Game of life

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Kirino Sora, 2 Mayo 2012.

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    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Título:
    Game of life
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    2476
    Este long-fic será para la actividad "Amores Clandestinos". Espero que sea lo que se pide, que comentéis sobre ello y que disfrutéis de esta historia de amor.

    Game of life
    Capítulo I — Propuesta

    —¡Maldición! —grité mientras me miraba en el espejo, como si estuviera lidiando una pelea con ella.
    Estaba desesperado. No paraba de darle vueltas al primer dilema de los muchos que habría en este odioso día. He estado una hora entera arreglándome para permanecer impecable y elegante pero había algo con lo que no podía lidiar y éste era el trozo de tela que colgaba por mi cuello, arrugada y pidiendo ser atada. No había manera de atarme esta corbata, incluso ya podía observar cómo ésta se había enredado con uno de los botones de mi camisa —que encima estaban mal abrochados— y había adquirido una forma bastante amorfa. Intenté quitármela del tirón pero eso causó que el primer botón saliera por los aires aparte de asfixiarme a mí mismo.
    —¿Qué desastre estás haciendo esta vez, Kuro? —Me giré y le vi. Era mi odioso hermano mayor, tan despampanante como siempre.
    —Y a ti que te importa, Shirou —espeté molesto. Cogí el cojín que se hallaba encima del sofá y se lo tiré pero él lo esquivó con gracia.
    —No hace falta que te pongas así.
    Yo le ignoré y me volví al espejo para arreglar el desastre que había causado. Shirou soltaba una leve risa cada vez que conseguía atarme la corbata y obtenía un resultado peor que el anterior. Al final me di por vencido y lo tiré en alguna parte del suelo.
    —No deberías de tratar tus cosas de este modo —me regañó a la vez que recogía lo que acababa de tirar.
    —Tú no me dices como tengo que tratar mis cosas —contraataqué más enfadado de lo que estaba—. Además, ¿por qué tengo que ir vestido de esta manera?
    Me volví a mirar en el cristal. Sobre su superficie se podía apreciar la imagen de un chico de 18 años, de cabellos plateados completamente desordenados, ojos azules y con una piel extremadamente blanca al igual que un fantasma. Llevaba un chaleco y unos pantalones negros, una camisa blanca —cuyo primer botón había sido arrancado— y zapatos marrones recién estrenados; lo único que le faltaba al conjunto era la corbata azul cobalto que acababa de arrojar al suelo.
    —Sabes que la fiesta de hoy es bastante importante —respondió mientras me ataba bien la corbata—Bien, ya está listo.
    —Gracias... —agradecí avergonzado y a la vez mosqueado. ¿Cómo podía ser tan perfecto? Eso me sacaba de quicio.
    Aún cuando somos hermanos y tenemos la misma edad, ¿por qué debemos de ser tan diferentes? Él era inteligente, ordenado, amable, delicado, popular y con una apariencia similar a la de un príncipe con su arreglado cabello azabache y con sus ojos carmesí que seducían a cualquiera; y si le añadías el conjunto que llevaba ahora mismo ahora mismo sería el chico más deseado de todas las chicas. Tenía un conjunto igual al mío, lo único diferente eran los colores: el azul cobalto era sustituido por un rojo escarlata, el negro por el blanco y viceversa; lo que no cambiaba era el diseño de los zapatos.
    En cambio yo soy todo lo contrario: saco notas muy bajas, soy un desordenado total, mi apariencia es similar a la de un delincuente y casi siempre soy rudo y gruñón con los demás al contrario que Shirou. Somos como el reflejo de un espejo invisible. En él se refleja todo lo que el otro no posee, es decir, nuestros defectos; pero en el caso de mi hermano eso no serían posible ya que él ya tiene todo lo bueno que se podría sacar de una persona de gran corazón.
    Sí, tenía envidia de él, pero eso no era lo que me daba más coraje. No... lo que me cabreaba era otra cosa y esa era su prometida y nuestra amiga de la infancia, Aoi.
    La conocimos en la guardería gracias a nuestros padres y desde entonces los tres fuimos inseparables. Éramos los mejores amigos que podía haber existido sobre la faz de la Tierra. Al cabo de los años acabé enamorándome de esa belleza femenina de cabellos largos similares al azul del cielo y ojos jade; cada vez que me cruzaba con ella me ponía nervioso, me ruborizaba, me sudaban y temblaban las manos, no podía mirarle a los ojos y, sobre todo aquello, mi corazón se desbocaba y no paraba de latir. Estaba loco por ella. Pero esos sentimientos empezaron a menguar desde hace un mes.
    Su familia y la nuestra se encontraban cenando amistosamente; todos conversábamos y disfrutábamos de ello hasta que de repente el padre de Aoi, el presidente Yuusuke —que lideraba una importante empresa de videojuegos al igual que nuestro padre—, se levantó y anunció lo siguiente:
    —Escuchadme atentamente, hoy anunciaré una importante noticia para todos los presentes. Después de mucho tiempo pensando sobre ello nosotros hemos decidido que nuestra hija Aoi necesita de un prometido.
    —¡Eso es maravilloso! —alegaba mi madre emocionada, en cambio yo me sentía destrozado. ¿Prometido? Eso no podía ser cierto; así nunca podría decirle lo que realmente sentía. Aunque por otro lado estaba esperanzado; tal vez entre ellos yo me encuentre en esa lista.
    —Y hemos decidido que ese será...
    El corazón me iba mil por hora, sin embargo mis esperanzas fueron destruidas completamente.
    —Shirou, ¿nos darías el honor de ser el prometido de nuestra hija?
    —¡Pero...! —Estaba a punto de protestar sobre su decisión pero algo hizo que se callara y volviera a su asiento, con el rostro afligido y la cabeza baja.
    Mi hermano, que se hallaba al lado mía, sabía sobre mis sentimientos hacia ella. Estaba a punto de levantarse y rechazar la propuesta pero antes de que aquello ocurriera, le agarré de la muñeca y lo miré fijamente a los ojos.
    <<No te preocupes, estoy bien; acepta>>, fue lo que intentaba transmitir con mi mirada.
    Antes de escuchar la respuesta final noté como su rostro se ensombrecía, en desacuerdo con todo aquello. Yo no le podía hacer nada, si eso era lo que habían decidido estaba bien; al fin y al cabo pensaban en el bienestar de su hija.
    —... Acepto —respondió él con una falsa sonrisa.
    Lo veía todo de color negro; estaba abatido y con unas ganas enormes de llorar, ¿desde cuándo el amor era tan doloroso como ahora? Después de una entretenida charla entre ellos se acercó la hora del postre. No tenía ganas de tomar nada, así que me fui con la excusa de que no podía comer más.
    Tan pronto como salí de la sala corrí hacia mi habitación con pasos ruidosos y sin mirar hacia delante; no quería que los sirvientes me vieran de esta manera. Al llegar grité, grité lo más fuerte que pude con tal de dejar escapar esta impotencia y esta agonía que recorría todo mi ser. Las lágrimas no paraban de salir y mi cabeza se negaba a abandonar la almohada. Probé una de mis lágrimas; estaban saladas.
    —Esto ya era normal —susurré, intentando convencerme a mi mismo de ello—, al fin y al cabo, ¿hay alguna otra persona más perfecta que él?
    Él no la haría daño, la cuidaría; estaba seguro. Por eso me rendí tan pronto: porque no tenía oportunidad contra mi perfecto hermano,Shirou será la que la llevará a la felicidad que tal vez yo nunca le podré regalar.
    <<Sí... Él es perfecto, al contrario que alguien a quien conozco perfectamente>>, pensé, refiriéndome a mí mismo.
    Odiaba esta imperfección y diferencia entre nosotros.
    Horas después de aquello mis ojos se secaron, sin poder emitir ninguna lágrima más. Destrozado, me acerqué al espejo; tenía un aspecto horrible aparte de que mis ojos estaban demasiado rojos de tanto llorar.
    —Qué lamentable —Reí, sin creerme que algún día me vería en este estado tan deplorable.
    En ese momento alguien tocó a mi puerta.
    —Pasa —ordené fríamente. Vi que era mi hermano Shirou, con un semblante lleno de preocupación y compasión hacia mi ser.
    —Kuro, ¿estás bien? —preguntó por muy obvia que fuera la respuesta. Pero lo más raro es que, por muy enojado que estuviese con él, no le grité ni nada por el estilo, es mas, le dediqué una cálida pero distante sonrisa.
    —Sí, no te preocupes; estoy perfectamente —mentí, ahora mismo sentía ganas de vomitar por mi reacción, pero no podía reprocharle; fui yo quien le dijo que aceptara.
    —¿¡Estás bien con eso, Kuro!? ¿Acaso no te gustaba? —Estaba molesto, lo sé por el tono de voz que me había dirigido pero, no había vuelta atrás; debía de ser fuerte.
    —Pues claro que me gusta; incluso ahora me sigue gustando... —confesé— ...pero sé que tú serás capaz de darle más felicidad que yo; además, en esas condiciones dudo que te hayas podido negar.
    —¿Incluso si con ello me tengo que llevar tu felicidad? —Un incómodo silencio se apoderó del lugar antes de que dijera mi respuesta final.
    —Sí...
    —Kuro... —Deseaba que se fuera, tarde o temprano volverían los sollozos y no quería que me viera—. Dentro de un mes el presidente Yuusuke lanzará un nuevo videojuego; desea que varios adolescentes de otras empresas como nosotros lo pruebe antes de salir al mercado. Sin nada más que decir... buenas noches.
    Y con ello él se marchó decepcionado.
    Abrí la puerta del balcón y me posé sobre la barandilla; hoy había una luna llena bastante hermosa, tan hermosa como ella. Volví a agachar la mirada y sin querer se me escapó otra lágrima. Me llevé una mano al ojo para detener el llanto pero las lágrimas seguían cayendo por la otra.
    —Esto es lo mejor...
    Desde entonces me he mantenido distante entre ellos dos; el verlos juntos me causaba un daño indescriptible y a la vez doloroso. Y después de un largo mes evadiéndoles, hoy había llegado el momento de probar su nuevo videojuego; se dice que es uno nunca antes visto hasta ahora.
    —¿Nos vamos? No querrás hacer esperar a Aoi, ¿no?
    —No me importa; deberías de ir tú antes, ¿acaso no es tu prometida? —Aquello fue como si me clavaran una daga en el corazón, ¿por qué insistía en hacerme daño a mi mismo?
    En cambio Shirou, ya harto de mi comportamiento inmaduro, se fue sin decir nada más no antes de lanzarme una fulminante mirada de desaprobación.
    —Será mejor que me vaya yo también.
    Estaba a punto de marcharme hasta que mi móvil sonó; era un número desconocido mas yo contesté.
    —¿Diga, quién es? —pregunté.
    —Hola Kuro —saludó el hombre al otro lado del teléfono. Esa voz era la del padre de Aoi—, ¿estás emocionado por el acontecimiento de hoy?
    —Por supuesto señor —mentí. Lo que deseaba ahora era quitarme este traje y encerrarme nuevamente en mi habitación—. Y, ¿a qué viene esta repentina llamada?
    —Estás enamorado de mi hija, ¿cierto? —Yo no podía decir nada a causa de la impresión, ¿cómo sabía sobre estos sentimientos que he estado ocultando desde hace años?—. Sinceramente, me apena el no haber sabido tus sentimientos hacia Aoi y haber tenido que tomar esa repentina decisión, lo siento mucho.
    —No hace falta que se disculpe, está bien. De todas formas... ella no me habría correspondido —afirmé triste—. ¿A quién no le gustaría a alguien tan perfecto como Shirou? Habéis tomado la decisión correcta.
    —Pero aún así me siento responsable de ello, por eso te llamo: tengo una propuesta que seguro que no podrás rechazar.
    —¿Una propuesta?
    —Sí... Lo estuve pensando durante mucho tiempo. Hoy se celebra la prueba de nuestra nueva creación; allí todos los presentes jugarán y se enfrentarán por ganar.
    —¿Qué tiene que ver eso con lo otro? —cuestioné dudoso; no sabía hasta donde quería llegar.
    —He pensado que el ganador tendrá el honor de casarse con mi hija; al fin y al cabo, lo que necesito es un prometido que sea capaz de proteger a mi querida hija. ¿Qué me dices, aceptas?
    Dios me había vuelto a sonreír. La verdad es que la propuesta era tentadora; si ganaba, por fin le podría decir lo que siente. Era la oportunidad perfecta para cambiar el curso de la historia y no la iba a desaprovechar.
    —Acepto —Asentí con determinación, iba a ganar a toda costa, incluso si mi vida dependiera de ello.
    —Una sabia decisión, Kuro.

