó la mano al cinto levantando su viejo mosquete – ¡Alto! – dijo Antonio levantando la mano derecha, m ientras la izquierda la mantenía en la parte trasera de su espalda.

    ¡Pero joven! – dijo el vigilante

    Relájate – contestó Antonio – el chico “águila” viene por esto, y no se lo ha llevado, lo que implica que ¡no se lo puede llevar!

    Aparentas saber mucho sobre esa cosa – dijo el hombre de la ventana que permanecía encorvado, envuelto en una capa que parecía las plumas de una gran ave, también su cabeza estaba envuelta en una especie de capucha o casco con muchas plumas.

    Es mi trabajo saber sobre estas cosas, ¡por eso me pagan! – Contestó Antonio – aunque como miembro de una nación aliada ya deberías saberlo, sería más sencillo si vinieras por la mañana, tocaras a la puerta y pidieras prestado el tomo, te hubiera salido mejor, al menos tendrías el tiempo para corroborar que todas su páginas están en blanco.

    Entonces cayó una centella de un relámpago, y cuando abrieron sus ojos el hombre vestido de pájaro había desaparecido, y justo después de que se dieran cuenta de eso, se escuchó el trueno.

    Joven, ¿que ha sido eso? – preguntó el viejo guardia.

    Una visita de un vecino curioso, y dejémoslo de ese modo – contestó Antonio mirando al guardia de manera fulminante– mejor que pongan en alerta a la guardia, todos sabemos que los libros aquí no tienen nada de inofensivo. Sin embargo, no le revelarás a nadie lo de nuestro amigo emplumado hasta mañana cuando llegue el director, y solo a él se lo dirás. Yo también pasaré mi informe a esa hora, ¿entendiste?

    Si joven – contestó el anciano.

    Momentos más tarde, la alarma fue dada, y todos los soldados de la guardia se pusieron firmes, aunque no sabían realmente que era lo que sucedía.
     
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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    27
     
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    Capitulo 2. Un caballero y su escudero

    Señorito, ¡señorito! – decía un mayordomo mientras perseguía a un chico por las calles de Santafé.

    Ya cálmate Miguel – dijo el joven mientras compraba una manzana a una chica, que al verlo quedó completamente atónita, pues era el rostro más apuesto que había visto en su vida – joven, sus ojos son azulitos, azulitos azulitos!, como el cielo – fue lo único que pudo balbucear ella, toda sonrojada.

    Y su cabello es más negro que las noches de luna nueva joven señorita – contestó el joven hidalgo. Todos al pasar no podían evitar mirarlo, pues sus ropas demostraban un origen de nobleza, tal vez era el hijo de algún Don terrateniente, aunque al escuchar su marcado seseo todos se daban cuenta de que era un peninsular.

    Me recuerda mucho al cabello de la señorita que me ha robado el corazón – dijo él.

    ¡Joven Juan!, no es tiempo de andar cortejando indiecitas y mulatas!, joven juan, su padre me cortaría la cabeza si sabe que no ha asistido a ninguna clase desde que llegamos a Santafé!

    Cálmate Miguel –contestó Juan – que esos tiempos ya pasaron, pues he encontrado a la doncella ante cuyos ojos no puedo resistirme. Hoy empieza una verdadera historia de amor, de la cual los poetas, los grandes poetas como YO, cantaremos por muchas eras.

    Joven Miguel, ¡pero es una mestiza!, ¿qué dirá su padre?, ¡¡y qué dirá el obispo su tío!!, por Dios que dirán… - Miguel balbuceaba con nerviosismo ante la perspectiva de que toda la sociedad santafereña se enterara ¡de aquella situación!, pero Juan lo detuvo con un gesto.

    Ya basta Miguel, me largué de Iberia para evitar ser controlado por mi padre – dijo Juan de manera vehemente.

    Si mas no recuerdo su padre lo mandó aquí a aprender a utilizar su tatuaje de Tlaloc señor – repuso Miguel con una mirada aguda.

    Son detalles, detalles mi buen Miguel – contestó Juan abalanzándose sobre el viejo mayordomo a quien respetaba más que a su propio padre, liego extendiendo sus brazos como visualizando el horizonte recalcó – ella también asiste a la Uni, así que deberías alegrarte, al menos ya tengo razones para ingresar a ese lugar tan aburrido, porque en serio, parece más una fortaleza o una Cárcel como la Vastilla, que un colegio o algo así.

    Esa es la única razón por la cual no le he mandado una carta al Conde – repuso Miguel – espero que la calentura por aquella mocosa le dure lo suficiente para completar sus estudios ¡y no más!

    No será así –contestó Juan con gran seguridad – la amo, la amo, la amo, la amo.

    Cuantas veces he escuchado eso señorito, ¡y en cuantas me ha metido! – interpuso Miguel de manera angustiosa.

    Esta vez va en serio –contestó Juan – mira – dijo el sacando un anillo de oro con una esmeralda preciosamente labrada –¿ahora si estás convencido? ¿Hombre de poca fe? – a Miguel se le abrieron los ojos, mientras el terror le subía por el espinazo, y por varios segundos no pudo articular palabra de lo mucho que le temblaba la mandíbula.

    El, el el, ese, esa es la sortija que le, ¡esa es la sortija que dio su madre! – Gritó el viejo Mayordomo jalándose los pocos pelos que aún tenía en la cabeza – joven, esa es una herencia de la familia de su madre, y mire que se la dio a usted y no al joven Alejandro.

    ¿Mi hermano? Él tiene más en común con mi tío – repuso Juan – pero, esta es la prueba de que voy en serio, con ella.

    En ese instante, dos hombres comenzaron a discutir. Uno era un hombre alto, delgado, con un bigote espeso y bien cuidad, vestido como buen hidalgo, de negro y botas de viaje. Le reclamaba a otro por no haberle pagado la renta. El otro hombre era más bien rechoncho, con una media calva y una barba medio rala de tres días de la cual destacaba un bigote mal cuidado y algo hirsuto. Se encontraba relativamente bien vestido para un comerciante, aunque se notaba ya algo agotado.

    Tonanziano, ¡me debes mi dinero! – dijo el hombre de negro – acordamos que me pagarías hoy, y deseo mi dinero ¡ya!.

    Pero don Joaquín, entienda, aún no ha terminado el mercado, si su merced se espera hasta la tarde que el mercado cierre le tendré su dinero completo mas todos los intereses – contestó el hombre rechoncho. Ante esas palabras don Joaquín hizo una señal a un par de matones que lo custodiaban y comenzaron a romper el pequeño local que administraba el pobre americano.

    ¿Sucede algo?, joven – dijo Joaquín cuando Juan se acercó, impidiendo que uno de los matones se acercaran al americano.

    Claro, me preguntaba por qué un hombre desearía destruir los medios de su propia inversión, yo diría, es de tontos ir al banco y empezar a destruir las instalaciones solo por los horarios de atención, ¿no lo cree señor? – dijo Juan mientras ayudaba al pobre tendero.

    Esta basura tonanziana necesita saber quién está al mando y quien pone las reglas, no queremos que suceda lo de 1810 – contestó Joaquín, y con la sola mención de la fecha todos alrededor cesaron de realizar lo que estaban haciendo, las mujeres botaron sus canastas al suelo para persignarse inmediatamente, mientras los hombres se quitaban sus sobreros de paja completamente nerviosos.

    Todos somos siervos del rey, hayamos nacido en el continente de Tonanzi o en el continente de Europa – contestó Juan, luego sacó una gran moneda de oro, con el sello de calidad del imperio ibero – ¿cuantas necesitas para dejar al viejo en paz?

    Seguro que posee los medios parta sostener sus palabras señor –dijo Joaquín haciendo una señal a sus hombres para retirarse – pero esto es un asunto de principios, verá, mi padre murió por una muchedumbre de hombres como él, hombres ingratos que vieron en la muerte de mi padre la forma de salir de su deuda, pero para eso estoy yo aquí. Este hombre debe pagar su deuda.

    Y lo hará – contestó Juan – es solo que ahora me deberá a mí, le doy mi palabra de honor.

    ¿Qué confianza tengo de que hará pagar al toanziano? – preguntó Joaquín.

    La mía – repuso Juan, a lo que Joaquín respondió con una sonrisa sarcástica.

    ¿Y su palabra que nombre la respalda? – preguntó Joaquín.

    La de Juan de Alvarado y García, segundo hijo del conde de Pastrana –dijo Miguel inmiscuyéndose en todo el asunto, no sin dejar de mostrar un par de pistolas que llevaba bien sujetas en el cinto, debajo de su chaqueta.

    ¿El hijo de un Conde?, ya veo, si, su acento peninsular es además muy cuidado, de la corte diría yo, en ese caso me disculpo señor Alvarado – dijo Joaquín – mi nombre es Joaquin Mendoza, soy dueño de un pequeño anticuario cerca de la plaza mayor y además tengo un pequeño negocio de préstamo. Si desea comprar la deuda de este miserable, serán cuatro monedas de oro.

    Señor, ¡eso es lo único que nos queda! – dijo Miguel en voz baja a Juan, sin que nadie se diera cuenta.

    Es un trato entonces –contestó Juan a Joaquín sonriendo.

    Ahora, como muestra de la gratitud y la camaradería que debe reinar entre nosotros los peninsulares, lo invito a una cena en mi casa, esta noche, después iremos a la plaza mayor a la feria local, puede que esté llena de chusma, pero es bastante colorida y a mi esposa parece gustarle la algarabía local.

    Será un placer señor Mendoza –contestó Juan – pero me gustaría saber si puedo llevar a mi prometida.

    Pero claro – dijo Joaquín. Dicho esto, el hombre se retiró.

    Mi señor, y ahora de que viviremos? –Preguntó Miguel – por estar viajando todo este tiempo no hemos comprado un lugar para vivir, y ahora hemos gastado todo ese oro!, su padre no nos girará dinero sino hasta dentro de un mes.

    Pues gracias a el – dijo Juan, señalando al tendero – le debías mucho dinero al usurero y no creo que este pequeño estante de para algo así.

    En efecto señor, usted tiene razón, yo soy dueño de varios estantes en esta calle y en la plaza, todos somos familia, así que podemos reunir los fondos para eso – dijo el hombre.

    Bien viejo, ahora escúchame, me debes dinero y el interés que por lo que calculo es grande, sin embargo por ahora lo único que me interesa es un lugar limpio y de buenas costumbres para comer y dos comidas al día hasta que me entregues mi dinero, junto con el restante de los intereses –dijo Juan – y, podrías comenzar a pagarme con un buen plato de lechona y una sopa caliente de pata.

    En ese caso joven, mi nieto los guiará a la plaza, allí mi suegra tiene el mejor comedero de todo Santafé.


    Unas horas más tarde en una esquina de la plaza mayor…

    Hola amor – dijo Juan – ha pasado demasiado tiempo sin verte

    No ha sido problema, las palabras en tus cartas, me han mantenido cerca de ti todo este tiempo – dijo Liliana.
     
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    Capítulo 3. ¡Desperdicias tu habilidad!

    En la mañana del 02 de abril 1838 una joven doncella observaba como un joven maestro entrenaba a un grupo de jóvenes estudiantes.

    Bien gusanos, ¡es tiempo de entrenamiento de campo, será la primera vez que utilicen sus tatuajes para algo más que encender fogatas! – dijo Antonio con un rostro serio, una actitud dura, y un aire seco.

    Sin embargo los estudiantes no aprecian ponerle atención, porque uno de ellos estaba haciendo monerías en clase. Antonio se le apareció por el flanco y lo golpeó con un regazo en la nuca, a lo que el chico contesto con un grito de dolor.

    No tiene por qué golpearnos, que no sabe quién es mi padre? – repuso el chiquillo arrogante, a lo que Antonio respondió con otro reglazo en la cabeza.

    Claro que se quién es su padre – dijo Antonio – por eso prefiero reprenderos con esto, porque la alternativa es enviarle una carta formal al Marquez de San Jorge – a lo cual el chiquillo tragó saliva por un instante y se quedó callado.

    ¡Bien sabandijas!, ¿cuál es la teoría detrás de esto? – preguntó Antonio viendo quien recordaba la clase del día anterior

    ¡La alquimia es aburrida! – repuso otro estudiante, a lo que Antonio respondió con una cara de ira mientras se llevaba la cara a la frente.

    Yo sé yo sé – dijo otro estudiante.

    Es mentira profe, es solo por molestarlo, ese bobo no sabe nada – repuso otro estudiante, mientras otra casi que caminaba de puntitas para levantar la mano por sobre las demás.

    Bien, señor Otero– dijo Antonio, ilústrenos.

    Los sellos requieren de un dibujo de un círculo mágico sobre una superficie plana y lisa con una tiza hecha con materiales especiales. Una vez hechos pueden servir para almacenar objetos no vivos o para sacarlos de una dimensión de almacenamiento – dijo el joven.

    Excelente señor otero - dijo Antonio mientras sacaba un poco de tiza de uno de sus bolsillos – ¡todos saquen sus marcadores!

    Profe, ¡se me quedó en el dormitorio! – repuso un estudiante.

    Profe, ¡Owen me quitó mi marcador! – dijo otra estudiante

    Profe, ¡¡el me tiro la tiza y la pisó!! ¿Qué hago? – interpuso otra estudiante

    Y es solo el inicio de la jornada… pensó Antono mientras ponía a todos los estudiantes a punto, hasta que finalmente…

    Bien, ahora vamos a hacer una demostración simple, el piso bajo nosotros es de mármol pulido, escriban allí el círculo mágico de nivel 0 que practicamos ayer en clase – dijo Antonio arrodillándose en el suelo – cuando activen el círculo, la mitad de ustedes colocaran la rosa y la otra mitad la daga.

    Profe, a mí se me olvidó – dijo un estudiante

    Profe, ¿es así? – Preguntó otro – no seas tonto eso es un cuadrado – repuso el compañerito de al lado. Mientras cada alumno realizaba una pregunta aparentemente tonta, Antonio se la paso de lado a lado explicando como mejor pudo hasta que recordaran la clase anterior, finalmente…

    Bien, ya hemos dibujado el circulo – dijo Antonio – ahora toquen una de las líneas y concéntrense como cuando van a hacer una quinesis.

    Dicho esto cada uno de los círculos comenzó a brillar. Para la sorpresa de unos, la maravilla de otros, o el aburrimiento del resto.

    Ahora, la mitad de ustedes colocará una daga en el círculo, y la otra mitad la flor – dijo Antonio con gran solemnidad.

    He, profeee tengo un pequeño problema ….. Minutos después.

    Ahora levántense, y saquen el pergamino – dijo Antonio – dibujen el mismo circulo sobre la superficie y realicen el mismo procedimiento, pero esta vez metan la mano y tomen lo que pusieron dentro.

    Cuando hicieron lo que Antonio les pidió, las dagas salieron intactas, pero, las flores salieron marchitas mientras que otras se hicieron cenizas.

    Espero que esto les sirva de lección – dijo Antonio – tampoco podrán almacenar algo en el espacio dimensional por mucho tiempo, el circulo que dibujaron mantendría la daga guardada al menos 2 o tres días hasta perderse para siempre. Si desean que sus círculos puedan almacenar cosas más grandes, deben hacerlos mucho más complejos para que mejoren el tiempo y la estabilidad.

    Que aburrido – dijo uno de los estudiantes – ¿para que me puede servir eso?

    Tengo entendido que eres el mejor en la clase de piroquinesis niño – repuso Atonio con una sonrisa en la cara - trata de lanzar uno sobre mí.

    Si lo hago me expulsan – dijo el estudiante

    Yo asumo la responsabilidad, es más, te pondría notas de 10 durante el resto del año sin que tengas que hacer nada - contestó Antonio.

    El estudiante aceptó. Pero cuando procedía a comenzar a realizar el encantamiento, Antonio sacó un trozo de papel con un circulo ya dibujado, luego, metiendo su mano, sacó una pistola la cual uso para apuntar al estudiante en la frente quien apenas había balbuceado dos o tres palabras.

    ¿Te parece aburrido ahora? Mocoso – repuso Antonio, jalando del gatillo, el martillo con la piedra golpeo el pedernal liberando la chispa, pero no pasó nada – mmm fuego en la recamara, parece que hubieras ganado después de todo, si tan solo no te hubieras distraído por el temor a la muerte. En fin, la ventaja de la Alquimia sobre la quinesis es la preparación, podemos dibujar círculos de antemano lo cual nos facilita su uso, mientras que la quinesis tiene un tiempo muerto muy largo, mientras recitan el conjuro son muy vulnerables por muy poderosos que puedan parecer

    Para la siguiente clase dibujaran 100 veces el círculo mágico de nivel 1 en su primer variante – dijo Antonio, mientras toda la clase encendía en gimoteos y protestas. Una vez que todos anotaron, Antonio dispersó la clase.


    Estoy bastante seguro de que tienes tus propios deberes, señorita Vega – dijo Antonio – estuviste observando allí durante una hora y media.

    Es que me divierte verte – dijo Liliana con una sonrisa en el rostro – eres la viva imagen de la paciencia.

    Mmm, pareciera entonces que no pusiste atención - contestó Antonio sonriendo – per en serio, deberías estar en tu clase, ya es difícil que acepten mujeres en este lugar, para que encima tú las pases de largo.

    ¡Y tu deberías ser el que la da! – interpuso Liliana un poco enojada.

    Ya te dije, fue un trasladado, no tenía opción. A demás era lo mejor – dijo el mirando al suelo, con melancolía – no me sentía con fuerzas para seguir tratándote a ti como a una mera estudiante.

    Pero si siempre hemos sido amigos, y siempre lo seremos – repuso ella.

    Yo soy un maestro señorita – contestó Antonio mientras el dolor se apoderaba de su corazón – y simplemente no me sentía bien. Y sabes la razón.

    Dicho esto Antonio se retiró, mientras Liliana lo observaba con una sonrisa en el rostro.



    Mientras Antonio caminaba pensativo en la actitud de Liliana escuchó una voz familiar.

    El señor de los hielos y los relámpagos, ¿pudriéndose en una escuela de mozalbetes? – dijo un hombre joven, todo vestido de negro, de la cabeza a los pies, con un sobrero de ala ancha y una pluma blanca en la cabeza – la última vez que te vi en el campo de batalla, vi a un héroe que salvó incontables vidas de mis Tercios, la batalla era fiera, no nos habían alimentado en días, nos superaban en número, pero tu sacaste la fuerza necesaria para incinerar las puertas de aquella fortaleza. ¿y tú petición de recompensa fue terminar aquí?

    Antonio se sorprendió, pero no lo demostró, se limitó a expresar un tono de seriedad.

    Que hace el hijo de un Duque en el nuevo mundo cuando ya sabe lo suficiente de la magia? – preguntó Antonio

    Simplemente he venido por el mejor mago de todos – contestó el hombre – después de todo, con la muerte de mi padre mi deber es encontrar a los mejores para que me ayuden a proteger al imperio.

    En tal caso debo saludarlo como usted se merece, Don José – contestó Antonio haciendo una venia.

    Yo soy el que debe saludaros, Antonio Moncada – contestó José – después de todo os debo la vida y la honra.
     
