Esta es una historia sobre amor, amistad, alegrías, tristezas, reencuentros, pasado, presente y futuro. Espero que os guste, por ahora ahí vamos: Prólogo- Ai, ¡me has pinchado! - Estate quieta Amalia... - dijo Ángela entre dientes y con alfileres en la boca; se encargaba de meterle un poco de cintura a mi futuro vestido... mi vestido de novia. Una joven y guapísima dependienta entró con una gran sonrisa en el probador donde Ángela y yo nos encontrábamos. - Perdonad, ¿puedo ayudarlas en algo? - La verdad es que... - Nada, no necesitamos nada - dijo Ángela haciéndole un gesto con la mano con el que la invitaba a irse. - Nos las apañamos bien solas. - Está bien... - dijo esta, decepcionada - Si necesitan algo, háganmelo saber. La dependienta salió por la puerta de grandes vidrieras translucidas que daba a la tienda, una de las más caras de toda la ciudad. - Para que iba a necesitar yo a una incompetente como esa... Miré a Ángela y entendió perfectamente lo que quería decir; no-te-pases. Eso es lo bueno de que sea mi mejor amiga desde que comenzamos la secundaria; una simple mirada era suficiente para comunicarnos más de lo que cualquiera podría imaginar. - ¡Listo! ¿Ves? ¡Es perfecto! Mírate bien, ¡estás guapísima! - No se Ángela... - di un par de vueltas mirándome en los grandes espejos que tenía delante. Tenía razón; estaba genial. - ¡¿Cómo que no sabes?! No busques más, ¡es este! - Pero... vamos Ángela, ¿no has visto a la tienda que me has traído? Es imposible que pueda pagar este traje... - Vamos, Amalia - Saco de su precioso y adorado bolso un talonario ya varias veces usado. -¿Desde cuándo ha sido el dinero un problema? Te ayudaré a pagarlo, o te lo pago yo si hace falta, pero este vestido te lo quedas ¡y no hay más que hablar! Me eché a reír cuando la vi con una mano en la cintura y en la otra el talonario que se balanceaba de derecha a izquierda. Así es Ángela... me regalaría un avión privado repleto de chocolate si eso me hiciera feliz. - Cielos, es tan... - ¿Perfecto? - Esta bien, tu ganas... ¡pero te devolveré hasta el último céntimo! - Si, si... anda, cállate y venga, que nos vamos. Aún tenemos mucho que hacer y tenemos que regresar a casa pronto, que mañana es tu primer día de trabajo. A partir de mañana seré profesora de educación física en un instituto del centro... estaba más que nerviosa. Ángela, por su parte, trabaja en una de las firmas de moda más importantes y reconocidas de Europa. Sin duda es única en su campo; hace un trabajo increíble captando las tendencias de última moda, ¡no falla una! Alejandro, mi prometido, trabaja dando clase en la universidad en otra ciudad, por lo que sólo nos vemos algunos fines de semanas. Entre tanto, Ángela y yo hemos alquilado un dúplex, muy cerca del instituto en el que voy a trabajar. Es enorme y con unas vistas más que impresionantes, decorado al más puro estilo de Ángela; me gusta bastante. Tiene dos habitaciones, una para mí y Alex y otra para Ángela y Víctor; Víctor es el novio de Ángela, el cual también nos visita siempre que puede. - Ángela, estoy muy cansada, no creo que tenga fuerzas para visitar ni una tienda más... - Eso suena a que tienes hambre... - ¿Sweet baker? - Ángela se echó a reír. - ¡Claro! Anda, vamos. Recorrimos cogidas de la mano, como solíamos hacer cuando éramos más niñas para reírnos un rato, las largas avenidas rodeadas de tiendas fabulosas; tenían grandes carteles luminosos que invitaban a entrar y comprar todo lo que pudieras acarrear. Tras callejear un poco, al doblar una esquina, llegamos a una pequeña pastelería a la que no demasiada gente acudía, pero con algunos de los dulces más ricos de la ciudad. O al menos eso decía nuestro paladar. Entramos y nos sentamos en una mesita del fondo. Una chica nos miró por encima de su café al pasar; por separado no llamábamos demasiado la atención, pero juntas, nuestras diferencias causaban ese efecto; los rasgos de Ángela eran adultos, mostraban madurez. En cambio, los míos eran tan aniñados... apenas había cambiado desde la adolescencia. Sus ropas siempre a la última moda, con grandes tacones, algo que su trabajo casi requería; su cara perfectamente maquillada, su pelo, con ondas muy suaves y perfectamente definidas… yo en comparación era muy básica, simple, sin mucho que admirar. A primera vista, éramos totalmente diferentes, pero algo muy especial nos unía... nuestra manera de pensar; puntos de vista diferentes con los que siempre llegábamos a una conclusión acertada. Solían decirnos que éramos una pareja de lo más extraña. Éramos como hermanas; polos opuestos que no podrían comprenderse y completarse mejor.
