Imperecedero Título: Imperecedero. Disclaimer: Los personajes de esta historia son de mi autoría. Resumen: Los Alhum, al igual que los árboles, y como cuentan las canciones de humanos, morimos de pie, pero también en el mismo lugar. Autor: Jack Killer. Parejas: Ninguna. Rating: Todo público. Categoría: Original. Género: Angs., AU, fantasy. Capítulos: Capítulo Único, con con cuatro sub-partes: 'El Dragón, la Guerrera y el Caballero', 'la Oveja Negra', 'el Canto de las Ninfas', y 'las Dudas del Rey Elfo'.. ¿Completo?: Sí. Advertencias: Ninguna, tal vez demasiado existencialismo. Notas del Autor: Esta idea nació de un momento de mucha desesperación por no tener este trabajo hecho, a un día de entregarlo. Esto es uno de mis últimos trabajos para la cátedra de castellano; mi intención al publicarlo es saber qué les parece, ya que al final, entre tanto trajín con las notas, nunca supe cuánto saqué, y sigo en ascuas con esto, sin saber si seguirle algún día, o la idea es tan mala que debería dejarla como está. En fin, sin más que agregar: disfruten. Imperecedero Supongo que, para comenzar, debería decir algo como ¨hace mucho mucho tiempo¨ o el tan conocido entre los hombres ¨habíase una vez¨. En realidad, no estoy seguro de qué expresar; hace mucho mucho tiempo que existo en estos valles de eterno resplandor, y hace mucho mucho tiempo que veo acercarse hacia mí tanto a elfos como hombres, tanto a vampiros como hombres lobos, tanto a enanos como a bestias. Habíase una vez sonaría perfecto si fuese a contar sólo una de las tantas historias que he escuchado o que he presenciado, pero ese no es el caso; habíase una vez quedaría espléndido si alguien (fuere quien fuese) contase mi historia a partir de aquí, sin embargo, ese tampoco es el caso. Por eso emplearé ambas formas: la primera para iniciar mi historia, y la segunda para iniciar la historia de todos aquellos que se han acercado a mí. Hace mucho mucho tiempo yo fui procreado por Gaia, nacido de una simple semilla como cualquier otro árbol. Para mí, nunca seré cualquier otro árbol, porque aunque sólo los elfos parecen notarlo, cada árbol es diferente. Me tomó mucho tiempo germinar; para esos tiempos teníamos una condición de sequía que no parecía acabar. No os podéis imaginar la impotencia que se siente luego de que has despertado y eres conciente de que deberías crecer, pero no puedes; no hay con quien hablar, ni a quien ver, ni a quien oír, en resumen, nadie con quien interactuar, y tu vida se vuelve monótona. Sin embargo, la época de sequía pasó y pude germinar. Fue algo lento, trabajoso por sobretodo (en esos tiempos no era muy paciente, me gustaba apresurarlo todo, incluso mi crecimiento). Y cuando por fin (tal vez aún sea algo impaciente) salí a la superficie, me sentí dichoso: el sol, el aire, la vida misma -eran maravillosos-. Para esos tiempos era sólo una pequeña e inofensiva ramita. Ahora que ha pasado mucho mucho tiempo soy tan macizo que ni una tormenta podrá derribarme. Durante mucho mucho tiempo he tenido amistades invaluables entre los que son de mi especie y los que no lo son. Gaia misma ha creado a tantas y variadas criaturas… (Perdonad que me ría, pero ésta es otra de las cosas me llena de dicha, después de todo, sino mi vida sería muy aburrida). He visto demonios, elfos, enanos, humanos, magos (oh, dejad que les explique, cierto que los magos son humanos, pero ellos son diferentes, porque ellos pueden utilizar la magia que nos proporciona Gaia), vampiros, hombres lobos, súcubos e íncubos, duendes, hadas; podría seguir enumerando, pero creo que no acabaría hoy, y debéis tener prisa. Nosotros, los Alhum, tenemos un idioma particular, al igual que cada especie que ha pisado Gaia. Empero, todos podemos comunicarnos por medio de gestos y ademanes, ya que estamos vivos, aquí, en el seno de Gaia. Los elfos con el paso del tiempo han aprendido a comunicarse libremente con nosotros, cuánto me gustaría que los humanos