de Inuyasha - koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Hola!!!!!!!

aki vengo con un ff nuevo. No me mateis ok???
pero es ke otra vez se me acaban los ff y lo publico hoy porke lo hice hace ya algun tiempo. bueno... lo empece...
Muy a pesar de los primeros párrafos creedme que es de Inuyasha el ff.
Por si alguien se extraña por la mención de Carlos I Estuardo, Isabel I de Tudor y todo eso.
Eso es solo un poco de historia. Detalles secundarios...
Aguantad un poco más leyendo y lo entenderéis.


PRÓLOGO:

Inglaterra 1635...

La guerra que había comenzado entre los católicos y los protestantes por la religión ese año había pasado a ser por la hejemonía de Europa, gracias a la unión de Francia al bando protestante.
Inglaterra luchaba del lado protestante junto a Francia, Holanda y parte de Bélgica. La guerra con la unión de Francia ya estaba casi ganada pero la desolación que habia en las calles no tenía remedio alguno.
Desde la muerte de Isabel I de Tudor que era la última de esa dinastía todo iba de mal en peor. Había llegao a España la dinastía Estuardo de Escocia pretendiendo implantar el absolutismo y derrocar el parlamento inglés.
Estaba comenzando el reinado de Carlos I de Estuardo... pero eso no era lo más importante...
Las calles cada vez más oscuras, húmedas y tenebrosas ocultaban cosas que la gente desearía desconocer de su existencia.
No hago referencia a los defectos físicos, las enfermedades, la pobreza y los aspectos más sórdidos y tristes de la humanidad sino que a criaturas de las que no se puede pretender huir. Espectros malvados que solo buscan la sangre humana...


Diario de Londres:
Ayer día 27 de octubre fue encontrada en un callejón la joven hija de los Buckynjam. La habían asesinado bilmente como si tratara de un simple juguete con el que experimentar. Presentaba magulladuras por todo el cuerpo y tenía varias hemorragias internas provocadas por los golpes. Antes de morir había sigo desvirgada brutalmente. Justo en medio de la frente tenía grabado un extraño símbolo que parecía el medallómn de un talismán.
Una estrella de seis puntas dentro de un circulo rodeado de signos que parecían el dialecto de otra lengua.
Serán los católicos sedientos de sangre por su futura derrota en la guerra por la hejemonía europea o simplemente será algún revolucionario en contra de el absolutismo que trata de demostrar lo que estamos dispuestos a hacer para evitarlo?


Se levantó de la silla que estaba tras el amplio escritorio de un movimiento brusco y lanzó el pergamino contra una libreria sin mirar el resto de als noticias. El hombre de rasgos duros y mayor( de unos 40 años) vestido con una sotana marrón aparentaba ser un fraile o algún cura. Ante él había unos 7 hombres más vestidos exactamente igual y observándole preocupados. No era una persona que soliera comportarse así pero últimamente estaba muy nervioso. Además aquel día en especial prometía estar furioso. Ya estaba algo rabioso antes de leerlo para al terminar parecía querer matar a alguien.
Tenía la suerte de poder recibirlo todos los días por su trabajo en la catedral como sumo sacerdote. Era de las pocas personas en Inglaterra que se podía permitir pagarlo.

- Ocurre algo señoría? - preguntó asustado unos de los frailes.

- Esos bestias de los parlamentistas están buscando excusas para cubrir todos estos asesinatos- suspiró- algún día tendrán que desvelarle al mundo que en las calles hay criaturas malvadas peores que los revolucionarios y que los católicos o protestantes.

- Se refiere a los vampiros señor?

- Y a los hanyous, los youkais, los dragones, los espectros y todas las criaturas que se ocultan en las calles londinenses.

- Qué pretende hacer señoria?

- Yo? ... nada. Qué puede hacer alguien como yo? - suspiró- no puedo salvar a esas pobres muchachas.