Capítulo 1 Nos sentamos y vimos a nuestro camarero de costumbre. Se llama Javier, es amigo nuestro desde hace bastante tiempo. Solíamos llevarnos muy bien y, cuando volvimos a encontrarnos tras muchos años aquí, nos pusimos como locos. Es probablemente la razón de que ésta sea nuestra pastelería particular. Nada más vernos, nos sirvió un gran batido de vainilla a cada una. Era un chico bastante peculiar; saber que le pasaba es imposible, no le gustaba hablar de sí mismo. Nada. - Bueno, ¿estás lista para el gran día? - dijo Ángela dándole un pequeño sorbo al batido. - Eso espero… sólo nos presentaremos a los alumnos y nos reuniremos todos los profesores para comentar algunos detalles y bla bla bla... el trabajo duro llegará la semana que viene. - ¿Y qué te parece si te acompaño? Mañana tendré parte de la mañana libre, y me gustaría conocer el lugar que acabará con la Amalia que he conocido hasta ahora. - ¡Claro! No me vendrá mal un apoyo el primer día. Estoy tan nerviosa que me entran ganas de... - ¡Javier!, una porción de tarta para mi amiga, por favor. - ¡Exacto! ¡Gracias! - Javier se echó a reír y nos llevo dos porciones a la mesa. - Invita la casa, así que disfrutad. - ¡Muchas gracias, Javier! ¡Eres el mejor! - dijimos al unisonó. Colorado ante esta respuesta, nos dedicó una tímida sonrisa y volvió al trabajo. - Y, entonces, ¿aún no conoces a nadie en el instituto? - Sólo al director, parece agradable, pero no se demasiado sobre él. - Todo irá bien, ya lo verás, ¡brindemos por ello! Chocamos las copas y la nata se cayó y desparramó por toda la mesa. Javier nos miró y, suspirando, se llevó las manos a la cabeza. La chica del café sonreía. Uno tiene que aprender a saborear estos buenos momentos que te brinda la vida. Una vez terminamos, pagamos la cuenta y nos despedimos. - Bueno chicas, espero veros pronto por aquí. - Acompañó sus dulces palabras con una sonrisa encantadora. La verdad es que la chica que lo consiguiera, sería muy afortunada. - Gracias Javier, nos tendrás por aquí antes de que te des cuenta. - Si, y hasta entonces... - Toma Amalia, una bandeja con tus dulces preferidos; también regalo de la casa. - Dios, gracias, ¡gracias! - y salté a darle un gran abrazo. La bandeja se tambaleó y si no hubiera sido por el gran equilibrio de Javier... adiós a los dulces. Con las carcajadas sonoras de Ángela y mi tez sonrojada salimos de la pastelería y nos dirigimos a una zapatería a buscar unos bonitos zapatos de novia. Ir de compras con Ángela siempre me resultaba agotador, y más cuando estaba tan emocionada como hoy. - ¿Te gustan estos? - No, son demasiado... pomposos. - Está bien… ¿y estos? - ¡Demasiado altos! - Amalia, por el amor de Dios, estos no son altos... ¡éstos son alto! - Ángela señalo sus zapatos, o andamios, como cariñosamente yo los llamo. - ¡Pero bueno! ¡Tú lo que quieres es que me caiga al andar por la iglesia y que me mate antes de llegar al altar! - Si, y me escapo con Alex, ¿no? Amalia, ¡vamos! Son preciosos. - Pero demasiado altos... - Alex ya es bajito de por sí, solo mide algunos centímetros más que tu... ¿no era a ti a la que le gustaba ser más alta que él? - ¡Me los quedo! - Eso quería oír, ¡yo te los regalo! Jesús, esta vez me ha costado más tiempo de lo habitual. Y es que Ángela siempre sabe convencerme para que siempre acabe diciendo que si. Desde luego, de tener que fiarme de alguien en cuestiones de moda, ella sería sin duda alguna la mejor opción. Nada más llegar a casa, soltamos las bolsas y corrimos al sofá. Nos tiramos