Pandora Hearts Howling [Gilbert Nightray & Oz Vessalius] [Songfic]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Kira Lawliet, 27 Diciembre 2012.

  1.  
    Kira Lawliet

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    Escritor
    Título:
    Howling [Gilbert Nightray & Oz Vessalius] [Songfic]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2735
    Título: Howling
    Categoría: Song fic. Canción: Howling - Abingdon Boys School / OP Darker Than Black.
    Pairing: Gilbert Nightray x Oz Vessalius.
    Nº palabras: 1.888 (sin contar la letra de la canción)
    Advertencias: LeveAU. Aquí pondremos que tanto Pandora como la familia Baskerville son dos mafias enemigas, por si no queda claro(?. Hecho para la actividad Batalla de foros.
    Cursiva = Recuerdos / Letra de la canción

    -----

    Ya nada se escucha entre las calles de Sabrie. Personas llueven del mismísimo cielo en conjunto con sangre proveniente de los numerosos sacrificios que caen esa noche; pero ninguno de los dos se atreve a dirigirse la palabra, más bien por no saber qué decir en esa situación a que por el miedo a romper aquel tétrico acontecimiento. Los susurros del viento se cuelan entre su largo gabán, haciéndole estremecer un poco por el frio. Termina restándole importancia, como hace siempre.

    Solo queda él, el único superviviente entre aquella penuria, de una de las peores masacres que la raza humana ha podido ocasionar. Bueno, él y aquella “coneja estúpida” a la que denomina compañera, a sabiendas de que su mente está lejos de aquí fantaseando con cualquier cosa que tenga ver con carne.

    — ¿No queda nadie? —clava sus pupilas entristecidas en el cabello color castaño de su compañera, el cual parece puro negro azabache a la luz de la luna. El suyo probablemente parecerá del color del mismo carbón, y eran esos detalles los que le alegraban en el pasado; pero ya le han dejado de importar hace tiempo. En ese momento siente la impotencia propia de alguien en semejante situación.

    La muchacha miraba lo que hace recientes minutos había sido un gran campo de batalla, con aquella altivez propia en el mirar púrpura tan peculiar que poseía.

    Un cielo nocturno lleno de llantos,
    Corazones llenos de mentiras.
    —Es obvio, cabeza de algas… Ya no queda nada. —habla ella con un aire aburrido, mientras gira sobre sí misma con un puchero adornando sus pómulos de aspecto infantil. —Y ahora, ¡¿podemos irnos ya a comer?! —responde casi al borde de la histeria con el ceño fruncido. Gilbert no se acostumbra del todo su falta de tacto ante esas situaciones en las que, pese a estar rodeada de olor a muerte, puede seguir hablando de comida tan tranquila.

    Pero después de todo es una cadena, y los sentimientos no son algo que los seres como ella manejen demasiado bien. Porque por mucho que mantuviera aquella fachada humana de niña rondando los trece o catorce años, lo de dentro siempre seguiría igual. Alguien que sólo busca el conseguir más y más poder.
    El contrato,
    ¿vale la pena el precio?
    Enciende un pitillo y deja que la nicotina degrade sus pulmones poco a poco. Ya no necesito nada más; es el pensamiento que acude a su mente.Esa sensación de autodestrucción le gusta, le hacía sentirse completo. Hace tiempo que no se siente así, y todo por culpa de su destino; él nunca pidió formar parte de los Baskerville. El nunca pidió que los de Pandora le salvaran, que le convirtieran de nuevo en otra máquina de matar, pero esta vez trabajando en el lado de los buenos.

    Un alma se comprometió a la oscuridad.
    Después de cometer semejantes atrocidades como aquellas, cualquier cosa para aliviar su mala conciencia era bien recibida, porque sabía que con ello su muerte estaría un poco más cercana. Exhala el humo, no puede contenerlo más en su cuerpo.

    Se lleva una mano al pecho, al lugar dónde se supone, descansa su corazón. Aquel que desde hace años ha dejado de sentir.

    Ya da igual de qué manera patética acabe en el hoyo, pero adelantar aquel día un poco antes de lo esperado sería lo mejor para todos.
    Ahora he perdido.
    Sé que puedo matar.
    Corre sin descanso por las instalaciones de la sede de Pandora, después de haber completado aquella misión de reconocimiento en la ciudad fantasma conocida como Sabrie.

    Break, están todos muertos. Tanto los del bando enemigo como los del nuestro propio. —le había dicho a aquel ser extravagante y maniático que tenía por jefe, quien, sentado en su propio escritorio miraba con devoción un dulce.

