La dulce mentira.

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Aensland, 21 Agosto 2011.

  1.  
    Aensland

    Aensland Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    20 Agosto 2011
    Mensajes:
    7
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La dulce mentira.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1986
    Hola hola hola, bueno aquí dejo un fic que empecé a trabajar en el hace muchísimo tiempo, lo comencé pero aun no lo acabé pero bueno, me pondré las pilas :33!
    También lo publiqué en bastantes sitios con mi Nick antiguo pero bueno, me cansé de el. Aquí lo dejo espero que os guste.

    La dulce mentira.

    Capítulo 1.

    Un atardecer, caluroso de verano, ellos dos en un parque, sentados. La chica tenía el cabello oscuro y largo, ojos cafés, era preciosa. Sin embargo, el chico era musculoso, alto, cabello largo y oscuro, ojos dorados color de miel, también era muy bello.


    La chica llevaba una camisa blanca como su piel, de tirantes, una falda color roja con los bordes de color negro, y unos "zapatos" veraniegos. Mientras el chico tenía una camisa color oscura remangada por los codos, era de chándal, y unos pantalones cortos color más claro, y chanclas.

    Los dos estaban sentados en los balancines de ese parque mientras el abrasador sol les bañaba con sus rayos de calor. El chico empezó a columpiarse mientras la chica fijaba la mirada en el suelo.

    - InuYasha...- Susurró la chica.

    El chico empezó a parar el columpio. Cuando paró, miró al frente y unos segundos después desvió la mirada hacia ella.

    - ¿Qué pasa? ¿Aún estas preocupada por eso? – Preguntó él, con voz tranquila y muy dulce a la vez.

    La chica aún con la mirada fijada en el suelo, empezó a jugar con el pie a darle pataditas a una piedra.

    - InuYasha... No lo entiendes, ¡no sé como hacerlo! - Exclamó - Ya solo tengo dos semanas para ése examen, necesito aprobarlo para poder entrar en la universidad de Tokyo.

    - Kikyo… Confio en ti - Dijo mientras se levantaba y se ponía enfrente de la chica cabizbaja– Todo saldrá bien, aprobarás y con nota de diez!- Ella le miró, él la miró, conectaron miradas, amaneció una sonrisa por parte de ambos, y se unieron hasta conectar sus labios y besarse.

    Él se separó mientras sonreía, le extendió la mano para que se levantara. Ella la aceptó y se levanto agarrando su mano. Los dos se miraron y ella le abrazó.

    - InuYasha….. Qué haría yo sin ti... – Dijo ella mientras le abrazaba más. Él la correspondió y al poco tiempo se agarraron de las manos y comenzaron a salir del parque.

    - ¿Nos vemos mañana? – Susurró el.

    - Tengo que estudiar duro para el examen cariño – Dijo mientras se puso de puntillas – Lo siento...

    Los labios de los dos chicos se encontraron, al principio fue tranquilo, pero, comenzó a ser algo más "violento".
    Cuando se separaron, Kikyo se fue a dirección a su casa e InuYasha hizo igual. Al poco tiempo InuYasha giró una esquina y se percató a lo lejos de que más adelante había una chica que el conocía y apreciaba con toda su alma. Ella llevaba unas bolsas de la compra e iba distraída mirando hacía adelante.

    Corrió hacia ella, levantó sus manos y le tapó los ojos - ¿Quién soy? - Preguntó en tono animado, con una sonrisa de oreja a oreja. La chica sonrió igual y soltó las bolsas de la compra para agarrar y acariciar las manos de él.


    - Mmm, ¡no sé! – Jugó la chica sin quitarle las manos - ¿Kouga-kun? - Bromeó.

    - ¡No me compares con ése, mema! - Exclamó alterado, pero sin quitarle las manos del rostro de la joven.


    - Hahaha, perdona InuYasha – Dijo mientras le bajaba las manos y se daba la vuelta para mirarle. - ¿Qué haces aquí? - Preguntó con una enorme sonrisa y ojos tiernos.

    - Estaba en el parque y te vi cuando me dirigía a casa, Kagome – Contestó el chico. Bajó su mirada a las bolsas - ¿Quieres que te ayude?

    Kagome era una chica muy parecida a Kikyo, no se diferenciaban mucho, pero aún así se diferenciaban. Kagome tenía la piel más oscura, los ojos más claros, pero aún así color cafés, el cabello color azabache ondulado, y las exactamente las mismas curvas que Kikyo.


    - No, no, puedo sola - Contestó volviendo agarrar las bolsas - Pero, ¿puedes venir a mi casa? – Propuso ella mientras andaba nuevamente hacia la dirección a la que se encontraban.

    - ¿A tú casa?, ¿para qué? – preguntó el.

    - Tengo que darte el libro que me dejaste, ya me lo terminé y me gustaría devolvértelo lo antes posible. – Dijo ella con una sonrisa dulce.

    - Si claro - Contestó, mientras rápidamente la agarró de una mano y le arrebató una de las bolsas - Pero déjame ayudarte.

    - ¡Qué testarudo! – Exclamó mirándole - Bueno, ¡pero solo por esta vez!

    El sonrió y siguieron caminando. Kagome se sintió curiosa y formuló, sin pensarlo, una pregunta.

    - InuYasha...

    El giró la cabeza para mirarla, esperaba ésa pregunta por parte de ella.

    - ¿Qué hacías en el parque? - Preguntó, devolviéndole la mirada con cara inocente y sonriente.

    - Estaba con Kikyo - Al mencionar ese nombre, Kagome apartó su mirada de los ojos dorados de el, para posarla en el suelo por el cual estaba pasando, sin querer darse cuenta, su cara tomó forma en un rostro triste y apagado. Pocos segundos después volvió a levantar la cabeza.

    - ¡Tonta! ¡Estando así no conseguirás nada! ¡Anímate! - Pensó ella mientras esbozaba una sonrisa algo forzada para que InuYasha no se diera cuenta.


    Ya llegaron a su casa, solo faltaba subir una cuesta con muchos escalones que llevaba al templo de esa ciudad. Ya subidos los escalones había un árbol enorme al lado izquierdo del templo, y una pequeña caseta a la derecha, que guardaba en ella un pequeño pozo donde se decía que los antepasados tiraban ahí los restos de demonios.

