¡Hola mushashos! Aquí estoy de nuevo yo con mis weas raras que me dan en golpes de aburrimiento gracias al coronabicho, así que en mis delirios, traje contenido en a tres partes (?) Si, se me ocurrió hacer una idea por partes, y si es posible, cañón digo canon, para Saku-chan uwu. Ya sin pendejadas de comentar, let's go. Este track solo es el OST completo para el fic, quería algo nostálgico, con mucho old days vibe, así que encontré algo que pues... This delivers (?) Humilde Sirvienta [Episodio 1ero] La diversidad de la vida humana es impresionante, ¿No es así?, La amplísima variedad de condiciones, estándares de vida, culturas, nacionalidades, un sinfín de experiencias increíbles y nuevas en todos los rincones del orbe, dónde reina el instinto más básico de aquel animal que conocemos con la denominación en latín de homo sapiens, la supervivencia. Ricos, desposeídos, gente en el medio, aquellos que lo han logrado en la vida, los que no llegarán a nada bueno, y algunos que se encuentran en el camino a la gloria luego de tocar fondo, pero todas aquellas tienen algo en común, y es en estar de acuerdo con algo muy simple, la vida es hermosa, y lo vale, hay sus excepciones, pero la opinión es básicamente unánime. Quién diría que el bien más preciado que tenemos todos nosotros es a su vez el más delicado de cuidar, en ocasiones, nos vamos del mundo terrenal muy pronto, otras dónde tenemos una estadía más que completa, algunos ni llegan a culminar el milagro de la vida, otros parten de maneras injustas creando dolor y desolación en los corazones de sus seres queridos, y más cuando existen individuos dispuestos a pasarse el derecho a la existencia de otros por los cojones de manera olímpica, ganándose la vida cegando otras, por dinero, placer o ambas cosas. Ésta nos golpea de todas maneras, a veces con la fuerza de Mike Tyson y otras solo es un empujoncito para recapacitar pero dependiendo de la cabeza la vida es dura como la piedra, o suave como el terciopelo, careciendo de lo más elemental, o con todos los caprichos que puedas tener, al final todos pagaremos la factura al mismo acreedor, pero en el camino, nos caeremos, y es allí donde tenemos que luchar y ser fuertes, por nosotros, por quienes queremos, por el mañana. Se podía describir a Sakuya a sus once años como una niña de temperamento dulce y cariñoso, una chiquilla curiosa con peculiar astucia, particularmente apegada a sus padres, el señor Koichiro, esposo devoto de la señora Sayori, una ama de casa comprometida con la crianza de sus hijos, si, eran dos, eso incluía a Hiroshi, su hermano mayor, quien era el centro de adoración para aquella niñita, un afecto que era más que correspondido, el mencionado joven, a sus 18 años, consideraba a Sakuya su compinche y estaban juntos la mayor parte del tiempo, Sakuya había adquirido muchos gustos de la mano de su adorado hermano, como los deportes extremos, los coches y la música ochentera, sobre todo bandas americanas de metal. Originarios de la ciudad de Saitama, capital de la prefectura del mismo nombre, la familia Izayoi se dedicaba al negocio de la comida, con un local pequeño que era atendido principalmente por el cabeza de la familia, el señor Koichiro no era originario de la zona, más bien de Tokio misma, pero allí pues fue que conoció a Sayori, que si era una chica oriunda de Saitama, estableciéndose ambos en la ciudad luego de casarse. Koichiro quería jubilarse y pasar el negocio a Hiroshi, pero a éste no se le daba muy bien el arte de la cocina, estando más interesado y versado en trabajos mecánicos, cosa que había aprendido en el taller de un amigo de la familia, un hombre llamado Masahiro, fiel compañero de su padre durante sus andanzas juveniles en Tokio, esto implicaba que debía esperar a que Sakuya creciera y se hiciera mayor de edad, ya que ella a su corta edad mostraba mucho interés en cocinar, de alguna manera, la pasión del señor Izayoi se había instalado en quien ahora se volvería la heredera del negocio familiar, una tierna niña por los momentos. El primer encontronazo de Sakuya, y por extensión, de la familia Izayoi al completo con el destino, llegaría en una noche veraniega de viernes, convirtiendo el final de un día de trabajo cotidiano en el inicio de una pesadilla. —Oye Saku-chan, papá no ha llamado para que vayamos a ayudar a limpiar el local y cerrar, ¿No se te hace extraño? —Hiroshi se mostraba preocupado, esperando la llamada del padre de ambos—, Ya