Kengan Ashura [UVD 2.0] How to draw the line between wrath and mercy?

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Eternatus, 12 Febrero 2020.

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    Eternatus

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    Título:
    [UVD 2.0] How to draw the line between wrath and mercy?
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3712
    Escrito #5 para la actividad Un Valentín Diario 2.0. De nuevo, etiqueto como Kengan Ashura, pero el escrito se basa en la secuela, Kengan Omega. Yyyy, SPOILERS de Kengan Omega, ya del último capítulo además (49?50?). Aquí exploro la teoría de que Worm captura a Koga para usarlo contra Ryuki. Quise tomarme muy literal la prompt y que alguien acabara muerto, pero por una vez dejé la tragedia para ir por el romance un poco más.

    Día 9: Para quien no supo cuánto lo amábamos.

    How to draw the line between wrath and mercy?

    Rage is a quiet thing.

    You think that you've tamed it
    But it's just lying in wait

    El grito se escapa de su garganta sin su permiso, y Koga trata de cortarlo antes de que se vuelva un sonido histérico y más allá del dolor. ¿Cuánto tiempo lleva encerrado en ese lugar? ¿Cuánto tiempo lleva aguantando una tortura que parece inacabable?

    ¿Por qué?

    El joven no entendía qué querían de él. Desde que encontró al rubio en la casa de Yamashita, todo carecía de sentido. La huída, la lucha por sus vidas, la derrota, el secuestro. El dolor.

    A este punto, Koga no sabía si Yamashita seguía vivo. La última vez que lo había visto el CEO estaba roto y tirado en un charco de su propia sangre, inmóvil. ¿Siquiera respiraba?

    Algo caliente y oscuro se agita en su pecho, en lo más profundo de su ser. ¿Yamashita-san estaba… muerto?

    No.

    Una ira como jamás había sentido lo trae de vuelta a la realidad y sus ojos se abren, irises verdes como dos faros iluminando la semi oscuridad de la sala. Su torturador se aparta de él con un sobresalto, mirándolo como si fuera otra persona.

    Como si no lo hubiera visto nunca.

    Narushima Koga no puede evitarlo, una mueca que nada tiene de sonrisa se extiende por sus labios, y sus ojos se abren imposiblemente. Hay algo malmalmal con lo que está pasando con él en ese momento, pero al luchador no le importa.

    Yamashita-san no podía estar muerto.

    La furia se extiende como fuego por sus venas, devolviéndole la movilidad a sus músculos, y algo parecido a la locura se hace dueño de su mente. Koga tenía que salir de aquel lugar y comprobar si su benefactor estaba vivo. Todo lo demás no importaba.

    Algo se rompe a sus espaldas y de repente Narushima es libre. Con desapego el hombre se percata de que acaba de romperse varios huesos de las manos para sacarse las esposas. Ya ha trascendido el dolor físico, así que no se para a pensar en las consecuencias de sus actos y vuelve a recolocar los huesos de un movimiento brusco.

    Su torturador lo mira con los ojos como platos y, a través de unos sentidos que Koga no creía poseer, la habitación le huele a miedo. A desesperación.

    Su no sonrisa se hace aún más grande.

    El miembro de Worm sale de su ensoñación y levanta un cuchillo con destreza y experiencia, algo que habla de años de entrenamiento.

    Mmm, ¿sí?

    Koga ladea la cabeza, contemplándolo a través de unos ojos de otro mundo, de otro lugar. Algo se rebela en su cabeza ante lo que está a punto de hacer, pero el joven lo aparta a un lado. Nada importa ahora.

    El joven acorta la distancia con su torturador y todo termina en un instante. Koga se aparta indiferente del cuerpo a sus pies, mirando asqueado como su pecho aplastado intenta elevarse en respiraciones entrecortadas. Una tortura. Irónico.

    Sin pararse pensar mucho en esto el joven destroza la puerta que lo aparta del resto del edificio de una patada, y aunque el ruido probablemente haya llamado la atención del resto de gusanos, Koga solo sonríe y continúa con su camino. ¿Qué más daba si venían los demás? Los destrozaría a todos.

    Sorprendentemente, no es hasta que ha logrado llegar hasta un pasillo que parece dirigir a la salida que Narushima escucha movimiento. Gritos resuenan en el estrecho espacio, y el sonido de cuerpos chocando entre sí llama su atención. ¿Estaban los gusanos luchando entre sí? Eso facilitaría su escape.

