IMPERIUM

Tema en 'Otros Fanfiction' iniciado por Incógnito, 30 Marzo 2014.

  1.  
    Incógnito

    Incógnito Iniciado

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    IMPERIUM
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    Acción/Épica
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    3
     
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    Buenas a todos. Hoy les traigo un pequeño (re que es long-fic) escrito. En él predomina la mitología nórdica (rules) y tiene un toque medieval. No hace falta conocimiento de eso para entenderlo, ya que los personajes y lugares (mayoritariamente) son inventados. Primero les pongo el resumen (del resumen) para que vean qué tal va la cosa y decidan leerlo o no.
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    IMPERIUM

    Imperium es una región donde gobiernan la magia y las espadas. En Imperium hay cuatro países: Rodak, Underworld, Montem y Lignum. En cada uno habitan distintos seres de los más fantásticos. Cuando Underworld desea tomar el poder, no se sabe con certeza qué pasará con los demás países.
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    Ahora sí, les pongo el capítulo. Es corto porque el tema no da para mucho, pero los otros seguramente serán más extensos.
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    IMPERIUM

    Capítulo 1: Escape

    Lobo en el Desierto

    Un hombre iba sentado en su carro tirado por dos caballos. Estaban atravesando el desierto de Taedet bajo un calor insoportable. Este hombre aparentaba unos veinticinco años, tenía un cabello castaño oscuro y vestía una gran capa marrón que le cubría tanto la espalda como la parte frontal del cuerpo.

    Taedet no estaba plagado de arena, sino que era una especie de meseta desértica.

    Se dirigía a la ciudad de Érimos, capital del país Rodak. El sol le hacía un mal viaje, pero por si fuera poco, alucinaba sombras a lo lejos. Esas extrañas sombras se acercaban a su carro. “¿Pero qué…” pensó el campesino. Mirando a través de un agujero en la tela en la parte trasera del carro, pudo ver raros esqueletos acercándose a gran velocidad.

    Estos huesudos corrían como si fueran cuadrúpedos, pero se distinguía aún a lo lejos que tenían similitud con esqueletos humanos. Portaban extraños yelmos de hierro y pequeñas espadas del mismo material. Eran como muertos vivientes.

    El hombre detuvo a sus caballos y bajó del carro con una expresión de desconcierto. Fue un error, porque se acercaban los extraños monstruos y no podría contra ellos. A medida que se acercaban dejaban una muy oscura sombra en su camino.

    Ya estando muy cerca, la cara del campesino cambió y se dibujó en ella una sonrisa confiada. Puso su mano derecha en su cadera del lado izquierdo, y sacó velozmente una espada de acero que reflejaba la luz del sol. Tenía una cruz de bronce y, en medio de ella, engastado un topacio azul. La empuñadura estaba cubierta de un cuero oscuro.

    En cuanto estuvo al alcance, blandió la espada contra los esqueletos, que ya de cerca se podía notar que tenían una altura aproximada al metro cincuenta. La fuerza con la que realizaba cortes laterales era más que suficiente para destrozar los cuellos de aquellos monstruos. A alguno que otro les daba estocadas potentes y los mataba sin más.

    Era sorprendente la agilidad y habilidad para el combate que tenía este hombre. Su fuerza no se quedaba atrás, ya que no requería de más de un golpe para vencer a sus contrincantes. Ya en pocos segundos habían caído unos diez, y en otros pocos caerían aún más.

    Un minuto con cuarenta fue el tiempo de este guerrero desconocido para asesinar a todos esos monstruos del mal. Una vez terminada su labor, subió de nuevo al carro y continuó su viaje hasta Érimos.


    El Reino

    En Érimos el calor se volvía sofocante. Los habitantes de la ciudad ya estaban acostumbrados, pero aún así permanecían las quejas constantes del calor. En el centro de la ciudad, pese a estar en el medio del desierto, había un hermoso jardín repleto de árboles y flores. Por él paseaba Minerva, la princesa de Rodak.

    Se denotaba su cabello rubio, vestía una camisa blanca con una especie de chaleco azul. Tenía un pantalón negro y largas botas rojas.

    En el jardín predominaba un verde claro, acompañado de algunos rojos, azules y violetas de las flores. Arbustos de forma rectangular dando elegancia al lugar. Árboles de mediana altura para dar sombra a algunos adoquines que formaban el caminito.

    Libre y con confianza de decir lo que quiera, ella le decía a las plantas:

    “¿Por qué? ¿Por qué pasa esto?”

