Contenido oculto: Nota del autor N/A: Hola a todos, sé que he estado ausente mucho tiempo en el foro pero pues hay algo llamado "escuela" que no me deja estar tan libre como quisiera. En fin, hoy les traigo un One-Shote (hace mucho que no escribo uno de estos en vocaloid) basado en la popular canción de Megurine Luka: "Just be Friends", a decir verdad... no creo el escrito sea muy bueno, en algún punto empecé a escribir algo muy parecido a escritos anteriores (míos) de otra canción: "Lie", entonces tuve que borrar todo porque son dos cosas diferentes, por lo que las ideas fueron escasas. Sin más que decir, les dejo con este escrito y les invito de la forma más cordial el leer mi otro fanfic (Long-fic): "La saga del mal". No tiene mucha audiencia, y aunque voy escribiendo muy lento me gustaría que lo leyeran y me dieran, sin más por el momento: ¡Adiós! ;3 Just be Friends — ¡Me gustas! Por favor, sal conmigo —sus hermosos ojos azules se cruzaron con los míos, mi cuello estaba cubierto en sudor mientras nuestros sonrojados rostros se encontraban de frente. — Sí… —tímidamente tomaste mi mano aquel día y desde entonces prometimos no volvernos a separar. Ahora recuerdo ese momento, una y otra vez, quizá porque ese fue el verdadero inicio de nuestra historia, y ahora… me da mucho miedo el final de la misma. — ¿Cómo estás? —te recargas en el sofá; tu cabello se encuentra recogido en un enorme chongo, parece una cebolla rosa. Y tus enormes ojos me miran fijamente mientras sostiene un libro. — Bien, ¿Y tú? —ella sonríe extasiada. — Pues encontré unos libros muy interesantes en la librería y los estaba revisando. ¿Quieres ver? —los miro tímidamente, de reojo, y alcanzó a leer los títulos en inglés: “Just be Friends”. — ¿Otra vez libros extranjeros? —tiro mi mochila sobre el sofá y me dispongo a ir a la cocina a preparar un café. — Sí, bueno… —al ver mi reacción, ella empieza a tambalear sus dedos sobre la tapa del libro. Su cara se sonroja un poco, y cuando me ve sentarme junto a ella… se queda tiesa y mirando hacia la televisión. — ¿Quieres ver algo en especial? —le pregunto mientras enciendo el televisor. — No realmente… Nos conocimos muchos años atrás, iba en mi primer año de secundaría cuando la vi caminar por los pasillos: era deslumbrante. Su llamativo pelo rosa, sus ojos azules, sus facciones nobles, su estilizado cuerpo y su hermosa voz; aparte de ser bonita, era sumamente inteligente y manejaba los idiomas mejor que cualquier persona que hubiera conocido, era un inalcanzable para mí y fue sorpresivo cuando ella me habló por primera vez. — Me llamo Luka, ¿Y tú? —dijo esa tarde, mientras almorzaba en solitario en una de las jardineras de la escuela. — Tetsuo… —respondí, y sin más, ella se sentó para jamás irse de mi lado. Pero ahora, no sabría explicarlo, no pasaba nada malo entre nosotros, todos los momentos vividos con ella habían sido más que preciosos y aún lo eran. Pero un día, sin darme cuenta, el amor se empezó a apagar y lentamente dejé de sentirme feliz a su lado y empecé a preocuparme sobre cómo podía dejar aquella relación. Podrían llamarme infame por estos pensamientos, digo, tengo a la chica perfecta a mí lado y aun así no puedo ser feliz. Lo peor, es que aún no puedo enfrentar ese hecho con ella, y prefiero evadirlo con bruscas actitudes, aunque ella no es tonta, y probablemente ya se dio cuenta de cómo me estoy sintiendo. — El libro que compré, trata sobre dos amigos —ella empieza a hablar de una forma alegre— que se enamoran, pero por alguna razón no pueden estar juntos. — ¿Ajá? —le comento con indiferencia. — Bueno, sí… —ella calla al notar mi tono de voz, pero posteriormente sigue hablando— …habla sobre como a veces, sin importar cuánto ames a una persona, hay relaciones que no pueden perdurar y es mejor dejarles en una simple amistad —apenas dice eso, me da un escalofrío en toda mi columna vertebral. — ¿Me estás insinuando algo? —nos miramos fijamente, ella se encuentra sorprendida y yo empiezo a fruncir el ceño. — No… sólo pensé que te interesaría —y ella salió de la habitación con su libro en mano. A veces me siento mal por tratarla así, pero no sé cómo decirle esto que siento, ni yo sé qué es. Aun así, la quiero y la necesito en