Drabble de Pokémon - Haunted (Paul & Dusknoir)

Si... el titulo tampoco me convence...
Para el concurso de Satis... para aquellos que creen que los pokemons son todos lindos y puro amor... ¡estan equivocados!

Haunted​

El joven de cabellos morados puso sus manos en los bolsillos de sus jeans mientras caminaba, ignorando a todos alrededor, como siempre. Se dirigía a su hogar, aquel departamento solitario en el otro extremo de la ciudad, a donde se había mudado tras haber ganado la Liga Sinnoh. Sonrió al recordar su gran victoria sobre Ash Ketchum, su derrota sí que había sido patética…

Continuó caminando entre la gente, importándole poco las personas apuradas, los gritos, el ruido. Paul ignoraba todo, no tenía el más mínimo interés en lo que sucedía, ¿por qué no habría de ignorarlo? Quería llegar a su hogar, dejar sus cosas, y luego salir a entrenar hasta entrada la noche. Después de todo, si quería seguir siendo un campeón, debía apegarse a su rutina.

Sintió algo, una presión en el pecho. Se detuvo en seco y miró alrededor. Miró si alguien lo seguía. Nada. Extraño, tuvo la sensación de que estaba siendo observado, un escalofrío había recorrido su espalda el momento en que se había detenido. Decidió no otorgarle ninguna importancia y prosiguió con su caminata.

Su caminata finalmente concluyó. Llegó a su apartamento, abrió la puerta y dejó a un lado su mochila. Tomó de ella seis pokebolas, las guardó en su bolsillo y abandonó el lugar. Tocó el botón del ascensor para bajar más rápido y el aparato llegó enseguida. Apretó el botón para descender a la planta baja, y el elevador se apuró a cumplir su función, pero no pasó ni un minuto y el ascensor se detuvo, la luz explotó y se quedó a oscuras.

—Estúpido elevador —comentó Paul, mirando con rabia la puerta que no se abría.

Oprimió varias veces el botón de emergencia, pero sin resultado alguno. Conservando como siempre la calma, sacó una de sus pokebolas y liberó a su Magmar. Afortunadamente, aún no lo había evolucionado en Magmortar, pues de lo contrario habría tenido problemas con la capacidad de peso del ascensor.

El fuego de Magmar le aportó algo de visibilidad al pequeño lugar. Llegando a la conclusión de que quedarse ahí sería una pérdida de tiempo, localizó la salida de emergencia sobre su cabeza y, con ayuda de Magmar, la alcanzó sin problema alguno. Una vez fuera, regresó al pokémon de fuego a su pokebola, y se dedicó a pensar en una posible salida.

No era tonto, sabía que si se aferraba a la pared y el elevador ascendía, podía irse despidiendo de sus dedos. Tras un pequeño debate interno, el joven tomó otra pokebola y liberó a su Hunchcrow. Utilizando a su pokémon volador, alcanzó el nivel más alto del edificio, donde encontró la puerta abierta, e ingresó por ella.

Dos segundos después, ni más ni menos, de que regresó al ave a su pokebola, el ascensor ascendió bruscamente hasta el punto más alto del edificio. Si Hunchcrow se hubiese quedado allí, ahora sólo habría un montón de sangre y plumas en su lugar. Con un pequeño escalofrío que jamás admitiría, Paul decidió bajar por las escaleras.

El entrenamiento fue básicamente breve. Paul intentó que no le afectase, pero no podía dejar de pensar en la escena del ascensor, ¿qué hubiese pasado si hubiese tardado tan sólo unos segundos más? Ahora estaría...

—¿Qué rayos me pasa? Yo no tengo estos pensamientos de perdedor —dijo Paul con su usual frialdad. Miró a continuación a todos sus pokémons— Suficiente por hoy.

Y con esas palabras, los regresó a sus respectivas pokebolas. Tras regresar al último, comenzó a sentir como la temperatura descendía rápidamente. Estaba anocheciendo, y refrescando, no era bueno para su salud. Guardando sus pokebolas en su bolsillo, tomó su abrigo color azul oscuro para abrigarse, pero descubrió que no abrigaba mucho más, de hecho no sintió que su temperatura corporal cambiase en lo más mínimo.