es para que lo hubiera hecho, honestamente La pequeña Izayoi asintió preocupada sin articular palabra, viendo el teléfono junto a su hermano mayor, aunque empezó a encontrarse de manera extraña luego de una hora, como si de alguna forma sintiera algo, y fijó su mirada en la se Hiroshi, para comentarle algo con una voz temblorosa, al igual que su cuerpo, simplemente, no estaba bien. —Hiro-kun, me preocupa que no haya llamado a estas horas —luego, la pequeña empezó a titubear—, V-Vamos a buscarlo, por favor. Hiroshi al principio se mostró en conflicto sobre la idea, a lo mejor papá venía en camino y no requirió de la ayuda de ambos, pero hubiera avisado, o tal vez lo olvidó por ser un día ocupado, aunque no, con el tiempo que había transcurrido era para haber regresado al domicilio, y no estaba con Masahiro, dicho hombre habría hecho la notificación de estar en compañía de él. Luego de eso suspiró abatido y convencido de la idea, simplemente había algo fuera de lugar con lo que estaba sucediendo, parte de él esperaba que solo hubiese sido una mal pensamiento rondando por su cabeza, pero la duda se había apoderado por completo de su mente, con la suficiente fuerza e intensidad para acceder a la propuesta de Sakuya. —Ponte un abrigo, vamos a ir al local —Hiroshi se encontró un poco más decidido, y acercó un par de chamarras, una para él y la otra su hermanita—, Esto es muy extraño Saku-chan, así que mejor vamos con cuidado. La jovencita se limitó a asentir en silencio pero de manera decidida, tomándole una mano a su hermano mayor, estaba asustada, pero no lo dejaba mostrar, para una pequeña de su edad se veía resiliente y con fortaleza, de alguna manera, tenía el coraje suficiente. En breve, la mencionada dupla de hermanos emprendió su camino hacia el lugar que les proveía el sustento a su familia, el lugar que era el centro de su vida y tal vez el de otras personas que se deleitaban con un buen desayuno o almuerzo, dicha caminata les tomaría veinte minutos, que se gracias al ajetreo y la preocupación, se sintieron como horas, pero había sido una corta caminata para llegar a las entradas del infierno. Llegaron corriendo a la calle donde estaba el negocio, estaba extrañamente solitaria, con las demás tiendas ya cerradas, cuestión obvia ya que se estaba a altas horas de la noche. La cortina metálica que protegía el local estaba abajo, pero sin los candados y la luz dentro estaba encendida, acto siguiente ambos jóvenes se acercaron, aunque un olor de peculiar intensidad llegó a ambos, perturbando aún más al chico, tragó en seco, y decidió pasar a la acción. —Sakuya-chan, quédate detrás de mi, levantaré la cortina —el joven Izayoi escondió detrás de si mismo a la pequeña como prevención si sucedía algo. Sakuya asintió nerviosamente escondiéndose detrás de Hiroshi, incluso se aferraba a él, con algo de miedo, era entendible, ya que algo fuera de lugar estaba sucediendo, pero lo siguiente que escuchó fue un grito de sorpresa y un subsiguiente estado de pánico de su parte. —Hiro-kun... ¿Que está sucediendo? —se asomó al escuchar su grito. Hiroshi no permitió que se asomara a ver, dado el carácter sensible de lo que había encontrado en el interior de la tienda. —¡No Sakuya, no debes de ver esto, mejor quédate detrás de mi, no intentes nada! —empezó a forcejear con la jovencita, para mantenerla en su lugar, aunque sacando su móvil—, voy a llamar a emergencias. Pero con el movimiento, aquella niña logró ver algo que la perseguirá de por vida, el final de sus dulces años infantiles siendo testigo de un gran charco de sangre sobre el que reposaba el señor Koichiro, golpeado e inconsciente además del lugar en destrozos, presenciando el final de una vida al inicio de la suya, una marca para la eternidad en su psique. Sus ojos se abrieron en gran medida al percibir aquella terrible escena, irreal para ella, no, sus ojos estaban mintiendo, eso no estaba sucediendo, era una pesadilla... Que se había convertido en realidad, frente a ella y a Hiroshi, ignorando su voz al teléfono con los servicios de emergencia, en ese momento, solo estaba allí, el tiempo se había detenido, con un escalofrío intenso recorriendo su cuerpo, recordándole de la realidad del momento, todo se sentía tan... Fuera de este mundo, estando y a la vez no en el mismo, en un limbo, no podía creerlo, se rehusaba a hacerlo. Aquellas voces que ignoraba se habían desaparecido, Hiroshi estaba callado y sollozando, con sus puños