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    Capítulo 4. Servirás al imperio, de un modo o de otro

    El problema radica en que ya eres un poco viejo – dijo el consejero a Juan – ¿cómo es que solo te tatuaron hasta hace un año?

    La verdad es que mi madre se oponía rotundamente – contestó Juan – porque ella cree al igual que muchos miembros de la iglesia, que la magia es un arte del diablo. Sin embargo mi padre solo logró convencerla hasta hace dos años, que un hechicero casi mata a mi hermano mayor en un combate cuerpo a cuerpo. Mi padre nos ordenó entonces seguir la ceremonia y aprender a usar magia, pero… Mi hermano se opuso.

    Estoy seguro que el Conde Pastrana no estuvo feliz por eso – repuso el Gran Consejero, mientras observaba las instalaciones de la universidad desde la ventana.

    Lo desheredó – contestó Juan con algo de amargura – nadie lo sabe aún, pero cuando mi padre muera, yo seré nombrado Conde por encima de mi hermano. El me maldijo por eso.

    ¿Esa es la razón de su devenir sin rumbo en el nuevo mundo? – preguntó el Gran Consejero volviéndose a sentar en su escritorio.

    Si –contestó Juan sin poderlo mirar a los ojos.

    Entonces ¿porque está aquí? – a lo cual Juan solo pudo responder con desgano – hace unos cuantos días me llegó un mensaje de mi hermano, diciéndome que tomará los hábitos al igual que mi tío, parece ser que ha aceptado la voluntad de mi padre, y me ha pedido el favor de que asuma las responsabilidades del heredero de la familia. Esa es una de las razones por las que estoy aquí.

    ¿Una? – se preguntó el consejero – ¿existen otras?

    Son razones de índole personal - contestó Juan sin mediar más palabras

    Su solicitud es compleja – contestó el Gran Consejero – pues nos pide que le hagamos entrega en un tiempo muy corto de una gran cantidad de habilidades.

    ¿El dinero no es suficiente? – preguntó Juan

    No, no digo eso –contestó el Gran Consejero – el problema principal es que….

    El problema es que el único tutor que tiene la experiencia suficiente para entrenarlo, tal vez nunca lo haga – contestó un hombre de negro que se encontraba en una esquina oscura escuchando todo.

    ¿A qué se refiere? – preguntó Juan – y ¿quién es usted?.


    El consejero solo pudo mirarlos a los ojos


    Unas horas antes:

    ¿Aun sigues con esa obstinación? –preguntó José

    Ya te lo dije hace años – contestó Antonio – no lo hice ni por la corona, ni por ti, ni por la iglesia, ni por el imperio. Estuve allí, e hice lo que hice porque era un asunto personal.

    En verdad que eres un tonto –repuso José – hubieras podido ser un caballero, incluso un noble, ¡como yo!, y ¡decidiste autoexiliarte! Escúchame, he hablado con el rey, y está dispuesto a concederte un verdadero deseo. Él tomó tu petición más como un auto-castigo que como otra cosa, ¿entiendes?, el esperaba nombrarte caballero, Don, o incluso hasta Conde, ¿entiendes? ¡Conde!.

    ¿Que no se supone que debes nacer con sangre azul? – Repuso Antonio con sarcasmo mientras dirigía su mirada al cielo – esas cosas no me interesan, no tienen un significado para mí. Y si es con eso con lo que esperabas convencerme, pues estrás perdiendo tu tiempo.

    Vamos, vamos siempre tan serio – repuso José – mira, para que no digas que solo estoy interesado en usarte, te invito a una fiesta esta noche, ¿qué dices?.

    Si voy ¿me dejarás en paz? – preguntó Antonio algo exasperado.

    ¡Claro! – contestó José

    De acuerdo – dijo Antonio, no con mucho agrado.

    Mientras José y Antonio hablaban, una joven doncella los estaba observando, hija de una de las familias más prestigiosas y acaudaladas de Santafé pudo ingresar en la Universidad a pesar de su género. Sin embargo, no notó que a su vez alguien la observaba.

    ¡Eres una tonta! – dijo Liliana con molestia mientras golpeaba a aquella doncella con un pequeño abanico de papel.

    Lili, ¿¡porque me golpeas!? – repuso la doncella de cabellos negros y largos – ¿que no vez que estoy a punto de descubrir la farsa del profesor de alquimia? – pero ante esas palabras Liliana la fulminó de una mirada.

    Él es el mejor profe que he tenido – contestó Liliana mirando con una expresión fulminante – ya deberías dejarlo así Nata, que ingrata eres, en serio.

    ¡No me digas que no te causa curiosidad! – Contestó Natalia – ¿sabes con quien está hablando un simple maestro de alquimia básica?, ¡¡con el Gran Duque de Alba!!, ¡un Duque!, ¡se dice que el rey pronto lo nombrará general de todas las cohortes de los Tercios peninsulares!

    Tal vez son amigos – contestó Liliana con un rostro de ingenuidad – ambos vivieron hasta hace poco en la península.

    En serio que eres ingenua – contestó Natalia acariciando la cabeza de Liliana – aunque ambos sean peninsulares, el profe es solo un plebeyo, de una familia humilde, lo sé por su apellido. Hay algo que no me cuadra.

    ¡Descarada! – Dijo Liliana regañando a Natalia – antes de que el profe nos salvara ese día de ser secuestradas no te habías interesado de esa manera tan pérfida en él, y en lugar de agradecerle, siempre de comportas de esa manera con él. ¿Sabes? Todos guardamos secretos, él también los debe tener, ¿no recuerdas que hace 7 años hubo una guerra con Galia?, tal vez el profe sirvió a Don José en la guerra, ¡igual que muchos otros más jóvenes que tu o yo!.

    Los alquimistas no pelean directamente – contestó Natalia – no van al frente, y no tienen esa mirada.

    ¿Otra vez con eso? – preguntó Liliana un poco aburrida, ya que Natalia se la había contado muchas veces ya.

    ¡Tú no lo entiendes! – Repuso Natalia abriendo sus azules ojos de par en par – cuando mataron a mi padre, pude ver los ojos del asesino, es todo lo que recuerdo. Una mirada vacía, con sed de sangre, una mirada que disfruta la extinción de una vida, y por un instante, cuando él nos salvó, pude ver esa misma mirada ¡en los ojos de él!, si tú no te le hubieras pegado, nuestro secuestrador hubiera muerto a sangre fría.

    No entiendo como alguien tan bueno y lindo podría tener ese tipo de mirada o hacer algo tan cruel –dijo Liliana sonrojada mientras recordaba a Antonio el primer día que les dio una clase – el es lindo y bueno, inteligente y sabio.

    Deberías dejar de pedirle un abrazo al maestro de alquimia, nunca te lo dará – dijeron algunos compañeros de curso que llegaban durante el cambio de clase – fuera de ser mujeres evaden clase!, el padre Lucho le informará a las monjas para que les den unos buenos azotes ¡tontas!.

    Bueno, hay cosas por las que vale la pena unos cuantos azotes –contestó Liliana con un rostro muy serio – a diferencia de otros! Que se dicen muy machos, a nosotras no nos afecta un poco de dolor de unos pocos azotes.

    ¡Señorita Vega! Compórtese – dijo Antonio que se encontraba atrás de ella.

    Todos rieron en ese momento.

    Pero profe –gimoteó la doncella.

    Pero nada – contestó el de manera seca – si unos azotes no las molestan a ustedes dos, tal vez un poco de trabajo social sí.

    Noooooo –gritaron las dos.



    ¿Lo convenciste? – preguntó el Gran Consejero a José.

    Ni aunque le ofrecieras mi puesto – contestó Juan con una expresión de calma – tampoco creo que te entrene niño.

    Solo tienes 2 años más que yo gran Duque – contestó Juan con cierta molestia.

    Pero he vivido en los campos de batalla 10 años más de voz, joven infante – repuso José – Consejero, mi consejo es no presionar al chico, si lo hacemos podríamos hacer incluso que se marchara de este lugar.

    Entonces ¿que podemos hacer? – preguntó el Gran Consejero

    Bueno, supongo que no podemos forzarlo a servir directamente al imperio, pero me aseguraré de que lo sirva adecuadamente de un modo o de otro – dijo José con una sonrisa en el rostro –podemos aprovecharlo de una mejor manera, vera Gran Consejero, el chico no es famoso por su alquimia en Iberia….


    ¿Reasignado?, ¿que significa reasignado? – preguntó Antonio levantándose de su mesa, mientras los alumnos de séptimo grado terminaban un ejercicio con círculos mágicos.

    Por orden del Gran Consejero – dijo una monja – se abrirá la cátedra de piroquinesis de nivel 3 y el único maestro con experiencia en ella es usted. El Gran Consejero le pide que recuerde que, usted juró enseñar a los estudiantes de esta institución de acuerdo a sus habilidades, en nombre de Dios.

    Yo nunca estudié quinesis en este lugar – contestó Antonio – ¡no poseo un diploma que me certifique!

    En nombre de Dios, y las exactas palabras de su juramento ¿diría que no se encuentra capacitado joven maestro? – preguntó la monja.

    En nombre de Dios, siempre cumplo mis juramentos – contestó Antonio “y ese bastardo lo sabe”– dígale al consejero que acepto, bajo la condición de que si los alumnos no dan la talla, cerraré la cátedra inmediatamente.

    Así será – dijo la monja.

    “José, maldito bastardo, sé que esto es obra tuya!” pensó Antonio, mientras unas nubes de lluvia se arremolinaban en la cumbre de Monteserrado.
     
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    Capítulo 5. Una monja loca

    Que Gordo, ¿me lo mandaron para arriba nuevamente? – repuso otro de los maestros más jóvenes de la Universidad de San Alberto Magno a Antonio, quien salía de la biblioteca con una pila de documentos, se lo veía bastante molesto.

    ¡Enano! – Repuso Antonio refiriéndose a su colega – si fuera por mí, me quedaría con los demás enanos ¡como tú!

    ¡A quien le dices enano! – repuso el maestro bastante molesto, aunque no era realmente no era enano, solo algunos centímetros más pequeño que Antonio – además –continuó el maestro cambiando de actitud a una más condescendiente y con una sonrisa maliciosa – podrás darles clase a las tres hermosuras de ultimo grado, maldito Gordo, que envidia, ¡son ricas!, ¡son jóvenes!, ¡¡y extremadamente coquetas!!

    ¡Son nuestras estudiantes! ¡¡Maldito degenerando!! – Contestó Antonio algo enfadado y algo sonrojado – aun cuando te enamoraras de una de ellas, ¡no podrías hacer nada!, así que mejor evitar pensamientos ociosos.

    ¿Ociosos?, he visto como la miras – repuso “el Enano” con la mirada entrecerrada, pero se abstuvo por un instante de seguir fastidiando, porque por un instante, solo un instante, toda la presencia de Antonio cambió, era algo extraño, como una presión en el pecho, una mirada fría, con sed de sangre, una mirada que penetraba hasta los huesos, el hombre tembló, dando un paso hacia atrás.

    Aunque yo la amara con toda la fuerza de mi alma – repuso Antonio recomponiendo su ánimo normal, con una sonrisa en el rostro y una expresión amena – ¡nada pasaría! Tan solo puedo y debo desearle lo mejor. A demás está enamorada de alguien más.

    Jajajajajajaja hay Gordo, usted sí que es bien de malas ¿no? No se aflija, ¿porque no me acompaña al chorro un día de estos? Le puedo presentar a algunas amigas para que se divierta un rato – dijo “El Enano”.

    Tal vez, sea lo más sano – contestó Antonio no muy a gusto con la idea

    ¿Y para qué es todo el papeleo? –

    Por el traslado – repuso Antonio – debo planear la clase, según los parámetros, debo enseñar quinesis de combate avanzado – y al decir palabras, Antonio no pudo evitar rechinar sus dientes con ira – ¡combate!, ¡¡que tontos!!, pero eso me piden, así que debo planear algo que en verdad los prepare.

    En verdad que eres el único que conozco que planea una clase – contestó “El Enano”

    Tal vez porque solo conoces a los profesores más degenerados de este lugar – contestó Antonio – ¡ahora debo hablar con el Gran Consejero!

    ¡Así que aquí están ustedes dos! – Dijo una joven monja – ¿no se supone que deberían dar ejemplo? Maestro Antonio Moncada, ¡Maestro Edgardo Cortés!,

    Discúlpeme hermana Antonieta – contestó Antonio con una sonrisa amable y una expresión de vergüenza, con sus hombros encogidos y medio jorobado – es que tenía que preparar unos documentos para hablar con el Gran Consejero.

    Anty, no deberías ser tan dura con el chico – repuso Edgardo tomándola de la mano, como si fuera a colocarle un anillo, ¡cosa que de hecho hizo!, una hermosa sortija de oro puro – es más, debería pensar en nosotros – y al decir esto, Edgardo ponía una mirada de doble sentido.

    Eres un degenerado – repuso la Monja sacando de la manga un pergamino de alquimia, luego dando varios pasos atrás, metió su mano en el sello de invocación, sacando un enorme maso de su interior – ahora sí, me encargaré de destruir sus actos blasfemos y sacrílegos ¡¡¡maestro Cortés!!!

    Antonio respiro profundamente y salió del lugar, mientras la monja destruía el pasillo intentando golpear a Edgardo…


    ¿Así que estarás con migo?, soy taaan feliz – dijo Liliana mientras escuchaba las palabras de Juan – pero creí que no sabías nada de magia.

    Bueno, no tengo una certificación, pero en mis viajes no he estado totalmente ocioso – contestó Juan, además se supones que estaré con el mejor maestro.

    Sí, es verdad, ¡es tan lindo!, cuando lo veas ya verás que seréis los mejores amigos, es muy amable y sabe mucho mucho, de alquimia, y de muchas otras cosas - decía Liliana con una expresión de admiración.

    Hey, ¡no tan rápido! que me haces dar celos – dijo Juan con una expresión no tan afable

    No seas tontito – contestó ella cruzándose de brazos – ¡él es como un hermano mayor para mí!, “uno que si sirve para algo”, es solo que es diferente de los demás maestros, porque no nos subestima.

    Interesante – dijo Juan, mientras se terminaba de colocar la chaqueta del uniforme – ¿que tal?

    Eres el más apuesto de todos aquí – dijo ella abrazándolo, mientras empinaba sus pies para besarlo.


    Jojojojo, eres extremadamente responsable – dijo el Gran Consejero, mientras leía los documentos preparados por Antonio – aunque la verdad es que no era necesario que planearas tantos detalles.

    Su excelencia, era necesario – contestó Antonio con una expresión de seriedad – ustedes me piden que realice algo que en verdad no deseo. Intuía de qué se trataría este curso, pero cuando me entregaron las especificaciones lo confirmaron. Piroquinesis de nivel 3 es una materia de combate, y la mayoría de estos chicos no han matado ni una rata. La verdad es que dudo que alguno apruebe.

    El Gran Duque nos ha dejado a un observador que verifique sus métodos maestro Moncada – repuso el Gran Consejero con una mirada penetrante.

    Si, lo sé - contestó Antonio – pero solo aprobaran esta materia aquellos que estén preparados para enfrentar un combate real y sobrevivir, por ello, solo deseo a los mejores. A demás de un hechicero especialista en agua y curación.

    Ya veremos lo que podamos hacer por sus peticiones maestro –contestó el Gran Consejero – por lo pronto, la ubicación que seleccionó para la cátedra ha sido aprobada sin problemas, y de hecho, el consejo lo felicita por haber encontrado un lugar con tan inusuales propiedades en la propiedad de esta universidad

    El crédito no es mío su excelencia – contestó Antonio – el maestro Edgardo encontró el lugar hace varios meses y me llevó a mí para investigarlo

    Si, un hechicero especializado en la quinesis de Tierra y un alquimista – dijo el gran consejero – si ustedes no pueden identificar las propiedades de unos minerales, nadie podría.

    Gracias, Gran consejero – dijo Antonio – ahora con su permiso … - sin embargo antes de abrir la puerta – su excelencia, en cuanto al otro asunto que le mencioné

    Los sacerdotes del imperio Mextze que residen aquí como embajadores niegan el incidente, o eso me dijo el Virrey – dijo el Gran Consejero – podría tratarse de un nativo disidente o de un fanático intentando encender los ánimos de un conflicto, quien sabe – luego el Gran consejero se levantó, mientras observaba a su pequeña biblioteca – algunas castas guerreras del imperio de Mextze consideran nuestra presencia aquí un sacrilegio para su diosa de la Tierra – luego, volviendo a mirar a Antonio con más pena que otra cosa – desafortunadamente no pudimos identificar al intruso, aunque de igual forma “esa cosa” ni puede salir de aquí, ni puede ser leída por nadie, así que no hay de qué preocuparse. Aunque debo admitir que no poder destruirlo es un gran inconveniente.

    Ya veo – contestó Antonio rehuyendo la mirada del Gran Consejero.



    Mientras tanto, en el campanario de la Catedral principal de Santafé, dos hombres encapuchados se encontraban observando la ciudad.

    Entonces ¿los rumores son verdaderos? – dijo uno de los hombres, hablando en el lenguaje autóctono del imperio de Mextze.

    El libro no puede ser destruido, no puede ser leído, y no puede ser sacado de la biblioteca – contestó su compañero – la única forma de leerlo es con un ritual de sangre, pero para eso, debemos tener el control de la biblioteca.

    Eso sería la guerra con estos barbaros barbados de pieles claras – contestó el primer hombre que tenía una voz más cascada y envejecida

    Tal vez es lo que desea el Gran Huichilopoztli – contestó el hombre más joven

    Ja ja ja ustedes los guerreros Águila siempre tan tenaces – dijo el anciano – pero aun deberíamos intentar otros medios de lograr nuestros fines, nuestra alianza con los barbaros barbados aun nos puede ser útil.

    ¿En qué? – preguntó el guerrero águila – ya hemos copiado y mejorado la mayoría de su tecnología militar, mientras que ellos aún no dominan toda nuestra sabiduría, los dones de nuestro gran dios no se comparan a su pobre imitación de la magia.

    Lo sé –contestó el anciano – pero el emperador se ha aficionado a eso que llaman vino galo y no cortará sus rutas comerciales con los occidentales sin un buen motivo

    ¿Qué mejor motivo que el arma definitiva que nos dará el domino del mundo? –preguntó el Guerrero Águila

    Eso sería si nuestro emperador fuera joven e impetuoso – contestó el anciano – pero creo que ahora prefiere sentarse en el trono y beber vino a embarcarse en una guerra real.

    Yo ya estoy cansado de la farsa de las Guerras Floridas – contestó el guerrero Águila

    Calma – dijo el anciano – intentémoslo a mi manera, si no funciona, igual nuestro emperador ya es viejo, y seguramente nuestro joven príncipe será ávido de gloria. Por ahora, dejemos que estos ilusos duerman tranquilos por esta noche.

    No tanto – contestó el guerrero Águila, mientras sonreía sarcásticamente y observaba cierto grupo de edificaciones al norte, donde se veían luces encendidas y una gran algarabía
     
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    Capítulo 6. El banquete

    Enano!, dijiste que me invitarías a un lugar alegre, con muchas mujeres hermosas, donde podría dejar de pensar en ¡¡ella!! – dijo Antonio haciendo mala cara.

