One-shot de Inuyasha - Infierno [Nara&Kago&Sessho]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Kikuz-sama, 16 Febrero 2012.

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    Kikuz-sama

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    Escritora
    Título:
    Infierno [Nara&Kago&Sessho]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1844
    Hola, aquí vengo con este escrito, respondiendo un desafío de Fernandha, espero sea de su agrado.
    Para escribirlo tomé una situación de la vida real, la violencia contra la mujer y me guíe en base a lo que hable con una chica que padecio este terrible mal, que lamentablemente aún no ha sido del todo erradicado del mundo.


    INFIERNO

    ¿Cómo llegué a este punto?, ¿Cómo el amor se convirtió en masoquismo? Era irracional intentar permanecer al lado de un hombre que por amor entendía violencia, opresión y esclavitud. Me hundí en la cama, levantando sobre mi cabeza las sabanas blancas, imaginando, pensando en cómo habría sido mi vida si él no se hubiese ido.

    Todo cambió con su desaparición, Sesshomaru nunca volvió, su promesa no cumplió y destrozada, como en ese momento me hallaba, no tuve fuerzas para huir del destino. En aquel tiempo, que parecía más lejano de lo que en realidad era, yo fui bella, alegre y con carácter fuerte. Nunca agache la cabeza, no me permití ser sumisa y siempre hice mi punto de vista saber; pero todo cambia, incluso un pilar sucumbe ante los golpes de una bola demoledora, cayéndose en mil pedazos. De esa forma estridente me derrumbe yo.

    Una lágrima por mi mallugada mejilla cayó, los golpes dejaban de doler después de un tiempo pero eran las palabras y las acciones las que marcaban eternamente. Un año en este infierno había pasado y como cada mes, Naraku dejo al lado de mi cama un ramo de doce rosas rojas, las cuales representaban su número de infidelidades de este período; ahora ya sumaban cincuenta mujeres en total.

    Apreté con fuerza los parpados, implorando, rogando por despertar, por sólo en una pesadilla estar… pero el reloj su estridente sonido no profirió y lo supe, al igual que todas las mañanas comprobé que esta era mi lamentable realidad. Bufé frustrada, enfadada conmigo misma; odiaba mi vida pues a pesar de vivir con comodidades, en una lujosa mansión y en una pulcra habitación, esto no dejaba de ser una jaula de oro que me mantenía reclusa. Yo era igual a un ave enjaulada añorando su libertad, ¡Cuan diferente todo hubiera sido si Sesshomaru no se hubiera ido?

    Cerré los ojos para obtener un poco de consuelo, rememorando nuestro último encuentro. Aún recordaba su plateado y suave cabello, tan sedoso entre mis dedos al enterrarlos en su cascada blanca; la calidez de sus seductores y tentadores labios y de las miles de emociones que me produjo ese único beso, tantas sensaciones, abriendo un mar de ilusiones. De aquel posesivo abrazo, de la cárcel que él a mí alrededor creó, manteniéndome segura, acunada contra su pecho… Y por último, aquella mirada tan cálida como lo era el mismo sol, la última que él me entregó, su atención y su amor.

    –Sesshomaru –escapó su nombre de mis labios con la suavidad de una caricia.

    La puerta se cerró de golpe y yo, asustada y sobresaltada abrí los ojos. Naraku estaba ahí con su mirada centelleante de furia y celos, a grandes zancadas vino hacia mí e instintivamente caminé hacia atrás hasta que ya no tuve a donde huir. Acorralada y temerosa lo miré, esperando por un milagro, por algo que detuviera su infame mano.

    –Sigues pensando en él.

    –Eso parece –murmuré sin pensarlo, un escalofrío recorrió mi espalda y desvié rápidamente la mirada, asustada de lo que a continuación vendría.

    –¡Cállate! –exclamó con ímpetu, sin perder la calma y dándome una fuerte bofetada.

    La fuerza del impacto hizo que perdiera el equilibrio y que a sus pies cayera, una punzada de dolor me alertó de la herida que tenía en el labio, él lo había roto y sonreía regodeándose con mi sufrir al ver el líquido carmesí corriendo por mi barbilla. En cuclillas se colocó y puso uno de sus fríos y repugnantes dedos debajo de mi mentón, obligándome a mirarlo.

    –Eres mía, entiéndelo.

    Sus palabras me sobrepasaron y el dolor del golpe desapareció, sólo podía pensar en lo perdido, en aquel que era el amor de mi vida, ¿Nunca lo volvería a ver? Mi corazón dolió al considerar aquello, no, me rehusaba a desprenderme de lo único que poseía, de lo único que Sesshomaru Tashio me había dejado, su recuerdo, su corazón. Porque si alguien podía llamarse mi dueño, mi protector era ese arrogante y estoico albino.

    –Podrás tener mi cuerpo, pero mi alma y mi corazón ya tienen un dueño.

    Mis palabras hicieron que se congelara en el acto, me miró aparentemente calmado y por un momento me creí a salvo. Pero esa equivocación caro me costo, encontrándome con la guardia baja no fui capaz de predecir su próximo movimiento, un brutal puñetazo me propino en el estomago, dejándome sin aire y obligándome a doblarme de dolor. Sentía como algo en mi interior se rompía haciendo el sufrimiento insoportable, miles de luces de colores estallaron frente a mí y no era capaz de conseguir el suficiente aire; mi boca se lleno de un líquido con sabor metálico y asqueada no pude hacer más que escupirlo. Sangre, era mi sangre la que salía desprendida de mi boca, alarmada y asustada intente arrastrarme lejos, buscando desesperada protección contra ese demonio que acababa de decidir que se convertiría en mi verdugo.

