I —¿Fanfics… landia? —pronunció en voz alta, leyendo el letrero de aquella página—. Qué nombre tan curioso. Había cerrado la puerta de la habitación, tumbándose posteriormente en la cama de su hermana mientras veía las horas pasar, con el aburrimiento pesando sobre sus menudos hombros. Ahora que había terminado las clases y finalizado su primer año en el instituto, y dado que ya estaba de vacaciones, las mañanas se hacían aburridas y monótonas, sin ningún hobbie que atender. —Oye, mamá. —¿Hm? —respondió su progenitora en un murmullo, doblando la ropa en el armario de enfrente sin dejar de atender a su hija. —Creo que me voy a unir a un foro para escribir historias. Hay un montón de actividades y de concursos, y la gente parece agradable aquí —le comentó con cierto aire distraído, arrastrando el ratón por cada recoveco de aquella isla blanca y azul que se abría ante sus ojos—. Tiene buena pinta. Su madre pareció mostrarse curiosa ante aquella información repentina. Sabía que su hija escribía y dibujaba historias desde que era pequeña, pero nunca había pasado a enseñárselas a otras personas. Difícilmente se las enseñaba a ella. —Muy bien, cariño. Pero ten cuidado, que uno nunca se puede fiar de nadie en Internet. —Pudo notar cómo su hija ponía los ojos en blanco, cansada de oír la misma historia multitud de veces. Pero era su deber como madre advertirle de ello cuantas veces hiciera falta, sobretodo para alguien que apenas iniciaba en la red—. No hables con nadie ni les des información sobre ti, ¿entendido? —Sí, sí… Entendido —bufó la menor, sin dejar de mirar la pantalla. Cuando escuchó la puerta cerrarse tras de sí, clickeó en su recién creado perfil dibujando una pequeña sonrisa en sus labios, ilusionada. “Bienvenida al foro” ¡Alguien le había dado la bienvenida, pero qué amable! Por un segundo dudó. Bueno, no, dudó por mucho más tiempo que un mero segundo. Estuvo a punto de responder en numerosas ocasiones, pero las palabras de su madre resonaban en su cabeza, insistentes. Retrocedió finalmente, apagando el ordenador después de estar curioseando el lugar, dejándolo estar. Al día siguiente, sin embargo, la persona recibió una escueta contestación. “¡Gracias!” “De nada. Espero que te guste” Y vaya si le gustó, si después de seis años estaba escribiendo estas palabras.
II "Hey, ¿por qué te llamas Pikaflash? Me da curiosidad". La niña al otro lado de la pantalla se sintió sumamente avergonzada. Había pasado... ¿Cuánto, un año ya? Sí, un año desde que había decidido animarse a entrar en aquel lugar llamado Fanficslandia. Y a pesar de que su promesa de no hablar con nadie había sido más endeble que la plastilina, se sorprendió notoriamente al haber conocido a personas a las que podía llamar amigos de verdad, al otro lado de la pantalla. La gente de aquel lugar se sentía sumamente cercana y amigable, a pesar de que no podía verles frente a frente, y que su identidad se forjase a través de un mero nombre falso. Era una sensación extraña, como si le hablase a un personaje que un actor estuviese representando... pero a su vez, ese personaje le respondía con más transparencia incluso que sus propios conocidos en la vida real. Cada uno portaba un nombre dotado de un significado especial para ellos. Algo que les representase en aquella etapa en cada una de sus vidas. Pero, Pikaflash... "A mí me suena a una página de internet, ¿no es así? ¿Te lo pusiste por ese foro?" Todos, o la mayoría de ellos tenían pequeñas anécdotas detrás de sus nicks. Algunos los empleaban por mera costumbre, con experiencia en otros rincones de internet, o durante una temporada por algún guiño a sus personajes o series favoritas. Otros, sin embargo, dejaban un trocito de sí mismos con cada uno de sus nicks. Pero, Pikaflash... Pikaflash no significaba nada. "¡Sí, exacto! Me gustaba mucho esa página, jeje" No, no realmente. Simplemente le resultó curiosa cuando la conoció, por mencionar su fandom predilecto dentro de ella. Pero nada más. Era un nombre curioso, solo eso. Ni siquiera se registró en esa página. Jamás había tenido un nombre de usuario, y con sus escasos catorce años, no encontraba nada que la representase realmente. Fue ahí cuando, sin darse cuenta, comenzaría a mezclar inevitablemente el rumbo de su vida real junto a su yo al otro lado de la pantalla. La ausencia de un nombre que la identificase la llevaría a intentar conocerse a sí misma, a crear una identidad que calzase con quien era ella en verdad. Aunque tardase un poco más que el resto, la encontraría. Pikaflash no significaba nada. Pero, a la vez, significó el principio de todo. ¿Quién era Pikaflash? ¿Quién era ella?
