Kurotenshi Prólogo: FlashBack… El tiempo no importaba, el momento tampoco, ahora simplemente se encontraba relajándose en aquellas cálidas aguas, dejaba su cuerpo flotar y miraba a un cielo como no se ve en ningún otro lado, el azul del cielo y el blanco de las nubes se unían para formar una capa uniforme de hermosos y diversos colores. Reflexionaba, pensaba, y analizaba… cerró los ojos para visualizar mejor sus ideas, y dejarse llevar por aquella paz y tranquilidad, que el momento y lugar le ofrecían en bandeja de plata, llevaba horas así, tal vez un día entero sin darse cuenta, pero en este lugar fuera del mundo real, esas limitaciones humanas no importan demasiado… Instantáneamente sintió que llegaba una presencia a su lugar de paz, y abrió los ojos aún mirando al cielo para escucharle hablar. - ¿Nos vamos? – le preguntó la presencia, vestida de gris y negro. - Sí, vámonos – la chica se levantó de su lugar de reposo, dejando de su desnudo cuerpo escurrir gotas de cálidas aguas, su cabello mojado y largo se apegaba a su cuerpo y a su rostro, era de un color azul cielo, pero un poco más oscuro. Ella caminó en dirección a él, quién vistió su cuerpo con un hermoso vestido blanco y negro, estilo victoriano de los siglos pasados, la hacía ver más hermosa que las mismas estrellas del firmamento. - No ocultes tus ojos, sabes que me encanta verlos – el acercó su mano a su rostro y retiró los cabellos, dejando al descubierto sus bellos ojos azul hielo, sus miradas se encontraron fijamente, él la abrazó a su cuerpo mientras ella cerraba los ojos. - - - Era noche de luna creciente, ellos se encontraban ocultos en un callejón solitario, esperando pacientemente a un objetivo en particular. - Shiki, ¿quién es él? – preguntó la chica de ojos azul hielo, encarando su rostro. - Es un chico heredero de una familia adinerada, está asumiendo las responsabilidades de la empresa familiar, es una buena persona, pero con el dinero vienen los enemigos Akari – ella asintió comprendiendo lo que quiso decir. Mantenían bajo perfil, Shiki vestía playera negra, pantalón gris y suéter del mismo color, mientras Akari llevaba un vestido azul oscuro, más de la época actual para no llamar la atención. - Creo que te ha gustado salir siempre con vestidos Akari – le dijo regalándole una sonrisa. - Tú me los regalas, porque quieres que yo los use Shiki – le respondió con una pequeña risa aniñada. - Touché – exclamó al haber sido descubierto por la chica ojos de hielo, sin embargo se alertó al ver salir a alguien del edificio que estaban vigilando – Akari, en guardia, el objetivo ha salido – - Sí – lo observaron subir a su auto, y tan pronto como este comenzó a irse, lo siguieron a través de los techos de la dormida ciudad de Londres. - ¿De qué se supone que debemos protegerlo? – Cuestionaba ella sin perder de vista el auto. - De un secuestro que se tiene planeado para hoy, si lo capturan podrán tener la empresa en sus manos – - Entonces se supone que deben llevar a cabo el secuestro antes de que suba a su auto ¿no? – lo miraba desconcertada. - Normalmente sí, pero… hoy las cosas serán diferentes – - Ya veo… ¡Shiki! – exclamó alertada por la presencia de un grupo misterioso de sujetos, quienes permanecían ocultos observando a una señorita “pérdida”, que pedía que la llevaran. - Ya hacía mucho tiempo no empleaban esa táctica – se detuvieron y observaron cautelosamente. - ¡Señor! Por favor deténgase – su voz sonaba suplicante, y el auto se detuvo, bajó las ventanas y le contestó el joven empresario. - ¿Que desea? – le preguntó con la amabilidad de un caballero. - Por favor quisiera que me llevará a mi hogar, no puedo encontrar como irme yo sola – le rogaba con un típico tono de súplica. - Señorita, no debería salir sola a estas horas de la noche, y menos sin un auto propio como irse a su casa, ¿sabe que pueden hacerle daño? – - ¿Sabes tú, qué puedo hacerte daño? – Sacó un arma y la apuntó directo a su cabeza – que amable has sido al darme el pequeño sermón pero nunca salgo sola cariño – sonrió con malicia – ahora sal del auto. Él permaneció en silencio observándola fijamente… - Sal del auto, ¡Maldita sea! – gritó la mujer histérica. - Está bien – respondió con calma y obedeció la orden que le fue dada. - Ahora camina hacia aquel callejón, ¡De prisa!, no tengo toda la noche imbécil – le gritaba mientras se reía - oigan chicos, ya traje al niño rico como me dijeron, y ¿ahora qué? – preguntaba en dirección hacia la oscuridad del callejón. - Ahora, nos llevaremos al amable caballero – una voz dulce y femenina retumbó en todo el callejón, mientras Akari se hizo ver ante la luz de un farol de la calle. - ¿Ah? ¿q-quién eres tú mocosa? ¿d-donde están mis amigos? – preguntaba consternada la mujer. Aprovechando la confusión el secuestrado conecto un golpe con el codo justo al estómago de su secuestradora y salió huyendo hacia su auto a toda velocidad. - Regresa aquí, ¡maldito! – y con fuerza tomó su arma en manos y apuntó a su objetivo sin intención de tener piedad. Sin embargo su intento fue frustrado, unas cadenas salieron de la oscuridad y aprisionaron sus manos y su cuello, la mujer intentando articular palabra, se veía asfixiada por la cadena, y observó al chico acelerar a fondo y huir de la escena del secuestro. Finalmente fue atraída hacia el fondo del callejón donde observó a sus compañeros inconscientes en el suelo. - ¿q-que ocurre aquí? – miraba a los lados buscando a la niña que había visto antes, pero no logró encontrar a nadie. La sirena de un auto de policía se escuchó acercándose hasta la escena, observaron a la mujer y se detuvieron a inspeccionar la sospechosa presencia de esa mujer y los hombres que la acompañaban. - ¡Oficial tiene que ayudarme! – exclamaba ella suplicante como antes había hablado con el joven empresario. - No se preocupe, en la estación policial nos explicará porque tiene un arma, y porque anda en compañía de una peligrosa banda mafiosa, chicos ¡arréstenla! – ordenó el oficial al mando, y procedieron sus dos compañeros. - ¡NOOOO!, ¡DÉJENME!, ¡SUÉLTENME! – gritaba intentando escapar. - Hemos cumplido exitosamente otra misión, salvamos al chico, ¿verdad Shiki? - le decía sonriéndole alegremente. - Correcto, misión cumplida – dijo regresando las cadenas a su brazo izquierdo, el cual volvía a cubrir bajo el suéter – vamos a casa Akari. - ¡Yes, my friend! – exclamó con tono inglés, Shiki volteó a verla. - No sabía que conocieras el idioma inglés – confesó extrañado. - No me subestimes Shiki-kun – sonrió mirando al cielo – ya es tarde, la luna está en su punto más alto. - Si, lo está… - - - - Luego de estar largo rato descansando en el silencio del jardín, Shiki entró de nuevo a la casa. - oye Akari, tienes hamb… - se calló al notarla dormida y acurrucada bajo las sábanas de la cama – Akari… - suspiró suavemente, avanzó y se sentó en un orilla de la cama y llevó su mano al rostro de la nombrada, para quitarle algunas lágrimas de los ojos – de nuevo, estará soñando con ese momento… - besó su frente y se quedó a su lado acariciando su mejilla, por un largo rato… El alma de Akari viajaba de nuevo a su pasado, al momento de más dolor y sufrimiento de su existencia, a los últimos momentos antes de morir en un charco de flores carmesí… Kurotenshi, Prólogo: Flashback… Finalizado.