cerrados con fuerza, a la espera de la llegada de la ambulancia que había pedido a emergencias. Se había quitado de en frente para ponerse junto con la jovencita en un lugar donde no presenciarán más el lugar del violento final de los días de su padre. Papá no volverá, no nos cocinará sus mejores platos, no me llevará a la escuela caminando y bromeando, ya no estará contigo... Papá nos ha dejado sin avisar. Empezó a gritar descontrolada, llorando a todo pulmón, su mundo se había caído en pedazos en solo una mirada, en la que resaltaba el carmesí de la sangre, fresca y recién derramada, lo que enviaba aún más escalofríos por su columna, Hiroshi trataba de calmarla, evitando que viera más de aquella pavorosa imagen. Pero ya había visto suficiente para saber que estaba pasado. El único que estaba allí con ella para protegerla era su hermano, al quien no dudó en abrazar con fuerza, mientras lloraba temblorosa, se aferraba, pero la impresión terminó ganándole a su mente, por lo que terminó desmayándose, para añadir aún más caos a la situación en la que se encontraban metidos ahora. Solo deseaba que fuera una pesadilla, un producto de su imaginación, que simplemente despertaría viendo que eso no había sucedido, solo una mala pasada de su imaginación. Pero la realidad era bastante torcida, una niña que no había hecho daño a nadie se encontraba sufriendo una pérdida injusta, la de su progenitor, un buen hombre que servía a propios y desconocidos a través de la gastronomía y su habilidad como cocinero, ¿Por qué? Simple, el destino es caprichoso a veces, y tiene una predilección por aquellos que no son una amenaza, al parecer. El ambiente pronto se llenó con el ruido de las sirenas, como de una ambulancia y el de patrullas de policía que venían a investigar la situación, cuyo objetivo era arrojar luz en el misterio que ahora permanecía en el aire, ¿Que había pasado con el señor Koichiro para ser atacado de manera tan brutal como para acabar con su vida? La menor de los Izayoi escuchó su nombre ser repetido varias veces, aunque aún seguía presa del desmayo, pero en un momento sucumbió a un estado de lucidez que le permitió escuchar y despertarse de golpe y ver sus alrededores, aquella voz que la sacó de las garras de la inconsciencia le pertenecía a una enfermera, que se había acercado para atenderla, un grupo de intervención inmediata estaba en la escena, compuesto por los paramédicos y policías investigando la escena del crimen, habían algunos transeúntes también, y la presencia desconsolada de la señora Sayori. Pero de nuevo con la médica, tenía su equipamiento completo consigo, lista para examinar a la jovencita. —¿Eres Sakuya-chan no? Tu hermano me contó que te desmayaste —para generar empatía y aliviar los ánimos, le dedicó una sonrisa, para acto seguido presentarse—, soy Mizuki Otonashi, y como puedes ver soy paramédico. Aunque no le prestó atención del todo estaba visiblemente estupefacta y cabeceando, lo que llevó a intuir a Otonashi que el efecto del shock había sido peculiarmente intenso, cosa que confirmó al ver que estaba desorientada, algo mareada e hiperventilando, así que la primera cosa haría para evitar extender ese estado era hacerla volver a sus cabales. —Oye linda, mírame a los ojos por favor, procederé a realizarte un examen rápido, ¿Vale? —Mizuki le mostró un tensiómetro, listo para la acción. Al escuchar todo eso, Sakuya terminó reaccionando aunque de una manera muy brusca, buscando zafarse, pero la paramédico no se lo permitía, por lo que rompió en llanto de nuevo, probando cualquier cosa para liberarse de la situación —¡¿Dónde está papá?! —comenzó a gritar angustiada, tenía los ojos rojos del llanto y seguía en el mismo, manoteaba frenéticamente intentando salir corriendo—, ¡Quiero verlo, se que no le sucedió nada, me dijo que lo esperara adentro, papá, mamá, Hiro-kun, ayuda! Escuchar eso arrolló emocionalmente a Otonashi con la fuerza de un camión, pero estaba decidida a hacer su trabajo y debía tranquilizar a la pequeña para evitar que colapsara de nuevo, había logrado devolverla a un estado de consciencia, pero seguía sumamente agitada, aunque con esos alaridos, tanto Sayori como Hiroshi se acercaron corriendo, el joven había dejado a la pequeña con la paramédico a petición de la misma, para atender a Sayori y presentar su declaración a los oficiales de policía presentes. —Sakuya-chan, necesito que en estos momentos seas fuerte y colabores conmigo, estuviste