también pudiesen hacerlo… Los humanos nunca pareciese que se llenasen de sabiduría (algo triste en realidad): aún después de tanto tiempo viven en la eterna lucha de sobrevivir, aunque eso incluya matarse los unos a los otros. Ciertamente, las guerras parecen algo inevitable, pero la sabiduría no lo es. Quisiera un día preguntarle a los humanos porqué cometen los mismos errores una y otra vez, porqué les cuesta tanto admitir que se aman, porqué prefieren dejar a un amor de lado con tal de seguir viviendo… Son tantas cosas las que he presenciado, de las cuales no puedo saciar mi curiosidad (los elfos no se relacionan con los humanos, así que no pueden disipar mis dudas). Desde hace mucho mucho tiempo, como ya os he dicho, estoy aquí. No puedo asegurarles bien qué es aquí, ya que estas tierras son llamadas de diferente manera, dependiendo de qué idioma se esté hablando (¿Cómo lo sé? Tanto tiempo aquí sembrado te deja muchos momentos para aprender las lenguas de los hijos de Gaia). Los humanos las nombraron ‘Amazonas’, los elfos le llaman ‘Las Tierras de Eru’, para los magos es ‘Circe Vinculum’, para los vampiros es igual que para los humanos todos los nombres (incluyendo los de sus hijos, ¿Pueden creerlo?), los enanos les pusieron ¨Dracmustier¨. A pesar de todo, se les llame como se les nombre a estas tierras, todas forman parte de Gaia; nosotros también, por ser sus hijos. He podido ver, oír y sentir muchas cosas. He sentido el sol del verano, he visto a hermanos matarse el uno al otro por tonterías (cuando has vivido tanto, te das cuenta de que muchas cosas que se consideran serias no lo son), he oído a las ninfas cantar bajo mis ramas. Se podrán dar cuenta de que hablo mucho sobre las cosas que he presenciado y lo que he aprendido de ellas. Si sospecháis que ha sido poco lo que he hecho en realidad, están en lo cierto. Cuando no podía comunicarme con las especies simplemente me alegraba de que estuvieran aquí; cuando aprendí a comunicarme lamenté el no poder acompañar nunca a ninguno de los seres que estuvieron frente a mí a ninguna de sus aventuras. Cuando tienes 200 años, y vez a tus amigos partir, lo único que deseas es acompañarlos; sólo un siglo después de verlos partir te acostumbras (no sientan pena por mí, ¡Para los Alhum no es tanto tiempo como para los humanos! Recordad que llevo mucho mucho tiempo viviendo). Te cuesta aceptar que las canciones de los magos tienen razón: ¨Los Árboles Mueren de Pie¨; también morimos en el mismo lugar. Por eso la única manera de hablar de mí es hablaros de todo lo que he visto, oído y sentido: El Dragón, La Guerrera y El Caballero Habíase una vez, en estas tierras un dragón. Para todos los humanos era temible, para mí era una criatura majestuosa. Tal vez nunca habréis visto un dragón, pero son criaturas astutas, inteligentes, delicadas y elegantes. Su manera de mirar y evaluar a su alrededor me dejó sorprendido (a penas era una pequeña ramita, no es de extrañarse que no pudiera evitar contemplarlo con admiración). Los dragones también son posesivos; éste ya había marcado estas tierras para sí. Cuando algún animal demasiado ingenuo se le acercaba, exhalaba levemente un humo negro que los envolvía, y salían despavoridos. Los dragones también son temperamentales y quisquillosos. Los centauros, pegasos, hadas y ninfas que para aquellos tiempos abundaban por aquí, le tenían aquel tipo de respeto que sólo otorga el temor. Un día se aparecieron por aquí dos humanos: una hembra (o cómo dirían ellos, mujer) y un varón (entre los humanos se le dice ‘hombre’). Ambos tenían el cabello del color de los rayos del sol, y los ojos del color de la lluvia. Es una lástima que hayan muerto, eran tan jóvenes… Tanto la hembra como el varón creyeron que el dragón no había notado su presencia, camuflados como estaban bajo la sombra de mis hermanos. (Recuerdo aún el temor que me embargó de que alguno de ellos resultara herido por culpa de las llamaradas