Hadashi de Bara wo Fume Infantilismos [hadashi de bara wo fume]

Título: Infantilismos.
Fandom: Hadashi de bara wo fume.
Tipo: Drabble.
Personajes: Sumi, Souichirou y Komai.
N/A: Otro escrito MUY viejo. Omg.

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Infantilismos
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De la amplia y pulcra cocina de aquella enorme y estupenda casa al estilo occidental emanaba un delicioso aroma.

—¡Sumi-sama! ¿Qué hace? Como señora de esta casa no debe cocinar —El hombre de claros cabellos se aproximó ágilmente hasta la de orbes azules.

—¿Por qué no? —Inquirió inocentemente. Komai frunció tantito el ceño.

—Porque estoy seguro de que al amo no le agradaría saber que su esposa está haciendo el trabajo de la servidumbre —Respondió en sabias palabras.

—¡Pero yo siempre he cocinado, Komai-san! Por favor, ¡no le digas a Souichirou-san que cociné hoy! —Suplicó en reverencias. El mayordomo se apresuró a detenerla.

—Pero ahora no está obligada a hacerlo; ¿y por qué no debería decirle a Waka? —Preguntó con curiosidad. La rubia tragó seco y se sonrojó furiosamente.

—Souichirou-san es aterrador —El temblor en la aguda voz de la rubia le indujo cierta gracia al mayordomo—. Me grita por todo y siempre dice que todo lo que hago está mal —Continuó afligida—. Además, ¡no quiero que me envíe al fondo del mar, Komai-san! —Lloriqueó aterrada.

El antes mencionado negó suavemente.

—Waka no la enviará al fondo del mar… —Aseguró sonriente. Sumi respiró aliviada—. No la enviará al fondo del océano siempre y cuando se comporte —Terminó él con la misma expresión en el rostro. La rubia sintió las lágrimas galoparse en sus ojos y jadeó asustada.

—¡Sumi! —La susodicha respingó al escuchar el grito dado por su esposo próximo a la cocina—. ¿En dónde estás? ¿qué haces ahí? ¡Quítate ese delantal! —Bramó al ver a la rubia con uno puesto—. ¿Por qué cocinas mujer? ¡Como se ve que eres de la prole!

—¡Sí, Souichirou-san! —Respondió ella, prácticamente arrancándose el delantal del cuerpo a tirones.

—¡Apúrate o te envío al fondo del mar! —Urgió el de hebras negras, cascarrabias.

—¡No, por favor no! —Komai observó en su sitio la manera tan veloz con la cual Sumi subió las escaleras, sonrojada hasta el cogote y suplicando piedad. Sonrió cómico apenas un poco y explotó en suaves risas, pensando que, definitivamente, más que el miedo y la autoridad que esos dos se tenían, era el mero infantilismo lo que predominaba en su relación.

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—fin.—