    “Creí que éramos todos hermanos…”

    “¿Qué ha pasado con la luz que repele las tinieblas?”

    “¿Qué ha pasado con la bondad que derrota a la maldad?”

    “¿Qué ha pasado contigo, Underworld?”

    La princesa estaba muy apenada por esta crisis. Underworld, el país de las sombras, se preparaba para iniciar una guerra. Normalmente creerían que no podría contra el resto del mundo, pero últimamente había obtenido mucho poder proveniente del mal.

    El Rey, Singur. Éste era un hombre fornido, de con un aspecto serio y una barba marrón en el rostro. Interrumpió el paseo de su hija para llevarla a una audiencia con los nobles del castillo. Éstos eran totalmente fieles a la familia real, tanto que darían su vida para proteger a un miembro de la misma.

    La reunión dio inicio en una sala bien adornada en alguna parte del castillo. La mesa en el centro, de la más fina madera con un contraste de claro y oscuro. Las sillas alrededor del mismo estilo. Estaban presentes cuadros en la pared con las pinturas de los antiguos reyes de Rodak.


    – Mi hija, Minerva, debe irse de la ciudad. Corre peligro estando aquí lleno de rebeldes–dijo el Rey.

    –Tiene usted toda la razón. ¿Pero cómo la sacaremos? Alguien se dará cuenta y la buscará–replicó uno de los nobles.

    –No quiero irme. Este es también mi pueblo y no quiero abandonarlo–exigió la princesa.

    –¡No digas eso! –exclamó su padre– Tu seguridad ante todo. Eres la única descendiente de la realeza. Si te sucede algo, no sé qué sucederá con el reino.

    –Pero, padre…

    –Nada, ya está decidido. Saldrás de la ciudad mientras yo les doy una explicación a los ciudadanos.


    Escape

    Mientras bajo el sol se daba una charla acerca del futuro del imperio, dada por el Rey Singur, la princesa Minerva se escabullía por una puerta lateral del castillo que daba con un callejón. Una vez allí, siguió caminando sigilosa pero rápidamente en dirección este para salir de Érimos.

    Sus pasos producían un sonido muy bajo, y los ciudadanos presentes de la charla no se darían cuenta de su escape. A unos pocos metros de la puerta este de la ciudad, se topó con un campesino. Pelo castaño y llevaba una capa marrón.


    –¿Va al desierto? –le preguntó el hombre.

    –No le interesa.

    –Tiene razón. Pero si lo hace, hay unos raros huesudos rondando por ahí.

    –¿Eh? ¿Esqueletos?

    –Sí.

    –Qué tragedia, qué tragedia. Necesito algo para defenderme hasta llegar…

    –Seguramente no me interesa a dónde quiera llegar, pero no puedo dejar sola a una persona que pueda necesitar mi ayuda.

    –Si es que puede ayudarme, me gustaría que me acompañe, a no le importa dónde.


    El hombre suspiró y se levantó de donde estaba sentado tomando sombra. Pero de pronto se oyeron los gritos de rebeldes que no aceptaban la huida de la princesa. Eran tres, armados con espadas económicas. Sus vestimentas estaban hechas de camisas blancas de tela, pantalones marrones y paños que les tapaban las caras.

    Decidieron atacar al campesino que sólo quería ayudar. Uno de los rebeldes acercó su espada con velocidad al cuello del hombre, pero éste, con gran rapidez y destreza, esquivó el golpe y de una patada desarmó al atacante.

    Los otros dos estaban sorprendidos, pero no se detuvieron. Procedieron a atacar también, pero corrieron la misma suerte que el primero. Los tres huyeron rápidamente del lugar y uno dejó su espada en el suelo. El campesino la levantó y se la dio a la princesa.


    –Tome, espero que no la necesite.

    –¿Quién es usted?

    –No necesita saberlo.


    La mujer, indignada, tomó la espada que el hombre tenía y le echó un vistazo. Pudo ver un arma bien adornada y elegante, además de filosa. En la hoja de la espada vio una pequeña inscripción que decía: “Anima Glacies”. Minerva pudo traducirlo como “Alma de hielo”.
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    Bueno, hasta ahí llegamos hoy. Comenten si les gustó, errores, y todas esas cosas.
    Aclaración: la "cruz" de una espada es, para quien no lo sepa, la parte que "separa" la hoja de la empuñadura.
    Si se me permite, pongo aquí el diseño de la princesa Minerva (claramente no hecho por mí):
    [​IMG]
     
    Última edición: 30 Marzo 2014
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    Alyeis Esteva

