Saint Seiya Hilos sangrientos【 Minos x Anna 】

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Rashel Vandald, 11 Enero 2021.

  1.  
    Rashel Vandald

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    Escritora
    Título:
    Hilos sangrientos【 Minos x Anna 】
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    739
    Fandom: Saint Seiya © Masami Kurumada. || “The Lost Canvas” © Shiori Teshirogi.

    Tipo de Fic: Drabble.

    Pareja: Anna & Minos.

    Géneros: Friendship.

    Advertencias: WHAT IF. | Crack!Shipp. | OOC.

    Aclaración: Anna no es un OC, aparece en un especial de Teshirogi; canónicamente, en su universo, ella es una "monja oscura" a los servicios del juez.


    _____________________________

    Un potente grito femenino sonó en eco por el espacio rocoso vacío, árido y acompañado únicamente por aquel cielo rojizo y un par de árboles secos.


    —Hazlo de nuevo. No olvides lo que te dije —espetó él.

    —S-sí, mi se-señor.


    Permaneciendo con los brazos cruzados sobre su pecho, apoyado de espaldas contra el tronco de un árbol seco, cercano a ella, los ojos afilados del juez Minos de Grifo, no dejaron de observar con atención a aquella figura delgada que se incorporaba con esfuerzo para intentar, otra vez, tratar de no rebanarse los dedos a sí misma.


    Hasta ahora, era una fortuna que no se haya cortado ninguna extremidad, pero como siguiese hiriéndose de esa manera, dejaría de serle útil a él personalmente.


    —¿Por qué entrenas a una sierva, Minos?


    La voz llena de burla sin gracia de su compañero juez, Aiacos, no era precisamente el sonido que quería oír en estos momentos.


    A decir verdad, no se esperaba que alguno de los otros jueces fuese a atraparlo infraganti en esto.


    —¿Por qué no le pides a tu amante que te entretenga un rato y me dejas en paz?

    —¿Amante? ¿Qué amante?


    Anna gritó contrayendo su mano derecha sangrante. En esos segundos que ella tardó en llevársela a su pecho para hacer presión, Minos miró atento que seguía teniendo 5 dedos, pero al parecer su palma había sido cortada de manera profunda.


    —No debería preocuparte que yo lo sepa —bisbiseó Minos, observando a Anna limpiarse la sangre en la falda de su vestido negro, con el fin de concentrar su recién despertado cosmos para pasar a la práctica, de las lecciones que él le había dado y mostrado antes—. Más bien, deberías preocuparte porque Pandora lo descubra.

    —Ella es problema de Radamanthys —Aiacos chasqueó la lengua.

    —Y el tuyo también, como ella descubra que tienes una aventura con esa loca que, por más que actúe como hombre sigue siendo una mujer… —sonrió burlón—, al menos… a tus ojos, seguro va a tomar eso en cuenta en caso de que le hagas enojar.

    —No es mi problema porque yo no tengo una aventura con nadie. Amantes tenemos todos nosotros.

    —Sabes que ese tipo de placeres no están a disposición de los espectros.

    —Como si eso te importase —comenzando a alejarse, Aiacos resopló—. Aunque, ¿no será por algo así que tú tratas de enseñarle algo a ese espantapájaros?


    Detectando que Aiacos buscaba vengarse del insulto que Minos le había lanzado a esa mujer que en lo más mínimo podría atraerle, el juez de Grifo, parpadeó tranquilo dejándolo pasar.


    —Lárgate ya, Aiacos —dijo sin molestarse; sin ninguna emoción palpable, a decir verdad.


    Apenas su compañero se fue, Minos dejó su postura para acercarse a Anna. La tarde de ayer habían hecho exactamente este mismo entrenamiento y, como era de esperar, la pequeña monja todavía no estaba lista para pasar a…


    —Mire —musitó ella, dándose la vuelta, temblorosa y con la sangre escurriendo de sus manos; pero con finos hilos azules emanando de sus dedos; estos se movían con gracia y lucían casi perfectos—. Ya casi… ya casi…


    Aguantando una sonrisa orgullosa, Minos alzó sus propias manos hacia las de ella, logrando que Anna, desconcertada, desvaneciese los hilos para que él pudiese tomarlas y mirarlas con desaprobación.


    —Mira este desastre —musitó antes de que la monja retuviese un chillido cuando Minos tocó con su pulgar, el dedo meñique de la mano izquierda. Ese estaba a un paso de caerse, seguro—. Vamos, hay que hacer algo con eso.

    —¿He-hemos ter-terminado por hoy? —sudorosa, cansada, incluso pálida; ella trató de seguirlo corriendo.


    De no ser porque Minos sabía que había un segundo maldito hijo de perra viéndolos desde las sombras…


    «Púdrete tú también, Radamanthys» Minos apretó fastidiado la quijada.


    De no ser porque él estaba ahí donde nadie le había mandado, Minos habría desmayado a Anna para poder llevarla rápido a curarse esos espantosos cortes.


    —FIN—
     
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