Kurotenshi Capítulo 1: Infierno… Un día muy parecido a todos los demás, levantarse temprano, ducharse, comer y salir a la universidad, hubo examen parcial, salió algo tarde y agotada del esfuerzo del día. Caminaba por la ciudad, sin rumbo fijo simplemente despejaba la mente, buscando un lugar donde refugiarse y descansar, ¿por qué no su casa? Normalmente llegamos a casa cuando estamos cansados, pero ella solo podía llegar a casa para sufrir. - moshi, moshi, oto-san, es Akari, etto… puedo quedarme hoy en casa de… - fue interrumpida bruscamente – - No, te vienes a casa de inmediato – negó aquella voz por el teléfono. - ¡Pero, oto-san! – replicó sin fruto alguno. - ¡He dicho de inmediato! – exclamó definitivamente. - Voy en camino… - Y la comunicación se cortó… - Supongo que no soy libre – se dijo a sí misma. Resignada suspiró y tomó transporte a su casa, llegando en un corto periodo de tiempo. Bajo con pesadez, y se dirigió a su casa, abrió la puerta y sin saludar a nadie se encerró en su habitación, para finalmente dejar su cuerpo caer naturalmente en su cama, dejando escapar un suspiro de cansancio y agotamiento. Viajó al mundo de los sueños por un par de horas aproximadamente, sin embargo fue violentamente traída al mundo real por un molesto ruido que provenía de afuera… otra pelea entre los vecinos, que muy pacíficamente resolvieron la situación a botellazos con furia. - Demonios – exclamó molesta – Nunca puedo descansar bien… Se levantó y tomo su cepillo para arreglarse un poco el cabello, le llegaba poco mas de los hombros, hasta no hace mucho su cabello era abundante y largo, cuya distancia llegaba hasta sus muslos, color café al igual que sus ojos. Pero, un capricho de su madre la obligó a la fuerza a cortárselo… y recordaba ese momento con dolor. Flashback: - Madre... ¿por qué? – preguntaba con lágrimas saliendo de sus ojos, intentando levantarse del piso pero sin lograrlo debido a la paliza recibida de manos de su madre. - Porque odio ese cabello que tienes, tú no eres nadie para llevar tan hermosa cabellera contigo, así que la perderás – y la cruel madre comenzó a cortar sin piedad ignorando los gritos de dolor de su hija la cual sufría en el piso. Le tomo solo 5 minutos destruir lo que con tantos años Akari había cuidado y anhelado con alegría, su hermoso cabello, ahora yacía en el suelo regado… Ignorando las lágrimas de su hija, la madre propinó otra bofetada cruel y dolorosa. - Mocosa malcriada y miserable, ¿por qué demonios tu padre te prefiere a ti en lugar de a mí? ¡¡¡Él es mío!!! – gritó histérica perdiendo la paciencia. - Como si yo quisiera que mi padre me estuviera acosando, ¡YO NO HICE NADA! – y alzar la voz le costó otra bofetada sin piedad. - ¡CÁLLATE! Eres una maldita arrastrada – y la madre abandonó el lugar dejando a la niña, sufriendo sin consuelo. Permitió que sus lágrimas salieran y humedecieran su rostro, que expresaran lo miserable y triste que se sentía, atrapada de una prisión donde no puede escapar, donde nadie la escucha ni la entiende. Fin Flashback Se tocaba el cabello extrañando lo que alguna vez fue suyo, que ahora le había sido arrebatado por la fuerza, igual que toda su felicidad. El sol estaba muriendo dando inicio al anochecer, y a la luna llena que ya tenía poco rato de haberse aparecido en el cielo rojo luego negro. - ¡Que hermoso! – exclamó alegre mirando al cielo. - No tanto como tú – respondió una voz siniestra mientras posaba su mano en el hombro de la dulce chica, la cual al reconocer ese tono de voz abrió desmesuradamente los ojos como si de la mismísima muerte se tratara, empezó a sudar frío, indispuesta a voltear. - H-hola oto-san – se asfixiaba de solo estar en su presencia, quería escapar pero no respondían sus piernas, todo estaba fuera de control – V-voy afuera a t-tomar algo de aire, c-con permiso – intentó mover un pie para salir de allí, pero le fue negado, igual que todo en su vida. - Quédate y comparte algo de tiempo con tu padre – dijo atrayéndola hacia él con brusquedad. Abrió la boca pero por más que se esforzó no pudo formular palabra, estaba aterrada, de nuevo estaba indefensa como un cordero inocente ante un lobo malintencionado. Con brusquedad la tiró al suelo, y sosteniendo sus brazos con una fuerza implacable, obtenía el enfermo placer que solo un demente es capaz de buscar en su propia hija por la fuerza. Era solo otra persona más que ignoraba sus llantos y sus súplicas de ayuda y de libertad, y se divertía insanamente a costa de su felicidad. Exactamente lo mismo que hizo hace 2 días, retiró sus ropas y la tocó con la lujuria prohibida que corrompe el amor de un padre a una hija, degustó con su lengua cada parte de ella, quien derrotada no opuso más resistencia después de algunos golpes propinados por él. - Ah, mi querida niña, haces tan feliz a tu padre – se rió del sarcasmo con el cual se expresaba de una forma vil y cruel – no llores, hay muchas chicas que quisieran que su padre las amara tanto, jajajajajajaja, mañana será más emocionante – Akari tembló al escucharle esa palabra – mañana te haré una verdadera mujer. Se retiró y dejó a su hija tal cual su madre, dolida, herida y miserable en el suelo… esta vez ella se sentía asqueada, abusada, y corrompida contra su voluntad, la cual fácilmente rompe su padre repetidas veces. - ¿Cuándo….terminara esta… pesadilla? – se preguntó a si misma llorando descontroladamente. En su mente recordaba todos los abusos, más específicamente, el primero, que empezó a hacer su vida miserable, hacia 6 años, que ella cumplió los 13, y ya no era una niña, era una adolescente, lo cual