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    Gumi Mininawa-Chan

    Gumi Mininawa-Chan Entusiasta

    Piscis
    Miembro desde:
    12 Abril 2013
    Mensajes:
    80
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    HETAMAGO DE OZ
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1188
    “HETAMAGO DE OZ”
    CAPÍTULO I.- “EL CICLÓN”
    [​IMG]
    Sey vivía en medio de las extensas praderas de Kansas, con su Tío Sadik y sus primos Heracles y Gupta
    La casa que los albergaba era pequeña, pues
    La madera necesaria para su construcción debió ser transportada en carretas desde muy
    Lejos. Constaba de cuatro paredes, piso y techo, lo cual formaba una habitación, y en ella
    Había una cocina algo herrumbrada, un mueble para los platos, una mesa, tres o cuatro, sillas y las camas.
    Sey ocupaba una pequeñita en otro rincón. No había altillo ni tampoco sótano,
    Salvo un hueco cavado en el piso, y al que llamaban refugio para ciclones, donde la
    Familia podía cobijarse en caso de que se descargara un huracán lo bastante fuerte como para barrer con cualquier edificio que hallara en su camino. A este hueco -pequeño y oscuro- se llegaba por medio de una escalera y una puerta trampa que había en medio del piso.
    Cuando Sey se detenía en el vano de la puerta y miraba a su alrededor, no podía
    Ver otra cosa que la gran pradera que los rodeaba. Ni un árbol ni una casa se destacaba en la inmensa llanura que se extendía en todas direcciones hasta parecer juntarse con el cielo. El sol había calcinado la tierra arada hasta convertirla en una masa grisácea con una que otra rajadura aquí y allá. Ni siquiera la hierba era verde, pues el sol había quemado la parte superior de sus largas hojillas hasta teñirlas del mismo gris predominante en el lugar. En un tiempo la casa estuvo pintada, pero el calor del astro rey había levantado ampollas en la pintura y las lluvias se llevaron a ésta, de modo que la vivienda tenía ahora la misma tonalidad grisácea y opaca que todo lo que la circundaba.
    Cuando su Tío Sadik se mudo a vivir ahí, era una persona alegre y energética. En cambio Ahora era demasiado enjuto y jamás sonreía.
    Cuando Sey quedó huérfana y fue a vivir con ella, el Tío Sadik solía sobresaltarse tanto de sus risas que lanzaba un grito y se llevaba la mano al corazón cada vez que llegaba a sus oídos la voz de la pequeña, y todavía miraba a su sobrina con expresión de extrañeza, preguntándose qué era lo que la hacía reír.
    Tampoco reía nunca el primo Gupta, quien trabajaba desde la mañana hasta la noche e
    Ignoraba lo que era la alegría. —Su expresión era solemne y dura. —
    Heracles, su primo. Tampoco era una persona muy “energética”, Solía pasarse las tardes leyendo con calma y tranquilidad, o dormir unas largas siestas—Que duraban casi todo el día. —Su modo de actuar era tardío y monótono, y casi nunca hablaba con Sey
    Era Mai el que hacía reír a Sey y el que la salvó de tornarse tan opaca como el Medio ambiente en que vivía. Mai no era gris; Era un pequeño atún, que amaba hacer piruetas—Todo para divertir a su dueña— Mai jugaba todo el día y Sey le acompañaba en sus juegos y lo quería con todo su corazón.
    Empero; ese día no estaban jugando. El tío Sadik se hallaba sentado en el umbral y
    Miraba al cielo con expresión preocupada, notándolo más gris que de costumbre. De pie
    A su lado, con Mai en sus brazos, Sey también observaba el cielo. Y su primo Gupta estaba lavando los platos.
    Desde el lejano norte les llegaba el ronco ulular del viento, y tío y sobrina podían ver
    Las altas hierbas inclinándose ante la tormenta. Desde el sur llegó de pronto una especie de silbido agudo, y cuando volvieron los ojos en esa dirección vieron que también allí se agitaban las hierbas.
    — ¡Gup, Her, Viene un ciclón!—Les grito a sus hermanitos—Iré a ocuparme de los animales. —Informo
    Y echó a correr hacia los cobertizos donde estaban las vacas y caballos.
    Gupta y Heracles dejaron sus trabajos para salir a la puerta-Este último, durmiendo- desde donde vio con una sola ojeada
    El peligro que corrían.