    Continuará...
     
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  2.  
    Niné.

    Niné. .

    Virgo
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    Bueno, aquí estoy. :3

    La verdad es que no me fijé si tienes errores, por lo que lo único que te puedo marcar es que separes los diálogos y en párrafos. Y en realidad, estoy segura de que no tienes ninguno grave, tal vez alguna coma o punto y coma.

    Juro que al principio pensé que a Kuro le gustaba su hermano -w-, jajaja, pero veo que no. Pues pobre del chico, su perfecto está con su bella amada; me sorprende que tenga tanto autocontrol, no cualquiera puede fingir estar feliz por eso.

    No tengo mucho más que decir, sólo que me intrigan esos juegos. *o*
    Suerte, Corazón. <3 Trataré de pasarme a comentar cada capítulo.
     
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  3.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

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    Hola, ¿Como estas?

    Perdón por la demora pero cada vez que tenia este comentario se me iba el internet o se me trababa la pagina o tenia que reiniciar la computadora ¬¬
    creo que este comentario lo he escrito unas veinte veces espero que esta vez si salga por que si no me mato!! bueno por sacando eso del tema me encanto la historia xD pero pero me parece que me gustara mas el siguiente capitulo, ahora Kuro lucha por ella, y gánate su amor =D el cual se que ya has de tener ¬¬ pero como siempre los chicos jamas se dan cuenta o bueno al menos eso me han dicho xD bueno te felicito me encanto tu historia =D y bueno como ya no tengo nada mas que decir me despido.

    Bye-Bye
     
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  4.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Aquí está el segundo de los cuatro capítulos de este fic para la actividad "Amores Clandestinos". Esta vez, después de leer lo junto que se encontraba el texto, he intentado hacerlo más separado. Espero que os guste.
    Siento que este es el peor que he escrito...

    Capítulo II — Que comience el juego

    Al bajar de las escaleras y salir de la casa, Shirou y Aoi ya me estaban esperando junto al auto para dirigirnos al lugar de la fiesta.

    ¡Has tardado mucho! —me reclamó Aoi con una mueca que solo ella podía mostrar, una mueca infantil de falso enojo que la hacía ver adorable. Al darme cuenta de lo que pensé me sonrojé un poco.

    Lo... Lo siento —tartamudeé. Verla con aquel vestido hacía que mi corazón latiera más rápido de lo que podía.

    Aquel vestido de tela fina azulina rodeaban su esbelto cuerpo, pasando por su hombro izquierdo hasta acabar por debajo de sus rodillas. Los pequeños trozos de zafiro incrustadas en ella formaban dibujos similares al de las gotas de lluvia y sus zapatos de cristal brillaban como la misma luna. Tenía unos guantes blancos que llegaban a una cuarta desde sus hombros hasta el codo y una gargantilla negra con una flor índigo artificial. Su lacio cabello azulado se encontraba recogido en un elaborado peinado que dejaba caer elegantemente los mechones al lado de sus orejas y decorado con otra flor similar al de su cuello. Estaba despampanante.

    ¿Por qué estás tan nervioso? —Rió ella tras su raro comportamiento. En cambio yo me sonrojé aún más—. Bueno, ¿nos vamos?

    Ella se subió en el espectacular coche blanco que le mandó su padre; nosotros la seguimos y nos subimos también, primero mi hermano y después yo, haciendo que ellos dos quedaran juntos.

    El viaje no fue demasiado largo y pudimos llegar a nuestro destino sin problemas. Al bajarnos, pudimos observar la gran mansión en donde vivía la chica; similar a un castillo salido de un cuento de hadas, elegantemente decorado para esta ocasión. A ninguno de nosotros le sorprendió ya que desde pequeños íbamos a su casa por las cenas que celebraban nuestros padres, como en todos los fines de semana.

    Por fin... —Pensé. Me alegraba la simple idea de tener una oportunidad de conseguir lo que más anhelaba: poder ser feliz junto a mi primer amor. El problema era que, si llegaba a ganar los juegos, ¿ella me correspondería? Al fin y al cabo desde pequeña deseó casarse con aquella persona a la que amara verdaderamente y ahora, por el egoísmo de sus padres, no sería capaz de cumplirlo.

    Da igual lo mucho que luche, si ella no me corresponde la dejaré ir, ya que no tendría sentido si ella no era feliz a mi lado; dejaría que se casara con la persona que ama con tal de verla sonreír, aunque tuviera que sacrificar mi sonrisa. Ya sé que soy un estúpido por hacerme daño y rendirme tan fácilmente, pero haría lo que fuera por aquella persona que había cautivado mi corazón.

    Sin nada que nos detuviera, entramos en el lugar. Dentro era aún más sorprendente que fuera; el suelo de mármol permanecía tan inmaculado como siempre, había varias mesas de mantel blanco y decoradas con lazos rojos distribuidas por toda la sala y la gran lámpara de araña iluminaba todo el lugar con su luz dorada.

    Tu padre sí que se ha lucido esta vez —comentó Shirou. Era cierto; él prefería los decorados sencillos mas esta vez el ambiente era algo cargado, seguramente por el exceso de flores y por la gran cantidad de velas perfumadas que había.

    Sí, él quería que esta fiesta fuera perfecta —aclaró su prometida—. Aunque creo que está exagerando.

    Y que lo digas —añadí. El olor de las velas me mareaba y los vistosos colores de las flores eran algo desagradables para la vista.

    Entonces un sonido tranquilizador me sacó de aquel sufrimiento. La orquesta tocaba una melodía suave y tranquila, perfecta para esta noche estrellada. Aoi se adelantó hacia la pista de baile y alegremente preguntó:

    ¿Bailamos un rato, Kuro?

    ¿Yo? —cuestioné incrédulo a la vez que me señalaba con el dedo, simplemente era imposible. Desvié mi vista hasta cruzarme con Shirou, esperando que dijera algo y me salvara de este apuro pero él se limitaba a sonreír con una boba sonrisa.

    Vamos, ¿por qué no?

    Porque se me da fatal bailar —afirmé avergonzado por mi incompetencia.

    No te preocupes, yo te guiaré. —Ahora no tenía ninguna excusa convincente para escapar del asunto. Di un gran suspiro y, siendo arrastrado por Aoi, nos fuimos a la pista de baile.

    La gran multitud —que por cierto todos eran chicos de nuestra edad e hijos de grandes empresas como nosotros— se alejaba a medida que la hija del presidente se adentraba en la pista. La música no sonaba en ese momento, esperando a que ella junto a su acompañante, yo, nos pusiéramos en posición de baile.

    Ya en el centro del lugar, todos nos miraban fijamente; podía escuchar los comentarios de la gente, preguntándose el porqué no bailaba primero con su prometido y sí lo hacía con quien sería su próximo familiar. En cambio yo me ponía cada vez más nervioso.

    Sin embargo el suave tacto de la mano de Aoi me tranquilizó.

    No les escuches, tú limítate a seguirme, yo te guiaré.

    Posicioné mi mano derecha sobre su cintura y ella sobre mi hombro. El director al ver que ya estaban listos, volvió a liderar a la orquesta.

