Un burbujeo brotaba de la herida en el cuello del pobre desgraciado que yacía en el pasto, con la cara desencajada por el horror y un ademán de muñeco desmanejado. Un ronroneo, y hundió el hocico con ansia en el líquido aún caliente y pegajoso, y gruñó de placer, lamiendo y alimentandose, llenando su vientre de calidez. Aúlla, irguiendose sobre sus patas delanteras y cerrando las pequeñas rendijas que eran sus ojos, olisqueando el aire preñado del aroma dulzón de la muerte y la vida. De pronto, mira hacia el costado ; un ruido sordo quiebra el silencio, y se agazapa junto a un arbusto. Tal vez alguien le vió... Nada más. Ni un movimiento furtivo, ni un grito de horror. Vuelve a enderezarse sobre sus patas, y se aleja del cuerpo sin vida, desapareciendo entre los matojos de aquél bosque. Se gira y mira con preocupación, un ruido emerge de entre unos matorrales, dispuestos a lo largo de la carretera secundaria por la que habían enlazado. Una figura alta, bien vestida y con un leve renqueo en la pierna, aparece de entre los matojos, atusandose el pelo y el traje. - ¡Lupin! estaba empezando a preocuparme por tí... ¿Te ha snetado bien el paseo?... - la voz tililante de Hermione preguntó con curiosidad y suspicacia. - No te preocupes... ya no estoy mareado... - sonrió a la chica y a los ocupantes de la vieja caravana con la que habían querido salir de "excursión", emulando a los muggles. Sacó un pañuelo de su bolisllo, y limpió con él la comisura de sus labios, negando todo rastro de... sangre...