Un gato de un brillante pelaje amarillo y unos somnolientos ojos color esmeralda, reposa sobre una ventana, mientras mueve con cierta pereza su esponjosa cola; y este a lo lejos escucha el tenue sonido del canto de un ave, la cual es atraída por la juguetona brisa e incitada a continuar con su cansado viaje en busca de un hogar, por aquel basto cielo que lentamente cambia su cálido tono rojizo por uno más oscuro. Mientras el felino mira con envidia a aquella lastimosa ave, esta siente pena por él; ya que, si aquel regordete gato conociera lo cruel que es perder su hogar, no la miraría con tantos celos.