Hija Jolyne se apresuró a asomarse por la ventana que daba hacía afuera al escuchar el sonido de un vehículo estacionarse cerca. Sonrió al ver salir del carro a su papá. La pequeña niña de seis años brincó emocionada porque tenía meses que no había visto a su querido padre, y demostrando su emoción fue a buscar a su mamá, quien sonriendo le dijo que fuera a saludarlo. —¡Papi! —gritó emocionada mientras él entraba a la casa y era embestido por su pequeña, recibiendo un fuerte abrazó de su parte—. Bienvenido a casa —Rio. —Aquí estoy. Jolyne era una niña muy enérgica, amable y juguetona. —¿Juegas conmigo? —invitó ella mientras su padre la bajaba. —Lo siento, Jolyne, no tengo tiempo ahora. Más al rato. La pequeña infló sus cachetes, malhumorada y con los brazos cruzados observó la figura de su padre. —Pero acabas de llegar, ¿cómo no vas a tener tiempo? —cuestionó. —Tengo mucho trabajo —contestó él colocando su mano sobre la pequeña cabeza de su hija, aquel gesto pareció tranquilizarla un poco—: Jugaré contigo al terminar, te lo prometo. Sus labios dibujaron una sonrisa porque disfrutaba cada minutos en que ella pasaba al lado de su padre. Jotaro Kujo siempre fue una persona muy distante y se la pasaba enfocado en su trabajo por lo que no dedicaba mucho tiempo a su pequeña familia, a pesar de eso, la pequeña admiraba y quería a su padre, sin embargo… Ni había pasado una semana de su llegada cuando de nuevo él, se marchó, sin decir nada. Dejándolas una vez a su madre y a ella solas. —¿Por qué papi siempre se va? —preguntó a su madre con lágrimas en sus ojos. Era una niña que solo deseaba estar al lado de su padre, de jugar con él. —Porque tiene que trabajar. —Pues que ya no trabaje —comenzó a llorar. Jolyne era una hija que solo deseaba sentir el amor de su padre—. ¿Mi papá me odia? ¿Él me odia? Comenzó a pensar que tal vez él no la amaba. —Claro que no, cariño —Intentó consolas a su hija, abrazándola—. Él te ama, a su extraña manera, pero te ama mucho y nunca olvides eso. La pequeña Jolyne fue creciendo, viendo como su padre iba a casa cada vez menos, dándole más importancia a su trabajo que a su familia, así que ella se convirtió en una busca pleitos, resentida por su padre, especialmente cuando éste no hizo nada para salvar su matrimonio; diciéndose a sí misma que lo odiaba, que ya no lo necesitaba aunque en realidad lo único que buscaba era su cariño.