Julieta ríe aún después de muerta

Tema en 'Relatos' iniciado por himurakenji, 4 Noviembre 2011.

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    himurakenji

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    Julieta ríe aún después de muerta
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2583
    Este texto lo encontré en un cuaderno viejo, con el espiral oxidado y la portada descarapelada. La tinta se había corrido y le dio un tono sepia al papel. Debería de ser más cuidadoso con mis cosas ^-^U. Dejé ese cuaderno olvidado varios años dentro de una caja y la humedad lo arruinó. De esta historia sólo recordaba el título, pero como no tenía que ver con la historia lo cambie. Espero que les agrade. Si comentan la continuaré. Este es sólo es primer capitulo que trascribí del cuaderno "embrujado".

    Julieta ríe aún después de muerta

    Era la noche del lunes. Sonia había ido al departamento de doña Ana, a cuidar a ésta mientras su nieto se iba a trabajar. La chica también ayudaba en la limpieza del departamento de renta congelada. Este era un lugar amplio, con pisos de madera, paredes blancas y con grandes ventanas por las que el sol se abre paso con facilidad. Aquí todo tiene un orden y un horario, y era hora de limpiarla sala.

    Las fotos familiares están en la pared que está frente a la ventana de la habitación que Sonia se disponía a limpiar. Ella nunca se había preocupado por averiguar los nombres de las personas de las fotos. Doña Ana detestaba cualquier intento de hablar de algo personal. Un sermón largo y severo fue lo que la señora de la casa consideraba que era dar la bienvenida. La joven se sintió ofendida por el tono soberbio del discurso, pero el sueldo es bueno. Todo el dinero que gana lo gasta en sus clases de actuación.

    Sonia limpiaba la sala cuando oyó un sonido que parecía ser metálico. Se dio la vuelta y vio que en el suelo se encontraba un collar, era de oro y tenía un crucifijo. Al levantarse quedó justo delante de una foto de Enrique, el nieto de la señora de la casa. En la foto éste aún era niño y lo acompañaba una niña pequeña, los dos estaban tomados de la mano y sonreían a la cámara. En el fondo había un lago...

    -Mi niña que estás haciendo, no me gusta que veas mis fotos, ya lo sabes. Regresa a trabajar, que es por lo que te pago. Los jóvenes de hoy ya no saben cual es su lugar...

    La joven apretó el collar que llevaba en la mano, lo guardó en la bolsa delantera de su blusa. Luego volteó rápidamente y le dirigió a la señora la mejor sonrisa que pudo. Sin decir nada, comenzó a limpiar la sala. Doña Ana al ver la actitud de Sonia se retiró, soltó el aire con fuerza y golpeó el piso con su bastón, como si quisiera avisar que se iba retirar. La muchacha no interrumpió sus labores.

    * * *

    Ya estaba atardeciendo cuando Sonia salió del departamento. Al salir fue iluminada por la luz amarillenta de las lámparas del pasillo. De día las escaleras y los pasillos que conducen a los departamentos eran iluminadas por la luz del sol que se filtra por un domo. Por la noche la única luz proviene de unas lámparas viejas, cuya luz se escurre por las paredes y les da un aspecto avejentado, como si en realidad fueran iluminadas por velas. Antes de abrir la puerta de salida tocó el collar que se encontraba guardado en su blusa y volteó atrás. Pensó en regresarlo, pero recordó la mirada despectiva con la que doña Ana la había visto y decidió no preocuparse más, ella se lo merecía por ser tan déspota. Antes de salir le pareció oír que la llamaban por su nombre. Abrió la puerta pero no vio a nadie.

    Sonia caminó calle tras calle hasta llegar a la que conducía a su casa. Un ladrido la hizo voltear de improviso, un perro negro enorme ladraba y golpeaba el zaguán de la casa a la que resguardaba. Sus ojos se veía inyectados, la saliva escurría por su hocico y resbalaba entre sus colmillos. Se sostenía en sus patas traseras y golpeaba la hoja metálica con fuerza. La chica se extraño mucho al notar una furia exagerada. La inquieto que el perro dirigiera su miada al frente, a pesar de que ella se encontraba a su derecha. De pronto se oyó un golpe en el zaguán, éste se movió como si lo hubieran pateado, el animal retrocedió asustado pero no dejó de mostrar los dientes y dirigir sus ladridos hacia donde no había nadie. Sonia corrió después de ver esto, no era posible que el viento hiciera algo así sobre todo... porque oyó una risa, la cual parecía provenir de una niña. Tardó en lograr meter la llave en la cerradura, creyó oír de nuevo la risa, lo cual la puso más nerviosa.