despertó en su padre aquella lujuria asquerosa y animal. Ese cumpleaños recibió el peor regalo que le podían dar a una persona… Y desde ese día hasta hoy, su vida ha sido miserable, deseando nunca tener que ir a casa, haciendo lo posible por no ver a su madre y a su padre, tratando en vano de escapar de su prisión mortífera. - una verdadera….mujer… mañana…….. M-mañana… mi padre me… quitara lo único que aún poseo… - se repetía lentamente, mientras sus ojos divagaban por otros mundos… - No,… no te lo permitiré – su voz sonaba frustrada, y enfurecida – esta vez yo escaparé de ti, a donde no me podrás seguir padre mío. Se levantó sintiendo el frío del aire nocturno contra su piel desnuda y asqueada de la lujuria de su padre, cerró la puerta con llave, y destrozó de un golpe el vidrio de su ventana, tomó uno de los trozos, el más afilado que pudo encontrar y temerosa pero decidida, accedió al escape definitivo, el viaje sin retorno, el sueño eterno, manchado de sangre… - ¡Akari, AKARI! – Gritaba su padre intentando abrir la puerta - ¿Qué sucede allí? ¡RESPONDE! – - ¡NO TE DARÉ EL GUSTO PADRE! – Gritó histérica desahogando el odio y el dolo de su alma – No te permitiré usarme como si fuera una prostituta barata, una cualquiera, no te dejaré disfrutar de mí… yo no te lo permito ¡asqueroso animal! Tomó el trozo de vidrio con fuerza, y sentada en el suelo comenzó a cortarse las venas de la muñeca, con ira con dolor, gritando del dolo que se producía, dejaba escapar mas gemido, por el dolor inaguantable, mientras la sangre derramada hacía un charco, corto más fluyendo todo lo que tenía dentro de sí. - ¡AKARI ABRE MALDITA SEA! O YA VERÁS – amenazaba en vano su padre, el cual al ver la sangre saliendo y fluyendo hacia fuera d la habitación, se puso pálido, y comenzó a temblar, golpeando la puerta con más fuerza. - Perdóname… Dios mío, perdóname… - dijo en sus palabras de agonía mientras soltaba el trozo de vidrio por la pérdida de sangre, dejo sus brazos caer, y finalmente su conciencia se fue de su cuerpo, y la muerte se la llevó. La puerta cayó ante la fuerza del padre el cual dejó escapar un grito de terror al ver el cuerpo de su hija ensangrentado en el suelo, recostada su cabeza de la pared, mirando en dirección a él, con los ojos vacios, muertos, sin vida, tétrico como una muñeca maldita. La madre gritó con terror al ver la escena, cayó sentada en el suelo llevándose las manos a la boca, con el corazón al límite. Y el padre observando toda la sangre que corría, sentía la irremediable culpa de lo ocurrido, y comenzó a imaginar un millón de cosas, consecuencia del estrés emocional que sufría ahora mismo, la prisión, pena de muerte, cadena perpetua, torturas, silla eléctrica, inyección letal, todos los castigos posibles pasaron por su mente, se agarró la cabeza gritando histéricamente, como si alguien externo lo atormentara. Su mujer, lo observaba sufrir en el suelo, como si estuviera poseído o algo por el estilo, su cuerpo no aguantó el estrés de la situación y se desmayó, desplomándose en el piso. Y el culpable de todo, el perpetrador injusto, se miraba las manos, manchadas de la sangre de la niña que torturo hasta la muerte, y se aterrorizaba, mirada el cadáver, el cual le dedicada los ojos muertos, como acusándolo, sentía como si lo señalaran, como si lo estuvieran castigando, y gritaba que lo dejaran en paz, salió huyendo de la recamara y de la casa sin mirar atrás. - - - - se siente…caliente……………………. Me quema la piel……………. - Abrió los ojos para mirar un extraño cielo, como un atardecer, un rojo que se difuminaba infinitamente, ella estaba flotando en un mar de sangre, una sangre que la quemaba como su dolor. - ……… ¿dónde……..estoy?......- Un dolor punzante inundaba su cuerpo, añadiéndose la quemadura del mar donde flotaba. - Esto es el infierno – contesto una voz detrás de ella. - Jigoku…Infierno – dijo ella como en trance – he llegado… al infierno – Se puso de pie lentamente, su cuerpo desnudo era herido por alambres de púas que se aferraban a su piel, en sus brazos, una pierna, y parte de su pecho, como también su cuello. Observó a quien la acompañaba, era alguien vestido con una capa negra, tenía el cabello rebelde, desarreglado, de color gris oscuro, y ojos rojo intenso. - Cometiste pecado mortal, cometiste… suicidio, por eso has llegado a este lugar – explicó brevemente. - Me lo imaginaba – contestó secamente, mirándose ambos fijamente a los ojos – ¿Eres un demonio de por aquí? - Algo así, se puede decir – - ¿Vienes a violarme acaso? – le preguntó con una amargura insana. - ¿Tengo motivos para hacerlo? – respondió inexpresivamente. - ¿Tienes motivos para no hacerlo? – Reprendió enojada – ¿Qué esperas? ¡Ven y rómpeme como una muñeca sucia y mugrienta! ¡Ven, y hazme sentir miserable y estúpida! Al igual que lo hacía mi padre… - lágrimas de sangre corrieron por sus ojos. El ser al que ella llamó demonio, avanzo algunos pasos en dirección a ella, quien cerró los ojos esperando ser lanzada al suelo con violencia, esperando volver a ser torturada cruelmente como los últimos años de su vida, sin embargo lo que llegó a ella fue una caricia de ternura, en su mejilla se sentía el amor de una caricia. Abrió de sorpresa los ojos, encarando los ojos de quien ahora se hallaba dándole amor, dándole consuelo, después de tantos años de desconocer el cariño. - ¿P-por qué? – preguntó desconcertada, no concebía que en el infierno alguien le diera cariño. - Tienes razón en algo, soy un espíritu sobrenatural, he venido a sacarte de aquí, soy un serafín – y en el rostro de la niña, se expresó la sorpresa – soy tu Ángel de la Guarda. - ¿M-mi ángel? – balbuceó desconcertada. El serafín tomó delicadamente los alambres de púas que lastimaban a Akari, y los destruyó sin esfuerzo alguno, liberándola. - Tengo un trato para ti, es una oportunidad que se te ha dado para expiar tu pecado y poder ir al cielo – - ¿En qué consiste? – preguntó la chica. - Verás, viviste de forma miserable e injusta estos últimos años a causa de la lujuria de tu padre y los celos de tu madre, y te suicidaste por la desesperación de escapar de lo que tu padre te quería hacer, ¿no es así? – le miraba a los ojos. - Si… - - Por eso, se te ha concedió una oportunidad para expiar tu pecado, debes cumplir con una serie de misiones encomendadas, yo iré siempre junto a ti, y cumpliendo esas misiones, conseguirás el perdón… ahora solo falta tu decisión – - Acepto – le dijo mirándolo