    Alyeis Esteva Iniciado

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    Excelente capítulo, muy buena descripción y interesante e intrigante lo de los esqueletos y lo de Underworld, sinceramente, en eso has manejado muy bien la intriga en el lector a pesar de ser el primer capítulo.
    Quizás deberías mejorar la velocidad de la narración, al unir esas tres partes en un mismo capítulo das saltos narrativos que resultan rápidos, si extendieses más cada parte tomaría una narrativa menos acelerada y notarás una libertad mayor respecto a las descripciones.
    Muy buen capítulo y sigue así :D
     
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    Bruno TDF

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    Dividir los planos del capítulo mediante subtítulos me pareció interesante.
    Opino que así quedó bastante ameno, aunque es verdad lo que se señala en el comentario de arriba: el ritmo narrativo tiene momentos en los que avanza con demasiada rapidez y eso conlleva el riesgo de provocar confusiones. Sin embargo, el estilo de narración me encantó por su sencillez, me dio cierta sensación de paz leer cada una de sus partes, por más que el hombre de la capa marrón estaba repartiendo patadas y espadazos.
    Mi escenario favorito fue el jardín por donde paseaba Minerva: tu manera de describir dejó un bonito escenario en pocas palabras, lo mismo para lo demás lugares.

    A rasgos generales, el capítulo me gustó y pienso seguir la publicación de los próximos capítulos. No hay errores técnicos evidentes, lo único que tengo para señalar es solamente lo del ritmo narrativo, que tiene que ir ligeramente más despacio para permitir mayor goce.

    Agradezco la invitación.

    PD: se te colaron unas palabritas en esta parte. Atenti para la próxima, jaja.

    "El Rey, Singur. Éste era un hombre fornido, de con un aspecto serio y una barba marrón en el rostro"
     
    Última edición: 1 Abril 2014
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    Incógnito

    Incógnito Iniciado

    Cáncer
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    Buenas a todos de nuevo. Primero que nada comienzo con decirles de que me encantaron sus críticas y opiniones, las aprecio mucho. Segundo, que les traigo el nuevo capítulo dos, que en mi opinión quedó un poco corto pero más largo que el primero.
    He intentado seguir sus correcciones a todo lo que pude, pero no les prometo que será mil veces mejor. Bueno, sin más preámbulo, les dejo el capítulo.
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    Capítulo 2: Valkyria​

    Regium

    Ya había huido la princesa Minerva de Érimos, capital de Rodak. Se encontraba en el desierto Taedet. Ella conocía un camino secreto que la llevaría hasta Regium, templo perdido en el desierto al que sólo un miembro de la realeza puede llegar.

    En Taedet era fácil perderse, básicamente porque todo es igual. La única forma de distinguir el camino era yendo por las altas mesetas y ver el desierto desde arriba. Pese a eso, Minerva tenía un truco para saber dónde estaba: los antiguos reyes dejaban señales que sólo la familia real podía reconocer.

    Llegaron a un punto del desierto hasta encontrar una pequeña roca negra en su camino. No parecía una señal, pero sí era distinta a las demás rocas. La princesa la levantó con sus manos y la dio vuelta, dejando ver un mensaje escrito en una lengua muerta. Éste decía: “Edó̱ , i̱ ámmos eínai i̱ eísodos sto spíti to̱n vasiliádo̱n”. Esto significa: “Aquí, la arena es la entrada a la casa de los reyes”.

    Ese indicio provocó una búsqueda desenfrenada de alguna puerta bajo la arena. Fácilmente la encontraron, era una escotilla que bloqueaba el paso a unas escaleras. Bajaron por ellas y se encontraron un pasillo largo con letras escritas. En el piso, un cartel que dice: “I pró̱ti̱”, que significa “primero”.

    Era fácil, se refería al nombre del primer Rey de Rodak, Pótens. Por ello, los dos presentes comenzaron a buscar y presionar las letras de su nombre. Una vez hecho, un mecanismo muy antiguo se activó y abrió una puerta al final del pasillo.

    Entraron por ella y se encontraron en una sala circular con un enorme cofre de piedra en medio. Minerva se dirigió a él de primera, donde pudo ver una inscripción que decía: “Mulier thesaurus”, cuyo significado era “tesoro de la Mujer”. La princesa abrió el cofre con bastante esfuerzo, y pudo ver un resplandor al fondo de él.

    Era un fulgor dorado, casi mágico. Era una lanza que parecía estar hecha de oro. Pero había más, también con ella un escudo del mismo metal con su mismo brillo. A su lado, un set de armadura de hierro, liviano pero resistente y de un color plateado.


