One-shot de Inuyasha - It Happened On Benberries [Sesshô&Kago]

Para Meelissa. Again, algo loco y estúpido sale de mi cabeza. Ojalá te hubiese podido escribir algo con menos caché. :/

It Happened On Benberries​

— Kagome, ¡otro frappé de fresa!

Suspiró. ¿Desde cuándo su compañero se había vuelto tan fastidioso?

Era cierto. Hacía ya un año y medio su familia había sufrido de problemas económicos, imposibilitándole continuar en la universidad si no conseguía un empleo. Fue así como terminó trabajando en Benberries, una cafetería bastante popular en la colonia, conocida por los extrañísimos brownies cubiertos de fondant que comercializaba.

— ¡Kagome!
— Toma —dijo la chica, entregando la bebida deseada—. Yo atiendo al siguiente.

Hideki observó al siguiente cliente. Era un hombre muy alto, con una mirada cruel y un cuerpo intimidante. Al parecer, venía hacía ya unos dos o tres meses.

— Vamos, sabes que no te hará caso.
— ¿De qué hablas?
— El tipo al que siempre atiendes. Eres tan obvia. Como si no me diera cuenta —replicó él.
— Estás loco —le reclamó, aunque, en parte, sabía que no estaba del todo equivocado.

Kagome se acercó al mostrador y tragó saliva, al tiempo de que esbozaba una risita tonta.

— Dos especiales, para llevar —se oyó un tono barítono.

Dos, para llevar, repitió ella en su mente. Seguramente, aquel atractivo ser tenía compañía en donde quiera que viviese y se había tomado la molestia de ir por brownies para los dos. Bueno, la vida no podía ser perfecta. De pronto, se le ocurrió que, si no tenía oportunidad alguna con él, al menos debía saber su nombre... de alguna manera.

— Su nombre, por favor —dijo, casi en un susurro.
— ¿Para qué propósito?

Al oír el tono desafiante de su voz, la chica pensó en deshacerse de su plan, pero estaba decidida a no hacerlo después de cinco segundos.

— Para ponerlo en su pedido, señor, y entregárselo.
— ¿Cómo? ¿Acaso no puedo tenerlo inmediatamente?
— Podría... Pero, la verdad es que nuevas unidades están por salir del horno... ¿O supongo que quiere usted las viejas, que tengo en el mostrador?

Respiró profundamente. No podía creer que le hubiese mentido al hombre de tal manera. En fin, no había marcha atrás. Debía haber heredado el don de la mentira de su abuelo.

— Sesshômaru —reveló el hombre—. Esperaré, entonces.

Cuando él se fue, Kagome tomó los brownies deseados del mostrador y se dirigió al horno, donde los metió y calentó un poco para que pareciesen recién hechos, ya que los nuevos aún no estaban listos. Dejó pasar escasos minutos antes de llamar a su cliente preferido, quien pagó y se fue.

Pasaron tres meses más en los que la chica siguió viendo a su amor platónico, quien siempre pedía dos especiales para llevar. Qué afortunada es su pareja, se repetía una y otra vez.
Un día, no pudiendo tolerar no decirle algo más allá de lo acostumbrado, trató de entablar una conversación con él.

— Dos especiales, para llevar.
— Claro... Lleva usted mucho tiempo con nosotros —dijo ella, tratando de no decir "pidiendo lo mismo"—. Los mejores brownies del país, ¿verdad? —Sonrió, nerviosa.

El silencio perpetuó por unos segundos antes de que Sesshômaru contestase.

— ¿Quiere saber la verdad? No son tan buenos. De hecho, le dejo mi tarjeta. Tal vez le guste salir alguna vez. Sólo le advierto que no estoy acostumbrado a ser humillado o rechazado.

Kagome quedó perpleja. Abrió y cerró los ojos un par de veces.

— Pensé... pensé que a su pareja le gustaban. Usted... se encuentra usted en una relación, ¿no... no es así?

El interpelado levantó una ceja.

— Al menos, niéguese con dignidad.
— ¡En verdad! ¿No tiene usted una pareja?
— No.
— Pero es que siempre pedía dos especiales para llevar. Dos... y para llevar...

Sesshômaru emitió una risa casi invisible, con una sonrisa de igual categoría.

— Bien, soy un hombre grande. Como más que el resto.

Ella sonrió, al tiempo que tomaba la tarjeta anteriormente ofrecida.