    Llegaron a una casa que había detrás del templo, era la casa de Kagome. El tejado era azul oscuro, y las paredes eran como color crema, la casa no era ni muy grande ni pequeña. Tenia una pequeña despensa a su lado, hay se guardaban las cosas antiguas de ese templo.

    Kagome abrió la puerta corrediza y entró.

    - Pasa InuYasha – dijo aún con la sonrisa en sus labios – Como si estuvieras en tu casa – se quitó los zapatos y se puso unos para casa, les ofreció otros a InuYasha – ¡¡Ya he llegado mamá!! – Gritó mientras entraba.

    - Gracias Kagome – Dijo él mientras se ponía los zapatos que Kagome le ofreció.

    Kagome se dirigió directamente a la cocina a dejar las bolsas de la compra.

    - InuYasha si quieres sube a mi habitación – dijo ella mientras entraba en la cocina.

    - Claro, te esperaré allí – InuYasha dio media vuelta y empezó a subir escaleras para llegar a la habitación de Kagome.

    - ¡InuYasha! – Dijo una voz infantil - ¡Hola!, ¿cómo estas?, ¿quieres jugar conmigo a los videojuegos?

    - Me encantaría Sôta, pero he venido con tu hermana, para que me dé un libro que le dejé.

    - Jo… –Dijo Sôta con voz triste.

    - Te prometo, que vendré otro día, y jugaré todo el tiempo contigo – Prometió él.

    - Vaaaaale – sonrió Sôta.

    InuYasha le sonrió y volvió a andar en dirección al cuarto de Kagome. Cuando entró a la habitación se dirigió a la cama y se sentó.

    - Mmmm… – Aspiró aire – huele a ella… - Dijo mientras echaba el aire lentamente. Cerró los ojos y empezó a sentir por aquel olor tan dulce que rozaba su pituitaria amarilla y que poco a poco soltaba por los labios. De repente, la puerta se cerró e InuYasha abrió los ojos y miró hacia ella.

    - Perdona por hacerte esperar - Mencionó Kagome acercándose a una estantería con libros de todo tipo.

    - No importa Kagome, además no has tardado - InuYasha desvió la mirada y se quedo mirando fijamente la ventana, exactamente mirando un gran árbol florecido, era grande y viejo, pero igualmente era hermoso.

    ¡Tock, tock! - Sonó detrás de la puerta que a continuación se abrió Lentamente. Era la madre de Kagome, ella tenía el pelo corto, ojos cafés y tono de piel algo más clara que Kagome. Ella era la directora del instituto al que asistíamos. Entró con una bandeja enorme con 2 tazas de chocolate y muchos dulces.

    - Hija, os he preparado la merienda, disfrutadla. - Dijo dejándola en la mesa del escritorio. Miro a Inuyasha y le sonrió - Hacia mucho que no te veía por aquí InuYasha - Se acercó y le dió un beso en la frente.

    Éste se puso algo nervioso y a la vez colorado - Lo mismo digo señora Higurashi. - Kagome seguía buscando el libro en la estantería, y la madre salió de la habitación, cerrando la puerta. Se estiró para poder alcanzarlo y se volvió hacia él.

    - Ten, tu libro. - Se lo ofreció mientras sacaba la silla del escritorio y se sentaba en ella. Él agarró el libro y le sonrió. Nuevamente ella agarró una taza de chocolate y se la ofreció dandole, también, un platito con dulces.


    - Bueno Kagome ¿qué te pareció el libro? – dijo el mientras se comía una galleta.

    - Pues la verdad es que me a gustado mucho, el un libro que me a encantado, me gustaría comprármelo – dijo mientras le miraba – pero si te soy sincera no lo he encontrado por ninguna parte.

    - ¿No? – dijo el metiéndose la galleta entera en la boca.

    - InuYasha te vas ha atragantar – dijo Kagome mientras bebía un poco de chocolate.

    - Sabes – se trago toda la galleta y la miró – te regalo el libro.

    Kagome en ese momento le miró algo sorprendida.

    - ¿Qué… me lo regalas? Pe-pero si es tuyo – sorprendida.

    - Si te lo regalo, yo ya lo leí varias veces y se me bien la historia, quédatelo tu, aparte si quiero volver a leerlo te lo pediré – sonrió.

    - ¡¡Gracias InuYasha!! – Gritó muy feliz - ¡gracias! ¡Gracias, gracias!

    Él sonrió al ver a su mejor amiga tan feliz con un tan poco, el libro era viejo y estaba desgastado por el paso del tiempo.

    - Con que poco se conforma... Que linda es - Pensó mientras seguía mirándola, viendo como ella cogía el libro y lo abrazaba mientras, nuevamente lo colocaba en la estantería.

    Continuará....
     
    Última edición: 6 Diciembre 2015
    • Me gusta Me gusta x 4
  2.  
    blackrose18

    blackrose18 Usuario VIP Comentarista Top

    Piscis
    Miembro desde:
    22 Diciembre 2006
    Mensajes:
    3,365
    Pluma de
    Escritora
    La actitud de Kikyo no pinta muy bien, el OoC no se permite, y menos para que conviertas en Kikyo en la perra de turno; eso es bashing y el fic puede cerrase; cuidado con cómo está ella.
     
  3.  
    Aensland

    Aensland Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    20 Agosto 2011
    Mensajes:
    7
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La dulce mentira.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1583
    Mmm, hace bastante tiempo que no vengo por aquí. Leí tu comentario blackrose18, y bueno antes de que me cierres el fic, lo he cambiado un poco para que Kikyo no sea tan mala, pero decir y dejar claro, que no me gusta nada ése personaje, y si no fuera por que me borras comentarios de otros users o incluso cerrarme el tema, porque seguramente lo harías, no hubiera cambiado nada. Pero bueno, cada foro es un mundo.

    Capítulo 2.