    * * *

    La sala estaba vacía, prendió la luz y encontró una nota de sus padres dónde le explicaban que fueron con su tío a celebrar el ascenso que acababa de recibir.

    -Justo hoy tenía que quedarme sola- sus dientes castañearon y su cuerpo temblaba.

    -Tranquilízate...debe de haber una explicación para todo esto. Creo que debo de hablarle a Martha, ella es muy centrada y seguramente me va a tranquilizar.

    Sonia subió la escalera que conducía a su habitación. Abrió la puerta prendió la luz. No se atrevió a apagar la luz de la planta baja. Marcó a su amiga, quien tardó en contestar.

    -Bueno.
    -Hola Martha... estás en tu casa...
    -Sí...-dijo muy extrañada- te pasa algo Sonia, te oyes preocupada...
    -... si te cuento no me vas a creer...
    -Me estás asustando ¿quieres que te vaya a ver?
    -No... No es necesario- dijo con voz entrecortada- sólo quiero que me escuches.

    La amiga de Sonia escuchó el relato del inquietante suceso que acabada de tener lugar. Martha guardó silencio unos segundos, luego tímidamente intentó tranquilizarla. Poco a poco ambas amigas comenzaron a sentirse nerviosas. El suceso era muy inquietante, Martha no pudo encontrar explicación.

    -Tal vez lo que necesitas es dormir para mañana ver todo con la cabeza más fría.
    -Sí... creo que eso es lo mejor, perdón por molestarte...
    -Perdón por no ser de más ayuda, perdón.
    -Con escucharme me ayudaste mucho, de hecho me siento más tranquila... nos vemos y gracias. Tengo que leer una obra para mañana y no he empezado, luego te hablo.

    -Hasta luego amiguis...

    Sonia se cambio de ropa, se puso una camiseta blanca holgada y unos pans grises. Decidió no preocuparse más, después de todo realmente no le había pasado nada. Bajó a apagar la luz de la planta baja. Al regresar a su habitación se estiró e hizo una aspiración profunda. Sacó de su mochila el libro que tenía que leer. Se alborotó el cabello y bostezó. Cuando ya estaba muy concentrada en la lectura su celular sonó y al contestarlo la joven oyó a una niña.

    -Puedes regresarme mi collar- dijo una voz lastimera
    -¿Quién... habla?
    -Soy Julieta, por favor, regresa me mi collar...
    -Te equivocaste de teléfono.
    -No, Sonia, no me equivoque.
    -¿Quién eres? ¿De qué collar hablas?
    -El collar que tomaste en el departamento es mío. Regrésamelo porque es mi tesoro más valioso, me lo regaló mi mamá cuando cumplí 8 años.

    La llamada continúo pero se volvió casi inaudible. Sonia terminó por colgar. Se convenció a sí misma que el que la niña supiera su nombre era sólo una coincidencia. Fue al baño a recoger el collar que dejó en su blusa. Lo tomó y regresó a su escritorio para seguir leyendo. Al sentarse a leer quedó de espaldas la puerta del baño. Se oyeron unos pasos, pero no era un sonido que se esperaría oír en una habitación pequeña. El eco de unos pasos resonó por todos lados. El corazón de la joven se aceleró y comenzó a temblar de nuevo, incluso comenzó a sudar. Se estremeció al oír como si tocaran la puerta del baño. Volteó lentamente y vio la puerta del baño cerrada. La luz de este cuarto se prendió. Sonó de nuevo el celular y esta vez en la pantalla aparecía un nombre y una foto que identificaba quien llamaba. El nombre era Julieta y la imagen era la foto en la que Enrique era niño y estaba acompañado por una niña. Colgó de inmediato pero inmediatamente sonó el tono de mensaje de voz. Un escalofrío recorrió la espalda de Sonia. Oyó el mensaje porque ya era tarde y podía tratarse de una emergencia.

    -Regrésame el collar o voy a ir por él...

    Luego se oyó a una niña gritar y después a muchas personas llorar y hablar de manera ininteligible. Sonia colgó el teléfono.

    -Qué diablos está pasando... esto tiene que ser una broma.