del dragón). Se movían con admirable habilidad, agilidad y fuerza; yo no sabía cuáles eran sus intenciones, pero me lo podía imaginar (ya había visto a las fieras, y no era algo agradable). Los humanos no lo saben, pero los dragones tienen tan desarrollados sus sentidos que pueden percibir las pisadas o el olor de los roedores claramente aunque estén lejos de él. El dragón esperó pacientemente a que los humanos se le acercaran lo suficiente como para demostrarle lo inocentes que eran, todos sus músculos estaban en tensión y su cola se movía levísimamente. Para su decepción, los humanos se fueron. (Yo respiré aliviado por mis hermanos; ninguno había salido herido). Macho y hembra volvieron al día siguiente. Se repitió el mismo proceso, como si no hubiese pasado un día ya de su primer encuentro. Empero, esta vez no se retiraron. El macho realizó una serie de complicados movimientos para posarse sobre la rama más alta de un roble amigo mío. Colocó sus músculos en tensión, aspiró aire profundamente, se dobló de manera dispuesta a bajar con arma en mano, y saltó. Las llamas iluminaron hasta el cielo. Desgraciadamente, no pude apreciar como ocurrió el ataque del dragón y la muerte del macho, pero sí pude ver con lujo de detalle como mi amigo moría lentamente abrasado por las llamas… La hembra huyó. No supe más de ella hasta el día siguiente. Llegó fuertemente armada, posiblemente preparada para la venganza (en ese momento le odié, porque gracias al que descubrí después era su hermano, mi amigo había fallecido de manera poco agradable). Era demasiado tarde para ella; el dragón se había marchado de caza horas atrás. Así, derrotada, se dejó caer en el suelo, y lloró. Lloró entre gritos tan amargos, que por un momento sentí que compartíamos el mismo dolor (mi odio había desaparecido como un recuerdo de vidas pasadas) y quise más que nada consolarla. No podía, no hablaba su idioma, además mi dolor era más que suficiente para mí solo. Y mientras ella se desgarraba la garganta gritando ‘¡Hermano! ¡Hermano!’, todos los árboles lamentamos en silencio (como ha sido desde el principio de los tiempos) nuestra propia pérdida. La Oveja Negra Habíase una vez un enano triste. Os preguntaréis, ¿Qué tiene de especial un enano triste? Pues les responderé. No puedo decirles que este enano era especial porque los enanos nunca se entristecen, no soy un mojigato. Los enanos se entristecen, ríen, lloran, cantan y celebrar el honor tal como ustedes (bueno, tal vez para ellos es aún más importante el honor). Este enano era especial por la tristeza tan profunda que le embargaba, la tristeza de no poder honrar a su padre. Para los enanos es muy importante seguir la línea de honor de los padres, ya que es aquello que representará a sus hijos cuando interactúen con los de sus razas. El enano triste se llamaba Tohr, hijo de Brit. Brit es conocido como ‘El Valeroso’, por la forma tan gallarda en la que defendió a sus hermanos y su oro en ‘La Batalla de las Cuatro Razas’ (una guerra entre los magos, los elfos, los vampiros y las hadas que duró más de siete décadas). Brit era hijo de Santra ‘El Honrado’, que a su vez era Santra hijo de Kartanto ‘El Soberbio’ ¿Me entendéis? Tohr, hijo de Brit, nunca había podido cumplir con las expectativas de su padre ni lograr algo verdaderamente importante. No sólo se lamentaba el no honrarle, sino el no poder honrar en un futuro a sus hijos ni a su hembra. Por eso Tohr, hijo de Brit, inició una guerra de conquista contra el Bosque Blanco, donde habitaban una extraña raza de demonios roba almas. (Los demonios roba almas son criaturas a las que diversas razas guardan temor. Jamás ninguna ha pasado por aquí, y luego de estar durante mucho mucho tiempo aquí, el temor ha pasado a ser curiosidad por ver uno alguna vez. Pero como ya os he dicho, los árboles morimos en el mismo lugar). Sin embargo, Tohr, hijo de Brit, ni siquiera puede decir que perdió la guerra, ya que sus hombres