    No se como pasó, simplemente fue muy fugaz. El se levantó por un impulso y la abrazó, no le dio tiempo a reaccionar y el libro se calló al suelo. Los dos estaban abrazados, de pié frente aquella estantería. El estaba con los ojos cerrados y algo nervioso mientras ella estaba muy sonrojada y tranquila a la vez. Ella le miró de reojo pero el no le dejo que se moviera ya que le abrazaba más fuerte, aún que a ella le encantaba. Inhaló de ése perfume que procedía de ella y comenzó apretarla contra él. Kagome correspondió a su abrazo muy suavemente, pero el , inconscientemente, dejo de abrazarla tan fuerte y empezó a acariciarle la espalda.

    - InuYasha… ¿Por qué haces esto? – preguntó ella con voz dulce.

    InuYasha estaba hundido en un mar de pensamientos, simplemente se dejó guiar por sus sentimientos y ese impulso le llevó hacia donde estaba ahora.
    Kagome se quedó en silencio, solamente se dejo abrazar y hundió la cara entre su pecho. De repente, abrió los ojos, se percató de lo que estaba haciendo y poco a poco se separó - Perdona Kagome, no se que me ha pasado...

    Kagome finalmente levantó un poco la cara y le miró - Supongo que es por que me parezco a ella, ¿cierto? - Preguntó ella, triste.

    InuYasha la miró - Otra vez esa cara no, porfavor... - Pensó al verla como bajaba la mirada hacia el suelo. - Kagome - Susurro mientras le levantaba la barbilla y la hacia mirarle a los ojos - Eres mi mejor amiga, y también te quiero, así que es normal que quiera darte abrazos, no solo Kikyo es importante en mi vida, tu también eres un pilar fundamental en mi existencia.

    Kagome no podía soportar ese intento de palabras de consolación, y aparte, el le impedía bajar la mirada - No Kagome, ¡aguanta! - Se gritaba ella interiormente para que esas lágrimas no salieran por esos entristecidos ojos. Poco a poco forzo una sonrisa cerrando sus ojos. InuYasha se percató de que estaba incomoda y la soltó.

    - Gracias por la merienda, pero es mejor que me vaya.

    Kagome no dijo palabra, se quedó con los ojos cerrados durante unos segundos y poco después lo acompañó hacia abajo. Ambos bajaban las escaleras en silencio. Una puerta del piso de abajo se abrió, era su madre, salió y se puso delante de ellos al bajar los últimos escalones.

    - Kagome hija, ¿vas a salir? - Preguntó con unos papeles en las manos - Necesito que vayas a la papelería de abajo para que me fotocopies unos exámenes de 2do de Bachillerato.

    Kagome alzó la mirada al escucharla, Inuyasha miraba a su madre con cariño, la madre extendió los exámenes hacia Kagome y poco después ella los agarró - Si mamá, iré hacerle fotocopias.

    - Gracias cariño - Miro a InuYasha - ¿Ya te vas?

    - Si señora.

    - Espero verte más por aquí. - Comentó con una sonrisa - Bueno e de seguir trabajando. - Volvió a entrar, corriendo la puerta detrás de si.

    Los dos se quedaron solos en ése pasillo estrecho, Kagome miró los papeles que su madre le entregó. InuYasha desvió la mirada hacia ella y tuvo curiosidad, ¿de que serían los exámenes? ¿serían los exámenes de Kikyo? - Podría... Conseguir uno y... dárselo a Kikyo, así aprobaría seguro... - Pensó InuYasha - ¿Quieres que te acompañe a la papelería Kagome?

    - Si claro - Respondió ella mientras recorría el pasillo para salir de la casa. Rápidamente se puso los zapatos y abrió la puerta. InuYasha la seguía, seguía teniendo mucha curiosidad por el contenido de aquellos papeles.

    - Y... Buenos, ¿de qué es ese examen? - Cuestionó para relajar la tensión que había entre ellos y ya de paso enterarse.

    Kagome miró de reojo a InuYasha mientras bajaban las escaleras de aquel templo - ¿Quieres saberlo para copiarte? - Preguntó ella, sonriente, al parecer ya estaba como siempre, alegre y contenta. Esto animó a InuYasha y le siguió el juego.

    - Obvio. Venga, déjame verlo, además, cuando llegue a casa seguramente se me olvide, así que, que mas te da.

    Kagome soltó un par de carcajadas y volvió a mirarle - Está bien, pero no se lo digas a nadie, si no me madre me mataría - Extendió la hoja para mostrársela, y el, algo nervioso, la agarró y leyó el título. "Examen Final 2do Bachillerato. Historia."

    - Le tendría que preguntar a Kikyo si esta es la materia la cual cree que va a suspender... - Pensó inconscientemente. Al poco tiempo llegaron a la papelería, el intentó a toda costa memorizar cada una de las preguntas antes de que Kagome le arrebatara el examen. - Toma, creo que no recordaré nada de aquí a 3 minutos. - Bromeó devolviendole el examen.


    Ella sonrió y cogió el examen - Estudia mucho y verás como aprobarás.

    Ambos se miraron, era obvio que entre ellos había mucho más que química. InuYasha levantó la mano y se despidió dejándola en la puerta de la papelería. Ella sin embargo se quedó viendo a InuYasha hasta que desapareció.

    - Odio esto... - Pensó ella mientras entraba a la papelería.

    ________________________________________________________________________________________________________________

    Con InuYasha.

    InuYasha aún estaba en la calle, se dirigía a su casa, y el sol ya se ocultaba.

    - Se hace tarde, mi madre me va a matar.

    Hecho a correr hacia su casa. Primero corrió unos metros hacia el centro de la ciudad, a continuación dobló una esquina hacia la izquierda, después de correr unos cuantos metros más se adentró en otra calle, paró de correr y ya fue normal. Por último doblo hacia la derecha y enfrente, había una casa. Abrió la puerta corrediza y entró.

    - ¡YA ESTOY EN CASA!

    - Bienvenido a casa InuYasha – le dijo una voz femenina mientras salía de una habitación.

    - Madre, perdón por llegar tarde. Estuve con Kagome.

    - No te preocupes InuYasha, ve a la cocina a cenar hijo.

    Aquella mujer era la madre de InuYasha, tenía el cabello muy largo y liso, tenía los ojos marrones, unos labios muy finos y era muy hermosa.

