Estoy arrodillada frente a él, la brisa rozó mi cara y al levantar la vista observé se semblante serio, el jamás permaneció serio frente a mí, tal vez lo estaba porque sabía que después de ello no lo volvería a ver de nuevo. No sé dónde estoy ni como llegue aquí, es un campo de flores que se me hace muy familiar. Cambio su cara seria por una sonrisa, y empezó a contarme cuentos e historias como lo solía hacer antes ¿Por qué dejo de hacerlo? Pasa el tiempo, las nubes avanzan lentamente frente a nuestros ojos, y como lo hacíamos antes, jugamos a buscar figuras en ellas. ¡Qué divertido! Hace mucho que no hacemos esto. Es hora del almuerzo y él ya lo tenía preparado desde antes, una canasta de picnic. Comimos la deliciosa comida que solo él podía hacer. Después de comer seguimos jugando. El tiempo pasa lentamente, pero aquí parece no hacerlo, ya que el cielo sigue tan azul como cuando aparecí aquí; prefiero que se quede así, para estar con él por más tiempo. De repente él se levanta, me mira con cariño y me dice — Ya me tengo que ir… — y me acaricia la cabeza. — ¿Por qué? ¿No te puedes quedar un poco más? Quiero jugar más contigo. Él me sonríe — Si no me voy, nunca despertaras y tu madre se preocuparía mucho por ti, Mary. Me lanzo a abrazarlo y con lágrimas en los ojos le digo — No te perderé otra vez, nunca te soltare… — él me abraza por un corto tiempo. Él se desvanece en pequeñas luces en mis brazos y aquellas luces se juntan de nuevo muy lejos de mí. —Nos volveremos a ver, Mary — se despide de mi con una sonrisa. Caigo al suelo envuelta en llanto — Abuelito… ¡ABUELITO!... ¡NO ME DEJES! ¡POR FAVOR! — grito y suplico, pero el parece no escucharme. Aquel cielo azul se va tornando negro poco a poco, es muy oscuro y casi no puedo ver nada. No puedo soportarlo, lo único que veo es su espalda marchar y no puedo hacer nada, es insoportable. Ya no me queda nada más que hacer, pero lo que ahora deseo es poder volver a verlo sonreír… En otro sueño…