Se encogió de hombros y resolvió regresar hasta la ciudad antes de que se hiciera muy tarde, necesitaba descansar bien para que el entrenamiento del día siguiente fuese fructífero. Caminó por el bosque donde había estado entrenando en las afueras de Ciudad Veilstone. El viento hacia menear las hojas de los árboles, causando un sonido siseante que podía volverse tanto molesto como escalofriante. El frío rasgaba su cara toscamente, haciéndole sufrir por la falta de calor. El frío no podía ser natural, algo andaba mal, nada de esto había estado anunciado en el informe del clima de esta mañana.

Sintió una presencia y se volteó inmediatamente. Lo encontró y, como sospechaba, se trataba de un pokémon. Un tipo fantasma, ya lo había visto en otra ocasión así que no necesitó de su pokedex para identificarlo. Dusknoir, el pokémon fantasma, se encontraba frente a él… y ninguno de los dos se inmutaba siquiera.

Pensó en sus posibilidades. Sería una buena adición para su equipo, pero recordó que las criaturas que traía con él se encontraban agotadas por el entrenamiento, y no era tan estúpido como para pensar que podrían enfrentarse con su oponente en tal estado, sobre todo tratándose de un fantasma con bastante poder, no por nada era la tercera fase evolutiva. Notó que el pokémon no se movía, por lo que suspiró agresivamente.

—¿Qué quieres? —preguntó irritado.

Ningún sonido fue emitido por el fantasma. Completamente irritado y sin intenciones de quedarse a averiguar que pretendía, se dio media vuelta y se retiró del bosque.

Cuando llegó a Ciudad Veilstone, lo primero que notó fue que ese Dusknoir lo estaba siguiendo. Ni siquiera tenía que darse vuelta para comprobarlo, esa sensación de frialdad extrema que le causaba, porque no había otra explicación para el frío sobrenatural que atravesaba su cuerpo, no abandonaba su sistema. Resolvió ignorarlo, no tenía otra opción, y siguió caminando con las manos en sus bolsillos, ignorando tanto el espeluznante frío como su espeluznante y silencioso acosador.

Los días pasaron y la rutina se repetía. Paul amanecía y comenzaba su entrenamiento matutino. Desde el momento en que abandonaba su edificio, comenzaba el frío, y no habría abrigo que lo detuviera, porque Dusknoir lo seguía y eso no cambiaba por más que se pusiese mil abrigos. El entrenamiento trascurría mientras él y sus pokémon eran observados por el silencioso fantasma, como si los estuviera analizando en silencio.

Su almuerzo transcurría en el Centro Pokémon, mientras Joy reestablecía la condición y salud de sus agotados pokémon. Luego se retiraba a visitar a su hermano Reggie, aunque él no era el motivo de su visita, sino que lo que realmente hacía era mirar el estado de los pokémon que dejaba con él, analizando si alguno ya tenía aptitudes para estar en su equipo e intercambiando a algunos de ellos para que tuvieran un entrenamiento decente. El entrenamiento se reanudaba por la tarde, y así hasta entrada la noche, donde regresaba a su hogar para cenar, asearse y finalmente descansar temprano para repetir la rutina al día siguiente. Todo esto, por supuesto, observado por Dusknoir.

Pero lo más curioso de todo no era el hecho de que estaba siendo acosado por un pokémon aparentemente mudo, sino que nadie parecía notarlo. Ni Reggie, ni las personas normales que veía en la calle, ni siquiera sus propios pokémon alguna vez demostraban signos de reconocer su existencia, puesto que normalmente se habrían sentido incómodos ante tal observación. La personalidad fría de este muchacho, sin embargo, impedía que demostrase cuan incómoda era para él la situación.

Un día resolvió intentar averiguar si realmente era el único demente que podía ver a ese pokémon fantasma. Mientras se encontraba visitando a su hermano, tras finalizar la selección de pokémon de ese día, se volteó hacia él para despedirse.

—Tengo una pregunta para tí —dijo Paul secamente.

—Claro, te escucho.

—¿No notas nada… —miró de reojo a Dusknoir, que se encontraba flotando a pocos metros de donde ambos estaban parados— particular? ¿Nada te llama la atención? ¿Nada nuevo?