una hora y media inconsciente, presentas síntomas de shock y quiero evitar que tu salud se vea afectada por eso, así que... ¿Me permites hacerte un examen rápido? —la doctora insistía en sonreír, con la intención de tranquilizar a la jovencita, con esta acción buscaba conectar con ella. Sakuya le escuchó esta vez prestando atención, impresionada ante la preocupación de Mizuki por su bienestar en esos momentos, además de la calidez que emanaba, abrió sus ojos como platos, en una mezcla de sorpresa y estupefacción, por su instinto de querer ayudar, le hizo caso, pero a su vez notaba en ella una vibra tan maternal, que la hacía sentir fuera de ese momento aterrador, a su lado solo sentía... Paz, apoyo, alguien en quien confiar, no dudó en asentir silenciosamente mientras la veía. Otonashi con este gesto, comenzó a realizarle un examen médico rápido, y suspiró de alivio, solo había sido el efecto de la impresión que la hizo desmayarse y no tendría ningún tipo de implicación en su salud. —Sakuya está saludable en estos momentos, solo sufrió los efectos de un shock emocional, pero estar en este lugar no le hará ningún bien —sentenció la paramédico, dirigiendo su mirada tanto a Sayori como a Hiroshi—. Les recomiendo que hablen con los oficiales y regresen a casa. Ambos asintieron ante la indicación que les había provisto Mizuki, luego ayudaron a levantarse a la pequeña, resguardándola de ver aún más. Así mismo, las horas nocturnas transcurrió de una manera pesada y lenta, muy lúgubre, hasta dar con el amanecer siguiente, todo había cambiado en sus vidas de la noche a la mañana, tanto en sentido literal como figurado, la tragedia había llegado con fuerza, pero ahora más que nunca, necesitaban de ellos para atravesar la tormenta y llegar a puerto seguro, ya que a pesar de esta gran y triste caída, había una vida que seguía su curso. Se fuerte, Sakuya-chan... Contenido oculto En efecto, esta es otra de mis idas de olla as usual, a veces ando con los cables cruzados y se me ocurren pues... This? Me gustó la idea de hacerle un lore a Sakuya, así que se me ocurrió secuestrar la idea y convertirla en un ejercicio literario para volver a escribir, estaba aburrido y pues hey, eres parte de un sitio web de fanfiction, así que aquí empezamos, quería salir de mi zona de confort y empezar con algo dramático, no es lo mío, lo admito, pero quiero expandir mis horizontes, así que pensé que sería chulo practicarlo, no se si me salió bien, pero me lo pasé bomba escribiendo y sentí de nuevo el chispazo para compartir mis demencias varias con ustedes, los leo uwu
So, aquí venimos de nuevo, ¿No? ¡Dinos que te traes entre manos! Va, pues seguimos con la saga de Sakuya, y viene con biolensia teenager, si, lo escribí mal a propósito, ewe, ya me pueden fusilar (?) Vamos allá uwu Me arrepiento de dejar solo una canción para el OST así que voy a añadir otra más por qué yolo, okno, quería algo todavía más dreamy y lento, simbolizando las penas, idk (?) Humilde Sirvienta [Episodio 2ndo] Hay heridas que de alguna u otra manera, nunca sanan, y dejan una sensación de vacío intenso, irremplazable, cuando alguien con quién convives, ríes, lloras y amas no está... Se acaba el mundo, y cuando es alguien muy cercano, pierdes una parte de ti. Aunque queda un consuelo, y son los recuerdos por más irónico que parezca, son veneno y antídoto a la vez, dependiendo del estado de ánimo, contribuyen a intoxicar tu mente de la peor manera, o son el remedio para calmar el dolor de un alma atormentada culpa de la pérdida. La muerte de Koichiro tuvo un efecto inmediato en el futuro cercado de su descendencia, Hiroshi, a sus veintiún años era un empleado a tiempo completo en el taller principal del señor Masahiro, ahora como el cabeza de familia estaba centrado en proveer a su madre y hermana. Masahiro, en memoria de su mejor amigo y compañero, lo tomó como pupilo además de emplearlo, notando la dedicación del joven tanto a la clientela como a los coches que llevan indistintamente de su estado, aunque como reza el refrán, la procesión va por dentro, el esfuerzo constante de Hiroshi se debía a que era un adicto al trabajo y había empezado a fumar, dos cosas con las que quería evitar que su mente fuera asaltada por el trauma y los malos recuerdos, si bien no era una manera del todo correcta de lidiar con el duelo, se mantenía tranquilo y distraído. En el otro lado de la balanza, Sakuya, con catorce, era una chica problemática con