    InuYasha pasó por el pasillo y besó a su madre en la mejilla dándole las gracias, entró en la cocina, en ella estaba su hermano mayor, se parecía a InuYasha, tenia el cabello oscuro y largo, parecía alto y tenía muy buen cuerpo, los ojos los tenía color café acaramelados y una cara muy fina, perecía uno de esos chicos muy serios que casi nunca hablan.

    - ¿Dónde estabas estúpido?- Dijo el hermano.

    - ¿Y eso a ti qué te importa? – Le dijo InuYasha mientras este se sentaba para comer en la mesa.

    - Eres un idiota InuYasha, ¿no te lo han dicho nunca?

    - Sí, otro chico más idiota, que eres tu Sesshomaru.

    Sesshomaru se levantó de la mesa tranquilamente, ya que terminó de comer, se dirigió hacia la salida ignorando a InuYasha como la mayoría de las veces. InuYasha agarró el bol de arroz y empezó a comer, cuando lo terminó, empezó unos tallarines y algo de sopa a la vez. Al acabar se levantó de la mesa, recogió los platos, incluso los de su hermano, y empezó a lavarlos en el fregadero.

    - InuYasha… No hace falta que los laves, ya lo hago yo cariño – Dijo su madre que acababa de entrar a esa sala.

    - No, ya estoy terminando, madre tu date un descanso que lo necesitas.

    - Gracias cariño, entonces me voy a acostar no tardes mucho en acostarte cielo. – Dijo mientras salía de la cocina.

    - No…. no te preocupes madre, ya mismo acabo. – Dijo cerrando el grifo del agua, mientras agarraba los platos y los ponía a secar.

    Cuando acabo se secó las manos con un trapo, limpió la encimera y salió de la cocina apagando la luz. Subió lentamente las escaleras hacia su habitación mientras se ponía una mano en su cabeza.

    - Joder, en que demonios estoy pensando... – Se dijo así mismo mientras entraba a la habitación.

    Cuando entró encendió la luz que estaba a su lado a mano derecha y cerró la puerta. Ese cuarto era un poco más grande que uno normal, la cama estaba en un rincón, las paredes pintadas en grises con posters alrededor, también había un escritorio bastante grande con un ordenador portátil encima de el, y enfrente del escritorio una ventana que daba al monte Fuji.

    Avanzó lentamente hasta el escritorio y se sentó en la silla abriendo el portátil, inclinó la mano derecha para darle a un pequeño botón para poder encenderlo. La pantalla del portátil se puso azul y con unas letras blancas un poco gruesas diciendo 'Bienvenido'.

    Puso las manos en el ratón 'táctil' que había en el centro y abajo del portátil. Movió lentamente la flecha y abrió una carpeta que ponía 'Fotos'. Al instante salieron un montón de fotos, fotos de él, fotos de sus amigos, fotos de Kikyô, fotos de Kagome….

    Continuará....
     
  4.  
    Aensland

    Aensland Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    20 Agosto 2011
    Mensajes:
    7
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La dulce mentira.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1522
    Capitulo 3.

    Amaneció, los rayos del sol empezaron a bañar toda la ciudad entrando por los recovecos más minúsculos que existían. Poco a poco atravesó las cortinas del cuarto e InuYasha empezó a despertar. Se había quedado dormido encima de su portátil que entró en modo suspensión. Aún no abrió los ojos, los apretaba con fuerza para que la luz no le entrara. Despacio, fue incorporándose en la silla. Levantó su mano derecha y restregó sus dedos contra los ojos para así poder abrirlos con más facilidad. Empezó abrirlos y miró hacia el portátil, volvió a darle al botón para encenderlo, y cuando se dio cuenta, en la pantalla había una fotografía.



    Era el, junto a sus amigos, era de Navidad. Estaban Sango, Miroku, Kagome, Kikyo e InuYasha, abrigados, ya que detrás de ellos estaba todo nevado. Junto a ellos había un árbol de navidad que suelen poner en la calle de adorno y todos estaban bien agarrados. Miró hacia Kikyo, tenía una sutil y cariñosa sonrisa. Miró a Kagome, no pudo expresar el como era su sonrisa, solo al verla, te transmitía felicidad. Las quería a las dos, las amaba a las dos. Ambas eran importantes en su vida. Pero lamentablemente, hace poco Kikyo se le declaró. Él correspondió, y aun que él no quisiera admitirlo, este hecho hizo que Kagome se distanciara de el ¿por qué? Por que ella le quería mucho más que un amigo. Y lo perdió por guardarlo en secreto.



    Al recordar todo ésto, quedó inmóvil durante un rato, sin apartar la vista de aquella foto. Después de unos segundos, cerró los ojos, cerró el portátil y se levantó. Miró hacia el reloj, eran las 7:18 am. Aprovechó que se levantó antes para desayunar e ir tranquilamente al instituto. Se vistió, y bajo al primer piso pasa desayunar. Era el único que estaba despierto en la casa, así que intentó no hacer mucho ruido. Se cocinó unas tostadas y un gran zumo, se sentó y empezó a comer mientras sus pensamientos revoloteaban acerca del abrazo que le dio a Kagome. Él sabia perfectamente que sentía más que amistad cuando eso ocurrió, pero eso mismo sentía cuando Kikyo le besaba. Estaba tan confuso...



    Acabó de desayunar, rápidamente fregó los cubiertos que ensució y volvió a su cuarto para agarrar su mochila y un mp3 con auriculares. Bajó nuevamente las escaleras y salió de la casa, dirigiéndose hacia el instituto. Se colocó los auriculares en los oídos y se puso temas de Rock mientras paso a paso se acercaba mas a su destino.



    Llegó treinta minutos antes al instituto, no había nadie por los pasillos, así que se dirigió hacia su clase para poder sentarse, pero, notó pasos en el aula de la directora. Se quitó los cascos, y se asomó. Allí estaban Kagome y su madre, la directora.



    - Buenos días - Mencionó InuYasha desde la puerta del despacho. Kagome y su madre se giraron.