    Comienza a decrecer su marcha. Se regaña mentalmente por no poder respirar del todo bien e intenta que el aire llegue a sus negros pulmones abriendo la boca y tomando grandes bocanadas de aire.

    —Está bien. —le había dicho éste, y minutos antes de poder marchar por la puerta, había sido detenido por aquella voz escalofriante. — ¿Sabes? Él sigue en el Abyss; está vivo. —Un fragmento del dulce se coló entre su boca al hablar, diciendo aquello como si estuviera hablando del tiempo.

    Oz.

    Recuerda como su incredibilidad le había impedido girar sobre sus pasos para encarar al payaso. Recuerda el tembleque de sus manos, sus pupilas dilatadas por el miedo y la adrenalina recorriendo sus venas.

    — ¿Vas a salvarle?

    Y ahí estaba, huyendo cobardemente del pasado que ahora le perseguía con más fuerza que nunca. No queriendo encararlo. No queriendo recordar cosas que no debería. Queriendo esconderse por el miedo al rechazo de su amo.

    Y es que su historia con aquel joven nunca se acabaría, seguiría ahí y formaría parte de su caótico pasado. Y llora, llora por ello; por no haberle podido salvar cuándo tuvo la oportunidad, por no haber podido revelarse contra los suyos, quienes jugaron con él como una simple marioneta y le obligaron a cometer semejante atrocidad.

    Porque el único ser que lo había tratado como un igual estuviera pudriéndose en las profundidades de aquella cárcel, como un pequeño pájaro de oro encerrado en una jaula. Pega un puñetazo fuerte a la pared, como si fuera la causante de todo aquel mal que lo persigue desde tiempos inmemorables.

    Las lágrimas fluían por mis ojos cerrados, los retazos de sangre y la razón son mordidos repentinamente.
    Y va a buscar a la cadena con pasos firmes que retumban en todo el corredor, dispuesto a salvar a aquel recuerdo que creía muerto desde hace diez años y por el que daría la vida.

    Con estas impuras alas me adentro en la profunda noche.
    Se resguarda en una esquina, escondido de todo vestigio de luz por su propia seguridad. Sólo escucha ruidos de pelea; huesos siendo rotos de manera brutal y rugidos de dolor. Todo está como siempre. Incluso él.

    Se ha quedado atrancado en aquella apariencia aniñada de niño de catorce años. Aunque no es el único; en el Abyss todos están igual que el. Igual que cuando llegaron aquí, sólo que con un aspecto más demacrado. Ahí nadie pasa hambre, el tiempo pasa lento y lo odia.

    No cree que vaya a crecer por fuera, pero su futuro no le preocupa. Porque ni siquiera tiene la certeza de que pueda sobrevivir al segundo siguiente. No le preocupa; decide entregarse a sus memorias. Prefiere eso antes que perder la poca cordura que le queda.

    La celda en la que se encuentra está corroída por el orín y las ratas, portadoras de numerosas enfermedades que se pasean siempre curiosas a su alrededor. Como esperando el momento oportuno para abalanzarse sobre él y rematarle. Pero el perdura impasible, reflexionando sobre lo mismo de siempre.

    Estar en aquella celda le ha dado todo el tiempo del mundo para meditar sobre su vida, las cosas que nunca ha valorado, los detalles cotidianos; que ahora más que nunca extraña.

    ¿Cómo estará él? ¿Se acordará de todo lo que vivieron, de su tiempo juntos; de sus incontables aventuras?

    Y también piensa en cosas negativas, cosas que preferiría guardar en el fondo de una caja y tirarla al mar. Ojalá fuera tan fácil.

    ¿Se habría… olvidado de él?

    Estaba claro que Oz no lo hacía. Ni lo haría nunca. En su mente habían quedado, grabadas a fuego, las imágenes de su sirviente. De cómo reía, de su cara de susto cuando bromeaba con su fobia a los gatos, de cada vez que le brindaba el cariño y consuelo que su padre nunca le daba.

    Simplemente extrañaba a su único amigo, la única persona que le había apreciado en su vida y no le había rechazado, como había hecho su progenitor.

    Alzó la vista, algo confuso por el conjunto de sombras que se arremolinan a su alrededor. Los gritos se hacen más fuertes, pero esta vez nota el ruido de un líquido espeso chocando contra las paredes. ¿Sangre tal vez? No está seguro de ello, y la oscuridad en la que lleva encerrado por varios días no le ayuda en absoluto. Se hace un ovillo en la esquina de su recámara, intentando pasar desapercibido.
    A los pocos segundos escucha cómo alguien grita su nombre, una voz grave y varonil, pero que él conoce muy bien por el leve miedo que, aunque imperceptible, esconde.