    Puessss, estamos en un lugar alegre, lleno de mujeres hermosas – contestó Edgardo riéndose del malestar de su amigo.

    Las mujeres que aquí son nuestras estudiantes ¡maldito imbécil! – repuso Antonio exasperado, mientras observaba la actividad del gran salón, un lugar bastante amplio muy bien decorado, en ella, los caballeros de la más alta sociedad se encontraban bailando con varias doncellas, varias de ellas alumnas de la Universidad de San Alberto Magno.

    Se trataba de un festejo hecho por un tal don Joaquín Mendoza como una recepción para los miembros de la aristocracia local, incluyendo a todos los maestros de la Universidad.

    Hey, no te aflijas – contestó Edgardo – a demás después de unos cuantos tragos algunos salimos de aquí, relájate y bebe algo gordo.

    Los dientes de Antonio rechinaron un instante – no me fastidies, sabes que no bebo, mejor me iré a tomar algo de aire fresco.


    ¡Hola amiga! – dijo Liliana abrazando a una compañera – tu siempre tan hermosa, y tu cabello es tan rubio, muaaaaaa.

    ¡Otra vez tú! – Contestó la amiga de Liliana – tu, tu, tu – luego esbozando una leve sonrisa que ocultó inmediatamente de Liliana la miró a los ojos – tu, tu, tu, que sería el mundo sin tu estupidez, mi mundo sería siempre muy gris.

    Aichh, ¿porque siempre usted así?, nooo Andrea, póngale más animo a la vida – dijo Liliana.

    Es fácil decirlo – contestó Andrea – tú no has estado allí

    Allí, ¿dónde? – preguntó Liliana

    En Iberia – contestó Andrea – a pesar de que mis padres son nobles, y de que he recibido la mejor educación, ningún chico quiso acercárseme, es más, a mis espaldas todos me llamaban ¡manchada por la tierra! – dicho esto Andrea se hecho a los brazos de Liliana rompiendo en llanto.

    Cálmate amiga – dijo Liliana – es posible que muchos de esos no sean más que personas sin magia, envidiosos de tus grandes habilidades.

    Las grandes habilidades son para las sacerdotisas o para las monjas – contestó Andrea

    Cálmate, cálmate – repuso Liliana – ya encontrarás a un chico bueno, ¡como el mío!, él también es de Iberia y no le importa que yo también sea una “manchada por la tierra”

    ¿Así que aquí están las dos que piensan que conquistaran al mundo consiguiendo marido? – dijo Natalia encogiéndose de brazos y con una mirada seca, las tres estaban vestidas ricamente, con vestidos largos de salón, aunque con los brazos descubiertos, y ricas joyas.

    Tal vez algunas no queremos vestir santos – dijo Andrea

    O acosar a los maestros lindos – repuso Liliana

    Jam, a mí no me interesan para nada los hombres – dijo Natalia, pero en ese momento observó la silueta de Antonio pasar por en medio de la multitud como alma que llevaba el diablo. “¿Que hace aquí?”.

    Miren, si tenemos a las doncellas más hermosas de todo este lugar – dijo Juan mientras abrazaba a Liliana.



    Unos minutos antes, Antonio se encontraba observando fijamente uno de los gigantescos candelabros del salón. Era extraño, siempre se perdía en sus propios pensamientos al ver el plasma de una flama encendida que manipulada y domada por los humanos servía para iluminar sus vidas, olvidando por un instante que en cualquier momento, aquella inocente fuente de felicidad podría devorar sus fortunas y sus vidas, cuando, lo sintió.

    Aquella sensación casi olvidada, lejana en su pasado, pero sobre la cual tuvo que vivir constantemente en su pasado, como un aliento despreciable a dientes podridos, sentirla le daba asco, pues muy en su interior el también resguardaba los fragmentos de algo semejante, era sed de sangre.

    “¿Sed de sangre?” pensó Antonio, observando para todas partes, aunque lo único que lograba ver no era más que cuerpos moviéndose al son de las flautas los violines y los tambores. Entonces se dirigió rápidamente hacia uno de los balcones, sin percatarse de nada mas, algunos compañeros de trabajo lo saludaron, pero el siguió caminando completamente absorto en sus pensamientos.

    En el balcón, Antonio observó a un grupo de hombres vestidos con ruanas muy amplias que ocultaban la totalidad de sus torsos con sombreros de paja de ala ancha y bufandas que les tapaban el mentón, aunque no todos, algunos de ellos emitían esa hedionda sensación a sed de sangre.

    Al verlos, Antonio ingresó nuevamente a la mansión, muy tenso.

    “¿Que voy a hacer?” se preguntó Antonio “sin duda lo que intentes esos idiotas está condenado al fracaso, este salón está lleno de hechiceros de un nivel superior, maestros como el enano o como yo, entonces, ¿cómo? (…) a menos que”

    Así que usted es el maestro Moncada, es un verdadero honor conocerlo, mi querida Liliana me ha hablado mucho de usted – dijo Juan interrumpiendo los pensamientos de Antonio.

    ¿Disculpe? – fue lo único que pudo contestar Antonio al salir de sus pensamientos.

    Discúlpeme, creo que fui un poco rudo, mi nombre es Juan de Alvarado y García – dijo Juan – es un verdadero honor

    Uno de los hijos del Conde de Pastrana – dijo Antonio, mirando a Juan directamente a los ojos, quien a su vez mantuvo la mirada. La situación era algo tensa, pero en ese momento apareció Liliana, como de un salto echándose al brazo de Juan, quien a penas se pudo acomodar para no caerse, aunque con una expresión bastante alegre.

    “Ja, realmente me gustaría jugar al triangulo incomodo, niña, pero en estos momentos simplemente no tengo tiempo” pensó Antonio, sin saber qué hacer para zafarse a aquellos dos sin sonar hostil.

    ¿Me disculpan un instante? – Dijo Antonio con cara de estúpido – es que… tengo que ir al baño, jajajaja – dicho esto, se alejó de ellos, quienes no comprendieron completamente su actitud, aunque simplemente sonrieron.

    ¡Qué lindo! muaaaa – dijo Liliana bastante alegre sin poder evitar sonreír

    Si, ahora entiendo a lo que te refieres, en verdad hace unas caras muy graciosas – dijo Juan con la mano en el mentón – habría hecho una fortuna como bufón de la corte, pero en eso Liliana lo arrodilló de un codazo – ¡¡auuuuu!! ¡Eso duele!, ¿Por qué hiciste eso?

    ¡Porque fuiste irrespetuoso! – dijo Liliana

    Cálmate, ¡lo dije como cumplido! – Contestó Juan – dejémoslo en que es algo excéntrico.

    Todos se pasaron la actuación, todos, menos una sola persona que siguió a Antonio. Natalia salió tan rápido como pudo del salón, pero justo en el instante en que ella dejó el lugar, las puertas de este se serraron a sus espaldas, lo cual era extraño, pero decidió seguir a Antonio, quien para esas alturas obviamente no se dirigía al baño más cercano de la mansión. Luego, sonó el disparo de una pistola de pedernal, de las que usaban los guardias civiles.


    En el salón, varios sirvientes sacaron dagas y pistolas, el plan había sido orquestado magistralmente, ya que habían inutilizado a la gran mayoría de magos o aprendices con una daga al cuello, lo cual incluía a Liliana. Juan estaba enfurecido, pero uno de los atacantes simplemente le había amenazado con cortarle el cuello si se acercaba un poco más.


    Varios hombres armados con machetes, dos con pistolas y uno con un fusil ingresaron a la mansión como una masa furibunda, con antorchas, con consignas de independencia.

    Natalia escuchaba la conmoción, pero no pudo evitar seguir adelante, si Antonio era uno de los conjurados, o quizás su líder ella lo sabría y si fuera necesario lo enfrentaría, aunque el fuera muy poderoso. Siguió adelante, y se encontró con una imagen que pareció confirmar sus sospechas. Antonio se encontraba en un pasillo angosto, y frente de él se encontraba la turba, los hombres lo veían sin moverse y sin decir nada.

    ¡Hola! – dijo Antonio con una sonrisa en el rostro a los hombres.
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Hola amigo, empeze a leer el prologo y el primer capitulo, debo de admitir que me esta llenando intriga y seguire leyendo :D
    Me esta gustando la manera en que escribes la historia y describes los lugares.

    Lo que no me gusta es el echo de que usas guion corto, cuando debe ser largo. Eso haria que la historia fuese mas llamativa y un poco mas facil de leer. Y no es escusa, ya que puedes copiar el guion adecuado de otra historia o simplemente apretar al teclado Alt mas - (menos, del teclado numerico) y listo!

    Al principio de cada dialogo se pone igual un guion, para diferenciar el escrito y dialogo del personaje ademas de que se ve mucho mas profecional.

    Seguire leyendo, solo espero ver un poco mas de estetica en ese punto. Sobre la ortografia, bueno, no soy la indicada para hablar de ello, pero creo que esta bien.
     
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    Capítulo 7. La trampa de una araña

    –¿Qué significa esto? – dijo como loco el anfitrión de la fiesta, don Joaquín como enloquecido,. Mientras veía como cada uno de sus más prestigiosos invitados, los grandes magos de San Alberto Magno eran amenazados con una daga en el cuello por su propia servidumbre, en un solo instante pasó de sentirse como un pequeño rey en su pequeño palacio rodeado de verdaderos nobles, a senrtirse como un miserable canarito, cuya jaula de oro se hacía cada vez más pequeña.

    –Cálmate viejo – interpuso Edgardo bastante relajado a pesar de ser uno de los más asediados, tenía a tres sirvientes alrededor suyo, uno con una daga en la nuca, otro con una daga en el costado y a otro con una daga en el vientre – a decir verdad tu fiesta era un poco aburrida, déjanos disfrutar esto a aquellos que no hemos vistió un campo de batalla en meses –

    –Silencio chapetón – gritó una sirvienta – ustedes que roban, ustedes que se llevan todo de ¡nuestras tierras!, ¡ladrones! ¡Usurpadores! –

    –Eso es una gran verdad – contestó Adgardo sonriendo – y realmente los admiro a ustedes por su intento, y al mismo tiempo me dan un poco de lastima –




    Antonio suspiró, como cuando se encontraba ante un curso de estudiantes rebeldes a los que hay que soportar con mucha paciencia - ¿Qué intentan hacer? Saben acaso lo que les pasará a sus familias, amigos o conocidos? El comandante de la guardia es bastante temperamental con las ¡insurrecciones armadas!, no sean tontos, a muchos de ustedes los he visto los sábados en la plaza, vendiendo tranquilamente, viviendo una vida simple, ¡pero pacifica! –

    –¿Que sabes tu maldito chapetón de nosotros? – gritó uno de los hombres – ¡tu eres uno de los ladrones que roban el fruto de nuestro trabajo! –

    –Lo sé – contestó Antonio cerrando los ojos y quitándose los lentes – pero también se esto, el plan que ustedes tienen ha de fallar –

    –Con media nobleza encerrada aquí, ¡tendrán que reconocernos! – gritaron los hombres

    –Ustedes no tienen nada – contestó Antonio – su plan se fundamenta en reglas y limitaciones que no afectan a todas las personas –

    –¿Qué sabes tú de límites? – dijo el hombre del mosquete mientras lo apuntaba a quema ropa directo en la frente de Antonio

    –Bueno, supongo que no puedo deteneros – respondió Antonio – solo una advertencia, lo que se encuentra al final de ese pasillo no es más que una cueva de lobos hambrientos exiliados en esta lejana parte del mundo debido a algún error, o a alguna penitencia, si queréis seguir adelante – dijo Antonio dejando el camino libre – sin embargo, esos dos hombres no pasarán –

    Los hombres que Antonio señalaba era una pareja, que parecían hermanos, en el momento en que Antonio los señaló se pusieron muy nerviosos, tanto que arrojaron los machetes y se metieron las manos a los cinturones para sacar un par de pistolas, que dispararon inmediatamente. Los proyectiles no le dieron a Antonio, en parte al nerviosismo del mar de mocosos y en parte a que la puntería de ese tipo de armas era por naturaleza paupérrima. A pesar de eso, el segundo disparo rosó la frente de Antonio lo suficiente como para hacerlo sangrar.

    Antonio a pesar de ello no se inmutó, permaneció con los ojos cerrados, mientras que el resto de los conjurados veían al par de chicos con estupefacción.

    –Secuestrarnos a todos, sacarnos de la ciudad a sangre y fuego, escondernos en el campo, cobrar rescate por nosotros y liberarnos en un lugar seguro, dejando de lado a los magos con algunos de sus compañeros como sacrificios – dijo Antonio – el que haya pensado que esa quimera tan complicada funcionaria o es un inepto o un soñador –

    El rostro de Antonio era serio y su mirada profunda, tanto así que causaba temor, los hombres levantaron sus machetes, pero entonces Antonio les dio la espalda – está bien, no puedo persuadirlos, entonces los guiaré a su propia perdición –

    –Como si tuvieras opción chapetón – dijo uno de los hombres con el mosquete, colocándoselo en la espalda – avanza –

    Antonio avanzó por el pasillo con las manos en lo alto, y entonces Natalia apareció completamente enojada – lo sabía, ¡tú estás guiando a estos rebeldes! –

    –Si lo notas tengo un mosquete en la espalda – contestó Antonio con una mirada aguda, para luego sonreír con cara de estúpido – ni los mejores magos son inmunes a un proyectil de plomo en la espalda –

    –¡Tu!, ¡pudiste detenerlos! – gritó Natalia fuera de sí, preparándose para la batalla.

    –¿Y dañar las alfombras de esta exquisita mansión con la sangre de hombres que tal vez están siendo manipulados? – interpuso Antonio de manera bastante sobrada, como si fuera el sermón de un maestro a un alumno – lo siento niña, pero esa época ya la pasé –

    Dador de vida – Dijo Natalia concentrándose

    Antonio se llevó la mano a la frente – No te enseñaron eso para esto – dijo Antonio – además – diciendo esto Antonio puso su mano en la pared, y al instante una inmensa red de círculos mágicos iluminó toda el muro, con complicados patrones en el angosto pasillo – existen formas de resolver los problemas – mientras decía esto, los círculos proyectaron una gran cantidad de seda pegajosa que dejó a todos los hombres inmovilizados, pero intactos – de resolver un problema tan simple como este –

    Natalia quedó completamente sorprendida, mientras Antonio simplemente sus piraba con los ojos cerrados – se los dije!, la alquimia es más rápida que la quinesis, señorita Hernandez! –

    –¿Qué hizo? – preguntó ella

    –Una trampa, ¿que no vez el accionador aquí? – dijo Antonio señalando un circulo de alquimia bastante pequeño, con varias líneas curveadas que lo conectaban al resto de patrones – ahora no es que me guste dibujar en una pared como un niño de 5 años, pero hay veces en lo que hay que hacer, lo que se tiene que hacer – al decir esto, Antonio le mostró a Natalia una pequeña tiza de mineral de Tlaloc que tenía en la mano – jamás salgo de casa sin una. Ahora bien, ¿me crees que estoy de tu parte? –

    –Bien, le creo – dijo Natalia bajando la guardia - ¿pero qué hay de los maestros en la fiesta? –

    –En verdad eres solo una niña ¿no? – Dijo Antonio con confianza – ¿liebres que amenazan con sus largos dientes a lobos hambrientos?, ja, tan solo espero que a ninguno se le ocurra manchar las preciosas alfombras de ese lugar con sangre, ese olor nunca se quita – dicho esto Antonio avanzó a un lado de Natalia sin prestarle más atención.
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Owo interesante, se me hizo corto el capitulo, que buena aventura. Que pasara despues?
    Me alegra ver sobre los guiones. Espero el proximo capitulo.

    Ahora errores que pude notar. Algunas palabras tienen letras comidas o una letra que no es. Eso suele suceder, los dedos son traisioneros xD. Nada que releerlo antes de colgarlo no solucione.
    Cuando al final de un dialogo es punto y aparte, no va guion.
    Leer libros es bueno para aprender esos detallitos.

    P.D La manera en que narras y te expresas me cautivo.

    Nos vemos.
     
  12.  
    joseleg

    joseleg Usuario común

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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
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    Capítulo 7. Una masacre.

    Los civiles en la fiesta eran amedrentados con dagas de lejos, pero los maestros de alquimia o de magia por el contrario se encontraban completamente rodeados. La única estudiante que se encontraba en un predicamento similar era Liliana, muy al pesar de Juan, que no sabía qué hacer.

    –Si te mueves ¡la mato! – dijo uno de los atacantes a Juan.

    –Si la matas, conocerás toda la ira de un noble – contestó Juan

    –Ja, jajaja, eso ya lo hemos sentido, muchas veces principito – contestó el hombre de manera burlona y sarcástica – muchas veces, así que una vez más ya no me interesa.

    –Cálmate niño – dijo un hombre gordo, tan alto, que los atacantes tenían que amedrentarlo con una espada mediana en el vientre, como pudieron ocultar algo así fue un verdadero arte de ingenio, una mesera llevaba una bandeja de plata bastante amplia sobre una fina capa de ceda, cuando se acercó al sujeto, al igual que un matador de toros, sacó la espada que llevaba debajo del pedazo de seda roja – mantén el temperamento hasta que llegue el momento de las explosiones! –

    –Que aburrido es esto – contestó un hombre delgado, vestido de negro, con un rostro afilado y un largo cabello lacio muy oscuro, sus ojos de un azul pálido no mostraban simpatía por nada o por nadie – ellos han perdido la iniciativa.

    –Silencio ¡chapetón! – dijo el hombre que le mantenía la daga al cuello, hundiéndola lo suficiente para sacar un hilillo de sangre.

    –¿A eso le llamas un corte de advertencia? – dijo el hombre delgado sonriendo mientras un leve torbellino de viento soplaba desde el suelo, ondeando su largo cabello, así como las faldas de las mujeres cercanas a ellos.

    –Calmase maestro Romero – dijo una mujer de unos 40 años de edad, de rostro sereno y una cabellera cobriza que estaba complicadamente amarrada en una moña con diferentes piedras preciosas que servían de decorado, a pesar de su aire de autoridad y autosuficiencia, era realmente muy hermosa – ¡no deseamos una masacre indiscriminada en este lugar! –

    –¡Silencio! – dijo otro de los hombres que tenía la daga justo detrás de la nuca de la mujer – hablas mucho para estar en una situación tan mala!

    Todo se hizo silencio por un rato, hasta que se escucharon dos disparos de pistolas, y luego nada. Por un instante, los rostros de los agresores se llenaron de esperanza, era obvio que esperaban refuerzos (…) pero pasó el tiempo, pasaron y pasaron los minutos sin que nada pasara, y muchos comenzaron a perder la paciencia.



    Mientras tanto a fuera del lugar, se encontraba Antonio, con los brazos cerrados, mirando la situación con una mirada de seriedad.

    –¿Por qué no hace nada? – preguntó Natalia que en ese momento lo alcanzó – Liliana está allí, también Andrea, Alberto, Leonardo y Carlos!!, son mis amigos, y ellos lo consideran a usted como uno!, ¿por qué no hace nada?

