La dama de Tokio Para Pinkerton, de Chio-chio San. “El volverá”; sollozó Miura-san. Movía su velo y recogía su cabello, Quién se va, para jamás regresar... ¿Castigado será por el tiempo? La dama se arrojó, se perdió en la nevada; como hojas en la nada que el viento se llevó. Sentada en una banca del jardín Glover, araña las cerezas hasta el carozo, lo planta a los pies del hombre de los labios color rojo... Se fue... Pinkerton mandó la carta.
No estoy segura pero siento como si este poema, a parte de poema fuese fanfic. Por los nombres tan concretos. Bueno, yo cuando escribo poesía no suelo usar nombres concretos. Es bonito, y bastante triste. Me ha gustado. He encontrado este pequeño fallito: Ese "él" lleva tilde. Es un fallo sin importancia pero como está al principio del poema se hace notar. Y bueno, nada más que añadir. ¡Un saludo! :)