El sacerdote volvió a suspirar ya calmado y se sentó una vez más en la silla ante el escritorio. Observó minuciosamente a todos los frailes allí parados dispuestos a hacer lo que él les ordenara. No sabía cuanto tiempo podía tener oculta esa organización contra demonios y derivados. Cualquiera que viera a un fraile con una cru enfrentándose a demonios se mofaria de ello. Aunque eso no era lo que le importaba sino que el hecho de que cada vez eran menos eficientes. Salvaban toda slas noches a 101 chicas para perder a una. Ninguna dama merece la vida de otra. Pero, qué podía hacer para cambiar el destino de aquellas que estaban condenadas a morir a manos de esas bestias?

- Señoria, señoria!!!

El sumo sacerdote dejó su meditación al oir la entrada de aquel fraile gritando. Es que no sabía aún que en una iglesia no se podía gritar así?
El fraile dio la vuelta a todo el escritorio y se detuvo ante él. Era el joven miroku. Cómo no?
Era un muchacho de 13 años que había sido entregado a la iglesia para realizarse como sacerdote. Todos sus antepasados fueron grandes obispos y sacerdotes. Pero el muchacho no parecía tan entusiasmado por la religión. Bueno era solo un niño no? y muy atractivo además.
Todas las mujeres por la calle se quedaban mirando sus profundos ojos grises y su pequeña melena castaña recogida en una coletilla en la nuca. Era todo un pilluelo y siempre estaba haciendo travesuras pero se lo perdonaba por ser un niño.
Se quedó observando al niño y vio que tenía entre los brazos unas cuantas mantas muy finas... y algo... algo se movía dentro...

- Qué trae ahí maese Miroku?

- Señoria... ha sido todo tan rápido... - el chico aún luchaba por respirar después de la carrera- una mujer muy bella entró en la iglesia... esas criaturas la habían herido... y- y... - balbuceaba- venián hacía aquí pero no pudieron entrar... una especie de muro invisible las lanzó muy lejos... ella llevaba esto en brazos...

- Dónde está la mujer?

- Está en el pasillo entre los bancos. Se cayó al suelo desmallada y yo no podía levantarla.

El sacerdote se levantó del escritorio y salió corriendo de el despacho con sus frailes siguiéndole. No podía correr mucho y le costaba pero tenia que ir a ver a esa pobre mujer. Además le sería de mucha ayuda hablar con una mujer que había sobrevivido a esas criaturas.
al llegar a la iglesia encontró a la mujer exactamente donde el pequeño Miroku le había indicado. Seguía desmallada.
Miroku no le había mentido al decirle que era bella. En su vida había visto una mujer así. La tez blanca, las pestañas muy largas, la anriz pequeña y graciosa y los albios finos con tacto sedoso. Ahora compendía porque esas bestias la querían.
De repente la mujer empezó a toser precipitadamente y un hilillo de sangre salió de su boca resbalando por su cuello. El sacerdote se miró la mano y la vio llena de sangre. La mujer estaba gravemente herida.

- Por... favor... - murmuró la mujer entre abriendo los ojos verdes- por... favor...

- Señorita, qué le ha ocurrido?

- Esas bestias... cof cof... - tosió algo más de sangre- no lo permita... no permita que nadie le haga daño...

- a quién?- preguntó sin recibir respuesta- señorita... a quién? ... señorita...

- prométemelo... - murmuró agarrando la sotana del sacerdote- por... favor...

- Se lo prometo.

La mujer sonrió y tras murmurar un gracias y darle una caricia en la mejilla dejó caer su mano y su cuerpo quedó inerte entre los brazos del sacerdote.
El sacerdote llevó las manos a la cara de la mujer y bajó los párpados para cerrarle los ojos. La mujer había fallecido en sus brazos suplicándole la protección a alguien. Pero a quién?

- Señoria... - murmuró Miroku.

- Preparad un ataud y todo lo necesario... mañana por la mañana celebraremos el entierro de esta pobre mujer.

- Señoria ella nos pidió que la protegiéramos?

- No dijo a quién.

- A mí sí- miró el bulto entre sus brazos- me pidió que protegiéramos a su hija.