    Todos las demás parejas empezaron a bailar también; unos lo hacían mejor que otros pero todos centraban su mirada sobre nosotros, curiosos por saber nuestras dotes sobre el escenario.

    En varias ocasiones estuve a punto de pisarle el pie a mi compañera mas ella lo esquivaba y ocultaba mi fallo. Cada vez perdía más la confianza en mí mismo. Sentía tanta vergüenza que deseaba correr y salir de allí cuanto antes; lo único que me mantenía en este lugar bailando era la persona que se hallaba enfrente mía y bailaba al compás junto a mí, sintiendo su suave tacto rozarme el hombro.

    Sinceramente, el estar bailando con ella me parecía un sueño, un sueño del que no quería despertar.

    ¡Kuro! —me llamó con un falso enojo de nuevo a la vez que inflaba sus mejillas—. No me estabas escuchando, ¿cierto?

    ¿Qu... Qué? Por supuesto que estaba escuchando. —Mentí con cierto sonrojo en mis mejillas. La verdad, tendría que arreglar aquella manía de soñar despierto, sobre todo si se trata de cierta persona— Solo... estaba un poco distraído, nada más. Te lo juro.

    Sin embargo ella me veía con desconfianza.

    Bueno... Lo que te quería decir es que... es que yo...

    Era la primera vez que la veía tan inquieta. Normalmente era hiperactiva y no poseía vergüenza alguna, pero esta vez se comportaba de manera distinta, como si mirara a otra persona completamente diferente. Sus mejillas habían adquirido un color rojo carmesí semejantes a los míos y parecía que no quería tener contacto visual conmigo; me pareció tierno ya que descubrí otra faceta de mi alegre princesa.

    Yo... ¡Quería decirte que yo...!

    No obstante, cuando estaba a punto de decirlo, se abalanzó tanto a mí que por instinto di un paso hacia atrás intimidado, haciendo que me resbalara y cayéramos.

    Por supuesto todo el mundo giró en nuestra dirección. Casi todos los presentes exclamaron —sobre todo por parte de las chicas— al ver la escena tan comprometedora en la que habíamos quedado: los dos en el suelo, Aoi encima mía y nuestros rostros a unos centímetros de juntarse. Nuestras narices no paraban de rozarse, su respiración me golpeaba en el rostro, notaba cómo se me subían los colores y mi corazón latía a mil por hora; no paraba de rezar para que no notara esto último.

    ¡Lo... Lo siento mucho! —se disculpó ella a medida que se apartaba y alejaba sonrojada; eso la hacía ver más adorable de lo que era, incitándome a abrazarla pero me resistí.

    No... No pasa nada. —La fija mirada del público seguía en pie así que, con pasos torpes, me fui de la pista.

    Busqué por todas partes a mi hermano; seguramente ahora mismo se encontraba partiéndose de risa... Y tenía razón. Él se hallaba cerca de la mesa de postres, tapándose la boca con su mano lo máximo que podía para no soltar una carcajada. Me dirigí con paso acelerado a dicha mesa y con molestia le hablé.

    ¿Qué es tan gracioso? —espeté. Entretanto Shirou se secaba una lágrima causada por la risa.

    Na... Nada... —Apenas pudo decir ya que se estaba muriendo de la risa, literalmente.

    Mi cara adquiría un tono cada vez más rojizo por momentos e incluso sentía cómo me sudaban las manos; el bochorno no se iba de mi cuerpo y me inundaba por dentro aun cuando yo no poseía vergüenza. Seguramente Aoi estaba en las mismas condiciones que yo pero ahora mismo no me dignaba a darme la vuelta y comprobarlo.

    Le golpeé molesto en la cabeza pero de forma que no le doliera demasiado.
    Por supuesto él se quejó como si fuera un niño pequeño siendo regañado por su madre, con las mejillas infladas mientras se sobaba la zona golpeada.

    A veces pensaba que el infantil no era yo sino él.

    Me disponía a abandonar el lugar a causa de la fija mirada de los espectadores que aún me observaban como un bicho raro. Justo cuando estaba a punto de atravesar la puerta y dirigirme al jardín, me giré por una fracción de segundo; juraría que había visto a Aoi apenada, ¿pero por qué?

    Y sin nada más que me detuviera salí de la gran sala.

    La suave brisa nocturna me golpeó al instante y sentí cómo la música disminuía de volumen debido a la lejanía. Paseé un rato entre los rosales para después descansar en la gigantesca fuente central. Me senté en el borde de ésta y miré en el reflejo del agua; por lo menos ya se me había ido el sonrojo.

    Aunque volvió tan pronto recordé lo que acababa de ocurrir.

    ¿Cómo ocurrió eso en primer lugar? —me auto-pregunté a la vez que llevaba una mano a mi cabeza, revolvía mis cabellos ya desordenados, me sonrojaba y suspiraba intranquilo—. Aunque... No fue tan malo...

    Era cierto. Sentí un pequeño cosquilleo en mi estómago al percibir su cercanía. Aquel rostro que me hipnotizaba lo tenía prácticamente a unos centímetros de mí; sus ojos, su nariz, sus labios... Faltaba tan poco para que pudiera probar esos deseables y apetitosos labios rosados que me moría por probar desde hace tiempo que estaba a punto de enloquecer. Si aquello que deseaba hubiera llegado a pasar... yo...

    Tan pronto como ese pensamiento rondó por mi mente me di una bofetada mental, sintiendo asco hacia mí mismo por pensar en manchar aquella gran pureza; realmente era el peor. Ya no tenía razón de mí mismo; ni siquiera me podía reconocer en estos momentos. Sin duda, tanta espera me volvía loco.

    Ya no sé ni lo que pienso...

    De repente se escucharon varias voces tras los arbustos. No podía reconocer una de las dos voces que oía pero con tan solo escuchar la otra ya volvía a estar inquieto; era la voz de Aoi y... sonaba quebrada, como si estuviera llorando.

    Me acerqué al lugar de donde provenían dichas voces y les vi: Aoi y Shirou. Ella se hallaba sollozando silenciosamente a medida que mi hermano le ofrecía un pañuelo y se las secaba con ésta; sentí una fuerte opresión en mi pecho a causa de los muchos celos que he sentido hacia él. Agudicé mi oído para poder escucharlos.

    Aoi, ¿por qué no se lo dices de una vez? Él ha sido bastante lento en varias cosas, ya lo sabes; si esto sigue así seguirás sufriendo hasta ahora —le consolaba mi hermano a medida que pasaba su brazo sobre su hombro.

    ¡Ya lo sé pero...! —No pudo continuar debido a las lágrimas—. Lo sé pero... tengo miedo de ser rechazada; puede que incluso ahora me odie.

    Eso no es cierto —aclaró—. Él no ha parado de pensar en ti incluso después de aquello. Él te considera la persona más importante de su vida, incluso por tu felicidad él ha...

    Pero al fin y al cabo eso será imposible —garantizó ella más destrozada que nunca. En cambio yo no entendía nada, ¿de quién estaba hablando?—. Ya lo hablamos el otro día, ¿cierto? Este va a ser el último día que nos veamos.

    Sí... —Asintió Shirou con un rostro de pura tristeza—. Es inevitable; incluso pienso que es estúpido e irreal lo que va a ocurrir... ¡Pero aún así quiero que los dos podáis disfrutar de vuestros últimos momentos y que conozcáis los sentimientos del otro! ¡Deseo que seáis felices aunque solo sea un poco!

    Shirou... Gracias —agradeció ella, mostrando nuevamente su usual sonrisa—. Lo... lo intentaré de nuevo, ¿de acuerdo?

    Buena chica —Él acarició suavemente sus cabellos; parecían muy felices...—. Prométeme que se lo dirás.

    Lo prometo.

    Minutos después volvieron a la sala. Yo salí de mi escondite confundido, ¿de qué estaban hablando?

    La verdad, cada vez me confundía más y más.

    Ya eran las 12 de la noche; la hora en la que por fin llegarían a probar el tan esperado juego creado por el presidente Yuusuke, el padre de Aoi. Sonaron las campanadas correspondientes a la hora y, tan pronto como finalizaron, él apareció.

    Chicos y chicas, primeramente os agradezco por haber asistido a esta fiesta en que, tras años de arduo trabajo, me complace anunciar que por fin hemos realizado el mayor juego a gran escala realizado hasta ahora, “Game of Life”. Y ahora se llevará a cabo dicho juego, seguidme por favor.

    Todos obedecimos a las instrucciones del hombre. El camino fue largo y tedioso pero por fin llegamos. Era un sótano —cuya existencia desconocía completamente— con varias máquinas incorporadas.

    Parecen... cápsulas —añadí.

    Exactamente. “Game of Life” es un juego de realidad virtual en el que el jugador permanece en un estado de sueño eterno y vive la experiencia como si fuera real. Posee un 99% de realidad y es un juego del que seguramente no os defraudará —Afirmó él bastante convencido de ello—. El juego es muy simple; se trata de un juego de lucha. Los jugadores se batirán entre sí en combates para pasar a la siguiente ronda. El último que quede en pie tras dichos combates sera el ganador; pero ojo, aunque solo sea un juego, lo preferible sería tratarlo como si fuera la vida real... eso claro si quieres salir con vida.

    Por un momento noté como la voz de aquel se volvía más siniestra a medida que hablaba; en cambio Aoi se veía bastante pálida y con una mueca de gran preocupación. Tal vez sería por la falta de confianza.

    Todo el mundo entró en una de las cápsulas y dejamos que el sueño se apoderara de nosotros para sumirnos a este increíble juego virtual. Aunque “increíble” no habría sido la mejor palabra que describiera lo que iba a suceder de ahora en adelante.

    Ganaré como sea... Por Aoi... —Fueron mis últimos pensamientos antes de sumirme en un profundo sueño.