un temperamento volátil y propensa a la violencia, con un particular desdén a las figuras de autoridad que no fueran su madre o hermano mayor, un hecho que le traía conflictos frecuentemente, de alguna manera, aquella niñita adorable y melosa había quedado enterrada entre los escombros de una adolescencia intensa, fracturada. Si bien eran polos opuestos en estos momentos, Hiroshi y Sakuya tenían algo en común ahora en esta etapa, estaban atrapados figurando como superar el duelo y seguir adelante, el joven estaba en una agria fase de aceptación nada saludable, mientras que la chica estaba estancada en el abismo de la depresión, lo que la estaba llevando en un camino sin frenos al fondo. Lo que tenía a la joven en semejante estado era la revelación de lo que había sucedido aquella fatídica noche gracias a las cámaras de seguridad del local de enfrente, dos pandilleros bien colocados habían irrumpido en el negocio mientras el señor Koichiro estaba cerrando, y lo emboscaron en su estado de frenesí, había sido una lucha caótica, desbaratando el lugar que ya de por sí no eran muy grande, para culminar, el como lo asesinaron a golpes entre los dos, y la huida frenética al bajar la cortina. Por culpa de un par de drogatas de la peor calaña y sin ningún tipo de remordimiento buscando dinero fácil para su mierda, papá había perdido la vida, no les bastó con destrozar el negocio y matarlo como un perro, también habían saqueado el negocio. Lo peor del caso es que aquel par de cabrones durante el juicio alegaron no recordar que habían matado a un hombre para luego robarle, por qué estaban tan puestos que simplemente habían entrado en piloto automático y no era su culpa ya que no eran conscientes de lo que hacían, trataban de lavarse las manos, pero la evidencia recabada les aseguró unas vacaciones extensas en un presidio. Si bien Hiroshi y la señora Sayori sentían que se había hecho justicia a pesar de la desagradable experiencia de escuchar las pobres excusas de esos bastardos mientras declaraban, Sakuya desarrolló una animadversión intensa hacia los miembros de bandas callejeras y consumidores de drogas, incluso hasta la actualidad el tema le era de una gran sensibilidad, y estaba más que asegurado que provocará una respuesta agresiva o negativa de su parte. El choque con la realidad para ella, señal de que había tocado fondo, arribó en un mediodía de otoño, durante un receso luego de las clases de historia, la tragedia de la familia Izayoi estaba muy extendida en aquel centro educativo, una buena parte simpatizaba con ella, otros pensaban que su actitud debía de ser corregida pero entendían la causa, terminando con otros viendo un saco de boxeo al que podían humillar y despreciar hasta saciarse, una huérfana era una víctima suculenta para algunos en el tope de la cadena alimenticia en los salones. Gracias a aquel incidente, Sakuya era algo recluida y distante, esquivaba el contacto, dedicando más tiempo a leer las revistas de su hermano. Era una chica solitaria atravesando una pérdida, con gustos poco ortodoxos para una fémina de su edad, con eso se había pintado una diana en la espalda, las bromas y los juegos pesados estaban a la orden del día. Era la presa ideal y constante para las niñas populares del curso, quienes disfrutaban de hacerle sentir mal por cualquier motivo real o percibido, era divertido intimidar y lucirse con quién no encajaba en el grupo ni a martillazos. Sakuya se encontraba leyendo una revista de coches de Hiroshi, si bien ambos eran aficionados al tema, la presencia de dichas revistas se había vuelto una necesidad para su trabajo, así que ella tomaba ediciones viejas para examinarlas a su antojo, disfrutando pacíficamente de las imágenes de los más candentes del momento, antiguos, los deportivos más chulos, o las carreras en el circuito de Suzuka, sintió dos pares de pies en los alrededores de donde, solo se le ocurría una dupla de niñas bien que andaban así, y para arruinar su momento de paz, se acercaron a ella con motivos nefastos. —Oye nada más, si es la huerfanita leyendo una revista de coches, que es lo siguiente, ¿Le crecerán ruedas y saldrá corriendo? —la mayor del par, con una actitud burlona y chocante, se acercó. —No hermanita, buscará con quién llorar como la miedica que es , ¿Dónde está papá eh? Oh, papi está tres metros bajo tierra con una linda lápida que señala dónde está, por si eres tan inútil para no encontrarlo —con un tono más despectivo