    Sin embargo ninguna de esas palabras, parecían inmutar a Antonio, quien seguía allí de pie. Luego de un momento, Natalia decidió avanzar por ella misma, pero justo antes de que sus labios pronunciaran el primer encantamiento Antonio movió la cabeza y con una mirada la detuvo.

    –Muy interesante tu plan, “niña”, pero, me pregunto, después de que ingreses heroicamente e inhabilites al primer enemigo que tengas en frente, ¿qué harás? – dijo Antonio – ¿cuánto tardarías en poder realizar un segundo hechizo y evitar un contraataque?, ¿estarías dispuesta a desencadenar una masacre si alguno de los secuestradores se asusta y accidentalmente mata a uno de tus queridos amigos?, ¡piensa!

    –¿Y que sugiere que hagamos? – preguntó Natalia

    –Esperar a que los lobos hagan su movimiento – contestó Antonio – ni yo soy todo poderoso como para ingresar por una ventana a lo Don Quijote atacando a diestra y siniestra, ni los que están allí son debiluchos. Tan solo espérate y cálmate.


    Mientras en el interior, los secuestradores seguían poniéndose cada vez más y más nerviosos hasta…

    –¡Hermano!, ¡cuando va a llegar el jefe! – dijo uno de los hombres que se encontraba frente a Edgardo.

    –¿Qué te pasa niño? – preguntó Edgardo colocando intencionalmente su frente contra la daga – tienes miedo?, tus manos tiemblan, tu rostro suda, esa no es la mirada de un verdadero soldado –

    –Déjalo en paz Edgardo – dijo el hombre gordo de casi dos metros, mientras llevaba osadamente su brazo a una bandeja de plata de la cual tomó una gran pieza de pollo, y sin importarle lo que pudieran hacerle comenzó a comerla.

    –Sí, sisisi, silencio, ¡GORDO! – dijo la secuestradora con la espada en el vientre.

    Edgardo alargó la cabeza apesadumbrado “y hasta aquí llegó la diversión del suspenso” – deberías salir por esa ventana para salvar tu vida, niño – y mientras Edgardo cerraba los ojos para evitar contemplar el horror que se les venía encima, una pequeña explosión, en el mismo vientre de la mujer la convirtió en una masa de sangre, que salpico a la mitad del recinto.

    Un instante tardó, un instante que parecía eterno, como una realidad alterna a la que todos quisieron escapar, una realidad en donde lo que acababa de suceder no sería posible, no por lo menos con una mujer, a pesar de todo, la sirvienta era joven y bastante hermosa, como para terminar de ese modo tan brutal, sin embargo, había llamado gordo a alguien demasiado peligroso. Las mujeres se llevaron las manos mirándoselas, mientras los vestidos se encontraban salpicados de sangre, mientras que los ojos de aquel hombre resplandecían con una ira inmensa.

    Luego, fue el caos, un grito de histeria, mientras se escuchaban los sonidos de la magia desencadenarse.

    Los que atacaron a Edgardo, descubrieron que las débiles cuchillas de mala calidad que habían conseguido no podían rozar su piel, la cual era tan dura como el hierro, ellos fueron los más afortunados, terminaron en el suelo con los brazos y las piernas rotas.

    El hombre delgado desgarró todo lo que se encontraba a su alrededor con vientos que lo cortaban todo. Mientras que la mujer se acercaba a los heridos que necesitaran atención.

    En menos de 5 segundos, todos los secuestradores, menos el que tenía retenida a Liliana fuer aniquilados o derrotados. El temor en su corazón fue tan grande, que Juan pudo avanzar con gran velocidad y desarmarlo de manera segura sin que Liliana sufriera el menor rasguño.



    Antonio se encontraba fuera del salón, cuando de pronto una explosión en el interior del lugar sacudió todo, Natalia quiso entrar pero el interpuso su mano, hasta que de las puerta el cadáver de uno de los secuestradores salió volando para luego descomponerse debido a finos cortes que lo dividieron en 9 secciones diferentes. Al ver esto, Natalia entro en shock, pero antes de que la histeria se apoderara de ella, Antonio la retuvo

    –¿Vas a llorar? – Repuso Antonio con tono severo – ¿no es esto lo que tanto querías que yo hiciera con los idiotas que están retenidos más atrás? – pero al decir estas palabras, la mirada perdida de Natalia no conecto con la de él, a pesar de la fuerza de su mirada ella estaba tan aterrada que deseaba desconectarse, pero Antonio la regañó nuevamente, señalándole el cuerpo que estaba a sus pies – mira, contempla, este es el fruto de nuestro poder, el poder de nuestro imperio, dispensar vida y muerte a voluntad, también es mi poder, ¡y poco a poco también será el tuyo! – Dicho esto, Antonio la soltó, Natalia parecía haber recobrado el sentido, aunque aún se encontraba completamente abstraída de aquella situación – este, es el producto de la sed de sangre – dijo Antonio poniendo su brazo derecho en la cintura, como si fuera un mayordomo, y girando hizo un gesto con el brazo como si la invitara a seguir a una reunión.

    “¿Sed de sangre?, yo?” pensó Natalia, y sin darse cuenta, vio su rostro en un espejo, aunque su mirada no reflejaba la mueca de satisfacción saca que ella identificaba con la sed de sangre, de algún modo ella sintió que su rostro adquiría tales facciones, y en ese momento se derrumbó en llanto, mientras que frente a ella la imagen era realmente dantesca. Aunque ninguno de los invitados resultó siquiera herido, todos los muertos y heridos fueron sin variable alguna, los secuestradores, una operación limpia desde la mayoría de los estándares militares, pero que de algún modo no resultaba agradable, no para los que aún tenían cierto sentido común o de humanidad en su corazón.

    El hombre gordo estaba arrodillado, sin creer lo que había pasado, mientras que Edgardo permanecía impávido, con una expresión como cincelada en mármol.

    “Sin duda ahora recuerdo porque me fui de los Tercios” pensó Edgardo observando aquel lugar “Me preguntó si la Sagrada Diosa nos perdonará por este y muchos otros crímenes que hemos cometido”
     
  13.  
    joseleg

    joseleg Usuario común

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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    Capítulo 8. ¡Eres lento!.

    “Existen tres niveles para la magia, primero están los magos que utilizan encantamientos y poses de manos para realizar sus hechizos, de esta manera concentran su poder mágico y hacer más fácil que la energía fluya por sus cuerpos, pero al costo de una gran lentitud. Luego están los magos de manos, aquellos que solo necesitan señalar la dirección de un encantamiento, y finalmente, en la cumbre de la hechicería se encuentran los más poderosos de todos, los magos del pensamiento, aquellos que pueden ejecutar muchos hechizos simultáneamente, y pueden lanzarlos desde cualquier parte de sus cuerpos hacia cualquier dirección”, profesora Isabel Castrillón viuda del Márquez de Spinola, introducción a la magia, primer año de magia avanzada, Universidad de San Alberto Magno 1830.


    –¡Maestro Antonio!, ¡lo queremos mucho! – decía Liliana, mientras Antonio se aproximaba al campo de entrenamiento, una zona bastante amplia, con 5 enormes monolitos que enmarcaban una especie de riachuelo rocoso muy poco profundo “no alcanzaba ni a mojar unas sandalias.

    Antonio observo al grupo de jóvenes con algo de tristeza, si mucha alegría, demasiada como para poder entender lo que había pasado solo unos días atrás.

    “¿Algún día recordaran lo sucedido?” pensó Antonio mientras tomaba aire mientras recordaba lo que había sucedido.

    “La imagen sangrienta en frente de Natalia no la dejaba expresar ni una sola palabra, era verdad, sin duda alguna, era cierto, ella había deseado que Antonio le hiciera lo mismo a los hombres que habían intentado ingresar por la fuerza a la mansión, pero, las consecuencias nunca las había imaginado, no de ese modo. De algún modo, de alguna infantil forma siempre había pensado en la batalla como algo mas glorioso, ja, como si el acto de hundir una espada en un cuerpo no liberara sangre, como si cuando le dispararas a alguien, el simplemente se pusiera la mano en la herida la cual permanecería seca y simplemente se desmayaría de dolor.

    No solo ella, muchos de los más jóvenes y de las mujeres en el interior del salón estaban en el mismo estado, Juan se encontraba abrazando a Liliana impidiéndole ver lo que había sucedido. Sin embargo, los hidalgos no estaban igual, y aunque la escena les parecía un poco barbárica, al mismo tiempo sentían que era algo bueno, que ese poder seria tarde o temprano el que ostentarían sus propios descendientes, que este sería el poder del imperio, y que sus hijos serian reconocidos por encima de muchos nobles en la península.

    –Esto podría poner en peligro el funcionamiento normal de nuestra universidad – dijo la voz de un anciano justo detrás de Antonio, quien se encontraba sentado en el suelo, observando con tristeza el modo en que había acabado todo – ¿consideras acaso que pudo haber terminado de otra forma?.

    –Cada quien busca su destino – contestó Antonio cerrando los ojos – aunque hubiera intentado otra cosa, el resultado sería el mismo, no tengo el poder suficiente anciano –

    –Jo j ojo, siempre te subestimas joven – dijo el anciano que avanzó acercándose a Natalia, luego, él la tocó en el hombro gentilmente, y al hacer esto ella lo observó, se trataba del Gran Consejero – ¿cómo te encuentras joven doncella?, ¿piensas acaso que este acto es horrible? ¿Los condenarías a ellos por ello?

    –No puedo – contestó ella balbuceando con la mirada extraviado y temblando de los pies a la cabeza – no puedo, porque yo también quería que terminara así, yo, yo, yo también quería que… es mi culpa…. –

    –Es mejor que duermas joven doncella y olvides todo esto – contestó el Gran Consejero mirando los ojos con mirada extraviada de Natalia.

    –¿Intentarías hacer lo mismo con migo anciano? – preguntó Antonio

    –Pareces menos cortes que de costumbre – repuso el Gran Consejero – Jo Jo Jo

    –No ha respondido mi pregunta anciano – inquirió Antonio quien posaba su mirada nuevamente en el salón, mientras que algunas personas comenzaban a organizar a todos los que en su interior se encontraban.

    –Olvidar es un acto que solo es posible cuando comprometes tu voluntad en ello, solo los que deseen olvidar para escapar de dolor pueden ser liberados, y solo en ellos puedo usar mi poder – contestó El Gran Consejero, en alguien como tu, nunca funcionaria, nunca abandonas nada, ningún recuerdo, ningún detalle, ninguna habilidad, tal vez por eso eres uno de mis mejores alumnos, sin no el mejor.

    Mientras los dos decían esto, Natalia perdió la conciencia y se derrumbó en los brazos del viejo, quien la dejó sobre la pared para que descansara.

    –Bella joven – dijo el anciano

    –Lo es en efecto – contestó Antonio malhumorado

    –Es una lástima que su sangre sea mestiza, de lo contrario, podría convertirse en una sacerdotisa muy respetada – dijo el gran consejero – atrapaste a algunos, ¿no es así? –

    –Si – contestó Antonio de mala gana

    –Eso será excelente –”


    “Y así, el incidente fue manipulado, aunque se dijo una verdad medias, se ensalzo a los miembros de la Universidad que intervinieron en las acciones de los secuestradores derrotándoles o deteniéndolos, se ocultó sus muertes sangrientas en la versión oficial, aunque no se puedo resistir a la idea propagandística de que si te metes con un mago tendrías una muerte horrible. En unos cuantos días, el incidente fue conocido como La Noche Escarlata, y a nosotros como los Maestros Escarlata por extensión. Todos los chicos decidieron olvidar, así como la mayoría de los invitados a la fiesta, todos pensaron que no había sucedido nada, incluyendo, por supuesto al dueño de la mansión a quien se lo mando al gran puerto de Cartagena en una falsa misión de diplomacia por sus supuestas influencias. Me pregunto, si algunos de estos niños nos perdonara cuando recuerden todo”

    –¿En qué piensa profe? – Preguntó un alumno

    –Nada, nada – contestó Antonio sonriendo, mientras avanzaba al centro del grupo, allí se encontraban todos los alumnos de último año, los mas fuertes de todos.

    –Profeeee – gritaba Liliana quien se encontraba al lado de Natalia y Andrea – ¡no olvide que lo queremos mucho! –

    Antonio sonrió – yo también los quiero mucho a toooodos ustedes, ahora a trabajar – luego de esto Antonio levantó la mano – bien, comenzaremos con piroquinesis de nivel 3, para ello me gustaría que alguien recordara lo que han aprendido antes!

    Todos se miraron, hasta que Carlos, un estudiante Rubio bastante agudo respondió con aire imponente –en el primer nivel aprendimos a usar la magia de fuego y algunos encantamientos, y en el nivel 2 aprendimos a utilizar todo el poder de nuestra magia – contestó el con algo de arrogancia, ya que el poder de las explosiones que podía generar sobrepasaba incluso al de muchos profesores – luego, girando su cabeza con un tono de desdén ante Antonio – ¿que nos puede enseñar usted? ¿Maestro de alquimia? –

    –Es cierto, muy cierto – dijo Antonio con los ojos cerrados – estoy seguro que puedes hacernos una demostración, ¿cierto?

    Carlos se apartó arrogantemente del grupo dirigiéndose al centro de la zona de entrenamiento.

    Flamas en frente de mí se encuentra – dijo Carlos levantando ambas manos, mientras que, su tatuaje comenzaba a resplandecer por debajo de su chaqueta – lo que devorar deseas, atiende a mi llamado – y al decir esto, las venas de su piel se brotaron, en ese momento se dio cuenta de que sucedía algo anormal – consume a mi mandato – Dicho esto una esfera de plasma se materializó en medio de sus manos y salió volando, ejecutando un movimiento parabólico de unos 9 metros, generando una pequeña explosión semejante a la de una bola de cañón bastante grande “del tamaño de una bola de bolos”.

    Todos comenzaron a reírse, ya que para alguien tan arrogante, el tamaño de esa exploci´n era bastante promedio, Carlos a demás miraba sus manos, la ejecución del hechizo de fuego mas simple le había costado más de lo normal.

    –¿Y bien? – Dijo Antonio – ¿puedes repetir la azaña? –

    –¿A qué se refiere? – preguntó Carlos

    –Vuelve a hacerlo – dijo Antonio

    –¡No puedo hacerlo de inmediato! – Contestó Carlos – debo esperar, ¡unos cuantos segundos! –

    –Sí, unos cuantos segundos – dijo Antonio con una risa sarcástica, la cual tanto Liliana como Natalia y algunos de los alumnos que habían estado bajo su tutela en el pasado conocían bastante bien, iba a demostrar un punto – generalmente un mosquete en las manos de un soldado hábil se recarga entre 20 y 30 segundos, ¿me está diciendo que un hábil hechicero como usted no puede hacerlo mejor que un mosquetero? ¿Qué el entrenamiento de unos 3 meses puede superar de un balazo al estudio en las artes arcanes de toda una vida?, ¿no le parece algo patético señor Torres?–

    Carlos bajó la cabeza

    –¿Acaso usted puede hacerlo mejor? – interpuso Carlos rojo de la ira, el que siempre se vanagloriaba de ser más hábil que un maestro – usted no es más que un alqui…

    Antes de que Carlos terminara de hablar, Antonio levanto la mano izquierda, y una esfera de plasma algo más pequeña que la de él se materializó en sus manos, el disparo generó una explosión pequeña, algo así como el de una bola de cañón del tamaño de un puño, pero justo cuando todos iban a reír, sonó otra explosión, y otra y otra, con intervalos de entre 2 y tres segundos.

    Carlos abrió los ojos como platos – dos de estos golpes y estarías muerto niño, con uno afrontarías quemaduras de 2 o tercer grado y el dolor te impediría concentrarte lo suficiente para un contraataque – dijo Antonio mirando un reloj de cuerda – si mas no recuerdo por tu base de datos tu tiempo refractario es de 30 segundos, ¡eres lento!, ¡debes esperar 30 segundos entre cada hechizo que lanzas!, te hubiera matado unas siete veces mientras “recargabas”, ahora a tú puesto – luego de ello, Antonio se dirigió al resto de los estudiantes – ¿alguien más notó algo extraño a parte de la velocidad? –

    Todos se miraron a los ojos.

    –Bueno, yo diría – dijo Natalia con seguridad – que, hay varias cosas, en primera instancia usted ejecutó un hechizo sin un encantamiento, lo cual lo hace tan rápido como un arma de fuego a la hora de un duelo o incluso más. En segunda instancia, puede repetir el ataque con un intervalo de tiempo muy corto, asumo que fueron 3 o 4 segundos, y en última instancia, ¡las explosiones y el alcance de Carlos y de usted fueron anormalmente pequeños!

    –¡Brillante! como siempre señorita Hernández – dijo Antonio bastante animado – en efecto, lo que acaban de ver es un resumen de las habilidades que aprenderán durante el presente curso, “ejecutaran hechizos sin encantamientos” y disminuiremos el tiempo necesario para poder realizar un segundo hechizo sin encadenamiento, eso los hará más eficientes que las armas de fuego convencionales, y que los magos normales – y luego, dirigiéndose a Natalia – por cierto mi tiempo es de 2 segundos, ¡el más rápido de todo este lugar! –

    –Ahora vamos a practicar – dijo Antonio – a y algo más, este campo de entrenamiento disminuirá el poder de sus hechizos a la mitad, dificultará la cantidad de energía mágica necesaria para ejecutarlo al doble y disminuirá a la mitad el alcance de sus hechizos, ¡así que prepárense!

    –Igual sus ataques fueron más débiles que los de Carlos – dijeron algunos

    –Si – dijo Antonio – pero, esto no es demolición, los entrenare para el combate, para que puedan mantener vivos sus traseros en un duelo o en un campo de batalla. ¡Ahora escúchenme gusanos! – al decir esto, Antonio levantó la cabeza de manera arrogante – un mago puede tener poderes maravillosos, pero nunca deben caer en la blasfemia de creerse dioses, nuestros cuerpos siguen siendo tan vulnerables como el de cualquier ser humano, es por eso que cuando un hechizo de fuego de un nivel básico de golpea, estarás muerto o inhabilitado, sin importar que seas capaz de derribar una fortaleza con un contraataque, si no eres capaz de realizar tal contraataque, todo tu maravilloso poder será igual a nada, esa es la verdad del campo de batalla, puede ser aburrido, pero es útil! – Luego cruzándose de brazos dijo – ¡comencemos!

    Todos los alumnos gritaron con bastante entusiasmo
     
  14.  
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    Capítulo 9. Un día normal

    –El tiempo refractario es el tiempo que su mente tarda en estabilizarse después de lanzar un hechizo – decía Antonio una vez había repartido a los diferentes estudiantes en zonas, y que de ese modo pudieran practicar más adecuadamente – Ahora, vamos a hacer un ejercicio en grupos de dos, tómense de las manos, luego hagan fluir su mana de modo que circule de manera constante.

    Los estudiantes se miraron con incredulidad

    –¿Cómo hacemos eso? – preguntó Carlos

    –Igual que cuando hacen un hechizo – dijo Antonio algo enfadado – sabes bien que para hacer un hechizo no solo debes recitar, si no también hacer fluir el mana hacia la parte del cuerpo que lo ejecuta, generalmente las manos. Tómense de las manos y conéctense, sabrán que hacen algo cuando sus tatuajes brillen.

