Jugando al cordel.

Jugando al cordel​

​

​

​

​

—Oye… —la llamó —, ¿puedes venir un momento? —pidió mientras jugaba con sus manos, tratando de no enredarse con los hilos.​

​

​

<<¿Y qué querrá este chico?>>, se preguntaba ella. Asintió con la cabeza, se levantó del asiento y fue frente a él. No tenían nada que hacer en el aula; algunos andaban dormidos o soñaban despiertos, a media mañana ¿Quién no tiene sueño? ​

​

​

El profesor no llegaba aún, aunque había avisado que tardaría. ​

​

​

—¿Qué pasa? —preguntó adormilada, guardándose uno de los tantos bostezos.​

​

​

—Siéntate… —le dijo mientras se ponía de pie, dejándole el lugar a su amiga y sentándose en el banco frente a ella—. Ahora, necesito que me ayudes: junta tus muñecas y pásalas por este círculo, ¿de acuerdo? — mostrándole los nudos que había hecho y el circulo de finas cuerdas formado en el centro.​

​

​

—Mmm… —dudó, mirándolo de reojo— ¿Y para qué quieres que haga eso? —le preguntó, cargándose sobre el respaldo de la silla y cruzando los brazos. Los juegos de él no eran los mejores para otros; la mayoría de las veces se lo podía ver escapando de alguien corriendo detrás de él.​

​

​

Un leve tono carmesí coloreó las mejillas del chico al escuchar su pregunta, pero para la suerte de él, su amiga no lo notó. ​

​

​

<<¿Por qué tendrá que ser tan curiosa conmigo…?>>, se preguntaba dando vueltas en su cabeza. Miró el suelo y suspiró. Debía decirle algo convincente para que ella lo hiciera.​

​

​

—Ah, bueno… —intentaba; pero él mismo no sabía qué decir. Ni siquiera sus cuerdas vocales querían dejarlo hablar.​

​

​

—¿Y bien? —insistió con su paciencia yéndose por la puerta. Se estaba cansando de esperar una mínima respuesta. <<¿Por qué tarda tanto? Sólo es decírmelo y ya.>>, pensó.​

​

​

—Pues, si te lo digo…—levantándose de la mesa y parándose frente a ella—, no tendría gracia —bajando su postura quedando relativamente cerca de ella—. ¡Vamos, no te haré nada malo!, ¡te lo prometo! —juntando las palmas de sus manos, como rezándole a una virgen o algo así. ​

​

​

Realmente no podía decírselo; se sentiría muy apenado y su plan fracasaría.​

​

​

¿Realmente lo decía enserio? ¿No le haría nada malo? Algo tramaba, aunque ella no sabía qué era. Tantas veces le había jugado bromas, que con sólo mirarlo bastaba para leerle la mente; pero esta vez, no lo lograba.​

​

​

—¡Bueno, bueno…! Hazlo, pero sabes lo que pasará si haces algo que no me guste. —le aclaró. Él sabía a lo que se refería; pero igual se la jugaría.​

​

​

Rió; esas amenazas que ella le hacía le daban gracia en vez de miedo; aunque luego, ni bien terminaba con sus travesuras recibía su castigo.​

​

​

—De acuerdo —dijo enderezándose—. Primero, extiende tus brazos hacia mí y junta las muñecas.​

​

​

Tal como él lo dijo, llevó sus brazos al frente y juntó las muñecas, cerrando los puños, mientras el muchacho la observaba. Subió la mirada hacia el joven, en señal de que le siguiera diciendo lo que tenía que hacer. No tenía toda la mañana para sus juegos. ​

​

​

—Ahora —decía mientras acercaba sus manos hacia ella—, pásalas por el medio del círculo de aquí…​

​

​

Con cada segundo que pasaba, él sonaba con más timidez. Vio cómo ella pasaba las muñecas entre medio de los nudos de los hilos, tratando de no enredarse. Tan concentrado estaba mientras la miraba que, después de que ella lo llamara, volvió en sí.​

​

​

—¿Y ahora qué hago? —preguntó subiendo la mirada hacia él.​

​

​

—Cierra los ojos y cuenta hasta cinco —<<Es ahora o nunca…>>, pensó.​

​

​

Como toda chica, dudó antes de cerrarlos. Volvió a mirarlo; estaba un tanto… ¿sonrojado? ​

​

​

<<Qué chico…>>, se decía entre pensamientos pasajeros. Pero recordó que no tenía de qué preocuparse; después de todo, él le había prometido que no le haría nada malo, ¿no?​

Cerró sus ojos como se lo había pedido y contó mentalmente: ​

​

​

—<<Uno…, dos…, tres… —Espera; le ardían las muñecas lo suficiente como para sentir que algo ató sus manos en un nudo ¿acaso eran los hilos?—Cuatro…, cin…>>​

​

​

No terminó de contar y su mente dejó de pensar por una sola causa. Al sentir los labios de aquel muchacho fundiéndose en un beso con los suyos, su corazón comenzó a latir como nunca lo había hecho, mientras un insignificante calor coloreaba sus mejillas. ​

​

​

​

​

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------​

​

No sabrán como fue que se me ocurrió esto. .__.​

Como siempre, todo comentario u opinión será bienvenido. Gracias por leer C:​

​

​