Contenido oculto: N/A Este escrito participa en la actividad Pecados Capitales Nick Morganstein había reforzado los cimientos de su empresa a costa de vidas no necesariamente inocentes. Era listo, ordenado, un impecable asesino con un pasado tan oscuro como cualquiera de los que estaban en ese momento reunidos en la mesa ovalada. ¿Qué decían? En realidad, no había estado prestando atención. Desde un principio, desde el momento en que su secretario le había anunciado los planes de aquel día y desde el instante en que se subió a su coche rumbo al edificio, le había parecido una grandísima estupidez. Quería estar en su casa, en su sofá de veinte mil dólares frente a su televisor de sesenta mil dólares y una lata de cerveza en su mano mirando un programa de animales apareándose del cable satelital que su nieta le había insistido en comprar. Era lo más próximo a un descanso, con un fuerte parecido a su retiro soñado: sofá-televisor-cerveza-siestas. No quería hacer nada más, ya había hecho suficiente; entonces, ¿por qué estaba allí escuchando parlotear a su hijo mayor como si fuese el mismísimo Dios dando una prédica a un montón de bastardos? —Tu plan es una mierda —su hijo, su futuro sucesor, le había enviado una mirada frívola por la grotesca interrupción. Lo había humillado frente a un montón de corruptos criminales, podía sentir su odio desde aquella distancia. Podía oírle maldecirlo. Pero no le importó un carajo; no respiraba por él, no respiraba ni siquiera por sí mismo, ¿por qué debería importarle? —. ¿Crees que te escuchas tan brillante? ¿Te sientes importante? En realidad eres basura, hijo de una prostituta. ¿Crees que te seguiré escuchando? ¿Llevar el apellido Morganstein hace que te sientas merecedor no sólo de mi lugar, sino de todo este maldito imperio? Quisiera reír —murmuró con cansancio, no tenía el más mínimo interés de hacer una salida dramática, no tenía ganas de hacer absolutamente nada —, pero tu poca gracia no me lo permite. Eres tan inútil que ni siquiera puedes hacer reír a este viejo podrido. —Tal vez, eso se puede resolver, padre —comentó metiendo su mano dentro de su chaqueta a medida. Pudo ver claramente lo que sacaba del interior: una fina daga que, ante las luces blancas de las lámparas elegantes que colgaban del techo, se presentó al gran asesino con un elegante brillo. Intentó sonreír, el niño creía que podía contra él. De haber tenido los ánimos habría perforado su cabeza con su Magnum 357, pero ya había asumido la idea de que eso nunca iba a pasar y que ese momento solo sería eso, un mero intento. La daga, la fiel compañera de su hijo y la que alguna vez había sido tan suya como de su padre, ya le había atravesado el corazón tan rápida y perfecta. Si hubiera sabido que su muerte sería producto de su pereza, se habría suicidado cuando la energía de su cuerpo juvenil recién comenzaba a ser descubierta. Sin embargo, su muerte no había sido poco honorable; si algo le podría haber reconfortado al viejo Morganstein, era saber que había conseguido la muerte a manos del próximo asesino que derrocaría su puntaje perfecto en el Pozo de la muerte. O al menos eso dirían los rumores. La hora de la muerte fue a las doce y tres minutos, en una noche oscura, sin luna. Una ambulancia vino por él y la única persona que acompañó su cuerpo sin vida fue su secretario, el indulgente Joe Martel. Esa fue la última vez que Nick Morganstein sería visto, convirtiéndose en un lejano recuerdo. Una leyenda que pocos recordarían.