    — ¡Sey! —Grito. — ¡Corre al sótano!—Grito Heracles
    Mai saltó de entre los brazos de la niña para ir a esconderse bajo la cama, y Sey
    Gupta y Heracles, corrieron tras de ella
    Al fin logró Sey atrapar a Mai y
    Se volvió para seguir a su tío; pero cuando se hallaba a mitad de camino arreció de pronto
    El vendaval y la casa se sacudieron con tal violencia que la niña perdió el equilibrio y tuvo que sentarse en el suelo.
    Entonces ocurrió algo muy extraño. La vivienda giró sobre sí misma dos o tres veces
    Y empezó a elevarse con lentitud hacia el cielo. A Sey le pareció como si estuviera
    Ascendiendo en un globo.
    Los vientos del norte y del sur se encontraron donde se hallaba la casa, formando allí
    El centro exacto del ciclón. En el vórtice o centro del ciclón, el aire suele quedar en
    Calma, pero la gran presión del viento sobre los cuatro costados de la cabaña la fue
    Elevando cada vez más, y en lo alto permaneció, siendo arrastrada a enorme distancia y con tanta facilidad como si fuera una pluma.
    Reinaba una oscuridad muy densa y el viento rugía horriblemente en los
    Alrededores, pero Sey descubrió que la vivienda se movía con suavidad. Luego de las
    Primeras vueltas vertiginosas, y después de una oportunidad en que la casa se inclinó
    Bastante, tuvo la misma impresión que debe sentir un bebé al ser acunado.
    —A Mai no le gustaba todo aquello—Sey quedose quieta en el piso, aguardando para ver qué iba a suceder.
    En una oportunidad el perrillo se acercó demasiado a la puerta abierta del sótano y
    Cayó por ella. Al principio pensó la niña que lo había perdido; pero a poco vio una de sus
    Orejas que asomaba por el hueco, y era que la fuerte presión del huracán lo mantenía en el
    Aire, de modo que no podía caer. La niña se arrastró hasta el agujero, atrapó a Mai por la
    Oreja y lo arrastró de nuevo a la habitación después de cerrar la puerta trampa a fin de que no se repitiera el accidente.
    Poco a poco fueron pasando las horas y Sey se repuso gradualmente del susto;
    Pero se sentía muy solitaria, y el viento aullaba a su alrededor con tanta fuerza que la niña estuvo a punto de ensordecer. Al principio habíase preguntado si se haría pedazos cuando la casa volviera a caer; mas a medida que transcurrían las horas sin que sucediera nada terrible, dejó de preocuparse y decidió esperar con calma para ver qué le depararía el futuro.
    Al fin se arrastró hacia la cama y acostase en ella, mientras que Mail a imitaba e iba a tenderse a su lado...
    A pesar del balanceo de la cabaña y de los aullidos del viento, la niña terminó
    Cerrando los ojos y se quedó profundamente dormida.
     
    Última edición: 10 Agosto 2013
  2.  
    Gumi Mininawa-Chan

    Gumi Mininawa-Chan Entusiasta

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    “HETAMAGO DE OZ”​
    CAPÍTULO II.-
    “LA CONFERENCIA CON LOS MOCHIS”
    A Sey la despertó una sacudida tan fuerte y repentina que si no hubiera estado
    Tendida en la cama podría haberse hecho daño. Así y todo, el golpe le hizo contener el
    Aliento y preguntarse qué habría sucedido.
    Al sentarse en el lecho, la niña notó
    Que la casa ya no se movía; además, ya no estaba oscuro, pues la radiante luz del sol
    Penetraba por la ventana, inundando la habitación con sus áureos resplandores. Saltó del lecho y, con Mai pegado a sus talones, corrió a abrir la puerta.
    En seguida lanzó una exclamación de asombro al mirar a su alrededor, mientras que sus ojos se agrandaban cada vez más ante la vista maravillosa que se le ofrecía.
    El ciclón había depositado la casa con bastante suavidad en medio de una región de
    Extraordinaria hermosura. Por doquier veías el terreno cubierto de un césped de color esmeralda, y en los alrededores se elevaban majestuosos árboles cargados de sabrosos frutos maduros.
    Abundaban extraordinariamente las flores multicolores, y entre los árboles y arbustos revoloteaban aves de raros y brillantes plumajes. A cierta distancia corría un arroyuelo de aguas resplandecientes que acariciaban al pasar las verdosas orillas, susurrando en su marcha con un son cantarina que resultó una delicia para la niña
    Procedente de las áridas planicies de Kansas.
