Innominatam

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Astoria, 9 Octubre 2013.

  1.  
    Astoria

    Astoria Iniciado

    Aries
    Miembro desde:
    17 Noviembre 2012
    Mensajes:
    13
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Innominatam
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    930
    Prologo: la llegada

    El cielo rugía bajo su presencia, como un grito de protesta; las nubes grises opacaban la luz de mil estrellas, sumergiendo la ciudad en una inmensa oscuridad. Las tres figuras negras avanzaron sobre el césped verde, cual sombras engullendo la felicidad a su paso; ni un sonido, ni un aviso, sin siquiera dar señales de vida, las figuras encapuchadas avanzaban con determinación. El césped a sus pies no se hundía, no dejaban huellas en su recorrido, se movían lenta y silenciosamente, cual fantasmas de la noche, tal vez eso mismo eran.

    Su presencia era un mal augurio, cual recuerdo reprimido abriéndose paso en una mente torturada. Buscaban al oculto, aquel que no daba la cara por temor a perderla, ese que poseía un pasado solitario y sin felicidad.

    Aquella persona los esperaba, tal vez no mañana, ni pasado mañana, mucho menos esa misma noche. Lo cierto es que, muy en el fondo, sabía que vendrían por él, aunque no quisiera admitirlo. Pero, aunque no allá prestado atención a las señales, aquellas muy disimuladas pero a la vez evidentes, como la excesiva tranquilidad, o la falta de viento soplando, o la incesante atmosfera caliente en pleno otoño, él estaba preparado.

    Rápido la casa halló, el escondite del solitario. Un edificio de rojos ladrillos, que en sus mejores tiempos había sido un almacén, ahora se erguía, ruinoso, sobre una manta de pasto marrón por la sequía. Por fuera, a una persona cualquiera, le parecería abandonado, pero ellos no eran cualquiera, mucho menos personas, sabían perfectamente que ese lugar no se hallaba abandonado ni mucho menos. Cruzaron flotando la avenida desolada y subieron apresuradamente las escaleras del porche, en ese preciso momento, los pies de las tres figuras tocaron el piso, con un suave rose, todos chillaron agudamente, como si tocar el suelo fuera el peor sacrilegio.

    Dentro, el oculto, se despertó violentamente, con el corazón latiendo a mil por hora, sabiendo que significaba el sonido y que lo emitió; muy consciente de lo que encontraría al abrir la puerta, se colocó sus pantalones negros y las botas con punta de acero, sin preocuparse por su tórax descubierto, bajo las improvisadas escaleras y abrió de un tiro la puerta, empuñando en su mano izquierda un machete de jardinero.

    Las figuras se erguían en la entrada, allí donde el aro de luz, proveniente de la vela, no llegaba a tocarlos, sino que acababa a pocos centímetro. Las tres sombras bajaron sus capuchas, dando al descubierto sus rostros, inundados de una belleza mortal. Tan típico de la muerte, seducir a todo el que aparece.

    -Noches, Isabela- dijo el oculto, en un tono irónico- No es normal en ti salir a estas horas.

    -Hemos venido a buscarte innominatam -respondió la figura del medio, Isabela.

    El oculto les abrió el paso, para que entraran a la casa, y sin pensarlo dos veces, las sombras entraron. Fueron directo hacia el sofá, sin romper su formación, con Isabela al medio, se sentaron.

    Ella era alta, elegante y sofisticada; pálida y de ojos rojos, con una melena blanca y sedosa que le llegaba hasta la cintura, para cualquier persona corriente, ella sería una albina más.

    El hombre a su izquierda, Morpheus, era alto, de ojos grises, rubio y delgado, cualquiera diría que no poseía músculos, pero “cuando alguien tiene una mente tan poderosa como la de la muerte, pera que se requieren músculos?” se preguntó, con ironía, el solitario.

    El tercero, Christof, era castaño, alto y fortachón, sus ojos, color miel, escaneaban la guarida del solitario, como si esperara que un monstruo saliera de la nada, “el monstruo está en el sofá frente a ti, no en el salero, idiota” pensó el oculto.

    -Así que…-dijo muy lentamente el solitario, mientras devolvía su atención a Isabela, la jefa-¿Ya consiguieron reparar el Ascensor a Los Mundos?

    -Desgraciadamente no-respondió Isabela-Gracias a ti, aún hay entrañas en la parte superior.

    -No sabes cuánto me alaga oír eso-dijo él, en tono de broma, adoptando una postura de mujer, con las piernas juntas y las manos en las rodillas-Ahora dime, querida, como han logrado llegar aquí

    Con un asentimiento, Isabela le comunico a Morpheus que hablara.

    -Hay siete portales a los mundos-explico él, con su sedosa voz-Cuatro están avilés, de esos cuatro, dos son de la Funesti Fraternitati ¿He de contestar a tu pregunta?

    -Pero clarooo!-dijo el solitario, con tono femenino y en grácil movimiento de mano.-¿Y como me han localizado?

    -Nadie puede ocultarse demasiado tiempo de la Funesti Fraternitati- respondió Christof en tono brusco. Isabela lo chito, por hablar sin su permiso.

    -Ahora-dijo ella, con una sonrisa maligna-Vallamos a cumplir tu condena, innominatam.

    -Claro, solo déjame buscar mi camiseta- dijo el aludido.

    Subió las improvisadas escaleras y comenzó a revolver entre sus pertenencias, con calma. En los cajones casi no había ropa, solo un par de cada prenda, pero claro, él no buscaba su camiseta como había dicho; él buscaba algo más, algo que lo sacaría de su apuro. Al fin lo encontró, de un destartalado cajón viejo, extrajo un pequeño dispositivo con unos dibujos extraños, comenzó a tocarlos en un complicado orden y de repente, todo comenzó a girar, cada vez más rápido, hasta que todo era de colores. Él se desvanecía, pero también comenzó a marease, “claro, me había olvidado de que solo se viaja cuando estas inconsciente” recordó,antes de desmallarse, pudo escuchar como Isabela gritaba histérica y supuso que ya se había dado cuenta de que él se esfumaba de allí, entonces, con gran alivio, cerro los ojos.
     
    • Me gusta Me gusta x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso