Jack.

"Cuando Jack aparecía, no había quién pudiera detenerlo."


Con la espalda contra la pared, Lizbeth daba sorbos a la botella con alcohol, mientras se pasaba el dorso del brazo por la nariz, y a su vez, se enjuagaba los párpados. Ya había llegado su noche de insomnio, donde los recuerdos y pensamientos se volvían cuchillas.

Siempre, en esas noches, se sentaba cerca al borde de su ventana, justo en la cornisa que se hallaba sólo a un metro de distancia fuera de la ventana. Le gustaba balancear los pies, y sentir el viento.

Una suave caricia le recorrió desde el cuello hasta su espalda baja, y se estremeció. Era Jack.

—¿Qué?, ¿tan pronto es noche de insomnio?, recibí tu llamada. —Jack se acercó todavía más, casi ciñéndose sobre ella.

—Sí, es noche de insomnio, y sí, te llamé, pero en realidad no quería que vinieras...

Jack bufó, irritado por su actitud tan infantil, pues así es como él le veía. La irritación desapareció justo cuando Liz se recargó en su hombro, mirando hacia el vacío sosteniendo el cuello de la botella con delicadeza.

—Odio éstas noches, nunca sé cómo cambiarlas, hacer que completamente todas mis noches sean alegres, sin que tú estés cerca.

Él guardó silencio. Él sabía que Lizbeth lo odiaba, y también sabía que a ella le gustaba cuando estaba cerca.

Después de notarla aún más triste, más vulnerable, Jack supo que era hora de hacer de las suyas.

—¿Quieres que te diga qué es lo mejor que puedes hacer en estos casos? —Parloteaba Jack.

—¿Qué? —Indagó al darle un trago a la bebida.

—Dejar que el dolor corra... sea por tus ojos, sea por tus golpes, sea por tu escribir, sea por tu sangre, pero que corra, y yo te ayudaré con eso —Tomó la cuchilla, y suavemente la pasó por el brazo de Lizbeth—. Dime, se siente genial, ¿verdad?

Con una mueca en labios Liz asentía, y se sentía mal, pero Jack era más fuerte que ella, Jack podía destruirla en cuanto se le viniera en gana.

Después de varios minutos, la sangre no dejaba de correr, y Liz comenzaba a preocuparse. En un arrebato de pánico, al ver el chorro de sangre que corrió por la cortada número 15, lo apartó, y espantada, con muecas de dolor entró a la habitación, refugiándose en un rincón de la misma.

—Ya no quiero, Jack... me duele...

El ceño de Jack se acentuó, y eso produjo aún más pánico en Liz. Sabía que la había cagado, y ahora Jack, por tratar de retenerlo, la atacaría aún más fuerte.

—¡Tú no tienes control sobre mí, yo te controlo a ti!, ¡yo puedo hacer que mueras si quiero! —Y al terminar, se abalanzó contra ella, con la cuchilla en mano, y provocando un charco de sangre justo debajo de ellos, mientras Liz lloraba, gritaba, y dejaba de oponer resistencia.

Y Jack ganó, de nuevo, la volvió a hacer caer. Cuando Jack acabó, Liz se hallaba tirada entre su charco, y con la cuchilla en mano. Le gustaba, y odiaba cuando Jack llegaba. Pero qué iba a hacer ella, si cuando Jack aparecía, no había quién pudiera detenerlo.
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