    La molesta voz al fondo de su mente parece gritarle algo, un… ¿nombre? Koga no puede entenderlo, y francamente, le da igual. A sus pies un charco de sangre se va formando poco a poco, recordándole que está herido. Que quizás, solo quizás, morirá pronto.

    Un rostro destrozado y cubierto de sangre lo observa desde su reflejo, y algo en su mirada hace que el joven recule varios pasos. La voz en su mente se hace más fuerte, y Koga por fin entiende lo que dice.

    Gaoh Ryuki, se está comportando como Gaoh Ryuki.

    Algo parecido al raciocinio empieza a retomar el control, pero de nuevo los sonidos de lucha en sus cercanías traen a la bestia de vuelta.

    Narushima se lanza a través del pasillo y una inmensa habitación llena de cadáveres ocupa su visión. Varios hombres, todos ellos armados, luchan con una figura encapuchada a lo lejos, ganando ventaja a cada segundo que pasa.

    La bestia respira con fuerza, inmóvil, y la voz en su cabeza grita. Por primera vez, locura y raciocinio coinciden en algo. Koga no lo piensa dos veces, y en un momento se une a la lucha.

    La figura encapuchada se distrae un segundo, mirándolo, y eso casi le cuesta la vida. El filo de una espada corta allí donde su cuello había estado segundos antes, salpicando sangre en su trayectoria. Koga grita, y el espadachín muere bajo sus manos antes de que sepa lo que está pasando.

    Ryuki, agachado a unos pasos de distancia, lo mira sorprendido mientras se cubre el cuello con dificultad. El joven abre la boca para decirle algo, y Narushima reacciona, entendiendo perfectamente lo que su mejor amigo intentaba decirle.

    Fingiendo una finta, Koga deja que la cadena pase sobre su cabeza, y sin desperdiciar un segundo el joven lanza su combinación de patadas favoritas. Toda la práctica con su tío Joji parece cobrar sentido, como si todo lo que hubiera hecho fuera específicamente para ese momento.

    Para sobrevivir.

    Para comprobar si Yamashita-san seguía vivo.

    Para salvar a Ryuki.

    La patada de luna creciente fuerza a su enemigo a caer de rodillas al suelo, y la patada brasileña a la cabeza le rompe el cuello y le hace estallar el cráneo en mil pedazos.

    Otro muerto, y la parte racional de su mente no parece arrepentirse. Bien.

    A sus espaldas un sonido repugnante y patético lo hace darse la vuelta, y Koga se encuentra con Ryuki, su brazo metido hasta el codo en el torso del último de los gusanos. El hombre gimotea con sus últimas fuerzas, y con un movimiento indiferente Gaoh lo deja caer al suelo, muerto.

    La sangre cubre cada centímetro del cuerpo de Koga, y el joven está seguro de que hay trozos de sesos en su pelo. En cualquier otro momento eso le habría provocado un ataque de pánico. Ahora, aunque la indiferencia y la locura de la bestia han sido sustituidas por la dolorosa racionalidad que le recuerda que sí, ha matado gente, Koga no se arrepiente. No hay lágrimas en sus ojos, y su moralidad está apartada a un lado.

    Ryuki se lleva ambas manos a la garganta, y Koga lo ayuda a detener el sangrado con su sudadera. Si salían de ahí, ambos iban a tener que hacerse análisis de sangre para comprobar que no se habían contagiado alguna enfermedad de transmisión hemática.

    — Ryuki, ¿qué haces aquí? — Narushima no lo entiende. ¿Cómo demonios lo había encontrado? El joven trata de abrir la boca para hablar, pero una tos cargada de sangre lo interrumpe. El de pelo blanco se aparta para dejarlo tomar aire, pero Ryuki lo agarra con fuerza, no queriéndolo dejar ir.

    — Vine… a buscarte. — La honestidad absoluta del luchador más joven le provoca tanto alivio que Koga no sabe cómo lidiar con ello. Su corazón se acelera y Narushima aparta la vista.

    —Gracias, supongo. — Koga se lleva una mano a la nuca, avergonzado, cuando se acuerda de lo que le había llevado a la matanza. — ¿Yamashita-san está vivo?

    Gaoh sonríe y el peso sobre los hombros de Koga desaparece.

    — Sí, lo último que sé de él es que ayer despertó después de su operación. Según los médicos, si se cuida todo irá bien. — La voz de Ryuki es extrañamente grave y rasposa, y parece que cada palabra le cuesta más que la anterior, pero el joven sonríe y Koga se siente como una mierda por forzarlo a hablar cuando su amigo acaba de sobrevivir a un intento de decapitación.