Oh my. Pensé que era una simple y tierna historia de cómo entraste al foro, y entonces vi el segundo capítulo. estoy un tanto intrigado no voy a mentir XD
Me pasó lo mismo que chicoanime! Quiero saber cómo continúa! ( Ahora que me pongo a pensar jamás cambié mi nick )
III Soltó un amplio suspiro mientras dejaba caer la mochila a un lado, sentándose en su nuevo asiento por primera vez mientras se asomaba con curiosidad hacia sus alrededores, sintiendo cómo los nervios del primer día desaparecían lentamente. Le había tocado en el asiento de la ventana, y su mejor amigo se sentaba junto a ella, ¿acaso podía ser mejor? Su primer día en el edificio principal de su instituto, donde se encontraban los más mayores de la escuela. Aquel pequeño paso le hacía sentir mayor, a pesar de que acababa de cumplir quince años y los chicos de dieciocho los veían aún como unos simples críos en comparación. Pero el hecho de cambiar de aires, de convivir en un nuevo lugar lo hacía sentir especial. ¿Así se sentiría cuando fuese a la universidad? Ese cambio la emocionaba y la aterraba en el fondo a partes iguales, porque aún quedaba demasiado lejos para ella, pero cada vez más cerca de lo que quería imaginar. "¡Hoy ha sido mi primer día de clases! :D" "¡Qué bien! ¿Y cómo te fue? Dicen que Tercero es el curso más difícil". "Por ahora me emociona, seguro que después todo se complica ^^U" Sonrió para sí misma, abandonando su perfil tras responder ese mensaje. Le enternecía ver cómo Fanficslandia la había acompañado durante su primer tramo en el instituto, y ahora la veía crecer lentamente, pasando a un nuevo curso por segunda vez. A pesar de que aquel pequeño mundo solo se encontraba tras su ordenador, le emocionaba saber que al llegar a casa tenía un lugar que le esperaba con los brazos abiertos, tenía un pequeño sitio donde distanciarse al menos durante unas horas de la realidad y del agotamiento de las clases. Un lugar donde soltar todo lo que rondase por su cabeza, donde explotar su creatividad de formas que de no hubiese podido conseguir por otros medios. El foro comenzaba a volverse lentamente un pequeño refugio para ella sin darse cuenta, escalando prioridades en su tiempo libre, siendo cada vez más frecuentado. Durante aquellos dos años su actividad estuvo orientada por todo el foro, buscando su propio lugar, algo que la identificase. Participó asiduamente en el foro de Pokémon, aquel con el que había llegado a descubrir la plataforma. Participaba en actividades, comentaba de vez en cuando, incluso se animó a ser parte de los Orientadores. ¡Quería sentirse parte del foro! Pero pronto supo que había encontrado su sitio, porque para ella destacaba entre el resto. Si ese lugar fuese su media naranja, algo en ella sintió que encajaba al hallar su lugar en este. El foro de rol le abrió las puertas desde el momento en el que se registró, y desde entonces decidió no soltarse nunca más. La experiencia allí era increíble: había podido interpretar cientos de personajes, emocionarse con los otros creadores cuando las mecánicas entre ellos parecían tener química. El rol había sido el nexo necesario para conocer a decenas de personas que compartían sus mismos gustos, y con las que aparentemente tenía una afinidad especial. ":O Serena Yvonne, ¿por qué te has cambiado el nick?" Lo cierto es que Serena Yvonne, mi segundo nick, significaba para ella un periodo