Howler Snape miró el Howler que latía sobre su mesa, ansioso por gritar la noticia que llevaba dentro. De un azul eléctrico y ribeteado con hilo dorado, sólo llevaba una inicial como firma : G. Snape, ceñudo, se sentó en la silla, y abrió el howler, que temblaba de impaciencia. Maldita sea! - una voz de muchachaba gritaba enfurruñada - has vuelto a dejarme colgada! Eres un desastre en la cama! Me voy con Ron ; él sí es un hombre! - y, deshaciéndose en virutas de papel, el howler desapareció ante sus ojos. Te mereces un castigo por esto... - susurró Snape fijando la vista en la menuda figura que se apoyaba en el dintel de la puerta, sin atreverse a entrar. Ven Aquí! - ordenó con un grito atronador. Avanzó hacia él, y, sumisa, se apoyó en la mesa, pegando el torso a la fría madera y mostrando sus prominentes nalgas. Ah! - gimió, al notar el azote de la mano de Snape, que se tomaba su tiempo para castigarla... Sus mejillas, adientes y ruborizadas, competían con el fuego de sus cabellos, que, desordenados, arañaban su piel...