    — Dios, vale. Vale. Tenemos que salir de aquí. ¿Puedes caminar? — Ryuki asiente y Narushima le ayuda a levantarse.

    Ambos tienen un pie en la tumba, pero entre los dos logran salir de la fábrica abandonada y alejarse por un callejón. Koga no sabe dónde están, y por la apariencia de Ryuki y la sangre que empapa su camiseta, no podía preguntarle a su amigo a dónde debían dirigirse.

    Cada paso es un infierno, cada segundo más duro que el anterior, pero el luchador se esfuerza por seguir caminando. Tiene que poner distancia entre la base de Worm y ellos a toda costa.

    Casi media hora después de escapar, Narushima se percata de que Gaoh se está enfriando rápidamente, y aunque ya no se está desangrando, algo le dice a Koga que su mejor amigo se está muriendo.

    El miedo amenaza con apoderarse de su mente, y la bestia abre los ojos, preparada para volver a tomar el control. La idea de que Ryuki muriera lo volvía loco. No podía permitirlo.

    Casi al límite de la inconsciencia, Narushima se fuerza a cargar en brazos los más de ochenta kilos de Gaoh, y con desesperación avanza entre las sombras, buscando algo, cualquier cosa, que lo oriente. ¿Siquiera siguen en Tokyo? Koga no lo sabe, y durante lo que parece una eternidad el joven camina y camina, a momentos corre desesperado, intentando transmitirle calor a Ryuki, que cada vez respira más débilmente.

    En algun momento de su escape, Koga pierde la noción de sí mismo. No hay raciocinio, no hay locura, no hay rabia ni piedad. Koga cesa de existir.

    Lo que el joven nunca llega a saber es que sus pasos lo llevan frente a una comisaría de policía, al mismo tiempo en que determinado hombre con determinados ideales sobre justicia, ya enterado del secuestro de Koga y la sospechosa desapareción de Ryuki, sale de la misma para investigar su caso.

    ¿Coincidencia, tal vez?

    Akoya Seishu contempla al joven, que colapsa sobre las escaleras de la comisaría, su cuerpo protregiendo a Gaoh. Ambos estan cubiertos de sangre y órganos, ambos están al borde de la muerte.

    El policía se lleva el teléfono a la oreja y llama a la única persona que puede hacerse cargo de la situación.



    Días después, Koga se despierta sintiéndose como si lo hubiera atropellado un camión. Cada centímetro de su cuerpo duele, y su mente está tan confundida que el joven tarda unos segundos en comprender dónde se encuentra.

    Las paredes blancas y la luz ténue, junto con el pitido continuo de máquinas le dicen que está en un hospital. Está vivo. Está a salvo. Pero...

    Las máquinas estallan en pitidos apresurados cuando Koga recuerda una parte vital de su escape.

    ¿Y Ryuki?

    Desesperado, el joven intenta levantarse, y entre su alborto y las alarmas de las máquinas, varias enfermeras y un médico entran corriendo en la habitación. En su boca hay un respirador, y el luchador se lo arranca de un movimiento.

    — ¿Gaoh Ryuki ha sobrevivido? — Lágrimas amenazan con escapar de sus ojos, y los sanitarios lo miran con empatía.

    Un hombre bajito y de pelo rubio y liso con una mirada perturbadora se acerca, carpeta en mano, y empieza a escribir en lo que parece ser su ficha.

    — Efectivamente, Koga-kun. Ryuki-kun ha sobrevivido, aunque por ahora está inconsciente. Es una sorpresa que te hayas despertado tan rápido, dada la magnitud de tus heridas… debería diseccionarte para descubrir tu secreto. — La voz del médico, seria pero a la vez sádica, le provoca un estremecimiento.

    — ¡Hanafusa-sensei! Narushima-san acaba de de despertar, no lo alteres. — Una enfermera, vestida como cada cliche de enfermeras que Koga podría imaginarse, regaña al doctor, como acostumbrada a este tipo de comportamientos.

    El luchador siente una gota de sudor escurrirse por su sien, ¿dónde estaba? Varias enfermeras miran al dúo una sonrisa exasperada, lo que le decía al joven que aquello era una ocurrencia usual.

    Maravilloso, tenía que estar en un hospital lleno de locos. Por lo menos Ryuki estaba vivo.




    Koga camina cojeando por los pasillos del hospital universitario. Después de varios días internado, el joven había descubierto que se encontraba en la universidad de Teito, y que el doctor encargado de su caso y del de Ryuki era un agente del gobierno que se decía podía curar cualquier cosa. El hombre estaba loco, pero era muy bueno en lo que hacía.