y, mientras Ángela se quitaba los zapatos, yo encendía la tele. La misma rutina de siempre. Empezamos a verla charlando. Estaba exhausta después de un día como el que había tenido. Me quedé rendida en el sofá junto a Ángela, que hablaba con Víctor por el portátil. Víctor había sido el primer amor de Ángela. Es increíble como después de todo, el destino les acabó uniendo. Llevaron una relación amor-odio que al principio no sabían manejar; parecía que todo estaba perdido para ellos, que jamás llegarían a estar juntos... y mírales ahora. Siempre estaban discutiendo y llevándose la contraria, y ahora... bueno, no es algo que haya cambiado demasiado, pero puede decirse que lo llevan con cierta gracia. Sin darme cuenta, fui cerrando los ojos pensando en esta extraña pareja... pensé también el Alex... le echo mucho de menos... mañana le llamaré sin falta. Eso fue lo último que pensé antes de dormirme. - ¡Llego tarde! - Grité levantándome corriendo del sofá. Dios mio, me había dormido. - Espera que me visto y te llevo en coche. - No, déjalo, no llegaré a tiempo. ¡Vente allí luego! Me vestí como pude, me peiné un poco y salí corriendo al instituto. Gracias a Dios, vivo bastante cerca y conseguí llegar a tiempo. Busqué en el tablón de la sala de profesores que aula me correspondía. Mmmm... soy la tutora de 4ºA. Busqué la clase rápidamente en los inmensos pasillos del gran instituto en el que me encontraba. Era realmente precioso; paredes con baldosas azul cielo y decoradas con murales hechos por los niños, plantas verdes y cuidadas, un patio limpio y con preciosos jardines... no se parecía nada a la porquería de instituto en el que estudie yo de pequeña... pero que añoranza siento cuando pienso en el... pasé tantos momentos de mi vida allí... Sumida en mis ensoñaciones llegué al aula. Decidí gastarles una pequeña broma a los que iban a ser mis alumnos todo el año. Estaban armando un jaleo impresionante, así que entre dando un portazo y andando con fuerza y con expresión dura y malhumorada. Tiré el bolso a la mesa y les mire a los ojos. Todos permanecieron callados, impresionados e incluso un poco asustados. - A ver, mocosos, aquí las reglas las pongo yo. Primero, nada de gritar, hablar, susurrar, pensar... ¡respirar! Todos abrieron los ojos como platos, se quedaron congelados ante la actitud de su nueva tutora. Yo no pude aguantar más y me empecé a reír a carcajada limpia. - ¡Pero bueno! Vaya susto nos ha dado... - Venga, que no ha sido para tanto... tendríais que haberos visto las caras. Y reímos todos nuevamente. Me presenté a la clase y ellos se me presentaron. Parecía una buena clase, y muy divertida. No creo que vaya a tener problemas con ellos. Después de una larga charla, les di los horarios y nos quedamos charlando animadamente un rato más. Al mirar el reloj, de pura casualidad, me dí cuenta de la hora que era ya y de que tenía una reunión en menos de tres minutos. Salí de la clase despidiéndome apresudaramente de los chicos, que volvieron a reírse... menuda impresión que he dado el primer día. Cielos, era más tarde de lo que creía. Iba a paso ligero, casi corriendo a la sala de profesores cuando me crucé con Ángela. - ¡Amalia! ¡No te lo vas a creer! He... - ¡Lo siento, llego tardísimo! - le dije sin parar de andar - ¡Luego hablamos! - ¡Pero espera! ¡No puedes...! Y así la dejé, en medio del pasillo y con la palabra en la boca. Fuera lo que fuese, podía esperar, aunque me picaba la curiosidad... me daba que era algo importante. Pero no podía llegar tarde a mi