    Algunos estudiantes hicieron lo que Antonio les pidió.

    –¿Estas lista Liliana? – preguntó Andrea

    –De una – contestó Liliana tomándose de las manos, pero al intentar hacerlo sintieron un golpe eléctrico en las manos, y al separarse instintivamente vieron como una línea de electricidad o de energía salida de las palmas de sus manos, luego sintieron que la cabeza se les nublaba por un instante, terminando en el suelo.

    Lo mismo sucedió con las demás parejas, mientras que Antonio buscaba una roca relativamente plana para sentarse.

    –Profesor, ¡esto duele! – gritaron algunos estudiantes.

    –Ese no es mi problema – dijo Antonio con desdén – tienen una semana para dominar este ejercicio ¡o si no los expulsaré del curso!

    Todos los estudiantes comenzaron a protestar, pero Antonio fue absoluto en su decisión.

    –En un campo de batalla no existe espacio para la pereza o el “no puedo”, “es muy difícil”, “quiero a mi mamá” – repuso Antonio con un aire sarcástico, luego, mirando con frialdad a todos sus alumnos continuó – mi deber es prepararlos para sobrevivir, los que no puedan hacerlo, es mejor que nunca vean cara a cara solos un campo de batalla – y dicho esto se retiró del campo de restricción, para observarlos a todos desde una altura más adecuada.


    –¿No crees que eres muy duro con esos chicos? – pregunto Edgardo quien ya se encontraba observando todo el entrenamiento desde una posición elevada.

    –La muerte sería más dura si tuvieran que aprender como lo hicimos nosotros – respondió Antonio sentándose a su lado – ¿o ya olvidaste tus viejos días?

    –Hey, ¡me haces sentir como un anciano! – repuso Edgardo

    –Comparado con migo lo eres – contestó Antonio

    –El interior es lo que cuenta – dijo Edgardo cruzándose de brazos – prefiero tener experiencia y un corazón joven y no un amargado que trata con crueldad a todos sus estudiantes, eres muy frio, incluso con ella ¿no? Mira que no pude ni reconocerla, ¿¡quién será tu princesita!?– dijo Edgardo llevándose la mano al mentón

    –Nunca te he dicho quién es y nunca nadie lo sabrá – respondió Antonio un poco avergonzado así que intentó cambiar el tema de la conversación – y hablando en serio. Nunca pensé que José te usaría como supervisor.

    –Ya veo que se conocen de hace tiempo – repuso Edgardo con una sonrisa maliciosa – El Gran Duque parece confiar mucho en ti. Aunque le preocupa que te quedes sin estudiantes antes de tiempo y por lo que veo, tenía razón.

    –Es muy blando, por eso perdió a tantos hombres en la Tercer batalla de Burdeos hace 8 años – contestó Antonio.

    –Si tú lo dices – contestó Edgardo – según se tú le salvaste el pellejo en esa ocasión.

    –El hombre que lucho esa batalla está muerto – contestó Antonio algo exasperado – y mejor que se quede así, traerlo devuelta solo traería penas.

    –¿Sabes? – Dijo Edgardo tratando de cambiar el tema – el Duque apostó que expulsarías a todos tus estudiantes en un día

    –Entonces significa que me estoy ablandando – continuó Antonio cerrando los ojos algo preocupado, pues siempre pensaba que si no era lo bastante duro no sería un buen maestro – ¿apostató que me demoraría más?

    –No exactamente – contestó Edgardo sonriendo maliciosamente– yo aposté que los expulsarías en una hora, jajajajajajaja.

    –En verdad que me estoy ablandando entonces – dijo Antonio sonriendo levemente.

    –¿Por qué no hacemos una apuesta? – preguntó Edgardo mientras sacaba una pipa y un poco de tabaco.

    –¿De qué se trata? – preguntó Antonio un poco intrigado, aunque con una expresión de desconfianza.

    –Si puedo averiguar quién es “ella” – dijo Edgardo – tendrás que confesarte ante ella y si no, puedes hacer lo que desees con esta materia, expulsar a todos los estudiantes incluso, yo lo justificaré de alguna forma ante el gran Duque.

    –mmm ¿confesarme? – se preguntó Antonio más para sí mismo que para Edgardo – creo que hay un detalle que aún no te he dicho, “enano”.


    –El profesor Cortés luce muy alegre este día – dijo Adriana mientras observaba como Edgardo prácticamente se orinaba de la risa en la colina cercana al lado de Antonio.

    –No es más que un pervertido – dijo Natalia con un rostro plano – nunca me ha agradado

    –A ti no te agrada nadie – repuso Liliana mientras movía las manos, los relámpagos de mana que se formaban cuando ella y Andrea se separaban ya empezaban a quemarle las manos y a adormecerle la piel un poco – esto es desesperante!, no se amigas, yo opino que le preguntemos al profe como se hace.

    –Lloras demasiado – dijo Natalia, Soltando a su compañero, un joven más bien delgado de tez un poco más oscura hijo de unos comerciantes extremadamente ricos de la región llamado Manuel – Como le dije a Manuel, tienen que comenzar muy despacio, así ambos entablan un flujo y después lo hacen crecer de manera constante.

    –Es fácil decirlo, ¡tus manos no están quemadas! – dijo Andrea algo molesta.

    –Que llorona – dijo Natalia– haber ambas, muéstrenme sus manos, extiéndanlas bien.

    Al mostrarlas, Natalia pudo ver las quemaduras en la piel viva, debían ser bastante dolorosas, aunque tal visión no la preocupó en lo más mínimo.

    –Dicen que la letra con sangre entra – dijo Natalia, mientras giraba su cabeza para observar a Antonio, quien se encontraba en una posición monolítica, como si fuera un águila observando todo a su alrededor, mientras que a su lado, arruinando el aire de seriedad se encontraba Edgardo riendo y haciendo monerías “mono” pensó Natalia como un adjetivo bastante apropiado para Edgardo. Luego miró a Liliana y a Andrea a los ojos mientras suspiraba.

    –Hyuy, ¿y esos suspiros? – preguntó Liliana de manera maliciosa

    –Por la molestia que son ustedes dos, en serio, ¿si no fuera por mí que harían ustedes? – y al decir esto, Natalia se arrodilló tomando un poco de agua entre sus manos, luego cerró los ojos.

    Agua, purifica la oscuridad que nos afecta– dijo Natalia con los ojos cerrados mientras concentraba su energía en el agua entre sus manos, la cual parecía hacerse cada vez más y más fría – llévate con su bondadoso manto toda la iniquidad y la malicia que nos ataca – y dicho esto, Natalia depositó un poco de agua sobre las manos de Liliana y Andrea. Cuando el líquido tocó las manos de las dos chicas de inmediato sintieron como el ardor ya no se sentía y el enrojecimiento desaparecía.

    –¡Muaaaaaaaaa! – dijeron las dos en coro mientras abrazaban a Natalia, a lo que esta solo pudo responder con una cara de sorpresa y de vergüenza

    –En serio que haríamos sin ti! – dijo Liliana tomando a Natalia de la mano derecha

    –En serio que eres un ángel, siempre nos has curado los raspones de nuestras piernas ¡desde niñas! – continuó Andrea

    –Por cierto – dijo Liliana – tu que te especializas en magia de agua, ¿Qué haces en este curso? –

    –El Gran Consejero me envió aquí porque soy de las estudiantes más avanzadas, igual que Andrea, ¿no? Tu eres especialista en magia de tierra, y tu Liliana, eres especialista en magia de viento – dijo Natalia – yo al principio no lo entendía muy bien pero, supongo que es más fácil practicar con los hechizos básicos de fuego las habilidades que el profesor Moncada nos quiere enseñar y luego aplicarlo a nuestras propias especialidades

    –Bueno muchachos, ¡se acabó el tiempo por hoy! – Gritó Antonio desde lo alto de la colina a lo cual todos los estudiantes respondieron con vítores de alegría – ya saben, tienen hasta el viernes para entregarme ese ejercicio bien realizado! – a lo cual la mayoría respondió con abucheos


    Dicho esto, la clase se dispersó.

    –Niñas, ¿no les da la impresión de que el profesor Moncada estaba más molesto que de costumbre? – dijo Manuel acercándose a las chicas – en las clases de alquimia no se veía tan… ya saben, enfadado.

    –Bueno, es que al profe no le gusta usar magia – dijo Liliana

    –¿Y cómo lo sabes? – preguntó Andrea

    –El me lo dijo una vez – contestó Liliana

    –Huy, ¡pero como lo conoce! – interpuso Andrea con una mirada inquisitiva.

    –Jammmm, es que somos amigos – contestó Liliana con cierta expresión de orgullo.

    –¡Otra vez no! – Dijo Natalia furiosa interrumpiendo la charla – la biblioteca está cerrada hoy también!

    –Ya van como dos semanas desde que la cerraron – dijo Liliana – la verdad es algo molesto tener que pedir el libro que necesitas por ventanilla y no poderlo buscar directamente.

    –Me pregunto por qué la habrán cerrado tan de repente – dijo Manuel mientras observaba el bloque B ahora mucho más misterioso que antes.


    –Distracción, la más vieja de las tácticas – dijo el Gran Duque de Alba frente al gran Consejo de maestros, del cual Antonio era el miembro más reciente – al parecer todo el evento de secuestro en la fiesta de la Noche Carmesí fue solo una distracción para robar algo.

    –¿Qué cosa? – preguntaron algunos maestros

    –Si mas no me equivoco – dijo Antonio – se trata del códice de Schrodinger, aún desconocido autor prusiano, son libros que se encuentran aún en fase de estudio de alquimia, se encuentran fuertemente encriptados y solo se han podido leer las primeras 5 páginas.

    –Conoce bastante del tema profesor Moncada – dijo Duque

    –Claro, quien decodifico esas 5 páginas fui yo como parte de mi tesis de grado de alquimia – contestó Antonio – en todo caso el códice se encuentra anclado al área interna de la biblioteca, una vez se pasa esa línea el texto se hace muy pesado o empieza a sentirse muy caliente – dijo Antonio – en otras palabras, sobre él está puesto un extraño hechizo de campo que impide sacarlo de aquí.

    –¿Y cómo llegó un libro prusiano a la biblioteca de esta universidad? – preguntó otr9o de los maestros

    –Nadie lo sabe – contestó Antonio – no existen registros del texto más allá de hace unos 100 años, cuando se registra en la lista de textos para investigación, es decir no existen registros de ingreso.

    –Si alguien se tomó tantas molestias para poder sacar un libro que no necesita vigilancia es porque cree que puede contener información valiosa, pero no conoce todas sus propiedades – dijo el Gran Consejero – es probable que haya pensado que el libro necesitara que alguien lo activara para quedarse encerrado en el área interna de la biblioteca y por eso hubieran decidido matar a todos los vigilantes de la biblioteca, mientras que todos nuestros maestros se encontrábamos fuera de aquí.

    –Aconsejaría poner el libro bajo vigilancia y redoblar los esfuerzos para investigarlo – dijo el Duque

    –Solo el rey puede autorizar la investigación en artes arcanas desconocidas – dijo el Gran Consejero – pero su alteza real por consejo de La Sagrada Inquisición ordenó detener toda investigación sobre magia desconocida y enfocar nuestros esfuerzos en educar guerreros mágicos para las guerras.

    –Yo me encargaré de que mi primo haga una excepción – contestó el Duque – pero mi olfato me dice que ese libro es demasiado importante como para permanecer ignorantes de lo que contiene.
     
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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    Fantasía
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    Capítulo 10. Nuestro enemigo es un Guerrero Águila

    Como buitres y vampiros, vivimos, devorando lo que podemos, quedándonos con parte de sus espíritus, esa es la verdad de nuestra nobleza, sin embargo, agradezco a los dioses por el nacimiento de nuestra emperatriz cuyo poder viene dado directamente por los dioses y no por los corazones de los que son cazados en las guerras de la flores (Xōchiyaoyōtl)”. Una carta de Iztaccí Huatl embajadora del imperio de Mextze ante el Virrey de Nueva Iberia a la tumba de su difunto esposo.


    –Un noble (…)– decía Antonio con una mirada inquisitiva ante el nuevo chico que le traían para entrenar.

    –Se trata de un favor especial profesor – dijo la hermana – el Gran Consejero desea que sea usted el encargado de su educación.

    –Generalmente cuando nos piden favores de este tipo nos arrepentimos profundamente – dijo Antonio no muy animado, luego mirando a Juan – veamos que tienes –

    Juan dio tres pasos adelante, se encontraba bastante confiado, se puso en posición y empezaba a abrir la boca para ejecutar el encantamiento, cuando Antonio lo detuvo – no aquí –

    Juan se detuvo sin entender mucho.

    –Vamos con los otros – dijo Antonio avanzando hacia las colinas que se encontraban en la zona más oriental de la Universidad. Juan no sabía que decir, luego miró a la hermana quien le dio una señal de que siguiera al maestro.

    Todos los peses gordos de la Universidad le habían dicho que Antonio era uno de los mejores magos de fuego de todo el imperio, aunque le faltaba mucha ambición. Juan al verlo se quedó algo sorprendido ya que ambos tendrían alrededor de la misma edad, lo cual lo deprimió en cierto sentido, sin ser un noble alguien como él ya tenía tan grandiosas habilidades y tanto respeto, mientras que a él solo lo respetaban por el apellido de su familia.

    –Maestro, he escuchado grandes cosas de usted – dijo Juan con un aire amistoso

    –Y yo he escuchado el nombre de tu familia muchas veces mientras vivía en Iberia – contestó Antonio con un tono no muy placentero – pongámoslo simple chico, me obligan a entrenarte, pero si no das la talla, ¡mandaré a la mierda a las órdenes del Gran Consejero!, entrenarás con alguien mas que desee perder su tiempo, ¿estamos claros?

    –Si señor – contestó Juan tragando saliva, a pesar de lucir de la misma edad, algo en el aire de la personalidad de Antonio lo hacía sentirse más viejo, era algo extraño.

    –Ahora observa – dijo Antonio señalando a un grupo de jóvenes que se encontraba en parejas de las manos, algunos echándose al suelo presas del dolor, otros sudando a mares – esos son los mejores posibles magos de Iberia, allí encontraras a los futuros posibles comandantes, generales o capitanes que enfrentarán con gallardía el campo de batalla – y a pesar de que las palabras de Atonio contenían un pequeño tufillo de condescendencia – ¿crees que puedes igualarte a ellos?

    –¡Tengo lo necesario! – dijo Juan – lo básico ya lo sé, solo necesito que me enseñen lo verdaderamente importante.

    –Ohhh, ¡tenemos aquí a alguien que desea aprender a destruir muros de fortaleza con un solo canto! – dijo Antonio cruzándose de brazos y con una media sonrisa.

    –Esa es la idea maestro – dijo Juan – Don José me contó la historia de cómo una vez usted se tomó una fortaleza a la fuerza y….

    –José exagera muchas cosas – contestó Antonio evadiendo la mirada, mientras fruncía el ceño, ambas cosas, recordar la anécdota y el nombre de José le enfurecían bastante – La prueba es simple, niño, posiciónate en el área interna de las rocas que ves en los extremos de aquella planicie cruzada por el riachuelo, y luego haces un hechizo de fuego básico con todas tus fuerzas, dependiendo de la reacción de tus compañeros, ingresas, “y si se burlan, ¡¡sales!!”


    Mientras Andrea y Liliana luchaban por mantener su flujo de mana en circulación, de un momento a otro, el contacto se interrumpió del lado de Andrea, haciendo que Liliana terminara en el suelo, mientras las palmas de sus manos destilaban relámpagos dorados de energía mágica pura, que le causaron algunas quemaduras de menor grado. Natalia observó el efecto y suspiró con cierta molestia, ya que tendría que curarla de nuevo, mientras que al verla en el suelo, Manuel se echó a su lado con mucha ansiedad.

    –¿Estas bien? – preguntó Manuel visiblemente preocupado

    –Sí, si – dijo Liliana, mientras Andrea se llevaban las manos a la boca con mucha vergüenza.

    –¡Perdóname! – dijo Andrea con la voz temblorosa – ¡fue mi culpa completamente!

    –¿Ustedes sí que no cogen nada, cierto? – interpuso Natalia – y ¿cuál fue la causa de esto?

    –Es que me sorprendí – dijo Andrea

    –¿Y qué fue lo que te sorprendió? – preguntó Liliana

    –¡Hola! Mi amada – dijo Juan arrodillándose de modo tal que su cabeza quedo en frente de la de Liliana en el suelo – tu rostro es muy hermoso con la luz de este día.

    Liliana se sonrojó, pero acto seguido se levantó a toda prisa, tratando de ocultar las quemaduras de sus manos. Luego, riendo de manera frenética preguntó – ¿Qué haces aquí?

    –¿Recuerdas que te dije que debía tomar unos cursos de magia? – Dijo Juan – pues mis contactos me permitieron estar aquí a tu lado.

    Manuel observó a Juan con una mirada de pocos amigos – ¿quien es usted caballero? – preguntó Manuel

    –Yo soy Juan de Alvarado y García – dijo Juan, con su marcado acento Ibérico, y al instante, Liliana se colgó de su brazo como un gato que busca afecto.

    –Eres bastante rápido haciendo amigos, niño – dijo Antonio quien se acercaba a un paso relativamente lento. Al verlo, Liliana soltó el brazo de Juan, lo que lo llenó de cierta extrañeza, pues era la primera vez que Liliana hacia eso – bien niño, muéstranos lo que tienes –

    Juan entonces se puso en posición, mientras al ver su elegante postura y su cuerpo bastante bien proporcionado, todas las chicas de la clase “que no eran muchas” menos Natalia quien continuó sus ejercicios, se pusieron alrededor para verlo. Incluso Carlos que también venia de Iberia y mantenía su seseo se interesó, ya que al ser este un noble, debería ser alguien muy hábil…


    –¿Que puede tener un libro viejo de importancia? – preguntó el Virrey Cruz, un obre viejo, con unas cicatrices profundas, y unas arrugas de infelicidad aún más profundas, su rostro aunque duro, parecía cincelado en una expresión de hastío por el mundo, aunque su gran bigote y su largo cabello le daban un aspecto bastante imponente. Había sido Virrey por al menos 27 años, y servido en Nueva Iberia desde hacía unos 35, casi la mitad de su vida. Se le había conocido en su juventud y adultez como un hombre cruel y sediento de sangre, siendo uno de los principales comandantes que resolvió la famosa rebelión de 1810. Sin embargo, durante los años en que le había tocado en suerte el gobierno sus actitudes violentas y su sed de sangre se fueron desecando poco a poco, dejándole un gran vacío en el corazón. Y mientras que la cercanía de la muerte se acercaba y con ella la conciencia de que debería afrontar a la creadora cargado de tanta sangre y crímenes, también lo hizo su deseo de ser un líder decente.