    - Buenos días InuYasha - Contestaron a la vez. El despacho estaba patas arriba, había un montón de cajas apiladas, torres de papeles en el escritorio y todo muy desordenado. - ¿Qué haces aquí tan temprano InuYasha? Tu sueles ser de los que llegan tarde ¿no? - Preguntó Kagome en un tono burlesco pero no ofensivo.



    - Tonta... - Sonrió entrando poco a poco en la habitación - ¿Estáis ordenando? - Preguntó con curiosidad.



    - Si hijo, y es un caos, no creo que nos dé tiempo a ordenarlo en menos de una semana - Mencionó la madre mientras se sentaba y miraba toda la entropía - Kagome, creo que deberíamos quedarnos después de clase o si no la semana de recuperaciones será un desastre.



    - Claro mamá, no te preocupes, verás como si nos dará tiempo.



    - Yo puedo ayudaros - Dijo InuYasha rápidamente. Kagome y su madre le miraron nada más escuchar esas palabras, sinceramente no les vendría nada mal un poco más de ayuda.



    - ¿No te importa?



    - En absoluto, además mis recuperaciones serán en Septiembre, ya que no creo que en una semana me de tiempo a estudiar tantas asignaturas. - Dijo para poder convencer a la madre de Kagome. Esta sonrió y miró a su hija.



    - Por mi no hay ningún problema, Kagome, ¿te parece bien que venga ayudarnos? - Kagome se quedó algo helada, pero finalmente asintió con una sonrisa. - Entonces, InuYasha, ¿después de clases te viene bien?



    - ¡Usted manda señora! - Exclamó mientras ponía la mano en su frente como se hacia en el ejercito. Ambos rieron, y la alarma sonó, en cinco minutos las clases comenzaban, e InuYasha salió de aquel despacho. Trás de si iba Kagome que lo agarró de la mano y el se giró para verla.



    - Gracias... - Susurró Kagome al poner contacto con sus ojos y sin soltarle la mano, se puso de puntillas y empezó a dirigirse a la cara de InuYasha.



    Éste al verla se quedó inmóvil y con los ojos bien abiertos. Su corazón empezó agitarse rápidamente, hasta que, Kagome giró la cara y le dio un tierno beso en la mejilla. Ella se separó y se fue corriendo se allí, sonrojada y cabizbaja para que InuYasha no pudiera verla. Él se quedó inmóvil, con el corazón golpeándole el pecho y la garganta, esto hizo que tragara saliva y su cara tomara un tono más rojizo al darse cuenta de lo que habia sucedido. Levantó su mano izquierda y acarició la mejilla que fue besada, se dio la vuelta y con la mirada se puso a buscar a esa chica que le había puesto así de nervioso.



    No la encontró, ya se había ido, pero segundos después notó como si alguien le agarrara la mano que tenía libre. Miró hacia esa persona y era Kikyo.



    - Buenos días cariño - Dijo ella con una sonrisa mientras le apretaba la mano.



    - Buenos días... - Susurró mientras bajó la mirada e intentó calmarse para que ella no notase nada - ¿Qué tal tu estudio, como fue? - Preguntó para fingir estar bien.



    - Bastante bien, pero no se si me dará tiempo a estudiarmelo todo.



    InuYasha recordó el examen que vio ayer, y sin más rodeos le preguntó mientras se dirigían cada uno a su aula - ¿De que asignatura tienes el examen?



    Kikyo le miró mientras andaba por el pasillo - De historia, ¿por qué lo preguntas?



    - ¡Lo sabia! ¡Era ese examen! ¡Debo decirle las preguntas para que pueda aprobar y así poder ir a la universidad! - Pensó InuYasha inconscientemente. - Por nada, pronto te daré una gran noticia cielo - Se acercó y le dio un beso rápido en la frente - Te veo luego - Empezó a correr hacia su clase. Kikyo se quedó allí parada con la intriga del porqué se intereso y es más, esa gran noticia.



    Acabaron las clases e InuYasha se dirigió hacia el despacho. Aun no llegó Kagome, así que era una oportunidad perfecta para poder buscar el examen para Kikyo. Pero poco duró, notó los pasos firmes de alguien y rápidamente se puso al lado de las cajas para aparentar que no estaba con los papeles.



    - Ho-hola... - Dijo Kagome al verle. InuYasha la miró y ambos se sonrojaron, ya que hace pocas horas ella le dio un tierno beso a él. Kagome entró en el despacho y soltó su mochila, se puso al lado contrario de InuYasha y empezó, como el, a ordenar. Ambos estaban en silencio, hasta que la madre de Kagome entró y rompió el hielo.



    - ¡Que trabajadores mis niños! - Comentó con una enorme sonrisa mientras ella también dejaba sus pertenencias a un lado y se ponía a ayudar. Pasaron las horas y pasaron volando, la madre de Kagome no paraba de hablar y eso hacia que tanto InuYasha como Kagome se sintieran mas cómodos.



    Los minutos pasaban. Las horas pasaban. Los días pasaban e InuYasha no daba con el examen, pero era divertido pasar los días con su mejor amiga. Verla como se cansaba, verla con el pelo alborotado de tanto trabajar, verla y conocerla de esa manera que el desconocía, verla cada vez más linda, verla y que cada día que pasaba mariposas en el estómago lo acribillaban con más fuerza. Pero, esto acabó, hasta que el último día de limpieza... - InuYasha, por favor - Dijo la madre de Kagome con una carpeta en las manos - ¿Podrías por favor llevar estos exámenes a secretaría? Solo quedan 6 días para que estos exámenes se realicen y aún no están distribuidos a sus profesores.



    InuYasha agarró con fuerza la carpeta y salió del despacho. Por fin tenía lo que estaba buscando, así que corrió hacia el baño de caballeros, entró, abrió la carpeta y buscó el examen para Kikyo. Lo cogió, abrió su mochila y comenzó a copiarlo entero.



    Diez minutos después InuYasha salió del baño, se dirigió hacia secretaría y entregó la carpeta que la directora le había dado. Rápidamente salio, agarró su móvil y llamó a Kikyo.



    - ¿Kikyo? Tenemos que vernos, debo darte una sorpresa - Dijo el mientras salia del instituto.



    Continuará...
     