decidida. - Me alegra que hayas tomado esa decisión – sonrió – ven acompáñame – comenzó a caminar, con Akari siguiéndolo. Akari observaba el infierno a su alrededor, era de azufre y fuego, gris rojo y negro, la gente sufría, azotes, quemaduras, algunos eran obligados a llevar piedras de un lugar a otro sin descanso, esas personas, habían sido malvadas y estaban sufriendo el castigo eterno, en retribución de la vida pecaminosa que habían tenido. - Este lugar es una miseria ¿verdad? No hay más que pecadores aquí, gente que creyó que podía vivir a costa de los demás, matándolos o haciéndolos miserables con tal de hacerse feliz a sí mismos – y Akari recordó a su padre. - ¿El terminará aquí? – se preguntó a sí misma. - Probablemente, ha pecado tanto y no se ve ningún indicio de arrepentimiento, así que lo más probable es que se pudra en este infierno para siempre – le informó el serafín. - Yo creí que todo sería alegría, cuando era niña mis padres y yo, salíamos, jugábamos, y yo era feliz – relató ella tristemente. - La lujuria de tu padre arruinó tu familia cuando creciste, su deseo egoísta y desenfrenado, ha destruido todo, supongo que estás contenta de saber que este es el destino de tu padre ¿no? - De hecho estoy triste por el – y el serafín se sorprendió de escuchar una respuesta diferente – yo amaba mucho a mi oto-san cuando era pequeña, el era cariñoso conmigo y con mi madre, y me duele que haya terminado siendo otra persona, una totalmente perversa, y de que vaya a terminar aquí en este lugar, para siempre – - Es una lástima, pero no podemos hacer nada por él – se puso de pie frente a ella y tomó sus hombros – es hora de salir de aquí. La chica dio un último vistazo al infierno antes de ser cegada por una luz, y aparecer en un lugar tranquilo como un parque desolado, observo a su alrededor, habían árboles, y mucho espacio para relajarse y descansar. - Ángel mío… ¿Dónde estás? – preguntó ella, poniéndose de pie. - Aquí dulce niña - tomo sus hombros desde atrás. - Me asusté – se dio la vuelta y lo abrazo. - No temas, un ángel de la guarda nunca abandona a su ser protegido – dijo este abrazándola protectoramente, ahora el serafín traía un traje negro y plateado de estilo principesco, victoriano. - ¿Cómo te llamas? Debes tener un nombre ¿no? – preguntó ella sonriente. Sonrió antes de responderle - Yo soy el serafín negro, mi nombre es… Shiki Kurotenshi – Kurotenshi. Capítulo 1: Infierno… Finalizado.
¡Waaa, lo amé! Escribes genial, tienes alguno que otro error, que si una letrita que te falta o alguna que se te va, además de que a algunas palabras le faltan acentos, pero en general, escribes bien <3 Una cosa, trata de separar los diálogos de los párrafos, es que como todo está pegado marea un poco, pero en general, me gustó la historia, digo, es muy original tu idea y a decir verdad amo los escritos que tratan sobre el cielo/infierno, ángeles/demonios, vampiros y cosas sobre naturales. Seguiré tu historia <3
Kurotenshi Capítulo 2: Purgatorio… - Shiki… Kurotenshi… es un nombre hermoso – dijo ella mirándolo a los ojos, mientras sonreía. El respondió la sonrisa mientras acariciaba su mejilla con dulzura, y ella cerraba los ojos dejándose llevar por el cariño de su ángel, de pronto abrió los ojos con duda y preguntó. - Shiki… ¿Dónde estamos? – observó a su alrededor, era un lugar pacífico y muy tranquilo. - Este es el purgatorio Akari – dijo el observando también el lugar – aquí las almas vienen a encontrar paz, a pensar y a purificarse, acompáñame – dijo él, caminando mientras ella lo seguía. - El purgatorio… - se decía a si misma observando todo, era como un pequeño parque, caminos, árboles, con la diferencia de que, este parque no tenía un final, el camino era infinito. Caminaron unos minutos, y Shiki llevó a su protegida hasta un lugar que parecía una pequeña laguna de aguas blancas y puras, al verlas Akari quedó sorprendida y maravillada con la hermosa apariencia que poseían. - Están son las aguas sagradas… Akari debes entrar y purificarte – le dijo el serafín, ella lo miró un poco y decidida caminó a paso lento hacia su purificación. - Ser… purificada… quiero ser… purificada, quiero ser como tú, Shiki – le decía sin mirarlo y sin detener su paso – como un ángel, quiero ser… pura… - y se sumergió bajo las aguas lentamente, sintiendo como una cálida sensación de paz inundaba cada gramo de su ser, y pensaba en su vida humana, su miseria, su terror y al final su muerte, su suicidio, el cual la había llevado al infierno, aquellos pensamientos que lastimaban su alma, fueron desapareciendo, y su alma consolada por acción de las aguas sagradas. Y una sonrisa se formó en sus labios, y abrió los ojos observando la luz a través de la laguna – Tan hermosa, la luz – susurró silenciosamente, sonriendo con calma... – creo que ya es hora de salir – y se levantó lentamente, saliendo a la superficie, sin embargo, una vez fuera, era diferente. Miró hacia abajo y sorprendida, abrió los ojos enormemente – Shi…Shiki, ¿Qué me ocurre? - se tocó el cabello el cual ahora, llegaba hasta sus muslos, y era de un hermoso color azul, su piel había cambiado a un color blanco como la nieve y sus ojos, ahora eran como el hielo, reflejaban, la luz que poseía su alma – mi cabello…v-volvió a crecer – exclamó sorprendida, mirándolo fijamente. - Así es – se acercó y le ayudó a salir de las aguas – es el poder de este lugar, te purifica y da a tu cuerpo, la verdadera forma que posee tu alma, en pocas palabras, esta eres tú en verdad, Akari – Ella se miro de nuevo, emocionada… - Así soy yo… ¿en verdad? – tocó su cabello sonriendo – - Si, es verdad, extrañabas tu cabello largo, que por cierto, se te ve muy hermoso – el serafín sonrió, provocando sonrojo en Akari. - Me ha gustado mucho venir aquí, Shiki… Siento que encuentro paz en este lugar – - Puedes venir cada vez que quieras, yo puedo traerte – - Gracias – dijo ella sonriendo. - Akari, esto es para ti – Shiki hizo aparecer un hermoso vestido, hecho justo para ella. - ¿P-para mí, en serio? – sorprendida observó el vestido, era simplemente precioso, nunca imagino, poder vestir así. - Es un regalo de mi parte, pienso que te verías hermosa en él – sonrió y la ayudo a ponérselo. - Shiki… - lo llamó mirándolo. - Dime, Akari – la observó para atender su llamado, esta lo abrazó con mucha fuerza, hundiendo su rostro en el pecho de él, el serafín sonrió y la abrazo con cariño, acariciando sus cabellos, tan