y frío, la menor le sacó la revista Izayoi sintió su cuerpo arder, esas niñas de papi y mami querían lucirse con ella, reforzar sus condiciones como las hembras alfa de la clase, encima de ello, restregándole en cara la ausencia de papá, de aquellas dos, quien se había saltado el semáforo era la hermana menor, a la que miró fijamente de una manera gélida, sin empatía, ni siquiera parpadeaba, una mirada despiadada a todas luces Amenazadas por el gesto, la empujaron al suelo, alimentando aún más al monstruo que iba a despertar en unos pocos instantes, para poner en su lugar a esas mocosas desagradables, quien riendo la hace, llorando la paga. Lo único que le siguió a eso fue levantarse al momento, y sacudirse el polvo, estaba temblando, pero no del miedo, la adrenalina se estaba apoderando de su cuerpo, y con ello se nublaba su juicio, tal cual soltar a una bestia salvaje, se abalanzó a ahorcarla incluso, la hermana mayor intentó zafarla, solo para ser recibida con un cabezazo recio que la llevó al suelo. —¡Suéltame, desgraciada! —le espetó a Sakuya la damisela en aprietos, incluso escupió su cara para distraerla. Mala idea, con eso había jalado la cola del tigre, la reacción de la joven Izayoi fue desproporcionada a la agresión, se encontró golpeándola repetidas veces en la cara incluso al derribarla, ignoró por completo que la otra había salido corriendo en busca de los profesores, no paraba, ya harta de soportar sus estupideces. —Te reto a que me digas eso otra vez, pedazo de porquería… ¡Atrévete si es que tienes los cojones!—Sakuya, fríamente la jaló del cuello de la corbata reglamentaria del uniforme de aquella escuela mientras la veía a los ojos, sería una experiencia más que aterradora para aquella chica, la última vez, sin duda alguna, que le pasaría por encima a Izayoi. —L-Lo siento, Sakuya, por favor, detente ya...—empezó a suplicar, golpeada y adolorida por semejante demostración de agresividad. En lo que alzó el puño disponiéndose a noquearla, ahí mismo fue atajado por la profesora que le acababa de impartir el curso de historia, poniendo un alto a aquel duelo. El final era predecible, una visita a la dirección, padres molestos, amonestaciones, y demás, aunque en este caso las cosas habían ido muy lejos. A las señoritas populares solo les costaría medicinas para el dolor, ojos morados y curarse los golpes, pero para Sakuya, el precio a pagar fue una expulsión inmediata estancando sus estudios, a unas alturas del periodo académico que imposibilitaban una reinscripción. La reacción para con Hiroshi y Sayori era más que previsible, una discusión con Sakuya. La madre estaba particularmente enojada, y no era para más, su hija acababa de dar una paliza a una chica que, por más que su comportamiento fuera reprochable, no necesitaba una respuesta de ese calibre, Hiroshi por su parte, se veía muy preocupado, ya que si no se ponía control a su temperamento, podía meterse en problemas e incluso acabar en un internado, o peor, en un reformatorio. —Muy bien jovencita, necesito una explicación para que estés tomando ese tipo de actitudes. —Le he dado su merecido a alguien que se burla de mí por lo de papá, ¿Estoy haciendo algo mal? —¡No puedes ir golpeando gente por la calle solo por que se burlen de ti, Sakuya! —Hiroshi tiene razón, dar una paliza a alguien no va a sanar tus heridas, solo las hará más profundas, y peor, las extenderás a quienes te rodean. Sakuya terminó sintiéndose aún más ultrajada por la situación, lo que la llevó a descontrolarse de nuevo, lanzando un vaso de vidrio contra la pared, haciendo que se rompiera. —¡No sucedería nada de esta mierda si ese par de malditos drogadictos hubieran tenido una sobredosis en vez de meterse a asesinar a papá! La señora Sayori se hartó de que su hija cruzara la raya y más de aquella manera tan seca, así que terminó dándole una bofetada a Sakuya —Ya fue suficiente jovencita, irás a terapia pero inmediatamente, sigues enfrascada en el pasado, me duele como si fuera ayer, y me duele aún más tener que levantarte la mano, pero ya es suficiente, es hora de pasar página —sentenció la señora, viendo a Sakuya, para luego ver a Hiroshi—, tú también, deja de trabajar tanto o vas a sufrir un estrés intenso, están lidiando con el dolor de maneras inapropiadas, ¿Lo sabían? Para Sakuya todo aquello transcurrió en cámara lenta, como en las películas, desde la rotura del vaso a la bofetada, así como terminar reculando, sorprendida e