Las frutillas eran su mayor debilidad junto con el chocolate e inevitablemente como el vecino del frente. Miró la fruta, roja y brillante, tan apetitosa y luego hacia la casa del chico que la estaba volviendo loca. Sonrió con picardía, se imaginaba un millón de posibilidades de usar sus gustos con Denis Houdson. Tal vez, incluso él lo disfrutaría... —Denis bañado en chocolate, sería perfecto... —No olvides la frutilla, hija. —Ésta se golpeó la cabeza con el marco de la ventana mientras su madre hacía eco con su risa escandalosa por toda la casa. —¡Trata de no soñar despierta, cariño. Las paredes son finas! —¡Mamá!
Jajaja, pobre chica. Debe ser muy vergonzoso que algún familiar escuche esa clase de palabras viniendo de ti, haciendo referencia a la persona que te gusta. ¡Por eso es mejor no pensar en voz alta!