Juegos Asesinos Cargos de conciencia Los cartas, tarjetas y demás trozos de papel que según tú demostraban un amor puro, limpio, sincero, lleno de felicidad a pesar de la corta duración de tres meses, cayeron al suelo. Tus ojos negros llenos de confusión e incredulidad se enfocaron en mí. Tus labios temblaron con insistencia, intentado articular el par de palabras que darían una explicación razonable a mi repentina declaración. La pregunta mágica cuya contestación no debía desilusionarte. ¿Por qué? Fue apenas un susurro audible que mis oídos lograron captar gracias al ambiente silente. Me acomodé mis anteojos sobre el puente de mi nariz en tanto jugaba despreocupadamente con mi largo cabello negro. Te miré a través de las micas y mi mirada entrecerrada y fría te hizo temblar. Mis palabras a una temperatura menor te congelaron. —Estaba usándote. Tu rostro adquirió un mohín cargado de dolor. Sufrimiento que quemaba el interior de tu ser sin misericordia, y de no ser porque las lágrimas brotaron para liberarte un poco de aquel fuego destructor, seguramente te habrías extinguido en tu lamento. —Estaba cansada que mis amigas me presumieran a sus novios —continué mi explicación sin emoción en mi voz—. Siempre hablan de ellos, de lo maravillosos que son, de cómo se pelean y cuándo. Y después se enorgullecen de lo que ellos hacen para pedir su perdón y regresar. No quería quedarme atrás, así que tuve que conseguirme alguien. Jamás había tenido pretendientes, así que cuando supe que llamaba tu atención no desaproveché la oportunidad, pero me aburrí. Era un fastidio actuar como ellas cuando no soy igual. Por eso es mejor que terminemos. Los sollozos incontenibles que salieron desesperados de tu boca me acallaron durante unos instantes. Cubriste tu rostro con tus manos en un intento inútil de que no viera tu vulnerabilidad, pero era demasiado tarde. En mi mente no se borraría el miserable cuadro que mostraban en aquel instante y un poco de humanidad afloró en mí, orillándome a disculparme por lo menos. —Lo siento. Estuvo mal de mi parte jugar contigo de esa manera, pero olvídalo, ¿quieres? Estoy segura de que no soy más importante para ti de lo que eres para mí, así que supéralo. Nos vemos. Me di la vuelta sin una fracción de duda en mis acciones y te dejé en aquel lugar, devastado y rumiando tu aflicción. No volví mi mirada atrás ni una sola vez. Había hecho lo correcto. Ahora podrías descansar de una relación fría y con falta de amor, y yo podía volver a ser como era, volvía a ser libre, sin cargos de conciencia por estar engañando a un pobre iluso. Y habría continuado con mi vida normal de no ser por aquel día. Un nuevo año acababa de llegar y podía vislumbrarse en cualquier hogar las huellas de las fiestas para despedir al viejo año. Estaba en casa cuando recibí una inesperada visita. Era tu mejor amigo, cuyo rostro demacrado y triste dejaba ver un poco del pesar que lo embargaba. Y no pudo conformarse con quedárselo para él mismo, tuvo que compartirlo conmigo y ocasionando en mí sentimientos bipolares, incapaz de comprenderme a mí misma, haciéndome sentir desdichada. Habías muerto, ¿tenía que ver conmigo? Habías acabado con tu vida, ¿era mi culpa? Él me aseguraba que así era. Que mi abandono esfumó tus ilusiones y tus ganas de continuar existiendo. ¿Era verdad? ¿No era el saber la verdad lo que te llevó a esto? Además, ¿por qué tenía que importarme? Yo no te obligué a extinguir tu llama vivaz. No eras más que un cobarde; un ser pusilánime falto de valor para afrontar la realidad; alguien infame que tomó el camino fácil y dejó el suplicio en hombros de otros. Aprovechando la certeza de que todavía era un ser humano con sentimientos manchados e innecesarios, tal como el desasosiego y la amargura. Tormento que me carcomía por dentro al saber que mi actuar irrazonable fue un factor elemental en el resultado, aunque intentara negarlo. Remordimientos infinitos que nunca menguarían y no me dejarían tranquila hasta que mi muerte llegara. Y la felicidad que me habría abrazado en el futuro, se vio reducida a cenizas que impelidas por el viento apenas lograron rozarme. Y aquel juego que culminó con una desgracia, comenzaba a llamar otra con lentitud torturante y tiránica. Liberación efímera
Al principio observe que te hicieron falta algunas tildes en ciertas palabras, y que en otras partes tuviste un dialogo muy interesante, quiero decirte que el título me llamo mucho la atención y quería observas más de lo que el dice, y sí lo note ahí dice algo muy bueno para emocionarse (me refiero a personas con una mente Sádica ). No tengo palabras hoy, para decirte más cosas, pero si recuerda que me pase por tu escrito y gracias por motivar mi gran sed de tristeza, tu relato me hizo pasar un buen rato.Se le agradece jovencita. ♥:♥ ¡Saludos!.
AH!!!! Dios que puedo decir ¿Me quieres traumar? Una persona verdaderamente sádica diría yo. Solo haberse conseguido una pareja por que los demás presumían de las suyas, aunque pensándolo bien, creo que solo su mente retorcida le dijo que si conseguía pareja iba a experimentar exactamente lo mismo, preguntándome: ¿por qué razón si esta consiente de que no es igual a ellas? Sobre el suicidio, ah, estoy de acuerdo con que es un cobarde. Bien creo que eso es todo. Ah, una cosa más, ¿por qué no supe de este escrito hasta el día de hoy?