    –El texto no ha sido descifrado completamente aun, debido a ciertos problemas con la voluntad del rey – dijo el Gran Consejero

    –Marcos, tú has sido mi único amigo durante los últimos 15 años – repuso el Virrey mientras hacía ademanes para que su guardia se retirara, parecía bastante preocupado – dime, con la verdad, ¿es necesario saber lo que contiene ese códice?

    –La teoría original de nuestra magia fue descrita en medio de mucho misterio – contestó el Gran Consejero – la magia de combate permanece toda escrita en el códice de Madrid, uno con muchas similitudes al que tenemos aquí.

    –Ya veo – contestó el Virrey visiblemente preocupado, pero en ese momento el heraldo de la corte abrió las puertas, y con voz a todo ‘pulmo0n anunció la presencia de un invitado importante.

    –Ante su ilustrísima el Virrey de Nueva Iberia Don Juan Cruz Mourgeon y Achet, se presenta la ilustrísima embajadora el aliado Imperio de Mextze, Doña Iztaccí Huatl – dijo el heraldo, mientras que las trompetas ceremoniales tocaban.

    –Que pase – dijo el virrey con un gesto de la mano.

    Entonces se presentó ante la corte, una mujer de unos 35 años de edad, su cabello era de un purpura intenso, y sus ojos de un violeta fulgurante, de piel canela y una figura contorneada, parecía más la amante de algún hombre rico que una figura política de importancia. Se encontraba vestida con un vestido blanco bastante ajustado a la cintura, aunque se expandía en una falda blanca bastante liviana, y sobre los hombros una capa adornada con plumas blancas.

    –¿Y su tocado? – preguntó el Virrey

    –Vamos Juan – contestó ella en un tono afable y bastante cercano, ya que ella consideraba al virrey su igual – sabes muy bien que la moda de la corona de plumas pasó hace más de 100 años en la capital, solo los tontos águila lo usan aun en sus cascos de guerra. Que ustedes nos continúen dibujando con esos ridículos tocados es otra historia.

    –Usted tan hermosa y directa como siempre – dijo El Gran Consejero haciendo una venia

    –Y usted siempre tan galante – contestó Iztaccí – pero vasta de halagos vanos y vamos a lo importante. Según su informe, tratamos con un guerrero águila y creemos saber de quién se trata.

    –¿Y nos lo podría decir? – preguntó el Gran Consejero

    –Me gustaría. Pero, el primer ministro me ha ordenado mantener este asunto en secreto mientras sea posible, a cambio, yo personalmente me pondré a la cabeza de los esfuerzos por capturar al guerrero águila rebelde, siempre y cuando, su alteza me conceda el honor de poder colaborar.

    –Es complicado, es complicado – repuso el Virrey Cruz con algo de molestia – entiendo que no puedas hacer nada sin la autorización de tus superiores, pero, debemos tener la mayor cantidad de información de este hombre.

    –La verdad es que aun entre nosotros, la información disponible a cerca de los Guerreros Águila es fragmentaria – contestó Iztaccí – ellos forman una especie de hermandad muy cerrada, todos provienen de familias prestigiosas, antiguas y muy ricas. Es probable que la familia de este hombre se encuentre presionando en la corte de Mextze – y al decir esto, la mujer cerraba los ojos con una evidente cólera – pero si puedo colocar mis puños sobre él, nada de su influencia lo salvará de terminar hecho cenizas.

    Tanto el Virrey como el Gran Concejero tragaron saliva mientras se ponían blancos y una corriente en el espinazo les bajaba por la espalda, recordando el incidente por el cual la conocieron.

    –Bueno, su apoyo es mejor que nada – dijo el Gran Consejero, pero aún nos queda la otra cuestión.

    –¿Se refiere al códice de Schrodinger? – preguntó Iztaccí, y ante eso, el par de viejos se sobresaltó de inmediato, pues se suponía que eso era información secreta – resultaría conveniente al menos tener una idea de su contenido, y porque nuestro enemigo en común lo desea tanto.

    –Es cierto – dijo en Virrey mientras se llevaba las manos al puente de la nariz, como si le doliera fuertemente la frente – es posible que esto me cueste el cargo, pero creo que es lo más conveniente para todos en este momento – luego dio un suspiro, mientras daba una señal al escriba de la corte – quedas autorizado para decodificar ese libro maldito, y que esto se convierta en tu prioridad!

    El Gran Consejero hizo una venia y se retiró, no antes sin hacer un gesto igual de solemne ante la embajadora.
    “Si ELLA se involucra en esto, debe ser que el hombre al que buscamos es extremadamente peligroso” pensaba el Gran Consejero para sí mismo, mientras pensaba en cómo iban a resolver todo ese embrollo, la última vez que intentaron descifrar ese libro maldito tardaron 10 años, y solo alcanzaron a decodificar las primeras 7 páginas del texto.
     
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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    Capítulo 11. Sacrificios de sangre.

    Juan se encontraba completamente estupefacto, al ver que de sus manos no salía nada más que una pequeña columna de humo, mientras que todos los demás a su alrededor comenzaban a reír a carcajadas. Todos menos Liliana y Antonio. Ella se llevó las manos a la boca, como no pudiendo creer lo que pasaba, mientras que Antonio simplemente levantaba la ceja derecha. De algún modo había intuido que el chico de sangre azul era un principiante, pero no hubiera pensado que tano.

    Mientras que Juan se esforzaba, Antonio posó su mano en el hombro derecho de él.

    –No se moleste señor Alvarado – dijo Antonio cerrando los ojos con cierta apatía, de algún modo lo único que le había atraído de su nuevo puesto era que al menos no lidiaría con cerebros lentos, o brazos perezosos – no se trata de poder mágico, si no de saber distribuir su energía – Antonio avanzó hacia el centro de la formación – puede que muchos de los ejercicios que realizaron en el curso inmediatamente anterior a este fueran aburridos y repetitivos, pero tenían una intención, y hacerlos aprender de manera intuitiva el modo de realizar un flujo de magia adecuado para cada hechizo – luego se detuvo a observar a Liliana – Este lugar limita sus capacidades mágicas, sí, pero eso significa que ustedes ya son buenos en esto – luego, mirando a Manuel – sin embargo para alguien que no hubiera pasado cientos de horas practicando una y otra y otra y otra vez – luego mirando a Juan a los ojos – aun cuando sea muy poderoso, le resultará muy difícil o prácticamente imposible concentrarse de manera adecuada.

    –No tengo tiempo para sus sermones – susurró Juan, mientras que la briza normal que caía a esas horas se tornaba en una intensa lluvia, mientras que los relámpagos se asomaban en medio de los picos de las montañas de Monteserrado – ¡simplemente no tengo tiempo!

    –Ese, mi querido amigo es el detalle – dijo Antonio – usted no tiene tiempo para aprender, luego, yo no tengo tiempo para enseñarle, así que la solución es muy simple, retírese de este lugar.

    Al decir esas palabras, Liliana avanzó hacia donde se encontraba Antonio, con el animo de decirle algo, pero acto seguido se detuvo, pues sentía que estaba mal utilizar su influencia sobre Antonio para ayudar a Juan.

    –La clase termina por el día de hoy – dijo Antonio – mañana serán los exámenes para ver con quien me quedaré en este curso, y a quienes desecharé en el camino.



    Todos se retiraron, menos Juan y Liliana.

    –Parece que lo que me contaste de él era falso – dijo Juan – pero lo que otros me contaron de él, muy verdadero.

    –Yo – Liliana no encontraba nada que decir.

    –No te preocupes, ya encontraré otra forma de resolver mi problema – contestó Juan con una sonrisa, mientras emprendía la retirada, pero entonces Liliana lo abrazó, con fuerza y pasión.

    –No te vayas – dijo Liliana

    –No me iré – contestó el

    –¡Mentira! – Dijo ella llorando – viniste aquí porque necesitabas a un maestro poderoso, y en el camino me encontraste a mí. Ahora que has fallado aquí, iniciaras nuevamente tu viaje, para encontrar alguien más, ¿no?

    Luego, Liliana lo tomó por el hombro y lo hizo girar –te ayudaré – dijo ella con decisión – te ayudaré, lo sé, sé que puedo hacerlo, eres inteligente, y si te entreno durante una semana, estoy segura de que podras conjurar magia en este lugar.

    –¿Y el ogro lo aceptará? – preguntó Juan

    –Déjame eso a mí – contestó Liliana.


    –Comandante, comandante Sabarain, tenemos un informe de que algo sucedió a las afueras de Santafé, parece que varias niñas fueron secuestradas anoche – dijo un soldado de la guardia de la ciudad a un oficial a caballo, vestido todo de azul, con una estada de empuñadura de oro y plata y una capa negra que le cubría el hombro derecho.

    –¿Por donde fue eso soldado? – preguntó el oficial.

    –¡Por la salida al pueblo de Fotibon, señor! – dijo el soldado, y acto seguido el oficial dio la orden de avanzar.

    Unas horas después, los soldados ubicaron una casa abandonada, y cuando vieron su interior se escandalizaron terriblemente. Los signos en el suelo pintados en sangre, dentro del circulo había una serie de líneas que conectaban cinco puntos a la línea del círculo, y sobre ellos estaban los cadáveres de cinco niñas a quienes se les había extraído toda la sangre. Cuando el Comandante Sabarain vio la escena no pudo evitar salir del lugar y arrojarse al suelo a vomitar.

    Las tropas acordonaron la zona, hasta que un grupo de soldados especiales fue despachado desde Santafé junto con un comité designado por el Virrey para investigar aquel extraño fenómeno. Entre ellos se encontraba la señora embajadora y un alquimista maestro de la Universidad de Sal Alberto Magno, se trataba de Julián Romero, maestro en la magia del viento y en ciertas ramas de alquimia no muy sanctas. Julián era un hombre desgarbado, pálido, muy delgado y de nariz aguileña, su cabello lacio largo y negro le daban la apariencia de un cuervo, acentuado mas aun por sus ropas perfectamente negras, lo cual de hecho era el uniforme estándar para los maestro de la universidad.

    –Un círculo de sacrificio de cinco puntos, un diseño fino y elegante – dijo Julián mientras se quitaba el sombrero y se arrodillaba cerca del círculo – creo que los de tu gente están más familiarizados con estos patrones que nosotros –

    –¿Fino?, ¡¿elegante?! – interpuso un soldado lleno de indignación – ¡¡estos cerdos han matado a unas niñas para este ritual del diablo!! –

    –Soldado, ¿acaso se le dio permiso de hablar?, es mejor que mantenga su boca cerrada mientras hablan sus superiores si no desea terminar con la cabeza cortada – respondió Julián con un aire frio, ante lo cual el regaño del comandante Sabarain no se hizo esperar, luego, todos los soldados se callaron. Julián era conocido por ser uno de los más agresivos y sanguinarios hechiceros de toda Iberia, tanto así, que solo se le permitía poner pie en la península si esta entraba en una guerra directa y abierta con alguna otra potencia de Europa.

    –Es un circulo de sacrificio, utilizado para romper los sellos mágicos – dijo Iztaccí mirando la escena con total compostura, con los brazos cruzados y una mirada altiva – sin embargo, hay ciertas modificaciones en el diseño que no me son familiares.

    –A mí también me resultan extrañas, pués no son utilizadas en nuestra alquimia, estos símbolos de aquí en especial – decía Julián poniéndose de pie – creo que debe consultar con el viejo.

    –Hay algo mas – interpuso Iztaccí viendo los cuerpos de las niñas – se han llevado sus corazones.

    –Los corazones, de unas vírgenes, eso nunca, nunca es algo bueno – interpuso Julián llevándose las manos a la frente – o estamos en frente de un demente endemoniado que no sabe lo que hace, o estamos ante un genio que posee conocimientos mas allá de nuestra habilidad, lo cual es interesante y problemático.

    –Las marcas fueron hechas con un hacha de piedra – dijo Iztacci examinando las líneas de sangre seca – no hay duda de que se trata de nuestro enemigo común.

    –¿El Guerrero Águila misterioso? – preguntó Julián de manera casi inexpresiva, y luego con una sonrisa agregó – espero que lo encontremos rápido, la gente de la ciudad enloquecerá cuando sepan que alguien está por allí matando niñas y sacrificándolas en oscuros rituales de alquimia.


    –¿Lista para esto? – preguntó Adriana mientras tomaba las manos de Liliana, a lo cual ella asintió con una sonrisa. Luego de ello, sus respectivos tatuajes comenzaron a brillar con gran intensidad. Poco después de medio minuto Antonio les dio la señal de terminar.

    –Muéstrenme sus manos – dijo Antonio y al hacerlo, se mostraron completamente intactas, sin ninguna quemadura – de acuerdo, pasan el examen.

    Adriana y Liliana eran las ultimas, de todos los que habían comenzado el curso, solo 10 estudiantes habían aprobado esta prueba, entre los cuales estaban Natalia, Manuel y Carlos.

    –Los demás, fuera de mi vista – dijo Antonio con los ojos cerrados, y por más duro que pareciera, nadie persistió, algunos de hecho bendijeron a la diosa por haber sido liberados de tan tremendo sufrimiento.

    –Para los que quedan, muy mal por ustedes – dijo Antonio abriendo sus ojos con una mirada profunda – pues desde aquí en adelante comienza lo verdaderamente difícil.


    Mientras tanto, en el cementerio de Santafé, dos obres encapuchados se encontraban reunidos.

    –Parece ser que el nuevo circulo de sacrificio es suficiente para poder leer el texto – dijo el hombre arrodillado entregándole al que estaba de pie un pequeño fragmento de papel con un poco de tinta que apenas si se podía distinguir del fondo acartonado del papel.

    –La cantidad de sangre que necesitaremos derramar para poder leer el códice es astronómica – dijo el hombre arrodillado – solo si masacráramos a todas las personas de este pueblo dentro de un circulo de sacrificio podríamos lograrlo.

    –O, si las muertes son causadas con el suficiente odio – dijo el hombre que estaba de pie – simplemente necesitamos una guerra.
     
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    Capítulo 12. Reunión de Caballeros.

    El hijo del jardinero, encontró la gracia de la diosa de la guerra y del amor, quien bañándolo con una gota de su propia sangre le concedió el Poder, la Gloria y el Conocimiento de los dioses. Con el Poder se convirtió en rey, con la Gloria expandió su dominio sobre un vasto imperio y con el Conocimiento se aseguró que sus descendientes y solo sus descendientes de sangre obtuvieran tales dones. Y fue conocido como Sargón el grande, fundador del imperio acadio. Fragmento del Códice de Latian sobre el que se fundamenta la fe en la Diosa.

    –Mi señor, creo que hay una alternativa que me gustaría utilizar – contestó el hombre de rodillas.

    –¿Te refieres, a la sangre de los reyes? – dijo el hombre que estaba de pie, mientras observaba detenidamente la tumba del anterior Virrey – si mas no recuerdo solo el virrey es un noble de una línea relativamente mezclada, su corazón no sería suficiente para ejecutar el ritual por sí mismo.

    –Tal vez el no – contestó el hombre de rodillas – sin embargo me han llegado noticias de que en las últimas semanas llegaron a esta ciudad otros dos nobles de Iberia, y al parecer los dos poseen una línea dinástica más pura.

    –La sangre del Señor de las Dinastías – dijo el hombre que estaba de pie, ahora mirando a las estrellas, centrándose en orión, la constelación que se decía representaba al gran rey cazador – cuan poderoso habrá de haber sido en vida, cuando su sangre tan mezclada aún puede ser utilizada en poderosos hechizos. Que Huichilopoztli resguarde tu esfuerzo amigo mío, espero que honres el poder de los Hombres Búho.

    –Así será mi señor – dijo el hombre de rodillas mientras se levantaba.


    Mientras tanto, en una plaza cerca de las faldas de Montecerrado, en una pequeña cantina ubicada bajo tierra se encontraba un grupo de jóvenes ilustrados bebiendo chicha y hablando de los problemas del mundo, filosofía, arte, magia, historia religión, y como no, de mujeres, y no es que faltaran, pues las raciones de chicha solo podían ser comparables al tamaño de los senos de las camareras que los portaban.

    –No me podrás culpar que no te traigo a un lugar co mujeres hermosas Gordo – dijo Edgardo, mientras se mandaba un enorme trago de chicha.

    –Otra vez jugando a la copa de Heracles ¿enano?, te quedarás ebrio rápidamente – contestó Antonio mientras observaba la situación.

    –Psssss no soy como otros que se embriagan con cuatro cervezas – ante lo cual los que alcanzaron a escuchar comenzaron a reírse. Antonio se sonrojó y simplemente decidió salir del lugar para tomar algo de aire fresco. Mientras la luna creciente iluminaba de manera tenue las neblinosas calles de la vieja Santafé, Antonio pensaba. Pensaba en la sensación de vacío que lo atacaba constantemente, cuando acentuada aun al conocer el rostro del hombre ante el cual había perdido el corazón de la mujer que tanto amaba.

    –Esa expresión en tu rostro no la veía desde hace muchos años – dijo Don José, el Gran Duque de Alba y aunque Antonio se sorprendió no lo expresó.

    –Y usted es la última persona que querría que la viera – respondió Antonio.

    –No luce muy bien maestro – dijo Juan, y ante su presencia, Antonio se sorprendió aún más, esta vez de manera visible.

    –¿Ya conoce al maestro Moncada, Don Juan? – preguntó José con cortesía.

    –Sí, bueno, la verdad es que es un poco vergonzoso – decía Juan sonriendo de manera nerviosa – la verdad es que, creo que estoy muy por debajo del nivel mínimo para que alguien del “prestigio” del maestro Moncada me entrene – y todos sintieron un tufillo de mofa en la expresión “prestigio”, pues Juan no era muy dado a respetar a los que estaban en posición de autoridad, y además, aunque todos respetaban a Antonio, nadie le había dicho que había hecho exactamente en la cuarta Guerra contra Galia.

    –Es una verdadera lástima – repuso José con una mirada entrecerrada – si hubieras entrenado a este joven, seguramente tu prestigio en la corte se haría muy grande, incluso sería posible que te nombraran mago real, uno de los Sabios de Iberia.

    –Eso jamás me ha interesado – contestó Antonio recostándose contra la pared y cerrando los ojos.

    –¿Y qué es lo que le puede interesar maestro? – preguntó Juan, con bastante inocencia, sin saber que esa pregunta, proveniente precisamente de él, era como una bofetada en contra del orgullo de Antonio.

    –No lo sé – mintió Antonio – he estado perdido durante muchos años, y aun no encuentro completamente la respuesta a mi pregunta.

    –¿Cuál? – dijo Juan.

    –Eso, es un secreto – respondió Antonio – por cierto, ¿que hacen sus ilustrísimas en un lugar tan poco… noble?

    Ambos nobles casi se orinan de la risa ante aquellas palabras.

    –Me matas de la risa – decía José – parece que no me conocieras.

    Antonio puso una mirada rayada – está bien, ¡acepto que fue una pregunta estúpida! tratándose de su ilustrísima, Don José; pero ¿y Don Juan?

    –Bueno, la verdad es que tuve un altercado con mi novia y estaba un poco deprimido, y el señor Duque se ofreció a guiarme por la ciudad junto con estas personas – decía Juan señalando a unos 7 hombres que venían con ellos, no se trataba de guardaespaldas, si no de criollos, jóvenes ilustrados de la cuasi nobleza local – En verdad no me había percatado de que hubiese personas tan bien educadas en estas tierras, en Iberia los desprecian, aunque ahora la verdad no entiendo la razón.