—Hm… —Reggie pensó por un momento las palabras de su hermano— ¿Te cortaste el cabello?

—No, id… Déjalo, no tiene importancia —aseveró el hermano menor, dándose media vuelta— Adiós.

—Nos vemos mañana Paul, adiós —se despidió el criador, internamente aún preguntándose a que se refería su hermano.

Entrenó con normalidad, pero apenas si le puso la mitad del enfoque de siempre. Terminó el entrenamiento antes de tiempo, necesitaba descansar. Aún seguido por Dusknoir, regresó a su hogar, el único lugar donde el pokémon jamás lo había seguido, el único lugar donde se sentía seguro. Entrada la noche, se arrojó sobre su cama con pesar y se puso a meditar los sucesos recientes.

—Nadie puede verlo excepto yo —recordó el joven— ¿Hay alguna razón en particular? ¿Por qué sólo yo? ¿Por qué Reggie no lo nota? ¿Por qué nadie se da cuenta?

Oyó un sonido y se reincorporó de un salto. Era sólo el sonido del viento.

—Que patético —se lamentó él, ¿en qué se estaba convirtiendo?

Caminó hasta la ventana que había causado el viento y la cerró firmemente. Y mientras lo hacía, no pudo evitar preguntarse en que momento había abierto la ventana, jamás lo hacía…

—Bonita casa —comentó una voz grave.

Se volteó y lo vio. Pero no, no era posible, ¿qué hacía en su hogar? Jamás había transgredido su propiedad privada, no porque no pudiese, siendo un fantasma obviamente podría traspasar cualquier superficie, pero ahora se encontraba allí, ¿pero por qué razón? Y, más importante aún, ¿había hablado?

—¿Có… cómo es que tú… —llegó a tartamudear Paul, el frío repentinamente de regreso en su frágil cuerpo.

—Soy un espíritu, y por ello es que puedo dominar tu idioma —dijo a modo de respuesta Dusknoir.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Y por qué nadie puede verte?

—Porque yo no quiero —expresó el fantasma— Sólo quería que tú me vieras… porque eres tú mi objetivo… ¿o acaso ya lo has olvidado? Que cruel…

¿De qué rayos hablaba esa criatura?¿Olvidado? Jamás en su vida había visto a este pokémon, el único Dusknoir que había visto había sido en la Liga Sinnoh, de ese debilucho de Conway. ¿Y sus pre-evoluciones? Jamás había visto un Dusclops en su vida, sólo tenía una idea general de ellos…

—Duskull —musitó Paul, recordando aquel día…

Aquella vez en Hoenn… donde se aventuró en el Mt. Pyre para investigar los pokémon de allí… descubrió un Duskull pero… era débil, demasiado débil para acogerlo en su equipo. Por necesidad lo llevó consigo, pero no hizo progreso alguno, y su falta de capacidad le costó caro, acabó perdiendo en la liga Hoenn por ese Duskull. Deshacerse de él al día siguiente fue lo más natural, no era la primera vez que lo hacía.

—¿Recordando? —preguntó Dusknoir fríamente, en un tono similar al del joven para ser francos— Usaste tu pokedex para ver mis capacidades como Duskull. Mira mis habilidades como Dusknoir.

Paul obedeció, sin saber que iba a descubrir. Al oír la descripción general del pokémon fantasma, su rostro palideció levemente, y juraría que ese Dusknoir estaba sonriendo macabramente en su propia, misteriosa manera.

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—Lo siento Reggie —murmuró Maylene, abrazando al joven criador.

—Esta bien… gracias Maylene —le sonrió él.

La líder del gimnasio se apartó de su amigo cuando vio acercarse a la oficial de policía.

—Lo siento, pero no logro comprenderlo —objetó Jenny— Encontramos el cadáver, pero no hay signos que puedan haber causado la muerte. Es como si su sistema completo repentinamente se hubiese detenido, sin motivo alguno. Es como si… como si…

—Como si su espíritu hubiese abandonado su cuerpo —finalizó Reggie, mientras Jenny asintía en silencio— Supongo que hay misterios que no son posibles de desvelar…