    Durante el paso de los días varias personas habían ido a visitarlo. Su tío Joji y Kureishi-sensei habían sido los primeros en aparecer cuando las noticias de que Koga había despertado se esparcieron como la pólvora.

    Adam y Cosmo habían llegado un rato después, y gracias a su visita Koga había logrado volver a sentirse como un humano normal. La falta de culpa por haber asesinado a tres personas lo carcomía, y tanto Joji como Kureishi habían visto a través de él y sus excusas, y le habían proporcionado la distracción que necesitaba.

    Si gente tan honorable como sus maestros podía vivir con eso, tal vez Koga también sería capaz. O eso quería hacerse creer.

    Ese mismo día Seki y José habían aparecido trayendo consigo bolsas y bolsas de comida que le habían forzado a comer. Ambos hombres estaban muy preocupados por su salud, ya que a ese punto todas las personas indicadas sabían que Koga había sido torturado hasta casi la muerte. En los ojos de los dos luchadores de la SJPW había un respeto y un entendimiento que no había estado ahí antes, lo que incomodaba un poco al joven.

    ¿Es que sobrevivir a una semana de torturas lo hacía más respetable, mejor? Definitivamente no cancelaba las muertes sobre sus hombros, la sangre en sus manos.

    Ni la culpa que fallaba en aparecer.

    Yamashita-san, Yasuo y Kaede habían ido a visitarle dos días después de que despertara, ya que Kazuo había tenido prohibido moverse hasta que Hanafusa no lo autorizara. Parece que el CEO se había hartado al segundo día, y aunque fuera en silla de ruedas y ayudado por su hijo, el viejo había ido a visitar a Koga.

    El joven, después de verlo sano y salvo, no había podido contener las lágrimas. Si bien sabía que su benefactor había sobrevivido, nada se equiparaba a verlo en carne y hueso, moviéndose de aquí para allá con una sonrisa enorme en la cara.

    Hoy, días después de eso, Koga se sentía mejor consigo mismo. Había logrado racionalizar más o menos por qué no sentía culpa por lo sucedido, y aunque su moralidad le decía que matar a un ser humano era algo que estaba mal, por una vez Koga entendía que había hecho lo que tenía que hacer para sobrevivir.

    Ahora entendía un poco mejor a Ryuki.

    Desde que despertó, no podía sacar a su amigo de su mente. Yamashita le había contado que Ryuki se había descontrolado cuando lo encontró muriéndose en aquel callejón, pero Yasuo había logrado calmarlo lo suficiente para poder llamar a una ambulancia.

    El joven lo había buscado desde aquel momento, sin dormir ni comer durante días para poder encontrarlo. Himuro le había dado caza y lo había forzado a descansar, y gracias a los contactos del Emperador de Hielo, Gaoh había encontrado una pista que lo había llevado finalmente a la fábrica abandonada donde lo tenían.

    Koga se para durante un momento, intentado recuperar el aliento. El corazón le latía a mil, y su cara se había puesto sospechosamente caliente. Narushima aprieta los puños, pensando en cómo su tío Joji había descubierto sus sentimientos hacia su amigo y en cómo el viejo karateka le había dicho que creciera de una vez y se declarara. Viendo como era Ryuki, no tenía nada que perder.

    Llevándose las manos a la cara, Narushima expira con pesadez. Su tío tenía razón. Ryuki era demasiado honesto e inocente como para querer romper su amistad si Koga se declaraba. Gaoh lo había buscado hasta el punto de la autodestrucción, era evidente que le importaba.

    El luchador se toma un momento más y después se dirige a la habitación de su amigo. Su cara aún está roja, pero a Koga no le importa.

    Cuando llama a la puerta, una voz grave y rasposa lo invita a pasar, y un escalofrío le recorre el cuerpo. Hanafusa había dicho que Ryuki nunca recuperaría su voz. Koga se sentía culpable por eso, y algo avergonzado. La nueva voz de Ryuki… lo volvía loco.

    El joven abre la puerta y entra en la habitación antes de que su mente lo convenza de escapar. Ryuki lo saluda desde su cama, una gran sonrisa en sus labios. El de pelo blanco no puede evitar devolvérsela, y como si nunca habieran estado ahí, sus nervios se esfuman.

    — Hey, ¿cómo estás? — Narushima se acerca a la cama, notando como Ryuki tenía los dedos manchados de cera roja. Parecía sangre. En la libreta que sostenía, el luchador había dibujado un… ¿perro? Intentando contener la risa, Koga se alegra de saber que su amigo seguía sin poder dibujar nada decente. Por lo menos eso no había cambiado.