    Mientras observaba entusiasmada aquel extraño y maravilloso espectáculo, notó
    Que avanzaba hacia ella un grupo de las personas más raras que viera en su vida. No eran tan grandes como los adultos a los que conocía, pero tampoco eran muy pequeñas. En verdad, no parecían tener ni la misma estatura de Sey-que era bastante alta para su edad-
    No, no eran personas.
    A Sey le parecieron unas pequeñas masitas blancas que saltaban y rebotaban con gracia y alegría.
    Uno de ellos-Parecía ser el menor-Tenia un pequeño y divertido rulito del lado del lado derecho.
    Se escondía asustado detrás de otro que lo miraba con sus profundos ojos celestes, suspirando pesadamente.
    Otro de ellos tenía una gran sonrisa y tenía sobre su cabeza un pequeño tomate. Estaba junto a uno mas pequeño con un rulito del lado izquierdo-Este lo miraba con odio, y las mejillas sonrojadas.-
    Sey se percato de que todos eran iguales, pero tenían uno o más adornos que los diferenciaban del resto.
    Cuando llegaron cerca de la casa a cuya puerta se hallaba parada la niña, se
    Detuvieron y hablaron por lo bajo, como si no se atrevieran a seguir avanzando. Pero la masita, con un divertido sombrerito de copa y prominentes cejas, llegó hasta Sey, hizo una profunda reverencia y dijo con voz tranquila:
    —Noble hechicera, bienvenida seas a la tierra de los “Mochis”. Te estamos profundamente agradecidos—Dijo con una sonrisa.
    Junto a él se acerco una pequeña macita blanca, con unos grandes ojos café sin brillo alguno.
    —Te estamos profundamente agradecidos por haber matado a la Maligna Bruja del Oriente y liberado así a nuestro pueblo de sus cadenas, Desconocida-San—Dijo con una sonrisa
    Sey lo escuchó con gran extrañeza. ¿Por qué la llamaría hechicera, y qué quería
    Significar al decir que había matado a la Maligna Bruja del Oriente? Ella era una niñita “inocente e inofensiva” a la que el ciclón había alejado de su hogar, y jamás en su vida mató a nadie.
    Mas era evidente que la masita esperaba una respuesta, de modo que la pequeña contestó tras cierta vacilación:
    —Es usted muy amable, pero debe tratarse de un error. Yo no he matado a nadie.—Dijo, nerviosa
    —Bueno, al menos lo hizo tu casa —rió la Macita—, lo cual viene a ser lo mismo. Fíjate
    —continuó, mientras rebotaba indicando una esquina de la vivienda—Allí se ven sus pies que sobresalen por debajo de una de las tablas.
    Al mirar hacia el lugar indicado, Sey dejó escapar un gritito de miedo. En efecto, precisamente debajo del rincón de la casa, veías asomar dos pies calzados con
    Puntudos zapatos de plata.
    —¡Sáquenme de aquí! ¡Nii-San!— Chillo la “Bruja”—¡Si no me sacan juro, que se arrepentirán!—Grito—¡Nii-San! ¡Nii-San! ¡Nii-San, sálvame!—Exclamo
    —¡Dios mío! ¡Dios mío! —Exclamó la niña con gran desazón—Le debe haber caído
    Encima la casa. ¿Qué haremos ahora?
    —Nada se puede hacer —Fue la tranquila respuesta de la masita.
    —¡Estoy viva, idiota!—Grito
    —¿Pero quién era? —quiso saber Sey.
    —La Maligna Bruja del Oriente, “La Bruja Natasha”, como ya te dije. La que tenía esclavizados a los Mochis desde hacía años, obligándolos a trabajar para ella noche y día. Ahora se han liberado, y te agradecen el favor.—Contesto
    —¿Quiénes son los “Mochis”? —preguntó Sey.
    —La gente que vive en esta tierra del Oriente, donde mandaba la Bruja Maligna.
    —¿Y usted es un “Mochi”?—Pregunto
    —Si, aunque vivo en las tierras del Norte. Cuando vieron que la Bruja del Oriente estaba muerta, los Mochis me enviaron un mensajero a toda prisa y vine al instante. Yo soy la Bruja del Norte.—Contesto
    —¡Cielos! -exclamó Sey—.¿Una bruja verdadera?
    —En efecto —respondió la Masita
    —Ey, Ey, ¿Así que esta es la pequeña valiente, que libero a los pequeños “Mochis”?—Pregunto una voz detrás de ellos.