El sacerdote abrió los ojos sorprendido recordando las mantas entre los brazos de Miroku. Se levantó y se dio la vuelta para mirar a Miroku. De las mantas entre los brazos de Miroku se veían salir un par de manos intentando alcanzar la cara del muchacho.

- Me dijo que se llamaba Sonomi Higurashi- dijo indicando con la cabeza a la mujer muerta- y también me dijo que la niña se llamaba Kagome higurashi... lady Kagome Higurashi condesa de Rosewood.

El sacerdote fue hacía Miroku lentamente pensando en todo lo sucedido. Esa mujer habiá dado la vida por llegar hasta allí y salvar a su pequeña. Una condesa habiá realizado el mayor gesto de amor que podía hacer una persona por su hija.
Se arrodilló junto a Miroku y le ordenó descubrir a la niña. Prometía ser tan hermosa como la madre. Una masa espesa de rizos azabaches surcaba su cabeza. Un par de ojos verdes como las esmeraldas le observaban dudosos. La tez tan blanca como la vieve y uan enorme sonrisa que dejaba asomar un par de pequeños dientes de leche. La niña tendría un año escaso.

- Qué haremos con la niña? - preguntó miroku asustado por la respuesta.

- Cumplir la promesa


espero ke os halla gustado y ke posteeis mucho

Besos

 

Re: koroso kawaii hanyou( matar al apuesto hanyou)

Hola!!!!!!!!

menos mal ke ha venido mas gente T.T

aki os dejo la conti:


CAP I :


17 años después...

10/10/1652​

Diario de Londres:

Ya han pasado 3 años desde la paz de Wesfalia por la que españa le dio la libertad a Holanda. Pero, por qué no han acabado las muertes?
Serán los frnaceses? o quizá los españoles sedientos de sangre por nuestrataición hacía su corona?
Tanto le ha digustado a Felipe IV nuestra unión al protestantismo o a caso es que el conde duque de Olivares le sigue comiendo la cabeza?
Aunque lo importante ahora es econtrar al coulpable de las muertes de tantas muchachas y la razón por la que a todas las marca así en al frente.
De verdad son los españoles? o es algo a lo que nos atenemos para evitar creer en lo sobrenatural?


- Yo le responderé a eso- murmuró un anciano- queréis evitar creer en lo sobrenatural!!! - exclamó casi gritando.

- Señoria le ocurre algo? - preguntó maese Miroku sirviendo algo de te.
El sumo sacerdote se quedó observando al muchacho. Había crecido tanto enlos últimos años.

Era un joven increiblemente alto, con los hombros anchos y fornidos y unas piernas fuertes. Sus ojos seguián siendo de un gris profundo y tenía el cabello exactamente igual. Era un joven apuesto como el predijó pero había algo que no se esperaba. Era un indecente. Cada vez que iban por la calle o que en la iglesia veía a una mujer hermosa se lanzaba como un buitre a cortejarla. Que un fraile hiciera eso era vergonzoso...
Pero debía admitir que él no era una persona cualquiera. Tenía un don especial.
A difrencia de los frailes, él vestía una larga sotona negra y por en cima atada una túnica morada.

- Lo que me pasa es que aún no me puede creer que esos idiotas d elos congresistas se sigan negando a creer en lo que está pasando.

- Señor, usted sabe tan bien como yo que nunca aceptarán la verdad- terminó de servir el te y se sentó junto al fraile- tal ez debería pensar en retirarse, señor.

- A qué viene eso, maese Miroku?

- Verá, señor ya que hablabamos de lo que en verdad está apsando me gustaría decirle que creo que ha llegado la hora de que se retire- suspiró- señor usted ya tiene 63 años y esta muy mayor para esto y...

- Soy un estorbo cuando salimos por al noche a cazar, verdad? - murmuró débilmente.

- No, señor!!! yo no quería decir eso!!! - intentó excusarse.

- Tranquilo, Miroku. Yo sé tan bien como tú lo molesto que es tener que cargar conmigo- sonrió- tienes razón- se levantó y se dirigió hacía la ventana- ha llegado la hora de retirarme- se agarró las manos por detrás de la espalda.