    Última edición: 7 Diciembre 2015
  5.  
    Aensland

    Aensland Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    20 Agosto 2011
    Mensajes:
    7
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La dulce mentira.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    2900
    Capítulo 4.


    Atardecía, e InuYasha se dirigía a su casa mientras hablaba por teléfono con Kikyo.

    - ¿Cuándo podemos vernos? Quiero entregarte algo importante. - Preguntó y exclamó él con bastante ímpetu.

    - InuYasha, estoy en clase de repaso, ¿podrías dármelo mañana en el instituto? - Contestó la chica con voz baja y algo nerviosa.

    Una voz fuerte se escuchó a través del móvil "Señorita Kikyo, ¡deje el teléfono y póngase a estudiar!"

    - Lo siento cariño - Colgó el teléfono. InuYasha se quitó el móvil de la oreja y lo miró. Hubiera sido tan sencillo si se lo daba cuanto antes... Lo guardó en su bolsillo, y se dirigió, con paso más ligero, hacia su casa. Pero, de repente escuchó unas voces conocidas que procedían de una de las calles paralelas que había cerca de allí, giró la esquina, y se los encontró.

    - Sango, Miroku, ¿qué hacéis aquí? - Era una pareja de su edad. La chica tenía el pelo castaño claro recogido en una coleta alta, unos leggis ajustados a sus piernas de color negro y una camisa manga corta, larga de color blanca. El chico, sin embargo tenia el cabello corto y color negro, usaba unos pantalones por las rodillas, vaqueros, y una camisa de manga corta de color azul oscura.

    - Veníamos de la biblioteca, para las recuperaciones - Mencionó Sango.

    - Sango, ¿tu tienes que asistir a recuperaciones? - Preguntó InuYasha con curiosidad. No esperaba que Sango suspendiera ya que siempre a sido una alumna ejemplar.

    - Más bien, ella me explicaba a mi para los exámenes - Dijo Miroku acercándose a ella, mientras, disimuladamente, acercaba su mano hacia la parte trasera de ésta. Sango se percató, y antes de que ni le rozara le agarró la mano y se la apretó causándole bastante dolor.


    - ¡Maldito pervertido! ¡¡Ya es la tercera vez que lo intentas!! - Alzó la otra mano y abofeteó su mejilla sin contener fuerza alguna. Acto seguido, el chico levantó su mano y acarició su mejilla dolorida, mientras soplaba, a la vez, la mano estrangulada.


    InuYasha sonrió al ver dicha escena, estaba claro que el uno se moría por el otro, la mirada de ambos, el tono de voz, la confianza, raro era que con el tiempo que había pasado no se hubieran comido a besos entre ambos. Ellos discutían, e InuYasha aprovechó un momento de silencio para despedirse de ellos y dejarlos solos para que siguieran deseándose entre voces.


    El sol estaba escondido, las farolas de las calles empezaron a encenderse, la mente de InuYasha volvía a estar llena de pensamientos, ¿estaba bien lo que había hecho? - Mientras Kagome no se entere... Todo saldrá bien - Mencionó hacía sus adentros. Siguió caminando hasta llegar a su casa, su madre lo recibió con una enorme sonrisa y poco a poco el día fue pasando...


    Ya era de día, curiosamente el cielo estaba gris, cubierto por nubes totalmente gigantes, InuYasha se sentía inquieto, muy nervioso, seguramente sería porque iba a darle a Kikyo algo que podría valerle de mucho para su futuro. Miró el reloj, era justo la hora para ir al instituto. Bajó rápidamente y se encontró a su madre en mitad del pasillo.


    - InuYasha... - Dijo la madre acercándose a él - Hijo, tengo... tengo un mal presentimiento.


    La miró extrañado - ¿Por qué mamá? ¿Por qué está nublado? - Preguntó él.


    La madre lo abrazó - Ten cuidado cariño, por favor...


    - Mamá, no va a pasar nada, tranquila - Le devolvió el abrazó con ternura. Se separó y le dio un suave beso en la frente, a continuación, corrió por el pasillo y salió de casa encontrándose en la puerta a Sesshomaru. Unieron miradas y ambos siguieron por su camino, hasta que...


    - ¡Imbécil! - Gritó Sesshomaru a InuYasha, haciendo que éste se diera la vuelta y le mirara - No hagas nada imprudente. - Le advirtió. InuYasha vio como su hermano cerraba la puerta tras de si y se preguntaba que es lo que le pasaba al mundo. Ignoró cada consejo y corrió hacia el instituto, ansiaba las ganas de poder darle las preguntas del examen a Kikyo.


    Llegó, quedaban 5 minutos para que las últimas clases empezaran, y rápidamente se dirigió a la clase de Kikyo. Subió las escaleras hasta el 3er piso, giro hacia la derecha y se quedó en la puerta, buscándola con la mirada. La encontró, estaba sentada, sola mientras ojeaba un libro, al parecer de apuntes para su examen. Se acercó a ella y se sentó delante de ella.

    - ¿InuYasha? - Dijo al verle - ¿Qué haces aquí? - Preguntó.

    - Tengo que darte algo importante - Mencionó mientras rebuscaba el examen en su mochila. Kikyo lo miraba intrigada, ¿qué sería lo que quería darle que es tan importante? Sacó el examen y se lo puso en la mesa, justo delante de ella. Bajó la mirada y empezó a leerlo. Por cada segundo que pasaba la expresión de la cara de Kikyo era mayor.

    - ¿¡D-de dónde has sacado ésto!? - Preguntó Kikyo, en voz baja pero con tono fuerte. Rápidamente dobló por la mitad el papel para que nadie lo viera y se quedó mirando a InuYasha.

    - Es el examen que tienes dentro de poco, esto te ayudará a aprobar ¿no?

    - InuYasha, se supone que debo aprobarlo ¡por mis medios!

    InuYasha sonrió, se levantó colgándose la mochila en la espalda y contestó - Kikyo, es solo una ayuda, además, cuando entres a la universidad la historia no te valdrá de nada, así que, con ésto estoy seguro de que podrás cumplir tu sueño. - Kikyo le miraba y tras escuchar las palabras de él se calmó. Tenía razón, la historia no volvería a tocarla jamás si entra en la universidad, ella se levantó, se acercó a el y le abrazó, fue un abrazo intenso para ella se veía en su rostro la sonrisa de felicidad, pero al parecer InuYasha no correspondió.