    En cambio, antes de sumergirme verdaderamente a aquel mundo virtual, sentí cómo el señor Yuusuke nos observaba a medida que caíamos dormidos, satisfecho y con una sombría sonrisa en sus labios.

    Que empiece el juego.

    Continuará...
     
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    Neko Nyan

    Neko Nyan Hola, soy nueva♥~ (?)

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    Hola, gracias por la invitación,.
    Bueno, al principio no entendía porque "Game of life" ahora si xD.
    Andará de menso el Kuro al no darse cuenta que ella lo ama, ¡pasenme el pollo de goma para cachetearlo! xDD, jaja ok no. Bueno, me matá la intriga por saber como va ser el siguiente cap., quien ganará y ya te has de imaginar lo demás que quiero saber xD. La verdad si que hiciste un personaje de buen corazón....
    Bueno, sin más que decir

    NOS VEMOS!!
     
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  6.  
    Fushimi Natsu

    Fushimi Natsu Fanático

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    Gracias x la invitación!! Me ha gustado mucho la historia, desde el principio q me atrapó. Los personajes, la trama, el noble sacrificio de Kuro x buscar la felicidad de Aoi, la complicidad de Shirou y los sentimientos de la muchacha. No, en verdad que te has pasado y dejame decirte q he disfrutado mucho de la lectura.
    Parece que la acción comenzará en el próximo capítulo, me sorprendió q el género fuera tragedia (no me gustan mucho estos románticos, pero me has atrapado completamente) y me imaginó q pronto se revelarán muchas cosas. Desde el principio, ese Yuusuke me dio mala espina, me preguntó q opinará realmente sobre los sentimientos de Kuro hacia su hija y hasta que puntos está dispuesto a llegar x eso peligroso juego....
    Espero que pronto subas la continuación, y no te vayas a olvidar de avisarme!!
    Ah, por cierto. Me han encantado los nombres q has elegido. Saludos ;)
     
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  7.  
    Tubbiefox

    Tubbiefox Entusiasta

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    El primer capítulo, en un inicio, se vuelve un tanto redundante en lo opuestos que son ambos hermanos. Le das muchas vueltas al asunto. La idea del hermano perfecto y el protagonista nada perfecto no es muy novedosa.

    La escena en que el padre de Aoi dice que la quiere casar con alguien fue muy predecible. Obviamente iban a escoger al hermano, sin embargo me pareció un buen giro que éste se opusiera, y, de inmediato, me pareció terrible que el protagonista lo alentara a decir que sí. Se rindió así de fácil, y eso me desagradó. Empeora cuando se va al cuarto a chillar por el asunto, teniendo él gran culpa. Luego mejora un poco, en un diálogo, que acepta que él tuvo la culpa y no debería reprocharle nada a su hermano, y, de nuevo, empeora, cuando dice que “no hay vuelta atrás”. Y sus excusas “él la hará más feliz que yo”, “de todas formas dudo que se haya podido negar a casarse con ella”, que aunque pudieran tener cierto nivel de veracidad, sólo me hicieron despreciar más al personaje.

    Su actitud rancia sigue, y sigue, y viene la parte que literalmente me hizo fruncir el ceño: la llamada del padre. Jo, viejo pícaro que sabía que la amaba :B. Tuve esperanzas que la dichosa propuesta fuera a salvar el capítulo, pero… lo terminó haciendo un tanto absurdo. ¿El que gane un torneo de videojuego se casa con mi hija? ¡Ahora me desagrada Aoi también, por ser tan bizarramente sumisa que aceptaría casarse con cualquiera D:! NO son los tiempos de antes. Y qué padre más ridículo proponiendo cosas así, Dios. Terminó el capítulo y el único personaje que me gustó fue el más odiado por el protagonista x’D.

    ~

    … Este segundo capítulo me da mala espina. No fue el más original, creo que eso ya lo sabés, con toda la escena del baile, y de que se caigan, y de que Aoi no le pudo decir lo que siente, hasta cuando el protagonista casualmente les escucha la conversación. Pero lo que me da mala espina fueron las últimas líneas, ¿tratabas de insinuar que en realidad podrían morir? Porque eso sería… raro.

    Conforme avanzaba el capítulo noté que el padre de Aoi no les había informado de su locura del torneo ni a ella ni al “prometido”… Ese señor subnormal -w-.

    Tenía la esperanza de ya poder sentir algo positivo por ambos personajes, Kuro y Aoi, pero son unos completos dramaqueens. Y si Aoi dejó que su padre hiciera algo enfermizo con ese juego y aun así dejó que sus dos mejores amigos lo jugaran porque es muy cobarde de enfrentarse al padre, merece la muerte D:

    ~

    La magia de una historia de varios capítulos es que podés alterarla para bien en cualquier momento. Cualquier camino que pueda estar tomando siempre lo podés mejorar, así como podés desarrollar mejor a tus personajes. Algo que necesita para recuperarse es originalidad, y también podés dárselo, más cuando apenas va por la mitad. Nosotros ya tenemos una idea general de la historia sólo con leernos la actividad, ya sabemos qué rumbo puede tomar, y eso te dificulta presentarnos algo tanto original como inesperado, y por ello debés echarle muchas ganas. Sólo tenés que pensarlo bien a fondo todo.
     
  8.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

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    Capítulo 3 de "Game of Life" para la actividad "Amores Clandestinos". El próximo será el cuarto y último capítulo de este long-fic, aunque deberá de ser más largo que éste ya que no me llegará con 4 capítulos. Siento que sea tan largo y espero que me dé tiempo para antes de la fecha límite; con mi participación en otra actividad más los exámenes finales apenas puedo con ello. Espero que os guste.


    Capítulo III — Extraña fuerza

    Cuando volví a abrir mis ojos, ya no me encontraba en el sótano lleno de máquinas, no... Era un lugar completamente diferente y completamente asombroso.

    Todos los presentes estábamos en un campo de arena colosal, de forma circular; era como aquellos coliseos romanos en los que combatían por la gloria. Sabía que los espectadores no eran reales pero escuchar aquel vitoreo por parte de ellos me hacía creer que no eran seres virtuales. Observé a los participantes, percatándome de que sus vestimentas eran diferentes, incluida la mía. Era algo sencillo: una simple armadura de lo más cómoda que me protegía los hombros y la parte en donde se situaba el corazón solamente. Mis brazos, mis manos y mi pecho se hallaban rodeados por unas vendas gastadas; poseía un cinturón sujeto a mis pantalones que llevaba colgando una espada y unas botas similares al de los militares. No era nada del otro mundo.

    Shirou llevaba una vestimenta similar a la mía; la armadura, el cinturón y los pantalones eran iguales, lo que cambiaba era su camisa blanca de grandes mangas y sus armas: dos pistolas y un cuchillo.

    En cambio Aoi no se quedaba atrás; ella vestía con una camisa sin mangas de cuello alto a la altura del ombligo y unas mallas ambas algo ajustadas y de color negro, una chaqueta cobalto de mangas largas que llegaba a la cintura y una falda del mismo color. En su cinturón colgaban dos pequeñas dagas, en su mano agarraba un arco de plata y sobre el hombro un carcaj con varias flechas en su interior.

    Sorprendente... —solté por la realidad que mostraba el juego. Todo se sentía tan real... Parecía... como si de verdad apostáramos nuestras vidas.

    De repente apareció una pantalla sobre nosotros, mostrando a... ¿Un hombre con una máscara de pollo? Sí, sin duda era una persona —bueno, más bien una persona virtual— por su pequeño pero a la vez cuerpo humano, vestido con un traje trajeado; lo que nos desconcertaba era el porqué llevaba esa horrible máscara sucia de la que te pondrías en Halloween.

    ¡Bienvenidos a Game of Life! —Nos saludó con voz intensa, de forma que todo el mundo le observaba con más extrañeza que antes—. Ahora se llevará a cabo el primer juego de las eliminatorias —añadió directamente y sin explicar los conceptos del juego por muy claros que fueran—. Será por parejas. Por favor, coged una papeleta de la caja que se mostrará a continuación.

    E inmediatamente, una parte del suelo se abrió y de él salió una caja normal y corriente.

    Todos los participantes, a medida que los llamaban, introducían su mano por el agujero de la caja y sacaba un papel con un número. Inmediatamente el número era grabado en la pantalla y con ello el rostro del jugador. Al lado de cada rostro, o la casilla se hallaban vacía o era ocupada por el rostro de otro.

    Entonces escuché cómo decían mi nombre.

    El eco de mis pasos resonaban por el campo de tierra y todo el nerviosismo que transmitía se manifestaba en forma de sudor. Dudoso, metí la mano, saqué una papeleta, desdoblé el trozo de papel y lo vi; me había tocado el número 13.

    Me alejé lentamente de la multitud que se hallaba apretujada haciendo cola, como si fueran sardinas enlatadas. Centré mi vista a la pantalla y me percaté que tanto mi hermano Shirou como Aoi aún no poseían un número. Fue en ese momento cuando pronunciaron el nombre de ésta última.

    Todo parecía ir a cámara lenta. No despegaba la vista de ella, viendo cómo repetía la misma acción que todos los demás, metiendo la mano y sacando un papel. Sin darme cuenta dejé de observar a mi alrededor, centrándome únicamente en la pantalla que había en el cielo. Tragué una y otra vez de mi propia saliva para después dilatar mis ojos con sorpresa.

    Su número era igual al mío.

    Me alegro que nos haya tocado en el mismo equipo, ¿no te parece? —preguntó una voz, percatándome de que la tenía al lado. ¿Cómo podía moverse tan rápido?

    Sí... Yo también me alegro.

    Tiempo después, todos los jugadores ya tenían sus parejas correspondientes. El hombrecillo de máscara rara volvió a aparecer pero no en la gran pantalla, sino en carne y hueso frente a nosotros.

    Ya todos tenéis vuestras parejas asignadas. Bien... El torneo consistirá de tres partes: la ronda de eliminación, las semifinales y por último las finales. La ronda de eliminación consiste en... sobrevivir.

    Todo el mundo lo miraba fijamente. Era un juego de lucha, ¿acaso sobrevivir no es lo más evidente que se podría decir?

    ¿A qué te refieres con sobrevivir? —preguntó uno de los participantes—. Sé más explícito.

    Oh, fallo mío. Lo que me refiero es que ahora mismo seréis transportados al lugar en donde se hará la eliminatoria. Ya allí, lo único que tenéis que hacer es eliminar a los demás concursantes hasta que solo queden dos parejas. Está permitido de todo: trampas, alianzas... Cualquier cosa que se os ocurra. Lo que sí, observad. —De repente apareció una barra roja en el brazo izquierdo de todos, incluido yo— Si se os acaba la barra de energía el jugador ya no podrá seguir jugando; si perdéis a vuestra pareja automáticamente seréis descalificados y sacados del juego inmediatamente. Y ojo, salirse de los límites cuenta como señal de abandono; intentad no saliros de esos límites si queréis seguir jugando, aunque cualquiera puede rendirse de esta manera. También se os dará un cohete para lanzarlo si queréis rendiros, en ese caso simplemente os desconectaremos del juego; por supuesto es opcional. Si no hay nada más que decir, ánimo a todo el mundo y que la suerte siempre esté de vuestra parte.

    Tras su explicación, una luz blanca y cálida apareció debajo nuestra. Me sentí más ligero hasta que me di cuenta de que estaba a unos centímetros por encima del suelo, es como si la gravedad no existiera para nosotros. Yo cerré los ojos fuertemente por si llegaba a caer, por fortuna la suave mano de Aoi hacía contacto con la mía, proporcionándome valor y centrándome en mi meta. Y sin un minuto más que perder, fuimos transportados al lugar de la prueba. Al abrir los ojos, observé que nos encontrábamos en un bosque. Solo se podía ver el verde de los árboles y un estanque a unos metros de nosotros. Encima de nuestras cabezas había un reloj gigante dando la cuenta atrás. Entretanto yo estuve contando el tiempo que quedaba para poder empezar.

    Tres, dos, uno... —El sonido de una trompeta se escuchó por todo el bosque, espantando a todas las aves del lugar; seguramente era para dar comienzo la eliminatoria.

    Inmediatamente Aoi se subió a uno de los árboles; al principio no supe qué hacer pero después pude percatar lo que intentaba transmitirme. Entonces yo estuve preparando —o intentando— las trampas lo mejor que podía, imitando con gran éxito los que hacían para cazar a su presa, en mi caso, a jugadores. Yo me escondí entre los arbustos a la vez que Aoi observaba quién se acercaba. La verdad me sorprendí por la eficacia que habíamos mostrado hace unos minutos; normalmente dos personas no cooperarían de esta forma —y mucho menos si no conoces esa persona, aunque éste no es el caso— pero nosotros, al ser tan cercanos, teníamos ventaja sobre los demás: primero que somos capaces de saber lo que piensa el otro sin vía oral, y segundo, que confiamos uno en el otro. Por un momento me alegré de ello; sentía que me acercaba más a aquel futuro tan deseado.

    De repente una piedra me golpeó en el hombro haciendo que bajara por fin de las nubes.

    ¡Auch! —me quejé para luego ver a la persona que me la había lanzado señalando hacia el horizonte. Se acercaba alguien.

    Me quedé en el mismo sitio e hice todo lo posible por anular mi presencia hasta tal punto de que apenas podía respirar. Centré mi vista en donde mi compañera señaló anteriormente y esperé. No sé si pasaron unos minutos o unas horas; había olvidado lo que era el tiempo. Solo me centraba en mi presa. Los pasos cada vez eran más cercanos y mis latidos también; por suerte pude controlarlo. Cada vez estaba más cerca, lo sentía, hasta que por fin apareció delante mía; había caído completamente en la trampa.

    ¡Ya eres mío!

    ¡Pero qué...!

    Pero antes de que pudiera siquiera acabar la frase yo ya había activado la trampa, haciendo que una gran red cayera y el jugador quedara atrapado. El chico, atemorizado, estaba a punto de pedir ayuda pero fue imposible; su grito fue ahogado al ser atravesado por la flecha de Aoi, tan rápida que no me percaté de ello. La flecha atravesó su pecho, exactamente donde se encontraba su corazón, y su barra de energía disminuyó hasta quedar a cero; tan pronto como ésta quedó vacía se pudo ver dos halos de luz, una a su alrededor y otra a unos metros más lejos, que se los llevaban. Rápidamente el sonido del marcador marcó una pareja menos.

    ¿No podías haberme avisado de otro modo? —repliqué a mi compañera.

    Esto... no —dijo de forma burlesca a medida que bajaba del árbol—. Pero no está mal, ¿no? Ya hay una pareja menos.

    Sí, de alguna manera me alegro por... ¡Cuidado!

    Arrojé mi espada como si de una lanza se tratase y está rozó el rostro de Aoi para después impactar en el pecho de otro jugador a punto de golpearla con una gran maza. Ella cayó al suelo por la sorpresa, temblorosa e incrédula por lo que acababa de ocurrir; todo había pasado tan rápido...

    ¡Aoi! ¿Estás bien? —pregunté alterado por ella.

    S... Sí... —contestó a duras penas a causa del susto.

    Yo la ayudé a levantarse mas ella aún tambaleaba asustada. Sin embargo una imagen apareció en mi mente, una imagen en la que aparecían Aoi y un hombre de negro junto a su padre; parecía ser reciente. Ella estaba escondida detrás de la pared, abrazando fuertemente un conejo de peluche y con los ojos ligeramente abiertos al igual que su boca.

    ¿Qué le parece? Le prometo que no le defraudará el resultado —convenció el hombre; tenía una sonrisa que no me gustaba para nada.

    Está bien; por una vez esa estúpida de mi hija servirá para algo productivo. Por el futuro de esta empresa.

    Entendido... ¿Hmm? —De repente el hombre se giró en la dirección en donde se encontraba Aoi y ella no tuvo más remedio que huir, sin poder entender nada ni yo tampoco.

    ¿Qué ocurre? —preguntó Yuusuke.

    No, nada; habrán sido imaginaciones mías.

    Yo dudaba de lo que acababa de pasar pero la imagen siguiente fue más rara que la anterior. En ella esta vez aparecía aquel hombre de negro frente a Aoi, deslumbrante con el vestido que llevaba esta noche.

    ¿Qué me dices, aceptas?

    ¿Estás seguro de que funcionará? ¿Podré... cambiarlo todo?

    Desgraciadamente no será todo... pero algo podrás cambiar; poder cambiar algo es mejor que no poder cambiar nada. Este futuro es inevitable.

    No sé por qué haces esto pero me da igual; solo deseo decírselo. Me da igual mi padre y su maldita empresa; solo quiero ser feliz, aunque por ello solo pueda disfrutarlo un poco.

    Eres una señorita muy valiente —afirmó el hombre a la vez que daba palmadas de felicitación.

    Y de repente todo se volvió negro. Para cuando me di cuenta tenía el rostro de Aoi extremadamente cerca mía. Yo me alejé de ella violentamente y la solté al ver que podía mantenerse en pie sola. En cambio ella me miraba fijamente.

    Conque estando en las nubes de nuevo, ¿eh? —acusó.

    Lo... lo siento. —Fue lo único que pude formular.

    <<¿Qué ha sido eso?>>, pensé para mí mismo.

    Tenemos que estar más atentos y poder cuidarnos por nosotros mismos —dije.

    Sí... —Asintió—. Y tenemos que vigilar nuestras barras de energía.

    Ella me enseñó su barra y observé que había bajado un poco, seguramente por el pequeño corte que le hice al lanzar mi espada. Sin un minuto más que perder cogí mi espada, ensangrentada y clavada en el suelo; ya se habrán llevado al otro jugador que nos atacó hace poco y a su pareja también. Aoi volvió a subirse al árbol y yo volví a preparar la misma trampa, y así sucesivamente hasta que se pudo escuchar otro sonido de trompeta. La ronda ha finalizado.

    ¡Qué alivio! —solté ya cansado de preparar constantemente las mismas trampas.

    Es cierto —afirmó Aoi—. No paraba de subir y bajar en busca de las flechas; ahora ya no tengo necesidad de ir como un ascensor.

    Y era cierto, como las flechas, al ser clavadas en alguna parte del cuerpo del oponente, quedaban abajo siempre tenía que ir a buscarlas; podría habérselas lanzado y así no hubiera hecho nada innecesario, pero teniendo en cuenta que anteriormente la espada pasó rozándola no volví a intentarlo más —aparte de que la primera vez que probé en pasarle la flecha al final se fue aún más lejos y Aoi tuvo que recorrer un largo camino entre los árboles a por ella.

    Otro resplandor apareció debajo nuestra, esta vez de color celeste. Para cuando abrí los ojos me di cuenta que no estábamos en la arena, sino en el estadio.

    Hermano...

    Él se giró para verme y estaba ahí pero, lo notaba diferente. No tenía la misma mirada bondadosa de siempre, qué va... Había sido sustituida por una mirada fija y terrorífica llena de frialdad; de alguna manera sus ojos me daban escalofríos. Estaba a punto de hablar con él, aunque me disgustaba su manera de ser, aún seguía siendo mi hermano, un pariente de sangre al que estaba más conectado que nadie; sin embargo eso no fue posible por culpa del cabeza de pollo.

    ¡Felicidades a los cuatro! ¡Habéis superado la primera ronda! —Todos les mirábamos fijamente; realmente no teníamos ganas de escucharle.