    Sey, desvió su vista hasta toparse con una joven alta de tez blanca, con un largo cabello castaño ondulado y unos grandes ojos verde esmeralda. Vestía un largo vestido rosa de seda y en su mano izquierda balanceaba divertida una pequeña barita.
    Lo que más le sorprendió, fue verla flotando en una gran burbuja rosa, que al poco tiempo exploto.
    —¡Bruja Eli!—Exclamo la pequeña macita con el rulo derecho
    —¿Eres una bruja?—Pregunto incrédula, Sey
    —Si. Pero soy una bruja buena y la gente me quiere.—Dijo
    —¡No todos de quieren, loca!—Grito una macita, con los ojos rojos y un pequeño pollo arriba del.
    —¡Cállate, Mochi-Pruss!—Grito molesta—No soy tan poderosa como lo era la Bruja Maligna del Norte, que gobernaba aquí, pues de otro modo yo misma habría liberado a la gente.—Contesto—Mi nombre es Elizabetha—Dijo con una sonrisa
    —Pero yo creía que todas las brujas eran malas —arguyó la niña, atemorizada al verse
    Frente a una bruja.
    —No, no, eso es un error. Había cuatro brujas en total en el País de Oz, y dos de ellas,
    Las que viven en el Norte y el Sur, son brujas buenas. Las que vivían en el Oriente y el
    Occidente eran, en cambio, brujas malvadas; pero ahora que tú has matado a una de ellas,
    Sólo queda una mala en todo el País de Oz, y es la que vive en el Occidente.
    —Pero… —objetó Sey luego de un meditativo silencio—El primo Heracles me contó que todas las brujas murieron hace ya muchísimos años.—Dijo extrañada
    —¿Quién es Heracles? —preguntó Mochi-Talia
    —Es mi primo, la que vive en Kansas, la región de donde vengo—Contesto con una sonrisa
    La Bruja del Norte meditó un momento, con la cabeza gacha y los ojos fijos en el suelo. Al fin levantó la vista y dijo:
    —No sé dónde está Kansas, pues es la primera vez que la oigo mencionar. Pero dime, ¿es un país civilizado?—Pregunto
    —Como si tú fueras muy civilizada—Dijo con burla Mochi-Pruss, para después caer desmayado por un sartenazo en la cabeza
    —Sí, claro.—Contesto—Pero…. ¿El estará bien?—Dijo preocupada
    —No te preocupes, nunca lo golpeo tan fuerte-Contesta restándole importancia—Entonces esa es la causa. Creo que en los países civilizados ya no quedan brujas ni brujos, magos o hechiceras. Pero el caso es que el País de Oz nunca fue civilizado, pues estamos apartados de todo el resto del mundo. Por eso es que todavía tenemos brujas y magos.—Dijo
    —¿Quiénes son los magos?
    —El mismo Oz es el Gran Mago -manifestó la Bruja en voz mucho más baja—Es más poderoso que todos los demás juntos, y vive en la Ciudad Esmeralda.
    Sey iba a hacer otra pregunta; pero en ese momento los Mochis, que habían escuchado en silencio, lanzaron un grito agudo y señalaron hacia la esquina de la casa bajo la cual yacía la Bruja del Oriente.
    —¿Qué pasa? —preguntó Elizabetha, y al mirar rompió a reír. Los pies de la Bruja muerta habían desaparecido por completo y no quedaban más que los zapatos de plata-.
    Era tan vieja que el sol la redujo a polvo. Así termina ella, pero los zapatos son tuyos y te los daré para que los uses.
    Recogió los zapatos y, luego de quitarles el polvo, se los entregó a Sey.
    —La Bruja del Oriente estaba orgullosa de esos zapatos plateados —comentó uno de los
    Mochis-, y creo que tienen algo mágico, aunque nunca supimos cuál era su magia.—Dijo
    Sey los llevó al interior de la casa y los puso sobre la mesa. Cuando volvió a salir, dijo:
    —Estoy ansiosa por volver al lado de mi tío y mis primos, pues es seguro que estarán preocupados por mí. ¿Pueden ayudarme a encontrar el camino?—Pregunto
    Los Mochis y la Bruja se miraron unos a otros y luego a Sey. Al fin menearon las cabezas.