suaves. - - - Los rayos del sol se colaban por la ventana, iluminando la habitación que se hallaba en calma, la niña abrió los ojos lentamente, despertando de su sueño de recuerdos, buscó a su ángel con la mirada, sin embargo lo encontró al darse cuenta de que unos brazos con cariño la abrazaban desde atrás, se volteó para encontrar a su serafín en el mundo de los sueños, y rió divertida al verlo así. - Ángel mío – besó su frente, y lo observó abrir lentamente los ojos… encontrándose de frente, los ojos rojo carmesí del serafín negro, y la mirada azul hielo de su protegida. - Buenos días – dijo él sonriéndole. - ¿Estuviste conmigo toda la noche? – dijo sonrojándose ligeramente. - Vi que sufrías, así que estuve siempre a tu lado – le dijo – Yo vivo para protegerte, Akari – Ella sonrió y lo abrazó con fuerza, estuvieron así por un par de minutos, antes de levantarse de la cama y cada uno prepararse para la misión del día del hoy. - - - - Shiki, ¡estoy lista! – apareció Akari vestida de colegiala. - ¿Por qué irás hoy vestida así? – preguntó al serafín levantando una ceja. - Nuestra misión es en una preparatoria ¿o no?, así que quise vestirme así, tenía tiempo que no lo hacía – explicó ella sacándole la lengua. - Si que eres tierna – le dijo sarcásticamente por su gesto infantil – vamos. - Si – afirmó ella siguiéndole el paso – Shiki dame detalles de la situación, por favor – - Pues, parece que Cupido se ha entrometido en este caso Akari – comenzó a explicar el ángel – Tenemos un enamorado muy posesivo, y al parecer no aceptara un no de respuesta – - ¿La va a obligar a salir con él? Eso no parece algo de vida o muerte – dijo pensativa, sin embargo su compañero la corrigió. - No piensa obligarla, piensa matarla – dijo secamente. - ¡¿Qué?! – Akari abrió los ojos como platos, conmocionada – ¿M-matarla? ¡No puede hacer eso! – exclamó. - Y por eso nosotros debemos evitarlo, ese chico no pretende permitir que alguien más la tenga, así signifique matarla – La chica de la mirada helada siguió el paso de su ángel en silencio, pensativa en la situación, los celos y el rechazo, ¿tan poderosos podían ser como para llevar a alguien a ese extremo de querer matar a la persona que supuestamente ama?, estaba confusa… - Pero, Shiki… Aún si frustramos este intento de asesinato, él puede seguir intentando matarla, no creo que se rinda tan fácilmente ¿cómo lo detendremos? – él se quedó muy pensativo. - Quizás tengamos que manipular su mente y sus recuerdos – Akari se sorprendió ante la declaración de Shiki. - ¿Se puede hacer eso? – preguntó consternada la niña, quien ignoraba las capacidades del serafín. - Por supuesto, pero solo para casos que lo ameriten en extremo, como este por ejemplo – - Ya veo – Llegaron a la preparatoria, era la hora de salida por lo que todos salían del instituto en dirección a sus hogares, a excepción de una joven que tenía la responsabilidad de cerrar y asegurarse que todo estuviera en orden antes de marcharse. Shiki y Akari permanecieron ocultos hasta que todos se hubiesen ido, a excepción de dos personas, la novia y el acosador. - Es el momento Akari, tú ve con la chica y protégela, convéncela de que huya, yo intentaré detener al asesino – - De acuerdo, ten cuidado Shiki – dijo ella, él hizo un ademán de afirmación y salió corriendo en dirección al chico, Akari fue al piso superior a buscar a la chica objetivo del homicidio. - Hoy esto se acabará, si ella no es mía no será de nadie – decía un chico con actitud furiosa, llevaba un suéter y tenía colocado la capucha, para moverse en la oscuridad, el sol estaba muriendo, sería el momento perfecto para atacar, el chico colocó su manó en la perilla de la puerta, hasta que escuchó la voz firme de alguien detrás de él. - ¿Crees justo tomar su vida solo porque no te corresponda? – preguntó con firmeza la voz. - Y tú ¿Crees que debes detenerme? – respondió inquietantemente. - No lo creo, ¡lo sé! – el chico se volteó para encarar la mirada con el serafín, quien lo miraba firmemente con la mirada de fuego carmesí que lo caracterizaba. - Lárgate de aquí, no sé cómo demonios me has seguido ni cómo te has enterado de mi plan, pero no planeo permitir interferencias – le dijo amenazante el asesino. - Me temo que eso no sucederá, ahora dame el cuchillo que tienes escondido – el chico se sorprendió internamente, de que él supiera sobre dicha arma, el muchacho sacó el cuchillo, y lo sostuvo en posición de ataque. - Tendré que convencerte por las malas – dijo el serafín negro mientras sus ojos brillaban en la inminente oscuridad del crepúsculo. - - - - Muy bien, solo falta este salón y podré irme a casa – la chica arreglaba asientos, ventanas, pizarrones, y se aseguraba de que todo estuviera en orden, y de recoger los objetos olvidados, para llevarlos a la dirección. Una joven de cabellos azulinos, asomó su presencia en la puerta, y se dirigió a ella, mirándola fijamente con los ojos de luna. - Debes irte de aquí – la chica se sobresaltó al escuchar aquella voz, y se volteó instantáneamente. - ¿Quién eres?, Nunca te he visto en el instituto – dijo observándola completamente. - Escúchame, él está aquí, y quiere matarte, debes huir ahora… - le decía insistentemente. - ¿Él? A quien te refieres – preguntó con temor, imaginándose a la persona a quien más miedo le tenía. - A la persona en quien estas pensando ahora… no piensa dejarte vivir si tú no lo amas, así que ha venido a matarte – le explicó sin rodeo alguno. - ¿Matarme? ¿Q-quiere matarme? – abrió los ojos siendo invadida por el miedo. - Así es – - Pero, ¿Cómo sabes tú todo esto, y quién eres? – le cuestionó temerosa. - ¿Quién soy?, solo alguien que previene tu muerte, ahora obedéceme si no quieres morir – le dijo elevando la voz. - Pe-pero... – dudaba de la veracidad de sus palabras. “Y ¿si ella está de parte de él?, para secuestrarme o quizás, matarme como ella dice” - No hay tiempo, debes irte – dijo tomándola de los hombros con fuerza – Hazlo por tu vida, por favor – le suplicó con desesperación, la chica la miraba, indecisa y confundida, sentía que lo mejor era obedecerla y huir de allí a toda velocidad, sin que ni ella misma la siguiera, así evitaría caer en alguna trampa. - - - El chico atacaba sin piedad con su largo cuchillo mientras el serafín esquivaba e intentaba apresarlo para quitarle el arma, pero el chico era muy hábil y tenía conocimientos marciales, lo que dificultaba la tarea. - Que molesto eres ¡DÉJAME EN PAZ! – gritó