Sus ojos azul hielo continuaban perdidos en el cielo, ¿cuándo sería el momento en que contestaría su respuestas? ¿Cuántas más lágrimas debía soltar? ¿Qué más problemas debía ocasionar para llamar su atención? Pero sin importar lo que hiciera, la Luna continuaba allí, hermosa, taciturna... en silencio. Alguien había sellado sus labios, o no querría hablar con él. Tal vez lo hiciera cuando estuviese a punto de desaparecer, una sensación no extraña para él. Después de todo él era invisible, alguien que no existe, alguien que no está... Ni ahora ni nunca, alguien lograría verlo. Nunca existiría para nadie...