    — ¡Koga! Qué bien que hayas venido, ya te echaba de menos. — La sonrisa que le dedica es tan pura que el joven contiene las ganas de acariciarle la cabeza como si de un cachorro se tratase. — Estoy bien, ya sabes que para mí estas cosas no son nada. El entrenamiento del abuelo me dejaba en peores condiciones.

    Ahh.. lo quedaría Koga por conocer a Gaoh Mukaku y mostrarle por qué la brutalidad infantil no era buena idea.

    Koga levanta la vista sobresaltado, ¿de dónde había salido eso? Desde el incidente con Worm, una voz en su cabeza parecía personarse cuando algo lo molestaba lo suficiente. Esa agresividad, ese odio… no era algo que estuviera ahí antes.

    Ryuki sigue dibujando, aparentemente ajeno al dilema de su amigo, pero la realidad es otra. Después de la discusión que habían tenido hace un tiempo sobre el hecho de que matar estaba mal, Gaoh había percibido un distanciamiento de su amigo que no podía explicar.

    Al principio pensaba que era por sus nervios con el examen, pero después de haber arreglado las cosas, Koga seguía sin ser el de siempre. Hace menos de una semana había matado, por él, nada menos, y las cosas perecían ir aún peor.

    — Me alegro de que estés bien. Mientras escapábamos pensé que morirías. No vuelvas a asustarme de esa forma. — Aunque sus palabras son una broma, Koga está serio, y su mirada clava al más joven en el sitio.

    — Um… ¿lo intentaré? — Ryuki no sabe como responder a eso. ¿Koga no lo odiaba? El de pelo blanco se sienta en la cama apartando sus dibujos y sus ceras, y antes de que pueda quejarse, Koga toma su rostro entre las manos. Gaoh lo mira sorprendido, sin entender lo que está sucediendo.

    — Lo intentaré no me basta. No sabes lo jodidamente terrorífico que fue verte morir en mis brazos. Casi pierdo la cabeza, Ryuki. No creo que pueda aguantarlo otra vez. — Koga apoya su frente contra la del otro luchador, respirando agitado.

    — Pero, pensé que me odiabas... — Sus palabras no son más que un susurro, y Koga siente como se le encoje el corazón. Ciertamente lo había tratado muy mal últimamente, culpándolo por algo que no podía controlar.

    — En realidad es todo lo contrario. Me gustas, Ryuki. — Koga lo mira a los ojos, esperando a que su amigo entienda lo que está diciendo. Si bien Gaoh parece feliz ante esto, Narushima no cree que comprende la situación.

    Antes de que Ryuki pueda responder, Koga lo besa lentamente mirándolo aún a los ojos, y Ryuki se tensa bajo el contacto. El luchador se separa, y el castaño lo mira con confusión.

    — Me gustas más que como un amigo, Ryuki. Si tu no te sientes igual, no importa. Podemos seguir como hasta ahora. — Narushima comienza a levantarse de la cama, pero Gaoh lo toma del brazo y con fuerza lo obliga a sentarse otra vez, mucho más cerca que antes.

    — Hazlo otra vez, lo de los labios. — Gaoh se señala la boca, un extraño sonrojo cubriendo sus mejillas, y a Koga le da un mini infarto. ¿Lo estaba haciendo a propósito?

    — Ehhh... creo que no entiendes lo que-

    Koga no llega a terminar la frase, porque Ryuki se lanza sobre él y lo besa. Para alguien que parece no tener experiencia alguna, Ryuki no lo hace nada mal. Ambos hombres se besan durante unos segundos, y aunque no es profundo ni intenso, para Koga es lo mejor que le ha pasado en la vida. Cuando se separan, los dos respiran agitadamente, y Gaoh sonríe como si no hubiera un mañana.

    — Tú también me gustas, Koga. Creo que ya te lo había dicho hace mucho tiempo. — Con esto el joven vuelve a juntar sus labios con los de Narushima, y esta vez las cosas se descontrolan. El beso escala en intensidad y en unos minutos Koga tiene al más joven apresado entre la cama y su cuerpo.

    La demencia y la racionalidad vuelven a coincidir en algo, y la voz en su mente por fin se mantiene en silencio. Narushima Koga sonríe con demasiados dientes, y Ryuki le devuelve el gesto.

    There's so many ways to give in,

    Another way to make it to ten.
    Gotta simmer, simmer, simmer, simmer, simmer down
     
    Última edición: 12 Febrero 2020

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