histérico lanzando el cuchillo en hiriendo en el hombro a Shiki quien dejó escapar un gemido de dolor. - Al fin me libré de ti – dijo el chico quien salió corriendo en dirección a la puerta, Shiki lanzó sus cadenas en dirección a él, sin embargo en un movimiento astuto cerró la puerta bloqueando las cadenas, dejándole paso libre hacia su víctima. - ¡¡Kuso!! (Maldición) – exclamó Shiki al perder a su objetivo, se quitó el cuchillo del hombro y siguió al chico lo más rápido que su herida le permitía. - - - - ¿Dónde rayos está? – gritó enfurecido al no encontrarla en ningún salón, subió las escaleras y la encontró huyendo por la escalera opuesta hacia la salida de la planta baja. - ¡No! – exclamó Akari, al darse cuenta que el chico la había encontrado – Corre, ¡rápido! – le dijo a la chica quien huía sin mirar atrás. - ¡No te escaparás! – dijo saliendo por la puerta trasera para atraparla afuera, sin embargo la chica había sido rápido y ya iba por la salida principal, cruzando la calle. Shiki se encontró afuera con Akari, y ambos observaron a la chica huyendo a lo lejos… El chico furioso salió en su búsqueda velozmente, y Akari gritó… - ¡¡¡CUIDADO!!! – un camión venía a toda velocidad por esa calle, el chico escuchó el grito y se detuvo observando de frente al camión que terminaría con su vida. - ¡AKARI! – exclamó Shiki abrazándola fuerte, cubriéndole los ojos. El camión no percibió a tiempo al muchacho, quien fue golpeado sin piedad, encarando a la muerte inmediata, su cuerpo cayó varios metros adelante. Akari temblaba en brazos de su ángel, quien había presenciado la muerte del muchacho, y ahora se encontraba algo impactado, sosteniendo con fuerza a su protegida en brazos. La chica escuchó el grito y el impacto sin embargo no dio vuelta atrás y corrió hasta perderse de vista. - Shiki – pronunció muy débilmente la chica que se encontraba algo impactada por el suceso, al serafín la soltó de su abrazo, y se acercaron con cautela, mirando al muchacho, muerto bañado en un mar carmesí. Ambos quedaron en silencio, inmerso en sus propios pensamientos… - Shiki… - - Evitamos el asesinato de la chica pero, la muerte se llevó al asesino – dijo sin mucha emoción en la voz – - Vámonos a casa por favor – pidió Akari, tomándole de la tela de la camisa – - Está bien – y se retiraron antes de que llegaran las personas a ver el suceso. El camino a casa fue silencioso, Akari inmersa en su pensamiento, y Shiki preocupado por ella. La niña pensaba en la muerte del chico - ¿Habría sido su castigo por la injusta acción que iba a llevar a cabo a su chica enamorada?, o ¿una coincidencia? – - Akari, en este mundo no existen las coincidencias, solamente lo inevitable – le dijo él. - lo inevitable, entonces… - - Se ha ido al infierno – exclamó el serafín. Akari suspiró - Este caso ha sido de los más especiales, ¿no te parece? – Decía ella acostada en uno de los sillones de la amplia sala. - Así, lo creo Akari, en verdad no es muy común que esto ocurra en una misión de este tipo – el serafín se encontraba de pie frente a la ventana observando la luna. - Mi padre pudo haberme asesinado en cualquier momento… - dijo ella pasados algunos minutos de silencio. - Posiblemente pero, no tenía necesidad ya que no podías escapar de allí – le dijo encaminándose hacia ella. - Tienes razón – cerró los ojos sintiendo como el serafín se sentó a su lado y acaricio sus cabellos – Shiki, ¿Qué ha pasado con mis padres?, después de mi muerte… - - Si quieres puedo llevarte a ver qué ha sucedido – le dijo mientras sus dedos se enredaban en los sedosos cabellos de su protegida. - Me gustaría – dijo mirándolo fijamente. - Iremos mañana, por ahora debes descansar – depositó un beso en su frente, para desaparecer por el pasillo principal, Akari sonrió mirando al techo aún acostada del sillón. Shiki fue a relajarse tomando un baño caliente, calmando su alma un poco, sin embargo, algo le dio intriga… - ¿Qué es esto? – preguntó a sí mismo, mirándose en el pecho una marca negra… Kurotenshi, Capítulo 2: Purgatorio… Finalizado.
Capítulo 3: Misterios. Impactado, Shiki observaba esa extraña marca negra de forma irregular, no era una mancha ni nada que se pudiera quitar, eso era seguro… - ¿Qué es esto? – exclamó alarmado para sus adentros, jamás en todos sus años como Serafín había visto algo semejante. Rápidamente terminó de ducharse y luego de vestirse y secarse se dejó caer en la cama, el estar en compañía de Akari lo hacía actuar ligeramente más… humano, como era originalmente. En silencio, como en un trance sus ojos fijados en el techo pero mirando a la nada, se perdió en sus pensamientos hasta que la inconsciencia llegó a él, sumergiéndolo en un profundo sueño… - - - Abrió los ojos y se encontró en un panorama inundado de llamas ardiendo al rojo vivo, destruyendo casas y todo lo que se encontrara a su alrededor, Shiki paralizado observaba todo, y veía como si de recuerdos se tratase a personas gritando y corriendo, muriendo… pidiendo ayuda a gritos, sufriendo la agonía de la muerte… - Shiki… - Su corazón se aceleraba y su alma se llenaba de dolor y angustia al visualizar aquellas terroríficas y traumatizantes imágenes… - No… por favor, ¡¡NO!! – gritaba en sueños. - Shiki… - Una lágrima rodó por su mejilla, y una voz lo sacó de su eterno tormento. - ¡Shiki! – La aguda voz de Akari lo despertó y abrió los ojos de golpe, agitado la miró… estaba preocupada, la chica suspiro de alivio al verlo despertar… - Gracias a Dios – dijo ella mirándolo – parecías sufrir y por más que te llamaba no despertabas, comencé a preocuparme. - Tuve una pesadilla, es todo – le dijo el serafín suspirando y restándole importancia al asunto. - Bueno, me alegro que estés bien ahora – la chica dulcemente se acercó depositando un beso sutil en su frente y se marchó de la habitación, dejando a un sonriente serafín en su soledad – Si necesitas hablar de algo… sabes que cuentas conmigo, Shiki-kun – pronunció la chica con algo de timidez antes de irse. El serafín cerró los ojos y suspiró con pesadez, tomando de su escritorio una especie de teléfono celular y se lo llevó al oído esperando respuesta, mientras un monótono sonido le hacía compañía en el auricular. -- Que grata sorpresa Shiki, no sueles llamar muy seguido… - le dijo en son de gracia la voz al otro lado del teléfono – ¿qué ocurre, acaso se está acabando el mundo? – esto hizo al serafín poner una cara de pocos amigos, no le agradaban los “chistes” de esa