    Estoy gritando solo entre las sombras.
    Y grita su nombre, lo grita tan fuerte que siente cómo si sus cuerdas vocales se quebraran.

    — ¡Oz!—a Gilbert ya le da igual si es escuchado, sólo quiere encontrarlo. Ha invocado a Raven para que lo llevara hasta el Abyss, y Alice mientras tanto se entretiene distrayendo a los presidiarios, quienes se dejan llevar por sus instintos animales al ver a semejante cadena poderosa en tan recóndito lugar.

    La puerta se abre, pero Oz no puede ver mucho más. La luz hace estragos en sus ojos debido a que hace varias semanas que no se expone a ella. Se cubre los ojos de la mejor manera posible, mientras llora un poco.

    Escucha unos pasos cada vez más cerca de su posición. Sin duda, aquel es Gilbert. Su perfume sigue siendo el mismo después de tantos años. Con una mano cubriendo su cara, acerca la otra hacia el mayor intentando palpar su rostro.

    Ha cambiado, es lo primero que cruza por su mente. Recorre con las yemas de sus dedos el contorno de su cara, intentando tocar lo que sus ojos no pueden ver. Se detiene en su pelo, igual de rebelde que antaño. Algo tembloroso baja hasta llegar a su pecho, donde una gran cicatriz lo surca a lo ancho; e inevitablemente una lágrima se desliza por su rostro.

    Esta grieta separa nuestro pecho unido a la fuerza. Tan solo deseas este cuerpo lleno de heridas.
    Ya ha madurado. Y eso es lo que más le aterra de todo esto. Que haya rehecho su vida sin él. Pero tiene la esperanza de que no le haya olvidado, sino, ¿qué hace allí? No quiere saberlo, quiere aferrarse a aquel pensamiento que ronda por su cabeza y que no se atreve a decir por miedo.

    “Empecemos de cero.”

    Al ser devorado por la incesante lluvia, entierro mis uñas muy adentro de la espalda a la que ahora me aferro.
    Mira a Break con cara neutral, entregándole el informe sobre su última misión con algo de fastidio. No le gusta demasiado hacer ese tipo de cosas, pero en fin, no le queda otra. El payaso le ignora mientras sigue comiendo un par de galletas, regalo de Sharon, quien se encuentra sentada a su lado con esa sonrisa amable, que esconde su verdadera actitud de dictadora.

    Xerxes le echa una ojeada, para luego dejarlo encima de la mesa. Nada más los papeles se posan en el escritorio, Gilbert sale a paso apresurado de la habitación.

    —Va a ver a ese amigo suyo; un tal Oz, ¿no? —pregunta ella, sonriendo al ver a su amigo tumbándose a lo largo de la mesa quien juega con una fresa entre sus labios.

    —Sí. —sonríe. —Va a ver a su amigo.

    Mis frágiles recuerdos aún se cuelan entre mis heridas.
    Hace ya un mes que le ha sacado del Abyss, y Oz sigue invidente. Gilbert va a visitarle todos los días a su habitación, la cual comparte con él; y mientras tanto no está en Pandora, Alice cuida de su amo. Y a Gilbert no es algo que le salga precisamente barato -en resumen, ella se aprovecha de la situación de manera cruel-.

    Llama dos veces, y es incitado a entrar por una aguda voz que dice “adelante”.

    El dueño de esa voz se gira al notar cómo él ingresa dentro, y sonríe de repente. Nota una brisa a sus pies, y luego dos manos en sus rodillas; sin duda se trata de su sirviente. Oz se agacha, con una venda cubriéndole los ojos a modo de protección, y acaricia la cabeza de Gilbert con cariño.

    Ya no están solos.

    Con estos impuros dedos nos abrazamos muchas veces.
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    OMG! Creo que perderé todo mi respeto por comentar esto... pero, eso fue el shonen ai más condenadamente awesome que he leído en mi vida. Estaba desesperada porque hubiera más cofcofperveryocofcof. Simplemente, perfecto. Primero, la canción que elegiste es hermosa, y cada estrofa que separaste iba acorde a lo que ibas escribiendo, como una parte esencial de la historia. Segundo, Tu narración, exquisita, en el punto exacto para conseguir la atención y no aburrir. Tu ortografía, perfecta, o estaba tan ensimismada que ni me di cuenta, pero apuesto que es lo primero ;)

    Y la historia en sí, muestras esa devoción que se logra captar en toda la serie, ese anhelo amo/sirviente que se tienen, que cruza los límites, que se vuelve amistad, cofcofyalgomáscofcof. Y el final fue mi parte favorita... sentí que lo estaba viendo con claridad.

    Excelente, de verdad excelente.
     
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