    Estuvo hablando todo el rato, felicitándonos y enseñándonos los jugadores que habían perdido. A nadie le importaba aquello más que a nosotros mismos pero Aoi y yo no pudimos evitar sorprendernos al ver la pantalla que ponía lo siguiente:

    RECUENTO DE EQUIPOS DERROTADOS

    NÚMERO DE JUGADORES: 200

    KURO: 30 AOI:40 AKANE: 10 SHIROU: 120

    ¿¡120 jugadores!? —Le miramos impresionados a la vez de temerosos por tal hazaña; era sorprendente ver que el tranquilo Shirou, incapaz de matar una mosca, había conseguido casi el doble que nosotros dos juntos. De repente sentí miedo, un miedo indescriptible que hacía ponerme la carne de gallina.

    Vi cómo él se alejaba y se iba. En el momento en que dijeron que había 3 horas de descanso yo ya estaba persiguiéndole.

    ¡Shirou! —llamé.

    ¿Qué quieres? —me preguntó con cierta molestia en su voz.

    ¿Qué te pasa? —Intenté animarle un poco por muy estúpido que fuera; al fin y al cabo ahora era mi enemigo, no debería de estar haciendo esto. Sin embargo algo en mí le ganó a mi razón—. Tú no te comportas así. Me sorprendió al ver tu puntuación, ¡fue sorprendente! Venga, ¿por qué no me cuentas qué te pasa? —Pero al posar mi mano sobre su hombro éste la apartó en un fuerte golpe.

    Déjame en paz, ¿acaso no quieres estar con tu querida Aoi?

    Eso hizo que me enojara.

    ¿Qué mosca te ha picado? —espeté molesto—. ¡Yo solo intento ayudarte! ¡Tú no eres así Shirou!

    ¿¡Y tú qué sabes sobre mí!? —chilló de repente. Era inusual que él alzara su voz de esta manera. Sin duda algo estaba pasando.

    Shirou...

    Si supieras el porqué hago esto... —susurró tan débilmente que apenas pude escucharle. Estaba a punto de irse pero yo se lo impedí; no iba a marcharse tan fácilmente, no sin antes decirme la verdad.

    ¡Espera!

    Agarré fuertemente de su brazo lo que causó que un fuerte dolor de cabeza apareciera, al igual que otras imágenes al igual que antes.

    <<¡No, otra vez no!>>, maldije para mis adentros.

    Esta vez aparecía mi hermano, tumbado y con el traje puesto; era del día en que anunciaron aquel compromiso, ¿pero cómo?

    Ese estúpido de mi hermano... ¡Si supiera cuánto coraje me da! —Furioso, cogió una almohada y lo aventó contra el piso al igual que hice yo con él unas horas antes.

    ¿Desesperado? —Él se giró para ver de dónde provenía esa voz. Y ahí estaba otra vez, aquel hombre de negro, sentado en su ventana.

    ¿Quién eres? —preguntó.

    No te preocupes, chico. No te voy a hacer nada. Sólo vengo a decirte que...

    Susurró algo en su oído que no pude escuchar pero al ver el rostro descompuesto de Shirou debía de ser algo horrible. Irritado, lo alejó de él con un fuerte empujón.

    ¡¡Mientes!! ¡Es imposible que algo así pueda suceder!

    ¿En serio? Eso lo veremos...

    Y desapareció en un visto y no visto.

    De repente sentí cómo era empujado violentamente; había sido Shirou, que me veía asustado y bastante agitado. No paraba de temblar, como si tuviera miedo de algo, ¿pero de qué y por qué?

    ¡Tsk! —carraspeó para después distanciarse de mí a gran velocidad.

    ¡Espera!

    Déjalo, Kuro —me ordenó una voz.

    Aoi... ¡Pero...!

    Él ahora debe estar confuso; deja que ordene sus ideas.

    ¿Pero por qué se comporta así? Y esas imágenes... Simplemente no lo entiendo. ¿Qué me está pasando?

    ¿Imágenes? Ah, debe de ser tu “habilidad especial”.

    —“¿Habilidad especial?”

    Cada vez comprendía menos la situación.

    Continuará...
     
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  9.  
    Ashlotte

    Ashlotte Usuario común

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    Hola, muchas gracias por invitarme a leer tu fic.

    Bueno, debo decirte que, wow, me dejó impresionada el fic. Está bastante interesante y la trama está super buena.
    Mm... ok, en cuanto a lo técnico, noté que aveces luego de los puntos suspensivos escribiste con mayúscula y no debiste de haberlo escrito así. Sí es verdad que aveces es con mayúscula y otras veces con minúscula, pero en este caso, era con minúscula. Un errorcito que noté:
    No pongas dobles signos, pues una falta de ortografía, y en ese lugar, deberías poner la coma:
    "¡Mientes!, ¡es imposible que algo así pueda suceder!"Debo felicitarte, no tienes muchos errores. ^^ Sólo los detallitos que te remarqué, y son aveces.

    Sobre la trama, como te dije anteriormente, está bastante interesante.
    La idea está muy original y llamativa. Sí me interesa esta historia, y los capítulos, son geniales.
    Pero wow, ¿qué querrán decir las imágenes de la "habilidad especial" de Kuro? Son un tanto extrañas y te dejan con un pequeño misterio.
    Y sobre Aoi y Kuro... se nota que se quieren. Y hacen buen equipo en la pelea.
    Quiero saber qué sucede con las eliminatorias del fic, quiero saber qué pasa... u.u

    Querida, ¿sería mucha molestia que me avisaras cuando esté el cuarto capítulo?
    Te lo agradecería mucho.
    Bueno, saludos.
     
  10.  
    Tubbiefox

    Tubbiefox Entusiasta

    Virgo
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    Se pueden hasta 3.

    ~

    Final raro.

    Muchos pero, y falta de coma antes de algunos; abuso de "De repente una piedra me golpeó en el hombro haciendo que bajara por fin de las nubes.", "Su número era igual al mío.", "Entonces escuché cómo decían mi nombre.", "Y de repente todo se volvió negro.", etc., ésa redacción que se hace para generar emoción/suspenso, y dejás un renglón para ponerla ahí, sola; faltó mucha más interacción entre Aoi y Kuro; les tomó demasiado poco adaptarse al juego, para mi gusto; no explotaste al máximo el elemento de acción que tanto pudiste desarrollar, y, como siempre, nunca faltó la superioridad de los protagonistas derrotando a todo toditos, acompañado de la súper inutilidad de los demás personajes no importantes que no les pueden hacer frente.

    ~

    Pero me gusta cómo redactás. Se siente profesionalismo. Qué va, se ve. Das paso a una lectura bastante fluida, perfecto siendo una escritora de historias largas, por lo que veo. Lo que te falta únicamente es cuidar mejor los argumentos. No exagerar, ni hacerlos bruscos, y darle originalidad.

    Volviendo a la historia, se ve cómo se está profundizando. Agregaste bastante con este nuevo capítulo, desde personajes hasta quizá algunos añadidos al género. Con eso, y la extraña actitud del hermano, queda mucho por contar. ¡Extendete lo más que podás con ese final!
     
  11.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Cuarto y último capítulo de esta historia. Me avergüenzo de lo horrible que ha quedado siendo este el final. Espero que lo hayáis disfrutado hasta ahora y os agradezco por haber seguido con Kuro y Aoi hasta el final. Espero que os guste.

    Cap IV — Adiós eterno

    —¿Qué es eso... de la habilidad especial?

    —Bueno, como sabrás el juego no solo se basa en este torneo; los jugadores pueden interactuar, realizar misiones y subir de nivel fuera de la arena. No necesariamente todo es luchar; este medio solo te ayuda a conseguir bienes y aumentar tu nivel de manera rápida —explicó Aoi. Para que el modo de juego sea tan complejo le habrán dedicado muchas horas en ello, sin lugar a duda—. Sin embargo, en esta prueba, se ha instalado unas 100 habilidades que los demás no poseen y son bastante raras en los otros jugadores, para que los utilicen y sepan adaptarse a ellos aunque no parece que haya servido de mucho. Bueno, también hay habilidades muy inusuales pero que no sirven para nada como...

    —Como el mío, ¿cierto? —La interrumpí. Bajé la cabeza cabizbajo al descubrir el misterio de esas visiones, ¿qué eran? ¿Y por qué en todas aparecía aquel hombre de negro? Algo extraño estaba ocurriendo con este juego—. Al fin y al cabo, ver los recuerdos de la gente no es que sea útil que digamos...

    —No deberías de subestimarlo —dijo—. Entrar en sus mentes, torturarlos con sus traumas y controlarlos a tu voluntad, ése es otro método para poder derrotarlos, con una lucha psicológica. Aunque por supuesto, pienso que es el método más rastrero que puede existir. Cada persona ha tenido que sufrir para ser lo que son ahora; nosotros no somos quien para intervenir y destruir todo su ser, cada persona es como es y eso no cambiará.

    —Ya veo...

    Yo me entristecí aún más, sentí por un momento como si ella me odiara, y eso era lo que no podía soportar; mi corazón había sido apuñalado por una daga invisible en cuestión de segundos gracias al poder de las palabras, un poder temeroso y poderoso que poseemos y controlamos a voluntad.

    Ella estaba dispuesta a irse a su habitación, no obstante se giró una última vez para decir:

    —Kuro, aunque haya dicho todo eso, no significa que te odie ni nada por el estilo; al fin y al cabo... tú eres especial para mí.

    <<Tú eres especial para mí>>, esas palabras no paraban de resonar por mi mente; estaba desbordante de felicidad. Pero incluso aquella felicidad no consiguió deshacerse de la duda presente en mi mente. Ella se iba a marchar pero antes de que se fuera realmente le pregunté:

    —Entonces, si lo que veo son recuerdos, ¿quién es ese hombre de negro? ¿Por qué aparece en todos los recuerdos, incluido en los de Shirou? —Ella se mantenía callada, dándome la espalda; creo que le he dado justo en el clavo—. ¿Qué... os ha dicho a los dos?

    —Lo sabrás cuando nos paremos en la arena. —Se limitó a decir—. Kuro, si los dos llegamos a la final, quiero que digas estas palabras. —Ella se acercó, me susurró en el oído y con ello desapareció del pasillo.

