Romántico H de Hielo [Días de abecedario]

Tema en 'Relatos' iniciado por AldiiUchiha, 26 Mayo 2017.

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    AldiiUchiha

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    Escritora
    Título:
    H de Hielo [Días de abecedario]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1167
    Ese chico, si, él, el típico hombre serio y formal, el más guapo de la escuela, el que siempre se sienta detrás en la clase, el más callado pero el más inteligente, sin duda. Siempre que alguien lo ve a los ojos, este lo fulmina con la mirada, y como para no mirarlo, si posee unos hermosos ojos verde esmeralda, y su cabello... Es de un tono grisáceo con unos destellos verdes en las puntas. Además de esto, él es uno de los más talentosos de nuestra institución, el mejor, simplemente... Es el hombre perfecto con la que cualquier mujer desea estar.


    — Ahí va él otra vez, ¿Por qué es tan lindo? — Suspire mientras lo seguía con la mirada, mi amiga ah saltado al verle.


    — Me eh hartado ya, quiero oír su voz de una vez, no puede rechazarme, soy la más bonita de la escuela. — Se levanto de su asiento bruscamente y se acomodo el uniforme y el cabello.


    — ¿La más bonita? Que presumida eres Mei. — Reí ante su expresión gruñona.


    — No todas tenemos buen cuerpo como el tuyo. — Ah suspirado cansada. — Tal vez deberías ir a hablarle, quien sabe, puedes seducirlo y así hablara.


    — N-no seas idiota, ¿como crees que puedo hacer algo como eso? —Me eh cruzado de brazos, a lo que ella sonrío de lado. Me agarro fuerte del brazo ya que estaba distraída, y empezó a correr arrastrándome hacía donde ella iba. — ¿Que estás haciendo? ¡Suéltame! — Paro de correr y yo, al estar atrás de ella, choque mi frente con su dorso, salí de sus espaldas y lo vi parado como si nada. Sentí sus ojos atravesarme, me observaba con una mirada seria y profunda, mis mejillas se tiñeron de rosado en un instante. Mi amiga me soltó y me susurro un "Suerte" antes de irse, giro a verla marcharse y luego volvió a fijar su vista en mí, me puse inquieta, no sabía qué hacer o que decir. Levanto una ceja esperando una respuesta por mi parte. — Yo... Esto... Hola. — Me sentía avergonzada, me estaba mirando con mala cara. — Lo... siento... — ¡Piensa rápido en algo! — Yo, me preguntaba... digo, eres muy bueno en... matemáticas, ¿no? — Asintió con la cabeza sin dejar de mirar fijamente mis ojos.


    — ¿Por qué? — Abrí mis ojos como plato al escuchar su voz, esta era la primera vez que lo oía hablar, siempre ah permanecido en silencio hasta este momento. Me sentía importante, después de todo, nunca hablo con nadie de esta institución. Lo señale con el dedo y puse una mano en mi pecho sintiendo como mi corazón latía cada vez más fuerte.


    — P-puedes hablar. — Mis mejillas estaban rosadas, estaba nerviosa, no tuve que haber dicho eso. Frunció el ceño y abrió su boca una vez más para responderme.


    — ¿Que es lo que necesitas? — Su tono de voz era tan frío, él puede ser capaz de herirte solo con una simple frase. Cada palabra que salía de sus finos labios me partía al medio.


    — Yo... Me preguntaba... Si bueno... — No sabía que responder ante esa pregunta, se lo notaba molesto e impaciente, me miraba con desagrado. ¿Por qué es así? — Podrías... ¿Ayudarme a practicar para el examen? — Como era de costumbre mía, puse ojitos de cachorro para así convencerlo, no creo que esta vez funcione, me miro raro. Ahora me sentía como una estúpida, siempre me dicen que si al verme con esta expresión en el rostro, pero por la forma en la que reacciono, parece ser que falle.


    — Después de clases, en la terraza de la escuela, no llegues tarde. — Paso por al lado mío sin decir nada más, me voltee y lo vi alejarse con ambas manos en los bolsillos. Estaba en shock, él no me rechazo como a las demás, no me mato con su mirada ni nada de eso ¿fue por que puse esos ojos? No, no lo creo. Bueno, ahora tendré que fingir que no sé nada sobre el tema de matemática, hubiera dicho que soy pésima en Historia, así sería más sencillo.


    Pasaron las horas y la clase de Química acabo, salí rápido del salón y corrí para ir a la terraza a encontrarme con él. Al llegar lo vi parado mirando al cielo, se lo veía tan pacifico y tranquilo. Me acerque y me puse a su lado, le sonreí con ternura, sus verdes ojos me miraron con seriedad, se aparto de mi y se sentó en la banca que había allí. Cuando acabo de acomodarse giro a examinarme, me sonroje y desvíe mi mirada hacia un costado, observé de reojo al peli-gris y suspiro.


    — ¿Estas esperando una invitación o algo así? Ven y siéntate. — Me sobresalte al oír que elevo un poco su voz, asentí y tome asiento a su lado, ojeaba unas hojas de su libro y llego a una página, elevo su cabeza y me miro fijo a los ojos. Me incomode bastante, estábamos a muy pocos centímetros de distancia. — Dime... ¿Qué es lo que no entiendes? — Me perdí en su mirada, luego baje mi vista ah sus labios, por alguna razón moría de ganas por besarle. — ¿Estas escuchándome? — Reaccioné.


    — A-ah, sí sí. Lo siento, las funciones, no logre entenderlas a como las explico el profesor. — Reí nerviosa y el bajo su mirada al libro.


    — Son sencillas, solo tienes que... Bla Bla Bla... — No escuchaba nada de lo que decía, no podía evitarlo, me perdí otra vez en su rostro, mis ojos miraban a sus labios mientras estos se movían. — ¿Entendiste? — Volteo a verme, otra vez miraba mis pupilas esperando a que respondiese ante esa pregunta.


    — S-si, es bastante fácil. — Sonreí cerrando mis ojos, el sonrío... ¿Sonrío? — ¿P-por qué sonríes?


    — ¿Por qué mientes? — Su voz fría y su expresión seria me atravesaron al medio, me quede en blanco. — Vi el trabajo de funciones que habías entregado el otro día, estaba todo bien, no necesitabas ayuda sobre este tema, eres buena en matemáticas. — ¡Me descubrió!


    — Yo... — Trague grueso, no sabía como responder ante eso, ahora, iba a odiarme mucho más que a los demás por haber mentido. Agache mi cabeza y mire hacia el piso, me sentía avergonzada por engañarlo.


    — Eres una completa idiota, sabía que mentías. — Se levanto del banco y dio unos pasos para irse pero se detuvo un momento. — No hacía falta que fingieras, si querías hablarme, lo hubieras hecho como una persona normal. — Abrí mis ojos, eleve mi cabeza y lo mire confundida, el solo suspiro. — Nos vemos mañana, Aldi. — Me saludo con la mano y se fue de allí con suma tranquilidad, mis mejillas ardían, literalmente, ¿como es que sabía mi nombre? ¿Por qué se comporto diferente conmigo? Si el rechazaba a todas las mujeres que iban a seducirlo.


    Me sentía rara y especial al mismo tiempo, sonreí un poco, ahora sé que para conocer mejor a ese chico, solo hay que derretir el hielo de su corazón.


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