- Vas a retirarte? - preguntó la dulce voz de una mujer desde la puerta.

El sacerdote se giró casi al instante al oir la dulce voz de su niñaa. Aquella niña que le habián dado hacia 17 años y que se habá convertido en una hija para él. Era tan hermosa como la madre y mucho más.
Era de su misma estatura y muy delgada. La tez blanca, una larga melena azabache rizada, los ojos esmeraldas con las pestañas muy largas y espesas, la nariz pequeña y graciosa y los albios finos y senxuales.
Ella no pertenecía a la orden pero la vestían como una monja poco corriente para seguir teniéndola allí.
Llevaba unas botas de colores ocres de piel, una larga falda azul marino hasta los tobillos, una especie de corpiño de manga larga y ajustado a sus formas de color azul marino con algunos pequeños adornos dorados y su cabello recogido dejando ver solo el flequillo y algunos mechones de su cabellera en el velo azul marino de monja sujeto a la cabeza gracias una pequeña cinta que rodeaba toda su cabeza.
Como de costumbre Miroku se habiá puesto nervioso y jugueteaba con la taza de te. Se notaba a la legua que le gustaba la muchacha...

- Kagome, cariño ya ha llegado la hora de que me retire de esto. Ya estoy mayor y no puedo seguir.

- Entonces seréis menos para las redadas nocturnas.

- Ya encontraré a algún fraile dispuesto a ayudar.

- No!!! - exclamó al instante- yo lo haré!!!

Casi al instante se escuchó el sonido de una taza romperse al cochar con el suelo. A Miroku se le habiá caído la taza de la impresión. Era ya lo que le faltaba. No estaba bastante atormentado teniendo a Kagome cerca a casi todas horas del día y despidiéndole como si fuera su marido todas las noches como para en cima tenerla cerca más. Le estaba volviendo loco.
Ella era solo una muchachita de 18 años escasos y él un hombre de 30 años que en cima era fraile. Esa relación estaba prohibida y más aún si ella iba siempre como una monja pero es que ya le excitaba hasta oirla respirar.
Cuando era un bebe todo era más fácil. Él siempre fue su hermano mayor. Cuando se caía y se hacía daño siempre la curaba, cuando los niños le levantaban la falda siempre les pegaba...
Pero cuando Kagome cumplió los 13 años todo se volvió en su contra. Intentó luchar contra ello pero no pudo. Un día se encontró en los jardines peinándola mientras se imaginaba como la tendía sobre su cama. A una niña de 13 años.
El desarollo de Kagome en verdad había sido devastador. Primero le crecieron un poco los pechos y luego de le empezaron a poner más anchas las caderas para darle las formas del cuerpo de una mujer. Creció un poco más y sus piernas se volvieron increiblemente largas y senxuales y por no habalr de sus senos. A los 15 años ya eran como dos melones y seguían siéndolo.
El hecho de tener a su querida Kagome con él en las rondas de noche no solo le ponía nervioso sino que admeás le asustaba. Ella era una chica hermosa. Y si no podía defenderla de algún monstruo???

- Kagome no irás y punto!!! - exclamó miroku levantándose de golpe.

- Miroku, no te metas.

- Me meto si quiero jovencita- dijo intentando parecer serio- eso no es trabajo para una chiquilla. Es algo muy serio.

- Ya sé que es algo muy serio pero te olvidas de una cosa Miroku- le indició señalándole con el dedo índice- yo ya no soy una niña. Soy una mujer!!!

Al decir eso hizo un movimiento tan brusco con los hombros que sus senos botaron enfatizando su afirmación. Miroku ante eso solo se pudo sonrojar y dejarse caer sobre la silla.

- Entonces que así sea.

- Qué? - Miroku giró la vista hacía el sacerdote.

- A partir de ahora, Kagome también es una cazadora.

Continuará...

espero ke os halla gustado y ke posteeis mucho

Besos