    –La Valkyria…–susurró asombrado el campesino.

    –El tesoro de las mujeres Valquirias: un armamento propio de ellas–dijo Minerva, emocionada por el hallazgo.

    –Sea lo que quiera hacer, le servirá mucho a la hora de pelear.


    Pese a estar llena de emociones, la princesa recordó que ella no sabía luchar, por lo que le preguntó al campesino si podría enseñarle. Éste respondió que sí con gusto. Pero primero, el hombre debía volver a Érimos a buscar unas cosas que se había dejado, mientras Minerva se quedaba sola en aquel lugar.


    Wyvern

    Estando ya sola, la chica comenzó a observar la habitación detalladamente. En las paredes había muchas inscripciones y grabados que ella era incapaz de traducir. Pese a esto, en la pared justo detrás del cofre encontró una frase que sí pudo traducir: “ad ultimum test, wyvern”.


    –Como última prueba, Wyvern. ¿Qué es Wyvern?


    Mientras Minerva pensaba, pudo escuchar un leve gruñido en el techo que, viéndolo bien, era bastante alto y oscuro. Ese gruñido cada vez se intensificaba en volumen, hasta que la princesa pudo ver una larga cola escamosa y verde colgar desde el techo. Ella se asustó y tomó rápidamente la Valkyria.

    Con un movimiento veloz y sorpresivo, una bestia verde saltó hacia el suelo dejando ver su forma: era una especie de dragón, pero mucho más pequeño y sin patas delanteras. Tenía unos ojos rojos, y afilados dientes de gran tamaño. Se podía notar a simple vista que tenía mucha fuerza.

    Agarrando el escudo y la lanza, la chica trató de defenderse. Pero el Wyvern era mucho más ágil y fuerte que ella. Éste dio un potente latigazo con su cola a la mano derecha de la princesa, movimiento que hizo a Minerva soltar la lanza de oro. Sólo se quedó con su escudo para tratar de salir con vida.

    La feroz bestia siguió embistiendo fuertemente contra la princesa, el escudo de oro era lo único que se interponía. Las afiladas garras de las patas del reptil impactaban contra el escudo, pero éste seguía intacto. Minerva trató de moverse un poco para tomar la lanza, sin dejar de concentrarse en los zarpazos que daba el Wyvern. Pudo alcanzar la Valkyria, pero el animal dio otro coletazo haciendo que la princesa se cayera al suelo.

    Después de eso, Minerva sintió las fuertes mandíbulas del Wyvern en su brazo, y los afilados dientes rasgando su piel. No pudo hacer más que soltar un grito, el dolor que sentía era insoportable. La sangre brotaba del brazo de la chica, soltando un aroma irresistible para la bestia.

    El casi dragón quiso atacar de nuevo a la princesa, pero una veloz flecha se incrustó en su ala derecha. El Wyvern se dio vuelta y vio al campesino, con un arco en mano. Éste lo soltó y sacó su espada de acero. Corrió velozmente hacia el animal y, esquivando una mordida del monstruo, cortó su cabeza.


    Therapeia

    Sin preguntar nada, el hombre cargó a Minerva en brazos y la llevó al carro que se encontraba afuera. Volvió al templo y se llevó el tesoro de las valquirias. Una vez con todo ya en el carro, se dirigió a gran velocidad hacia la ciudad de Therapeia, que quedaba un poco más lejos que Érimos.

    Mientras los caballos corrían tirando el carro, el campesino le puso una venda de tela a la princesa para detener la hemorragia. Ésta estaba desmayada por el dolor de la mordida, ya que las mandíbulas del Wyvern eran muy fuertes. El hombre le puso encima su capa y la dejó descansar.

    Varias horas después, Minerva abrió sus ojos, cegada por la luz del sol. Vagamente pudo levantarse y vio a su alrededor. Estaba en una habitación pequeña, con paredes de piedra, puerta de madera y una ventana por la que podía ver hacia fuera.

    Al ver a través de ella, pudo darse cuenta de que estaba en el primer piso de una casa. Abajo había mucha gente caminando en todas direcciones. Había mercaderes, gente comprándoles, mesas en donde la gente se juntaba, tiendas de todo tipo, etcétera.

    Salió por la puerta de la habitación y bajó unas escaleras de madera vieja y marrón. Al hacerlo, vio que no era una casa cualquiera, sino que era una pequeña posada de descanso. Los dueños de la casa eran dos ancianos muy amigables y dispuestos a ayudar.