Lo que más me ha sorprendido de la historia es que en ese ambiente sanguinario y cruel, una persona de su calibre, fundador de su empresa, muera precisamente por pereza. Me ha parecido de lo más curioso y me ha encantado precisamente porque me ha chocado. Me gusta mucho la narración siguiendo los pensamientos del protagonista en tercera persona, ha hecho que la posterior intervención de Nick sea todavía más abrupta. Las palabras hacia su hijo son muy duras, especialmente por hacerlo delante de criminales, menguando su autoridad. Me encanta porque mezcla frases y preguntas duras con un hilo de pensamiento más despreocupado. La reacción del hijo era previsible y por el título se intuía que alguien iba a morir, pero no estaba segura de quién sería por la frase de "el niño creía que podía contra él". Me has despistado con eso. También me agrada ese giro de pensamiento del protagonista, viendo el lado positivo en su muerte. No esperaba que morir a manos de su hijo fuera algo digno pero con su explicación incluso me ha convencido. Esa frase final es un gran acierto, deja una sensación triste. Unas pequeñas correcciones por si quieres corregirlo. "Podía oír maldecirlo" , podía oírle maldecirlo estaría mejor. "merecedor no sólo mi lugar" ahí te has comido una palabra, merecedor... de mi lugar. "de su chaqueta a la medida." ahí te sobra ese artículo, se dice chaqueta a medida. Un relato muy interesante, gracias por compartirlo.
Debo decir que al entrar a este foro, me llamó mucho la atención el título del relato, mi primera impresión de éste fue creer que se trataba sobre un hospital. ¡Nada que ver! Y que decir, me alegra mucho de haberme pasado. Me enamoró mucho, pero sobre todo, amé la narración. Creo que el punto fuerte del mismo es la narración; la narrativa que usaste y la atmósfera me envolvió completamente. Hasta me transportó a una lejana era victoriana, quizá, una historia de vampiros, utilizando sutiles descripciones como ese aura se asesinato y esa daga, pero más en la actualidad. Otra cosa que me gustó mucho es el personaje principal, Nick, antes que nada nos resumen todo lo que forjó, lo que vivió para desde mostrarnos como es él en la actualidad, en esos momento, siendo su único deseo era descansar, deseoso de ese retiro soñado (datos que serán muy relevantes para posterior escena): Por esa misma razón, desde el momento en que se nos muestra la relación que tiene con su hijo, el lector puede intuir ya algo, y quizá por eso mismo, el desenlace de aquella reunión de asesinos no desentonó tanto, sí que fue sorpresiva porque no me vi ese desenlace; si bien el título te dice mucho, al final cualquier persona presente pudo ser la víctima, pero no fue tan chocante. Además, las palabra de Nick hacia su hijo; “Quisiera reír, pero tu poca gracia no me lo permite…” me da a entender que lo estaba provocando. Quizá, una última prueba para ver de lo que era capaz. Rematando con estas palabras: “pero ya había asumido la idea”, demostrando que quizá era lo que esperaba, por eso al final se dice que su muerte no fue poco honrosa pues murió al nuevo jefe asesino. Todo y cada oración del mismo relato está por algo, te muestra algo y eso es lo que más me gustó. De nuevo, realmente disfruté mucho este relato, tiene un aire que me gustó mucho. Iba a comentar esos detallitos que comentó mi compañera arriba, pero quitando eso, la narración fue impecable. Sin más que añadir, me despido. Un saludo.
Fuera de este detallito erróneo (creo que sería más correcto decir "Pero le importó un carajo" dado que en realidad no le importaba nada) el escrito está muy bien elaborado, con esa dosis de pereza saliendo por los poros del viejo Nick Morganstein ante lo que ya se había convertido en un verdadero fastidio para él... menos mal, aunque le costara admitirlo, que su hijo fue el encargado de terminar con su desesperanza para mandarlo al fin a descansar de una vida que ya no le era atrayente, y eso me recordó al homúnculo de la pereza cuando dijo "... vivir es tan cansado, tal vez es mejor morir de una vez" (o algo semejante, ya no lo recuerdo bien... ☺☺☺). No tengo más que agregar pues mis antecesoras ya lo han dicho todo. Gracias por escribir.