impresionada por lo que había pasado, abrió por completo los ojos, tratando de asimilar lo que había sucedido, y se llevó una mano a la mejilla lastimada, no sabía que estaba sucediendo, había recibido un golpe de su madre, y con ella, de la realidad, esa bofetada era una clara señal de que era hora de despertar, que su madre tuviera que recurrir a eso señalaba un claro desespero, la situación había llegado a niveles insostenibles. Hiroshi miraba atentamente y con toda certeza, tampoco podía creer lo que estaba presenciando, una madre que no se había derrumbado y que era fuerte por ellos dos, a pesar de la ausencia de su compañero de vida, seguía adelante, gracias a él, y por sus retoños, era algo de lo que sintió admiración al instante luego de notarlo en ese momento, y era la resiliencia con la que Sayori afrontaba la pérdida. —Jovencitos, la vida sigue su curso, y seguir con estas actitudes insalubres no les traerá a Koichiro de regreso, en vez de estancarse en que no está, recuerden todo lo que hemos hecho con él como familia, los momentos felices, las situaciones embarazosas, los momentos gratos que hemos tenido a su lado —los vio, luego de sacarle la mano a Sakuya de su mejilla y acariciarsela a modo de disculpas—, las personas no mueren cuando dejan el mundo terrenal, mueren cuando las olvidamos y con ello las sacamos de nuestro corazón, atesoren el tiempo que su padre les ha dedicado, que ha sido bastante, y sigan adelante, para hacerlo sentir orgulloso cuando lo veamos al otro lado, que nos estará esperando ansioso. Aquella discusión había pasado, gracias a la actitud de la señora, de un reclamo amargo a un momento conmovedor, y con ello quedaba demostrada la diligencia que ella tenía con sus hijos, los entendía a la perfección, pero sabía que la manera en la que estaban afrontando la situación no era la correcta, así que había que ayudarlos a recuperar la compostura, y lo más importante, pasar página. Había sido un balde de agua helada para los dos hermanos, pero era un llamado de atención justo y muy necesario, Sakuya accedió acudir a terapia con un psicólogo, así como Hiroshi recortaría las horas extra al mínimo, para dedicar tiempo a su madre y hermana, en un momento en que más les necesitaban, habían abierto los ojos de golpe, pero en el mejor momento. A mitad de la noche ya terminado el impase, Sakuya se encontraba durmiendo en su habitación, aunque estaba siendo víctima de un mal sueño, una señal de su inconsciente avisándole de lo que hizo no era correcto, y como es el cerebro de desgraciado a veces, la llevó de regreso a la escena del crimen, pero con una diferencia grande está vez: Era la perpetradora. Se levantó gritando despavorida ante aquel cruel producto de su imaginación, y se vio las manos, temblando, estaban limpias, pero a la vez, manchadas de sangre, real, de aquella joven a la que había molido a golpes, y figurada, la de su padre, luego rompió en llanto, su consciencia le había mandando un mensaje fuerte y claro, esa actitud no la llevaría a nada bueno. Y es que con eso, no era tan diferente a aquel par de yonquis que cometieron un atroz crimen, sucumbiendo a la violencia de manera precipitada y sin aviso, por esa ira reprimida que la hacía estallar. La única diferencia entre ella y quiénes la dejaron huérfana es que estaba consciente mientras la golpeaba, y eso la hacía peor, por qué tenía las intenciones de multiplicar el daño que había recibido, pensar en eso la derribó por completo, no necesitaba drogas o colocarse para perder los papeles, solo bastaban palabras para esconder a la humana y sacar a la bestia. Terminó vomitando de la impresión tan fuerte que había recibido de eso, temblaba como una gelatina durante un terremoto, esa mala pasada era de campeonato, la peor jugada que le pudo haber hecho la sensación de culpa. Eres peor que los mierdas que mataron a papá. Y como en aquel momento, se desmayó cayendo al suelo, pero no por eso el asalto de su mente cesaba. Mataste a papá, con esa actitud. Así como lo mataste, puedes mandar a cualquiera al otro barrio. Y no necesitas un porro, una jeringa o unos tragos para descontrolarte. Solo necesitaste un empujón y unas palabras hirientes para hacerla pedir clemencia. Eres una maldita desgraciada, con el infierno bien merecido. Ese episodio bastó para darle la razón a Sayori sobre ayuda profesional, la joven a pesar de su cabeza dura anteriormente, aceptó como un corderito, aterrada de si misma. Durante