    Ahora había muchas más dudas en mi cabeza que antes.

    Las 3 horas pasaron volando para mí. Estuve dándole vueltas y más vueltas a aquellas dudas que tenía en mi cabeza mas siempre volvía al punto de partida. Pensé una y otra vez el porqué ese hombre aparecía, qué era lo que tramaba y por qué; al final no pude descansar mucho y aquello quedo de nuevo en misterio. No queda más remedio que descubrirlo en la arena.

    Desde la distancia se podía escuchar el vitoreo de la gente ruidosa, esperando la llegada de los 4 héroes que se habían alzado y llegado a esta fase, es decir, nosotros. Al llegar, vi a Aoi con un semblante indiferente y serio; quería preguntarle muchas cosas pero ahora no era el momento ni el lugar para ello. La presión aumentaba en el ambiente a medida que seguían las ovaciones del público, impacientes ya de que empezara aquel charco de sangre. Por fin no se iba a esperar ni un minuto más; el presentador con cabeza de pollo ya había aparecido en la zona.

    —¡Hola a todos de nuevo! Ahora proseguiremos con la segunda parte del torneo, ¡las batallas! Nuestro ordenador escogerá las parejas aleatoriamente que se mostrarán en la pantalla que tenemos arriba y éstas tendrán que luchar entre sí; el jugador perderá si está inconsciente, se le acaba la barra de energía o se rinde. No hay límite de tiempo.

    Había hablado tan rápido que apenas pude seguirle el ritmo. Por suerte pude captar todo lo que había dicho.

    —Entonces, ¡ordenador, ya sabes lo que tienes que hacer!

    En ese momento la pantalla empezó a barajar las parejas. Iba tan rápido que algunas veces me veía a mí y en un instante ya no estaba, alternándose entre los otros tres participantes. La velocidad estaba empezando a menguar y mis plegarias aumentaban por momentos, rezando que no me tocara luchar con mi compañera.

    <<Por favor, que no me toque Aoi, que no me toque Aoi>>, pedía en mi fuero interno, desesperado por que se hiciera realidad.

    Y la ruleta se detuvo en...

    —¡Damas y señores! ¡Ya se han decidido las parejas! Las parejas son... ¡Aoi vs Akane y Kuro vs Shirou!

    La gente gritaba entusiasmada, entretanto yo no sabía si alegrarme por no haberme tocado a Aoi o maldecir el que tenga que combatir con mi hermano. Una y otra eran igual de horribles y con una posibilidad entre tres de haberlo evitado. Notaba cómo la distante mirada de Shirou se clavaba en mi espalda; yo en cambio intenté con todas mis fuerzas no girarme y hacer contacto visual.

    —Bueno, bueno —prosiguió el presentador—, ahora se llevaran a cabo los combates en arenas diferentes. ¡Vámonos!

    Aquella luz volvió a aparecer debajo nuestra, transportándonos de nuevo a otro lugar, esta vez con más sencillez: un ring pequeño y elevado de piedras blancas en el que nos hallábamos y las gradas en las que los espectadores estaban seguros, o eso creo, ya que en esta lucha mi oponente domina las pistolas, un arma de alto calibre y con tanta potencia que al mínimo fallo ya está impactando en la frente de alguien.

    —No te preocupes, hay un campo de fuerza alrededor; nada podrá entrar ni salir del ring —contestó el presentador, ¿acaso es capaz la mente? No me extrañaría, la verdad.

    Shirou me observaba fijamente con aquella mirada odiosa y frívola que poseía. Quería que volviera a ser como antes. Aunque, por un momento, creí ver en aquellos ojos hueros... tristeza y desesperación. Repentinamente sentí una punzada en el pecho y mis ojos no se despegaban de su silueta solitaria, ¿por qué? Entonces me di cuenta de aquella sensación que recorría todo mi cuerpo, una sensación llamada humanidad.

    <<¿Cuándo fue la última vez que sentí este sentimiento?>>, me pregunte para mí mismo; seguramente desde hace mucho, mucho tiempo.

    El hombre pidió que nos preparásemos para la batalla. Cada uno se situó en el borde del ring, sin despegar la mirada uno del otro. Cuando el presentador ya se alejó lo suficiente del campo, hizo sonar una gran campana, dando comienzo a la segunda ronda. No obstante ninguno de nosotros se movió; era como si no lo hubiéramos escuchado.

    —Shirou —clamó con desafecto en su voz—, ¿por qué no jugamos a un juego?

    —¿Un juego? —repetí.

    —Sí, un juego. —Él deslizó su mano por el bolsillo para después sacar una bala de ella e introducirla en una ranura al azar de la pistola—. Se llama la ruleta de la muerte, ¿lo conoces?

    Yo negué con la cabeza; con solo escuchar su nombre me entraban escalofríos. Ese comportamiento sádico era impropio de él, era como si estuviera tendido otra persona diferente.

    —Las reglas son sencillas. Solo tengo que disparar así.

    Shirou se llevó la pistola hacia la cabeza, entretanto yo miré horrorizado por lo que iba a hacer. Rápidamente corrí hacia él con exasperación, rezando por llegar a tiempo. Sin embargo él le dio al gatillo, encontrándome con la grata sorpresa de que el disparo no sonó, y por ello pensar de que había fallado el tiro; creíble pero imposible, ni siquiera él era tan torpe. Entonces llegué a una conclusión posible: que solo se hallaba una bala y ésta aún se escondía dentro, gritando por salir y bañarse en la sangre carmesí de cualquiera. Cualquiera podía ser su objetivo y, por ello, cualquiera podría perder la vida.

    —Ahora entiendo por qué se llama la ruleta.

    —Exacto. Hay un total de 5 disparos y uno ya ha sido utilizado. Dime, ¿quién crees que tendrá más suerte, tú o yo?

    —¡Estás loco! —grité. Estoy no tenía sentido, ¿por qué darme una oportunidad de ganar y dejar todo esto a la suerte? No lo comprendía.

    —Sí; yo nunca he sido así Kuro —admitió con total normalidad—. Ese Shirou amable solo es una fachada que he tenido que utilizar para complacer a todos a los de mi alrededor. Siendo agradable, inteligente y perfecto, una carga que debo de pasar.

    Con furia, él volvió a apretar el gatillo pero esta vez hacia mi dirección. Nuevamente, el disparo volvió a fallar, quedaban 3 disparos más.

    —¿Pero por qué? —cuestioné—. Si tanto te odias, ¿por qué seguir con esta faceta?

    —Porque es mi único método para vivir. Y también mi único método para salvarte. Tú lo recuerdas, ¿cierto? Aquel accidente.

    Sí, lo recordaba como si fuera ayer. Cuando éramos pequeños, mi hermano Shirou y yo fuimos secuestrados junto con Shu, su mejor amigo; eran inseparables hasta tal punto que siempre se quedaba a dormir en nuestra casa los fines de semana. Sin embargo, durante nuestra estancia con los secuestradores, él, por intentar rebelarse, le dispararon mas Shu se entrometió entre los dos, quedando tan malherido que murió. Aquello fue un trauma para mi hermano. Entonces me percaté de ello: Shirou, un chico egoísta y rebelde, empezó a convertirse en un ser más perfecto. ¿Cómo no me había dado cuenta?

    —Fue por mi culpa... Todo... fue por mi culpa.

    <<Hermano...>>

    Él estaba alterado, su cara palidecía por segundos y no paraba de temblar; sus piernas no paraban de tambalearse y se mantenían de forma inestable, así que me acerqué por si llegaba a caerse.

    —Desde entonces yo... he intentado ser como Shu: una persona con un corazón fuerte y bondadoso.

    —¿Pero por qué lo haces? ¡Aquello no fue tu culpa! —Intenté razonar con él pero aquella tenacidad suya impedía que abriera los ojos; nunca pudo darse cuenta en todos estos años.

    —¡Sí que lo fue!

    Acercó la pistola de nuevo sobre su cabeza y disparó pero nada salió. Solo faltaban dos disparos más.

    —Ahora, ¿quién vivirá? ¿Tú o yo? Solo queda una oportunidad para que vivas.

    —Shirou, detén esto, ¿acaso no ves que que te estás equivocando? Piénsalo un momento. En ese momento teníamos 10 años; de todos modos no podrías haber hecho nada.

    —Shu tenía la misma edad y me salvó. ¿Insinúas que no puedo salvar a nadie? ¿Que soy débil? Estás equivocado. Además... estoy haciendo esto por ti.

    ¿Por mí? ¿A qué se refería? Su rostro se tornó sombrío hasta tal punto que no podía reconocerlo; su sonrisa parecía haber desaparecido al igual que el Shirou al que yo envidiaba.

    —Kuro, esto es una farsa; un montaje que ha planeado el padre de Yuusuke.

    —¿Cómo?

    —Lo que tú oyes. Él nunca pensó en un prometido para Aoi; todo es mentira. Él desea acabar con todos nosotros, los más próximos a poder liderar las empresas de nuestros padres.

    Yo no podía creerlo. ¿Entonces él me estaba engañando? ¿Acaso aquella mentira fue un pretexto para que me esforzara con falsas esperanzas, para que derrotara a los demás jugadores? La cabeza me iba a explotar.

    —No puede ser... ¿Pero por qué?

    —Para poder derrotarme. Verás, él me contó todo 3 días antes de anunciarme como su prometido. Me dio tres días para aceptar o no su plan pero lo rechacé. —¿Cuánto tiempo más estaré con los ojos abiertos de la sorpresa? Era la primera vez que Shirou me contaba algo con esa seriedad indescriptible a mis ojos—. Además, es para garantizar la victoria de su hija Aoi; sabe que si ella te pide que le dejes ganar tú lo harías sin rechistar, y yo también creo eso.