    Mi inútil intento de fuga se vio frustrado, cuando Naraku me tomó de las piernas y tiró de mí hacia abajo. Sin necesidad de ser un genio, sabía lo que a continuación vendría, moriría y ahora nada ni nadie lo evitaría. No pude escapar de su fiera mano; fuerte, pesada y furiosa descargó sobre mi frágil cuerpo todo su odio y frustración.

    Fue en ese momento, mientras a golpes me molía que fui consciente de que poco a poco se me iba la vida, el dolor cedía, mi mente en u profundo letargo se hundía, yo era igual al fuego de una vela que poco a poco se extinguía; poco a poco me consumía, desaparecía todo rastro de lo que fui, de lo humano que había en mí. Él hablaba pero hasta mis oídos sus palabras ya no llegaban; todo a mí alrededor comenzaba a desvanecerse.

    A penas y fui consciente del sonido del ambulancia y la patrulla de policía; del ruido tan estrepitoso que produjeron al entrar a la casa, de sus pesados pasos por las escaleras y de los forcejeos que varios hombres realizaban para quitarme a Naraku de encima. Él había enloquecido debido a los celos, de la frustración de no poder conseguir más que a la fuerza mi cuerpo, de que mi corazón permaneciera impasible a su amor enfermo.

    Oía muy lejanos los gritos, las palabras de aliento para que sobreviviera, para que no me rindiera pero, ¿Había una razón por la cual volver?, mi vida era un infierno. Pusieron algo sobre mi rostro y por fin pude volver a respirar bien pero al hacerlo el dolor volvía, todo mi cuerpo dolía. Después de lo que parecían horas tuve nuevamente conciencia de mi cuerpo y deseé no haberlo hecho, era como regresar de nueva cuenta al lado de Naraku.

    Permanecí medio inconsciente, oyendo fragmento de conversaciones, cosas sobre mi condición, opiniones que me decían lo que yo ya sabía, no me quedaba mucho tiempo. Naraku destrozó mi cuerpo exteriorizando lo que conmigo por dentro ya había hecho. No sabía cuánto tiempo paso desde el momento en el que Naraku perdió el control pero lo que sabía era que debía enfrentar la realidad, aunque fuese por última vez.

    Con dificultad de obligue a abrir los ojos, la luz lastimaba pero esta me mostró algo que me sorprendió. Frente a la ventana de la blanca habitación estaba un hombre que conocía a la perfección, su cabello blanco lo seguía llevando largo y seguía tan hermoso como una estatua griega, mi ángel había llegado.

    Como si sintiese mi mirada, se giró y directamente a los ojos me miró. Cuando sus orbes ambarinas se cruzaron con las mías mi pecho se lleno de calidez y las lágrimas corrieron por mis maltrechas mejillas. Sesshomaru había vuelto.

    –Kagome… –fue la única palabra que profirió.

    Se limitó a mirarme, podía ver su dolor, su odio y ese destello asesino que me aseguraba que buscaría venganza. Intente sonreír pero no podía, me alegró verlo pero me entristecía no tener más tiempo; nosotros ya no teníamos una oportunidad, Naraku había encargado de negarnos eso.

    –Lo siento… –se acercó a la orilla de mi cama y tomó con delicadeza mi mano –Te amo Kagome, siempre lo he hecho…

    En ese momento me besó y miles de emociones revolotearon en mi interior y mi corazón se lleno de calidez. Esa confesión aseguraba aquello a lo que me había aferrado mientras vivía en ese infierno, él me amaba al igual que yo a él.

    –Yo también.

    Fue lo último que pude decir, mi mente comenzó a sumirse en un profundo letargo, uno del que tenía miedo de no despertar, había encontrado algo por lo cual volver, algo que valía la pena vivir. Fui perdiendo las fuerzas, ya no tenía conciencia de mi cuerpo; no quería morir…

    Pero inevitablemente caí en un profundo sueño.




     
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    Circe

    Circe Usuario popular

    Leo
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    Pluma de
    Escritora
    ¡Hola amiga! Acá paso, comentando tu desafío que involucra a un triangulo amoroso muy interesante (:

    Noté algunos errores: luego de una coma, lo que sigue va en minúscula, sea parte de una pregunta o no; te faltaron algunos acentos y en algunas oraciones el orden que le dabas a las palabras no quedaba del todo bien. En una oración confundiste los signos de interrogación/exclamación, equivocación es femenino, tu narración me confundió al principio, parecía que hablabas en presente pero después fuiste al pasado y luego volviste al presente y así varias veces.

    Me gustó el tema que trataste, es algo muy serio que ocurre hoy en día. También adoro tu descripción, lo haces muy bien a mi parecer ya que utilizas sinónimos y describes todo.

    Fue una historia trágica pero a la vez tierna, me gustó el final, su reencuentro y todo eso; hubo mucho drama y fue muy entretenido leer tu fic.
    Me gustó mucho :D

    Saludos.
     
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