    –Veo que se despertó, señorita–saludó la anciana simpática.

    –El caballero que vino con usted está afuera, dijo que tenía que comprar unas cosas. ¿Se encuentra bien? –preguntó su esposo.


    Esa pregunta le hizo recordar todo aquel suceso con el Wyvern y su herida en el brazo, el cual estaba ahora vendado con el paño que le había dado el campesino, también fue ese momento en el que se dio cuenta que vestía la capa del hombre.

    Agradeció la hospitalidad de los dos ancianos y salió a buscar al campesino. Tuvo que recorrer muchos lugares de la ciudad. El calor ya no le importaba mucho, el nuevo problema era la enorme cantidad de gente.

    Sin embargo, a ella le agradaba dónde estaba, ya que se encontraba en una ciudad muy linda. El suelo era de ladrillos color arena, y había gran cantidad de plantas, pese a estar casi en el desierto. Los edificios abundaban en color, y tenían hermosos detalles con tema a antiguas leyendas.

    Entre los murmullos de los ciudadanos, pudo escuchar algo muy interesante: “Una chica dice que un caballero de alto rango de Montem está aquí”. Al instante recordó a la anciana de la posada cuando se había referido al campesino como “caballero” y a lo ocurrido en Érimos.


    Caballero Distinguido

    Recorrió la ciudad hasta llegar a la armería, donde encontró a una chica con un hacha de gran tamaño sujetada en su espalda. Tenía un cabello marrón, bastante bien cuidado para ser una guerrera, según Minerva.


    –Disculpe, ¿sabe dónde se encuentra ese tal caballero del que algunos hablan? –le preguntó cortésmente.

    –Sí, lo sé. Está en la plaza central si desea encontrarlo. ¿Lo conoce? –preguntó seriamente la chica, que aparentaba una edad ligeramente mayor a la de la princesa.

    –Podría decirse. Quizá lo confunda, pero estoy bastante segura de quién es–respondió la rubia.

    –¿Le molesta si la acompaño?

    –Para nada.


    Partieron entonces las dos mujeres en camino a la plaza central de Therapeia, en busca de aquel caballero del que hablan por allí. Atravesaron las numerosas masas de gente que se paraba en medio ya sea para charlar, comprar o vender cosas. Una vez repartidos los empujones, codazos y pedidos de permiso, lograron llegar a su destino.

    La plaza era el lugar en donde más verde había, por la cantidad de plantas. Estaban presentes tanto como altas palmeras verdes y arbustos en el suelo de un tono más oscuro. El suelo adoquinado gris fijaba la dirección al centro de la plaza y a las otras entradas a ella.

    En un banco al centro del lugar, estaba sentado el hombre. Minerva casi no lo reconoció, porque al mirarlo pudo ver lo que había bajo esa capa marrón que llevaba antes: se podía distinguir una cota de malla y, sobre ella, una pechera de hierro oscuro aparentemente algo pesada. Un pantalón de tela marrón y encima de él unas placas de metal para algo de protección en las piernas.

    La princesa se acercó a él y le dijo:


    –¿En qué pensaba? Dejándome sola en esa posada–preguntó indignada la chica de pelo rubio.

    –Usted debía descansar, y me pareció interesante recorrer la ciudad–respondió con una sonrisa, la primera que se esbozó en su rostro desde que se encontró con Minerva.

    –¿Y qué es eso de andar fingiendo que es un campesino? –preguntó –Me han dicho que es un caballero.

    –No tenía interés en decirle al principio pero, no me queda otra. Soy Winter, séptimo caballero de alto rango del país de Montem. A su servicio–contestó el hombre.

    –De ahí lo conocía, ¡sí! –exclamó la chica que acompañaba a Minerva– Sabía que había visto su rostro en algún lado.

    –¿Y tú eres? –preguntó Winter.

    –Me presento. Soy Aurora, de Máximus, capital de Montem. Pertenezco a la unión de tutores de uso de armas internacional.

    –Veo que portas una gran hacha, debes ser fuerte.

    –¡No vine a hablar de fuerza ni de armas! –gritó Minerva–Sólo quería encontrarlo a usted, Winter. Ahora que estoy aquí, quiero que me enseñe a luchar, como usted me prometió.

    –Yo podría ayudar–sugirió Aurora.

    –Está bien, iremos a algún lugar tranquilo y comenzaremos con las lecciones.
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    Bien, hasta aquí llegó por hoy. Como dije antes, creo que me quedó corto pero bueno. Me gustaría que comenten como la vez anterior, qué les pareció, tal y tal.
    Las descripciones las dí ya, pero para tener una idea más acertada de lo que estoy narrando les dejo el Spoiler con los diseños (no hechos por mí) de algunas cosillas.