primera reunión; ya que he dado una impresión de maestra totalmente desastrosa ante los alumnos, ¡no puedo también quedar mal con los profesores.! Casi había llegado; crucé la esquina que me separaba del pasillo que correspondía a la sala donde todos me estaban esperando, cuando de repente me choqué con alguien que corría. Estaba apunto de rozar el suelo, cuando ese chico me agarró el brazo y me incorporó. Al segundo de levantarme pude recuperar el equilíbrio y me disculpé rápidamente, colorada como un tomate, por lo rematadamente tonta y torpe que había sido. Al ver que el chico no respondía, levante la mirada del suelo y lo miré bien; abrí los ojos como platos... No era posible... no podía ser real. Había pasado tanto tiempo... Nos quedamos los dos aturdidos mirandonos fijamente mientras el, aún, sujetaba mi brazo; Casi parecía que no quería dejarme marchar. Si no hubiera conocido a ese chico desde hacía tantos años, lo hubiera creído. Pasaron los minutos y los segundos, pero ninguno de los dos se movió. Fue como una puñalada en el intestino grueso, por no hablar de mi destrozado corazón. Ese pasado abrupto que tanto me había costado encerrar en una caja se liberó de mi control tan rápido que no pude hacer nada para cambiarlo. En ese preciso instante, el director del instituto, el señor García, apareció en el pasillo haciéndonos despertar de ese profundo coma en el que los dos estábamos sumidos, después de esta sorprendente sorpresa que nadie hubiera podido imaginarse jamás.
¡Hola! La verdad es que historias como las tuyas, ligeras, divertidas, de amistad, romance y por lo que se ve, algo de drama me molan cantidad. En este caso ya me ha entrado la curiosidad por saber cómo es que desarrollaras estos eventos que de pronto me huelen a que van a ser enredados como ellos solos. Pero bueno, primero lo primero; Amalia, aunque no lo conozco del todo bien al tratarse este de sólo el primer capítulo me ha gustado mucho, se ve que es una buena chica, buena amiga, entusiasta y sencilla, cosa que me agrada bastante. Ángela también me parece una gran amiga y aunque es evidente que las personalidades de ambas son diferentes, bueno, sí veo que se complementan bastante bien, pero es que es así siempre; los polos opuestos se atraen sin duda. Me recordó a mi hermana y a mí n.n Uh, eso de ir de compras con alguien que está emocionado y le gusta, ufff, me consta que es agotador x.x Algo así viví yo cuando una amiga mía se iba a casar y eso que era ella la que me compró el vestido que usé xD Ay, ¿qué sería uno que es más tranquilo y reservado sin estos seres alocados y joviales? Oh, algo más que me identifica con Amalia es su trabajo, también estoy fungiendo de maestra en estos momentos, de español; el único problema conmigo es que no me gusta e.e Pero hey, yo que empezaba a pensar que las cosas para Amalia seguirían a un paso constante y sin obstáculos, pero ahora llega este chico con el que ha chocado. ¿Quién es? ¿Cómo es? ¿De dónde lo conoce? ¿Qué le conoce? ¿Por qué es un pasado abrupto? Me intriga, mucho. ¿Qué efecto podría tener en ella y su relación con Alex? Uh, eso me interesa saber, así que espero el siguiente capítulo con ansias. Ha sido un placer leerte :3 Te cuidas mucho. Hasta otra.
Gracias, comentarios tan motivantes no los lee una muy a menudo. Siento la falta de contenido, estoy este mes trabajando y en una ciudad que no es la mía, además de que no tengo internet. Ya tengo varios capítulos escritos, así que la primera semana de septiembre leerás mucho mas :)