Capítulo 1: Morir con las botas puestas. La última bala salió del tambor del revolver y se hundió en el pecho de uno de aquellos licántropos yformó una humareda rojiza antes de que este saltase como un muelle hacia atrás. Sin embargo en aquel regimiento eran cuatro licántropos más, como mínimo, y de su banda sólo quedaban unos cinco. Misery sabía que tenía los dos pies en la tumba, pero se negaba a sentarse y morir en manos de su insistente enemiga, tanto que prácticamente podía hablarse de archienemiga. Habían sido casi cinco años persiguiéndola y la licántropa había desarrollado cierta fijación hacia la fugitiva, la cual tenía la molesta habilidad de escapar malherida y, meses después, resurgir en plena forma y con más hombres mejor armados. Pero al fin, la persecución de la teniente Greyclaw había terminado. Misery se encerró en la armería del fuerte, donde guardaban la pólvora. La puerta de metal era gruesa y pesada, pero hizo uso de las últimas fuerzas que le quedaban para interponerla entre ella y Greyclaw, que descuidando su posición se abalanzó de un salto desde el otro lado de la habitación: si alguien hubiera tenido una bala de plata y le hubiera disparado, podría haberla matado, pero la teniente primera estaba demasiado centrada en su presa como para pensar en la posibilidad. Aulló de frustración y empezó a golpear la puerta. Misery rió para sí. Sí, resulta que los licántropos eran tremendamente fuertes y sus garras podían desgarrar a un búfalo sin esfuerzo, pero ella, una simple humana, había hecho rugir de frustración a la famosísima teniente Greyclaw: pocos podían adjudicarse el logro. Aún así, la puerta no aguantaría, así que tenía que actuar rápido. Sacó una biblia y se la pegó al corazón. Era una costumbre que desde el advenimiento de los que no se dejaban ver se había extendido entre todos los pistoleros, ya fueran sheriffs o forajidos: una biblia bajo la camisa, cerca del pecho para que Dios los protegiera de lo que los revólveres no podían. No iba a ser un final bonito, y podría pegarse un tiro, que era más elegante y poético: probablemente también menos doloroso. Pero Misery no podía dejar de imaginarse los dolores de cabeza que le provocaría a la teniente primera Greyclaw una explosión de tal calibre. Dejaría inutilizado el lugar que los licántropos vinieron a reconquistar: eso le parecía mucho más acorde a su fama de ser tan peligrosa como molesta para las fuerzas del orden. ¿Qué importaba si los otros conseguían traspasar la frontera? A Misery no le quedaba nadie, así que para ella como si se hacían un collar con los intestinos de media Nebraska. Además, la loba no ganaría ni un dólar de la cuantiosa recompensa que se ofrecía por su cabeza si no había cuerpo. —Que El verdadero perdone mis pecados como Jesucristo nos perdonó. Esas fueron sus últimas palabras. Unos minutos antes de que Misery decidiera inmolarse y alzar su voz furiosa en forma de un montón de pólvora estallando, cerca de la empalizada la lucha ya había terminado: rastros de sangre, sombreros agujereados, pistolas abandonadas y caballos sin jinete era lo único que quedaba de la batalla campal que se había producido. Entre todo aquello, justo en la zona que servía como establo, una sombra agusanada salió de algún rincón. Aunque llevaba la pistola en la mano no tenía balas. Sólo miraba a los lados como un ratoncito asustado, esperando que la zona estuviera libre de chuchos. Él sabía que Misery lo buscaría si salía viva por desertor y que lo ataría a los cascos a su caballo para darle una travesía por toda Nebraska como ejemplo de qué ocurría a quien le tocaba las narices. Pero Bill prefería eso a tener que lidiar con los lobos. Bill "el botas" —apodo referido a sus características botas de piel de cocodrilo, regalo de un rico tejano por cargarse al desgraciado correcto— sabía de lo que hablaba: olía una batalla cuando estaba perdida, así que se apresuró a agarrar el caballo de alguno de los tipos que probablemente, aunque no estaban muertos, hubiera sido mejor que lo estuvieran. —Como sea, me largo—musitó, saltando sobre la montura. Justo cuando lo hizo, se oyó desde el edificio la explosión. El cielo azul se tiñó de gris por un momento, y luego hubo más y más estallidos, encadenándose entre sí como si aquello fuera una barraca de feria. El caballo emitió un relincho asustado y se encabritó, montándose sobre sus dos patas y tratando de derribar a "el botas", que por mucho que intentaba, no podía recuperar el control de la montura. "El botas" se resbaló de la silla y cayó al suelo, y después de eso, quedó completamente inconsciente. Y cuando despertó, uno de aquellos chuchos lo