de transición. Duró menos de un año, cuando su fanatismo por la nueva temporada de Pokémon y por la pareja de la que más escribía en el foro había alcanzado su auge. Por aquel entonces aún no había encontrado su lugar, pero sentía que encajaba. Era un avance, comenzaba a establecer las bases de sus gustos, a identificar sus orígenes. Pokémon había sido el camino por el que había partido, y para conmemorarlo, decidió cambiarse de nick. Había dejado la primera fase atrás, e iniciado la segunda en su búsqueda de identidad. Pero no todo había sido de color de rosas durante aquellos dos años. Su mejor amiga en aquel lugar, a la que había comenzado a considerar como una hermana para ella, abandonó el foro. Aquel había sido un golpe muy duro para ella, y aunque mantenían el contacto fuera, no tardó en perderse, y ello comenzó a sembrar cierto distanciamiento con el resto de sus amigos en el foro. Ella era la persona con la que más hablaba, y ya no estaba. Se sentía algo sola ahora que notaba su ausencia cada vez que entraba al foro. A veces, incluso, se sentía fuera de lugar; la inseguridad que mantenía en aquella etapa de su vida era más fuerte que nunca. Ese sería el inicio de una época oscura para ella. Quién iba a decir que su salvación se acabaría convirtiendo en su toma de contacto con el mundo real. —¿Entonces qué me aconsejas para poder hacer mi equipo pokémon en el rol? Este no me gusta, no soy muy buena eligiendo... —suspiró, apoyando su mejilla sobre la mesa, mirando por la ventana con cierto cansancio. —¿Por qué no pruebas con este? A mi me parece muy defensivo, te hace falta. Desde que le contó a su mejor amigo la existencia de un rol de Pokémon, su fandom predilecto, le empezó a ayudar aconsejándola en sus numerosas dudas. Parecía que se le daría muy bien participar, como todo lo que hacía, pero no acababa de encontrar el gancho. A él no le gustaba escribir tanto como a ella, al parecer. Solo le gustaba pokémon. —Yo creo que te gustaría, ¿por qué no te unes? Vengaaaa... —insistió una vez más, mientras el profesor no miraba. —No sé yo. Me lo pensaré. E insistió. Insistió e insistió, porque le emocionaba poder compartir un lugar tan importante para ella, un trocito de su día a día con su mejor amigo. Quería poder hablarle de sus amigos en el foro, presentárselos, que conocieran los chistes internos y tener alguien en el mundo real con el que compartir lo que su otra yo hacía detrás de la pantalla. Hasta que finalmente aceptó. Desde entonces, mi amigo formó parte de los roleros, formó parte de mi pequeño grupo. El mundo real y el mundo detrás de la pantalla se enlazaban por un filo hilo y ese era él. Ambos nos volvimos más cercanos para el resto al pasar el año, y cuando estaba a punto de finalizar, me llegó una notificación especial a mi móvil. "SweetSorrow te unió al grupo de los roleros" Aquello tan solo acababa de empezar.
Aaaaaawwwwq, pero si sos una bebé. Se me hace tan tierno lo que escribes y co. esa forma de narrar sutil, siento que aunque sean relatos cortitos tienen una gran carga emocional, casi te puedo ver con los ojos lagrimosos antes de poner al publicar, una ligera sonrisa nostálgica. Incluso la vergüenza del pasado y lo que fue ir madurando. Me siento muy feliz de poder compartir la experiencia mediante esta lectura, así que voy a esperar muy feliz a que llegue el siguiente capítulo. Besos. Eli.