    - Gracias por preocuparte por mi - Dijo Kikyo mientras le soltaba y sonreía.

    - Nada, ya me cuentas que tal te ha ido - Salió de la clase y se quedó pensando en porqué no había sentido nada cuando ella le abrazó. Sin darse cuenta, estaba cabizbaja y andando lentamente hacia su clase. De fondo se escuchó a alguien correr por el pasillo hacia el.

    - ¡InuYasha! - Gritó una voz mientras ésta se abalanzó sobre él, abrazándole por la espalda. Él reaccionó tarde y se dio cuenta cuando ya le estaban abrazando. Giró la cara hacía atrás y era Kagome. Ella le miraba con una sonrisa dulce pero gigante. Él se sonrojó, y su corazón empezó a destrozarle el pecho.

    - ¡Ka-kagome! ¿Q-qué haces aquí? - Preguntó nervioso mientras giraba la cara para que no pudiera ver que estaba bastante ruborizado. Ella le soltó y se puso enfrente de él.

    - Te vi por los pasillos con la mirada baja y pensé que estabas mal por algo, así que vine animarte con un abrazo - Explicó mientras nuevamente abría los brazos, metiéndolos por debajo de los suyos y volviéndole a dar un abrazo. InuYasha notaba un calor abrumador por todo su cuerpo, el corazón parecía que le iba a estallar, sus manos envolvieron a Kagome con fuerza mientras hundía su cabeza en el cuello de ella, oliéndola.

    - Hueles... Tan bien... - Le susurró al oído, sus brazos la apretaban más contra él, se sentía tan bien que no podía soltarla, el aroma, el calor, la sensación, todo era tan perfecto que apenas se percató de que estaba en mitad de un pasillo de un instituto. Las campanadas de inicio de las clases empezaron a sonar, los pasillos de aquel edificio empezaron a vaciarse, los alumnos ya estaban dentro de las aulas, excepto ellos.

    - I-inuY-yasha... - Tartamudeo Kagome, sonrojada, al igual que el, podía sentir como su pecho golpeaba con fuerza, y recordó el abrazó que le dio en su cuarto. - Las clases.... Ya han empezado - Mencionó, intentando que la voz no se le quebrara. InuYasha alzó la mirada y la miró, ambos estaban sonrojados.

    Él, levantó una mano, agarrándole la barbilla y haciendo que no pudiera escapar de su mirada, adoraba esos ojos enormes y color marrón otoño. Empezó lentamente acercarse a ella, ésta, sin embargo, veía como se acercaba y empezó a cerrar los ojos poco a poco como si de un sueño se tratara, sus labios estaban prácticamente unidos, ambos sentían la respiración del otro, pero, no llegaron ni siquiera a rozarse, ya que InuYasha, dulcemente, empezó acariciar su rostro.

    - Luego nos vemos, princesa... - Se acercó y le dio un beso en la frente, sin dejar de abrazarla por la cintura. Suavemente, se empezó a separar de ella, mientras aprovechaba y acariciaba cada rincón de su cuerpo al que tenía acceso en ése momento. Kagome sin embargo no se movía, parecía como si todo aquello fuera de cuento, el llamarla "princesa" y que en esos momentos millones de mariposas le reventaran el estómago fue maravilloso para ella. Al darse cuenta, InuYasha ya había recorrido el pasillo para dirigirse a su clase, pero al girar la esquina, se apoyó en la pared, subió su mano y se tapó la boca con ella. - Kagome... - Pensó, aspiró airé y aroma de su mano, haciéndole recordar a ella, y al mismo tiempo sonrojándose de nuevo.

    El tiempo volvió a pasar, ambos volvieron a sus respectivas aulas, y el día comenzó a transcurrir, y ninguno de los dos paraban de pensar en el otro y lo que pasó. El día pasaba, cada vez que se veían por los pasillos sus corazones palpitaban con fuerza, casi saliéndose de la boca para ambos, tanto se quejaba InuYasha de Sango y Miroku, pero el estaba en la misma tesitura con su mejor amiga.

    Sucedieron varios días, en los que ambos se encontraban y no podían ni mirarse por el rubor que sentían. Hasta que el día de las recuperaciones llegó. Kagome decidió armarse de valor y contarle todo lo que sentía por el. Sabía perfectamente que InuYasha pertenecía a Kikyo, pero quería decírselo para aclararse de una vez y quitarse ése peso de encima. Escribió una carta en la que expresaba todos sus sentimientos, y la metió en el libro que InuYasha le regaló, el libro y objeto más significativo de su vida. Las recuperaciones comenzaron para todos, fue un día muy duro, pero al acabar, Kagome agarró el libro que contenía la carta y corrió hacia el 3er piso, al aula de InuYasha.

    InuYasha salía de su clase para girar la esquina para ir al baño, pero antes de poder hacerlo alguien le agarró la mano. InuYasha se volteó y vio que era Kikyo, sonriente. Kagome estaba llegando pero no giró en la esquina que había detrás de InuYasha ya que empezó a escuchar a Kikyo hablar.

    - InuYasha, muchas gracias por las preguntas que conseguiste del examen, me han facilitado muchísimo el poder estudiar y ahora seguro podré entrar en la universidad de Tokyo - Dijo alegremente mientras se acercó y le besó suavemente en los labios. InuYasha no correspondió a su beso ya que fue muy fugaz - Luego nos vemos, tengo que limpiar el aula ¿vale?

    - Si Kikyo, claro, y me alegro de que el examen te haya servido - Dijo sonriendo. Kikyo dio media vuelta y volvió a su clase, al igual que InuYasha, retomó su trayecto, pero al girar la esquina se encontró a Kagome, impactada. Su corazón empezó a descontrolarse, ¿lo habría escuchado? - K-kagome...

    Kagome abrazaba fuertemente el libro mientras no apartaba la mirada de InuYasha - ¿Q-qué es... lo qué dijo Kikyo?... - Preguntó mientras su delicada voz, comenzó a quebrarse.