    –Manchados por la tierra – dijo Antonio – ese es el modo en que los hombres de la península que se encuentran más cerca al rey usan para evitar que las noblezas locales se vuelvan demasiado orgullosos de sí mismos y …

    –¿Se subleven? – dijo José con un rostro tétricamente serio, Juan pensó que debería intervenir para apaciguar los ánimos entre Antonio y Juan, ya era bastante con la actitud hostil permanente de Antonio hacia el señor Duque, como para que el señor Duque respondiera del mismo modo. Pero entonces José sonrió – igual ya han existido sublevaciones en estas tierras.

    –En fin, si les gusta el licor, encontrarán en la chicha un sabor bastante particular – contestó Antonio señalando el camino hacia la cantina secreta – el lugar no es muy bonito, pero la calidad del licor es la mejor de Santafé, según dicen.

    –¿Según dicen? – Preguntó Juan – pensé que usted se encontraba a dentro

    –Si – respondió Antonio pensativo – pero para mí todos los licores…

    –Saben igual de mal – dijo José sonriendo mientras le daba un abrazo a Antonio, como si se tratara de un amigo muy cercano – vamos, eras a penas un niño cuando te dije, “no es por el sabor, si no por los efectos secundarios que bebemos alcohol”, hace a las mujeres más hermosas, y a nosotros nos hacen sentir, altos, apuestos, inteligentes y ricos.

    –Pero mi señor, usted ya es todo eso – dijo una voz muy sensual que venía desde el piso inferior al fondo por las escaleras, se trataba de una de las meseras que salía a atender a la comitiva, una mujer realmente hermosa, de pechos grandes, y cintura delgada, de caderas amplias por lo que alcanzaba a adivinarse por la amplia y larga falda que portaba, su cabello atado en una larguísima y gruesa trenza era negro como un cuervo, pero brillante como una bota de charol negro. Sus ojos eran castaños y grandes, mientras que su piel canela y sus rojísimos labios despertaban la lujuria de todos los que la miraban.

    José procedió a abrazarla con tanta habilidad, que nadie se dio cuenta cuando lo hizo.

    –Definitivamente es un maestro en acercarse a las mujeres – dijo Antonio con un poco de desdén.

    –Bueno, igual yo tengo novia y es hermosa – repuso Juan.

    –¡Maldito!, ella era mi blanco – dijo Edgardo que se encontraba subiendo las escaleras precisamente para perseguir a aquella señorita, mientras que los demás jóvenes criollos permanecían chorreando babas llenos de envidia ante aquel acto.

    –Vamos todos a beber y a arreglar al mundo con una charla señores, que yo José Álvarez de Toledo y Pimentel Duque de Alba y Capitán de las legiones de Tercios al servicio de su majestad el Rey, ¡los invito!, ¡yo pago!, ¡bebida! ¡¡y mujeres!!, escojan cuanto deseen, con solo una condición, nunca traten mal a ninguna de estas señoritas, que están para amarnos, pero no para soportar nuestra crueldad, ¡eso lo dejamos para nuestros enemigos y los enemigos del rey!. Todos parecían muy entusiastas menos Juan que aunque sonrojado parecía muy cauto, y Antonio que siempre había encontrado en las tácticas para subir la moral de José, bastante pueriles y demagógicas.

    –Yo bebo, pero no aceptaré lo segundo su ilustrísima, tengo novia y ¡la quiero! – dijo Juan, ante lo cual todos estallaron en carcajadas.

    –El chico está enamorado – dijo uno de los criollos

    –Dejémoslo estar – dijo otro de los jóvenes notables de la ciudad – al fin de cuentas todos estuvimos así alguna vez… hasta que destriparon nuestros corazones, y luego nuestros padres determinaron con quien debíamos casarnos.

    Y aunque esa última afirmación no perecía muy halagüeña, el aire festivo la hizo sonar como un chiste de poca importancia.

    En el interior la fiesta se hizo aún más ruidosa y animada, al tanto que José se convertía en el alma y corazón, todos se sentaron alrededor de él, mientras que el cantaba a modo de sonetos, las hazañas que él y sus tercios habían realizado durante la última guerra que habían tenido con el reino vecino de Galia, y sobre todo contando como, Antonio, desarmado, mientras que todos los hombres habían perdido la fe en el asedio de la inexpugnable fortaleza de Aquitania, marchó sobre sus muros, y él solo, sin ninguna ayuda, aniquiló a todo ser viviente en su interior, dejando solo un aire frio y gélido que congeló todo a su paso. Después de todo, lo habían llamado “El señor del frio eterno y la llama insondable”, uno de los mejores magos de toda Iberia.

    Juan se sorprendió de veras, todos en Iberia habían escuchado esa historia, de un modo o de otro, pero nadie sabía el nombre de aquel mago, muchos decían que era solo un mito, y por otro lado, todos en Santafé parecían tratar a Antonio con mucho respeto, aunque Juan no sabía realmente la razón. En ese momento, su determinación creció, un pago tan poderoso como él era lo suficientemente hábil como para ser proclamado como un Sabio de la corona. ¿Por qué estaba perdiendo su tiempo en una colonia?

    –Al señor Duque le gusta esparcir tu fama a donde quiera que va – dijo Edgardo a Antonio, quien se encontraba en un rincón.

    –Es solo un mito que le sirve para ganar prestigio – contestó Antonio – le da el mote de ser un comandante afortunado. Hay quien dice que la buena suerte de fabrica, y Don José debería ser la imagen que adorne esa expresión.

    En tanto que Antonio y Edgardo hablaban, Juan se presentó ante ambos.

    –Maestro Moncada, Maestro Cortés – dijo Juan saludándolos respetuosamente – Maestro Moncada, le pido humildemente que me entrene – y al decir esto, Juan se arrodilló, como si Antonio fuera un rey.

    –Don Juan, por favor levántese – dijo Edgardo – alguien de su clase no debería arrodillarse ante una basura como él.

    –¡Hey!, ¡hey!, eso fue rudo enano – increpó Antonio.

    –Vamos, matarías al chico – repuso Edgardo con una mirada inquisitiva.

    –Me confundes con alguien como tú – respondió Antonio quien sabía por qué la expresión de doble sentido de Edgardo.

    –¡No tengo tiempo! – Dijo Juan – no puedo explicarle ahora Maestro, pero ¡en verdad necesito aprender a pelear con magia lo antes posible!.

    Antonio se quedó pensando, y por un instante recordó la tierna mirada de Liliana, de la cual se había enamorado en un baile no hace más de un año, era probable que la haría feliz si lo ayudara, pero y ¿Qué pasaría con el mismo? ¿Soportaría la frustración de simplemente quedarse viendo de lejos como ella era feliz? Pero mientras devanaba sus sesos en todos estos pensamientos, una sensación pérfida se adueñó de su corazón. Antonio observó a Edgardo, quien sentía lo mismo, y pronto ambos observaron a donde estaba José, quien también había puesto una expresión seria. Juan no era un tonto, y se percató que la expresión de estos tres personajes de había tornado completamente seria. Se irguió nuevamente, mientras los tres solos, salían del bar y los siguió sin que se dieran cuenta.


    Mientras tanto, la fría y silenciosa noche de Santafé era interrumpida por rugidos de feroces criaturas en varias partes, como si algún dueño de circo le hubiera dado por soltar sus fieras en las solitarias y empedradas calles. Los serenos (guardias o policías de la ciudad) se encontraban bastante nerviosos, pues esos rugidos eran bastante extraños, definitivamente no eran perros, y algunos que conocían incluso a los poderosos jaguares de las selvas que rodeaban a la colonia de Nueva Iberia, tampoco los reconocían como tales.
     
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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1966
    Capítulo 13. Sangre de reyes.

    Sargón el Acadio murió a una edad de 170 años con un imperio que llegaba más allá de las columnas de Heracles hasta los insondables desiertos el este del mundo, tan al norte que la tierra era un pantano en una primavera muerta y frías como la muerte blanca en los inviernos, tan al sur que las gentes tenían las pieles negras y se tostaban al Sol, cuyo único límite era la gran Selva de la oscuridad. Su herencia fue repartida entre sus hijos, quienes crearon imperios subsecuentes. Al hijo mayor Rimush se quedó con las tierras de Assur en el corazón del imperio y las del este más allá del gran desierto hasta la selva negra de Indo. Al segundo hijo Manish le dejó el dominio de las tierras del norte donde la guerra nunca termina. Al tercer hijo Atios le dejó el gobierno de los pueblos de piel negra al sur. Finalmente al hijo menor Latios le dejó el control de las tierras al este del más Egeo hasta las columnas de Heracles.

    –Apreciamos la ayuda su santidad – dijo el hombre encapuchado al obispo, Don Domingo Caicedo y Sanz de Santamaría – con la sangre del Virrey Santo podremos trazar las líneas de pureza y encontrar a los que necesitaremos para romper el sello del grimorio de Schrodinger.

    –La sangre de San Ignacio es un elemento precioso de nuestra iglesia, ya que facilita los hechizos de sanación de la sacerdotisa local – contestó Don Domingo – por favor, no la malgaste en vano.

    –No hay de qué preocuparse su santidad – contestó el hombre encapuchado – no la utilizaremos para gastarla, solo necesitamos que mis sabuesos huelan su esencia, después podrá retornar el relicario a su posición. Es más, si desea ver el ritual.

    –No es necesario – contestó el obispo negándose con un gesto – tan solo espero que el sacrificio que hagamos no termine por desencadenar una guerra; asesinar a un noble podría tomarse como el acto de un grupo de terroristas.

    –Cuando usted se unió a la organización sabía muy bien que debían hacerse sacrificios – dijo el hombre encapuchado – el sacrificio de una última generación, a cambio de la salvación de todas las que vienen es un trato justo.

    –Por el bien del futuro de la humanidad – afirmó el obispo cediendo el relicario.


    Posteriormente, el hombre encapuchado subió a la torre principal de la catedral de Santafé. A un cuarto más bien amplio, en el cuál solo había un viejo armario y unos candelabros que permitían moverse en la oscuridad de la noche. El hombre abrió el armario y sacó des vasijas de barro y las colocó a cierta distancia unas de otras formando los vértices de un triángulo equilátero. Luego de ello dibujó un círculo de alquimia con símbolos metxicas. Finalmente se sentó justo en el centro del círculo a meditar.

    Comenzó a cantar en su lengua materna, mientras las líneas del círculo de alquimia comenzaban a brillar cada vez más y más. De pronto, el círculo creo una columna de oscuridad y esta se dividió en tres centrándose justo en las vasijas, las cuales se levantaron del suelo. De un momento a otro, la oscuridad comenzó a girar en torno a las vasijas haciéndose tan dura como una roca de granito, para que poco después, comenzara a emerger de aquellas rocas una especie de huesos, luego de los huesos salieran tendones, músculos, nervios y piel. Tres enormes criaturas habían sido invocadas, hombres mitad murciélago.

    –Yanacona-Nahual, criaturas espirituales sirvientes son ahora de mi voluntad – dijo el hombre mientras entraba en un profundo estado de concentración.





    –Emocionante – dijo Edgardo mientras hacía sonar las coyunturas de sus manos.

    –Una criatura mística creada a través de magia y alquimia jamás es un enemigo fácil de vencer – repuso Antonio mucho más serio.

    –Sin embargo parece interesante que alguien libere algo así en las calles de la ciudad – dijo José. Los tres hombres se encontraban de frente, en una calle empedrada bastante estrecha, mientras solo podían ver unos ojos brillando en medio de la neblina.

    –Bien, ¡ahora sabrán todo el poder le a tierra! – dijo Edgardo, mientras se preparaba a conjurar su hechizo, pero justo antes, Antonio levantó la mano derecha y disparó. La esfera de plasma atravesó la neblina disipándola e impactando de manera violenta en la criatura. La onda de impacto de la explosión levantó muchos detritos, haciendo que sus mantos se ondearan de manera dramática a la luz de la luna. Cuando llegó Juan, este tuvo que taparse la cara para que el polvo y las esquirlas no lo afectaran.

    –¡Hey! ¡Ese era mío! – dijo Edgardo muy molesto con Antonio.

    –Entre más rápido terminemos con él será mejor – contestó Antonio, quien no parpadeaba, toda su mirada estaba concentrada en aquella criatura mitad murciélago. El impacto le había hecho volar el hombro, y ahora parte del pecho estaba expuesta, pero no manaba sangre, de hecho, la criatura no caía al suelo. Antonio entonces levantó sus manos y disparó con ambas al mismo tiempo. Una de las esferas de plasma alcanzó la pierna destrozándola por completo, y la otra de impacto justo en el rostro, desintegrando su cabeza. La criatura terminó en el suelo, y aun así seguía habiendo algo muy extraño.

    A pesar de la victoria aparentemente fácil, y de lo sorprendidos que estaban todos de su rapidez y potencia aunque no pronunciara encantamiento alguno, Antonio sabía que algo no estaba bien.

    –Como esperaba del héroe que me salvó el pellejo – dijo José

    –En serio que podrías ganar más dinero si te lo propusieras amigo – agregó Edgardo

    –Realmente impresionante – dijo Juan bastante emocionado, era la primera vez que veía a un mago pelear a tanta velocidad. Generalmente los magos de los ejércitos funcionaban como cañones humanos, muy lentos al disparar debido a que tienen que realizar un conjuro muy largo, pero Antonio lo podía hacer verdaderamente rápido.

    –No es una quimera – dijo Antonio cerrando los ojos, mientras parecía prepararse para una batalla más larga.



    “Es una gran suerte que dos de mis presas estén tan cerca la una de la otra” pensó el hechicero mientras meditaba. Su mente aunque concentrada se encontraba dividida en tres planos, lo cual lo obligaba a disponer de sus peones mentales con sumo cuidado “ dos señales de sangre relativamente fuertes están juntas en un lugar que ha sido muy fácil de alcanzar, aunque parecen estar acompañadas por alguien relativamente hábil, mientras que el Virrey apenas si debería ser llamado realeza, ja, su línea de sangre está tan mezclada que a penas podría ser usado para el ritual, pero ¿de quién es esta cuarta fuente?, es increíblemente pura, más pura que cualquier cosa que pudiera sentir, es mucho más fuerte incluso que los restos de la sangre de San Ignacio, ¿que significa esto?”

    Natalia se encontraba durmiendo en un cuarto bastante amplio cuando lo sintió. Aquella presencia siniestra muy similar al día en que su padre había sido asesinado. Era como una opresión en el pecho que casi que le impedía respirar. Se levantó de la cama de manera sigilosa y se vistió tal como lo hacía su padre cuando salía de caería, Unos pantalones amplios atados a la cintura con un cinturón de cuero, con dos pistolas. Unas botas de cuero hasta la rodilla, una camisa de seda amplia y en sima una rana de lana hirsuta aunque bastante abrigada, y un sombrero de ala ancha.

    Salió de su casa por una ventana amplia en el patio trasero, y se dispuso a encontrar a aquello que emanaba tal extraña presión.

    Avanzó en medio de las calles siempre mirando hacia los techos, donde de vez en cuando podía ver algo que se movía entre la espesa neblina, y sin darse cuenta llegó a una mansión bastante opulenta. Aunque llamarlo nación era algo bastante condescendiente. En realidad se trataba de la estación de trabajo de la familia Vega. Se trataba de un edificio que se dedicaba a la construcción de maquinaria de vapor de Tlaloc, una nueva tecnología que unos hombres del reino de Albión habían intentado introducir en aquellas tierras unos años antes y que habían dejado en manos de aquella familia de comerciantes. Aunque no tenían muchas ventas, el dinero que lograban con ese negocio era más que envidiable, aunque no fueran considerados verdaderos aristócratas. Muchos se burlaban de don Ramiro Meneces Vega por ser un simple comerciante que había pagado una fortuna por un título de nobleza. Su hija Liliana había llevado ese Estigma durante muchos años, siendo la mismísima Natalia quien la había molestado durante la mayoría, claro, hasta que se hicieron amigas.

    ¿Por qué un rastro tan repugnante terminaba en aquella mansión?

    A cada segundo que pasaba, Natalia se hacía más impaciente, hasta que finalmente.

    Agua, ¡protégeme del infierno! – dijo Natalia mientras levantaba las manos, acto seguido, una gran cantidad de neblina se concentró en sus manos generando una esfera de agua que impactó violentamente contra las rejas de la nación. Las pesadas puertas de hierro se desdoblaron con el impacto, mientras se abrían violentamente y con gran estruendo. Natalia ingreso corriendo, mientras la alarma en la nación se encendía. Sin embargo, unos pocos segundos después, se escuchó otro estruendo, esta vez en el interior de la mansión.

    Cuando Natalia llegó al lugar, pudo ver como una criatura mitad murciélago trataba de sujetar a Liliana con las patas, mientras mantenía sus membranosas alas extendidas en el tercer nivel de la mansión.

    Dador de vida – dijo Natalia cerrando los ojos y tratando de concentrarse en su energía y en el flujo de magia a través de su cuerpo. Sabía que si no atacaba correctamente, la criatura no sentiría nada o Liliana podría salir lastimada – que fluyes de la tierra – al decir esto, su tatuaje de Picis comenzó a brillar con una gran intensidad –levanta tu fresco manto – al instante una enorme presión de agua se reunió entre sus dos manos – para protegerme del infierno

    La esfera de agua golpeó violentamente una de las alas del hombre murciélago, quien salió impulsado contra la pared soltando a Liliana. La bestia tenía la membrana de una de sus alas rota, mientras que Liliana permanecía en el suelo. Rápidamente ella se levantó, aun se encontraba vestida con su suave traje lanco de dormir.
    –¿¡Estas bien!? – gritó Liliana desde el jardín del primer nivel visiblemente preocupada.

    –¡Estoy bien! – gritó Liliana, mientras que un grupo de hombres fuertemente armados ingresaban al pasillo. Mientras tanto, la criatura se reincorporaba y se veía bastante molesta. De inmediato los hombres comenzaron a disparar. Las ráfagas de los armas iluminaban el pasillo brevemente, mientras que el vapor que salía de los cañones hacia nuevamente la visibilidad imposible. Los proyectiles impactaron a la masiva criatura, pero ella en lugar de enfocarse en sus atacantes desvió nuevamente su murada sobre Natalia.

    –No tan rápido – dijo Liliana levantando sus manos, y con su gesto una fuerte ráfaga de viento cortó una de las alas de la criatura, y con otro, uno de sus brazos. Los ataques habían sido fulminantes, aunque le habían costado gran cantidad de su energía mágica. La habilidad que Antonio les había estado enseñando durante aquellas semanas apenas empezaba a florecer en ella. Pero su rostro de alegría y orgullo se esfumó al ver como de los muñones amputados de la bestia emergía un nuevo set de huesos como si se trataba de un globo inflable, luego, del hueso emergían el musculo y finalmente la piel. En un solo instante, la bestia ya estaba completamente restaurada, y con un breve movimiento se abalanzó sobre Liliana, colocando cuidadosamente sus garras alrededor de sus brazos y jalándola a los aires.