IV Y, finalmente, surgió. Liza White. Liza, Lisa, Laisa, Lizzie, Liz, Muzzie... El nick pronto acabó tiñéndose de apodos cariñosos que le hacían sentir más cercana, más querida que antes. Por aquel entonces nunca hubiese imaginado que aquel nick que se había puesto provisionalmente se quedara con ella para siempre, como su seña de identidad característica, como su verdadero alter ego al otro lado de la pantalla. Había participado en infinidad de roles, creado a cientos de personajes que se guardaron un hueco en su corazón, pero nunca más volvió a cambiarse el nick del nombre de su primera creación. Quizás, porque era el único personaje que compartía un fuerte vínculo con su yo real. O quizás, por el significado del que le había dotado, siendo el primer hito en su camino como rolera de Fanficslandia. Las cosas habían cambiado desde que había pasado a ser Liza, desde que comenzaba a girar la cabeza cada vez que alguien la llamaba así, reconociendo en este su propio nombre. Ya no se sentía un usuario pasajero más, uno de tantos que entraban para leer historias y se marchaba sin más, sin dejar su pequeña huella, sin darse a conocer. Empezaba a ser conocida por lo que hacía; a veces, incluso, a ser admirada, y eso la avergonzaba y la llenaba por dentro de una forma indescriptible. Había ganado alguna que otra actividad, escuchado de otros lo mucho que parecían gustarles sus historias, incluso creado un rol ella misma, movilizando a muchos roleros sin perder la cabeza en ello. Tenía muchas ideas que siempre morían en su cabeza por falta de entusiasmo, por timidez, quizás por no tener visión de futuro, pero las cosas estaban cambiando, y ella, por dentro, también. Decidió unirse a los Coordinadores de Actividades, desplegando todas sus ideas en el acto. Creó su primera actividad, y más tarde le sucedieron los juegos, y algo dentro de ella pareció hacer "click", como si hubiese encontrado lo que había estado buscando todos esos años. Ya no solo era una jugadora, si no que ahora tenía en sus manos la oportunidad de entretener a los demás, que era algo que amaba hacer desde que tenía uso de razón. El foro le daba cada vez más razones para amarlo y frecuentarlo, y ella no desaprovechó la oportunidad. ... En el mundo real, podía contar sus amigos con los dedos de una mano. Su grupo lo conformaban seis personas, y a pesar de que les quería y se lo pasaba bien, cuanto más tiempo pasaba más palpaba el hecho de no compartir muchos gustos con la mayoría de sus integrantes. Ella quería crear juegos. Ellos no querían jugar. Ella quería contar sus historias. Ninguno de ellos escribía, ni parecían ser asiduos a las lecturas, siquiera. Al final del día, su mundo se reducía drásticamente a lo que ella alojaba en su cabeza, y que desgraciadamente desaparecía a falta de un lugar donde soltarlas. Pero en FFL la gente sí la escuchaba. En FFL jugaban sus juegos, la gente se divertía. En FFL leían sus historias y compartían ideas. En FFL era una más, y lo notaba. Fanficslandia se había convertido, así, en la muleta que le hacía falta para apoyarse, ese estímulo que no había tenido la suerte de conseguir en otra parte. Ellos mantenían vivos sus gustos, y en recompensa, ella procuraba divertirles a cambio. Gracias a esa necesidad, permitió que parte de aquel foro que tanto quería entrase en su día a día, formando parte de un grupo de Whatsapp donde poder sentir más cercanas a todas esas personas con las que solo hablaba detrás de la pantalla. Pero al estar ahí, al querer teclear algunas palabras, al querer charlar... Algo la bloqueaba. En FFL se sentía segura, como si la protección que le daba su nick le diese la valentía necesaria para charlar sin miedo. Pero ahora que estaban en otro lugar, ahora que ya no era Liza, si no que era Andrea... Toda esa seguridad fue echada por tierra. Y se limitó a observar. A ser una mera espectadora. No sentía que tuviese algo de lo que hablar, y cuanto más pasaba, más alejada se sentía de todos. Comenzó a sentir el primer regusto de lo que se sentía estar sola, sensación que permanecería con ella hasta quién sabe cuando. Hasta que, un año después, encontró la forma de acabar con su inseguridad de una vez por todas.
Has tenido una vida bastante movidita tanto fuera como dentro del foro, pero eso te ha dado la capacidad creativa para hacer de este lugar tu hogar y el de muchos más... indudablemente una narración excepcional con un buen manejo de tiempos, así que bien valió la pena darme una vueltecita por este escrito tan ameno, divertido y nostálgico