    Lanza Valkyria: Lanza Valkyria.png
    Escudo: Escudo Valkyriano.png
    Armadura: Armadura.png
    Peto de hierro de Winter: 944249_4952126367119_14324115_n.jpg
    Arco de Winter: arco compuesto.jpg
    Aurora: DS.png
    Armadura Aurora: StalhrimLA.png
     
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  5.  
    Alyeis Esteva

    Alyeis Esteva Iniciado

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    Buen trabajo, has mejorado la narración y la velocidad de esta, me ha gustado el capítulo, espero el siguiente.
     
  6.  
    Incógnito

    Incógnito Iniciado

    Cáncer
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    2033
    Muy buenas. Después de tres días con un internet horrible, al fin logro conectarme bien. Aquí les dejo el tercer capítulo de la historia.
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    IMPERIUM​

    Capítulo 3: Combate​


    Entrenamiento de combate

    Una vez finalizado el almuerzo, Winter, y Aurora comenzaron a preparar a Minerva para la batalla. Primero, Winter fue a buscar sus cosas, que estaban siendo cuidadas por los ancianos de la posada. Luego de eso, se dirigieron al desierto de Taedet, sin alejarse mucho de la ciudad.

    Sólo quedaba enseñar a la princesa cómo se debe pelear. La primera parte era aprender a defenderse, “defenderse no es muy difícil, es simplemente saber reaccionar a los movimientos del oponente” aclaró el caballero del grupo. Primero le enseñó la posición en que su cuerpo debía estar para defenderse bien de un primer ataque.

    Seguido de eso, practicaron con golpes sin armas. Para defenderse había que conocer el espacio en el que se está, observar al oponente, predecir de alguna manera qué es lo que va a hacer a continuación. Pese a eso, defenderse es una cosa natural, bastante simple en realidad.

    Una vez supo esquivar y bloquear golpes con la mano, pasaron sin descanso a las armas. El tema ahora es más difícil, se tiene que aprender a usar el arma como una verdadera extensión del cuerpo. El manejo del arma es lo más fundamental para la batalla. Se le enseñaron a Minerva varios movimientos propios de los lanceros, como también movimientos básicos del combate cuerpo a cuerpo.

    Después el resto era cuestión de práctica, la sola teoría no convierte a nadie en guerrero. La parte más difícil era usar la Valkyria con una sola mano, pues un arma larga es más fácil de manejar usando ambas manos. Sin embargo, era seguro de que esto se iba a solucionar con el tiempo.


    Genio contra maestro

    Pasaron varias horas entrenando para combatir, tantas que los tres perdieron totalmente la noción del tiempo: ya casi anochecía. Aurora tuvo una idea interesante, ésta era la de combatir amistosamente contra Winter, para comprobar a qué nivel estaban ambos. El caballero aceptó la propuesta con gusto, deseaba saber qué habilidades tenía la maestra para el combate.

    Llenos de vigor, ambos se dispusieron a entablar combate. Sin dar ningún aviso, Aurora avanzó rápidamente hasta donde estaba Winter y, con un ímpetu increíble, intentó golpear al hombre con la parte plana de su hacha. Pese a la velocidad de la chica, el caballero evitó el golpe y empezó un choque de armas con Aurora. El filo del hacha impactaba contra la hoja de la espada. Resonaba por todo el lugar el intenso ruido que provocaba el choque de ambos metales.

    Utilizando un movimiento veloz, Winter logró desarmar a la chica golpeando el mango de su hacha. Él había ganado la contienda. Mientras se felicitaban y Aurora tomaba su hacha, Minerva veía deslumbrada la gran habilidad que tenían estas dos personas para el combate. Esto la reconfortaba, iba a estar en buenas manos por un tiempo.


    Objetivo

    Por un tiempo. Eso le hizo recordar el objetivo que tenía: ninguno. Lo único que debía hacer era escapar, ¿pero en qué contribuiría eso para detener las tropas de Underworld, para evitar una guerra? Ella sabía que debía actuar, que debía interponerse al mal. ¿Pero cómo? Ella sola no podía, debía buscar ayuda y tenía los dos primeros candidatos justo en frente.


    –Desearía que me ayuden en algo–les dijo Minerva.

    –Seguro, ¿cuál es el asunto? –preguntó Winter seriamente.

    –La guerra se está acercando. Debo detenerla, debo hacer entrar en razón al rey de Underworld. Y para eso, necesito de su ayuda.