    Ambos salieron por el orificio en la pared por donde la criatura había ingresado. Mientras que Natalia solo podía ver de manera impotente toda la situación.
     
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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    27
     
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    1380
    Capítulo 14. El puño de una reina.

    El 14 de agosto de 1831 fue el último día que los defensores de la fortaleza de Aquitania vieron la luz del día. Como una ráfaga de viento del norte, cayó sobre ellos un frio eterno que lo congeló todo a su paso. Aun hoy 8 años más tarde, la fortaleza de Aquitania sigue siendo un lugar gélido, al que solo se puede acceder usando gruesos abrigos y por muy poco tiempo, señal recordatoria del control del imperio de Iberia sobre el reino de Galia en el norte. Amadeo Martínez Inglés Coronel del ejército colonial Imperial a su majestad la princesa Matilde de Iberia.


    –Manuel, amigo mio, esa noticia me deja en una pésima situación – dijo el Virrey al Gran Consejero, los dos se encontraban reunidos a altas horas de la noche, pues la gravedad de la información era muy grande. Según una carta, el Imperio de Britania había tomado el control de la isla de Hatuey al norte de las costas de Nueva Iberia, cortando la comunicación con la península.

    –¿El imperio de Mextze ya se ha pronunciado sobre esto? – preguntó el Virrey

    –Lo dudo – contestó el gran consejero – consideraría que la señorita Iztacci aún no se ha enterado de esto. Aunque muy seguramente mañana en la mañana se habrá de enterar.

    –Que la diosa nos tome confesados y la flota Británica sigue avanzando, no tendremos nada con que defender esta posición – dijo el Virrey – una colonia, tan lejos de la capital, y con un imperio aliado con pies de barro. En el peor de los casos, deben prepararse para desalojar esta ciudad llevándose todos los secretos de la Universidad a Iberia.

    –Prepararé todo de inmediato – dijo el Gran consejero.




    Antonio permanecía con las manos extendidas mientras el par de criaturas se movían una al lado de la otra, como perros hambrientos que se saboreaban por sus presas.

    –Gordo, que pasa – decía Edgardo algo nervioso.

    –No los ataques – dijo José con una mirada de seguridad mientras daba unos pasos hacia atrás sacando su espada, e indicándole a Juan que hiciera lo mismo – todos, dejen que Antonio esté enfrente y separémonos.

    –Pero Don José, no estará sugiriendo… – decía Juan, pero fue interrumpido por Antonio

    –Niño, arruinas nuestro estilo – dijo Antonio con una sonrisa altanera – has lo que el bastardo manipulador te ordena, ahora!

    Juan hizo caso a Antonio, aunque Edgardo tomó precauciones.

    –No sé ustedes, pero no me tomaran desarmado en este jueguito! – dijo Edgardo levantando su mano, y de inmediato la tierra bajo ella se abrió, dejando pasar lo que parecía una barra de hierro con una punta muy ancha, era una lanza de estilo partisano, pero con la hoja cortante más larga y ancha.

    –¡Que comience el baile! – dijo Antonio mirando directamente a los ojos de una de las criaturas que se encorvó en cuatro patas, como su acumulara energía en su columna lista para arrojarse en una poderosa embestida.



    Natalia estaba completamente atónica, aquella mujer había reducido a cenizas a aquella criatura con un solo puñetazo mientras interceptaba el intento de rapto en medio del aire. Liliana apenas si conservaba la suficiente energía mágica para utilizar un hechizo de viento y aminorar el impacto de su caída, aunque el golpe fue aun lo suficientemente fuerte para dislocarle el hombro.

    “Una criatura espiritual esclavizada, estos hombres están utilizando magia del mundo infernal, ¡que blasfemia!” pensó la mujer que se encontraba envuelta en una fina ruana de seda, aunque debajo se encontraba vestida con un pantalón blanco ceñido al cuerpo, sobre el cual había un manto semejante a un vestido de la lejana Chu de un tono rojizo. Su cabello largo y purpureo estaba ligeramente recogido en una cola de caballo por una tiara adornada por varias plumas de ave. Su piel morena y sus labrios carnosos revelaban su ascendencia Tonanziana, pero le poseía algo que Natalia nunca había visto en las personas de aquellas tierras, orgullo, un orgullo trascendental en su mirada, un orgullo solo comparable al de una reina.

    –Levántate – dijo la mujer con un marcado acento Mextzica, su mirada era dura, pero por alguna razón reconocía a Liliana como a su igual – ¡Levántate!

    Natalia repasaba lo sucedido una y otra vez en su cabeza, la Mujer había lanzado un golpe y este había proyectado un circulo como los círculos de alquimia en medio del aire como si se tratara de una ilusión luminosa, y luego de ese círculo emergió un haz de fuego tan denso que convirtió en cenizas a la criatura, incluyendo su núcleo y lo que parecía en su interior un cántaro. Cuando el cántaro se quebró, una extraña luz azul emergió de él y luego se esfumo en el aire como si se tratara de neblina.

    Liliana miró los profundos, oscuros aunque fulgurantes ojos de aquella mujer, y por alguna desconocida razón, decidió obedecerla, aunque su cuero le doliera, aunque el hombro derecho la matara del dolor, se decidió a esforzarse. Cuando estuvo de rodillas se detuvo un instante para respirar un poco, estaba realmente agotada.

    –Levántate – continuó la mujer acercándose a Liliana de manera altiva, aunque justo en ese momento Natalia se interpuso.

    Liliana la miró a los ojos nuevamente y como pudo se puso de pie. Avanzó unos pasos hasta apoyarse en Natalia y sonreírle, no hacían falta más palabras para agradecerle lo que había hecho. En ese instante aparecieron los hombres de la mansión todos armados incluyendo el padre de Liliana que como una furia atravesó el campo y abrazó a su hijita tan amada.

    –¿Estas bien? – preguntó don Ramiro

    –Estoy bien papa – contestó Liliana abrazándolo con el único brazo intacto que tenía – rápido, atendedla! –dicho esto varias mujeres llegaron al lado de Liliana con una camilla y procedieron a cubrirle el cuerpo con una mana de algodón, luego le entablillaron el brazo recostándola en la camilla. Mientras procedían a haces eso don Ramiro miró a la mujer.

    –Señora, desde el fondo de mi corazón le agradezco que salvara a mi hija – dijo Ramiro – sin embargo, y aunque pueda sonar descortés, ¡ella pudo haber muerto!

    –Si hubiera muerto – contesto la mujer – me quitaría los ojos, pues sería una evidencia de que yo juzgo mal a las personas y eso es algo que nunca hago –los ojos de aquella mujer eran duros, y sus palabras eran autoritarias, pero Ramiro no podía refutarle, pues su autoridad era vehemente – ¡Ibero!, si en verdad eres el padre de esa criatura debes saber muy bien sus cualidades y habilidades. Ella era bien capaz de sobrevivir a esa caída y lo hizo, aunque lo haya hecho mal solo por miedo.

    Ramiro de mordió la lengua, a pesar de todo ya había adivinado la identidad de la persona con la que trataba, su gran influencia y su mal temperamento.

    –Ya veo – dijo don Ramiro cerrando los ojos – en todo caso debo agradecerle a la señora Iztaccí Huatl embajadora del Imperio de Mextze por haber salvado a mi amada hija, por favor, sírvase de tomar cualquier cosa de mi casa que guste como representación de mi agradecimiento. Y no era poca cosa, la mansión de don Ramiro era conocida entre los criollos y la nobleza local por tener una amplia colección de arte muy costosa, tanto, que algunos se atrevían a sugerir que la riqueza invertida en ella superaría incluso la del palacio del Virrey.

    –No es necesario – contestó Iztaccí – aunque si me gustaría tener una tarde en compañía de su preciosa hija, claro si al don de la casa no le molesta.

    –Así se hará – contestó Ramiro al ver que Liliana estaba interesada en la mujer que le había salvado la vida, aunque tal idea no le agradaba para nada. Luego Iztacci se acercó a Natalia.

    –También me gustaría que tu estés presente en esa charla joven hechicera – dijo Iztacci sonriendo a Natalia, algo que raras veces realizaba– he visto a grandes varones venirse encima al combatir con una criatura del mundo infernal como tú lo has hecho, casi sin parpadear o dudar, realmente tienes el espíritu de un águila en tu interior.

    Al escuchar esas palabras Natalia se sonrojó de vergüenza, después de todo y a pesar de su origen Iztaccí era alguien muy respetada dentro de las pocas hechiceras de la Universidad, debido a su gran valor y poder.
     
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    La edad de los Imperios. Libro I. La hija del viento
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    Fantasía
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    27
     
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    1735
    Capítulo 15. La leyenda de la capsula de plasma.

    Cuenta la leyenda que el primer emperador en unir todas las tierras al oeste del mar Egeo, el rey Latios hijo de Sargón el grande al morir tuvo dos hijos. Latinos y latimios. Latios sabía que dividir su imperio en dos solo traería más desgracias como lo que había efectuado su padre al morir. Por eso, antes de su muerte les dijo a sus hijos “solo uno puede reinar, solo uno puede ser mi hijo”. Dicho esto, el hermano menor sacó su espada y ante la incrédula mirada de su hermano se la atravesó en el cuello. Así nació la costumbre del Torneo de los Príncipes de Latian, para ver quien gobernaría el imperio. Costumbres de los reinos paganos de Antaño, Capitulo III el viejo imperio de Latian.

    Las dos criaturas se abalanzaron, pero no contra Antonio, al extender sus brazos intentaron pasarlo de largo mirando claramente a Juan y a José. E ese momento Antonio abrió sus brazos liberando una esfera de plasma en cada mano. Las explosiones resultantes lo envolvieron a él, pero dejaron a los bestias con enormes orificios en sus costados y además empotradas en las paredes de roca.

    –¡Excelente! – dijo Juan, pero en ese momento José lo tomo de manto y con una mirada le indicó las montañas al oriente, M9onte Serrado.

    –A correr – dijo José al ver que Juan se demoraba en seguirle la idea.

    –Parece que van detrás de los traseros de sangre azul, ¿he? ¡Muy discriminadores estos bichejos repugnantes! – decía Edgardo mientras hacía girar su lanza.

    –Ya deja de fastidiar y prepárate – contestó Antonio desde el interior de la masa de polvo que se levantó por las dos explosiones – que si tu acero no sirve estaremos en serias dificultades – mientras Antonio decía esas palabras, los orificios sanguinolentos de las criaturas comenzaba a regenerarse, aunque esta vez a una mayor velocidad. Se levantaron como si nada mirando a Antonio, para luego ignorarlo nuevamente y seguir avanzando tratando de seguir el resto de José y Juan.

    –¿Te queda suficiente mana? – preguntó Edgardo

    –¿Por quien me tomas? ¿Por un mago soldadito? – repuso Antonio mientras que las criaturas intentaban emprender la persecución. A una le reventó la cintura y a la otra la hizo volar en el pecho, revelando una estructura parecida a una esfera de roca, al verla Edgardo procedió a lanzar un poderoso golpe con su lanza de hierro encantada, pero esta se quebró debido a la fuerza del impacto, logrado simplemente empotrarla en la pared.

    –Esta va ser una noche larga – dijo Edgardo no muy animado.

    –Si seguimos así nos quedaremos sin mana muy rápido – contestó Antonio mientras los dos veían como la primer bestia le crecía una nueva pelvis, la luego a partir de ella un nuevo par de piernas. Mientras que la segundas se regeneraba completamente a partir de esa esfera de roca empotrada en la pared.

    –¿Tienes algo que pueda romper esa roca? – preguntó Edgardo.

    –La verdad es que si y no – contestó Antonio no muy confiado – me gustaría usar otra cosa antes, pero necesito alejarme lo más posible de todas estas tejas de barro y paredes internas de madera, podría causar un feo incendio.

    –Alejarnos ¿no? – Contestó Edgardo – así que ese era el plan de José

    –Sigue a esos dos y asegúrate de que no los lastimen – dijo Antonio – y trata de guiarlos a aquella planicie.

    –Huy, eso queda bastante arriba – dijo Edgardo.

    –De lo contrario sería demasiado fácil, ¿no? – contestó Antonio.

    –Je, me gustan los retos – dijo Edgardo mientras el par de bestias se levantaban de nuevo para proseguir su persecución.

    Unos cuantos minutos después.

    –¿Que rayos está sucediendo? – preguntó Juan muy cansado después de correr sin detenerse, estaban en medio del bosque y José parecía bastante interesado en llegar a una extensa plamnicie que se encontraba en una elevación bastante escarpada.

    –Parece que desean algo de nosotros – contestó José – pero deberías alegrarte, eso significa que realmente somos nobles, jajajaja –

    –No le veo lo gracioso en estos momentos – repuso Juan – ¿y a todas estas a donde nos dirigimos?

    –El chico debe reportarse con migo – dijo José – toda su investigación, a cambio de la seguridad de su madre, ese fue el pacto secreto que su majestad hizo con él a cambio se satisfacer todos sus caprichos, por eso nos odia.

    –Usted se refiere a – decía Juan cuando escucharon el rugir de una de las bestias que se abalanzaba en los aires como si fuera un gran murciélago. Al ver a Juan, la bestia descendió a gran velocidad exponiendo sus garras, pero en ese momento Edgardo apareció con una panza aun más larga, cortándole el costado. Luego, invocando una saeta algo más corta, la arrojó con fuerza a la otra que avanzaba corriendo en la oscuridad de la noche como si fuera un jaguar negro, clavándola de la cintura contra una roca.

    –¡Corran! – dijo Edgardo, quien se veía realmente agotado, había estado avanzado todo ese tiempo a la par de ambas criaturas deteniéndolas a cada instante, las habría matado unas 70 veces si no fuera por el hecho de que parecían completamente inmortales.

    José le dio la mano a Juan mientras alcanzaba la cima de la planicie, y allí se encontraba Antonio.

    La esperanza de José pareció desvanecerse al ver a los pies de Antonio.

    –¿Qué significa esto? – dijo José.

    –¿A caso vez alguna superficie lisa para escribir? –repuso Antonio – aunque eso lo hace más interesante, ¿no es así?

    –¿Piensas matarnos a todos? – preguntó José.

    –¿Le temes a algo de frio Gran Duque? – preguntó Antonio mirándolo a los ojos, para luego sonreír y observar como una de las criaturas alcanzaba la cima de la planicie –relájese, tengo una opción, pero deberán alejarse lo más posible de mí. Dicho esto Antonio disparo otro ataque de fuego, haciendo explotar la pierna izquierda de la criatura.

    –Más nos vale que la otra escale pronto, porque solo me queda energía mágica para una cosa más – dijo Antonio – por el momento, en serio, aléjense de mí lo más que puedan.

    –De acuerdo – dijo José y con un gesto le indicó a Juan que siguieran avanzando a toda velocidad.

    –De acuerdo, ¿cómo venía esa verso? – decía Antonio pensativo, cuando la segunda criatura salió de entre las ramas de un salto extendiendo sus alas, para ser atravesada por tres saetas lanzadas desde no muy lejos. Termionó en tierra no muy lejos de la primera.

    Antonio levantó su brazo derecho hacia el cielo de manera dramática – ¡Flamas caigan del cielo! pues en frente de mí el enemigo se encuentra – mientras decía esto, las bestias terminaron de regenerarse, y esta vez decidieron atacarlo a él para no tener más retrasos – juzga desde el cielo su deseo de atacar, ¡Quema desde el cielo a quien has de devorar!

    Dicho esto, una lluvia de fuego cayó desde el cielo impactando de manera severa en los cuerpos de las bestias, aunque no solo en ellas, sino a todo el derredor de Antonio, generando pequeñas llamas que permanecieron encendidas después de los impactos. Sin embargo las criaturas no habían sido derrotadas. Aunque sus núcleos habían quedado expuestos, se regeneraron igualmente.

    José pareció por un instante perder la compostura, pues podía sentir como Antonio se había quedado casi totalmente sin energía mágica.

    –¿¡Saben que es lo interesante de la alquimia!? – dijo Antonio gritando a todo el mundo mientras levantaba las manos de manera victoriosa mientras las criaturas volvía a regenerarse enfrente de el – ¡que es muy flexible!, ¡por ejemplo, se puede reemplazar el mineral de Tlaloc de una tiza por un circulo en llamas lo bastante caliente y brillante!.

    Al escuchar esas palabras José observó la forma de las llamas que habían dejado a tras el ataque de lluvia de fuego de Antonio y se dio cuenta de que se trataba de un circulo de alquimia muy grande y extremadamente complejo. Justo cuando veía esto cuatro pilares de fuego salieron de la tierra.

    En ese momento Antonio se puso serio y cerró los ojos. Mientras que José empezaba a reír, una risa inquietante, una risa de victoria – ¡siempre logras sorprenderme chico! ¡Siempre!

    Juan conocía relativamente aquel círculo de alquimia pues era usado para extraer fuego de ciertas formaciones geológicas y así calentar complejos industriales, aunque este círculo era diferente, había ciertas líneas que lo hacía bastante particular. Luego de un rato, los cuatro pilares se desvanecieron mientras que el círculo de alquimia en si se hacía cada vez más y más brillante hasta que al final tres esferas de energía pura se concentraron alrededor de Antonio. Luego este poso su mano sobre uno, y con los ojos cerrados comenzó a recitar – Nada frio lo está en la realidad, Todo calor posee, todo energía ostenta, a tomo a mi alrededor ruego, me dé algo de su fuerza – dicho esto la primer esfera de energía desapareció. Luego abrió los ojos mientras las criaturas ya se encontraban completamente regeneradas – ¡llamas!, únanse en mi mano!, reuníos con mi voluntad, creced en estado de pureza hasta volver todo cenizas!.

    Al decir esto, una pequeñísima esfera de plasma de formo en la punta del dedo índice de Antonio, era realmente pequeña, como la cabeza de un alfiler, pero al mismo tiempo, extremadamente brillante, como si se tratara de una estrella que había descendido del cielo, tanto así que iluminó todo el campo como si fuera la luz de una gran fogata.

    –¡Lo logró! – dijo José mientras Antonio permanecía de manera estóica sosteniendo aquella pequeña estrella gflotando sobre su dedo índice derecho – ¡el muy desgraciado realmente lo logró!

    –¿A qué se refiere Do José? – preguntó Juan

    –El hechizo más poderoso de la magia de fuego, un ataque comparable a la magia de combarte de Mextze – contestó Juan alegre – la cápsula de plasma, un ataque que requiere tanto mana y un estado de concentración tan grande que ningún mago podía hacerlo, no por lo menos de manera controlada. La última vez que vi a alguien usarlo fue hace 8 años.

    Antonio permanecía con los ojos cerrados, mientras el par de criaturas se abalanzaba sobre él.

    –Capsula de fuego fue en parte la responsable de la caída de la fortaleza de Aquitania hace 8 años – continuó José – jamás olvidaré ese día – un ataque de destruyó más de la mitad de una fortaleza y dejó una cicatriz en la tierra tan caliente que aun hoy la roca permanece al rojo vivo.

    –¡Desaparezcan! – dijo Antonio – ¡Capsula de Plasma!
     
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