persona, los cuales carecían de gracia. - No realmente… algo extraño está ocurriendo conmigo… una extraña marca negra apareció en mi pecho, y no sé de donde proviene… - le contó sin rodeos, y hubieron unos segundos de incómodo silencio antes de obtener respuesta. - Hmmm, eso es realmente extraño… - la voz de aquel cambió, ahora denotaba seriedad. Estuvieron un largo rato hablando del tema, hasta que Akari irrumpió en la habitación ya lista para salir, tenían algo pautado para el día de hoy… - Tengo algo que hacer, te llamo más tarde – dijo el ángel para finalizar el asunto. - Ok, y… Shiki… ten cuidado, eso podría ser peligroso, ¿entendido? – - Si, Adiós – y dicho esto dio por terminada la llamada. - No sabía que los ángeles usaran celular – dijo la chica con una sonrisa infantil, le causaba gracia ver eso. - Oye todos tenemos derecho a actualizarnos en la tecnología, además es la única forma de comunicarme rápido con los ángeles estando aquí en la tierra – explicó brevemente mientras buscaba su abrigo y se lo colocaba. - Hmmm, entiendo – dijo la chica analizando lo que acababa de escuchar. - Akari… ¿estás segura que esto es lo que quieres? – le cuestionó su compañero con cierta seriedad en la voz. La chica pareció meditarlo por unos segundos para luego suspirar y mirarlo a los ojos. - Sí – contestó ella con firmeza en la voz, pero con duda en sus ojos. - Entonces no se diga más, vámonos - dijo el ángel antes de encaminarse junto a la chica en su travesía. Aparecieron en la ciudad de Tokio, donde Akari había vivido durante toda su existencia como humana, comenzaron a caminar muy tranquilamente, y Akari miraba hacia todas partes con mucha nostalgia, tenía tiempo que no transitaba por esas calles. - Tokio – susurró para sí misma la chica, mientras Shiki la observaba discretamente – - Creo que no estoy acostumbrado a estos lugares tan agitados – Shiki miraba a la gente ir de un lado a otro, y los inmensos edificios perderse en el cielo. - Hmmm, ¿por qué lo dices? – inocentemente la chica posó sus ojos en el rostro de su compañero, esperando respuesta. - Cuando vivía, mi hogar era un remoto pueblo en el Japón Feudal, hace varios siglos atrás… Vivíamos a agricultura y cría de animales, así que esto es relativamente nuevo para mí – y un color rojo apareció en sus mejillas, prueba de la vergüenza. - Jijiji – se rió dulcemente la niña. - Oye no es gracioso – suspiró Shiki, sin embargo la chica no paró de reír. - Lo siento es que me hace gracia que te apenes por ello – de pronto la chica se detuvo al instante, paralizada mirando al frente. - ¿Akari? – el ángel miró también al frente, se encontraban frente a una facultad de la “Universidad de Tokio” donde Akari solía estudiar. Una chica de cabello negro corto, caminó cerca de ellos y al ver a Akari se quedó en el sitio, observándola un largo rato sin disimular una cara de sorpresa. Ambas se quedaron mirando fijamente un largo rato, Shiki podía sentir el suspenso en el ambiente. - Lo siento – la chica pelinegra se disculpó haciendo una leve reverencia – es que… te pareces mucho a una amiga mía – dijo con una profunda tristeza en su voz. - ¿A una amiga? – le respondió Akari, sin despegar los ojos de ella. - Si, pero… no puedes ser tú, mi amiga… falleció – la voz de la chica se quebró ante esto – l-lo siento mucho – conteniendo las lágrimas la joven echó a correr perdiéndose de vista entre la multitud, mientras Akari seguía observándola hasta no verla más. Hubo un par de minutos de silencio… - Amiga tuya supongo – dijo Shiki acercándose. - Mi mejor amiga… - una leve sonrisa y una lágrima se asomaron en su rostro – Me entristece, sin embargo… me siento feliz de ver que está bien – - Parece extrañarte mucho – y dicho esto retomó la marcha. Akari dio un último vistazo a su casa de estudios, para luego seguir al pelinegro, tenían un largo camino que recorrer. - - - Estuvieron en silencio en todo el trayecto, Akari sumergida en sus pensamientos y Shiki preocupado, sin embargo sentía que sería una falta de respeto preguntar en que pensaba. Una voz proveniente de los auriculares del metro sacó a la chica de su trance. - Hemos llegado a nuestro destino – y dicho esto la puerta dejó paso libre a los pasajeros. Akari se empezó a sentir incómoda. Caminaron unos minutos por una zona tranquila, un complejo de viviendas donde no llegaba el ruido y el agite de la gran ciudad, un lugar pacífico podría decirse, estaban cerca de su destino y Akari se sentía más agitada. - ¿Estás bien? – preguntó su compañero al verla así, sabía lo que tenía, sabía perfectamente porque su corazón golpeaba contra su pecho sin piedad. - S-Sí, no es nada – La chica seguía su paso respirando con dificultad mientras veía su casa más cerca de ella; a pocos metros de su hogar, la chica se paralizó y sus pies no la dejaron avanzar. Shiki se detuvo frente a la chica y observó las diminutas lágrimas que rodaban por su mejilla, Akari aún no estaba lista para enfrentar esto. - N-no puedo… - sollozó la chica entre lágrimas, sentía un miedo indescriptible de solo pensar en su padre, Shiki la abrazó con fuerza para calmarla – - Vámonos… en otro momento podremos volver Akari-chan – la cargó en brazos, la chica automáticamente se aferró a su pecho como si buscara ocultarse de algo, o de alguien. Y en un segundo ya habían dejado completamente abandonado el lugar. - - - Se detuvieron en un parque, muy lejos del hogar de Akari, la chica estaba sentada a la sombra de un árbol con los ojos muy pensativos. Y Shiki, en la cima de la torre de tubos de metal observaba la belleza de la ciudad, mientras el atardecer iluminaba el cielo con colores rojizos. - Ya llevamos casi 9 meses juntos… No me sorprende que no esté lista para esto todavía, esa sensación… aún sigue fuertemente arraigada en su corazón – el ángel miraba a su protegida de reojo, y sonrió al ver como la chica se agachó a recoger algunas flores con una sonrisa en el rostro. La noche cayó y ambos seguían en el parque, Shiki sentado bajo el árbol y Akari dormida en el regazo de este, el ángel pasaba su mano delicadamente por los cabellos de la chica, mientras miraba fijamente las estrellas. - Tal como tú, yo también soy presa de mis miedos Akari – susurraba convencido de que esta no podía escucharlo, sin saber que se equivocaba – No he podido contártelo pero, mi muerte fue trágica… no sabría decirte cuanto, aun después de tantos años, sigo pensando que pude haber hecho algo para evitar