    —Hacia Oriente, no muy lejos de aquí, aru —dijo un Mochi, con una divertida coleta—está el gran desierto que nadie puede Cruzar, aru.—Infomro
    —Lo mismo que en el Sur Da~—declaró otro, con una larga bufanda—pues yo he estado allí y lo he visto. El Sur es el país de los Quadlings.—Dijo—Kol Kol Kol Kol—Mumuro
    —Y a mí me han dicho que en el Occidente es lo mismo -expresó el tercero, con unos lentes y un largo rulito encorvado—Y ese
    País, donde viven los Winkies, es gobernado por la Maligna Bruja de Occidente, que te
    Esclavizaría si pasaras por allí.—Dijo asustado
    —Disculpe, ¿y usted es...?—Pregunto Mochi-Nihon
    —Soy Mochi-Canadá…—Murmuro
    —En el Norte está mi país —Dijo la Mochi-Nihon— y en su límite se ve el gran desierto que rodea el País de Oz. Desconocida-San, mucho temo que tendrás que quedarte a vivir con nosotros.—Dijo
    Al oír esto, Sey empezó a sollozar, pues se sentía muy sola entre aquella “gente” tan extraña. Sus lágrimas parecieron apenar a los bondadosos Mochis, los que en seguida sacaron sus pañuelos y rompieron también a llorar. En cuanto a la Bruja buena, se quitó el gorro cónico y lo puso en equilibrio sobre la punta de la nariz mientras contaba hasta tres con voz solemne. Al instante, el gorro se convirtió en una pizarra sobre la que estaban escritas con tiza las siguientes palabras:
    DEJEN QUE SEY VAYA A LA CIUDAD ESMERALDA
    La bruja se quitó la pizarra de la nariz y, una vez que hubo leído el mensaje,
    Preguntó:
    —¿Te llamas Sey, querida?—Pregunto Mochi-UK
    —Sí. —La niña levantó la vista y se enjugó las lágrimas.
    —Entonces debes ir a la Ciudad Esmeralda. Puede que Oz quiera ayudarte.—Dijo con una sonrisa
    —¿Dónde está esa ciudad?
    —En el centro exacto del país, y la gobierna Oz, el Gran Mago de quien te hablé.—Dijo Mochi-Nihon
    —¿Es un buen hombre? —Preguntó Sey en tono ansioso.
    —Es un buen Mago. En cuanto a si es un hombre o no, no podría decirlo, pues jamás lo he visto.—Contesto
    —¿Y cómo llegaré hasta allí?
    —Tendrás que caminar. Es un viaje largo, por una región que tiene sus cosas agradables y sus cosas terribles. Sin embargo, emplearé mis artes mágicas para protegerte de todo daño.—Dijo Mochi-UK
    —¿No irá usted conmigo? —suplicó la niña, que había empezado a considerar a la bruja y a esos dos pequeños como sus amigos.
    —No puedo hacer tal cosa; pero te daré un beso, y nadie se atreverá a hacer daño a una persona a quien ha besado la Bruja del Norte.—Contesto
    Acercase a Sey y, con gran suavidad, la besó en la frente. La niña descubrió más tarde que sus labios le habían dejado una señal luminosa en el lugar donde rozaron su piel.
    —El camino que va a la Ciudad Esmeralda está pavimentado con ladrillos amarillos —
    Expresó la Bruja— de modo que no podrás perderte. Cuando veas a Oz, no le tengas
    Miedo; cuéntale lo que te ha pasado y pídele que te ayude. Adiós, querida mía.—Dijo con una sonrisa—¡Ah! ¡Si ves a el hombre de hojalata y al espanta pájaros, tómales una foto!—Grito emocionada
    —¿Una foto?—Pregunto extrañada
    —¡Es que me encanta el Yaoi de ellos dos!-Exclamo emocionada Elizabetha—Se que se aman…yo lo sé….yo lo sé….—Murmuro sonrojada, mientras un hilo de sangre amenazaba con salir de su nariz
    Los Mochis la miraron con pena
    —Bueno, ¡Adiós!—Dijo sonriendo
    Los Mochis se inclinaron respetuosamente ante la niña y le desearon un agradable viaje, después de lo cual se alejaron por entre los árboles. La Bruja le hizo una
    Amable inclinación de cabeza, giró tres veces sobre su tacón izquierdo y desapareció por
    Completo, para gran sorpresa de Mai, el que empezó a moverse de un lado a otro. A más y mejor ahora que ella se había ido, pues no se había atrevido a gruñir siquiera en su presencia.
    Pero Sey, que sabía que era una bruja, estaba preparada para su brusca partida, de modo que no sintió la menor sorpresa.
     
    Última edición: 9 Agosto 2013
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