armaron un complot contra él acusándolo de loco y le expulsaron de su propio pueblo, dejándolo completamente solo. Así llegó aquí, solo y triste. Y nos contó su historia, sin prisas y sin llantos (tal vez ya no le quedaban lágrimas). El Canto de las Ninfas Habíase una vez, en estas tierras imperecederas, un sátiro llamado Tobar, que soñaba con tener una hermosa esposa ninfa. Cada día el sátiro volvía a nuestras buscando ninfas a las cuales cortejar. Tobar era débil de espíritu, y no podía decidirse por ninguna de las ninfas a las cuales conquistó. Eso le hizo crearse muy mala fama entre las doncellas, haciéndole perder, con el tiempo, toda oportunidad de seducir a la ninfa correcta. Un día le pregunté porqué era, como dirían los humanos, mujeriego e infiel (interiormente siempre le he llamado insensible, pero cada quien con sus gustos). Esto fue lo que me respondió:[FONT="] —[/FONT]Para ti es tan fácil decirlo… [FONT="]—[/FONT]resopló calmadamente[FONT="]—[/FONT] Encontrar a la ninfa indicada, aquella con la que pasaras toda tu vida no es fácil. Nunca ha habido una ninfa que me ponga mucha resistencia cuando me esmero, por eso me huyen [FONT="]—[/FONT]me confío. Sin que se diera cuenta, una manzana voló hasta su cabeza, y…[FONT="]—.[/FONT] ¡Auch! [FONT="]—[/FONT]se estrelló contra ella. Oímos una risa como la más pura arpa élfica[FONT="]—.[/FONT] ¡Ah…! [FONT="]—[/FONT]suspiró[FONT="]—[/FONT]. Aja, ¿En qué iba? [FONT="]—[/FONT]justo cuando iba a responderle, prosiguió[FONT="]—.[/FONT] ¡Ah, sí! Pero no ha habido ninguna que me demuestre que puede ofrecerme algo más que diversión, y pronto me aburro. (Ciertamente no le faltaba razón, yo no puedo imaginarme lo que tantos otros llaman enamorarse. Encontrar a la persona que te apoye, te quiera, te respete y te acompañe toda tu vida, como Tobar me ha dicho. No puedo entender el porqué todos parecen estar buscando a esa persona ansiosamente, como si de ella dependiera encontrar un sentido a su vida. Supongo que no puedo entenderlo porque yo siempre me quedaré aquí. Nunca haré cosas muy grandes, como para necesitar apoyo. Nunca me perderé, como para necesitar cariño. Nunca seré verdaderamente ofendido o desestimado, como para necesitar respeto; los Alhum somos altamente respetados por todas las razas. No necesitaré a nadie que me acompañe durante toda mi vida, porque mi vida es acompañar a todos aquellos que se posen bajo mis ramas; aunque no fuese así, siempre tendré a mis hermanos cerca de mí, haciéndome compañía). Desde ese día no he vuelto a cuestionarle. Él sigue en sus andanzas, buscando algo que parece no ser capaz de encontrarse con los sentidos; yo sigo aquí de pie. Pero ambos concordamos, cada que las ninfas se juntan bajos las ramas de los Alhum a cantar y Tobar se esconde entre mis ramas, que no hace falta pensar en eso mucho tiempo. La voz de una ninfa es celestial, pareciese que llevase a tu espíritu a lo más alto y te hiciese sentir terriblemente reconfortado. Creo que Tobar busca una ninfa como pareja, porque cuando cantan sólo puedes concentrarte en su voz, y dejas de pensar en tu soledad. Tal vez busque a alguien que le cure la soledad. Las Dudas del Rey Elfo Habíase una vez un elfo llamado Ibrahim. Ibrahim era un elfo del Bosque Blanco, por eso sabía hablar la lengua de los Alhum. Os contaré un poco sobre este bosque, pero siempre tened en mente que yo jamás he puesto una sola de mis raíces allí.El Bosque Blanco es un pequeño bosque cercano a lo que los elfos llaman ¨Esselya Tuvula¨, que no es más que una montaña desértica. Sus árboles tienen la característica mágica de que todos sus tallos son tan blancos como la nieve, el follaje es tan cerrado que a penas entra luz para las flores, los días son regularmente tan oscuros como las noches (Ibrahim me contó que eso hace por demás difícil para los niños saber la hora de regresar a casa).