    - Kagome, yo... puedo explicarlo - Dijo InuYasha acercándose a ella lentamente y sin dejar de mirarla. Vio que de sus ojos empezaron a brotar lágrimas e InuYasha empezó a descontrolarse.

    - Ent-tonces... Todo, todo este tiempo que hemos estado juntos, ¿ha sido para conseguir el examen de tu novia...? - Kagome bajó la mirada, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas haciendo que su mirada fuera nublosa y dolorosa. Quería que le desmintiera, quería escuchar que no fue así, era lo único que necesitaba.

    - Kagome, yo no, no lo hice con intención de hacerte daño... - Al escuchar esto, Kagome bajó los brazos y dejó caer al suelo el libro que contenía la carta, InuYasha vio aquella escena y el corazón empezó a dolerle, no soportaba ver así a una persona que quería tanto.

    - InuYasha, yo... - Susurraba Kagome mientras no paraba de llorar. Levantó sus manos y se agarró la camisa, justo en el corazón, mientras daba pasos atrás para que no la tocara - Yo... Pensé que esos abrazos... Eran especiales... Que esos momentos eran únicos... Pero ya veo... Que solo existe Kikyo...

    - Kagome esos momentos para mi tamb...

    - Te odio - Dijo directamente mientras levantaba la mirada a InuYasha - Has jugado conmigo como te ha venido en gana solo por ella, y te ha resultado fácil solo porque me parezco a ella... - Comentó con la cara triste y dolorida - No quiero... Volver a verte nunca... - El dolor se reflejaba en sus palabras. Poco después de mencionarlo, salió corriendo mientras las lágrimas seguían fluyendo.

    - ¡Kagome por favor! ¡No te vayas! - Gritó mientras se iba, agarró el libro del suelo y corrió hacia ella. Al bajar las escaleras Kagome se topó con Sango y Miroku. Sango al ver a Kagome así fue tras ella, y poco tiempo después Miroku paró a InuYasha.

    - Déjala sola InuYasha, no sé que a pasado, pero pienso que es mejor que si habláis, sea cuando ella esté calmada. - Dijo Miroku apoyando su mano en el hombro de él. InuYasha asentió y miro el libro fijamente.

    Kagome corrió hacia el patio y se sentó debajo de un árbol para poder desahogarse tranquila. Al poco tiempo Sango llegó y sin decir nada, la abrazó. Kagome rompió a llorar eufóricamente hasta que pasado un largo tiempo las lágrimas cesaron y le contó sus sentimientos a Sango.
    Sango solo escuchó, no quiso darle ningún consejo a su amiga, ya que sabia que ambos estaban hechos el uno para el otro.

    Pasó la mañana y Kagome dejó olvidadas sus cosas en el aula. Se levantó, con la ayuda de su amiga y se dirigieron hacia ellas. Entraron en el edificio, Kagome estaba aterrada de que pudiera encontrarse nuevamente a InuYasha, pero éste al parecer ya se había ido a casa. Entró en ell aula, agarró sus pertenencias y salió de allí. Su amiga se despidió de ella con un cálido abrazo.

    - Si estas mal, llámame, ¿de acuerdo? - Aclaró, Kagome asintió algo más animada, pero aun un poco decaída. Volvió a salir de edificio a paso ligero y pensando en todo lo que había pasado, en porque InuYasha había echo tal cosa. Se sentía mal. Todo le dolía, los ojos le quemaban de tantas lágrimas que salieron por su culpa.

    - Ka- kagome... Por favor... - Una voz tras de ella sonó. Era él. Ella no quiso darse la vuelta, lo último que quería era verle. - Por favor... Déjame explicarte...

    - ¿¡Explicarme que InuYasha!? - Gritó, aun sin darse la vuelta y apretando fuertemente sus manos - ¡YO... YO... ! - Kagome sabía perfectamente que en esos momentos ansiaba con todas sus fuerzas mostrarle lo dolida que estaba porque lo amaba más que a nadie, sin embargo, de sus labios no salio eso... - ¡OJALA NUNCA TE HUBIERA CONOCIDO! - Gritó con todas sus fuerzas, mientras, nuevamente salió corriendo.

    InuYasha comenzó a seguirla, no podía perderla, no quería perderla - ¡Kagome! ¡Por favor! ¡Solo déjame aclararte! - Gritó.

    Kagome seguía corriendo, bajó la mirada para ver el suelo por donde pasaba, no escuchaba a InuYasha ya que sus pensamientos retumbaban en sus oídos - Quiero olvidarte, por favor, quiero olvidar esto, quiero olvidarle a él, ¡solo así el dolor desaparecerá! - Kagome no se dio cuenta de que InuYasha la seguía, y mucho menos de que en ése momento, estaba corriendo, enloquecidamente por un paso de peatones. InuYasha vio como cruzó sin mirar y como un camión se acercaba a ella sin frenar.

    - ¡KAGOME! ¡CUIDADO! - Gritó con todas su fuerzas y corriendo como si de su propia vida se tratase, pero, fue demasiado tarde, el camión frenó en el último momento intentando no arrollar a Kagome, pero lamentablemente así fue. El cuerpo de Kagome voló varios metros antes de tocar el suelo. InuYasha se acercó a ella y la miró, tirada en el suelo y cubierta de sangre. Nueva mente las lagrimas se hicieron presentes aquel día en los ojos de él - N-no... No.. Por favor... N-no... - Estaba temblando, se arrodilló en el suelo y extendió sus brazos para agarrarla, pero no pudo ni siquiera rozarla. El corazón se le había partido en millones de trozos, por culpa de ése maldito examen ahora mismo estaba en ésa situación.

    El conductor del camión bajó rápidamente de éste - ¡DIOS MIO! ¡UNA AMBULANCIA POR FAVOR! - Cogió su teléfono móvil y llamo a urgencias para explicarle que había sucedido. Kagome estaba inconsciente, perdiendo mucha sangre e InuYasha, llorando, no paraba de culparse así mismo y no dejaba de mirarla.

    Continuará...
     
    Última edición: 23 Diciembre 2015

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso