Futuro sin futuro el poder de los cristales.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Juan Abinadi, 30 Abril 2009.

  1.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
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    Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    [​IMG]Futuro
    Futuro sin futuro
    El poder de los cristales.
    1
    Sombras.

    Nuestra historia empieza en una casa grande, de dos plantas, en una pequeña zona residencial, esta casa había sido comprada por la familia Vasconcelos.

    La ignorancia y la vida desenfrenada del hijo de la señora y el señor Vasconcelos habían resultado en la quiebra de la serie de empresas que poseía la familia, y hora anciano el joven, con ayuda de su hermana la cual progreso mucho en la vida industrial, y siendo poseedora de grandes empresas, el y sus dos hijas la primera de veinte cinco años y la segunda con apenas quince años pudieron conservar la casa.
    La enorme casa y su enorme jardín delantero eran la fachada que cubría la pobreza extrema que sufrían en esos momentos los residentes de ella.
    A las cinco y media de la mañana una luz de un cuarto ubicado en la parte superior derecha provinente de un foco ahorrativo se prendió, el cuarto se ilumino, dentro, una joven de piel clara y de cabellos rubios oscuros, se metía al baño que se encontraba en la habitación.
    Se quito la bata de color azul que traía quedando completamente desnuda, se metió a la recadera, el vapor del agua tibia empañaba el cristal que dividía la recadera del resto del baño, el agua caía por su hermoso cuerpo el cual era frotado por sus manos, después de aproximadamente media hora, la joven salio del baño, se coloco la bata de baño azul, salio de su cuarto, bajo las escalera saltando el ultimo escalón que solía crujir, entro a la cocina sintiéndose muy relajada. Abrió el refri y saco un cartón con jugo de naranja, tomo un baso de cristal y se sirvió un poco, empezó a disfrutar el toque agrio del jugo y lo refrescante de este, un grujido le indico que alguien había bajado las escalera, se acerco rápidamente a la puerta de la cocina miro las escalera y el pasillo pero no había nadie por ningún lado. La luz del sol se empezaba acolar por las ventanas y el cielo había adquirido un color rosado. La joven estaba dispuesta ha marcharse, al dar la vuelta dio un tremendo grito.
    -¡Papá!-la joven se tocaba el pecho y el corazón se le había acelerado.-Papá me espantaste.
    Un anciano que traía un bastón y que caminaba ligeramente erguido le sonreía ha su hija.
    -A si tendrás la conciencia.-dijo el anciano con una sonrisa.
    -¿Cómo no voy a espantar?-Dijo la joven tocándose el pecho-Tu también te espantarías si alguien apareciera detrás de ti de repente.
    -Hay hija pareciera que no me viste entrar.
    -Claro que no te vi entrar papá
    -Bueno, bueno-dijo el anciano arrimando un asiento de la mesa de desayuno para sentarse.-Clara, tengo que decirte algo.-dijo el anciano refiriéndose a la joven.
    Clara al notar el rostro de su padre el cual se ensombreció, quedo un poco perpleja ya que las pocas veces que su rostro se ensombrecía era para dar alguna terrible noticia. Clara no estaba dispuesta ha que su día se arruinara.
    -Sabes que papá, ya se me esta haciendo tarde, luego me dices lo que me tengas que decir.
    -Pero esto es de veras importante.-dijo el padre mirando ha su hija dirigirse hacia la puerta de la cocina.
    -Papá de veras ya se me esta haciendo tarde, tengo que despertar a Elizabet y ya sabes que esta tarda en levantarse, además todavía ni siguiera me he cambiado y tengo menos de hora y media para hacerlo, me lo dices cuando regrese, por favor.
    -Pero, hija…-alcanzo a decir el anciano antes de que Clara saliera de la cocina.
    El anciano toco su pecho y con lagrimas en sus ojos se puso de pie, se dirigió ha la puerta que conducía a la sala con pasó lento. En el momento en que el anciano salio de la cocina una luz blanca y segadora ilumino la habitación, la luz disminuyo poco ha poco su intensidad hasta que se desvaneció completamente y tres sombras de mujeres se reflejaron en las paredes de la cocina.

    El sol había iluminado la ciudad con un resplandor naranja, faltaban quince minutos para las siete de la mañana.
    -¡Ya levántate!-dijo con voz potente Clara al entrar al cuarto de su hermana Elizabet, la cual se hallaba en las profundidades de las sabanas de su cama.
    Clara se dirigió con paso firme hacia las ventanas del cuarto y abrió las cortinas dejando entrar la luz del sol.
    -Que te levantes.-dijo Clara nuevamente pero el bulto de sabanas nada mas se agito.
    -Un ratito más.-dijo la voz de Elizabet en las profundidades de las sabanas.
    -que ratito más ni que nada.-dijo Clara quitando las sabanas y dejando ver ha una mujer mas joven que ella que era casi su reflejo excepto por su pelo, el cual era de un color castaño oscuro y era ondulado, aunque en ese momento no se podía saber, ya que su pelo parecía un enorme algodón de azúcar lleno de nudos.
    -Por favor Clara, cinco minutitos mas.-Lloriqueo Elizabet.
    -No.-dijo rotundamente Clara.-Ya van a dar las siete de la mañana y hoy es tu primer día de clases.
    -No, eso es asta mañana.-dijo Elizabet tratando de taparse de la luz del sol con las sabanas.
    -Elizabet ve la fecha de tu calendario.-dijo Clara un poco harta.
    Elizabet se levanto ligeramente y vio un calendario que tenia en la cabecera de su cama al ver la fecha…
    -¡Ay Dios mió!-Elizabet se puso rápidamente de pie.- ¿Por qué no me levantaste antes?
    -No importa cámbiate para que nos vayamos de una ves.-dijo Clara
    -Bueno entonces salte de mi cuarto.-dijo Elizabet empujando ha Clara fuera de su habitación.-Fuera, fuera, fuera.-y azoto la puerta de la habitación en la espalda de Clara.

    Tres minutos más tarde Elizabet bajo las escaleras ya vestida con su uniforme, era una camisa de vestir blanca con falda azul marino, traía su mochila colgada de un solo hombro la cual era de color negro. Entro en la cocina y se dirigió al refrigerador tomo una tostada y bebió el jugo de naranja del empaque lo mas rápido que pudo, se acerco a la mesita de desayuno que se hallaba en la cocina y dejando el paquete de jugo de naranja en esta, se percato de que al parecer había una hoja de papel que había sido arrancada de alguna libreta, tomo el papel, y se dio cuenta de que era una nota.



    Elizabet no sabes quien soy pero te suplico te quedes con tu padre el no debe estar solo hoy hazlo y trata de salvarlo.
    atte.: tú hermana.

    Elizabet esposo una pequeña sonrisita,”Clara” murmuro, se dirigió ha la sala pero lo que Elizabet no se podía explicar era como Clara hubiera podido imitar su estilo de caligrafía a la perfección.
    -Hay si que chistoso me espantaste mucho, Clara.-dijo Elizabet al llegar a la sala y ver a Clara en una mecedora.
    -¿De que hablas?-dijo Clara sin comprender de qué hablaba su hermana.
    -De esto.-dijo Elizabet dándole la nota ha Clara.
    -Yo no lo escribí.-dijo simplemente Clara devolviendo la nota ha Elizabet.
    Elizabet puso una cara suspicaz.- ¿Entonces quien?
    -No te quieras hacer la tonta Elizabet.-dijo Clara poniéndose de pie-Ho lo escribió papá, que ya sabes cual es su sentido del humor, o la escribiste tú, como pretexto para no ir a la escuela.
    -No, yo no…dijo Elizabet
    -Cállate, y vamonos que ya se esta haciendo tarde.-interrumpió Clara dirigiéndose hacia la puerta. Elizabet la siguió y ambas salieron de la casa.
    -¿Podemos ir en el carro?-dijo Elizabet dirigiéndose ha un Ford fiesta de color rojo que se hallaba en la entrada de la casa
    -No.-dijo Clara.-Ya no le queda gasolina y no tengo dinero para echarle mas, y además tu escuela queda ha dos cuadras de aquí.
    -Si pero es mi primer día.
    -¿y eso que tiene que ver?-pregunto Clara que caminaba como un soldado mientras Elizabet parecía revoletear.
    -Pues que hay que llegar con estilo.
    -Ja, ja, ja-dijo Clara sarcásticamente.-Estilo, aprende a mí chava, yo en mi primer día de prepa entre con un estilazo, me caí justo a la entrada del salón frente a mis nuevos compañeros.
    Ambas rieron
    -¿Y como es la prepa?-pregunto Elizabet
    -Pues no tiene gran cosa solo hay que estudiar.
    -Bueno pero probablemente ya tenga mi primer novio.
    -Nada de novios.-dijo Clara.-tu solo te dedicaras ha estudiar.
    -Pero tú tuviste cinco novios en la prepa y asta dos al mismo tiempo.
    -Si, pero cada uno me arranco una parte de mi, el ultimo me mato, por eso es mejor una vida sin nadie, es mas seguro.-dijo Clara muy seria.
    Elizabet comprendió que había metido la pata y agacho la cabeza.
    -Oye y… ¿Por qué estas vestida así?-dijo Elizabet tratando de cambiar de tema
    -Por mi nuevo trabajo.-dijo Clara la cual estaba vestida como toda una licenciada y aparte con un hermoso maletín.
    -Por cierto no me has dicho en que vas ha trabajar.
    -Es una sorpresa.-dijo Clara
    -Hay no seas mala dime.-insistió Elizabet.
    -Eres una chismosa.-dijo Clara sonriendo
    -No, no soy chismosa.-dijo Elizabet sonriendo.-soy comunicativa.
    -A ja.-dijo Clara con sarcasmo.
    -Pero que mala eres.-dijo Elizabet dándole un golpecito ha Clara en el hombro.
    -Bueno ya llegamos.-dijo Clara, ella y Elizabet se abrazaron fuertemente.
    -Nos vemos luego.-dijo Clara marchándose.
    Elizabet miro la confusión de la reja la cual estaba llena de alumnos.
    -¡Elizabet!- gritaba alguien entre la multitud.
    Ha Elizabet se le hacia familiar la voz.
    -¡Elizabet!-dijo la voz nuevamente, Elizabet pudo ver quien la llamaba era una muchacha morena de cabello negro y ojos verdes que saltaba para hacerse ver entre la multitud.
    Elizabet se dirigió rápidamente hacia la muchacha, al llegar adonde esta estaba ambas se dieron un fuerte abrazo.
    -Amiga- se dijeron ambas llenas de alegría, ambas se pusieron ha gritar como locas y asaltar abrasadas.
    -Puedes creerlo- dijo la muchacha.-Estamos en la prepa.
    -No, no lo puedo creer.-dijo Elizabet.-no pensé que fuera a pasar la secundaria.
    -¿En que grupo te toco?
    -En el primero c-dijo Elizabet.
    -No es verdad.-dijo la muchacha sorprendida.-Pero no te vi en los cursos.
    -No, lo que pasa es que no pude venir.-dijo Elizabet, pero la verdad era que le había dado flojera levantarse de la cama para llegar a los cursos.
    -Pues yo también estoy en primero c.-dijo la muchacha.
    -No, no es verdad Liliana.-dijo Elizabet sorprendida.
    -Si, si es verdad vamos te enseño el salón.-dijo Liliana tomando de la mano ha Elizabet y llevándola con ella entre la multitud.

    -Y que-dijo Liliana con una sonrisa picarona.
    -¿Qué de que?-dijo Elizabet sin saber a que se refería su amiga.
    -Ya viste la mercancía.-dijo Liliana con su expresión picarona todavía en el rostro.
    -¿Qué mercancía?-dijo Elizabet muy confundida, en esos momentos un grupo de muchachos pasaron a lado de ambas.
    -De esa mercancía me refiero.-dijo Liliana mirando el trasero de los siete muchachos
    -¿Ya le echaste el ojo a alguien?
    -Acabo de llegar Liliana.-dijo Elizabet sorprendida.-Tienes alterada la hormona.
    -No se que tengo alterado pero soy débil.-dijo Liliana poniendo una cara de tristeza fingida.
    -Bueno.-dijo Elizabet riendo-¿Y tú ya le echaste el ojo a alguien?
    -Yo ya.-dijo Liliana.-Será mi novio al terminar esta semana.
    -¿Cómo estas tan segura?-Dijo Elizabet.
    -Por favor, Elizabet pareciera que no me conoces.
    -Bueno ¿Quién es?-dijo Elizabet tratando de no sonar interesada.
    En ese momento en el camino empedrado que iba directo al salón del primero c dos muchachos pasaron al lado de ellas.
    -Es el-dijo Liliana.
    -¿Quién de los dos?-pregunto Elizabet.
    -El del lado izquierdo.-dijo Liliana-¿No esta para comérselo?
    -No lose.-dijo Elizabet desinteresada.-Pero tan siquiera sabes su nombre ¿verdad?
    -Claro que si.-dijo Liliana.-se llama Luís
    -¿Y como se apellida?-dijo Elizabet sabiendo cual era la respuesta.
    -No lo se-dijo Liliana-Bueno ya cambiando de tema, ¿que me cuentas? ¿Qué has hecho estas vacaciones?
    -Nada estuve descansando-dijo Elizabet bostezando.-Ha por cierto me paso algo raro hoy, pero creo que fue una broma de Clara.
    -¿Qué paso?-Dijo Liliana con una voz que decía cuéntamelo todo.
    -Encontré esta nota.-dijo Elizabet dándole un trozo de papel de una libreta.-Estaba en la mesa de desayuno de mi casa.
    -¿Qué es extraño?-dijo Liliana observando y leyendo la nota.
    -Que es mi letra Liliana.-dijo Elizabet sacando una libreta suya y comparando las letras de su libreta y las de la nota.-Lo extraño es que yo no la escribí.
    -Pero otras personas puedes escribir como tu.-dijo Liliana.
    -¿Será?-dijo Elizabet.-Yo no creo que existan personas que escriban igual que otras.
    -Somos miles en el mundo Elizabet, ¿crees que no va haber otra persona que escriba igual que tu?-dijo Liliana lógicamente.
    -Podría ser.-dijo Elizabet.-Pero. ¿Cómo entraría en la casa?
    Ambas segundaron en silencio un momento.
    Alguien nos observa.-dijo Liliana de repente, tenia la mirada fija hacia una serie de árboles que se hallaban a la orilla del camino que conducían a los salones de la escuela, ahí una silueta de una persona se veía alado de un frondoso árbol.
    -Vamos ha ver.-dijo Liliana
    -Yo creo que…-dijo Elizabet pero Liliana la tomo de la mano y se la llevo consigo hacia el lugar donde estaba lo que parecía ser una sombra de una persona.
    Al llegar Elizabet y Liliana no encontraron nada, Liliana rodeo el árbol, Elizabet se inclino parta ver pisadas de tenis en el lodo en el lugar, en ese momento el timbre de la escuela sonó.
    -¡Se nos esta haciendo tarde!-grito Liliana al oído de Elizabet, Elizabet tembló del susto, pero ni tiempo de decir o hacer algo le dio ya que Liliana la tomo de la mano y la llevo corriendo al salón del primero c.
    Liliana y Elizabet tomaron los dos asientos frente al escritorio del maestro el cual todavía no había llagado, algunos alumnos estaban revoloteando al exterior del salón.
    Un minuto más tarde todos los alumnos entraron al salón, hubo un movimiento prolongado de pupitres, el último alumno en entrar cerro la puerta y se sentó a lado de Elizabet.
    La puerta se abrió y Elizabet se sorprendió al ver al maestro, un sonido de zapatillas se oyó en el salón.
    -Buenos días.-decía Clara en esos momentos a sus alumnos y entre ellos estaba Elizabet.
    -Bueno vamos ha empezar.-dijo Clara sentándose.-Todos ustedes ya se conocen, a mi no me interesa conocerles, yo voy ha conocer a los alumnos que se apuren en mi clase, pero los que no, es mejor que se vayan olvidando de que me aprenda su nombre, mi nombre es Clara Vasconcelos soy su maestra de Ingles y mas adelante seré su maestra de historia universal. Mis reglas son muy claras.-En ese momento un jovencito se rió.
    -¿Cual es la gracia?-pregunto Clara.
    -No ninguna maestra.-dijo el joven, Elizabet voltio para verlo y reconoció a Luís el muchacho que Liliana había apartado para ella por así decirlo
    -¿Cuál es su nombre?-pregunto Clara
    -Luís Valenzuela.
    Clara saco una libretita y anoto el nombre del joven.
    -Pásese al frente, aquí.-dijo Clara señalando dos asientos a la izquierda de Elizabet-Usted pase al lugar del jovencito.-dijo Clara a la muchacha que se hallaba en el lugar
    -Esta libreta.-continuo Clara mostrando la libreta en el que había escrito el nombre de Luís.-Es la libreta de conducta, si cometen alguna falta de conducta serán anotados y por cada nota que tengan perderán medio punto en su calificación, así que señor Luís olvídese de un diez en mi clase en este semestre.-Alguien toco la puerta en ese momento.
    -¿Puedo pasar?-pregunto una muchacha de pelo rizado y ojos chinos.
    -¿Cómo se llama señorita?-Pregunto Clara.
    -Brythani Poncur.-dijo la muchacha de la puerta, Clara apunto el nombre en la libreta
    -Pase-dijo simplemente-siéntese aquí-dijo Clara señalando un asiento a lado de Elizabet en el cual había un muchacho.-Usted vaya por un asiento.-dijo Clara y el joven salio del salón, por alguna razón parecía que nadie en el salón respiraba.
    -Bueno continuare con mi clase.-dijo Clara-Muy bien ¿Quién sabe que es el verbo Tu be?
    Liliana alzo rápidamente la mano.-Es ser o estar.-dijo
    -Bueno…-empezó Clara pero alguien toco a la puerta.
    El que se encontraba en la puerta era un joven de aproximadamente veinte seis años.
    -¿Qué desea Valentín?-pregunto Clara al joven.
    -Tengo que hablar con su hermana y con usted señorita Clara.-dijo Valentín.
    -Muy bien, entre.-dijo Clara.
    -En privado.-dijo Valentín mirado al grupo que también lo observaba.
    Clara y Elizabet salieron a la puerta.
    -¿Qué paso?-dijo Clara mirando a Elizabet la cual era más seguro que ya se hubiera metido en problemas.
    -Lo que pasa es que…-dijo Valentín con expresión nerviosa y un poco de pena.
    -¿Qué pasa Valentín?-pregunto de nueva cuenta Clara.
    -Es don José.-dijo Valentín.
    -¿Papá? ¿Qué le paso a papá?-pregunto Elizabet un poco preocupada pero sin alterarse.
    -Su padre esta en el hospital.-dijo Valentín rápidamente.
    -¿En el hospital? ¿En que hospital?-pregunto Elizabet
    -En el seguro Social-dijo Valentín.
    -Pero, ¿Por qué? ¿Qué le paso?-dijo Elizabet respirando rápido y estando al punto de un ataque de pánico.
    -Lo que nos dijeron es que al parecer sufrió un infarto.-dijo Valentín.-Tienen permiso de la dirección de retirarse de la escuela.
    -Pero ¿Qué va a pasar con mi clase?-dijo Clara al parecer mas preocupada por su clase que por su padre.
    -Ya asignaron ha una suplente.-dijo Valentín.
    -Bueno…-dijo Clara que buscaba un pretexto para no ir al hospital a ver a su padre, pero al final se canso de buscar alguno y dijo.-Muy bien, gracias Valentín.
    Valentín asintió con la cabeza y se marcho a la dirección.
    Elizabet había empezado a llorar y metía en su mochila una libreta que había sacado al iniciar la clase.
    -¿Qué paso Elizabet?-dijo Liliana mirando a su amiga.
    -Lo que paso es que me tengo que ir.-dijo Elizabet evitando decir lo de su padre.
    -¿Pero por que?-dijo Liliana tratando de saber por que lloraba su amiga.
    -Luego te explico.-dijo Elizabet marchándose detrás de Clara.
    Brythani se puso de pie y se cambio al asiento de Elizabet quedando a lado de Liliana.
    -Esas dos son unas malditas.-dijo Brythani a Liliana.-Te sugiero que no te juntes con Elizabet.
    -¿Por qué?-pregunto Liliana un poco confundida.
    --Por que esa Elizabet es una pequeña zorrita, ¿me entiendes?-Dijo Brythani claramente quería que Liliana le diera la razón.
    -¿Por qué lo dices?-pregunto Liliana un poco incomoda.
    -Yo era una amiga fiel de Elizabet, pero me termino quitando a la persona que más quería.-dijo Brythani.-Según ella no quería nada con el, el era el que quería algo con ella, pero yo le creo a el, es la persona mas linda que e conocido, por eso le creo y se que Elizabet miente por eso es lo que es, cuídate de ella.
    -OK-dijo Liliana se levanto de su asiento pensando que Brythani era una desquiciada, Liliana fue asta la puerta del salón y miro a Clara y Elizabet salir de la escuela, fue extraño lo que paso a continuación, una segadora luz blaca ilumino el rostro de Liliana.
    -Pero si e…-Alcanzo a decir Liliana antes de desaparecer, en un momento Liliana ya no estaba en ninguna parte.
    Una segunda luz brillo en el lugar donde había desaparecido Liliana y Liliana surgió de esta, cayo al piso tenia sangre en la cara y sus ropas escolares estaban rasgadas, Liliana se toco la cara y se limpio un poco de sangre “¿Cómo era posible que nadie hubiera visto lo que había pasado?” Liliana se puso de pie y miro dentro del salón a los alumnos parecían estatuas y los árboles estaban totalmente inmóviles, Liliana se percato que no había ningún tipo de sonido todo estaba en un silencio sobre natural, lo cual era algo desesperante, una tercera luz ilumino el rostro de Liliana, un ser extraño había surgido de esta y perseguía a Liliana, el sonido regreso como si una grabadora empezara a tocar lentamente una música, algunos de los alumnos se pusieron de pie mirando al exterior viendo al ser que perseguía a Liliana, ella se arrastraba por el piso evitando que el ser la tocara, gritaba histéricamente, se arrastro asta entrar al salón, el ser también la siguió a dentro, los que estaban cerca de la puerta alcanzaron a salir sin poder evitar gritar antes de que la puerta se cerrara con un fuerte azote.
    Los gritos de los alumnos había llamado la atención de los salones vecinos, los alumnos empezaron a salir rápidamente junto con sus maestros, una maestra regordeta había salido junto con el salón del primero d.
    -¿Qué pasa ahí dentro?-pregunto a una de los alumnos del primero c el cual no le supo responder.-Tú.-le indico a uno de los alumnos del primero d.-Quiero que vayas y llames a los prefectos y al director diles que hay un alboroto en el primero c.
    En ese momento el muchacho al que la maestra le había indicado se quedo mirando el salón del primero c. Las ventanas del salón se habían hinchado y parecían bombas de jabón a punto de explotar, las ventanas se contrajeron con un sonido de uñas aruñando el cristal, las ventanas estallaron en esos momentos delante de los alumnos y los maestros fuera del salón, hubo un momento de silencio la maestra miro a sus espaldas y vio al muchacho que había mandado a buscar a los prefectos tirado en el piso con un gran trozo de cristal incrustado en medio del rostro.
    -Dios mío.-murmuro.
    La maestra miro sus pies ya que había sentido que el piso no estaba, pero la realidad era que ella y los ochenta y cuatro alumnos, más los tres maestros que se hallaban fuera del salón del primero c, se estaban elevando en el aire, llegaron a los diez metros de altura y se quedaron unos segundos flotando en un solo lugar, y de repente fue como si los hilos invisibles que los sostenían se cortaran, todos cayeron al piso y las ochenta y ocho cuerpos se azotaron con fuerza en el piso, un hilo de sangre salía por la nariz de la maestra regordeta todos los demás estaban sin aliento en el piso, estaban sin vida.

    Clara y Elizabet llegaron frente a las puertas del hospital del Seguro Social en el taxi que habían tomado al salir de la escuela. Ambas entraron en la recepción del hospital, Clara se acerco al mostrador donde estaba una enfermera de complexión baja.
    -Buenos días.-dijo pero la enfermera solo la miro.-Estoy buscando a un paciente, su nombre es José Vasconcelos.
    La enfermera empezó ha revisar en la computadora la lista de pacientes.
    -El tercer pasillo a la izquierda.-dijo señalando su lado derecho.-tercera puerta a la derecha, solo tienen una hora.
    -Gracias.-dijo Clara y ella y su hermana fueron a la habitación indicada. El pasillo estaba lleno de gente que caminaba silenciosa y se dirigía a ver a familiares y amigos, los doctores y enfermeros también formaban parte de ese contingente, al llegar ambas frente a la puerta que les había indicado la enfermera respiraron hondo.
    Elizabet quedo impactada al ver a su padre en una camilla de hospital ya que el casi nunca se enfermaba y era muy extraña la ves que una enfermedad lo tumbaba, en cambio Clara parecía un poco indiferente a lo que pasaba. Elizabet rompió en un llanto silencioso.
    -Mi papá-murmuro.
    -Elizabet ¿eres tú?- dijo don José débilmente.
    -Si papá-dijo Elizabet caminando hacia la camilla, Elizabet se hinco y inclino su cabeza sobre la cama.
    -No llores-dijo don José.-Todo saldrá bien, yo estoy listo para lo que venga y tu también lo debes de estar.-don José acaricio el pelo de Elizabet.
    -No puedo evitarlo.-dijo Elizabet.-Papá no quiero que te pase nada.
    -Lo que viene yo lo sabia desde hace semanas.-dijo don José.-de alguna forma ya lo sabia.
    -¿Qué cosa papito?-dijo Elizabet mirando a su padre con un poco de miedo.
    -Ya me voy a morir Elizabet.-le dijo don José con los ojos llenos de lágrimas.
    -No, tu no te puedes morir.-dijo Elizabet.-tu me prometiste cuando era niña que estarías en mi boda, y que verías a tus nietos, y no puedes romper esa promesa.
    -De alguna forma veré esos acontecimientos.-dijo don José que estaba más triste por sus dos hijas que por el mismo.-Pero no será en este mundo.
    -Pero papá-dijo Elizabet pero su padre realizo una señal con la mano para que callara.
    -Hay algo que no pensé que llegaría a decirles nunca pero merecen saberlo.-dijo don José-Yo, hijas… yo no soy su padre yo las halle a ambas en la puerta de mi casa cuando eran muy pequeñas.
    -¿Qué?-dijo Clara hablando por primera ves-¿Nos mentiste?-dijo con una voz de desacreditación.- ¿Tú me mentiste?, yo creí en ti toda mi vida, ¿como fuiste capaz de mentirme así? Eres… eres… eres la peor persona que e conocido.
    Clara dio media vuelta.
    -Clara no te vayas sigue siento nuestro papá-dijo Elizabet, Clara se detuvo la voltio a ver.
    -Yo no tengo padre.-dijo Clara.-y además no estoy segura de que tu seas mi hermana, a ver señor.-Clara entro de nuevo a la habitación.-Explíqueme como sabe que yo y esta somos hermanas.
    -Por que tú traías la nota que lo confirmaba.-dijo don José que se había dado cuenta que no conocía bien a Clara.
    -No le creo.-dijo Clara-Yo tenia en esos momentos diez años, por lógica y Elizabet uno por que soy mayor que ella, dígame ¿Por qué ni siquiera recuerdo a mis padres? Conteste.-exigió Clara alzando levemente la voz –No puede ¿verdad?-dijo Clara casi con rostro desquiciado.-Adiós.
    Clara salio de la habitación Elizabet se puso de pie para seguirla pero esta fue detenida por la mano de su padre la cual la agarro de su muñeca.
    -No te vayas.-le dijo-Tengo algo que decirte.
    Elizabet miro a su papá y este vio que la escuchaba y empezó a hablar
    -Cuando yo las encontré, había un cofre en tu cesta, esta en el tercer cajón del buró de la sala, nunca lo abrí, tuve la tentación pero nunca lo hice, la llave de ese cofre es el collar que cargas.
    Elizabet saco el collar que desde que tenia memoria siempre lo había cargado consigo, el collar tenia una insignia muy bonita en forma de una rosa la cual tenia el tallo muy delgado el cual era mas seguro la llave.
    -Este collar, lo cargabas cuando te encontré, el cofre ábrelo junto con tu hermana, y recuérdame siempre.-continuo don José-gracias por ser mi hija
    Don José se quedo inmóvil y dejo de parpadear.
    -¿Papá?-dijo Elizabet-¿Papá?
    Elizabet movió a su padre pero este ya no reaccionaba, sus ojos estaban fijos y habían perdido su brillo.
    -¡ENFERMERA! ¡ENFERMARA!-gritaba Elizabet desesperada, tres enfermeras entraron rápidamente.
    -Tiene que irse.-dijo una de ellas a Elizabet pero esta se arrojo contra su padre, Elizabet fue agarrada por una enfermera y un enfermero que la sacaban de la habitación.
    -¡NO! ¡NO! ¡NO!-gritaba Elizabet-¡PAPÁ! ¡PAPÁ!
    Elizabet fue sacada de la habitación y los enfermeros entraron a la habitación de don José para socorrerle, Elizabet se acerco y empezó a golpear la puerta.
    -Papá-dijo Elizabet llorando se tiro al piso y dijo-también te agradezco que hayas sido mi padre, y siempre lo serás.
    Elizabet se quedo llorando sin darse cuenta que el pasillo en el que se encontraba estaba totalmente desierto, Elizabet abrazo sus piernas y coloco su cabeza sobre ellas llorando incontrolable. En un momento todo el pesar de ella se quito de su pecho, alguien le tocaba el hombro.
    -Buenos días Elizabet.-le saludo una enfermera con una cara que inspiraba dulzura y compasión.




    Espero sus comentarios, y su gerencias sobre como mejorar, yyyyyyyyy subire los capitulos poco a poco.
     
  2.  
    saya16

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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Me ha encantado este capitulo, pobre Elizabet perdio a dos personas importantes en un dia.
    Y para colmo desubre que Don jose no era su verdadero padre.
    Su hermana es una desagradecida, no me cae bien.
    Espero pronto tu conti.

    Besos y Cuidate!!!!!!!!!!!
    Sayonara!!!!!!!!!!!!
     
  3.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

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    Saya 16 gracias por tu comentario, y enseguida publicare el proximo capitulo para que sigas disfrutando de esta gran aventura.

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    El Ángel.

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    El ángel

    Elizabet no tenía ganas de hablar con la enfermera y esperaba que los doctores hubieran podido despertar a su padre dentro del cuarto que tenia frente a ella.
    -No te preocupes.-dijo la enfermera mirando a Elizabet y sentándose a su lado.-Tu padre ya cumplió su tiempo en este planeta, su hora ha llegado, hizo lo que tenia que hacer.
    -Pero el hizo una promesa.-dijo Elizabet empezando ha llorar.
    -El que no lo veas no significa que no cumplirá su promesa.
    -Pero… no se…Clara…-Elizabet se quedo un poco confundida por lo que estaba haciendo, estaba hablando con una completa extraña.-Lo siento, pero quien es usted.
    -Me conocerás a su tiempo-dijo la enfermera sonriéndole.-ahora, tienes que saber que la vida te depara mucho a ti y a tu hermana, trata de seguir con tu vida a pesar de lo que pasa y sonríe siempre, y una cosa más, prepárate para el sufrimiento que te espera.
    -¿Cómo?-dijo Elizabet levantando la mirada para ver a la enfermera pero esta no estaba y el pasillo se había vuelto a llenar de personas que iban y venían de una habitación a otra.
    Elizabet se sentó en la sala de espera no sabia por que pero se sentía un poco mas tranquila.
    -¿Elizabet Vasconcelos?-pregunto una doctora a Elizabet.
    -Si, soy yo-dijo Elizabet poniéndose de pie del asiento y colocando su bulto en este-¿Qué paso?
    -Lamento informarle que el señor don José falleció el día de hoy a las doce y media de la mañana.-la doctora había soltado la noticia muy fríamente en la cara de Elizabet.
    -Gracias.-dijo Elizabet a la cual se le llenaron los ojos de lágrimas. Unas gotas de lluvia empezaban a caer en el exterior y Elizabet se preguntaba donde estaba Clara en esos momentos.

    Clara sentía las gotas de la lluvia caer, el parque donde se encontraba estaba sombrío gracias a las nubes grises que tapaban la luz del sol.
    Clara tenia la mirada algo pérdida y sus lágrimas se combinaban con las gotas de lluvia.
    Las únicas personas que se hallaban en el parque a parte de Clara era una pareja que discutía fuertemente a unos metros de donde estaba sentada, con un último “te odio” de parte de la mujer ambos se alejaron del parque.
    -Buenos días.-dijo la voz de una mujer la cual se había sentado junto a Clara, esta no contesto. Clara se puso de pie no quería que nadie la molestara.
    -¿Adonde vas Clara?-pregunto la mujer, Clara quedo inmóvil al escucharla, voltio lentamente
    -¿Quién es usted?-pregunto, Clara no la conocía pero la mujer había estado hablando aproximadamente unos diez minutos atrás vestida de enfermera con Elizabet.
    -Eso no importa-dijo la mujer la cual traía un paraguas de color azul marino que le cubría de la lluvia. La mujer se puso de pie con una mano en el bolsillo derecho de su gabardina café.
    -Ten.-dijo entregándole el paraguas a Clara.-ve al hospital
    -No iré halla.-dijo Clara sin tomar el paraguas.-Un hombre me encaño toda mi vida.
    -No te encaño.-dijo la mujer.-un padre no es el que pone la semilla, si no el que te cría y te ama
    -Eso es falso.-dijo Clara
    -Lo compraderas después.-dijo la mujer.-ve al hospital que Elizabet te necesita, ahora toma.
    La mujer extendió nuevamente su mano para entregarle el paraguas, Clara lo tomo y se puso en marcha hacia el hospital.
    -¿Cómo se llama?-dijo Clara volteando pero la mujer ya no estaba, Clara se quedo perpleja y reanudo su marcha al hospital.

    Elizabet se encontraba en el mostrador, hablando con la enfermera encargada para sacar el cuerpo de su padre del hospital.
    -No puedo.-le decía la enfermera por décima ves.-Necesito a Clara Vasconcelos, ella es la encargada de administrar todo en caso de que algo le sucediera al señor José.
    -Si lo se, eso ya me lo dijo.-decía Elizabet desesperada.-Pero yo soy su hija.
    -Lo siento no puedo hacer nada.-dijo la enfermera.
    -Buenas tardes, soy Clara Vasconcelos.-dijo Clara en el mostrador alado de Elizabet la cual la miro sorprendida.-Quiero sacar el cuerpo del señor don José Vasconcelos
    -Muy bien.-dijo la enfermera tomo el teléfono y llamo a un hombre, este llego enseguida.-Lleva a las señorita a identificar el cuerpo de José Vasconcelos.
    -Venga por aquí.-dijo el hombre a Clara
    -Mi hermana va conmigo.-dijo Clara.- ¿Importa?
    -No-dijo el hombre y empezó a caminar, Clara y Elizabet le seguían.
    -Tienen que cruzar el pasillo.-dijo el hombre indicándoles el camino por un pasillo oscuro y algo tétrico.
    Clara dio un respiro hondo y con Elizabet a su lado caminaron por el pasillo.
    -Gracias por venir.-dijo Elizabet.
    -Solo vine por que sabía que no podrías sacar el cuerpo de tu padre sin mí.-dijo Clara.
    Ambas llegaron a una puerta blanca la cual estaba cerrada, Clara toco dos veces y esta fue abierta por un hombre alto y algo pálido.
    -Pase.-dijo con una voz profunda que causo que Elizabet se erizara.- ¿Qué cuerpo?
    -el de el señor don José Vasconcelos.-dijo Clara, el hombre se dirigió a unas planchas de acero las cuales tenían sobre ellas los cuerpos de las siete personas fallecidas hace una hora, el hombre se inclino y reviso la amarra de los pies de los cuatro primeros cadáveres.
    -Es este de aquí.-dijo el hombre señalando el quinto cadáver de izquierda a derecha.
    Clara se acerco lentamente y unas lágrimas que acariciaron sus mejillas cayeron sobre el manto blanco que cubría el cuerpo de su falso padre, Elizabet se acerco junto con su hermana, tenia la nariz roja y congestionada de tanto llorar, y su llanto se volvió en gemidos incontrolables en ese momento.
    Clara con las manos temblando acerco sus manos al manto blanco para alzarlo, por un momento pensó que no lo podría hacer, una simple tela blanca parecía pesar varios kilos, después de un momento Clara por fin se hallaba levantando el manto blanco, ella sentía que se desvanecería al ver que había debajo, por fin descubrió el rostro frió y sin vida de don José.
    -Si, es el.-dijo Clara al hombre.
    -Muy bien.-contesto este.- ¿Tienen la caja?
    -No… no estábamos preparadas.-dijo Clara la cual tenía su rostro serio pero las lágrimas no dejaban de brotarle de los ojos.
    -No se preocupen, el hospital les dará una caja.-dijo el hombre.-La ambulancia llevara el cadáver a su casa y luego quedara bajo su responsabilidad.
    -Quiero que le pongan esta ropa.-dijo Clara dándole un traje café al hombre
    -OK-dijo Clara-Vamonos Elizabet
    Elizabet estaba abrazando el cadáver de su padre y lloraba incontrolable mente, su llanto se transformo en gritos cuando Clara trato de quitarla.
    Unos minutos mas tarde Elizabet y Clara se encontraban en la sala de espera
    -¿De donde sacaste el traje de papá?-pregunto Elizabet la cual continuaba llorando y su voz sonaba gangosa por la congestión de su nariz.
    -Pase a la casa antes de venir.-dijo Clara poniéndose de pie de su asiento.-bueno ya me voy.
    -¿Adonde vas?-Pregunto Elizabet.
    -Eso no te importa.-dijo Clara-No me esperes en el funeral, no asistiré.
    -Pero ¿Por qué?-dijo Elizabet sorprendida por lo que decía su hermana.
    -Ese hombre me mintió.-dijo Clara la cual su orgullo tenia más valor que el señor al que antes llamaba padre.
    -Clara…-dijo Elizabet pero esta salio del hospital sin escucharla.- ¿Qué voy hacer?
    Elizabet de tan solo quince años de edad se tendría que hacer cargo del funeral de su padre. Reviso su bulto y encontró su celular, busco en el directorio mientras se secaba las lágrimas, al encontrar el número de su tía Maria le marco, se coloco el celular en el oído.
    -Su saldo se ha agotado…-decía la voz de una mujer
    Elizabet metió el celular en su mochila y busco una tarjeta de teléfono se dirigió al teléfono público que se encontraba en la puerta del hospital, marco el número.
    -Bueno-le contesto desde el otro lado una mujer.
    -¿Soledad?-dijo Elizabet.- ¿Me puedes pasar a mi tía?
    -¡Cuelga el teléfono Soledad!-escucho decir a su tía, Elizabet.
    -¿Qué paso hija?-pregunto la tía.
    -Tía…-A Elizabet se le quebró la voz y rompió nuevamente en llanto.
    -¿Qué paso?-dijo la tía con un tono preocupado.
    -Papá…
    -¿Si, que le paso? Habla hija
    -Papá falleció.
    -Dios mió, ¿En que hospital estas?
    -Estoy en el seguro
    -Muy bien espérame, no te muevas de ahí.
    Elizabet vio que estaban sacando un cuerpo en una caja gris, uno de los enfermeros que se hallaba en el lugar corrió hacia ella.
    -¿Es usted Clara?-pregunto el enfermero.
    -No, pero ella ya lo arreglo todo.-dijo Elizabet
    -Pues alguien tiene que ir en la ambulancia-dijo el enfermero
    -¿Es necesario?-pregunto Elizabet.- ¿no les podría dar la dirección donde lo van a llevar?
    -Bueno.-dijo el enfermero.
    - ¿Si me puedes pasar mi mochila?-dijo Elizabet indicando con la mano donde estaba su mochila.
    -¿Qué paso?-pregunto la tía desde el otro lado del auricular
    -Lo que pasa es que ya se van a llevar el cuerpo de papá-dijo Elizabet.-les voy a dar la dirección de la casa.
    -Espera diles mejor que vayan a la funeraria que esta en la calle cuarenta, entre treinta cuatro “a”-dijo la tía.
    -Pero no tenemos dinero para eso.-dijo Elizabet tomando el bulto que le había alcanzado el enfermero.
    -No importa.-dijo la tía Maria.- Yo tengo el dinero.
    -Bueno.-dijo Elizabet tratando de mantener el teléfono en el oído y sacando una libreta de su mochila
    -Me esperas ahí.-dijo la tía Maria.
    -Si tía.-contesto Elizabet colgando el teléfono.
    Elizabet saco una pluma y apunto la dirección que le había dado su tía.
    -Llévenlo a la funeraria que esta en esta calle.-dijo entregándole el papel al enfermero.
    El enfermero se fue hacia la ambulancia y Elizabet se dirigió a un paradero de autobuses que se hallaba en la puerta del hospital, para esperar a su tía, al llegar la ambulancia paso frente al paradero y Elizabet no pudo evitar derramar unas lágrimas silenciosas mientras la gente se subía a un autobús que acababa de detenerse en el lugar.
    Eran las dos de la tarde cuando una enorme vagoneta paro en el estacionamiento del hospital, de la parte trasera bajo una mujer regordeta de unos cincuenta años de edad, el conductor bajo y se quedo vigilando la vagoneta.
    Elizabet se puso de pie al ver a la mujer acercarse al paradero.
    -Tía-dijo Elizabet abrazando fuertemente a la mujer.
    -Mi vida.-dijo doña Maria abrazando también con fuerza a Elizabet.-Toda va a salir bien.-ambas se pusieron a llorar, el abrazo duro un minuto entero.
    -Tía, quiero que mi papá sea velado en la casa-dijo Elizabet.
    -Esta bien-dijo Doña Maria.-Hablare a la funeraria para decirles que lo lleven halla.
    -Gracias tía.-dijo Elizabet.
    -Bueno vámonos.-dijo doña Maria-¡Manuel!
    El chofer de doña Maria se acerco rápidamente al llamado de su patrona.
    -Lleva el bulto de Elizabet.
    -Claro que si señora.-dijo el chofer tomando el bulto de Elizabet. Las tres personas se dirigieron a la vagoneta la cual partió inmediatamente a la casa de Elizabet.

    La vagoneta se estaciono en el frente de la casa.
    -y… ¿Dónde esta tu hermana?-pregunto doña Maria al bajar de la vagoneta ayudada por su chofer.
    -No lose.-dijo Elizabet con voz ronca.
    Ambas se dirigieron a la puerta de la casa con el chofer detrás. Elizabet extendió la llave de la casa a la cerradura del picaporte, pero al tocarla con su mano la puerta se abrió.
    -La puerta estaba abierta.-murmuro Elizabet.
    -¿Qué?-pregunto doña Maria desconcertada.
    -La puerta estaba abierta tía-repitió Elizabet.
    Elizabet abrió completamente la puerta, lo que vio fue muy impactante.
    -¿Qué paso aquí?-dijo doña Maria tocándose su pecho que se había agitado por lo que veía.
    Había sangre y lodo por las paredes, había huellas de sangre de alguna especie de animal en las escaleras.
    -Manuel, revisa la parte de arriba.-ordeno doña Maria.-Si ves a alguien o algo, baja y me lo informas.-Manuel subió las escaleras rápidamente, doña Maria se dirigió a su sobrina.-Nosotras limpiaremos, la carroza no tardara en llegar, después que terminemos habla a todos los conocidos de tu papá e informales del funeral
    -Si, pero…-Elizabet se detuvo al ver bajar a Manuel de las escaleras.
    -No hay nadie.-dijo
    -Bueno.-dijo doña Maria.-Pues vamos a limpiar jovencitos.
    -Tía.-dijo Elizabet mientras ella y doña Maria preparaban cubos para trapear el piso.
    -¿Qué paso mi amor?-pregunto doña Maria sonriéndole a Elizabet.
    -Lo que pasa es que quiero que mi papá se enterrado hoy mismo. No soportaría ver a papá aquí, y de esa forma.-Elizabet estuvo a punto de romper en llanto otra vez pero parecía que se le habían acabado las lágrimas.
    -Ya lo sabia.-dijo doña Maria.-La funeraria ya lo sabe.
    -¿Pero como es que lo sabias?
    -Un pajarito me lo dijo.
    -Pero yo no he hablado con nadie de esto, ni con Clara.-dijo Elizabet mas confundida que de costumbre.
    -No importa.-dijo doña Maria.-Apúrate
    Manuel que colocaba la mesa del recibidor nuevamente de pie miro hacia la puerta.
    -Ya llegaron los de la funeraria.-
    -Vamos.-dijo doña Maria.
    Doña Maria les indico a los de la funeraria donde colocarían el féretro nuevo, ya que había ordenado que a su hermano le cambiaran el féretro por uno de los más caros. Elizabet se dedicaba a llamar a los conocidos de su padre mientras que Manuel, limpiaba con fuerza las manchas de sangre del piso.
    Una hora después siendo las cuatro de la tarde la casa permanecía impecable, estaba llena de gente que le daba las condolencias a doña Maria y a Elizabet esta tenía los ojos hinchados pero no derramo lagrima alguna, doña Maria lloraba y se secaba las lagrimas con un pañuelo blanco, una que otra persona se acercaba al féretro para echar un vistazo, luego estando a tan solo quince minutos de sacar el cuerpo de la casa una mujer entro por la puerta, traía una rosa blanca en la mano y un vestido negro, paso entre las coronas y las veladoras y coloco la rosa sobre el féretro, Elizabet la reconoció de inmediato, era la enfermera que le había hablado en el hospital. La mujer se acerco a Elizabet.
    -No te olvides de hacer lo que dijo tu padre, y tampoco te olvides de tu hermana-le susurro al oído la mujer al abrazarla.
    La mujer se acerco a doña Maria, Elizabet noto que la mujer también le susurro al oído, y su tía saco un collar del que colgaba un cristal o una especie de gema la cual se parecía mucho a un trébol y en su centro tenia el símbolo del infinito con tres florituras.
    La mujer dio media vuelta y se marcho de la casa de Elizabet.
    Elizabet se acerco al teléfono y marco al celular de Clara esperando que esta hubiera entrado en razón.
    -Bueno.-le contesto una voz familiar pero no era Clara, la que estaba del otro lado parecía que corría o algo por el estilo por que su voz se oía agitada.
    -¿Quién habla?-dijo Elizabet susurrando para que nadie de la sala la oyera.
    -Soy yo.-dijo la voz-Elizabet.
    -¿Elizabet que?-pregunto la primera Elizabet.
    -Elizabet Vasconcelos.-dijo la segunda Elizabet, después la primera Elizabet pudo captar una voz a parte de la voz de la otra Elizabet, esa voz le era también conocida ya que era Clara, la cual decía a gritos.-Cuelga ese teléfono.
    De repente hubo un sonido sordo y después una especie de interferencia, el teléfono comenzó a dar el tono de espera.
    Hubo un sonido en la habitación, un celular sonaba, Elizabet hallo el celular de Clara de bajo de una de las almohadas del sofá, colgó el teléfono y el timbre del celular de Clara paro, y en la pantalla apareció la indicación de una llamada perdida desde “casa”
    El funeral termino, el féretro ya no estaba y Elizabet había sacado todas las coronas fúnebres y puesto en la basura, en ese momento en la casa ya no había nadie y se encontraba despidiéndose de su tía, la cual la abrazaba con fuerza.
    -Todo va estar bien.-dijo doña Maria soltando a Elizabet.-tu tranquila, quiero que si surge algo cualquier cosa y necesitan, tú y tu hermana de mi ayuda, aquí estoy, recuerda, cualquier cosa.
    -Si, tía-asintió Elizabet.
    -Bueno, adiós.-dijo doña Maria subiendo a la vagoneta con ayuda de Manuel.-Ya estoy vieja y probablemente no falte mucho para que me reúna con tu padre y quiero serle útil a sus hijas.
    -No digas eso tía.-dijo Elizabet tomando la mano de doña Maria.
    -Pero tu y yo sabemos que es la verdad… bueno adiós Elizabet.-la vagoneta emprendió su marcha y Elizabet se quedo sola.
    Elizabet se quedo mirando la vagoneta hasta que esta doblo en la esquina de la cuadra.
    Miro a ambos lados pensando ¿que aria ahora?, se dirigió caminando despacio a la casa de el lado derecho y toco dos veces, una viejita delgada y arrugada como una pasa le abrió la puerta.
    -Buenos días señora Manuela, este… quería preguntarle si… ¿no vio entrar a nadie a la casa antes de que mi papá fuera llevado al hospital?
    -Si-dijo la viejita saliendo y mirando a los lados.-fíjate que cuando estaba sentada aquí.-la viejita indico una mecedora de madera que estaba en el porche de su casa.-vi que tu padre regresaba de compras, y entonces vi como tú y tu hermana llegaron tras el, ¿no te acuerdas?
    Elizabet negó con la cabeza.
    -¿Cómo no te vas acordar? Si tus gritos se escucharon en toda la calle.-dijo Manuela muy extrañada.-no te acuerdas que después llego la ambulancia y tu papá salio de tu casa corriendo, callo al piso y tu lo ayudaste, entonces se lo llevaron.
    -No, debió de ser otra persona.
    -Pero si tú me hablaste, y te ayude con tu papá
    -Bueno, gracias.-dijo Elizabet dudando de las capacidades mentales de la señora Manuela y marchándose a su casa.
    En ese momento un taxi paro frente a la casa de Elizabet y de este bajo Clara.
    -Gracias.-decía Clara al taxista.
    -¡Clara!-la llamo Elizabet pero Clara apresuro su paso para entrar a la casa, Clara abrió rápidamente la puerta con su llave, entro y le azoto la puerta en la cara a Elizabet.
    Elizabet entro también rápidamente a la casa abriendo con su llave.
    Clara subía rápidamente la escalera.
    -¡Clara!-la llamo Elizabet.
    -Déjame en paz, Elizabet.-dijo Clara azotando la puerta de su cuarto.
    Elizabet se dirigió a la sala y se sentó en el sofá tocándose la frete “Tienes que abrir el cofre con tu hermana” se acordó Elizabet de lo que le había dicho su padre y miro el buró, se acerco y abrió el tercer cajón, había un montón de libros y debajo de estos había un cofre el cual parecía que tenia alrededor las raíces de un árbol, Elizabet sen sentó nuevamente en el sofá, acerco la punta de la rosa de su collar a lo que parecía una cerradura, el tallo de la rosa entro perfectamente en la cerradura, giro rápidamente la rosa, y las raíces parecieron contraerse para poder abrir el cofre, para Elizabet fue muy extraño pero no se fijo en ello y levanto la tapa del cofre.
    -¿Qué haces?-dijo Clara que se encontraba observando desde el recibidor y Elizabet paro de alzar la tapa cerrando nuevamente el cofre, pero sin seguro.
    -Clara, papá quería que abriéramos este cofre juntas.
    -Que bien, no me importa, ya me voy.-dijo Clara desinteresada.
    Elizabet se puso rápidamente de pie con el cofre en manos y se acerco a Clara antes de que saliera y la detuvo tomándola de la mano.
    -Suéltame Elizabet.-dijo Clara con voz amenazante.
    -No te voy a soltar.-dijo Elizabet obligando a que Clara se volteara.- ¿Por qué haces esto?
    -No te importa.-dijo Clara quitándose de encima la mano de Elizabet con un movimiento brusco.
    -No puedo creer que seas tan ignorante Clara.-dijo Elizabet.
    -Tú, no tienes derecho a llamarme ignorante.-dijo Clara acercándose a su hermana.
    -Pues es lo que pareces.-dijo Elizabet.- Tienes una licenciatura… pero el estudio no lo es todo, te enfocaste demasiado en el, que ahora no sabes como actuar ante situaciones de la vida, ya que te olvidaste completamente de vivir, no tenias un balance en las cosas y tu orgullo creció demasiado, te jactas de ser muy inteligente, pero eres fría… eres tan fría que asta niegas de tu padre.
    -Por que no era mi padre.
    -¡Lo era Clara!
    -¡ESE HOMBRE ME MINTIO!
    -¡¿COMO PUEDES SER TAN EGOISTA?!
    -¡NO SOY EGOISTA!
    -¡LO ERES EN ESTOS MOMENTOS, NESECITO DE TU APOYO PERO TE DEDIGAS A NEGAR LO QUE PASO!
    -¡POR QUE NADA PASO!
    -¡CLARO QUE PASO!
    -¡CAYATE!-Dijo Clara tomándole los hombros a Elizabet.
    -¡NO TENGO POR QUE!-Dijo Elizabet poniendo fuerza para liberarse de su hermana.
    -¡QUE TE CAYES!-Dijo Clara zamarreando a su hermana.
    -¡SI TU NO ESCUCHAS LO QUE TE DIGO! ¡POR QUE TENGO QUE OIRTE A TI!
    -¡MALDITA SEA QUE QUIERES QUE ACA!
    -¡QUE MUESTRES UN POCO DE ENTENDIMIENTO Y MADURES A ESTO!
    -¡NO PUEDO REVIVIRLO!
    -¡NO TE ESTOY VIDIENDO ESO!
    -¡¿PUES ENTONCES QUE?!
    -¡QUE ADMITAS QUE FUE TU PADRE!
    -¡NO LO ARE!
    -¡TE ODIO!
    -¡PUES NO ME IMPORTA!
    -¡Y te preguntas por que tus novios te dejaron!
    -¡no hables de ello por que tú no sabes nada!
    -lo único que se es que te comportaste como una piruja con ellos.
    Al escuchar esto Clara le profirió una cachetada tan fuerte a Elizabet que esta cayo al piso con sangre en la boca, el cofre cayo al piso, con un sonido sordo se abrió de par en par, un pañuelo rodó por el suelo y se desenvolvió un cristal blanco tallado en forma de Ángel, también salio una pequeña hoja de papel que parecía un pergamino.
    Clara tomo el pergamino y Elizabet se levanto con llanto en los ojos y quitándose la sangre de la boca, se dirigió a donde estaba el cristal.





    Colóquese el cristal en el cofre, métase en la ranura con la forma del cristal, el cofre ara su trabajo.
    Atte:
    D, B, Vathanaë
    P.D. Al norte habita la Dama Blanca, hada medusa del invierno, que petrifica el aire en nieve y duerme a los animales bajo tierra.

    Elizabet toco el cristal y un sonido sordo sonó alrededor de Elizabet y Clara, un aire que parecía provenir del cristal inundo la habitación acariciando suavemente el rostro y los cabellos de Clara y Elizabet, justo en ese momento, el timbre sonó.
     
  4.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
    Total de capítulos:
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    Palabras:
    72
    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales capitulo 2

    disculpen aqui esta lo que dice la carta: pense que saldria mas grande...

    Coloquese el cristal en el cofre, metase en la ranura con la forma del cristal, el cofre ara su trabajo
    Atte:
    D. B Vethanaë
    PD: Al norte habita la Dama Blaca, hada medusa del invierno, que petrifica el aire en nieve y duerme a los animales bajo tierra.
     
  5.  
    Eileen

    Eileen Entusiasta

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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Hola!!
    Esta genial, es muy intrigante :aw:
    Clara me da mala pinta y Elizabeth me cae genial =)
    Me pregunto que habra en el cofre :aw:
    Sayonara!
    Atte: Arany
    rose
     
  6.  
    Eileen

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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales capitulo 2

    Hola!!!
    Ya vi el cap uno, n_n
    Pero segun lo que yo sé, todo el ffic se coloca en una misma discusion, no cada capitulo por separado...
    Bueno, es muy interesante...
    Elizabeth tiene razon, Clara se comporta de manera muy fria e indiferente x3 Es como si evitara tener sentimientos... Osea, Elizabeth le dice que la odia, y a ella no le importa ?! Muy raro...
    Me pregunto que misteros encierra el cirstal :aw:
    Ojala lo sigas pronto, esta genial :aw:
    Sayonara!
    Atte; Arany
    rose
     
  7.  
    Juan Abinadi

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    Aries
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    Gracias Arany por tu comentario y ya publicare la tercera parte, si se que es mejor publicar todo pero, esque la historia se esta escribiendo apenas, bueno espero que leas el proximo, y espero tus comentarios...


    [​IMG]3
    El primer viaje.




    Elizabet miro detenidamente el cristales en forma de ángel y noto que había un símbolo del infinito con tres florituras en el centro de este.
    Clara dejo la nota que había encontrado en la mesita que había a su lado, y después se dirigió a ver quien había tocado el timbre.
    -¿Qué fue eso?-murmuro Elizabet mirando el cristal de ángel.
    -¿Qué desea?-pregunto Clara a un joven que se encontraba parado en la puerta con la mano en el timbre, este no la miro tenia la mirada perdida y no produjo movimiento alguno al salir Clara de la casa.-¿Qué desea?-pregunto nuevamente pero el joven continuo en la misma posición.
    -Dios mió.-dijo Clara con asombro al ver lo que había al exterior de la casa. Al escuchar esto Elizabet fue hacia donde estaba Clara apretando con fuerza el cristal del ángel.
    Clara salio de la casa mirando alrededor y Elizabet la siguió, ambas cruzaron la calle pasando como si nada entre la gente que permanecía totalmente quieta y autos que estaban parados en medio de la calle, Clara vio que un avión flotaba a unos kilómetros del cielo sin moverse.
    -Eso es físicamente imposible.-dijo Clara al verlo.
    -¿Qué paso?-pregunto Elizabet embelezada mirando a un muchacho que estaba flotando en el aire y que tenia una patineta bajo sus pies que estaba flotando de cabeza.
    -Si no supiera que es prácticamente imposible.-dijo Clara tocando una abeja la cual estaba flotando en el aire pero la fuerza que aplicaba Clara sobre ella no la hizo moverse.-diría que se detuvo el tiempo.-murmuro sin dejar de observar a la abeja.
    El cristal de ángel salio disparado de la mano de Elizabet hacia la casa, Clara y Elizabet siguieron el cristal y la puerta se cerro en sus caras.
    -Mi nariz.-dijo Clara tallándose la nariz que había chocado con la puerta.
    Una luz blanca salía de la casa por las rendijas de la puerta, Elizabet giro lentamente el picaporte y al abrir la puerta ambas vieron a una mujer que irradiaba luz blanca, estaba vestida con una túnica blanca y con la cara tapada por una capucha igualmente blanca, el cristal flotaba entre sus manos las cuales no hacían contacto con este.
    -Aquí empieza su viaje.-dijo una voz de mujer con ego.
    El cristal fue lanzado hacia el cofre que estaba tirado en el cofre unas ranuras aparecieron en este, una de ellas era en forma de trébol, otra en forma de una estrella, una flama, corazón y la ultima ranura tenia la forma del ángel, el cristal de ángel entro en la ranura correspondiente, una luz blanca y segadora hizo que Clara y Elizabet cerraran los ojos.
    Elizabet y Clara sintieron pequeños latigazos en sus tobillos y piernas, al mirar el suelo vieron arena muy fina que era soplada por el aire y los finos granos de arena causaban aquella sensación, ambas miraron al cielo que estaba despejado y un sol abrasador que ya les estaba haciendo sudar se elevaba en el, frente a ellas se extendía un mar de tierra, ambas estaban algo confundidas y mareadas.
    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet tocándose la cabeza la cual le había empezado a doler.
    Clara dio media vuelta buscando alguna civilización en el desierto, había un rió en la lejanía, y lo que estaba en la orillas de este… no era verdad, era total mente imposible e irracional, estaban miles de millas lejos de su hogar.
    -Ya se donde estamos.-dijo Clara realmente sorprendida.
    -¿En donde?-pregunto Elizabet dando media vuelta y cubriéndose los ojos de la luz del sol.
    -En Egipto.-dijo Clara señalando unas majestuosas pirámides amarillentas y unos templos Egipcios, unas casas cuadradas y amarillentas se alzaban cerca de la ciudad Egipcia.
    -Esas deben de ser las casas de los israelitas.-dijo Clara señalando las casas amarillentas, se sentía un poco cohibida por lo que veía.
    -Caminemos hacia halla.-dijo Clara señalando la ciudad Egipcia.-si están esas pirámides en ese lugar significa que abra alguna ciudad cerca.
    -Pero, ¿esa no es una ciudad?-pregunto Elizabet.
    -Si pero yo digo una ciudad moderna.-dijo Clara de mala gana.
    Al dar un paso Elizabet cayó al piso.
    -¿Qué te paso?-dijo Clara ayudando a levantar a su hermana.
    -Tropecé con algo.-dijo Elizabet.
    Clara se acerco donde se había tropezado Elizabet.
    -Te tropezaste con esto.-dijo Clara mostrándole el cofre a Elizabet.
    -A ver.-dijo Elizabet tomando el cofre y abriéndolo, dentro estaba el cofre en forma de ángel colocado en su ranura
    Ambas empezaron a caminar hacia las pirámides Elizabet estuvo apunto de quitarse las zapatillas ya que las pirámides estaban mas lejos de lo que pensaban pero Clara la detuvo.
    -Tus pies te arderían mas.-dijo
    -Pero, los siento calientes
    -Es mejor que los sientas calientes a que te ardan.
    Media hora después, cansadas y agotadas por el calor, llegaron a una especie de arco grande que tenía dibujos Egipcios.
    -Esto es raro.-dijo Clara mirando a gente caminando por el lugar en burros traían túnicas de distintos colores, y llevaban sacos, todos hablaban lenguajes extraños.
    -¿Qué idioma es este?-pregunto Elizabet.
    -Creo que es Islam, y ¿hebreo?-dijo Clara la cual había estudiado ciertas palabras en aquellos idiomas. Unos hombres sin camisa, musculosos y con una tela blanca sobre su cabeza y una especie de falda, estaban parados por el camino que conducía a la ciudad Egipcia, traían lanzas y una especie de látigo en el cinto de la falda.
    -¿Quiénes son esos?-le pregunto Elizabet a Clara.
    -Egipcios.-dijo Clara sorprendida.
    -¿Por qué visten de esa manera?
    -Creo que ya no estamos en el siglo XXI
    -¿Qué?
    -El cofre que llevas de alguna manera hizo algo que va contra todas las leyes y limitaciones de la naturaleza, al parecer estamos muchos años antes de cristo.-dijo Clara entre emocionada y algo preocupada.
    -¿Pero como?
    -No lose-dijo Clara.-yo creo que estoy soñando.
    Elizabet le dio un fuerte peñisco en el brazo.
    -No estas soñando.-le dijo Elizabet
    -¿Por qué hiciste eso?
    Ambas se taparon los oídos, un fuerte zumbido los había embargado
    -¿A que hora llegamos mamá?-le decía un niño a su madre que caminaba con un canasto sobre su cabeza.
    -Hablan español-dijo Clara.
    -Creo que no.-dijo Elizabet.-Nosotros les entendemos a ellos.
    -¿Y podremos hablar con ellos?-se pregunto Clara.
    -Disculpe ¿sabe usted donde nos encontramos?-pregunto Clara aun hombre anciano.
    -Egipto.-dijo el hombre.-pero no se en que ciudad.
    Clara se acerco a Elizabet.
    -¿Cómo es que…?
    -No lose.-dijo Clara sorprendida.
    -Ahora ¿adonde vamos?-pregunto Elizabet.
    -Vamos hacia la ciudad y después lo veremos.-dijo Clara.
    Elizabet y Clara caminaron con la multitud de gente.
    -¿De donde binen todas estas personas?-pregunto Elizabet mientras ella y Clara caminaban por un camino que parecía llegar a una especie de puerto.
    -No estoy segura.-dijo Clara.
    Un hombre promocionaba su mercancía no muy lejos de ellas.
    -Vean fuerte y traído desde tierras lejanas.
    -¿Qué es lo que vende?-pregunto Elizabet en un murmuro a Clara.
    -Vende esclavos.-dijo Clara mirando en derredor.-Elizabet tenemos que encontrar la manera de conseguir alimento y agua y también un refugio.
    -¿Cómo vamos a regresar a casa?-pregunto Elizabet chocando con dos personas que corrían a toda prisa por el lugar.
    -Síganlas.-gritaba un hombre con un turbante en la cabeza señalando a las personas que corrían, unos soldados Egipcios corrían detrás de estas a toda velocidad, el hombre del turbante dirigió una mirada furtiva a Elizabet y Clara.
    -Son ellas.-dijo el hombre.- ¡Regresen!
    Los soldados Egipcios regresaron a donde estaba el hombre, el cual había tomado el brazo de Elizabet.
    -Suélteme.-dijo Elizabet y con un movimiento brusco hizo que el hombre la soltara.
    -Estas son las ladronas.-dijo el hombre a los soldados.
    -Eso no es verdad.-dijo Elizabet pero Clara la tomo de la mano arrastrándola con ella.
    -¿Qué pasa?-pregunto Elizabet corriendo junto con Clara, los soldados las seguían.
    -Somos mujeres.-dijo Clara.
    -¿Eso que tiene que ver?-dijo Elizabet sin comprender.
    -Aun que lo neguemos, en esta época la palabra de la mujer valía menos que un grano de arena, a menos que seas una ramera.-dijo Clara.
    -¿Ramera?-pregunto Elizabet sin comprender.
    -Prostituta.-decía Clara agitada de correr, pero los egipcios todavía las seguían.
    -Clara, dividámonos.-dijo Elizabet.
    -Bueno saca el cristal del cofre y dámelo.-dijo Clara-tu te llevas el cofre.
    -¿Pero por que?-pregunto Elizabet, sacando el cristal de ángel y entregándoselo a Clara.
    -Cuando nos veamos te explico.-dijo Clara.
    -Bueno.-dijo Elizabet, y Clara se metió en una calle entre unas casas amarillentas y Elizabet continuo en línea recta corriendo, dos soldados egipcios perseguían a Elizabet y dos a Clara.
    Clara se encontraba corriendo dando las zancadas más grandes que podía, tropezando con las personas que caminaban por la calle y trastabillando se metió a una calle a la derecha una pared cubría la angosta calle, Clara metió el cristal de ángel dentro de su sostén, y los soldados la tiraron al piso amarrándole las manos a Clara con un trozo de soca.
    Elizabet corría con el cofre todavía en las manos, se había metido en una calle alterna al muelle los soldados la seguían al parecer sin fatigarse, Elizabet chocaba con las personas en las angostas calles, doblo una esquina y se encontró con una pared arenosa delante de ella, los soldados se asomaron por el callejón sin salida, Elizabet miro a un lado y vio una escalera amarrada con socas, corrió hacia ella y subió rápidamente, se paso resbalando cuando uno de los soldados le tomo el pie, pero esta le patio con fuerza la cara y subió asta al techo de una de las pequeñas casas cuadradas y amarillentas, los soldados le estaban pisando prácticamente los talones y Elizabet salto hacia una de las casas de alado, los soldados no se atrevieron a saltar, Elizabet los miro y sonrió satisfecha pero sintió que el suelo se le acababa, y caía, cayo con fuerza en una calle solitaria, el cielo había adquirido un tono anaranjado, Elizabet se tallo el estomago, el golpe que se había dado, parecía haberle quitado las energías, escarbo en la tierra dura de la calle y abrió un hoyo lo suficiente mente grande para el cofre, metió el cofre en el oyó y lo enterró. Los soldados habían aparecido al final de la calle donde estaba Elizabet le tomaron las manos y se las amararon, con la poca fuerza que le quedaba Elizabet trato de resistirse pero sintió un ardor en el rostro el cual la hizo desmayarse una de los soldados había tomado su látigo y había dado un fuerte azote en la cara de Elizabet, la sangre corría por la mejilla de Elizabet la cual yacía inconciente en las manos de los soldados.
    -Que buena esta.-dijo uno de los soldados tocándole un pecho a Elizabet.
    -Viste de forma extraña.-dijo el otro viendo la falda y una camisa de vestir blanca, las cuales traía desde el funeral de su padre.-Tal ves sea alguna especie de Diosa.
    -Para mí que es una extranjera.-dijo el otro hombre tocándole la mejilla a Elizabet.-Además los dioses no escuren sangre por un latigazo, creo que la tomare para mi.
    -No, es una delincuente… tómala y después mátela en el calabozo.-dijo uno de los soldados marchándose.
    Elizabet abría los ojos y veía una sombra moviéndose sobre ella, un hombre estaba sobre ella, Elizabet empezó a patalear y cerró fuertemente las piernas pero no se pudo zafar del hombre, el cual se empezaba a quitar la parte inferior de sus ropa, pero un momento mas tarde el hombre callo al piso, tenia un cuchillo clavado en la espalda. Elizabet miro a una mujer con una túnica café con corro el cual le tapaba la cara.
    -No te preocupes el hombre nunca te toco.
    -¿Cómo me lo puedes asegurar?-pregunto Elizabet a la mujer empezando a llorar.
    -El hombre que será tu único amor tiene que ser el primero que te tocara, desde el momento que naciste estas, destinada para el, y desde ese momento as sido cuidada en secreto.
    -¿Quién eres?-pregunto Elizabet.
    -No te puedo decir quien soy, pero te puedo decir a quienes sirvo, sirvo a cuatro de las hijas del Dragón de Hiedra y la Reina de las hadas, habitaban en los rincones de la florestas que y a veces se asoman a los valles de los hombres.
    -Si, pero ¿Quiénes son esas?-Pregunto Elizabet poniéndose de pie y notando que estaba en un callejón oscuro ya que el sol se había ocultado y las estrellas y la luna estaban tapadas por una voluminosa nube negra.
    -Son las más hermosas y señoriales de sus hijas son las cuatro hadas de las estaciones.-continuo la mujer.- las cuales son generosas y benévolas. Ahora, dormirás.
    El movimiento de la mano hacia abajo que había hecho la mujer adormeció a Elizabet la cual callo con fuerza al piso durmiendo profundamente
    Un soldado Egipcio paso por el callejón donde se encontraba Elizabet, la observo durante un momento, detrás de el había aparecido la mujer que había salvado a Elizabet y movió un cuchillo hacia la nuca del soldado.
    -¿Qué haces?-grito otro soldado al observar al soldado que miraba a Elizabet, solo eran tres personas las que se hallaban en el lugar, Elizabet y los dos soldados.
    -Es la ladrona que capturamos.-dijo el soldado que se había acercado-Métela a los calabozos.
    Uno de los hombres se fue mientras el otro se inclino a recoger a Elizabet pero miro algo escarlata en el piso.
    -¿Esto es sangre?-dijo observándola.
    -Si lo es.-dijo una sola voz la cual parecía muchas voces de mujeres.
    -¿Quién es usted?
    -No te importa.-dijo la extraña voz.-mete al calabozo a esta mujer, mátala a ella y a su hermana.
    -¿Quién es su hermana?-pregunto el hombre.
    Un dedo se extendió a la cabeza del soldado y una luz blanca pareció iluminar su frente.
    -Lo sabrás cuando la veas.-dijeron las voces.
    -Como usted diga señora.-dijo el soldado, cargo a Elizabet y con la mirada perdida se marcho del callejón.

    El soldado llego a la puerta del calabozo que estaba bajo tierra, con Elizabet en sus brazos, el que guardaba la puerta le echo un pistazo.
    -El faraón me mando.-dijo al guardia.-quiere que la mujer que esta adentro y esta que traigo en mis brazos, sean asesinadas.
    -Pasa.-dijo el guardia el cual sabia de las irregularidades del gobierno del Faraón y no era para sorprenderse lo que le había pedido a aquel soldado.
    El soldado entro en el calabozo que parecía una caverna y la fuente de luz provenía de un tragaluz en rejado que daba a la superficie, ya que el cielo que se había despejado dejaba que la luna arrojara su luz azulada sobre Egipto.
    El soldado coloco a Elizabet en una piedra plana la cual tenía sobre ella una especie de sabana amarillenta y apestosa. Clara se acercaba por la espalda del soldado egipcio lo más silenciosamente que podía, por un momento estuvo a punto de retroceder al ver una herida larga con sangre seca en la mejilla de su hermana la cual yacía sobre una roca plana que hacía parodia de una cama, Clara apretaba fuertemente una piedra en su mano, el soldado sacaba un cuchillo de debajo del cinto de su falda, la mano del soldado se movió rápidamente al cuello de Elizabet pero Clara fue mas rápida y le dio con fuerza en la cabeza, el cuchillo emitió un resplandor al caer al piso, Elizabet abrió sus ojos y miro a Clara la cual veía a un soldado tirado en el piso, al parecer Clara le dio lo suficientemente fuerte para noquearlo, pero no lo suficiente para romperle la cabeza. Clara se acerco a la puerta.
    -¡SEA DESMAYADO EL SOLDADO QUE ENTRO!-la puerta se abrió y Elizabet reconoció a la mujer que la había salvado antes.
    -Yo me lo llevare.-dijo la mujer tomando al hombre de los cabellos y arrastrándolo fuera del calabozo, cerro la puerta en las narices de una Clara extrañada, ya que una mujer había entrado a recoger a un saldado dentro de un calabozo lo cual no era muy común en aquellos tiempos, y que el guarda parecía estar durmiendo en el piso, pero lo que Clara no vio fue que el guardo se levanto del piso como si nada y continuo vigilando la puerta.
    -¿Qué te paso en la cara?-le pregunto Clara a Elizabet desde la puerta.
    -Un soldado me pego con su látigo.-dijo Elizabet sintiendo dolor en su mejilla.
    -No importa, te curare en casa.-dijo Clara acercándose a Elizabet-¿Dónde esta el cofre?
    -Lo enterré.-dijo Elizabet.-pensé que me lo quitarían si lo veían.
    -Tenemos que buscar la forma de salir.-dijo Clara.-El cofre de alguna forma hizo que termináramos en esta época y por lo tanto el es el único que puede regresarnos a casa.
    -Pero ¿Cómo saldremos?-pregunto Elizabet viendo en derredor y notando que la única salida posible era el tragaluz que estaba a cuatro metros de distancia del suelo, y notando que era imposible llegar a el.
    -Pienso.-dijo Clara notando lo mismo que Clara y perdiendo la esperanza.-que nos quedaremos aquí durante mucho tiempo.
    No sabían que hora era, tampoco sabían que pasaría mañana pero lo que si sabían era que se quedarían tal ves durante mucho años en el antiguo Egipto, el cielo y la luna permanecían calmados y ambas se adormecieron en el silencio del calabozo y durmieron en la roca plana de este, tapándose con las apestosas sabanas del frió congelante que había.

    La noche era muy fría y una carcajada de una mujer había levantado a Elizabet unas sombras de personas se veían ir de un lado al otro del tragaluz, alguien decía algo, en ese momento algo cuadrado callo del techo, y algo pequeño y diminuto brillo con la luz de la luna y también caía junto con el otro objeto. Hubo un sonido sordo y una especie de tintineo Elizabet se acerco a la masa negra cuadrada y al acercarse noto que era el cofre y el objeto brillante que cayo estaba a unos cuantos centímetros de este, Elizabet tomo el cofre y ce acerco en silencio para no despertar a Clara al objeto, al mirarlo Elizabet vio un cristal verde en forma de trébol, lo tomo y abrió el cofre, dentro estaba el cristal en forma de ángel en su respectiva ranura, y a Elizabet le llamo la atención la ranura en forma de trébol, el trébol que tenia Elizabet en su mano derecha era exactamente igual al que su tía Maria tenia. El mismo símbolo del infinito que tenía el ángel tenía el trébol.
    -¿Qué pasaría…?-se pregunto Elizabet tomo el cristal de trébol y lo acerco a su ranura en el cofre, el cristal entro perfectamente en la ranura, un gran remolino pareció surgir del cofre, una luz blanca y cegadora inundo el calabozo, Clara se levanto sobre saltada.
    -¿Elizabet que…?-dijo Clara antes de que la luz blanca se desvaneciera.
    El guardia abrió rápidamente la puerta del calabozo al ver la luz salir por las rendijas de la puerta pero al entrar en este no había ninguna luz y las prisioneras ya no estaban, por ningún lado.
     
  8.  
    Pami

    Pami Guest

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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Por favor, que los capítulos sean en una sola discusión. Son las reglas, te recomiendo leerlas.
     
  9.  
    saya16

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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Holaaaaaa lamento no pasarme ants me encantaron las contis.
    Asi que tienen que viajar por el tiempo en busca de los cristales.
    ¿Quien sera esa mujer? y ¿Quien sera el hombre destinado para Elizabet?
    Espero aclarar alguna de mis dudas en el siguiente episodio.
    Espero la conti pronto...

    Besos y cuidate!!!!!!!!!!!!!!!
    Sayonara!!!!!!!!!!!!!!!!!!
     
  10.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Hola ojale t guste a si como atodos lo q esten leyendo este capi, el 4 ya q es algo ridiculo, pense en cambiarlo pero no pude buscar otra manera.

    4
    Retornando a Casa.
    ¿…hiciste?-termino de decir Clara justo en el momento en que ella y Elizabet habían caído sobre una cama muy simple y algo dura, el cofre reboto en la cama cayendo en el piso, resbalo quedando bajo de un tocador pequeño con un espejo simple.
    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet a Clara poniéndose de pie, estaban en una pequeña habitación, el piso estaba tapizado por una alfombra roja, y las paredes tenían unas lujosas paredes tapizadas de madera, una ventana cuadrada, no muy grande dejaba ver un vació negro, Clara se acerco decidida a la ventana y la abrió, corriéndola hacía arriba, Clara miro hacia abajo y vio una especie de abismo negro iluminado por las luces de un magnifico buque, Clara escucho un estallido y volteando a ver hacia arriba vio un juego artificial blanco y pudo ver un bote blanco y pequeño bajar por medio de unas socas, el aire frió de la noche le hizo llegar fragmentos de una dulce canción de vals, Clara observo a su lado izquierdo y miro que la popa estaba desnivelada al parecer el barco se estaba hundiendo.
    -Tenemos que salir de aquí.-dijo Clara
    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet saliendo detrás de Clara sin darse cuenta que habían dejado el cofre dentro de la habitación, ambas salieron a un pasillo blanco, del lado derecho del pasillo había un entronque a otro pasillo, y del otro una escalera igualmente blanca.
    -Vamos de este lado.-dijo Clara caminando hacia la escalera.- ¿Traes el cofre? Verdad Elizabet.
    -No.-dijo Elizabet-Pensé que tú lo traías.
    -Yo no lo traigo.-Clara dio media vuelta.
    -¿Adonde vamos ahora?-pregunto Elizabet yendo detrás de su hermana, ambas entraron en la habitación en la que habían estado, revolvieron la cama y los burós a lado de esta, revisaron la habitación dejándola de cabeza, el barco en el que estaban ya se había inclinado de tal manera que sentían que caminaban de lado.
    -Aquí esta.-dijo Elizabet recogiendo el cofre que se encontraba bajo el tocador.
    -Vamos.-dijo Clara viendo que estaba empezando a entrar agua en la habitación, Clara miro de un lado a otro del pasillo blanco, vio que de la escalera parecía bajar agua que se veía azul con la luz de las luces del pasillo.
    Ambas se fueron al entronque de los pasillo del lado derecho, y caminaron por un pasillo desierto, al final vieron otra escalera blanca, subieron encontrándose en la cubierta del buque.
    -¿Dónde estamos?-se pregunto Elizabet, viendo multitudes de gente tratando de tomar barcos salvavidas y corriendo de un lado a otro.
    -Creo saber.-dijo Clara.
    En ese momento unos disparos se oyeron al aire.
    -Es como la película de Titanic.-dijo Elizabet tratando de oírse sobre los gritos de la multitud.
    -Es donde estamos.-dijo Clara.- en el Titanic.
    -Pero es una película.-dijo Elizabet.
    -Titanic no es solo una película.-dijo Clara en el momento en que lo violines tocaban un mas cerca Dios de ti versión londinense.-El Titanic existió en verdad, se hundió la noche del catorce al quince de abril de mil novecientos doce, murieron más de mil quinientas personas, y desearía que tu y yo no estemos entre esas personas.
    -¿Qué tenemos que hacer?-pregunto Elizabet viendo el agua acercarse a sus pies.
    -Tenemos que tratar de…-dijo Clara pero no podía pensar por el bullicio.- ¿Qué hiciste para que el cofre nos trasportara a otra época?
    -Metí un cristal que cayo del techo del calabozo donde estábamos.-Elizabet abrió el cofre donde estaban los dos cristales.
    -Pues entonces tenemos que encontrar otro cristal.-dijo Clara.
    -Pero tienen que tener el símbolo del infinito en su centro.-dijo Elizabet.
    -No lose.
    -Mira a tú derecha.-dijo una voz al oído de Elizabet, esta voltio y vio entre la multitud que se disputaba por lugares en el ultimo de los botes salvavidas, una mujer, tenia una tiara en su cabeza la cual se le fue arrebatada por un hombre a sus espaldas.
    -Esa mujer.-dijo Elizabet a Clara señalando a la mujer con el dedo.
    -¿Qué tiene?-pregunto Clara desconcertada.
    -La tiara que tenia, en su cabeza tenía un cristal con la forma del infinito, era un cristal en forma de estrella.
    -¿Por qué alguien tiene una tiara así en una inundación?-pregunto Clara muy desconcertada.
    -No me pidas que desentrañe la mente de una desconocida.-dijo Elizabet corriendo hacia donde estaba la mujer pero cayó al piso al tropezar con unas socas.
    -Levántese señorita.-dijo un anciano vestido de etiqueta seguido por un joven también vestido de etiqueta, ninguno de los hombres tenia salvavidas.
    -Gracias.-dijo Clara tomando a su hermana del brazo, ambas se dirigieron a la multitud donde habían visto a la mujer con la tiara pero esta no estaba.
    -¿Dónde esta?-se pregunto Clara.
    -Esta ahí.-dijo Elizabet señalando un bote salvavidas a unos metros de distancia del buque.-Pero no lleva la tiara.
    -¿Cómo sabes que era un cristal del cofre?-pregunto Clara mientras ambas buscaban en el piso la tiara.
    -Se que era un cristal del cofre.-dijo Elizabet.-Lo presiento.
    -Pero…-dijo Clara creyendo que su hermana estaba loca pero las circunstancias no le permitían juzgarla.
    -Créeme alguien me lo dijo al oído.-dijo Elizabet.-Era la misma voz de la mujer de blanco que vimos en la casa.
    -Ahí hay una tiara.-dijo Clara señalando a dos metros de distancia de Elizabet en el suelo.
    -Esa es.-Elizabet se abalanzo a la tiara pero esta era movida por la multitud de gente hacia la broa, la tiara al final fu pateada por un hombre tan fuerte que se les perdió de vista. Las luces del barco titilaron.
    -¿Donde esta?-dijo Elizabet desesperada.
    -Ahí.-dijo Clara corriendo hacia unos barrotes que parecían un pequeño puente frente a ella el barco estaba inclinado de tal manera que hacia difícil caminar a Clara, Elizabet se puso contra una pared casi acostada, las luces del barco se apagaron totalmente, se oyó un horrible sonido metálico y sucesivamente una especie de explosión, la mitad del barco hacia la broa cayo en posición normal en las frías aguas del pacifico.
    Clara cayo hincada al piso al estirarse ligeramente alcanzo la tiara y vio a la multitud que se aferraba a todo lo que veían.
    La succión del barco hizo que este quedara en una posición casi vertical, sobre las aguas Clara se aferraba con ambas manos al barrote que tenia frente a ella.
    -Toma.-dijo Clara soltando la tiara la cual cayo junto a Elizabet que parecía estar acostada en la pared, Clara no pudo aguantar más y cayo, se dio un fuerte golpe al caer alado de Elizabet, justo sobre una puerta, le sonrió a Elizabet y ambas rieron, la puerta emitió un crujido y se abrió, Elizabet trato de agarrar a Clara pero no fue lo suficientemente rápida, Clara se agarraba con todas sus fuerzas a la puerta abierta, colgaba a dentro de lo que parecía ser un comedor, el barco se empezó a hundir rápidamente.
    -¡METE EL CRISTAL!-Grito Clara desesperada.
    Elizabet forceo unos segundos con el cristal, el cual salio limpiamente de la tiara, lo coloco rápidamente en la ranura correspondiente.
    -No pasa nada.-dijo Elizabet aterrorizada.
    -¿Por qué?-dijo Clara en el momento que se soltó, cayo en la fría agua que estaba inundando el comedor rápidamente. Elizabet estaba apunto de romper en llanto ante la muerte que se acercaba segundo a segundo pero algo cayo con fuerza a su lado, un collar que tenia un corazón azul y en el centro la forma del infinito, tomo el corazón y sin quitarle el collar trato de meterlo dentro del cofre, la ranura en forma de corazón emitió una tenue luz y el collar se desintegro como un polvo dorado, Elizabet empujo ligeramente el cristal justo en el momento en que el agua la cubría rápidamente, Clara que flotaba en el agua tomo a Elizabet de la mano, y un destello azulado ilumino tenuemente el agua, Clara y Elizabet no salieron ala superficie y el barco se terminaba de hundir mientras una multitud de personas gritaba.

    Una luz segadora proveniente de la casa de su maestra llamo la atención de Brythani Poncur, corrió rápidamente por la calle desierta y cruzando la calle se encontró observando por la ventana que daba directamente a la sala de la casa, vio que al desvanecerse la luz Clara y Elizabet empapadas estaban en el piso, ambas templaban a pesar del calor que hacia, Brythani vio un cofre aparecer a centímetros del suelo y caer, Elizabet se dirigió al cofre y lo abrió, de este cayeron cuatro cristales muy hermosos, uno tenia la forma de un ángel, otro de un trébol, una estrella, y un corazón, había alguien parado a las espaldas de Brythani ella no se había percatado de esto, un dedo con una uña larga se aproximaba a su nuca y al hacer contacto con la piel de Brythani, la nuca de esta se ilumino levemente, la persona que estaba detrás de Brythani pareció convertirse en varias hojas de árbol que volaron al viento justo en el momento que unos escandalosos jóvenes pasaban a toda velocidad con unas enormes camionetas por la calle.
    Brythani siguió mirando a la sala como si nada.
    -Tengo que tener esos cristales.-se susurro así misma, con un extraño brillo en los ojos.

    ueno espero q piensen y no se preogupen este capitulo es el mas ridiculo q podran en contrar en este historia los demas segun mis amigos son geniles, y a si un avance de ultima hora en el proximo capitulo alguien va a morir...
     
  11.  
    saya16

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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Holaaaaa jeje soy la primera...
    Wow crei que se ahogarian, encontraron dos cristales al mismo tiempo eso es bueno.
    La tal Brithani no me cae bien, solo por quererse robar los cristales.
    De verdad cada vez se pone mejor.
    Espero pronto la conti plis.

    Besos y cuidate!!!!!
    Sayonara!!!!
     
  12.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Saya me alientas con tus comentarios y t agradesco por ello espero te guste este capi... el numero 5.

    [​IMG]5
    La muerte de Brythani.
    Dios mió.-decía Clara temblando, Elizabet se escurría el pelo en la sala y sus dientes parecían castañas al temblar.
    -Quiero que tomes esto.-dijo Clara dándole el cristal de estrella y trébol a Elizabet.-guárdalos yo tomare estos, mañana…
    -¿Por qué no los dejamos en el cofre?-interrumpió Elizabet abrazándose a si misma.
    -No, cuando un cristal hace contacto con ese cofre al parecer este activa alguna clase de mecanismo que hace que los que estén cerca de el, viajen en el tiempo…y el espacio.
    -Entonces ¿Por qué tú no los cuidas?-dijo Elizabet extendiendo una mano temblorosa a Clara y viendo su aliento en un vapor que surgía de su boca.
    -No, me conozco bien y admito que si tengo todos esos cristales en mi mano soy capas de meterlos en ese cofre, y trataría de ver como funciona, por eso es mejor así.
    -Bueno.-dijo Elizabet.-me voy a bañar y mañana ¿que vamos hacer con el cofre?
    -Mañana vamos a ir mis antiguos compañeros y yo a las pirámides de Teotihuacan, así que en lo que estemos ahí tú y yo, enterraremos ese cofre en algún lugar.
    -¿Me vas a llevar contigo?-dijo Elizabet sorprendida y sintiendo que el frió de su cuerpo disminuía.
    -Si.-dijo Clara.-bueno pues, me voy a bañar y después vamos a cenar.
    -OK-dijo Elizabet viendo subir a su hermana las escaleras mientras dejaba una hilera húmeda al pasar, a causa del agua que le escurría.
    Elizabet tomo el cofre que estaba tirado en el suelo, puso dentro de este los dos cristales que le había entregado su hermana, claro pero sin meterlas en sus ranuras ya que no se arriesgaría a viajar sola en el tiempo, Elizabet se acerco a un buró y metió el cofre con cuidado en el, subió las escaleras sin percatarse de que Brythani veía todo desde la ventana.

    Clara y Elizabet dormían tranquilas se habían acostado a las doce de la noche ya que acababan de llegar de un viaje demasiado largo para ellas pero que solamente había durado tres o cuatro horas en el actual presente, Clara pudo consolar el sueño mientras se preguntaba que era lo que había llenado el vació de su existencia en ese periodo de tiempo, las luces permanecían apagadas y Elizabet revoloteaba en la cama muy cansada como para pensar, un estruendo parecido a un relámpago sonó en el piso de abajo, Elizabet abrió los ojos, Clara se tallaba los ojos en su habitación y se preguntaba que estaría haciendo Elizabet ya que parecía haber gritos en el piso de abajo y sonaba algo parecido a un huracán, se alzo levemente pare ver por la ventana abierta a lado de su cama pero no había viento alguno en la calle, es mas la calle estaba muy tranquila.
    Clara se puso de pie y al salir de su habitación vio que Elizabet también salía con cautela de su habitación, Clara se acerco a un apagador que había en el pasillo que servia para encender las luces del recibidor, ambas se asomaron y el ruido seso, no había nadie, ambas bajaron las escaleras, había un montículo de polvo en el recibidor y la puerta principal estaba abierta, y una ventana de la sala estaba rota, Elizabet noto que el buró donde había guardado el cofre, el cristal de estrella y el trébol, estaba abierto, se acerco y reviso los cajones, el cofre no estaba.
    -Clara, alguien se robo el cofre.-dijo Elizabet mirando a su hermana que estaba asomándose por la puerta.-los dos cristales que me diste estaban dentro de el.
    -Que bueno.-dijo Clara cerrando la puerta.-ahora quien tenga ese cofre se ara cargo de el, solo hay que esperar a que regrese por los otros dos cristales y ya no tendremos ninguna responsabilidad con lo que sea que esta pasando.
    -No lose.-dijo Elizabet un poco preocupada, algo le decía que ella y su hermana deberían buscar el cofre lo mas rápido posible.
    -Bueno.-dijo Clara bostezando ya un poco más tranquila.-Vamonos a la cama.
    -OK.-dijo Elizabet ambas subieron las escaleras, Clara durmió muy tranquila aquella noche pero por alguna razón Elizabet no pudo consolar el sueño hasta que dieron las cuatro de la mañana y se durmió pensando en lo que le podría haber pasado al cofre.

    Muy temprano en la mañana, Clara despertó a Elizabet ya que era sábado y la excursión a las pirámides de Teotihuacan saldría a las nueve, ambas se alistaron, Clara no se percataba que Elizabet tenia un semblante serio, el autobús llego a buscarlas a la puerta y ambas subieron, no tardaron mucho en llegar, el autobús se estación justo a la entrada de las pirámides, todos bajaron menos Elizabet que se encontraba todavía con semblante serio y observando la punta de una gran pirámide a lo lejos.
    -¿No has visto a mi hermana?-le pregunto Clara a Jennifer una antigua amiga de su universidad.
    -Se quedo en el camión.-le contesto esta.
    -Bueno gracias.-dijo Clara retornando al camión vació, encontró a Elizabet mirando por la ventana.- ¿Qué tienes?
    -No lose.-dijo Elizabet sin poder explicar el sentimiento que le aquejaba.
    -Sigues intranquila por lo de los cristales y el cofre, ¿Verdad?-adivino Clara.
    -Si, es que…-Elizabet escucho por un momento atentamente.- ¿Escuchas?
    -¿Qué cosa?-dijo Clara perpleja.
    -Eso.-repitió Elizabet.
    -No escucho nada Elizabet.-dijo Clara forzando su oído a escuchar algún sonido extraño.
    -Eso es exactamente.-Elizabet se puso de pie y se dirigió caminando a la puerta del autobús.-No hay sonido alguno.
    En el exterior del camión todo permanecía silencioso, no se escuchaba ni el viento.
    -No puede ser.-dijo Clara viendo a su el rededor y notando que todo estaba en quietud y que todos los objetos y personas estaban quietas y sólidas como estatuas, el tiempo se había detenido nuevamente. Un cristal en forma de ángel y otro en forma de corazón salieron de la bolsa de Clara.
    -¿Trajiste los cristales?-dijo Elizabet mientras los cristales giraban alrededor de ellas y formaban un remolino de color dorado.
    -¡No sabia que hacer con ellos!-dijo Clara haciendo se oír sobre el ruido parecido a un ventarrón que hacían los cristales.
    -No pudiste…-ambas hermanas desaparecieron en una columna de luz blanca.

    -…dejarlos en casa-termino Elizabet mientras caían en una especie de campo lleno de multitudes de tulipanes y narcisos y muchas otras flores.
    -Lo que pasa es que cuando las agarre, las metí en mi bolsa y se me olvido sacarlas.-explico Clara, tomando los cristales que estaban a sus pies y metiéndolos en su bolsa
    Se oía un sonido sordo detrás de ellas y un joven cuero y bastante apuesto apareció montado en un hermoso caballo café.
    -Al observarlas pienso yo que ustedes no son de aquí.-dijo el muchacho.
    [​IMG]Clara notando sus ropas le susurro a Elizabet al oído.
    -Estamos en la edad media.
    -No…No me interesa.-dijo Elizabet mirando los ojos verdes del joven.
    -No puede ser.- se dijo así misma Clara viendo a Elizabet.
    -¿Las puedo ayudar?-dijo el joven notando que Elizabet lo miraba.
    -¿No sabe, de alguna casona, cercana?-pregunto Clara poniéndose de pie y sacudiéndose el pantalón.
    -Primero tenéis que pasar a mi casa.-dijo el joven.-Tengo ropa de mi madre y mis hermanas, necesitan cambiarse.
    -¿Por qué razón?-pregunto Clara
    -La inquisición ha llegado al pueblo y si las ven con esas ropas, las acusaran de brujas.
    -Ya comprendo.-dijo Clara.- ¿Y a su madre y hermanas no le importara?
    -No.-dijo el joven.-fueron acusadas de cometer brujería, las ejecutaron en la horca hace una semana.
    Elizabet se sorprendió con que facilidad mencionaba aquellas palabras el joven.
    -¿Por qué no vienes con las ropas a la pequeña arboleda de aya?-dijo Clara señalando un grupo de árboles al norte de donde se encontraban.
    -Estabien…-dijo el joven.
    -Espera.-le hablo Elizabet antes de que se fuera.- ¿Por qué haces esto por nosotras?
    -Por que…-dijo el joven buscando las palabras correctas.- ¿Usted a escuchado que Cupido pude causar que las personas se enamoren con una fugas mirada?
    Elizabet no comprendió y el joven continúo con su explicación.
    -Pues, yo creí que eran engaños de los ancianos, hasta ahora… yo… no pensé…es demasiado complicado para explicar.-dijo el joven mirando a Elizabet, sus mejillas claras se pusieron de un color sonrosado.
    -Que cursi-murmuro Clara, mientras el joven se alejaba.
    -¿Qué dijiste?-dijo Elizabet mientras ambas se voltearon y empezaron a caminar hacia la arboleda.
    -Nada.-dijo Clara.-lo que pasa es que lo que acaba de pasar están cursi que empalaga.
    -Aja.-dijo Elizabet sonriendo y volteando para ver cabalgar al joven.-Te hubiese gustado antes, de que te amargaras.
    -¿A ti que te pasa?-dijo Clara dándole un golpecito en la cabeza.- ¿Acaso ya me probaste para decir que soy amargada?
    -Pues eres tan amargada que el limón parece salado a tu lado.-dijo Elizabet
    -Van para acá.-dijo Clara y Elizabet salio corriendo y esta fue tras ella.
    Ambas reían asta que llegaron a la arboleda.

    -¿Por que utilizaste ese asentó tan refinado con el muchacho?-pregunto Elizabet la cual le hablaba a su hermana, ambas estaban sentadas en un tronco caído justo a los limites de la arboleda.
    -En cada época tienen su forma de hablar.-explico Clara.-En nuestra actualidad las palabras fueron corrompidas, te aseguro que si les hablas a las personas de esta época como en nuestro presente, no te entenderían.
    -¿Sabes por que viajamos de nuevo?-dijo Elizabet disfrutando de el suave viento rozando sus mejillas.
    -No lo entiendo-dijo Clara-pero mi teoría es que cuando viajaron las joyas que se encontraban en el cofre, estas que ya estuvieron en el cofre viajaron en el momento en que las otras viajan.
    -Quien sabe.-dijo Elizabet.-Hay viene.-Elizabet se puso rápidamente de pie y miro un hermoso caballo café acercarse donde estaban ellas.
    -No te enamores de el.-dijo Clara poniéndose de pie.-el es del pasado y tu eres del futuro, tarde o temprano regresaremos a casa y el no podrá venir con nosotros.
    -Eso no lo sabes.-dijo Elizabet, embelezada con el joven jinete que se acercaba a ellas.
    -Aquí esta la ropa de mi madre y hermana.-dijo el joven bajando de su caballo y entregándole, unos vestidos a Elizabet y Clara. Elizabet extendió el largo vestido.
    -¿En serio tengo que ponerme esto?-murmuro al oído de Clara mientras el joven ataba su caballo a un árbol.
    -Si siguieres vivir-dijo Clara poniéndose sobre sus ropas un vestido floreado de color amarillo que le tapaba los pies.-Cuando la iglesia católica empezó con la inquisición mataron a todas las personas que se comportaban diferente.
    -¿Por qué?-pregunto Elizabet haciendo lo mismo que Clara y colocándose sobre sus ropas un vestido rojo y igualmente floreado.
    -Según, el ser diferente era motivo de Herejía.
    -¿Qué es Herejía?
    -Es un conocimiento que va contra los principios de la iglesia, por lo tanto es del diablo, esto significa que estar con el diablo era motivo de ser brujo, según la Biblia los brujos son como personas que rinden tributo al diablo, el problema de la inquisición era que las mujeres eran en su gran mayoría asesinadas sin un juicio simplemente por el echo de ser declaradas por otra persona bruja, este es un tiempo donde los hombres son los lideres del mundo, es un tiempo de machismo colectivo mundial.
    -¿Tu crees que el sea como los hombres de esta época?-dijo mirando al joven que se encontraba volteado esperando a que ambas se cambiaran.
    -El vive en esta época.-explico Clara.-Seria muy extraño que no fuera así, aun que nos ayudo.
    -Veo que ya están listas.-dijo el joven acercándose a ellas.
    -Ya, pero. Tengo una pregunta para ti.-dijo Elizabet mirándolo y jugando con su pelo, no sabia por que pero estaba nerviosa.- ¿Por qué nos ayudaste?
    -No lose.-dijo el joven.-soy muy tímido, pero… lo diré rápido…no se como te llamas , no se ni siquiera si…creo que eres una hechicera…por que…pusiste un hechizo sobre mi, me gusta mucho…yo nunca creí en estas cosas…pero, me agradas mucho.
    Elizabet medito un momento.
    -Bueno…-dijo el joven yendo rápidamente a su caballo y desatándolo.-Fue un agrado conocerlas.-el joven monto en su caballo.
    -Espera.-dijo Clara, el joven se detuvo antes de echar a andar con su caballo.
    -¿Qué desea?-pregunto el joven muy cortes.
    -Necesito que me digas donde esta la casona.
    -Esta al sur.-dijo el joven señalando a sus espaldas.-en el pueblo, justo en la entrada.
    El joven se dio media vuelta y echo a andar en su caballo.
    -Espera.-dijo Elizabet y este regreso.-Tan siguiera dime tu nombre.
    -Soy Felipe de Málaga.-dijo el joven.
    -Soy Elizabet de México.-dijo Elizabet y el joven bajo de su caballo y le beso la mano a Elizabet.
    -Gusto en conocerte, Elizabet de México.-dijo el joven.
    -Si lo desea señor Felipe.-dijo Elizabet con un asentó exagerado.-podría acompañarnos hasta la casona.
    -Seria un honor.-dijo Felipe poniéndose de pie, y tomando las riendas de su caballo, y los tres caminaron hacia el sur, llegando asta un pequeño pueblo, con tejados rojos.
    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet a Felipe.
    -Estamos en Mérida.-dijo Felipe.
    -¿En México?-pregunto Clara algo desconcertada.
    -No se que lugar es México.-dijo Felipe.-Esto es Mérida en España.
    -¿Hay un lugar llamado Mérida en España?-pregunto Elizabet mirando a Clara.
    -Hay muchos lugares en el mundo llamados Mérida.-dijo Clara, viendo a su alrededor, la calle empedrada serpenteaba por una calle llena de gente que hacia compras matinales, un herrero forjaba algo parecido a una espada no muy lejos de ellas.
    -¿Esta gente no se baña?-pregunto Elizabet en un susurro al oído de Clara cuando un par de hombres pasaban a su lado.
    -En esta época el aseo personal era lo de menos.-respondió Clara al oído de Elizabet.
    -OK.-dijo Elizabet haciendo una mueca de asco por el fuerte olor a sudor que propagaban tanto hombres como mujeres.
    -Pero al parecer tu amado recibió su baño mensual hoy-dijo Clara en tono de burla.
    -Cállate.-dijo Elizabet pegándole en el hombro levemente a su hermana.
    -Ahí esta la casona.-dijo Felipe señalando una gran casa solariega con una enredadera que la adornaba a sus lados.
    -Gracias.-dijo Clara, se inclino levemente hacia Elizabet para susurrarle al oído.-Me agradecerás por esto.
    -¿Por qué?-dijo Elizabet desconcertada.
    -Señor Felipe.-dijo Clara yendo hacia la puerta.- ¿Podría acompañar a mi hermana a algún pozo para buscar un poco de agua?
    -Claro.-dijo Felipe.
    -¿Qué haces?-murmuro Elizabet abriendo los ojos de sorpresa.
    -Pero ¿podría prestarnos algún cántaro o cazo para traerla aquí?-dijo Clara, sintiéndose incomoda ya que su bolsa de mano que traía debajo de la falda amarrada al cinturón de su pantalón se había metido entre sus piernas.
    -Pero hay un pozo en el patio de la casona.-dijo Felipe.
    -Si, pero desearía que mi hermana conociera mas el pueblo de Mérida.-dijo Clara.-Bueno adiós.
    Elizabet se había puesto roja de la vergüenza.
    -Pues.-dijo Felipe rascándose la cabeza y con las mejillas sonrosadas al ver a Elizabet.-Vamos.
    -Bien.-dijo Elizabet
    -Monte al caballo señorita.-dijo Felipe.
    -¿En caballo?-dijo Elizabet espantada.-Nunca me e subido a un caballo.
    -Pues, siempre hay una primera vez para todo.-dijo Felipe, la tomo de la cintura y la levanto para que esta subiera al caballo. Elizabet miro los musculosos brazos de Felipe al subirla y cuando Felipe la vio, esta volteo rápidamente hacia el otro lado acomodándose el pelo.
    Elizabet se sentó normal en el caballo con una pierna de lado a lado.
    -Así se sientan los hombres-dijo Felipe
    -¿Y eso te importa?-le pregunto Elizabet sintiéndose cada segundo que estaba con el mas confiada.
    -No, si a ti no.-dijo Felipe mirando a los ojos a Elizabet y esta rió levemente.
    -¿Qué espera para subir al caballo?-le pregunto a Elizabet.
    -Ha… si… es verdad.-dijo Felipe y se monto rápidamente.
    Felipe echo a andar al caballo, este paro frente a una pequeña casa, Felipe entro y salio con un cántaro de barro.
    -Ahora ¿donde vamos?-pregunto Elizabet cuando Felipe se subió al caballo abrazándolo de las caderas, este se puso rojo al sentir el contacto de las manos de Elizabet tocar su cuerpo.
    -Vamos…-dijo Felipe titubeando.-Vamos al pozo.
    Ambos llegaron al pozo donde había una fila de mujeres esperando por sacar agua, Felipe que tenia acarrado el cántaro con una mano se lo entrego a Elizabet, y le ayudo a bajar de el caballo a esta.
    -¿Qué me puede contar de su vida señor Felipe?-pregunto Elizabet mientras se formaba en la fila.
    -No me diga señor, dime simplemente Felipe.-dijo Felipe mirando los ojos de Elizabet.
    -Estabien.-dijo Elizabet jugando con su cabello en forma coqueta.-Felipe, cuéntame sobre tú vida.
    -Bien.-dijo Felipe tomando aire para empezar a hablar-Yo nací…
    Un leve temblor hizo que Felipe se detuviera en seco, una columna blanca se formo a unos cuantos metros de las personas que estaban esperando para sacar agua del pozo, un sonido de ventarrón salía de la columna mientras esta giraba como un remolino quedándose en su sitio, algunas personas corrieron aterrorizadas, unas cuantas se inclinaron y empezaron a adorar la columna, y otras simplemente estaban tan aterrorizadas que miran lo que sucedía como si fueran estatuas, Felipe se coloco delante de Elizabet para protegerla de la columna aun que esta no se movía. Hubo un sonido metálico proveniente de la columna que parecía llegar asta el cielo, un gran trozo de metal salio disparado de la columna dando contra una casa de ladrillos la cual perdió una pared entera con el golpe, la columna se desvanecía poco a poco, dentro de esta aparecía la silueta de una mujer, al desvanecerse completamente la columna Elizabet se sorprendió al ver la mujer que había aparecido en su lugar
    -¿Brythani? ¿Brythani Poncur?-pregunto a una mujer con rostro furioso la cual la miro.
    -Hola Elizabet.-dijo Brythani mirándola mientras algunas personas observaban la escena y otras huían despavoridas. Elizabet noto que Brythani tenia el cofre en las manos.
    -Tú te robaste el cofre.-dijo Elizabet saliendo detrás de Felipe el cual no comprendía lo que pasaba.
    -Si, ¿que vas hacer al respecto?-dijo Brythani desafiante.
    -Devuélveme el cofre Brythani-dijo Elizabet acercándose a Brythani.
    -No te lo voy a devolver.-dijo Brythani-tú eres la que me tiene que dar los dos cristales que tienen tú y tú hermana.
    -Brythani podremos regresar las tres a casa si me das el cofre.-dijo Elizabet razonablemente.
    -No.-dijo rotundamente Brythani.
    -Devuélvemelo.-dijo Elizabet tomando el cofre pero Brythani no lo soltó.
    -Suéltalo maldita.-dijo Brythani tratando de arrebatarle el cofre a Elizabet
    -Elizabet.-dijo Felipe acercándose a las dos mujeres.
    -No te metas en esto Felipe.-dijo Elizabet sin dejar de mirar a Brythani la cual no soltaba el cofre, ambas tiraron al mismo tiempo y se les resbalo de las manos, el cofre cayo al piso y una columna blanca las cubrió, Felipe cayo de espaldas al ver que la columna se extendía hacia el cielo, y cuando esta se desvaneció ni Brythani ni Elizabet se encontraban en ningún lugar.
    -¿Cómo funcionaran?-decía Clara mirando los dos cristales que tenia, ya se había quitado el vestido que le había dado Felipe y se encontraba con su camiseta y jeans, pero los cristales giraron entorno a ella formando un remolino que después hizo una columna blanca en la cual al desvanecerse se llevo consigo a Clara.

    Clara había aparecido en el recibidor de su casa y observo que Elizabet se jalaba de los pelos junto con Brythani.
    -¿Qué pasa aquí?-pregunto Clara tratando de levantar del suelo a Elizabet la cual traía el vestido que le había dado Felipe todavía puesto.
    -Esa maldita se robo el cofre-dijo Elizabet soltándose de Clara y golpeando con puño cerrado la cara de Brythani, un vidrio de la sala se rompió y Clara miro en derredor las luces estaban apagadas y era difícil ver.
    Alguien se deslizaba por la casa, mientras Brythani y Elizabet se ponían de pie y escuchaban con detenimiento a quien había entrado, la silueta de la persona abrió un cajón del buró y saco el cofre, Clara prendió la luz de la sala.
    -¿Brythani?-pregunto Clara sorprendida viendo a otra Brythani en la sala.
    La Brythani que había entrado en la sala para robarse el cofre miro espantada a Clara, a Elizabet y a ella misma.
    -Soy yo.-se susurro así misma la Brythani que había estado peleando con Elizabet, esta Brythani se toco la cara la cual parecía que se estaba escurriendo como la cera de una vela.-Lo sabia-murmuro antes de estallar en polvo y quedar solo un pequeño montículo de esta, la Brythani que había quedado en la sala soltó el cofre espantada, al tocar el cofre la alfombra una luz cegadora ilumino la sala y al desvanecerse la Brythani espantada desapareció.
    Clara y Elizabet se quedaron sorprendidas, tomaron el cofre de la Brythani que se había estado peleando con Elizabet, lo abrieron, dentro estaba el cristal en forma de ángel y el cristal de estrella, Clara metió en este el cristal de corazón y cuando estaba apunto de meter el cristal de trébol la luz del recibidor se encendió. Clara apago la luz de la sala y tomo la mano de Elizabet ambas salieron de la casa dejando la puerta abierta, Clara metió rápidamente el cristal en forma de trébol y ambas desaparecieron en una columna de luz, justo en el momento en que otras Clara y Elizabet bajaban las escaleras.
    La Clara que había bajado las escaleras se acerco a la puerta.
    -Clara, alguien se robo el cofre.-decía la voz de la otra Elizabet desde dentro de la casa.
    -Que bueno.-contesto la otra Clara cerrando la puerta.


    Se que son pocos capitulos pero el final de esta historia se acerca...
     
  13.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

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    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    aqui esta otor capitulo de esta aventura espero sus comentarios, deveras.... eeeeeeeeee

    [​IMG]6
    El ultimo cristal.



    Clara y Elizabet miraron a su alrededor, se encontraban en un pequeño callejón justo a lado de un edificio de varios pisos, salieron a lo que parecía ser una calle principal, y había una multitud de gente oriental, que caminaba detrás de un camión de el ejercito.
    -Disculpe.-dijo Clara a un joven de la multitud.
    -¿Qué desea señorita?-contesto el joven sin mirarla.
    -Me podría decir ¿Dónde estamos?-pregunto Clara
    -En Nagasaki, Japón.-contesto el joven que se perdió en la multitud.
    -Clara, ¿No, Nagasaki es donde cayeron las bombas?-pregunto Elizabet con preocupación.
    -Si.-dijo Clara.-Voy a preguntar la fecha, para saber.
    -Disculpe.-dijo Clara a un anciano japonés.- ¿Me podría decir la fecha?
    -Hoy es, nueve de agosto.-dijo el anciano.
    -¿Qué año es?-pregunto Clara y el anciano la miro estupefacto.
    -mil novecientos cuarenta y cinco.-dijo el anciano y se fue directo a unas tiendas a lado de la calle.
    -¿Qué pasa?-pregunto Elizabet viendo la cara de preocupación de Clara.
    -Tenemos que buscar la forma de largarnos de aquí.-dijo Clara tomando la mano de Elizabet y corriendo entre la multitud.
    -¿Qué pasa?-pregunto Elizabet
    -Esta gente no sabe lo que le espera.-dijo Clara.-hoy va a caer la bomba aquí en Nagasaki, hace tres días cayo una en Hiroshima, ahora le toca a Nagasaki…
    Clara se detuvo en segó al ver un grupo de aviones norteamericanos surcar los cielos.
    -Es tarde.-dijo Clara.
    -Clara mira.-dijo Elizabet señalando frente a ella a dos personas inclinadas.
    -Somos nosotras-dijo Clara viendo a una de la personas que estaba inclinada con el mismo vestido floreado rojo que tenia Elizabet. La otra Clara extendía la mano mostrando un cristal en forma de una pequeña llama roja con un símbolo del infinito al centro.
    -¿Qué pasa?-pregunto Elizabet sin entender.
    -Nos están indicado donde esta el ultimo cristal.-dijo Clara-Tenemos que buscar la forma de viajar unos minutos mas al pasado y buscar el cristal.
    Elizabet giro el cristal, desesperada mente una explosión se escucho a lo lejos, una explosión en forma de hongo se extendía rápidamente hacia ellas, Elizabet giro el cristal y vio en la parte de abajo un cristal ovalado de color azul, uno de color amarillo y otro de color rojo. Elizabet desesperada toco el cristal rojo justo en el momento en que Clara tomo su mano y ambas desaparecieron.

    Clara y Elizabet aparecieron en una especie de bosque, lleno de mariposas monarcas.
    -¿Qué hiciste?-pregunto Clara.
    -Toque uno de estos óvalos.-dijo Elizabet enseñándole la parte de abajo del cofre.
    -Toca otro.-dijo Clara.-no toques el que tocaste antes.
    Elizabet toco ligeramente el óvalo azul, y todas las mariposas detuvieron su vuelo, el tiempo se había detenido, Clara también permaneció quieta como una roca excepto Elizabet que se puso de pie, toco nuevamente el óvalo azul, y el tiempo volvió a su marcha, Clara miro en derredor paro Elizabet había desaparecido y casi al mismo tiempo había aparecido en otro lugar.
    -¿Qué paso?-pregunto Clara desconcertada.
    -El óvalo azul detiene el tiempo.-explico Elizabet
    -Muy bien.-dijo Clara poniéndose de pie.-Toma mi mano y toca el otro óvalo.
    Elizabet toco el óvalo amarillo, y ambas se encontraron en un pequeño callejón alado de un edificio, una columna de luz bajo del cielo y Clara tomo la mano de Elizabet y ambas corrieron hacia una calle llena de japoneses.
    -Regresamos a Nagasaki.-dijo Elizabet, viendo en la esquina un camión militar, que empezaba su marcha y una multitud lo seguía.
    -¿Qué hacemos ahora?-pregunto Elizabet.
    -Tenemos que ir a buscar el cristal, rápido.-dijo Clara y salio corriendo entra la multitud seguida por Elizabet, tirado en la calle estaba el cristal en forma de llama, Clara se inclino y vio que Elizabet giraba su cabeza para mirar hacia atrás, pero Clara la tomo de la mona haciendo que esta se inclinara.
    -No voltees.-dijo Clara.-recuerda que Brythani murió cuando se miro así misma.
    -OK.-dijo Elizabet-¿Qué haces?
    Clara extendía su mano.
    -Si no hago esto, Nuestras otras yo, no verán donde esta el cristal
    Una explosión se hoyo tras ellas.
    Otras Clara y Elizabet habían desaparecido detrás de ellas discretamente
    -Creo que ya no estamos.-dijo Clara metiendo rápidamente el cristal parecido a una llama en el cofre.
    Clara y Elizabet desaparecieron en una columna de luz blanca justo en el momento en que miles de personas morían a causa de la explosión nuclear.
     
  14.  
    Juan Abinadi

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    Aries
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    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Hola como siempre espero sus comentarios...
    Aqui esta el ultimo capitulo de esta historia..., diganme q les precio...¿ok?
    7
    El poder de los cristales.



    Clara y Elizabet miraron en derredor, una fuerte bocina de un coche las aturdió, habían aparecido en medio de una carretera, se movieron rápidamente a una banqueta cercana.
    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet.
    -Estamos en el futuro.-dijo Clara
    -¿Cómo sabes eso?-pregunto Elizabet mirando a su alrededor.
    -Esa es la escuela.-dijo Clara, señalando la escuela de Elizabet frente a ellas, estaba muy diferente, era de tres pisos y había un espectacular justo a la entrada que anunciaba en letras grandes.

    “todo se puede llevar acabo”
    SECUD
    RENOVACION DE MAS DE CINTO CINCUENTA ESCUELAS ALREDEDOR DEL PAIS.
    Año. 2045.
    -No es posible.-dijo Clara muy asombrada de lo que veía.
    -Clara, mira.-dijo Elizabet señalando un enorme autobús parecido a un tren el cual transportaba muchas personas, el autobús tenía dos enormes pantallas de lado y lado y un anuncio decía en letras grandes pasando la imagen de una mujer de tes clara y cabello rubio la cual se veía muy joven y delgada.

    “TODO SE PUEDE LLEVAR ACABO”
    PDPM
    Partido del pueblo Mexicano.
    México en la nueva era.
    Primera mujer en la presidencia, los cambios se notan.
    Los cinco edificios que antes estaban frente a la escuela, no estaban y en su lugar había un parque enorme y en el centro había un gran lago.
    Solo había un edificio el cual estaba totalmente desecho, y frente a el había una plaga enorme.
    Una enorme plaga de metal había salido de debajo de la calle, y había detenido los coches justo en la esquina mientras el semáforo se colocaba en rojo, Clara y Elizabet cruzaron la calle con un gran grupo de personas. Un par de minutos mas tarde el semáforo pasó a verde y la plaga descendió dejando pasar a los automóviles.
    Clara y Elizabet se acercaron a la plaga que estaba debajo del edificio, Clara leyó.

    Dedicado a las trescientas cuarenta y dos personas que perdieron la vida tras estrellarse el vuelo ciento cuarenta y cinco contra la capital Mexicana en el año 2022
    Vesques Hernández Juan…
    -Después siguen los nombres de las personas, fallecidas-dijo Clara sintiéndose confundida y algo triste.
    -¿De donde salio ese lago?-pregunto Elizabet viendo al gran numero de personas que estaba en el parque disfrutando del día soleado.
    -No lo se.-dijo Clara.
    -Disculpen-pregunto a Clara a un grupo de adolescentes que se vestía de forma extravagante con muchos colores vividos y sin combinación.
    -¿Saben cuando apareció este lago?-pregunto
    -No sabría decirle-contesto una muchacha.
    -El lago se formo en el 2012, antes no era tan grande.-explico con voz monótona una muchacha, estaba tan tatuada que contrabajo se notaba su piel blanca.-después en el 2020 aumento de tamaño.
    -Es grandioso.-dijo Elizabet.-esto le gana en muchas formas al parque del lago de Chapultepec.
    Los jóvenes se rieron.
    -¿Qué pasa?-pregunto Clara
    -Esos lagos se secaron totalmente hace tres años.-dijo un gordito.
    -Bueno gracias.-dijo Elizabet muy sorprendida de todo lo que había pasado en pocos años y cuanto había cambiado la ciudad.
    -¿Qué hacemos ahora?-pregunto Elizabet.-quiero quitarme esto.
    -Pues quítatelo.-dijo Clara y Elizabet se quito el vestido rojo floreado que le había dado Felipe, quedándose en jeans y ramera, doblo con cuidado el vestido y lo sostuvo con su mano derecha ya que con su otra mano sostenía el cofre.
    Todas las personas que se hallaban en la ciudad miraban el cielo, las nubes se juntaron en un solo punto, adquiriendo un color gris, hubo un sonido fuerte, como una explosión y el cielo se ilumino con una luz cegadora blanca, la cual opacó la luz del sol.
    La luz blanca se desvaneció y en el cielo apareció una enorme nave de color negro que flotaba majestuosa, El movimiento de la ciudad se hizo más lento, ya que todos miraban el cielo sorprendidos de lo que pasaba, Clara y Elizabet miraban la escena asombradas por lo enorme que era la nave, parecía una enorme esfera negra.
    El agua del lago se movía ligeramente, algunas personas que se hallaban en botes en el lago permanecían embelezadas viendo la parte inferior de la nave, un orificio se abrió en la parte inferior de la nave, una columna de agua se levanto desde la superficie del lago, la nave parecía estar absorbiendo el agua del lago, algunas personas en botes trataban de alcanzar la orilla remando y la gran mayoría de los botes eran alzados y se perdían junto con el agua en el interior de la nave, dos minutos mas tarde el gran lago quedo completamente segó, había algunos cuantos peces que se asfixiaban al no haber agua y quedar solo lodo y piedras en el hoyo que unos minutos atrás era un lago, un resplandor verde bajo rápidamente desde la nave al suelo lodoso dentro del hoyo, la gente con miedo observo que no paso nada al momento. La tierra se empezó a hundir, y un hoyo mas grande se abrió, tirando árboles, que se hallaban alrededor, una estatua surgió en medio del hoyo, era una mujer con túnica.
    -Vamonos de aquí.-dijo Clara tomando la mano de su hermana y saliendo corriendo con la multitud de personas que huía despavorida.
    -Espera.-dijo Elizabet viendo la estatua que surgía del centro del hoyo que antes era el lago.-Es esa mujer, la mujer con túnica blanca.
    Elizabet se soltó de la mano de Clara y salio corriendo hacia la estatua.
    -¡Elizabet!-Le llamo Clara, y salio corriendo tras su hermana. Ambas llegaron a la orilla del gran hoyo.
    -Mira.-dijo Elizabet señalando a la estatua.-en sus manos tiene un cofre de piedra y sus brazos tienen orificios con la forma de cada uno de los cristales.
    Clara miro la estatua y efectivamente había dos orificios en el brazo izquierdo, uno con la forma de ángel, y otro con la forma de trébol, y el brazo derecho de la estatua tenia tres orificios, uno que parecía una pequeña flama o llama, otro que parecía una estrella, y por ultimo un corazón.
    -Que importa eso.-dijo Clara tratando de llevarse consigo a su hermana pero esta se soltó nuevamente de ella.
    -Tenemos que poner los cristales en sus brazos
    -Elizabet, no…-Pero Elizabet había soltado el vestido rojo el cual cayo el piso y había salido corriendo hacia la estatua resbalándose con el lodo del gran cráter, un rayo azul bajo de la nave esférica y la estatua exploto justo frente a Elizabet esta cayo hacia atrás por la fuerza de la explosión, abrió los ojos aturdida, lo único que quedaba de aquella estatua eran pequeñas piedras.
    -Elizabet.-dijo Clara, había seguido a Elizabet y se encontraba ayudándola a levantarse, ambas estaban cubiertas de lodo, ambas sintieron que no tocaban el suelo y se elevaban en el aire, la nave las estaba atrayendo hacia ella, amabas entraron por un orificio dentro de la nave.
    Clara y Elizabet miraron a su alrededor, estaban en una habitación oscura, las luces se encendieron, había muchos botones en una especie de tablero y un enorme vidrio reflejaba la ciudad la cual ardía en fuego, la habitación estaba llena por unas criaturas perecidas a los seres humanos, excepto por sus ojos completamente negros y que eran extremadamente altos y delgados, traían unas ropas que parecían batas azules, sus dedos eran alargados y también sus brazos, la mayoría de ellos tenia cabello rubio el cual les caía asta la cintura, y su cara era extremadamente hermosa y bien perfilada, eran blancos y parecían brillar con la luz de la habitación.
    Un trozo de la pared se desvaneció en forma ovalada dejando ver del otro lado un pasillo, los seres que se hallaban en la habitación se formaron en filas con mucho orden, y entraron un par de criaturas totalmente distintas, toscas, sus ojos parecían inyectados en sangre y tenían una joroba la cual los hacia verse enanos y tenían una especie de falda café. Ambos, y de su parte superior estaban desnudos dejando ver unos pelos grises sobre su piel café, emitieron unos gruñidos, una mujer entro por el hoyo ovalado.
    -¿Cómo están?-dijo la voz de la mujer.-Elizabet y Clara, es un verdadero milagro en contraérmelas aquí.
    -Pero si tú, estas muerta.-dijo Elizabet dando un paso hacia delante.
    -No, mi yo futuro esta muerta, pero yo estoy viva, pienso evitar esa muerte, todo el mundo será mió, pero necesito que medes ese cofre y los cristales que hay dentro, de esa manera todo el mundo conocerá el nombre de Brythani Poncur y temerán en extremo al verme.
    -Pero…-dijo Elizabet.-que aras con el cofre y los cristal.
    -No te interesa.-dijo Brythani.-Yo no e tenido la suerte para encontrar esos cristales, solo tengo los que robe, el trébol y el ángel.
    -¿Por que las necesitas?-pregunto Clara.
    -Para no morir.-dijo Brythani.-por su culpa morí y no permitiré que pase, yo e viajado y e aprendido los secretos de este cofre y los cristales, se mucho mas sobre ellos que ustedes, se como controlarlo, y se el secreto para no morir nunca, solo necesito los malditos cristales, dénmelos o voy a dejar que ellos lo hagan.-Brythani señalo a los seres toscos y horrendos.
    -Estabien.-dijo Clara.-Elizabet dame el cofre, que haga con los cristales lo que quiera y que nos mande a casa.
    -No.-dijo Elizabet.-Este cofre no es de ella.
    -Tampoco de nosotras.-dijo Clara.
    -Pero nosotras lo encontramos por una razón.-dijo Elizabet y miro a Brythani con rabia-Prefiero morir a darte el cofre.
    -Estabien.-dijo Brythani dando media vuelta y sentándose en una silla que parecía ser de cristal.-Me voy a entretener mucho… quítenles el cofre y después… mátenlas.-ordeno
    Los seres toscos se acercaron a Elizabet y Clara aunque eran de una altura pequeña inspiraban temor a ambas hermanas, uno de ellos alzo una mano enorme para dar un golpe, Elizabet alzo el cofre frente de ella y cerro los ojos esperando el golpe, pero se hoyo un estruendo y al abrir los ojos vio que el ser estaba tirado en el suelo, y le salía humo del pecho.
    -¿Qué hiciste?-pregunto Clara sorprendida.
    -No lose.-dijo Elizabet miro el cofre y noto que una de sus manos estaba apretando los tres óvalos de la parte inferior del cofre. Elizabet los oprimió nuevamente y un rayo rojo salio del cofre dando de lleno en el pecho del otro ser tosco el cual cayó al piso sin vida.
    -Mátenlas.-dijo Brythani la cual parecía haberle dado gracia lo que había pasado, los seres rubios y altos que se encontraban formados se abalanzaron hacia Elizabet y Clara.
    -¡Elizabet detén el tiempo!-dijo Clara viendo a los seres acercarse.
    -No me acuerdo cual es.-dijo Elizabet viendo los tres óvalos.
    -Oprime cualquiera.-dijo Clara.
    Un ser alargo su mano dándole un golpe al cofre y haciendo que a Elizabet se le cayera, un segundo ser levanto el cofre.
    -Dámelo.-ordeno Brythani.
    El ser voltio el cofre y extendió su mano sobre los óvalos.
    -¿Qué haces? Dámelo ahora.-ordeno nuevamente Brythani, un rayo rojo paso rozando la mejilla de Brythani, alzo lentamente la mano, y toco su mejilla y observo la sangre roja que escurría de su mejilla.
    Brythani alzo su cofre y oprimió los tres óvalos, un rayo rojo salio de este cofre dando en la cabeza del ser que cayo al suelo, los otros seres se acercaron rápidamente.
    -¡Alto!-dijo Brythani poniéndose de pie y amenazando con su cofre.-Dejen el cofre si no quieren morir.
    Brythani se acerco lentamente al cofre que estaba en el suelo y lo levanto sin perder de vista a los seres.
    -Todos los maldecidos, vengan a la habitación de armamento.-dijo Brythani y se produjo un sonido brusco por el pasillo que se dejaba ver en el hoyo de la pared y un montón de seres de aspecto tosco entraron a la habitación casi llenándola por completo.
    -Quiero que cuando salga de aquí maten a todos los que están en esta habitación.-dijo Brythani pero al salir se tropezó y ambos cofres cayeron al piso, todos los seres de ambas especies se abalanzaron hacia ambos cofres y se armo una lucha frenética donde caían cabezas al piso, los seres toscos atacaban con armas filosas mientras los otros con una gran agilidad tocaban a los seres toscos y estos se congelaban y después eran tirados al suelo rompiéndose.
    Elizabet y Clara aprovecharon para acercarse a los cofres y Clara recogió uno de ellos mientras Brythani se ponía de pie recogiendo otro.
    -Tengo los cinco cristales.-dijo riendo, una mujer con túnica café y la cara cubierta apareció frente a Brythani.
    -Este no es tu destino.-dijo.
    Elizabet reconoció enseguida a la mujer, era la misma que la había salvado en Egipto.
    La mujer de túnica café empujo a Brythani y desapareció rápidamente.
    Brythani cayó al suelo y al cofre que tenia también, un ventarrón inundo la habitación y una gran columna de luz blanca apareció, la lucha que se estaba llevando acabo seso.
    Brythani se agarraba fuertemente de los controles de la nave, la mitad de su cuerpo estaba dentro de la columna y parecía absorber a Brythani.
    -¡No, No!-decía Brythani la cual no se soltaba de una barra de metal de la cual se agarraba, una especie de grieta se abrió en el centro de la columna y se dejo ver una fila de personas que esperaba para sacar agua de un pozo
    -Estabien.-decía otra Elizabet la cual estaba formada en la fila con un vestido rojo floreado, jugando con su cabello en forma coqueta.-Felipe, cuéntame sobre tú vida.
    -Bien.-dijo Felipe tomando aire para empezar a hablar-Yo nací…
    Felipe se detuvo en seco, algunas personas dentro del orifico abierto en medio de la columna, corrieron aterrorizadas, unas cuantas se inclinaron y empezaron a adorar algo que estaba frente a ellas, y otras simplemente estaban tan aterrorizadas que miran lo que sucedía como si fueran estatuas, Felipe se coloco delante de Elizabet para protegerla de algo, el metal del que estaba agarrada Brythani emitió un sonido metálico y la plaga del metal del suelo se despego y Brythani, el cofre que estaba a su lado y la plaga se desvanecieron en medio de la luz de la columna y la columna se hizo tan fina como un hilo asta que desapareció.
    Elizabet y Clara quedaron sorprendidas por lo que paso, de todos los seres que estaban en la habitación solo trece quedaron con vida y se acercaban amenazadoramente a Clara que tenia el cofre en manos.
    -Vamonos.-dijo Elizabet tomando la mano de Clara y saliendo por el orificio de la pared se encontraron en un enorme pasillo, un orificio se abrió en una de las paredes del pasillo. Elizabet vio rápidamente que la habitación que estaba del otro lado estaba vacía y arrastro consigo a Clara a dentro.
    -¿Cómo se cierra esto?-dijo Elizabet desesperada tratando de cerrar el orificio.
    -El botón plateado, esta al lado derecho de la puerta.-dijo una débil voz.
    Elizabet vio justamente alado derecho del orificio un botón plateado, lo oprimió rápidamente y el orificio se cerró sin dejar huella de que antes había un orificio.
    -¿Quién dijo esto?-dijo Elizabet.
    -Fue el.-dijo Clara viendo a un joven que parecía estar incrustado en una de las paredes de metal.-Vamos tenemos que buscar una salida.
    -Espera.-dijo Elizabet.-tenemos que ayudarlo.
    -No.-dijo Clara.-no pienso que me atrapen por alguien que ni conozco.
    -Pero el nos ayudo.-dijo Elizabet.
    -No me importa.-dijo Clara.-No tenemos tiempo.
    -Por favor.-dijo el joven con voz débil tratando de alzar la mirada pero sin conseguirlo.
    -Vamonos.-dijo Clara.
    -¿Cómo te puedo sacar de aquí?-Pregunto Elizabet.
    -Pon tu mano sobre mi pecho.-dijo el joven.
    Elizabet extendió su mano y toco el frió metal que cubría el pecho del joven, el metal se abrió y el joven cayo al piso con fuerza como si fuera un muñeco de trapo, Elizabet se tapo los ojos ruborizada, ya que el joven estaba completamente desnudo.
    -Mi ropa esta ahí.-dijo el muchacho alzando una mano temblorosa y señalando a una mesa de metal en el centro de la habitación.
    Elizabet se aproximo a la mesa, había una camisa de vestir a cuadros y unos jeans, junto con su ropa interior.
    -¿Qué hicieron contigo?-pregunto Clara
    -Utilizan energía humana para mover la nave.-respondió el joven, mientras se ponía con dificultad su ropa.
    Ambas muchachas estaban de espaldas.
    -No puedo.-dijo el muchacho el cual no tenía ni la fuerza para abrocharse la camisa y los pantalones.
    -Déjame ayudarte.-dijo Elizabet y se aproximo a el, abrochándole rápidamente el pantalón y la camisa.
    -Gracias.-dijo el joven.-mi nombre es Daniel.
    -Soy Elizabet.-dijo Elizabet ayudándole a ponerse de pie.
    -Vamonos.-dijo Clara.
    -¿Cómo se llama ella?-pregunto Daniel.
    -Ella es Clara, siempre esta de mal humor.-contesto Elizabet mirando con rabia a Clara.
    -Necesitamos encontrar una salida-dijo Clara.
    -Yo se donde esta.-dijo Daniel
    Un orificio se abrió en la pared y un ser de los rubios entro, los negros ojos del ser no permitía saber si los estaba mirando.
    -Clara utiliza el cofre.-dijo Elizabet.
    Clara voltio el cofre para oprimir los óvalos, pero el ser fue más rápido, entro a la habitación como un rayo y empujo a Clara y antes de que el cofre cayera al piso este lo tomo. Un ser tosco entro en la habitación y miro el cofre en las manos del otro ser, entro en la habitación y el ser rubio sin saber que hacer, lo esquivo y salio de la habitación.
    -Clara, el cofre.-dijo Elizabet.
    -No pienso arriesgarme.-dijo Clara.- me rindo, prefiero vivir en este tiempo a morir.
    -Clara por favor.-dijo Elizabet pero Clara se sentó en el piso, manchada de lodo y sangre, demasiado cansada para moverse.
    -Lo siento.-dijo Elizabet a Daniel-Necesito ese cofre, te dejare con Clara.
    Elizabet ayudo a Daniel a sentarse en el piso, se detuvo para mirar un momento a Clara la cual no se movió de su lugar y salio corriendo de la habitación.

    -¿No la vas ayudar?-pregunto Daniel a Clara, después de quince minutos y ver que Elizabet no regresaba.
    -No.-dijo Clara.-No voy a morir por nadie, solo por mí, y a esto a ti que te importa.
    -Lo harías si fuera tu familia.-dijo Daniel
    -Es mi hermana.-dijo Clara.
    -Yo también dije lo mismo.-dijo Daniel.-sobre no morir por nadie que no fuera yo, ahora me arrepiento, tota mi familia murió, soy el único, y la soledad es algo insoportable después de dos días y al fin y al cabo, a nadie le intereso que estos seres me raptaran
    -Te puedes callar.-dijo Clara-No tengo por que escucharte, ni siquiera te conozco.

    Elizabet estaba atenta a lo que pasaba en el pasillo, dos seres se peleaban por el cofre, el ser rubio fue más rápido y con un toque de su mano este se congelo, el ser miro con atención el cofre y lo abrió. Elizabet con cautela se acerco al ser tosco y le quito una espada de un cinto en el pantalón, se acerco al ser rubio que estaba de espaldas y se la calvo con fuerza en la nuca, una sangre azulada salía de la garganta del ser y cayó sin vida sobre el cofre. Elizabet levanto al ser y tomo el cofre, al ponerse de pie un ser tosco estaba frente a ella, Elizabet se sobre salto, al ver los pequeños ojos inyectados en sangre del ser.
    -Dios mió.-dijo Elizabet y salio corriendo con la criatura tras de ella.
    Se acerco a una pared y en esta se abrió un orificio que daba a la habitación donde habían estado primero, ella y Clara.
    Elizabet cayo al piso y se arrastro asta la pared, sin soltar el cofre, el ser entro en la habitación y se abalanzo sobre ella, esta se guito del camino del ser haciendo que diera de lleno en la pared, Elizabet se puso de pie justo cuando el ser se abalanzo nuevamente hacia ella, esta oprimió los tres óvalos y un rayo rojo dio en el pecho del ser, este cayo destrozando los controles de la nave que se hallaban detrás de el, la nave dio un salto y se precipito hacia abajo, las luces de la nave se apagaron, Elizabet sentía como caía la nave y el cuarto en el que estaba parecía inclinarse, el impacto contra el piso fue estruendoso, Elizabet sintió su cuerpo mayugarse contra el suelo, se levanto del suelo inclinado con dificultad y sintiendo un fuerte dolor en sus costillas, respiraba contrabajo, unos cables colgaban del techo y había grandes vigas de metal que habían caído del techo .
    -Au-dijo Elizabet al moverse para tomar el cofre, lo abrazo con fuerza sintiendo que sus costillas oprimían su pulmón, un trozo de metal suelto cayo del techo dándole en la cabeza, mientras unas chispas salían de la consola de control e iniciaban un pequeño incendio, Elizabet se preguntaba donde estaba la mujer que la protegería de todo asta llegar el día en que conocería a su amor, pero esta no apareció, pero era probable que ya lo había conocido, ya que un sentimiento extraño, algo que no había sentido por Felipe, ni por ningún otro muchacho, estaba en su pensamiento. Aquel chico, Daniel, al verlo débil e indefenso, había causado algo en sus entrañas que no sabia que era.

    -Dios-Clara se levantaba del suelo, habían caído muy fuerte y tenía un sabor a sangre en su boca.
    -Daniel.-decía Clara buscando a aquel joven a su alrededor.
    Clara trato de caminar en el piso levemente inclinado, no muy lejos del orificio de la pared estaba una masa inerte, era Daniel, tenia llena de sangre su cara.
    -Ho Dios mió.-dijo Clara viendo que Daniel no respiraba, tomo la nariz de Daniel y la tapo, y se acerco sin importarle la sangre a la boca de Daniel tratando de darle aire, Este se levanto rápidamente tosiendo y escupiendo sangre.
    -Dios mió, estas bien.-dijo Clara abrazándolo.
    -Gracias.-dijo Daniel con dificultad.-Me lastimas.
    -Lo siento.-dijo Clara apenada, al tocar los labios de Daniel había sentido algo raro en el estomago, y en esos momentos le atraía el muchacho mas que nadie.
    -¿Qué hacemos ahora?-dijo Clara.
    -No ha regresado Elizabet.-dijo Daniel.
    -Tenemos que ir a buscarla.-dijo Clara.- ¿Puedes caminar?
    -Tengo la suficiente fuerza.-dijo Daniel poniéndose de pie.
    Ambos avanzaron por el pasillo destrozado de la nave, y vieron que había un hoyo en la pared donde salía, una gran columna de humo.
    -¡ELIZABET!-Grito Clara a todo pulmón, pero nadie le contesto.-No esta aquí.
    Clara y Daniel empezaron a caminar buscando otra habitación.
    -Clara.-dijo una voz débil, en la habitación que se estaba quemando.
    -Clara.-dijo Daniel quitándose sangre combinada de sudor de su frente.
    -¿Qué pasa?-pregunto Clara.
    -Escuche algo en aquella habitación.-dijo Daniel señalando la habitación de la cual salía cada ves mas humo.
    -Clara.-dijo Elizabet nuevamente.
    -Es ella.-dijo Clara y corrió hacia la habitación, no le importo que la habitación estuviera llena de fuego, no permitiría que su hermana muriera, Daniel la seguía lo más rápido que podía.
    -Elizabet.-dijo Clara inclinándose junto a una Elizabet tirada en el suelo.-Levántate.
    Clara puso de pie a Elizabet.
    -El cofre.-dijo Elizabet con dificultad.
    Daniel se inclino y tomo el cofre que estaba tirado en el piso.
    -Tenemos que salir de aquí.-dijo Clara mirando a su alrededor, sintió que su cabello se movía con el soplo del viento.-Hay aire en algún lugar, tenemos que buscar de donde proviene el aire.
    Había un orificio en un vidrio que daba hacia el suelo enlodado de un gran hoyo que antes era un lago. Clara le entrego a Elizabet a Daniel y tomo la silla de cristal donde antes había estado sentada Brythani.
    -Felipe.-dijo Elizabet con debilidad, viendo a Felipe delante de ella-Dame un beso.
    -Pero…-dijo Daniel sorprendido por lo que le pedía Elizabet ya que no la conocía.
    -Por favor.-dijo Elizabet.
    Clara golpeo con fuerza el vidrio y este se hizo añicos, salio tocando sus pies el lodo resbaladizo.
    -Vamos.-dijo Clara en ese momento Daniel se sobre salto, y miro a Elizabet y a Clara-Vamos.
    -Por favor.-murmuraba Elizabet pero Daniel no estaba dispuesto a darle un beso.
    Clara, Daniel y Elizabet se alejaron de la nave, toda la ciudad estaba ardiendo y parecía que no había nadie con vida, Daniel le había dado el cofre a Clara
    -¿Ahora que hacemos?-se pregunto Clara.
    -Hay que ir… donde estaba…la estatua…-dijo Elizabet quedando inconciente.
    -Elizabet.-dijo Daniel tratando de reanimarla.
    -Vamos.-dijo Clara caminando hacia donde había estado la estatua, Daniel la siguió cargando a Elizabet poco a poco regresaban sus energías.
    -Esta totalmente destruida-dijo Clara inclinándose sobre los trozos de la estatua, sintió algo duro en sus rodillas y se levanto, rápidamente, había un dedo de piedra que surgía de debajo del lodo. Clara empezó a escarbar desesperada unas manos de piedra surgieron del lodo, una mano tenia un orificio en forma de trébol, y de ángel, la otra tenia la forma de estrella, de flama y de corazón.
    -¿Podría ser?-.dijo Clara abriendo el cofre y poniendo los cristales en sus respectivos orificios en las manos de piedra, al poner el ultimo, un destello blanco salio de las manos, y una estatua de la mujer con túnica blanca surgió del piso, tenia las manos estiradas hacia el cielo.
    Todo pareció ir en reversa el fuego de la ciudad se apago, los edificios se levantaron del suelo y volvieron a su color original, los árboles se plantaron de nuevo, y Clara sintió que sus pies se mojaban, el lago se estaba cubriendo de agua, la enorme nave se hundió en un cráter y este se cerro dejando la nave enterrada.
    El lago se estaba llenando de nuevo y el cielo se volvió claro nuevamente, las personas que habían sido muertas en unos minutos atrás se pusieron de pie como si nada, la estatua se enterró nuevamente en la tierra y los cristales se desprendieron girando en derredor a Clara, Daniel y Elizabet que se levanto como de una pesadilla y se bajo de los brazos de Daniel.
    La enorme columna blanca bajaba lentamente hacia el suelo y pareció desvanecerse, Clara, Elizabet y Daniel habían desaparecido en el.

    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet mirando sorprendida que no tenían ningún rasguño y estaban impecables ella, su hermana y para su sorpresa también Daniel.
    -Mira.-dijo Clara. Estaban frente a su casa y era de noche, una mujer con túnica blanca que parecía irradiar luz caminaba por la calle desierta, tenia algo en brazos, Clara noto que ella también tenia el cofre en sus manos.
    Mientras tanto ambas hermanas notaron que la mujer traía a una niña de aproximadamente diez años de la mano, vieron que lo que cargaba en brazos una cesta traía adentro una bebe, la coloco con cuidado frente a la puerta y abrazo con fuerza a la niña mayor.
    -Cuídate Clara.-dijo la mujer abrazando a su hija y poniendo un cristal en forma de ángel en la frente, y la niña se quedo dormida con la espalda contra la pared.
    La mujer dejo una nota en la mano de Clara, metió otra en un cofre junto con el cristal de ángel en vuelto en un pañuelo blanco que saco de una pequeña bolsita que tenia amarrada al cuello.
    Se puso de pie, y camino hacia la Clara y Elizabet mayores.
    -Señora.-dijo Clara.
    -Llámame Dama Blanca.-dijo la mujer.
    -Usted es nuestra madre.-dijo Elizabet con los ojos llenos de lágrimas.
    -a si es, hija.-dijo la Dama Blanca.
    -¿Por qué nos abandono aquí?-dijo Elizabet.
    -Fue muy doloroso.-dijo la Dama Blanca, una lagrima plateada escurrió por su mejilla.-pero necesario.
    La puerta donde estaban las dos niñas se abrió.
    -Es…mi papá.-dijo Elizabet con voz quebrada y viendo a su papa andar sin bastón y con sus cabellos negros, era irreal verlo en ese momento.
    Clara rompió en llanto.
    Don José entro a la casa con ambas niñas en brazos.
    -Es hora de que regresen a casa.-dijo la Dama Blanca.-Ya no necesitan el cofre, las joyas tienen que regresar a los tiempos en los que estaban.
    El cristal de ángel fue por una especie de ventana hacia un desierto.
    El trébol cayó en medio de una ciudad Egipcia.
    La flama apareció en la mesa de un vendedor árabe.
    El corazón apareció en una joyería.
    Y la estrella cayó en medio de una calle de Japón, otra Clara y otra Elizabet aparecieron y se inclinaron a recoger el cristal, Clara reconoció la ciudad de Nagasaki.
    El cofre también se perdió en la ventana cayendo en un lago.
    -Es hora de que ustedes vuelvan.-dijo la Dama Blanca, y en la ventana apareció su casa de día en una transitada calle.
    -¿Qué va a pasar con Daniel?-pregunto Elizabet.
    -El ya no puede regresar a su tiempo a si que se ira con ustedes.
    -Y Brythani…-empezó Elizabet.
    -Nadie recordara su nombre, y ni siquiera que existió, solo ustedes.-dijo la dama blanca
    Daniel, Elizabet y Clara entraron en la ventana y aparecieron frente a su casa.
    -Ya término todo.-dijo Clara respirando hondo y caminando hacia su casa y entrando a ella.
    Justo en ese momento las nubes se juntaron en un solo punto y una expolición se hoyo una luz mas cegadora que el sol ilumino el cielo, una nave esférica y negra surgió de entre las nubes.
    -Clara.-dijo Elizabet corriendo hacia la casa y Daniel la siguió
    -¿Qué pasa? –Dijo Clara viendo a Daniel y a Elizabet entrar.
    -Tienes que ver esto.-dijo Elizabet acercándose a la ventana de la sala, Clara se asomo también.
    -Su aventura apenas empieza.-dijo una voz detrás de ellas, era la Dama Blanca ambas quedaron asombradas.

    Bueno... este es el fin de la primera temporada por asi decirlo, jaja, espero sus comentarios, y no se pierdan la publicacion de mi segunda historia...
    Futuro sin futuro los cinco elegidos...
    Bueno nos vemos luego y gracias a Saya16, y Arany que an estado siguiendo esta historia y las aventuras de Clara y Elizabet...
    Nos vemos con los cinco elegidos, bye.
     
  15.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    30 Abril 2009
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    Título:
    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Hola como siempre espero sus comentarios...
    Aqui esta el ultimo capitulo de esta historia..., diganme q les precio...¿ok?
    7
    El poder de los cristales.



    Clara y Elizabet miraron en derredor, una fuerte bocina de un coche las aturdió, habían aparecido en medio de una carretera, se movieron rápidamente a una banqueta cercana.
    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet.
    -Estamos en el futuro.-dijo Clara
    -¿Cómo sabes eso?-pregunto Elizabet mirando a su alrededor.
    -Esa es la escuela.-dijo Clara, señalando la escuela de Elizabet frente a ellas, estaba muy diferente, era de tres pisos y había un espectacular justo a la entrada que anunciaba en letras grandes.

    “todo se puede llevar acabo”
    SECUD
    RENOVACION DE MAS DE CINTO CINCUENTA ESCUELAS ALREDEDOR DEL PAIS.
    Año. 2045.
    -No es posible.-dijo Clara muy asombrada de lo que veía.
    -Clara, mira.-dijo Elizabet señalando un enorme autobús parecido a un tren el cual transportaba muchas personas, el autobús tenía dos enormes pantallas de lado y lado y un anuncio decía en letras grandes pasando la imagen de una mujer de tes clara y cabello rubio la cual se veía muy joven y delgada.

    “TODO SE PUEDE LLEVAR ACABO”
    PDPM
    Partido del pueblo Mexicano.
    México en la nueva era.
    Primera mujer en la presidencia, los cambios se notan.
    Los cinco edificios que antes estaban frente a la escuela, no estaban y en su lugar había un parque enorme y en el centro había un gran lago.
    Solo había un edificio el cual estaba totalmente desecho, y frente a el había una plaga enorme.
    Una enorme plaga de metal había salido de debajo de la calle, y había detenido los coches justo en la esquina mientras el semáforo se colocaba en rojo, Clara y Elizabet cruzaron la calle con un gran grupo de personas. Un par de minutos mas tarde el semáforo pasó a verde y la plaga descendió dejando pasar a los automóviles.
    Clara y Elizabet se acercaron a la plaga que estaba debajo del edificio, Clara leyó.

    Dedicado a las trescientas cuarenta y dos personas que perdieron la vida tras estrellarse el vuelo ciento cuarenta y cinco contra la capital Mexicana en el año 2022
    Vesques Hernández Juan…
    -Después siguen los nombres de las personas, fallecidas-dijo Clara sintiéndose confundida y algo triste.
    -¿De donde salio ese lago?-pregunto Elizabet viendo al gran numero de personas que estaba en el parque disfrutando del día soleado.
    -No lo se.-dijo Clara.
    -Disculpen-pregunto a Clara a un grupo de adolescentes que se vestía de forma extravagante con muchos colores vividos y sin combinación.
    -¿Saben cuando apareció este lago?-pregunto
    -No sabría decirle-contesto una muchacha.
    -El lago se formo en el 2012, antes no era tan grande.-explico con voz monótona una muchacha, estaba tan tatuada que contrabajo se notaba su piel blanca.-después en el 2020 aumento de tamaño.
    -Es grandioso.-dijo Elizabet.-esto le gana en muchas formas al parque del lago de Chapultepec.
    Los jóvenes se rieron.
    -¿Qué pasa?-pregunto Clara
    -Esos lagos se secaron totalmente hace tres años.-dijo un gordito.
    -Bueno gracias.-dijo Elizabet muy sorprendida de todo lo que había pasado en pocos años y cuanto había cambiado la ciudad.
    -¿Qué hacemos ahora?-pregunto Elizabet.-quiero quitarme esto.
    -Pues quítatelo.-dijo Clara y Elizabet se quito el vestido rojo floreado que le había dado Felipe, quedándose en jeans y ramera, doblo con cuidado el vestido y lo sostuvo con su mano derecha ya que con su otra mano sostenía el cofre.
    Todas las personas que se hallaban en la ciudad miraban el cielo, las nubes se juntaron en un solo punto, adquiriendo un color gris, hubo un sonido fuerte, como una explosión y el cielo se ilumino con una luz cegadora blanca, la cual opacó la luz del sol.
    La luz blanca se desvaneció y en el cielo apareció una enorme nave de color negro que flotaba majestuosa, El movimiento de la ciudad se hizo más lento, ya que todos miraban el cielo sorprendidos de lo que pasaba, Clara y Elizabet miraban la escena asombradas por lo enorme que era la nave, parecía una enorme esfera negra.
    El agua del lago se movía ligeramente, algunas personas que se hallaban en botes en el lago permanecían embelezadas viendo la parte inferior de la nave, un orificio se abrió en la parte inferior de la nave, una columna de agua se levanto desde la superficie del lago, la nave parecía estar absorbiendo el agua del lago, algunas personas en botes trataban de alcanzar la orilla remando y la gran mayoría de los botes eran alzados y se perdían junto con el agua en el interior de la nave, dos minutos mas tarde el gran lago quedo completamente segó, había algunos cuantos peces que se asfixiaban al no haber agua y quedar solo lodo y piedras en el hoyo que unos minutos atrás era un lago, un resplandor verde bajo rápidamente desde la nave al suelo lodoso dentro del hoyo, la gente con miedo observo que no paso nada al momento. La tierra se empezó a hundir, y un hoyo mas grande se abrió, tirando árboles, que se hallaban alrededor, una estatua surgió en medio del hoyo, era una mujer con túnica.
    -Vamonos de aquí.-dijo Clara tomando la mano de su hermana y saliendo corriendo con la multitud de personas que huía despavorida.
    -Espera.-dijo Elizabet viendo la estatua que surgía del centro del hoyo que antes era el lago.-Es esa mujer, la mujer con túnica blanca.
    Elizabet se soltó de la mano de Clara y salio corriendo hacia la estatua.
    -¡Elizabet!-Le llamo Clara, y salio corriendo tras su hermana. Ambas llegaron a la orilla del gran hoyo.
    -Mira.-dijo Elizabet señalando a la estatua.-en sus manos tiene un cofre de piedra y sus brazos tienen orificios con la forma de cada uno de los cristales.
    Clara miro la estatua y efectivamente había dos orificios en el brazo izquierdo, uno con la forma de ángel, y otro con la forma de trébol, y el brazo derecho de la estatua tenia tres orificios, uno que parecía una pequeña flama o llama, otro que parecía una estrella, y por ultimo un corazón.
    -Que importa eso.-dijo Clara tratando de llevarse consigo a su hermana pero esta se soltó nuevamente de ella.
    -Tenemos que poner los cristales en sus brazos
    -Elizabet, no…-Pero Elizabet había soltado el vestido rojo el cual cayo el piso y había salido corriendo hacia la estatua resbalándose con el lodo del gran cráter, un rayo azul bajo de la nave esférica y la estatua exploto justo frente a Elizabet esta cayo hacia atrás por la fuerza de la explosión, abrió los ojos aturdida, lo único que quedaba de aquella estatua eran pequeñas piedras.
    -Elizabet.-dijo Clara, había seguido a Elizabet y se encontraba ayudándola a levantarse, ambas estaban cubiertas de lodo, ambas sintieron que no tocaban el suelo y se elevaban en el aire, la nave las estaba atrayendo hacia ella, amabas entraron por un orificio dentro de la nave.
    Clara y Elizabet miraron a su alrededor, estaban en una habitación oscura, las luces se encendieron, había muchos botones en una especie de tablero y un enorme vidrio reflejaba la ciudad la cual ardía en fuego, la habitación estaba llena por unas criaturas perecidas a los seres humanos, excepto por sus ojos completamente negros y que eran extremadamente altos y delgados, traían unas ropas que parecían batas azules, sus dedos eran alargados y también sus brazos, la mayoría de ellos tenia cabello rubio el cual les caía asta la cintura, y su cara era extremadamente hermosa y bien perfilada, eran blancos y parecían brillar con la luz de la habitación.
    Un trozo de la pared se desvaneció en forma ovalada dejando ver del otro lado un pasillo, los seres que se hallaban en la habitación se formaron en filas con mucho orden, y entraron un par de criaturas totalmente distintas, toscas, sus ojos parecían inyectados en sangre y tenían una joroba la cual los hacia verse enanos y tenían una especie de falda café. Ambos, y de su parte superior estaban desnudos dejando ver unos pelos grises sobre su piel café, emitieron unos gruñidos, una mujer entro por el hoyo ovalado.
    -¿Cómo están?-dijo la voz de la mujer.-Elizabet y Clara, es un verdadero milagro en contraérmelas aquí.
    -Pero si tú, estas muerta.-dijo Elizabet dando un paso hacia delante.
    -No, mi yo futuro esta muerta, pero yo estoy viva, pienso evitar esa muerte, todo el mundo será mió, pero necesito que medes ese cofre y los cristales que hay dentro, de esa manera todo el mundo conocerá el nombre de Brythani Poncur y temerán en extremo al verme.
    -Pero…-dijo Elizabet.-que aras con el cofre y los cristal.
    -No te interesa.-dijo Brythani.-Yo no e tenido la suerte para encontrar esos cristales, solo tengo los que robe, el trébol y el ángel.
    -¿Por que las necesitas?-pregunto Clara.
    -Para no morir.-dijo Brythani.-por su culpa morí y no permitiré que pase, yo e viajado y e aprendido los secretos de este cofre y los cristales, se mucho mas sobre ellos que ustedes, se como controlarlo, y se el secreto para no morir nunca, solo necesito los malditos cristales, dénmelos o voy a dejar que ellos lo hagan.-Brythani señalo a los seres toscos y horrendos.
    -Estabien.-dijo Clara.-Elizabet dame el cofre, que haga con los cristales lo que quiera y que nos mande a casa.
    -No.-dijo Elizabet.-Este cofre no es de ella.
    -Tampoco de nosotras.-dijo Clara.
    -Pero nosotras lo encontramos por una razón.-dijo Elizabet y miro a Brythani con rabia-Prefiero morir a darte el cofre.
    -Estabien.-dijo Brythani dando media vuelta y sentándose en una silla que parecía ser de cristal.-Me voy a entretener mucho… quítenles el cofre y después… mátenlas.-ordeno
    Los seres toscos se acercaron a Elizabet y Clara aunque eran de una altura pequeña inspiraban temor a ambas hermanas, uno de ellos alzo una mano enorme para dar un golpe, Elizabet alzo el cofre frente de ella y cerro los ojos esperando el golpe, pero se hoyo un estruendo y al abrir los ojos vio que el ser estaba tirado en el suelo, y le salía humo del pecho.
    -¿Qué hiciste?-pregunto Clara sorprendida.
    -No lose.-dijo Elizabet miro el cofre y noto que una de sus manos estaba apretando los tres óvalos de la parte inferior del cofre. Elizabet los oprimió nuevamente y un rayo rojo salio del cofre dando de lleno en el pecho del otro ser tosco el cual cayó al piso sin vida.
    -Mátenlas.-dijo Brythani la cual parecía haberle dado gracia lo que había pasado, los seres rubios y altos que se encontraban formados se abalanzaron hacia Elizabet y Clara.
    -¡Elizabet detén el tiempo!-dijo Clara viendo a los seres acercarse.
    -No me acuerdo cual es.-dijo Elizabet viendo los tres óvalos.
    -Oprime cualquiera.-dijo Clara.
    Un ser alargo su mano dándole un golpe al cofre y haciendo que a Elizabet se le cayera, un segundo ser levanto el cofre.
    -Dámelo.-ordeno Brythani.
    El ser voltio el cofre y extendió su mano sobre los óvalos.
    -¿Qué haces? Dámelo ahora.-ordeno nuevamente Brythani, un rayo rojo paso rozando la mejilla de Brythani, alzo lentamente la mano, y toco su mejilla y observo la sangre roja que escurría de su mejilla.
    Brythani alzo su cofre y oprimió los tres óvalos, un rayo rojo salio de este cofre dando en la cabeza del ser que cayo al suelo, los otros seres se acercaron rápidamente.
    -¡Alto!-dijo Brythani poniéndose de pie y amenazando con su cofre.-Dejen el cofre si no quieren morir.
    Brythani se acerco lentamente al cofre que estaba en el suelo y lo levanto sin perder de vista a los seres.
    -Todos los maldecidos, vengan a la habitación de armamento.-dijo Brythani y se produjo un sonido brusco por el pasillo que se dejaba ver en el hoyo de la pared y un montón de seres de aspecto tosco entraron a la habitación casi llenándola por completo.
    -Quiero que cuando salga de aquí maten a todos los que están en esta habitación.-dijo Brythani pero al salir se tropezó y ambos cofres cayeron al piso, todos los seres de ambas especies se abalanzaron hacia ambos cofres y se armo una lucha frenética donde caían cabezas al piso, los seres toscos atacaban con armas filosas mientras los otros con una gran agilidad tocaban a los seres toscos y estos se congelaban y después eran tirados al suelo rompiéndose.
    Elizabet y Clara aprovecharon para acercarse a los cofres y Clara recogió uno de ellos mientras Brythani se ponía de pie recogiendo otro.
    -Tengo los cinco cristales.-dijo riendo, una mujer con túnica café y la cara cubierta apareció frente a Brythani.
    -Este no es tu destino.-dijo.
    Elizabet reconoció enseguida a la mujer, era la misma que la había salvado en Egipto.
    La mujer de túnica café empujo a Brythani y desapareció rápidamente.
    Brythani cayó al suelo y al cofre que tenia también, un ventarrón inundo la habitación y una gran columna de luz blanca apareció, la lucha que se estaba llevando acabo seso.
    Brythani se agarraba fuertemente de los controles de la nave, la mitad de su cuerpo estaba dentro de la columna y parecía absorber a Brythani.
    -¡No, No!-decía Brythani la cual no se soltaba de una barra de metal de la cual se agarraba, una especie de grieta se abrió en el centro de la columna y se dejo ver una fila de personas que esperaba para sacar agua de un pozo
    -Estabien.-decía otra Elizabet la cual estaba formada en la fila con un vestido rojo floreado, jugando con su cabello en forma coqueta.-Felipe, cuéntame sobre tú vida.
    -Bien.-dijo Felipe tomando aire para empezar a hablar-Yo nací…
    Felipe se detuvo en seco, algunas personas dentro del orifico abierto en medio de la columna, corrieron aterrorizadas, unas cuantas se inclinaron y empezaron a adorar algo que estaba frente a ellas, y otras simplemente estaban tan aterrorizadas que miran lo que sucedía como si fueran estatuas, Felipe se coloco delante de Elizabet para protegerla de algo, el metal del que estaba agarrada Brythani emitió un sonido metálico y la plaga del metal del suelo se despego y Brythani, el cofre que estaba a su lado y la plaga se desvanecieron en medio de la luz de la columna y la columna se hizo tan fina como un hilo asta que desapareció.
    Elizabet y Clara quedaron sorprendidas por lo que paso, de todos los seres que estaban en la habitación solo trece quedaron con vida y se acercaban amenazadoramente a Clara que tenia el cofre en manos.
    -Vamonos.-dijo Elizabet tomando la mano de Clara y saliendo por el orificio de la pared se encontraron en un enorme pasillo, un orificio se abrió en una de las paredes del pasillo. Elizabet vio rápidamente que la habitación que estaba del otro lado estaba vacía y arrastro consigo a Clara a dentro.
    -¿Cómo se cierra esto?-dijo Elizabet desesperada tratando de cerrar el orificio.
    -El botón plateado, esta al lado derecho de la puerta.-dijo una débil voz.
    Elizabet vio justamente alado derecho del orificio un botón plateado, lo oprimió rápidamente y el orificio se cerró sin dejar huella de que antes había un orificio.
    -¿Quién dijo esto?-dijo Elizabet.
    -Fue el.-dijo Clara viendo a un joven que parecía estar incrustado en una de las paredes de metal.-Vamos tenemos que buscar una salida.
    -Espera.-dijo Elizabet.-tenemos que ayudarlo.
    -No.-dijo Clara.-no pienso que me atrapen por alguien que ni conozco.
    -Pero el nos ayudo.-dijo Elizabet.
    -No me importa.-dijo Clara.-No tenemos tiempo.
    -Por favor.-dijo el joven con voz débil tratando de alzar la mirada pero sin conseguirlo.
    -Vamonos.-dijo Clara.
    -¿Cómo te puedo sacar de aquí?-Pregunto Elizabet.
    -Pon tu mano sobre mi pecho.-dijo el joven.
    Elizabet extendió su mano y toco el frió metal que cubría el pecho del joven, el metal se abrió y el joven cayo al piso con fuerza como si fuera un muñeco de trapo, Elizabet se tapo los ojos ruborizada, ya que el joven estaba completamente desnudo.
    -Mi ropa esta ahí.-dijo el muchacho alzando una mano temblorosa y señalando a una mesa de metal en el centro de la habitación.
    Elizabet se aproximo a la mesa, había una camisa de vestir a cuadros y unos jeans, junto con su ropa interior.
    -¿Qué hicieron contigo?-pregunto Clara
    -Utilizan energía humana para mover la nave.-respondió el joven, mientras se ponía con dificultad su ropa.
    Ambas muchachas estaban de espaldas.
    -No puedo.-dijo el muchacho el cual no tenía ni la fuerza para abrocharse la camisa y los pantalones.
    -Déjame ayudarte.-dijo Elizabet y se aproximo a el, abrochándole rápidamente el pantalón y la camisa.
    -Gracias.-dijo el joven.-mi nombre es Daniel.
    -Soy Elizabet.-dijo Elizabet ayudándole a ponerse de pie.
    -Vamonos.-dijo Clara.
    -¿Cómo se llama ella?-pregunto Daniel.
    -Ella es Clara, siempre esta de mal humor.-contesto Elizabet mirando con rabia a Clara.
    -Necesitamos encontrar una salida-dijo Clara.
    -Yo se donde esta.-dijo Daniel
    Un orificio se abrió en la pared y un ser de los rubios entro, los negros ojos del ser no permitía saber si los estaba mirando.
    -Clara utiliza el cofre.-dijo Elizabet.
    Clara voltio el cofre para oprimir los óvalos, pero el ser fue más rápido, entro a la habitación como un rayo y empujo a Clara y antes de que el cofre cayera al piso este lo tomo. Un ser tosco entro en la habitación y miro el cofre en las manos del otro ser, entro en la habitación y el ser rubio sin saber que hacer, lo esquivo y salio de la habitación.
    -Clara, el cofre.-dijo Elizabet.
    -No pienso arriesgarme.-dijo Clara.- me rindo, prefiero vivir en este tiempo a morir.
    -Clara por favor.-dijo Elizabet pero Clara se sentó en el piso, manchada de lodo y sangre, demasiado cansada para moverse.
    -Lo siento.-dijo Elizabet a Daniel-Necesito ese cofre, te dejare con Clara.
    Elizabet ayudo a Daniel a sentarse en el piso, se detuvo para mirar un momento a Clara la cual no se movió de su lugar y salio corriendo de la habitación.

    -¿No la vas ayudar?-pregunto Daniel a Clara, después de quince minutos y ver que Elizabet no regresaba.
    -No.-dijo Clara.-No voy a morir por nadie, solo por mí, y a esto a ti que te importa.
    -Lo harías si fuera tu familia.-dijo Daniel
    -Es mi hermana.-dijo Clara.
    -Yo también dije lo mismo.-dijo Daniel.-sobre no morir por nadie que no fuera yo, ahora me arrepiento, tota mi familia murió, soy el único, y la soledad es algo insoportable después de dos días y al fin y al cabo, a nadie le intereso que estos seres me raptaran
    -Te puedes callar.-dijo Clara-No tengo por que escucharte, ni siquiera te conozco.

    Elizabet estaba atenta a lo que pasaba en el pasillo, dos seres se peleaban por el cofre, el ser rubio fue más rápido y con un toque de su mano este se congelo, el ser miro con atención el cofre y lo abrió. Elizabet con cautela se acerco al ser tosco y le quito una espada de un cinto en el pantalón, se acerco al ser rubio que estaba de espaldas y se la calvo con fuerza en la nuca, una sangre azulada salía de la garganta del ser y cayó sin vida sobre el cofre. Elizabet levanto al ser y tomo el cofre, al ponerse de pie un ser tosco estaba frente a ella, Elizabet se sobre salto, al ver los pequeños ojos inyectados en sangre del ser.
    -Dios mió.-dijo Elizabet y salio corriendo con la criatura tras de ella.
    Se acerco a una pared y en esta se abrió un orificio que daba a la habitación donde habían estado primero, ella y Clara.
    Elizabet cayo al piso y se arrastro asta la pared, sin soltar el cofre, el ser entro en la habitación y se abalanzo sobre ella, esta se guito del camino del ser haciendo que diera de lleno en la pared, Elizabet se puso de pie justo cuando el ser se abalanzo nuevamente hacia ella, esta oprimió los tres óvalos y un rayo rojo dio en el pecho del ser, este cayo destrozando los controles de la nave que se hallaban detrás de el, la nave dio un salto y se precipito hacia abajo, las luces de la nave se apagaron, Elizabet sentía como caía la nave y el cuarto en el que estaba parecía inclinarse, el impacto contra el piso fue estruendoso, Elizabet sintió su cuerpo mayugarse contra el suelo, se levanto del suelo inclinado con dificultad y sintiendo un fuerte dolor en sus costillas, respiraba contrabajo, unos cables colgaban del techo y había grandes vigas de metal que habían caído del techo .
    -Au-dijo Elizabet al moverse para tomar el cofre, lo abrazo con fuerza sintiendo que sus costillas oprimían su pulmón, un trozo de metal suelto cayo del techo dándole en la cabeza, mientras unas chispas salían de la consola de control e iniciaban un pequeño incendio, Elizabet se preguntaba donde estaba la mujer que la protegería de todo asta llegar el día en que conocería a su amor, pero esta no apareció, pero era probable que ya lo había conocido, ya que un sentimiento extraño, algo que no había sentido por Felipe, ni por ningún otro muchacho, estaba en su pensamiento. Aquel chico, Daniel, al verlo débil e indefenso, había causado algo en sus entrañas que no sabia que era.

    -Dios-Clara se levantaba del suelo, habían caído muy fuerte y tenía un sabor a sangre en su boca.
    -Daniel.-decía Clara buscando a aquel joven a su alrededor.
    Clara trato de caminar en el piso levemente inclinado, no muy lejos del orificio de la pared estaba una masa inerte, era Daniel, tenia llena de sangre su cara.
    -Ho Dios mió.-dijo Clara viendo que Daniel no respiraba, tomo la nariz de Daniel y la tapo, y se acerco sin importarle la sangre a la boca de Daniel tratando de darle aire, Este se levanto rápidamente tosiendo y escupiendo sangre.
    -Dios mió, estas bien.-dijo Clara abrazándolo.
    -Gracias.-dijo Daniel con dificultad.-Me lastimas.
    -Lo siento.-dijo Clara apenada, al tocar los labios de Daniel había sentido algo raro en el estomago, y en esos momentos le atraía el muchacho mas que nadie.
    -¿Qué hacemos ahora?-dijo Clara.
    -No ha regresado Elizabet.-dijo Daniel.
    -Tenemos que ir a buscarla.-dijo Clara.- ¿Puedes caminar?
    -Tengo la suficiente fuerza.-dijo Daniel poniéndose de pie.
    Ambos avanzaron por el pasillo destrozado de la nave, y vieron que había un hoyo en la pared donde salía, una gran columna de humo.
    -¡ELIZABET!-Grito Clara a todo pulmón, pero nadie le contesto.-No esta aquí.
    Clara y Daniel empezaron a caminar buscando otra habitación.
    -Clara.-dijo una voz débil, en la habitación que se estaba quemando.
    -Clara.-dijo Daniel quitándose sangre combinada de sudor de su frente.
    -¿Qué pasa?-pregunto Clara.
    -Escuche algo en aquella habitación.-dijo Daniel señalando la habitación de la cual salía cada ves mas humo.
    -Clara.-dijo Elizabet nuevamente.
    -Es ella.-dijo Clara y corrió hacia la habitación, no le importo que la habitación estuviera llena de fuego, no permitiría que su hermana muriera, Daniel la seguía lo más rápido que podía.
    -Elizabet.-dijo Clara inclinándose junto a una Elizabet tirada en el suelo.-Levántate.
    Clara puso de pie a Elizabet.
    -El cofre.-dijo Elizabet con dificultad.
    Daniel se inclino y tomo el cofre que estaba tirado en el piso.
    -Tenemos que salir de aquí.-dijo Clara mirando a su alrededor, sintió que su cabello se movía con el soplo del viento.-Hay aire en algún lugar, tenemos que buscar de donde proviene el aire.
    Había un orificio en un vidrio que daba hacia el suelo enlodado de un gran hoyo que antes era un lago. Clara le entrego a Elizabet a Daniel y tomo la silla de cristal donde antes había estado sentada Brythani.
    -Felipe.-dijo Elizabet con debilidad, viendo a Felipe delante de ella-Dame un beso.
    -Pero…-dijo Daniel sorprendido por lo que le pedía Elizabet ya que no la conocía.
    -Por favor.-dijo Elizabet.
    Clara golpeo con fuerza el vidrio y este se hizo añicos, salio tocando sus pies el lodo resbaladizo.
    -Vamos.-dijo Clara en ese momento Daniel se sobre salto, y miro a Elizabet y a Clara-Vamos.
    -Por favor.-murmuraba Elizabet pero Daniel no estaba dispuesto a darle un beso.
    Clara, Daniel y Elizabet se alejaron de la nave, toda la ciudad estaba ardiendo y parecía que no había nadie con vida, Daniel le había dado el cofre a Clara
    -¿Ahora que hacemos?-se pregunto Clara.
    -Hay que ir… donde estaba…la estatua…-dijo Elizabet quedando inconciente.
    -Elizabet.-dijo Daniel tratando de reanimarla.
    -Vamos.-dijo Clara caminando hacia donde había estado la estatua, Daniel la siguió cargando a Elizabet poco a poco regresaban sus energías.
    -Esta totalmente destruida-dijo Clara inclinándose sobre los trozos de la estatua, sintió algo duro en sus rodillas y se levanto, rápidamente, había un dedo de piedra que surgía de debajo del lodo. Clara empezó a escarbar desesperada unas manos de piedra surgieron del lodo, una mano tenia un orificio en forma de trébol, y de ángel, la otra tenia la forma de estrella, de flama y de corazón.
    -¿Podría ser?-.dijo Clara abriendo el cofre y poniendo los cristales en sus respectivos orificios en las manos de piedra, al poner el ultimo, un destello blanco salio de las manos, y una estatua de la mujer con túnica blanca surgió del piso, tenia las manos estiradas hacia el cielo.
    Todo pareció ir en reversa el fuego de la ciudad se apago, los edificios se levantaron del suelo y volvieron a su color original, los árboles se plantaron de nuevo, y Clara sintió que sus pies se mojaban, el lago se estaba cubriendo de agua, la enorme nave se hundió en un cráter y este se cerro dejando la nave enterrada.
    El lago se estaba llenando de nuevo y el cielo se volvió claro nuevamente, las personas que habían sido muertas en unos minutos atrás se pusieron de pie como si nada, la estatua se enterró nuevamente en la tierra y los cristales se desprendieron girando en derredor a Clara, Daniel y Elizabet que se levanto como de una pesadilla y se bajo de los brazos de Daniel.
    La enorme columna blanca bajaba lentamente hacia el suelo y pareció desvanecerse, Clara, Elizabet y Daniel habían desaparecido en el.

    -¿Dónde estamos?-pregunto Elizabet mirando sorprendida que no tenían ningún rasguño y estaban impecables ella, su hermana y para su sorpresa también Daniel.
    -Mira.-dijo Clara. Estaban frente a su casa y era de noche, una mujer con túnica blanca que parecía irradiar luz caminaba por la calle desierta, tenia algo en brazos, Clara noto que ella también tenia el cofre en sus manos.
    Mientras tanto ambas hermanas notaron que la mujer traía a una niña de aproximadamente diez años de la mano, vieron que lo que cargaba en brazos una cesta traía adentro una bebe, la coloco con cuidado frente a la puerta y abrazo con fuerza a la niña mayor.
    -Cuídate Clara.-dijo la mujer abrazando a su hija y poniendo un cristal en forma de ángel en la frente, y la niña se quedo dormida con la espalda contra la pared.
    La mujer dejo una nota en la mano de Clara, metió otra en un cofre junto con el cristal de ángel en vuelto en un pañuelo blanco que saco de una pequeña bolsita que tenia amarrada al cuello.
    Se puso de pie, y camino hacia la Clara y Elizabet mayores.
    -Señora.-dijo Clara.
    -Llámame Dama Blanca.-dijo la mujer.
    -Usted es nuestra madre.-dijo Elizabet con los ojos llenos de lágrimas.
    -a si es, hija.-dijo la Dama Blanca.
    -¿Por qué nos abandono aquí?-dijo Elizabet.
    -Fue muy doloroso.-dijo la Dama Blanca, una lagrima plateada escurrió por su mejilla.-pero necesario.
    La puerta donde estaban las dos niñas se abrió.
    -Es…mi papá.-dijo Elizabet con voz quebrada y viendo a su papa andar sin bastón y con sus cabellos negros, era irreal verlo en ese momento.
    Clara rompió en llanto.
    Don José entro a la casa con ambas niñas en brazos.
    -Es hora de que regresen a casa.-dijo la Dama Blanca.-Ya no necesitan el cofre, las joyas tienen que regresar a los tiempos en los que estaban.
    El cristal de ángel fue por una especie de ventana hacia un desierto.
    El trébol cayó en medio de una ciudad Egipcia.
    La flama apareció en la mesa de un vendedor árabe.
    El corazón apareció en una joyería.
    Y la estrella cayó en medio de una calle de Japón, otra Clara y otra Elizabet aparecieron y se inclinaron a recoger el cristal, Clara reconoció la ciudad de Nagasaki.
    El cofre también se perdió en la ventana cayendo en un lago.
    -Es hora de que ustedes vuelvan.-dijo la Dama Blanca, y en la ventana apareció su casa de día en una transitada calle.
    -¿Qué va a pasar con Daniel?-pregunto Elizabet.
    -El ya no puede regresar a su tiempo a si que se ira con ustedes.
    -Y Brythani…-empezó Elizabet.
    -Nadie recordara su nombre, y ni siquiera que existió, solo ustedes.-dijo la dama blanca
    Daniel, Elizabet y Clara entraron en la ventana y aparecieron frente a su casa.
    -Ya término todo.-dijo Clara respirando hondo y caminando hacia su casa y entrando a ella.
    Justo en ese momento las nubes se juntaron en un solo punto y una expolición se hoyo una luz mas cegadora que el sol ilumino el cielo, una nave esférica y negra surgió de entre las nubes.
    -Clara.-dijo Elizabet corriendo hacia la casa y Daniel la siguió
    -¿Qué pasa? –Dijo Clara viendo a Daniel y a Elizabet entrar.
    -Tienes que ver esto.-dijo Elizabet acercándose a la ventana de la sala, Clara se asomo también.
    -Su aventura apenas empieza.-dijo una voz detrás de ellas, era la Dama Blanca ambas quedaron asombradas.

    Bueno... este es el fin de la primera temporada por asi decirlo, jaja, espero sus comentarios, y no se pierdan la publicacion de mi segunda historia...
    Futuro sin futuro los cinco elegidos...
    Bueno nos vemos luego y gracias a Saya16, y Arany que an estado siguiendo esta historia y las aventuras de Clara y Elizabet...
    Nos vemos con los cinco elegidos, bye.
     
  16.  
    Eileen

    Eileen Entusiasta

    Tauro
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    Pluma de
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Hola!!
    Es muy chida la historia, y original en todo el sentido de la palabra!!
    Asi que Daniel se queda en el mundo de las chicas, la Dama Blanca es la madre de las dos y aparece una Nave de nuevo O.O!
    Espero la segunda temporada xD

    Atte: Arany
    Sayonara!
    rose
     
  17.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    Título:
    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
    Total de capítulos:
    14
     
    Palabras:
    5409
    Futuro sin futuro 2. Los cinco elegidos.

    Futuro sin futuro
    Los cinco elegidos.


    1
    El trébol.



    El cielo permanecía pacifico ante la, presencia del ajetreado movimiento de la ciudad.
    Después de haber terminado su primera aventura, Clara y Elizabet estaban dispuestas a descansar.
    Nadie había visto su furtiva aparición en la banqueta enfrente de su casa.
    Acababan de conocer a su madre “La dama blanca” una mujer que había aparecido en su casa, después de hallar el primer cristal y les había pedido ayuda, después habían empezado un viaje por el tiempo y espacio, cubriendo varios lugares del mundo y con esto habían logrado reunir unos cristales que les ayudaron a salvar el mundo de un futuro no muy lejano, pero en ese momento se hallaban cansadas ya que habían pasado solo unos cuantos minutos que concluyeron estos sorprendentes hechos.
    Clara se adelanto para entrar a su casa, y Elizabet y Daniel se quedaron en el exterior.
    El implacable cielo se torno gris en unos cuantos segundos, las nubes se juntaron en un solo punto y unos rayos surgían y entraban en las nubes que empezaron a girar y produjeron una gran explosión que ilumino el cielo una luz que era mas fuerte que la luz del sol.
    Elizabet y Daniel habían logrado ver este acontecimiento antes y sabían que era lo que sucedería a continuación.
    -Clara.-dijo Elizabet y entro rápidamente a su casa y detrás de ella Daniel.
    Una nave esférica y negra surgió dentro de las nubes.
    -¿Qué pasa?-dijo Clara al ver a Elizabet y a Daniel entrar.
    -Tienes que ver esto.-dijo Elizabet aproximándose a la ventana de la sala y Clara hizo lo mismo.
    -Su aventura apenas empieza.-dijo una voz tras ella era la dama blanca.-Vengan conmigo a la sala.

    Las personas veían sorprendidas lo que sucedía en el exterior.
    -¡Ve por la leche rápido!-decía la voz de una mujer en la casa de lado derecho de la casa de Clara y Elizabet, una joven de ojos chinos y cabello largo y Lazio salio de la casa con una cara de pocos amigos.
    -Como la odio-murmuro entre dientes.
    -Apúrate chamaca.-dijo la voz de la mujer nuevamente.
    -Ya voy.-dijo la joven entre dientes y empezó a caminar por la acera.
    -Juro que si pudiera…-dijo apretando sus puños y mirando a su casa.-La odio, la odio, la odio.-se repitió a si misma.
    La joven no se había percatado de lo que sucedía en el cielo y vio a los vecinos mirarlo con rostros confundidos.
    La joven miro a sus espaldas y vio la nave en el cielo, giro completamente y vio la nave sorprendida.
    -No es verdad.-se murmuro a si misma.
    Cerró ligeramente los ojos, por que le pareció que un resplandor surgía de la nave, al percatarse que un rayo surgido de esta nave se dirigía hacia ella empezó avanzar de espaldas y callo al suelo el rayo hizo contacto con su cuerpo y desapareció sin dejar ningún tipo de rastro.

    -¿Qué es lo que esta pasando?-dijo Clara de forma interrogante a la dama blanca. La cual estaba sentada en un sofá, la luz que irradiaba parecía inundar la habitación.
    -En diecisiete horas, tres naves estarán sobrevolando esta ciudad, y la destruirán, y continuaran hasta hacerlo con el resto del mundo, las consecuencias son la extinción humana, la única forma de evitarlo es que ustedes encuentre a los elegidos.
    -¿Pero por que nosotros?-dijo Clara-¿Por qué no otras personas?
    -Por que ustedes, son las protectoras del cofre de la hidra.-dijo la dama blanca.
    -¿El cofre de que?-dijo Elizabet que creyó haber escuchado mal.
    -El cofre de la hidra.-repitió la dama blanca- Es el cofre que tenían antes en su poder, busquen el cofre y los cristales, después encuentra a los cinco elegidos.
    -¿Qué elegidos?-dijo Clara harta de la dama blanca.
    -No puedo permanecer mucho tiempo en su dimensión, así que seré prevé.-dijo la dama.

    La joven de ojos chinos que había sido alcanzada por el rayo miraba en derredor, todo estaba oscuro y estaba tirada en el suelo sus manos hacían contacto con el frío metal del suelo.
    -Alejandra Poncur, hermana de la soberana Brythani Poncur.-dijo una voz masculina y Alco grabe en derredor y las luces se encendieron, de lado a lado había una multitud de seres unos con extremidades largas parecidos a un ser humano y los ojos totalmente negros y cabellos rubios.
    -Su hermana quiere verla.-dijo un ser acercándose a Alejandra.
    El miedo la invadió y sintió que su cuerpo estaba rígido como una piedra le era imposible moverse.
    -Yo no tengo hermana.-dijo Alejandra al ser, con el miedo plasmado en el rostro.
    -Claro que tienes una hermana.-dijo una voz femenina desde el fondo de la habitación donde se encontraba. Los seres se hicieron a los lados formando un camino delante de Alejandra había un espejo sujetado por enredaderas que surgían del suelo metálico.
    -¿Quién eres?-pregunto Alejandra poniéndose de pie.

    -Los elegidos.-decía la dama blanca a Elizabet, Clara y Daniel.-Son personas que poseen una pequeña parte de un cristal dentro de ellas, al principio de los tiempos los hombres tenían el corazón lleno de maldad, pero cinco seres representando a los cinco elementos fundamentales crearon los cristales, para mantener un equilibrio, se necesito que una diminuta parte de cada uno de los cristales entrara en el corazón de los hombres, y así sucedió, las partes entraron a cinco corazones, personas que a pesar de la maldad del mundo tenían cierto conocimiento de lo bueno y lo malo, y su conocimiento creció al adquirir poderes de los cristales los cuales son denominados talentos, estos talentos fueron heredados, por los hijos de estas personas, y así sucesivamente, haciendo que todos sus herederos tuvieran parte de los cristales dentro de ellos, pero los cristales originales se conservaban todavía en sus corazones, asta que llego el momento en que tenían que dejar esta tierra y heredaban los fragmentos originales a sus hijo unigénitos, y si el hijo moría, los fragmentos originales pasaban al siguiente hijo en línea y si el hijo era único pasa al corazón del familiar que el decidiera tuviera estos fragmentos o a la persona que considerara justa para poseer este fragmento, ahora bien, en la actualidad como ha sido siempre existen cinco personas que poseen los fragmentos originales, ustedes siendo protectoras del cofre de la hidra deben buscar los cristales y los elegidos.
    -Hay millones de personas tan solo en este continente.-dijo Clara-¿Cómo piensa usted que encontraremos a esas cinco personas en todo este mundo.
    -Los elegidos, permanecen cerca de los cristales cuando se les necesita, para que el poder que tienen los elegidos sea liberado al máximo necesitan que el fragmento de su cristal correspondiente se una al cristal entero, y ese poder será necesario si quieren salvar su mundo, yo no las obligare, solo quiero ayudar a su raza, si prefieren morir no hagan nada, ustedes fueron elegidas para esta tarea pero en ustedes cabe la decisión de cumplirla o no.
    El color que irradiaba la dama blanca se estaba opacando y el sofá en el que estaba sentada se transparentaba através de ella.
    -¿Qué le pasa?-dijo Elizabet.
    -Mi tiempo en su dimensión se esta acabando.-dijo la dama blanca.
    -Por lo menos díganos ¿por que si necesitábamos los cristales se los llevo?-dijo Clara.
    -Por que los cristales solo pueden ser utilizados una vez cada cien años, y esos cristales se volvieron inservibles, ustedes tienen que encontrar los cristales de su época.
    La dama blanca cada ves se transparentaba más hasta quedar como un simple fantasma en el sofá.
    -Pero, no tenemos el cofre y no sabemos donde están los cristales-dijo Elizabet.
    -Ustedes saben donde hay un cristal, solo es cuestión de mirar en su pasado y en su futuro y recordar.-dijo la dama blanca asiéndose no mas que una sombra.-Yo se que lo lograran hijas mías.-fue lo ultimo que dijo antes de desaparecer completamente.

    -Mi nombre es Brythani Poncur.-le respondió la voz a Alejandra.-Tu hermana.
    Alejandra empezó a caminar hacia el espejo, y noto que parecía que una mujer estaba de pie reflejada en el espejo.
    -Te daré el conocimiento de quien soy, uniendo tus recuerdos y los míos.-dijo Brythani.
    Un ser se acerco a Alejandra y esta se trato de alejar de el, pero se dio cuenta de que era imposible por que estaba rodeada, el ser toco su frente y Alejandra sintió que caía en una especie de hoyo muy profundo, todo estaba oscuro a su alrededor y en un momento la oscuridad se desvaneció y un cuarto blanco apareció delante de ella, una cama de hospital también apareció y una puerta en una de las paredes del cuarto, una imagen pareció tomar forma sobre la cama y una mujer apareció sobre la cama, esta estaba sudorosa, un hombre también apareció a su lado y Alejandra reconoció a su padres, la puerta se abrió y una enfermera entro al cuarto con un recién nacido en brazos.
    -¿Cómo se va a llamar?-dijo el hombre dándole un beso en la frente a la mujer.
    -Alejandra.-dijo la mujer.- ¿No dejaron entrar a Brythani?
    -Ya la vera cuando vayamos a la casa.-dijo el hombre poniendo una mano delante de la recién nacida y esta le tomo un dedo.
    -Es tan linda.-dijo la mujer.
    -Si-contesto el hombre sin poder creer lo que tenía delante de si.
    El cuarto fue sustituido rápidamente por la sala de su casa los muebles estaban pecados a la pared y el peor recuerdo de Alejandra apareció frente a su ojos.
    En medio de la sala había un féretro, Alejandra se acerco a la macabra caja de madera con el corazón palpitándole con fuerza, miro a su lado derecho y vio que la casa estaba llena de gente con los ojos llorosos y se vio así misma, siendo a brazada por una joven que no conocía, reconoció a su padre que se acerco a ambas niñas.
    -Brythani, Alejandra.-dijo y el abrazo a ambas.-mis hijas.-sollozo el hombre.
    La Alejandra más grande se acerco al féretro y sintió el contacto de sus manos con la madera.
    -No.-dijo tapándose la boca y llorando dentro estaba el cuerpo de su madre.
    No paso mucho tiempo y otra mujer ocupo el lugar de su madre en la mesa y en la cama de su padre, los maltratos eran incansables y el odio asía su padre y madrastra iban creciendo, varios recuerdos cruzaron su mente, recuerdos que ni siquiera recordaba poseer, escuchaba salir de su boca la palabra odio a cada instante y una joven siempre estaba a su lado abrazándola y diciendo.-Todo estará bien, saldremos adelante.-esa joven era su hermana mayor, Brythani Poncur ¿Por qué no se acordaba de ella? Se preguntaba mientras veía sus recuerdos, en ese momento llego el momento en que se dio cuenta que las imágenes que veía ya no eran sus recuerdos, sino los recuerdos de esa joven llamada Brythani, vio a esta joven ver en la ventana de los vecinos, vio cristales, uno enformar de trébol, otro en forma de ángel, de llama, de estrella y uno mas enformar de un corazón.
    Vio algo que era prácticamente imposible un lugar oscuro lleno de nubes grises y en este lugar habitaban los seres que estaban dentro de la nave, vio como Brythani se alzaba ante ellos.
    -¡YO LOS LIBRARE DE SU MALDICION!-decía en una especie de cúpula que estaba repleta por esos seres.- ¡Y MATAREMOS A LAS CUATRO DAMAS!
    Alejandra vio como los seres le celebraban sus palabras con sonidos extraños y vio otros con un aspecto más tosco, de estatura pequeña y con una enorme joroba a sus espaldas, tenían unos colmillos que salían de la parte inferior de la boca, casi eran parecidos a un jabalí parado en dos patas.
    La imagen fue remplazada por una invasión en una ciudad que ella no conocía, esta invasión era liderada por Brythani, vio como sus vecinas Clara y Elizabet aparecían en escena, vio una lucha por un cofre cubierto de enredaderas.
    Brythani callo al suelo y una especie de grieta se abrió en el aire.
    Vio que Brythani aparecía en un pueblo de España, vio pelear por el cofre a Elizabet y a Brythani, una luz cegadora ilumino el lugar y dejaron solo al hombre que acompañaba a Elizabet.
    Vio una insistente pelea en el recibidor de la casa de Clara y Elizabet, otra Brythani apareció en escena, Clara trataba de separar a Elizabet de Brythani, todas se percataron de la presencia de la otra Brythani y una de ellas pareció cuartearse como un cristal y cayeron los trozos de ceniza al piso.
    -Y así morí.-dijo la voz de Brythani y Alejandra regreso al presente el ser se alejo y se metió entre la multitud de seres, Alejandra se acerco al espejo y dentro de este vio a su hermana Brythani.
    -¿Hermana?-dijo Alejandra y Brythani le sonrió dentro del espejo.

    -Tenemos que ir a buscar los cristales.-dijo Elizabet
    -No.-dijo Clara.
    -¿Por qué?-dijo Elizabet sin comprender a su hermana.
    Clara se puso de pie y se dirigió asía las escaleras.
    -Esa mujer.-dijo-La dama blanca, es nuestra madre, ¿Por qué nos abandono?
    -Eso no tiene nada que ver, con lo que esta pasando.-dijo Elizabet.-estas fuera de contesto.
    -No-dijo Clara de forma rotunda.-Si esa mujer nos abandono, yo abandono su causa.
    -Clara.-dijo Elizabet acercándose a su hermana mayor.-No es cuestión de servir a su causa, la cuestión es que nosotros podemos salvar a los habitantes de esta ciudad y no solo eso podremos salvarnos nosotras mismas.
    -Cuando utilizamos esos cristales casi muero.-dijo Clara.-Si e de morir moriré por mi, y no por otras personas que ni siquiera saben de mi existencia, yo me conozco y por lo tanto me debo de salvar a mi misma, si no ayudo a la causa de esa mujer por lo menos tengo la certeza que tratare de sobrevivir y no me preocupara otra cosa que no se a yo.
    -No lo puedo creer.-dijo Elizabet viendo subir las escaleras a Clara.- ¿Eres tan egoísta?
    Clara se detuvo en su asenso y dijo sin voltear a mirar a Elizabet.
    -Si.-dijo.-Soy egoísta, y por favor te pido una cosa.
    -¿Qué?-dijo Elizabet mirando por una ventana al exterior y viendo la nave que sobrevolaba la ciudad.
    -Llévate contigo a Daniel, quiero estar sola en mi casa.-Clara subió rápidamente las escaleras.
    -¿Qué hacemos?-dijo Daniel acercándose a Elizabet la cual estaba absorta por lo que acababa de pasar con su hermana.
    -Vamos.-dijo Elizabet.-No dejare que toda esta gente muera.
    -Tienes aires de heroína.-dijo Daniel, sonriendo.
    -No.-dijo Elizabet tajantemente y Daniel dejo de sonreír.-No quiero morir sabiendo que puedo hacer algo para evitarlo, si no encontramos a esos elegidos, todos moriremos incluyéndome a mi y a ti.
    -¿Por lo menos sabes donde están esos cristales?-pregunto Daniel.
    -No tengo idea.-dijo Elizabet-vamos a tomar un taxi.
    Los dos salieron de la casa mientras Clara los observaba desde el segundo piso.
    -La dama blanca dijo ve en tu pasado y en tu futuro.-se repetía así misma Elizabet.-dijo que sabíamos donde hay un cristal.
    -¿No te acuerdas de nada?-dijo Daniel viendo a los lados si no venía algún taxi
    -No.-dijo Elizabet sintiéndose enojada consigo misma.- ¿Cuanto tiempo tenemos antes de que lleguen las tres naves?
    -dieciséis horas y media.-dijo Daniel.
    - ¿que hora es?-pregunto Elizabet viendo que un taxi venia a toda velocidad por el lado izquierdo, la calle estaba nuevamente transitada y las personas ya habían regresado a sus actividades diarias, pero se detenían en fracciones de segundo para echar un vistazo al cielo para ver como iban las cosas-¡TAXI!-Grito Elizabet y demasiada suerte tuvieron al ver que el taxi se detuvo frente a ellos.
    -Son las Ocho y media.-dijo Daniel respondiendo la pregunta de Elizabet.
    -¿Adonde?-pregunto el taxista
    -No lo se.-dijo Elizabet y el taxista la miro y lanzo una risa sin decir una palabra mas.
    -Ya.-dijo Elizabet recordando quien tenia el cristal.-Lléveme asta la avenida gobernadores, yo le indicare el resto del camino desde ahí.
    El taxista echo a andar el taxi

    -¿Te acuerdas de mí?- decía Brythani a su hermana.
    -Ya me acuerdo de ti.-dijo Alejandra.
    -Necesito de tu ayuda.-dijo Brythani.
    -Si,-dijo Alejandra.-Pero antes quiero respuestas.
    -Pregunta lo que quieras.-dijo Brythani.
    -¿Qué son estos seres? ¿De donde bien?
    -Son seres maldecidos por las cuatro damas, son Hadas, duendes y muchas criaturas mas condenados a estar en una forma distinta a su raza, ellos mismos se hacen llamar los maldecidos de las damas, fueron expulsados de su dimensión y mandados a la nuestra y para no causar daño a los humanos las damas los enviaron a un mundo distante, No son tan avanzados como la raza humana, pero pudieron enfocar la magia contenida en la maldición para mover estas grandes naves, y para transportarse por el tiempo y el espacio de esta dimensión, mas ellos intentan vengarse de las damas, “matarlas” y retornar a su dimensión con la maldición fuera de ellos.
    -Bueno.-dijo Alejandra al oír a su hermana pensaba que todo lo que le decía era una absoluta locura, pero en la situación que en esos momentos se encontraba no le daba derecho a pensarlo ya que le estaba ablando a un espejo y alrededor de ella estaban esa multitud de seres extraños, y no solo eso, se hallaba dentro de una nave que flotaba sobre la ciudad y según su hermana era impulsada por magia.
    -¿Y por que me trajiste aquí?-pregunto Alejandra.
    -Por que necesito de tu ayuda.
    -Pero… si estas muerta-dijo Alejandra viendo el espejo.-O me equivoco.
    -Si estoy muerta.-dijo Brythani.-Al morir nuestras almas se dirigen a otra dimensión sobre esta tierra, pero yo decidí quedarme entre medio de esta dimensión y esta tierra de muertos, me favorecía mucho que yo no fuera del tiempo en que morí, mis leales súbditos, que están a tus espaldas crearon este espejo capaz de comunicarse con distintas dimensiones y dieron conmigo en medio de la nada, y me indicaron como introducirme dentro del espejo, solo que para regresar completamente a la vida necesito de ti, tu sustitúyeme en mi poder mientras este encerrada, encuentra el cofre de la hidra, y los cristales y yo podré ser libre, y juntas gobernaremos el mundo que esta bajo nuestros pies y las dimensiones que están a nuestros lados.
    -Esta bien.-dijo Alejandra no muy convencida.- Pero quiero un favor.
    -¿Qué es lo que quieres mi pequeña hermana?-pregunto Brythani con una sonrisa diabólica
    -Es insignificante comparado con lo que dices que aras.-empezó Alejandra.-Pero el odio me carcome, quiero que mates a mi padre y a mi madrastra, pero primero quiero que mates al bebe que tuvieron. Mata a ese bebe, justo frente a sus ojos para que sufran antes de que sus cabezas rueden por los suelos.
    -Eso mi querida hermana.-dijo Brythani.-Ya esta en mi lista, yo también quiero que si durante el proceso de tu búsqueda te encuentras en el camino a Clara y a Elizabet Vasconcelos las mates, que solo han sido un estorbo desde el momento en que las conocí.
    -¿Pero como hallare esos cristales?-pregunto Alejandra.
    -Simple.-dijo Brythani.-Dirígete a la parte mas baja de la nave, y el ser que te guiara en tu camino, te mostrara un cuarto, hay una criatura en cerrada, su mente no recuerda su pasado y su corazón se entrego al salvajismo y a la maldad así que ten cuidado, este ser es un “Ghor “
    -¿Ghor?-pregunto Alejandra.
    -Para diferenciarse entre los dos tipos de seres creados por las damas por medio de la maldición unos se hicieron llamar Ghor, los seres con extremidades largas y cabellos rubios, esos son los Ghor. El Ghor que veras ahí abajo es el mas fuerte de todos y es capaz de matarte si el lo desea, murieron doscientos Ghor tratando de apresarlo.
    -Y por que me mandas ahí.-dijo Alejandra espantada.
    -Por que ese Ghor tiene la capacidad de registrar los olores y buscar la fuente del olor en cualquier lugar del mundo.
    -Entonces ¿tú tienes algo con el aroma de los cristales?
    -Si, ve al suelo
    Alejandra inclino la cabeza y vio un pañuelo doblado muy cuidadosamente.
    -Ese pañuelo envolvió alguna vez el cristal del ángel justo dentro del cofre.
    -¿Cómo lo obtuviste?-pregunto Alejandra.
    -Cuando don José, “el padre de Clara y Elizabet” murió, Elizabet y su tía limpiaron la casa antes del velorio y tiraron este pañuelo a la calle, yo lo tome por que vi que era lindo, después que empezó, todo eso de los cristales le pedí al Ghor que con el aroma identificara a Elizabet y a Clara para matarlas, pero este identifico solo tres aromas, el cofre de la hidra, el cristal en forma de ángel y a Elizabet, pero de nada sirvió, por que no pude liberar al Ghor, por que estábamos muy ajetreados por la invasión de una ciudad, ahí fue cuando Clara y Elizabet aparecieron nuevamente y morí después.
    Pero ahora tú puedes seguir con ese cometido.
    Alejandra lo pensó por un momento.
    -Esta bien.-dijo mirando a Brythani.

    El taxi donde iban Elizabet y Daniel se detuvo frente a una mansión con un enorme portón.
    -¿Dónde estamos?-pregunto Daniel a Elizabet, pero esta no le contesto.
    Elizabet se dirigió a un lado del portón y oprimió un botón de una caja de voz.
    -Buenas.-dijo Elizabet.
    -¿Si que desea?-le respondió una voz femenina.
    -Busco a doña María-dijo Elizabet.
    -Esta ocupada.-dijo la voz femenina, al fondo como un ego se oyó la voz de doña María
    -¿Quién es?-preguntaba.
    -Soy yo tía, Elizabet-dijo Elizabet y la voz femenina que había escuchado antes fue sustituida por la voz de su tía
    -Hija.-dijo.- ¿Qué haces aquí? Pero pasa, pasa.
    El portón se abrió con un sonido eléctrico.
    -Vamos.-dijo Elizabet y entraron a un enorme jardín delantero, les faltaban unos cuantos metros para llegar a la puerta de la mansión cuando esta se abrió.
    -Hija.-dijo abrazando a Elizabet y dándole un beso-¿Y ese milagro? ¿A que as venido?
    -Desde el funeral de papá no te veía.-dijo Elizabet
    -¿De eso hace tres días?-dijo doña María.
    -Bueno.-dijo Elizabet, ¿Cómo explicarle a su tía de cincuenta años que necesitaba su collar con el dije en forma de trébol para salvar la ciudad?
    Doña María miro asía el cielo.
    -Así que llego la hora.-dijo la mujer.
    -¿Hora de que?-dijo Elizabet desconcertada.
    -Hace algunos años alguien medio este collar, con este dije.-dijo sacando el cristal de trébol.-En el funeral de tu padre, alguien se acerco a mi, era la dama blanca…
    -¿Conoces a la dama blanca?-dijo Elizabet sorprendida de lo que oía.
    -Si, y la conozco lo suficiente como para decirte que ella me dijo que esto pasaría, me e estado preparando mentalmente desde el funeral de tu padre.
    -¿Qué cosa?-dijo Elizabet viendo como su tía colocaba el cristal entre sus palmas y una luz verde salía por la ranuras de sus dedos, la cadena de plata caía de forma liquida sobre el camino empedrado que atravesaba el jardín, Doña María separo las palmas y el cristal de trébol ya no estaba por ningún lado.
    -¿Qué ha pasado?-dijo Daniel sorprendido al ver lo que había pasado
    -Ya encontraron a su primer elegido.-dijo doña María sonriéndole dulcemente a su sobrina.

    Hola espero sus comentarios de la segunda historia de futuro sin futuro...
    Y Muchas gracias por leerlo jajaja esta historia es algo mas larga q la otra suvire todos los dias un capi...los espero mañana.
     
  18.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    Título:
    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
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    3044
    Re: Futuro sin futuro 2. Los cinco elegidos.

    Hola aqui esta el segundo capitulo...
    Espero sus comentarios...
    2
    La dirección de las flechas.


    -¿Tu como sabes de todo esto?-pregunto Elizabet a su tía la cual miraba la nave sobre volar el cielo sobre la ciudad.
    -E tenido muchas combersaciones con la dama blanca.-dijo doña María mirando a su sobrina con una sonrisa en el rostro.
    -Bueno.-dijo Elizabet, sin ver una salida a la situación habían encontrado un cristal y el primer elegido, que sorprendentemente había sido su propia tía, el problema consistía que ella, no sabia donde habría otro cristal, ni siquiera donde estaban los otros cuatro elegidos.-¿Qué vamos hacer ahora?
    -¿Por qué lo preguntas?-dijo doña María mirando a Elizabet y percatándose por primera ves que ahí estaba Daniel.
    -¿Quién es este jovencito?
    -Daniel.-dijo extendiendo la mano a doña María y esta respondió al saludo.
    -Tía.-dijo Elizabet.- ¿Tú sabes algo de los cristales y el cofre de la hidra?
    -Claro.-dijo doña María y se volvió asía la puerta de su casa.-Vamos adentro, aquí hay demasiado calor.
    -No-dijo Elizabet y su tía la miro sorprendida.-Tenemos menos de diecisiete horas para encontrar los cristales…
    -De hecho dieciséis horas y cuarto.-la corrigió Daniel.
    -Bueno dieciséis horas y cuarto, y no tenemos idea de donde están, además tenemos que encontrar a los otros cuatro elegidos y no solo es eso, esas personas pueden estar en cualquier lugar del mundo.-dijo Elizabet y al comprender todo lo que tenían que hacer el pánico entro en ella y parecía que el tiempo corría mas rápido de lo normal.
    -Lo hubieras dicho antes.-dijo doña María y se acerco a Elizabet y la tomo de las manos al ver el miedo en sus ojos.-Los cristales. “No se si esto ya te lo dijo la dama blanca” al unirse con el fragmento del cristal correspondiente con su resto, liberan todo el poder mágico que posee la persona en su interior.
    -¿Mágico?-dijo Elizabet sin poder creerlo.-Esos son seres de otro planeta y nosotros los venceremos con… ¿magia?
    -No crees en la magia.-dijo doña María mirando a su sobrina.- ¿Qué crees que es la dama blanca?
    -No lose.-dijo Elizabet.-Una persona de otra dimensión, o un fantasma, la verdad no se.
    Doña Mari río.
    -La dama blanca es un criatura de la que los hombres hablan siempre, mas creen inexistente, siempre hablan en plural refiriéndose a ellas y su raza es enteramente femenina, desde niñas yo las veía, mas siempre permanecí en silencio, por miedo, asta que se me presento la dama y algo ocurrió esa noche, recibí una llamada de tu padre ustedes llegaron a nuestras vidas, y después ella me entrego el cristal.-doña María se toco el pecho.-Esos seres que están en esa nave, no poseen gran tecnología, utilizan sus poderes para moverla, son criaturas de la dimensión de la dama blanca, y son enteramente mágicas, pero su magia es poca por eso siempre permanecen cerca.
    -Pero…Tía necesitamos encontrar los cristales.-dijo Elizabet dudando de todo lo que le acababa de decir su tía.
    -Bien.-dijo doña María.-Pues vamos a buscarlos.
    -Pero…-empezó Elizabet pero doña María la interrumpió con una señal de la mano.
    -Aléjense.-Daniel y Elizabet se apartaron, un circulo verde se había formado alrededor de los pies de doña María.
    -¿Qué pasa?-pregunto Daniel a Elizabet.
    -No se.-dijo Elizabet mirando a Daniel y miro directamente sus ojos verdes, no sabia por que pero sintió un extraño impulso en su interior “dale un beso” decía algo en su cabeza pero voltio rápidamente asía el frente.
    Doña María tenia el puño derecho extendido frente a ella, después de unos segundos esta extendió la mano, en su palma había una esfera luminosa de un color verde intenso, con su mano izquierda parecía tratar de tomar la esfera, pareció que la esfera de luz era algo sólido por que doña María Arango un trozo de esta, algo que parecía liquido o gaseoso y se movía como una especie de pequeño fantasma al viento, de un momento a otro este se extendió quedando totalmente sólido y simulando una pequeña flecha, doña María lanzo la flecha con todos sus fuerzas con su mano y esta salio disparada se elevo sobre el portón saliendo asía la calle y se perdió de vista, daña María hizo lo mismo cuatro veces mas, a veces las flechas se iban recto hacia donde las lanzaba o se desviaban, la ultima al ser lanzada se dio media vuelta y se alejo a las espaldas de doña María. La esfera de luz que seguía en la mano derecha de doña María desapareció y el circulo alrededor de sus pies también.
    -¿para qué fue eso?-pregunto Elizabet acercándose a su tía.
    -Mis flechas encontraran los cristales, restantes y el cofre de la hidra.
    -Pero no sabemos donde están tus flechas.-dijo Elizabet.
    -Tú no, pero yo si.-dijo doña María.- ¡Manuel!-grito hacia la casa.
    -Tía, ¿también puedes saber donde están los elegidos?-pregunto Elizabet su corazón ya no sentía el pánico al no saber que hacer y estaba esperanzada de que su tía, pudiera hacer todo el trabajo de buscar los cristales, el cofre y los elegidos, de esa manera solamente tendrían solo que ir a buscarlos y después que las cosas sucedieran por si solas.
    -Lamentablemente solo puedo encontrar objetos, mientras las flechas no sean retiradas de su lugar, pero las personas siempre están en un constante movimiento y muchas veces mis flechas se confunden y podrían lastimar a alguien.
    La desesperación regreso de nuevo al corazón de Elizabet pero sabía que por lo menos tenían la mitad de la tarea cumplida.
    -¿Me hablo señora?-pregunto Manuel el chofer de doña María, el cual había salido de la mansión.
    -Si.-dijo.- trae la vagoneta necesitamos irnos enseguida y asegúrate de que tenga el tanque lleno.
    -¿Donde iremos primero?-pregunto Elizabet.
    -No muy lejos.-dijo doña María.-la mayoría de los cristales están en esta ciudad.

    -¿Aquí es?-preguntaba Alejandra a un ser de extremidades largas al llegar a la parte mas baja de la nave, este asintió con la cabeza.
    -¡Ghor!-Llamo a un orificio oscuro pegado a una pared, el lugar estaba muy sucio y corrían insectos extraños por todas las paredes los cuales eran tan horribles que tan solo aplastarlos le daba asco a Alejandra.
    -¿Hay una nueva soberana?-pregunto una voz sutil desde la oscuridad del orificio.
    -Soy la hermana de Brythani.-dijo Alejandra.
    -Me lo suponía.-respondió la misma voz.
    -Necesitamos de tus servicios ahora.-dijo Alejandra, se escucharon sonidos de cadenas y en un instante la cara del Ghor salio entre las sobras tratando de echarle mano a Alejandra pero esta se hizo asía atrás espantada.
    -No me ataques.-dijo Alejandra.-Mi hermana y ahora yo, tenemos el secreto para matarte, si no quieres morir no me aras daño y obedecerás mis ordenes.
    -Preferiría morir a esto.-dijo con furia el Ghor tratando de liberarse de las cadenas que lo sujetaban.
    -Sabemos la manera de acerté sufrir sin matarte-dijo Alejandra cobrando valentía y acercando su rostro al rostro del Ghor.-Se lo poderoso que eres, pero estas cadenas tienen suficiente magia para detenerte, y sabes que no son las únicas que pueden detenerte, pero no pueden revelar tus puntos de presión, mas yo si, y tus enemigos te buscaran para matarte pero primero te torturaran, y se que le temes a la muerte, aunque digas que prefieres morir para librarte.
    El Ghor inclino la cabeza y miro nuevamente a Alejandra.
    -Are todo lo que me pidas.-dijo y Alejandra sonrío dio media vuelta para subir las escaleras oxidadas.
    -Sométanlo y llévenlo para arriba.- dijo a los dos seres que la acompañaban y subió las escaleras.

    La ciudad estaba rodeada de la noche Miromo, su edad era de diecinueve años, pero en su país se acostumbraba contar la edad desde que se hallaba en el vientre materno, por lo tanto contaba en realidad con dieciocho años de edad, los símbolos que escribía en su libreta eran muy complejos pero para ella eran comunes ya que estos eran acostumbrados mucho en las escuelas japonesas.
    La ventana estaba abierta y un viento agradable inundo la habitación, Miromo se puso de pie y se acerco a la ventana, a pesar de todo, la tarea podía esperar un poco más, no se negaría el gusto de sentir el aire en su rostro, además llevaba casi tres horas sentada en el escritorio de su cuarto, el viento era agradable y su cabello aunque corto se movía al viento, no pudo evitar mirar el cielo y se sorprendió al ver unas cuantas estrellas en este, tenia tiempo que no veía las estrellas por la contaminación del lugar, pero su interés se centro en una especie de flecha iluminada de un color verde que venia directamente hacia ella, pensó que estaba alucinando pero sintió el golpe de la flecha en su pecho, una luz roja ilumino su pecho y Miromo callo al suelo la flecha se quedo detenida por un momento y continuo su camino atravesando la habitación de Miromo y saliendo por otra ventana esta se alejo y se perdió entre la oscuridad, de los árboles de un parque alado de la casa de Miromo.
    Miromo estaba tirada en el suelo de su cuarto, se puso inmediatamente de pie con los ojos cerrados, los abrió, sus ojos estaban inundados por una luz roja, Miromo se acerco a la ventana, a lo lejos había uno de los grandes edificios importantes para la economía de todo Japón, un collar salio dentro de su blusa y como si estuviera con vida se poso en el exterior de esta, Miromo extendió su mano izquierda, una ráfaga de aire salio del cuarto, unos segundos después el edificio delante de ella se desmorono completamente envuelto en fuego, Miromo callo al piso completamente inconciente.

    -¿Qué puedes ver ahí?-preguntaba Alejandra dándole al Ghor de los ojos rojos el pañuelo que le había indicado Brythani, la cual veía por el espejo desde en medio del cuarto metálico ya vacío e iluminado la ciudad se veía por unos enormes vidrios polarizados que cubrían toda una pared de la habitación.
    -Veo un cofre, y un cristal con la forma de un ángel.-dijo el Ghor.
    -Bien.-dijo Alejandra.-Busca el cofre y el cristal.
    El Ghor izo una reverencia y sus cadenas se soltaron, Cumpliría su misión, por que las mujer ahí presente sabia su secreto y la de el espejo ya estaba muerta y a un así lo dominaría.
    -Tienes que secar el lago que esta bajo esta nave.-dijo el Ghor.-debajo de este esta el cofre que buscan.
    El Ghor se dio media vuelta y salio de la habitación.

    Clara estaba sentada en la sala de su casa, escuchando un reporte especial en la televisión, según decían había habido un ataque terrorista en Japón.
    Una leve explosión dentro de su casa atrajo su atención, apago la tele para escuchar mejor, pero no paso nada mas se puso de pie y salio al recibidor, el ultimo escalón de las escaleras “el cual siempre solía crujir “estaba totalmente destrozado, en medio había una flecha iluminada de color verde, y justo alado había algo que hizo que clara lanzara un gritito.
    -¡No puede ser!-se dijo pasándose la mano por el pelo, el cristal en forma de llama estaba ahí, parecía esperarla.-No-se dijo de nuevo, parecía que entre mas deseara huir de esos cristales estos trataban de buscarla.
    -Esta ves, no.-se dijo, tomo el cristal y se acerco a la ventana, “que tal que su hermana regresara a la casa, ella podría darle el cristal y a si la ayudaría pero sin arriesgar su vida” pensó “Pero puede pasar algo”
    -No.-se dijo.-No estaré dispuesta arriesgarme.
    Con todas las fuerzas de su brazo lanzo el cristal por la ventana, este callo entre los matorrales de la casa de alado.

    -¿Qué crees que es eso?-preguntaba una mujer a su novio.
    -No lose.-dijo el, ambos estaban en un parque tirados en el parque, tenían una hermosa vista del lago frente a ellos.
    -Mira.-dijo la mujer al ver que un orificio se abría en la parte de debajo de la nave y el agua se alzaba en una columna, la nave estaba absorbiendo el agua del lago.
    Un rayo de color rojo bajo y varias piedras salieron volando asía todas partes del parque todos los que estaban en el parque empezaron a correr, la mujer y su novio se pusieron de pie una gran roca se dirigía velozmente asía ellos, el novio se dio media vuelta y los ojos se iluminaron de color blanco extendió sus manos y la roca se detuvo esta callo al piso y el hombre también.
    -Dios mío.-dijo la mujer tratando de despertar a su novio con todas las personas corriendo a su alrededor, noto que algo estaba en el cuello de su novio y vio que el collar que llevaba parecía habérsele incrustado en la garganta.
    -Yair, levántate.-decía la mujer tratando de cargar a su novio y llevarlo asía su coche.
    La mujer reunió la fuerza necesaria para cargar a su novio y como pudo lo llevo asta el auto.
    -Por favor ayúdeme.-dijo a un hombre que pasaba y este ayudo a meter al auto a Yair.
    -Gracias.-dijo la mujer angustiada y prendió el motor, justo en ese momento una vagoneta de color verde paraba en el mismo lugar.
    -¿Qué pasa aquí?-dijo Elizabet bajando de la vagoneta y mirando a las personas huir del parque.
    -No lo se-dijo doña María bajando de la vagoneta.-Vamos.
     
  19.  
    blackrose18

    blackrose18 Usuario VIP Comentarista Top

    Piscis
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Y es necesario hacer dos temporadas separadas. Por dios si es el mismo fic SIGUELO AQUÍ. Uniré los dos fics.
     
  20.  
    Juan Abinadi

    Juan Abinadi Iniciado

    Aries
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    Futuro sin futuro el poder de los cristales.
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    Re: Futuro sin futuro el poder de los cristales.

    Hoooola aqui les dejo otro capi... y espero sus comentarios y asi me animen asegui r con la historia.

    3
    El segundo elegido.
    Daniel, Elizabet, y doña María entraron al parque.
    -¿Qué hacemos aquí?-pregunto Elizabet viendo que el parque ya estaba totalmente vacío.
    -Aquí esta una de mis flechas.-dijo doña María avanzando asía el gran hoyo que antes era el lago.
    En el centro del lodoso hoyo estaba una de las flechas de doña María, justo alado de una esquina del cofre de la hidra que salía del la lodosa superficie.
    -Ahí esta.-dijo Daniel observando la flecha desde la orilla del hoyo.-Voy por ella.
    -Yo te acompaño.-dijo Elizabet.
    Daniel ayudo a Elizabet a meterse en el hoyo enlodado, sus pies patinaban al tratar de caminar, pero pudieron llegar a donde estaba la flecha en ese momento alguien pareció caer del cielo, Elizabet reconoció a ese alguien como una de las criaturas que había visto antes en un nave igual a la que estaba sobre su cabeza, recordó la lucha que había hábido por los cristales con estos seres, pero este tenia algo diferente, sus ojos, estos parecían dos faros rojos, y no sabia por que pero a Elizabet le recordaban el color de la sangre.
    -Buenos Díaz.-dijo este ser con una voz educada y profunda, Elizabet se quedo sorprendida al escucharlo ya que no había visto estos seres hablar antes.
    -Daniel toma el cofre.-dijo Elizabet en un susurro al oído de Daniel sin apartar la mirada de el ser.
    -Me temo que no podrá ser.-dijo el Ghor.
    -Aléjate de aquí.-dijo Elizabet al ser viéndolo con cautela.- ¿Quién te envío?
    -Me envío Alejandra Poncur y su hermana Brythani, Elizabet.-dijo el ser.
    -¿Cómo sabes mi nombre? , y además, Brythani esta muerta, yo la vi morir.-dijo Elizabet mientras Daniel se acercaba lentamente al cofre, sin dejar de ver a la criatura que estaba delante de ellos.
    -Que este muerta, no significa que ella no pueda darnos ordenes, Elizabet.-dijo el Ghor.
    -¿Quién eres?-dijo Elizabet, Daniel empezó a quitarle el lodo de encima disimulada mente al cofre con el pie.
    Doña María trataba de ver desde la orilla del hoyo quien era el que estaba a lado de su sobrina y Daniel.
    -Soy un Ghor.-dijo el ser.
    -¿Por qué sabes mi nombre?-dijo Elizabet, Daniel estaba en una encrucijada necesitaba que el ser estuviera mas lejos para que no notara que se inclinaba a recoger el cofre.
    -Se el nombre de la descendencia de mis enemigos, hija de la dama del invierno.-dijo el ser.
    Daniel respiro hondo antes de hacer un movimiento, se inclino rápidamente tomo el cofre y tomo la muñeca de Elizabet y ambos salieron corriendo hacia la orilla del hoyo, el Ghor apareció justo frente a ellos, y ambos cayeron por el resbaloso lodo.
    -Por favor no sean tontos y denme el cofre.-dijo el Ghor acercándose a Elizabet y Daniel.
    -¿Cómo lo hiciste?-dijo Elizabet poniéndose de pie.
    -Soy mas rápido que ustedes.-le respondió el Ghor.
    -Si quieres el cofre tendrás que pasar sobre nosotros.-dijo Daniel poniéndose de pie con dificultad por el lodo.
    -Si así lo desean.-dijo el Ghor y en un santiamén apareció frente a Elizabet y extendió su mano, Elizabet vio todo en cámara lenta, la mano del Ghor hizo contacto con su mejilla, y sentía que su cuerpo se asía de un lado por la bofetada, después vio que todo regresaba a una velocidad normal, su cuerpo parecía ir disparado velos mente hacia la orilla del lago, su cuerpo atravesó casi todo el parque asta que choco con un árbol y callo al piso totalmente inconsciente.
    -¡Elizabet!-grito doña María desde donde estaba miro hacia donde estaba Daniel, el Ghor se acercaba amenazadoramente a donde estaba, este. Doña Maria, extendió su mano derecha y una esfera que irradiaba una luz verde apareció, arranco dos trozos de luz de la esfera y rápidamente se hicieron flechas en su mano izquierda con todas sus fuerzas las lanzo hacia el Ghor, estas se dirigían veloz mente a el, Daniel vio las flechas pasar delante de sus ojos y cayo de espaldas, el cofre se le soltó de las manos y resbalo por el lodo, el Ghor se aparto del camino de las flechas y estas dieron contra un trocó de un árbol del parque.
    -Gracias.-dijo el Ghor apareciendo alado del cofre y tomándolo, en un instante se elevo por los aires hacia la nave.
    Daniel se levanto rápidamente y trato de correr hacia la orilla del lago para ir con Elizabet.
    -¡Elizabet!-dijo doña María y salio corriendo hacia donde había caído su sobrina.
    Daniel y doña María llegaron al mismo tiempo alado de Elizabet.
    -Elizabet levántate.-decía doña María dándole palmaditas en las mejillas, pero Elizabet no reaccionaba.
    -¿Qué era esa criatura?-pregunto doña María a Daniel.
    -Dijo que era un Ghor.
    -Bueno ayúdame a llevar a Elizabet a la vagoneta.-dijo doña María.
    -No se preocupe, yo la llevo.-dijo Daniel, cargando a Elizabet y el y doña María empezaron a andar hacia la vagoneta.

    Clara estaba sentada en el sofá de la sala, con la televisión prendida.
    -Lo que todos nos estamos preguntando es por que las fuerzas armadas, no han llegado a este lugar.-decía la reportera desde el parque.-Esa cosa lleva casi tres horas, sobre la ciudad.-Clara vio la vagoneta de su tía pasar frente a la cámara-Hace una horas el lago que se encuentra en este parque fue secado por esa nave y no solo eso parecieron disparar una especie de arma, asta horita hay treinta personas heridas, diez de gravedad, y han reportado trece muertos, esperemos que esta cifra no suba, pero...¿ por que las autoridades se niegan a darnos datos sobre esto?, hace poco hubo un enlace mundial con la NASA a nuestro país pero no nos quieren dar información sobre lo que pasara, no sabemos que o quien esta en esa cosa, si son peligrosos o no, pero esperemos que no vengan a causar estragos en nuestra ciudad.
    -Gracias Natalia.-dijo el locutor.-ahora nos enlazamos con nuestro corresponsal en Japón, tienen un video aficionado que capto el momento del ataque terrorista a una de los bancos más importantes de este lugar…
    Clara se puso de pie y se dirigió a la ventana, no sabia por que pero sentía remordimiento por no haber ayudado a su hermana, miro al cielo y vio la nave ahí flotando sin moverse, ¿Qué estará pasando dentro de esa cosa? Se pregunto.

    -El cofre de la hidra.-dijo el Ghor inclinándose frente a Alejandra y entregándole el cofre.
    -¿Dónde esta el cristal de ángel?-pregunto Alejandra.
    -Iré por el inmediatamente-dijo el Ghor.
    -Espera.-dijo la voz de Brythani dentro del espejo.
    -¿Qué pasa?-pregunto Alejandra a Brythani.
    -Libérame.-dijo Brythani.
    -Pero solo tenemos el cofre de la hidra, dijiste que necesitabas los cristales.-dijo Alejandra.
    -El cofre tiene el suficiente poder para liberarme, colócalo en la base del espejo.
    Alejandra miro a Brythani y asintió con la cabeza, se inclino y coloco el cofre en la base del espejo, el cofre empezó a irradiar una fuerte luz dorada en ese momento, el espejo se cuarteo, y después se izo totalmente añicos, en su lugar estaba Brythani, liberada de el espejo y sonriendo a Alejandra.
    -Ghor.-dijo Brythani y el Ghor se acerco asiendo reverencias a Brythani.-Toma el cofre de la hidra y siente los cinco olores de los cristales, encuéntralos.
    El Ghor olfateo el cofre como si catara una botella de vino.
    -Un cristal ya se fusiono con el de un ser humano.-dijo el Ghor.
    -Ósea que ya hay un elegido.-dijo Brythani
    -¿Elegido?-dijo Alejandra sin comprender.
    -Son personas que pueden poseer los cristales en su interior.-dijo Brythani, y después miro la ciudad que había bajo sus pies.-Mata a la persona que tiene el cristal y arranca el cristal de su corazón, y si hay otro has lo mismo, cuando tengas un cristal tráelo inmediatamente, no quiero que te lo quiten, ¿entiendes?
    -Si señora.-dijo el Ghor y se marcho de la habitación.
    -Ahora hermanita.-dijo Brythani.-En unas horas otra nave llegara, quiero que vayas y liberes al ser maligno que esta encerrado en ella, mándalo a la ciudad.
    -¿A que?-pregunto Alejandra
    -Solo, ha que mate, entre menos estorbos existan será mejor para nosotros, el nos librara de las fuerzas armadas, no creo que tarden en aparecer.

    Como todos los días, doña Manuela, fue directo a sus matorrales para regarlos y cortar las yerbas.
    La anciana de ochenta años era delgada y su esqueleto se notaba bajo su carne, su piel era clara y su sombrero la tapaba del sol.
    Se inclino con sus tijeras y empezó a cortar la mala hierba que crecía alrededor de sus matorrales, introdujo unas tijeras dentro de los matorrales para cortar, la hierba que crecía justo debajo de ellos, estas parecieron tocar algo duro que emitió un brillo rojo. Los matorrales no le permitían ver que era, así que introdujo su mano cubierta con un guante de jardinería y sintió una especie de piedra con alguna extraña forma.
    -¿Qué esto?-dijo sintiendo el tacto con su guante, saco la mano de los matorrales y vio un cristal en forma de una flama.
    -Que bonito.-se dijo así misma observando el cristal.
    Se puso de pie de la hierba con algo de trabajo ya que su edad había deteriorado su cuerpo, nunca tubo hijos y ni siquiera se había casado toda su familia ya era historia, ella era la ultima de su familia y solo esperaba que llegara el momento de su muerte para poder descansar, pero pareciera que la muerte le rehuía por alguna razón, era la única mujer en toda su callé que poseía setenta años, los demás todavía estaban en la flor de su juventud, pero por alguna razón la muerte todavía no llegaba a ella, tal vez una tarea pendiente o algo por el estilo, pero ¿Qué podría ser? Si era vieja y ya no te ni sueños ni ilusiones en su vida, solo se dedicaba a vivir y era todo.
    Se guardo el cristal enformar de flama en una bolsa de su vestido y se quito los cuantes, miro hacia el cielo y vio sorprendida una enorme nave que flotaba sobre la ciudad.
    -Lo que son las cosas.-se dijo así misma y entro a su casa para prepararse un poco de limonada antes de seguir con el cuidado de sus matorrales.
    Un ser pareció caer de pie desde el cielo, justo en la acera del frente de la casa de doña Manuela, era el Ghor de ojos rojos, olfateo el aire y miro directamente la casa de doña Manuela.
    -Un cristal.-dijo sonriendo, camino asía la casa de doña Manuela, cruzo la terraza de la casa y toco tres veces la puerta.
    -¡Un momento!-dijo la voz de doña Manuela desde dentro de la casa.
    La puerta se abrió y doña Manuela vio al ser directo a los ojos.
    -Buenos días.-dijo el Ghor con voz educada a doña Manuela.
    -¡El diablo!-dijo esta y cerro la puerta, entro a su casa y se acerco a un buró del recibidor, y saco un rosario.- ¡Dios mío!-decía mientras rezaba y se alejaba de la puerta.
    Un golpe sordo lanzado por el Ghor hizo que la puerta se soltara de su marco y voló por el recibidor cayendo directamente sobre las escaleras.
    -¡No!-dijo doña Manuela y con todas sus fuerzas se dirigió a la cocina.
    -No se preocupe señora.-decía el Ghor acercándose a la cocina.-Solo quiero que me de una cosa.-El Ghor entro a la cocina y doña Manuela lo miro con el rostro lleno de miedo.
    -¿Qué quieres, Satanás?-dijo mirando al Ghor acercarse a ella, mientras ella se trataba de alejar lo mas posible de el.
    -Quiero que me de el cristal que tiene en el bolsillo.-dijo el Ghor quitando la mesa de su camino para ir directamente hacia doña Manuela.
    Doña Manuela ya se había quitado los guantes de jardinería y sus manos hicieron contacto con el cristal cuando metió su mano a la bolsa para entregárselo al Ghor, un destello rojo salio de la bolsa de doña Manuela y sintió que el cristal que había agarrado ya no estaba.
    -Ya no esta.-dijo al Ghor mirándolo y sintiendo que en cualquier momento se desmayaría.
    El Ghor se acerco rápidamente a doña Manuela y quedo a centímetros de su rostro.
    -Usted es un elegido.-dijo tomándola del hombro y estirando su largo brazo por encima de ellos para arrancárselo directamente del corazón, la mano del Ghor se acerco veloz mente a doña Manuela, esta extendió las manos para evitar el golpe pero sabía que llegaría en cualquier momento. El golpe nunca llego el Ghor estaba tirado en el piso con sus ropas quemadas y de las manos de Doña Manuela salía humo, El Ghor se puso de pie y miro a doña Manuela.
    -Señora.-dijo.-tendrá que morir aquí.
    El Ghor se acerco de forma veloz a doña Manuela esta extendió las manos y ante el peligro sintió algo calido cruzar por su cuerpo y a continuación una bocanada de fuego salio directamente de sus manos, el Ghor salio disparado hacia la calle.

    -¿Qué pasa?-dijo Clara es cuchando un extraño ruido provenir de la casa de su vecina, se asomo por una de las ventanas de la sala y vio que la casa de su vecina estaba en buen estado, de echo todo estaba normal en la calle ecepto por la nave que flotaba en el cielo claro, un ruido de madera crujiendo se hoyo desde la casa de doña Manuela y Clara vio como las paredes de material se cuartearon y el techo salio disparado por los aires, cubierto de fuego, en un momento la casa de doña Manuela se había envuelto en llamas, Clara salio rápidamente de su casa, todas las personas veían la casa quemándose, y tal como empezó el fuego, se produjo un sonido sordo y el fuego se introdujo en la casa y se extinguió totalmente.

    Doña Manuela estaba de pie en su cocina y sus manos estaban absorbiendo de forma rápida el fuego que la rodeaba, sus ropas habían quedado negras y después que el fuego se extinguió doña Manuela cayo al piso inconciente.
    -Doña Manuela, Doña Manuela.
    Alguien la llamaba pero no sabia quien, abrió los ojos y vio delante de ella a su vecina Clara dándole unos golpecitos en el rostro.
    -¿Esta bien?-dijo Clara.
    -Si,-dijo doña Manuela sentándose en los escombros de su casa.
    -La voy a llevar al hospital.-dijo Clara ayudando a doña Manuela a ponerse de pie.
    -No.-dijo doña Manuela-Quiero solamente…darme un baño.
    -Bueno.-dijo Clara caminando junto doña Manuela fuera de las ruinas de la casa.-Vamos a mi casa, le presto ropa.
    -Gracias hija.-dijo doña Manuela y ambas se dirigieron a la casa de Clara.







     

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