[FONT="] —[/FONT] Su aspecto es siniestro para aquellos con mucha imaginación y poca preparación en el arte del guerrero [FONT="]—[/FONT]comentó Ibrahim un día, cuando vino a visitarme. Todo elfo le tiene un respeto no medible a Gaia, sea inspirado por temor o por admiración, es algo característico de su raza. Ibrahim le amaba por admiración. Notaréis que hablo con cariño de él. Es mi amigo más cercano y apreciado. Con Ibrahim siento que no existen las barreras de especies ni palabras para comprendernos. Desde hace ya dos siglos que nos conocemos; yo no podría estar más satisfecho con nuestra amistad. Se podría decir que he conocido un poquito de mundo gracias él. Cada vez que llega de visita trae consigo nuevas historias de batallas y paraísos que yo jamás podré conocer. Ibrahim es el nuevo Rey de los Elfos del Bosque Blanco. Lleva poco tiempo en ese puesto, no más de cinco décadas. Sin embargo, el tiempo no parece calmar sus dudas (en secreto me regocijo de que sea a mí a quien se las confíe). [FONT="]—[/FONT] ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Podría hacerlo mejor? ¿Las reformas que he propuesto serán las mejores? ¿Estarán de acuerdo mis hermanos? ¿Alguno estará en descontento con mi trabajo? ¿Seré injusto o cruel? Sus dudas no parecen acabar. En esos momentos siento una gran impotencia, ya que nunca he tenido que cuidar de mis hermanos. Ellos pueden hacerlo por sí mismos, y aunque no pudieran, yo no podría hacer nada por ayudarlos. No sé lo que es que alguien dependa de ti, ni lo que es depender de alguien. Sólo puedo escuchar, hablar y aprender. Sin embargo, ¿Mis conocimientos están allí con qué fin, si ni siquiera puedo ayudar a mi más querido amigo? FIN Aclaración: Gaia se refiere a la madre naturaleza. Gracias por leer. [FONT="]¿Dudas, incongruencias, opiniones, comentarios, críticas? No duden en dejar un RR.[/FONT]
Re: Imperecedero wow k lindo, me encanto, y me dio lastima kon el pobre arbolito, si yo te lo hubiera alificado tendrias el maximo de puntos, me encanto, deverias escribir mas originales se te dan muy bien, estoy orgullosa de ti, eres mejor escritor de lo k tu mismo piensas cuidate besitos see ya
Re: Imperecedero No te pondré tonterías, ya que tu me has pedido que lo leyese y aquí me tuviste hasta el final. Te aplaudo, nadie me ha podido retener a leer una historia tan larga, ni siquiera un libro novedoso, que no me aburra de la obviedad. Bueno para serte más sincera, el árbol mi querido amigo, es un idiota, un idiota con corazón grande. Sabe hablar, así que puede enseñar, tiene amigos los cuales le pueden ayudar para expresar lo que desea aclamar. El rey en parte es de admirar, solo un gran rey, no sabe que es sabio cuando lo es, y su temor lo usa como su hermano para saber. Me ha gustado mucho tu historia, aunque me emocione más la acción que la narración jaja. En parte deberías seguirle, pero que esta vez, no se te escape el conejo joven cazador, no podría decirte porque se te ha escapado el conejo. Si conoces tu historia, gustosamente sabrás donde fue que la liebre se salvo. Suerte con tus escritos, ya que este me impresionó. Me gusta la historia del árbol y el como los elfos son tan maravillosos, los cuales tienen hambre del saber. La descripción del bosque blanco me hizo desear conocerle cada vez más. No puedo regañarte ni ayudarte, solo darte consejos como el de ponerle más acción, pero, eso sería ignorancia, ya que es el árbol quien narra y cuenta su vida pasada conforme pasa jaja. Gracias por invitarme a leer una historia tan maravillosa, donde muy pocos pueden reflejar su vida de ingenuidad en ella sin saber de la elocuencia que es desear ayudar a alguien hasta la muerte. A eso le he llamado "ignorancia" y falta de creatividad Jaja, pero le perdono por el hecho de la manzana al sátiro. Adiós^^ pd: Sigue escribiendo la historia de ese árbol, pero no la escribas para los demás. Si escribes algo, que sea algo de tu agrado y a los otros les gustará. Una historia debe ser creada con amor y no con hipocrecia.