    –¿Qué tiene en mente? –preguntó el caballero, algo preocupado.

    –Sólo necesito ayuda para llegar a Underworld, necesito hablar con el rey. Pero me temo que no podría contra las bestias que habitan allí–suspiró.

    –Es seguro de que los incontables monstruos del reino no tendrían piedad, por lo que, si gustan, recomiendo que vayamos a visitar a los elfos. Ellos seguro deben saber algo–aconsejó Aurora con tranquilidad.

    –Me parece buena idea, ¿princesa?

    –Eso creo… Sí, iremos hasta Lignum a hablar con los elfos–dijo Minerva decidida.


    El viaje comienza

    Ya con el objetivo fijo, era hora de descansar. Pasaron muchas horas entrenando y estaban exhaustos. Fueron a la posada donde había descansado Minerva, para pasar la noche y partir mañana en la mañana hacia Lignum, reino de los elfos.

    Para llegar allá, debían atravesar el Paso Midbel, camino rocoso que separa el desierto de Taedet del bosque Ligness, también es el punto que divide Rodak de Lignum. El Paso no estaba muy lejos, pero no se sabe qué se puede encontrar en el desierto.

    Mientras la princesa y Aurora dormían, Winter estaba meditando la situación silenciosamente. Para él, ir a un reino plagado de bestias fuertes no era la más bonita de las opciones, pero por otro lado, Minerva tenía razón: la guerra debía detenerse. Quién sabe a qué punto podría llegar Underworld.

    Había algo que le preocupaba: hace no mucho tiempo el viejo rey de Underworld murió, dejando a su hijo Clade, de veintidós años en el trono. ¿Qué llevaría a este chico a iniciar una guerra? ¿Qué fue lo que le persuadió? La intriga mantenía pensante al caballero, pero era tarde y debía descansar para mañana, por lo que se ocupó en dormirse pronto.

    Con la fría brisa matutina llegó el día, aunque su luz estaba tapada por las densas nubes grises que cubrían el cielo. Rápidamente los tres viajeros comieron algo y partieron en dirección norte al Paso Midbel. Winter llevaba su espada, su arco y una rodela, y notó que la princesa de Rodak traía puesta la armadura que había encontrado en Regium.

    Se encaminaron por la salida norte de Therapeia y siguieron por las arenas de Taedet. El día era fPaso, por lo que el desierto no iba a ser un horno gigante. El camino era tranquilo, con algunos vientos pero nada de otro mundo. Parecía que el viaje iba a ser tranquilo.

    En la noche estarían llegando al Paso, por lo que no había que caminar a un Paso lento, ya que no querían tardarse más de lo esperado.


    Peligro del desierto

    Unas horas habían pasado ya desde su partida, largas se habían hecho debido a la poca emoción que les traía Taedet. Parecía que estaban alucinando, porque ya sentían que se movía la arena a su alrededor. Pero fácilmente podían ser pequeñas lagartijas espinosas que buscaban alimento.

    Un tiempo después sí aparecieron las lagartijas, allí bajo arbustos secos, agarrando algo de sombra. En un segundo desaparecieron, como si hubieran sido tragados por la arena. “Algo está mal” pensó Minerva. ¿Qué había causado eso? Los lagartos no desaparecen así. Mientras pensaba en animales propios del desierto, recordó que existía una bestia que se ocultaba bajo la arena: el Escorpio, puede alcanzar los tres metros de largo y posee un aguijón con un veneno paralizante.

    La chica ordenó aligerar el paso, no querrían toparse con esa temible criatura. Eran como las cinco de la tarde, y justo en ese momento se disiparon las nubes en el cielo, dándole Paso al intenso sol. Con el calor, el equipaje y el hecho de tener que caminar rápido, el viaje se volvía mucho más pesado y tedioso.

    Pero en un momento, cerca de diez minutos después, surgió de la caliente arena un monstruo gigante con una larga cola y un enorme aguijón. Sin dudarlo, los tres viajeros se pusieron en posición de combate para defenderse de este animal. Tenía una velocidad increíble considerando su tamaño.

    Atacó velozmente con sus pinzas al hombre del grupo, pero se cubrió con la rodela que traía. Mientras, Aurora se acercaba con su hacha para dañar a la bestia. La princesa, intentando contribuir en la batalla, incrustó su lanza de oro en el torso del Escorpio, causando que toda su atención se centrara en ella. Pero Winter también decidió atacar, y le cortó una pata con su espada. La maestra de uso de armas siguió los Pasos del caballero y le cortó dos patas más con el filo de su hacha.