    Sonia se dirigió hacia el baño para descubrir que es lo que estaba pasando. Antes de abrir la puerta se apagaron las luces. La luz del cuarto alumbró el baño y estaba vacío, de todas maneras se metió a revisar. No encontró nada pero cuando iba a salir oyó una risa que provenía de donde estaba el lavabo. Volteó y no vio nada. De pronto se dio cuenta que en el espejo se veía el reflejo de una niña, ésta se estaba riendo.

    -Te dije que iba a venir por él.

    Julieta tenía un vestido blanco y estaba peinada con una cola de caballo amarrada con un listón azul celeste. Mientras hablaba el listón se desamarró y su cabello empezó a alborotarse. Después un hilo de sangre comenzó a escurrir por su rostro, pronto eran varios más hasta que el rostro y el vestido estuvieron manchados de sangre casi completamente. Sonia estaba petrificada y no podía gritar. En ese momento la niña tomó de la mano a la joven y ésta gritó. Intentó correr pero se resbaló y se golpeó con la puerta.

    * * *

    Sonia quedó inconciente toda la noche. Al despertar tenía un tremendo dolor de cabeza. Al tocarse la cabeza se dio cuenta que alguien le había hecho una cola de caballo y la había amarrado con un listón azul. También notó que tenía una mancha de sangre donde Julieta la había sujetado. Sin entender que es lo que estaba pasando decidió tomar el collar e ir a regresarlo.

    Entró al edificio y se dirigió al elevador. Pulsó un botón y las puertas de éste se abrieron, las paredes del mismo estaban cubiertas con espejos lo cual le hizo notar que no se había cambiado de ropa y sólo se había puesto unos tenis y una sudadera. No quería que doña Ana la viera así pero no se arriesgaría a regresar a casa. Al caminar por el pasillo el eco de sus pasos le recordó los pasos que había escuchado en su habitación. Tocó la puerta del departamento. Para su sorpresa quien abrió fue Enrique, lo cual la puso aún más nerviosa.

    -Toma- dijo Sonia mientras extendía la mano para regresar el collar- ayer me lleve esto y me arrepiento. Pero yo... No importa, vine a regresarlo... Perdón por defraudarte....

    -¿Cómo lo tomaste? ¿Es una broma de mi abuela?

    -No... Ayer lo encontré tirado en el suelo...

    -Eso no es posible, siempre ha estado guardado en la caja fuerte. Sólo mi abuela y yo tenemos la combinación. ¿Te robaste algo más?

    La mención del robo hizo que Sonia agachara la cabeza, sus ojos comenzaron a humedecerse y su voz era distorsionada.

    -No. Yo lo encontré mientras limpiaba, lo iba a devolver pero tu abuela comenzó a regañarme y me enoje... yo no había hecho nada malo, así que me lo llevé en venganza, después de todo no parecía muy valioso, bueno comparado con el tipo de joyas que ella usa...

    -¡Esto es lo más valioso para mi abuela! Pertenecía a mi hermana Julieta... Ella murió en este edificio mientras jugaba con una escalera. Llamaré a la policía. No sé como lo hiciste pero entraste a la caja fuerte y no puedo permitir eso. Te meteré a la cárcel por ladrona.

    El corazón de la joven se aceleró, nadie creería su historia, si la denunciaba iría a prisión sin duda. Sacó su celular y buscó el mensaje de voz que la noche anterior había recibido.

    -Haz lo que tengas que hacer… pero antes escucha este mensaje de voz, es lo único que prueba... que yo no fui quien sacó el collar de la caja fuerte.

    -No tengo tiempo para tus estúpidas excusas…

    -Es de Julieta...

    Enrique la tomó de los hombros y la sacudió.

    -Estás loca y te vas a pudrir en la cárcel...

    -El collar se lo regaló tu mamá cuando tu hermana cumplió 8 años y era su tesoro más valioso.

    -... ¿Cómo sabes eso?

    -Tu abuela jamás habla de tu familia y ésta es la segunda vez que hablo contigo. Créeme, me lo dijo Julieta. Escucha el mensaje por favor... escúchalo, dime que no estoy loca...Sonia se desplomó frente a Enrique.

    -Dame el teléfono…

    La voz era sin duda la de Julieta y aunque las demás no se entendían las reconoció como pertenecientes a familiares. Entones el joven ofreció su mano a Sonia para levantarse, le dio la espalda y se alejó.

    -Sólo vete, no quiero volver a verte... no estás loca o si lo estás, yo estoy en la misma situación.
     
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