Drama La última noche

El siguiente relato lo he escrito para cumplir con uno de los retos de la actividad Serpientes y escaleras, la cual consistía en realizar un escrito con tres de las once palabras que he colocado en negritas. (No las usé todas por no leer bien el reto y creer que debía usarlas todas, qué va(?)

La última noche.​

Permanecía lo más quieto posible, sabía que cualquier movimiento torpe podía delatarle su ubicación a quien fuera que estuviera merodeando su casa.

Hacía unos momentos, el hombre se encontraba cómodo en el sofá, viendo el noticiero de la noche. De pronto interrumpieron la nota de la horda de incendios que arremetían contra su ciudad por la temporada de calor para hablar sobre la última noticia, uno de los reos de la prisión que se encontraba a unas calles de su casa se había escapado. Lo peor: cumplía una condena de cadena perpetua por asesinato.

Comenzaron a hacer un llamado urgente a toda la gente que viviera cerca de aquella prisión, para que se asegurasen de tener bien cerradas las puertas y las ventanas. El hombre, que acostumbraba a dejar las ventanas completamente abiertas desde que el calor comenzó a ser tan insoportable, se levantó inmediatamente del sofá y, con fuerza y el terror a flor de piel, cerró la ventana y las cortinas de la sala.

Se disponía a hacer lo mismo con las de la cocina, pero se quedó paralizado cuando escuchó cómo uno de los trastes de la alacena caía y se hacía pedazos en el suelo. El hombre no podía moverse, sólo podía sentir el fuerte y cada vez más acelerado latir de su corazón, el cual podría jurar que casi se sale de su cuerpo cuando divisó cómo una sombra se formaba en esa habitación. Casi se echa a correr, hasta que vio cómo Pooky, el molesto gato de su vecina, salía por la puerta de la cocina, maullando en ese tono tan molesto que él detestaba.

—¡Gato estúpido! ¿Acaso quieres matarme?

Decidió continuar con su cometido, pero cuando estaba por cruzar la puerta de la cocina escuchó un ruido nuevamente. Sin pensarlo, con la ansiedad apoderándose de él, corrió hasta su habitación y se encerró en el armario.

Y así fue como llegó hasta ahí, ahora luchaba por controlar su respiración, creía que si lo hacía demasiado fuerte podría delatar su ubicación a quien fuera que estuviera ahí afuera, si es que había alguien

Pasaron varios minutos y comenzaba a estar tranquilo, comenzó a atribuir el último sonido de la cocina al árbol cuyas ramas siempre rozaban cerca de la ventana. Estaba armándose de valor para salir del closet cuando abruptamente el sonido de la televisión cesó. ¿Es que alguien la había apagado? De nuevo, su corazón comenzó a acelerarse. Por su mente pasó que prefería mil veces tener un espectro en casa, a que fuese realmente un asesino quien merodeara su propiedad.

Pasaron al menos cinco largos minutos hasta que escuchó cómo Pooky comenzaba a maullar, pero no eran maullidos normales… Era como si un niño pequeño estuviese gritando. Ya en varias ocasiones había escuchado ese maullido horroroso y le había lanzado alguna roca para que se callara de una buena vez. El problema era que ahora no sabía si maullaba como de costumbre, o si alguien o algo le hacía daño.

De pronto dejaron de ser maullidos molestos, parecía como si Spooky hubiera entrado en pánico. Lo escuchaba maullar con desesperación. El hombre no sabía qué hacer, no podía siquiera pensar en ese momento.

Tras unos minutos —tal vez cinco, no sabía decir—, el gato dejó de quejarse. Pudo escuchar que algo goteaba, se imaginó que tal vez el asesino había dejado al gato en la mesa, y que su sangre ahora goteaba en el suelo.

El hombre cerró los ojos, sólo podía pensar en que su muerte era inminente, que era su última noche; claramente el asesino lo encontraría, eventualmente escucharía su respiración agitada y terminaría con él. Pudo incluso imaginarse su tumba, su vida pasó frente a sus ojos y se lamentó por todo lo que no había hecho.

Mientras tanto, en el noticiero continuaban cubriendo la nota especial, todos celebraban la heroica actuación de los oficiales cuando lograron atrapar al asesino. También comentaban que estaban trabajando en el reabastecimiento de la energía eléctrica de la comunidad donde la casa de nuestro protagonista y la prisión estaban, comentando que de no haber sido por la explosión de aquel transformador, el asesino nunca hubiera salido de su escondite.