que ocurriera ese desastre… - la chica escuchaba con atención, sin dejarle saber que estaba despierta – Sé que no podía hacer nada pero… no puedo evitar sentir que todo es mi culpa… no puedo evitar pensar… que mis manos todavía están manchadas de sangre… - Akari se cuestionaba porque decía semejantes cosas, le intrigaba saber, sin embargo no podía preguntárselo. … Unos sollozos se escuchaban algo lejanos, Shiki miró a todas partes pues no era Akari quien lloraba. Akari se frotó los ojos despacio, simulando despertarse - ¿Qué ocurre Shiki-kun? – … - Alguien llora, pero ¿Quién? – se pusieron de pie y miraron hacia un lugar recóndito del parque, oculto entre los árboles; se encaminaron hacia allí. Vieron la figura translúcida de un hombre joven flotando sobre lo que parecía ser su cadáver, mirándose a sí mismo en un triste lamento de muerte. - Un alma en pena – susurró Shiki, mientras Akari lo miraba algo confundida. - Hmmm, ¿qué ocurre? ¿Por qué lloras? – la chica se acercó despacio a la pobre alma, la cual volteó a mirarla con tristeza. - Mi amada esposa… y mi pequeña niña… tras mi muerte las he dejado solas… ¿Quién las cuidará y protegerá ahora? – Se cuestionaba mirándolos – Si no fuera por ese demente… nada de esto habría pasado. - ¿Demente? ¿De quién hablas? – le preguntó el serafín. - Makoto Yagami, mi jefe… - suspiró con pesadez – verán, yo trabajaba en su compañía, yo era programador, todo marchaba bien hasta que Makoto-sama enloqueció – su mirada se perdió mientras recordaba los hechos – de pronto un día dejó de ser amable y gentil y empezó a tratar a la gente con rudeza, exigía demasiado y actuaba como un demente… nunca antes quiso hacerle daño a nadie y de pronto me pide que infecte el sistema de nuestros competidores con un virus informático… - Akari y Shiki prestaban total atención a su relato – Por supuesto me negué a su petición y tuve una fuerte discusión con él… días después uno de mis compañeros de trabajo apareció muerto, lo encontraron ahorcado con su corbata en la cocina de su casa, 3 días después la secretaria de Makoto fue encontrada muerta con señales de agresión sexual en el baño de un centro comercial, y ahora.. yo, tuvimos otra discusión hoy en la mañana le dije que estaba harto de sus locuras y presenté mi renuncia, me dijo “vas a pagar por esto” y me fui enojado… de pronto me lo encuentro en mi casa esperándome, forcejeamos, pero no pude con él su fuerza parecía inhumana… luego de dejarme fuera de combate sacó un cuchillo ya manchado de sangre y me quitó la vida. Para cuando me di cuenta, estaba aquí sobre mi cuerpo lamentándome… -soltó un hondo suspiro de dolor al terminar, Akari se quedó mirándolo muy conmovida por su historia. - Makoto está demente pero usa todo su dinero y poder para escaparse de la policía, me temó que de seguir así habrán más víctimas… más y más… - elevó sus ojos al cielo posándolos sobre la luna – Ya veo – susurró el ángel – Debes encontrar el descanso eterno, dime ¿qué puedo hacer por ti, para darte paz? – el espíritu se volteó mirándolo. - Solo hay algo que deseo antes de irme, ¿sabes? Hoy es el séptimo aniversario de mi matrimonio… o era debo decir, quiero que le entregues una rosa a mi amada Yukino, si haces eso yo podré descansar en paz – ante la petición Shiki afirmó con la cabeza. - Puedes contar conmigo, cumpliré tu petición – - Gracias… - luego de una triste sonrisa una luz iluminó al joven espíritu y desapareció sin dejar rastro alguno. - … - Akari no supo que decir, sentía mucha lástima por él… - Makoto Yagami… parece que tenemos un misterio que investigar Akari - dicho esto el ángel se dispuso a caminar – vuelve a casa si quieres, yo iré cuando termine de entregar este recado… - por un segundo posó sus ojos en la chica, quién asintió rápidamente – - Está bien, cuídate mucho – y dicho esto la chica tomó la dirección contraria y desapareció en un haz de luz. - - - Era medianoche, Shiki el serafín negro se encontraba de pie en una oscura habitación, una cama matrimonial con una sola persona, dormida y con marcas de lágrimas en su rostro, una dulce mujer dolida por la muerte de un ser amado. Junto a la cama una foto de la joven pareja y su hija recién nacida, Shiki dio un par de pasos adelante y depositó la flor frente a la fotografía y luego de mirar con lástima a la joven mujer, se marchó habiendo cumplido su parte del trato. - Se fuerte Yukino-san, se fuerte por ti y por tu hija – - - - En una pequeña habitación, Akari se encontraba acostada en su cama con lápiz en la mano, inspirada escribiendo los sucesos de día de hoy en su pequeño diario, hace ya un par de meses que ella comenzó a escribir los sucesos importantes en él, volviéndose con el paso de los días una costumbre… “Por más que me armé de valor para encarar a mi padre, al final no pude hacerlo… el miedo me dominó y me paralicé antes de siquiera llegar a mi antiguo hogar, Shiki tiene razón, aún no estoy lista para esto, pero sé que algún día podré hacerlo, confío en ello. Hoy también ocurrió algo muy extraño, encontramos a un alma en pena llorando su desgracia, un pobre hombre que al morir había dejado solas a su mujer y a una niña pequeña, investigué un poco mientras Shiki se encargaba de otras cosas, y sé que su nombre es Saito Migiwa, era un hombre normal con una familia normal, con una vida feliz y tranquila realmente nada fuera de lo común. Es el tercero de una serie de homicidios extraños ocurridos recientemente en Tokio, por lo que Shiki y yo decidimos investigar el asunto… tengo un mal presentimiento de esto, la oscuridad se cierne sobre nosotros… No puedo evitar sentirme mal al respecto, ese hombre luchó hasta el final por su vida, mientras yo… voluntariamente decidí quitarme la mía, sé que no es mi culpa pero… no puedo evitar sentirme egoísta”. -Akari- - - - En la cima de la torre de Tokio, un ángel admiraba la majestuosidad de la luna llena, mientras dejaba al aire nocturno acariciarle el rostro. Abrió los ojos sorprendido como si hubiera notado algo. - Esta presencia – saltó siguiendo la presencia con gran velocidad sobre el cielo de la ciudad, saltando de techo en techo, llegó un momento en el que la presencia se desvaneció y no pudo seguir su rastro. - Que extraño – dio un suspiro hondo antes de retirarse y volver a casa – Akari ha de estar preocupada, mejor no hacerla esperar – - - - “La luna se teñirá de rojo sangre el día del juicio final” Kurotenshi - Capítulo 3: Misterios… Terminado.