el transcurso de algunos meses, y siguiendo la indicación de un especialista, Sakuya se encontraba buscando una vía de escape que resultara productiva, además también de que la terapia había suavizado en buena medida su temperamento, había dejado de ser una chica rebelde y agresiva, cosa que tuvo un impacto positivo en sus relaciones familiares, regresando a ser muy unida a su hermano mayor y a su madre. Aunque permanecía una duda, y era que le podía servir para distraer su atención, algo que la hiciera sentirse interesada, pero un golpe de suerte aconteció, acompañada de Hiroshi mientras caminaban de regreso a casa al salir a pasear juntos, cosa también recomendada para darle un aire nuevo a la joven. Iban pasando por un complejo deportivo abierto cuando un partido improvisado de baloncesto captó la atención de ambos, y gracias a eso empezó a interesarse en el juego, nunca pensó que ver a un grupo de chicos correr de arriba a abajo en una cancha rebotando un balón entre sus manos era tan genial. Hiroshi era aficionado del deporte, por lo que no dudó en empezar a darle observaciones sobre las acciones vistas en el juego, desde los tipos de pases, las normas, las posiciones de cada jugador en la cancha y las jugadas vistosas, cosa que llamó del todo la atención de la joven. Comenzó a participar con el paso de los días y semanas, le había cogido bastante gusto al deporte, cosa bastante buena ya que no lo vería como algo forzado parte de la terapia, si bien no era parte de un equipo, jugaba con frecuencia en partidos, era algo de lo que decir enhorabuena, de alguna manera, el baloncesto le había traído orden y disciplina a su vida luego de la tragedia, juntando el juego con asistencia profesional, logró una muy necesitada catarsis. La terquedad de Sakuya se había trasladado de negar la realidad a no rendirse frente a las adversidades, y su radical cambio fue motivo de alegría para su familia más inmediata, incluso convirtiendo a Hiroshi en una suerte de entrenador para ayudarla a mejorar sus habilidades deportivas, y gracias a su insistencia, empezó a aprender mecánica de su parte. Tal cual el fénix renaciendo de las cenizas ahora en las llamas de la esperanza, lista para afrontar la vida que tenía en sus narices, era hora de lanzarse de cabeza sin mirar atrás, que apenas estás empezando tu camino. Ya eres fuerte, Sakuya-chan. Contenido oculto Bueno, como pueden ver quería experimentar un poquito en como avanzar en la superación del duelo, idk si lo narré bien, pero quería hacer a Sakuya bastante moody, con dos arrebatos serios because adolescente cabezona y angry, la verdad se me hizo hasta divertido ponerla como alguien que puede patearle el culo al que se le atraviese y ahora en Gakkou sea pure love lmao. Los leo, uwu
Margarita: Actitud de piedra, mente de terciopelo. Vite: Actitud de terciopelo, mente de piedra Masuyo: Terciopelo Nagi y Yashihiro: Un guijarro y una piedra mediana de río (?) XD Y esto es todo lo que comparten hasta el momento mis personajes; la capacidad de volver a ponerse de pie, no importa cuanto tarden en hacerlo. Ahhhjuju. Esto me suena a una versión alternativa de la tragedia griega que son la familia de Nagi XD *Sip tea* Lo digo de inmediato; estoy amando tu manera de narrar. En verdad es fabulosa. Ayayayay. No le pongo sad, porque por estos lares ya las que me conocen saben que no soy de llorar con fics, a menos que me toque la fibra sencible llamada; relación directa con mi persona. Peeeero, es claro que aquella situación es shockeante, triste y todo lo que explicó nuestra querida enfermera. Antes que nada, felicitarte por tan esplendido trabajo, primera vez que creo que leo algo tuyo y la narración, el ambiente, la forma de interactuar entre los personajes y demás me ha encantado. Tienes un estilo narrativo muy bonito, mezclando ideas con sucesos, pensamientos con sentimientos, todo en un atmosfera amena y que sigue una línea bastante buena de, pos eso, narración. Te atrapa y no puedes dejar de leer, hasta que llegas al punto final. Y vaya punto final. No mucho que agregar o comentar, pues ya el escrito lo dice todo; solo decir que, efectivamente, Izayoi es un personaje muy, muy fuerte, pero sobre todas las cosas; noble y valerosa uwu Un amor de chica, en verdad, hasta el momento de mis favoritas en Gakkuo. Eso sería todo por ahora, en cuanto pueda leer el segundo y comentarte a la vez, pues bueno, volverás a saber noticias de mí XD Adios~