Microrrelato Invierno.

Medía mis pasos, temerosa de que mis pies desnudos pisasen una de las flores que cubrían el verde pasto. Eran lirios, tan blancos como los copos de nieve que caían. La suave brisa gélida los acunaba. Yo los veía danzar al son del réquiem. El amargo quejido del violín anunciaba la llegada del invierno y de la muerte. Como si un ente hubiese poseído mi cuerpo, mis brazos y pies comenzaron a moverse lenta y suavemente. Me dejé atrapar por los vientos dueños del lugar, respirando profundamente a cada paso que daba. Mi sed de libertad consumía mi alma. Quería fundir mi pálida piel con el níveo paisaje que me rodeaba, ser parte del entorno. Dejarme mecer por la brisa y acariciar los bellos lirios del viejo tronco difunto.
Y en vez de eso me pudría como la madera. Lloraba tanto como el cielo en las épocas de otoño y moría a la llegada del invierno como el viejo tronco caído.

Mi cuerpo ya no se mueve, incluso he dejado de sentir. Poco a poco va tomando una tonalidad lila, cada vez más intensa. Y con dulzura tomo la última bocanada de aire, esbozo una tímida sonrisa y cierro mis ojos para fundirme con mis más gélidos recuerdos.

N/A: Subo este pequeño drabble que escribí hace un año y que hace poco encontré de casualidad por uno de mis cuadernos, y así de paso rompo con mi inactividad.