    Una flecha invisible pareció haberse incrustado en mi pecho con sus palabras crueles pero ciertas, ¿tan evidente era? Sí, si me lo hubiera pedido lo habría hecho pero nunca se me pasó por la cabeza; seguramente porque sé que ella no sería capaz de utilizar un método tan ruin como aquello, y porque ella aún no es consciente de mis sentimientos.

    —Porque las personas que mueran en este juego... morirán en la realidad.

    —¿Eh? —No podía decir nada. Aquella noticia me había caído como una bomba—. Pero, ¿qué estás diciendo Shirou? No bromees ahora conmigo... —Pero verle desviar la mirada me hizo pensar que no me estaba gastando una broma—. No... no es verdad, ¿a que no?

    —Lo siento.

    <<No puede ser...>>, pensé. ¿¡Eso significa que si yo gano ella morirá!? ¡No puede ser cierto! Debía de mantener la calma... pero mis sentimientos le ganaron a la razón.

    —Eso es imposible... ¡No bromees conmigo! ¿¡Cómo que morirán!? ¿Entonces todos los jugadores que has derrotado han...? —Tenía miedo de que fuera cierto. Miedo de que mi hermano, sabiendo todo esto, hubiera...

    —Han muerto. —Las palabras hacían eco en mi cabeza, repitiéndose incontables veces; el mundo de repente se había vuelto negro.

    —¿Por qué? ¿¡Por qué lo has hecho!? ¿Acaso te das cuenta de lo que has...?

    —¡Lo sé perfectamente! —Su voz se quebraba por momentos y parecía que iba a romperse. Lucía tan vulnerable que retrocedí en mis palabras; tal vez me haya pasado... pero aquella realidad no me podía entrar en la cabeza—. Sé que esto no es diferente de haberlos matado pero... tenía que hacerlo; tenía que hacerlo por ti...

    —¿Cómo?

    —Tienes cuentas pendientes con ella; yo... no podía dejarlo así sin más. Aunque fuera un poco, deseaba ayudaros, incluso si por ello tenía que cargarme varias vidas; ya no hay vuelta atrás. No quiero que mueras... pero esa decisión dejaré que la tomes en la final; no me arrepentiré de ello.

    Al concluir sus palabras, por cuarta vez apretó el gatillo, esta vez hacia mi dirección. Nada salió. Entonces eso significaba...

    —Parece que tienes más suerte que yo. Qué envidia me das. Por lo menos no estoy arrepentido: he podido cumplir con mi última voluntad.

    Shirou posó por tercera vez la pistola sobre su cabeza, cuya bala aún seguía en su interior. ¿Iba a ser el fin?

    —Shirou... no lo hagas...

    —Parece que el juego ha acabado...

    Él estaba a punto de apretar el gatillo pero, con toda la fuerza que podía, le grité desesperado.

    —¡Espera! ¿Al menos me puedes decir quién era ese hombre de negro? ¿Qué te dijo? ¿Qué tiene que ver él en todo esto?

    Notaba como pronto las lágrimas iban a salir de mis ojos y mi voz se alejaba por momentos. Sin embargo Shirou, en su último aliento, dijo:

    —Lo sabrás cuando llegues a encontrarte con ella. —Y con ello disparó.

    Yo observaba horrorizado la escena. Él caía a cámara lenta, cubierto de aquel líquido carmesí desde la cabeza a los pies. No pensaba en nada más y, cuando me di cuenta, ya me hallaba en el suelo, con las lágrimas bajando suavemente y con mi mano posándose sobre su rostro.

    <<Dime que esto es un sueño...>>, lo cogí por los hombros, viendo que no se movería nunca más. Rodeé mis brazos sobre él, en un último esfuerzo por transmitirle calidez antes de que se fuera realmente de mi lado.

    Estaba devastado. El vitoreo de la gente había desaparecido inesperadamente de mis oídos, no podía escuchar nada; las fuerzas se me iban y no podía ver nada más que el cuerpo inerte que tenía delante. Agonizado, y sin poder escuchar mis propias palabras, grité su nombre con dolor.

    —¡SHIROU!

    Después de que él desapareciera, las dos pistolas cayeron: la que utilizó en este momento y la que tenía guardada, con dos balas en su interior. A partir de ahí todo lo veía borroso.

    Al volver de nuevo a la arena, mi corazón se quebró al ver a Aoi, inconsciente de lo que acababa de pasar. ¿Cómo le digo que Shirou se ha suicidado? Mentira, por mi culpa ha muerto y no volverá nunca más. ¿Qué debería hacer con estos pensamientos tan confusos?

    Volví a mirarla y nuestros ojos se cruzaron. Ella me miró sorprendida —seguramente por la sangre de Shirou que tenía en la mano y en parte del rostro— y después la cambió por una de pura tristeza. Otra vez me golpeaba ese sentimiento de culpabilidad.

    —¡Ya hemos llegado a la última ronda! —anunció el presentador, tan inoportuno como siempre—. ¡Que comience!

    En un abrir y cerrar de ojos volvimos a aparecer en el escenario anterior. No podíamos dejar de mirarnos, incluso cuando se anunció el comienzo del combate nosotros nos manteníamos impasibles en nuestro lugar.

    —Shirou... ya no está entre nosotros, ¿cierto? —habló ella, sorprendiéndome de que ella supiera aquella gran verdad.

    —Sí... él ya no está aquí.

    —Me lo temía... —Su rostro expresaba un dolor agonizante difícil de desaparecer igual que el mío; estábamos tan arruinados que la atmósfera se tornó tensa— Shirou, di las palabras —me ordenó.

    Yo obedecí. Cogí una gran bocanada de aire para después pronunciar las siguientes palabras:

    —Blue Reset.

    Inesperadamente, todo se había congelado; el tiempo se había detenido. Solo nos podíamos mover ella y yo.

    —¿Qué es todo esto? El tiempo... se ha detenido.

    —Al parecer lo que me dijo fue cierto —añadió, dándome más dudas de las que ya poseía.

    —¿Quién? —pregunté.

    —El hombre de negro, es decir, mi tío.

    —Espera, ¿¡es tu tío!? —Ella simplemente asintió—. ¿¡Pero por qué haría algo así!?

    —Por venganza. Hace años, al parecer mi padre no solo le quitó todo su dinero sino también la empresa que posee al igual que a su novia que era mi madre; estaba tan ciego de ira que ideó este plan con tal de hacerle pagar por todo —explicó—. Él fue el que me dijo sus planes y me dio una oportunidad de hablar contigo ahora mismo; con esto ya he cumplido mi objetivo.

    —¿Tu objetivo?

    —Sí, morir. —¿Pero qué estaba diciendo ahora? ¿Morir? ¿Por qué tendría que hacerlo?—. Él desea acabar conmigo, lo sé; quiere que no haya más personas al cargo de la empresa y, después de que mi padre caiga en la desesperación, matarle silenciosamente como si de un accidente se tratase. Sí, sé que está loco pero ya me da igual... Me da igual todo lo que le pase a ese hombre.

    Su mirada era frívola y huera, sin vida. ¿Por qué tanto odio hacia su padre? Entonces recordé las palabras que pronunció en su recuerdo, tan hirientes que cualquiera querría que muriera:

    <<Está bien; por una vez esa estúpida de mi hija servirá para algo productivo. Por el futuro de esta empresa.>>

    Seguramente le guardaba rencor por aquellas palabras.

    —Él... utilizó mis sentimientos para meterte en este problema, lo mínimo que puedo hacer es esto por meterte en este problema.

    —¿Tus sentimientos?

    —Sí... Kuro... —Su voz sonaba más quebrada a medida que pronunciaba mi nombre e inmediatamente empezaron a salir varias lágrimas—. Yo... yo siempre quise decirte que... te amo. Siempre me gustaste... Por eso... mátame, quiero que vivas. No soy capaz de matarte... no podría... así que...

    —¿Qué estas diciendo? —musité con cierta molestia. ¿Cómo podría matar a la persona que más amo?—. ¡Yo tampoco soy capaz! ¡Porque... porque yo... yo también te amo! ¡Desde que éramos pequeños estuve enamorado de ti!

    Yo también empecé a llorar. Esto era un callejón sin salida, ¿en serio no podíamos hacer nada para evitarlo? En ese momento recordé lo que tenía en el cinturón: las pistolas de Shirou y, dentro de una de ellas, dos balas.

    —Aoi —la llamé. Cogí una de las pistolas de mi hermano, puse la segunda bala en la otra pistola y se la lancé—, ¿por qué no acabamos con esto juntos? Así ninguno se arrepentirá de quitarle la vida al otro.

    —Kuro... Vale.

    Nos acercamos lentamente y, antes de poder empezar con nuestro plan, antes de que perdiéramos la vida, juntamos nuestros labios en un corto beso lleno de amor y desbordante de sentimientos que habíamos oprimido hasta ahora.

    Nos pusimos de frente, cada uno cogiendo la mano del otro y apuntándonos mutuamente. Esto era el adiós.

    —Nos veremos en la otra vida —dijo Aoi con una sonrisa y con varias lágrimas en sus ojos.

    —Sí, nos volveremos a ver... Algún día...

    Y con ello, en nuestro último aliento, lo único que escuchamos fueron dos disparos al igual que un <<te amo>> procedente de los dos.

    Fin
     
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  12.  
    Tubbiefox

    Tubbiefox Entusiasta

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    Miembro desde:
    29 Mayo 2010
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    116
    Pluma de
    Escritor
    Jesús...

    Oye... no, te pasaste. No es para tanto ._____. Te salió 10 veces más extremista que la otra...

    La única forma con la que pudo haber sido razonable toda esta locura es que tuviera más capítulos y fuera más larga, que la hubieras desarrollado mejor (por ejemplo, hacer un capítulo solamente para la anécdota de la muerte del amigo). Un final apresurado nunca te va a funcionar. Yo sé que por ser una actividad no podés pasar de los 4, pero entonces tenés que distribuir mejor el tamaño de los capítulos y hacerlos aún más extensos, o no usar historias tan grandes para una actividad :/
     
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