mi vida, pero no de la misma forma; y aunque ahora piense así, siento ese pequeño hilo rojo atando nuestros destinos desde el primer encuentro. — ¡Vas muy rápido! —ella gritó mientras mi corazón lo sentía al cien; sus pequeñas manos se aferraban a mi chaqueta. — No grites, todo está bien mientras estés conmigo —ella se quedó callada un momento, lo cual me puso nervioso, y posteriormente estalló en risa. Recuerdo que empezamos a reír, mientras yo pedaleaba cada vez más fuerte, en medio de la noche. ¿Realmente eso sigue siendo verdad? Me quedó solo en casa y empiezo a gritar de desesperación, ¿cómo decirlo? ¿cómo hacerlo? ¿qué debería decir? Pero todas esas preguntas no me llevan a nada, sólo nos llevan a estar frente al televisor en silencio mientras siento que la verdad me consume lentamente. — Tetsuo, ¿Qué tienes? —ella me mira preocupada, porque antes de darme cuenta… yo ya estaba llorando. Antes, solíamos escribirnos cartas y nos las mandábamos como aviones de papel, ¿por qué hacíamos eso? No lo sé, sólo sé que era divertido. Aun estando a unos cuantos centímetros de distancia, el simple hecho de hacer aquellos juegos nos hacía felices. Hoy, encuentro esas cartas amontonadas en cajas viejas; a veces las leo, pero no me causan ningún sentimiento fuera de la nostalgia, te he sugerido muchas veces tirarlas, pero tú prefieres atesorarlas. ¿Aún eres feliz conmigo? ¿Sólo a mí se le ha acabado el amor? No lo sé, tal vez deberíamos sentarnos a hablar, pero por alguna razón posponemos lo inevitable. Te sientas en el comedor y te quedas viendo la ventana que da al jardín y cuando haces eso, me cuestiono si te preguntas lo mismo que yo. Sostenemos un frágil globo, al cual llamamos destino. Desde el primer momento, hasta hoy, he sentido un tenue hilo rojo que nos ha unido hasta este punto del camino. Pero cada año, mes, día, segundo que pasa, se vuelve más difícil de sostener, ¿por qué será? — Tetsuo tonto… —la recuerdo mojarme con la manguera mientras regábamos el jardín de la escuela— Promete que siempre estaremos juntos —recuerdo como me ofreció su meñique aquel día de la graduación. Los recuerdos sobre ella me bombardean, poco a poco; no sé por qué será, sólo sé que cada recuerdo es más doloroso que el anterior. Porque, aunque todo ha sido hermoso, tiene que terminar, y no sé si sea una buena o mala decisión. — Escucha esta canción —la recuerdo acostada en el pasto junto a mí, compartiendo unos audífonos— ¡Acabo de componer una canción para ti! —y en el salón de música, tocando la guitarra. — ¡Por favor! Ven a vivir conmigo —en medio de las luces navideñas, aquella noche, yo le propuse estar conmigo siempre y ella en silencio, con una sonrisa en su rostro, aceptó. Cocinar juntos, ir de compras juntos, ver la televisión juntos, dormir juntos; todo eso se volvió parte de nuestra vida cotidiana y de alguna forma una rutina insoportable para mí. ¿Por qué el amor acaba así? ¿Esto me hace un mal hombre? Mi corazón se contrae al recordar su lindo rostro sonriente y mis manos sudan al pensar en lo que le voy a decir. No sé si es lo correcto, pero debo cortar ese hilo del destino, dejar que el amor flote de nuevo, lejos, y nos lleve a un camino distinto. — Luka… —las palabras salen lentamente— creo que es mejor ser amigos. Sus manos, que estaban cubiertas por las mías, de pronto se sueltan y se alojan en su pecho. Su expresión es una de confusión y tristeza, quisiera consolarla, pero sé que debo ser firme en mi decisión. Porque es en ese momento, que el hilo rojo del destino se corta y jamás se volverá a unir. Porque aún la amo, pero no de la misma forma, porque hay algo que ha cambiado y que ni yo entiendo. Aunque tenga que verle llorar, aunque tome sus maletas y se vaya para nunca volver, no le detendré, no le diré que se quede. Es confuso, pero creo es lo mejor, aun así… no me arrepiento de lo que fuimos, porque eso fue de las cosas más bonitas que he vivido y si un día, volviera a este mundo, me gustaría volverla a conocer y revivir esa bonita historia de amor. Me siento en aquel enorme sofá, ahora vacío por su ausencia y noto aquel libro rojo que días antes había comprado: “Just be Friends”; nunca he sido bueno en inglés pero, no sería malo comenzarlo a leer.