    El hombre tomó su arco y lanzó una flecha a la cara del monstruo, pero un veloz movimiento de pinza lo destrozó como a una rama. Mientras se distraía con Winter, otro lanzazo por parte de Minerva asestó en el brazo del animal. Pero esto sólo lo cargó de ira y golpeó con ese mismo brazo a la princesa, lanzándola a unos tres metros. De pronto, un fuerte corte de hacha le cercenó el otro brazo al Escorpio, dejándolo con una sola pinza dañada por la Valkyria.

    Velozmente, se acercó el caballero para estocar la cabeza del monstruo, pero sin previo aviso visual, el aguijón de la bestia impactó en el pecho del hombre, dañándolo y esparciendo veneno paralizante en su sistema. Mientras tanto, las dos mujeres miraban impactadas esa escena. El aguijón medía diez centímetros de largo, y era lo suficientemente fuerte como para atravesar su armadura. Dudaban de que fuera una herida mortal, pero era algo grave.

    Aurora avanzó rápidamente con su hacha y cortó la cola del Escorpio, causándole un gran dolor. Minerva, por su parte, se levantó del suelo y corrió a auxiliar a Winter, sacándole el aguijón y la armadura, y tratando la herida con unos elíxires que había obtenido el caballero en el mercado. Para finalizar la batalla, la chica del hacha se arrimó a la cabeza del animal y dio un corte vertical muy poderoso, acabando con la vida del monstruo.

    Winter, parcialmente curado, debía descansar unas horas, pero si se quedaban allí corrían peligro de ser atacados nuevamente. Por ello, las dos mujeres se encargaron de cargar al hombre hasta llegar al Paso y descansar en la seguridad de las rocas.


    Lignum, Reino élfico

    Ya era de noche y todavía no llegaban a Midbel, y por si fuera poco ya se estaban cansando de cargar el cuerpo herido de Winter, junto con todo su cargamento. La oscuridad impedía ver mucho más allá de cinco metros, pero no podían parar hasta ver las grandes rocas del Paso. La noche era fría y no había señales del bosque Ligness, ya estaban perdiendo la esperanza. Pero caminaron unos metros más, muertas de cansancio, y vieron una pequeña luz, muy diminuta, a lo lejos.

    Podía ser algún guardia elfo recorriendo el bosque tanto como algún peligro, pero se arriesgaron a seguir en dirección del destello. Mientras más se acercaban, la vista se les iba aclarando y pudieron notar que las rocas empezaban a aparecer. La arena desaparecía y se abrían el paso la tierra y el césped. Después de caminar unos metros, llegaron al Paso de Midbel y a la luz que las atraía.

    Vieron una pequeña fogata y a una persona junto a ella, quien estaba mirando al cielo. Pero la presencia de las dos mujeres lo distrajo de su vista a las estrellas e hizo que les ponga atención. Él vio a Minerva y Aurora, cargando a Winter con algo de sangre en el pecho.


    –Por los Dioses, ¿qué ha pasado? –preguntó algo impactado.

    –Nos atacó un Escorpio en el desierto. Nosotras estamos bien, pero él necesita un buen descanso–contestó la princesa.

    –Por supuesto, pónganlo aquí, junto a la fogata–dijo–Por cierto, soy Fahyim. Estoy descansando aquí para salir en un rato a Lignum.

    –Nosotros también nos dirigíamos a Lignum, pero se nos han aparecido contratiempos. Me llamo Aurora, ella es Minerva y el hombre es Winter.

    –Mucho gusto. Cuando el tal Winter se sienta bien, podríamos salir todos juntos al Bosque Ligness.


    Las dos asintieron con la cabeza y se sentaron a descansar un poco. Cuando el caballero despertara, los cuatro partirían en dirección a Lignum, Reino de los Elfos.
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    Hasta aquí llego el capítulo de hoy. Comenten si les gustó, qué les gustó, qué esperan del próximo capítulo, y tal y tal y tal. Nos vemos.
     
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  7.  
    Alyeis Esteva

    Alyeis Esteva Iniciado

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    He vuelto a notar rapidez en este capítulo, quizás deberías haberte explanado más en el entrenamiento y en el desierto.
    A pesar de eso, me ha gustado el capítulo, me gusta mucho tu narración, sabes describir muy bien escenarios, personajes, batallas y movimientos, me atrevería a decir que es tu punto fuerte, así que aférrate a eso y mejora en eso de la rapidez del relato. :D
     
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