levantaba. Sus rostros y patas de animales habían vuelto a la normalidad, ocultando su potencial: el chaval que lo levantaba parecía un simple cowboy sacado de una sucia granja con un traje de federal robado de alguien demasiado gordo, muy poquita cosa. No parecía rondar más de los quince, pero el maldito tenía fuerza. —Nghn—consiguió mascullar "el botas" en su sopor. El chico se lo colocó en el hombro como un saco de trigo. "Diablos, chico, deberías estar en una granja cargando paja para las vacas" pensó. Lo llevó hasta un carro, con unos ocho bandidos más maniatados y amordazados como él, los cuales miraban asustados cómo una de aquellas bestias que había combatido tenía la apariencia de un rubito de facciones agradables y sonrisa blanca. —Éste es el último. ¿Veinticinco en total, sin contar a Misery?—dijo el rubito a un soldado más mayor y barbado de piel café la cual revelaba su procedencia latina. El rubito cowboy no se molestó en tener cuidado al soltar a "el botas" en la carreta y él emitió entre un quejido de protesta en el que deslizó las palabras "maldito chucho". Por suerte, el chico no lo oyó. "El botas" intentó moverse y resistirse pero apenas había espacio para intentar maniobrar. Agradeció mucho que no había sobrevivido más gente, dudaba que duplicar la cantidad de cuerpos sudorosos y ensangrentados hacinados ayudase a sobrellevar el sol del desierto, pero ciertamente no era lo más importante. Por otro lado, los dos chuchos hablaban frente a la carreta. El joven apoyado en la quebradiza madera con pose relajada de conquistador mientras que el barbado tenía la espalda recta y las manos tras la espalda. —Trece, siendo generosos. Los otros... bueno, tal y como han quedado después de la explosión, no nos sirven—fue lo que respondió el barbado, moviendo su bigote en un gesto de molestia. Ellos habían perdido dos compañeros en la maldita explosión. Bill "el botas" se dijo que Misery había decidido llevarse a todos los que pudiera con ella, "chuchos" o sus propios esbirros. "Pero qué hija de puta" pensó "el botas". Aunque estaba seguro que de haber sobrevivido lo anunciaría como un acto heróico del que libraría a sus esbirros de caer en las garras de los lobos. El barbado ladeó la cabeza y le preguntó al chico mientras se llevaba los dedos de la mano derecha al mentón: —¿Tú que dices? ¿Punto final para Greyclaw o para Misery? —Está claro que al menos Greyclaw está viva, así que...—fue lo que respondió el chico, algo incómodo por relativizar aquello como si estuvieran jugando a la guerra. El barbado emitió una sonrisita antes de mirar el estropicio que había causado la explosión: la cabaña de madera que se extendía desde una esquina de la empalizada y servía como edificio principal había perdido gran parte de su lado este, como si un gigante la hubiera pateado. Ya no había torres de vigilancia porque la explosión las había mandado a volar: pocas pasarelas rodeando la empalizada estaban funcionales porque faltaban trozos y lo que quedaba no era muy estable que digamos. El establo y los barracones sólo eran madera en el suelo y cenizas. El olor a carne y pelaje quemado era penetrante, y más para el desarrollado sentido del olfato de los lobos. Con tamaño estropicio parecía increíble que estuviera tan bien pero el barbado había sido lo suficientemente inteligente como para dar la orden de retirada apenas llegó a su morro el olor a pólvora: esa simple acción había salvado la vida de casi todo el regimiento, pues no todos tenían la fuerza bruta de Greyclaw como para aguantar una explosión tan fuerte. Incluso si la loba no hubiera tenido la fuerza para aguantarlo, no se habría retirado, no iba a dejar que una forajida la hiciera huir y aún menos Misery. A pesar de todo, dos de los licántropos no habían logrado huir a tiempo. El barbado comenzó a analizar la situación. Como teniente segundo de los regimientos de lobos de la frontera del estado de Nebraska, era ya una costumbre. Esa era su principal aportación a los lobos de la frontera ya que en fuerza bruta, un lobo de la frontera de sus mismas condiciones pero más joven le ganaba. ¿Su nombre? Crisantelmo de Aranjuez. —Yo me aventuraré a decir que punto final para Misery. Greyclaw no ha perdido la guerra de la frontera, pero sí la batalla final contra Misery. Sólo hay que ver cómo ha quedado todo: reconstruirlo sería más costoso que beneficioso, así que no hemos reconquistado nada. Ni siquiera hemos podido aprovechar armas, víveres, pólvora o hacernos con un par de buenos caballos. Aunque en parte es porque nadie nos advirtió que estos hijueputas podían tener balas de plata encima—el cowboy no entendió el modismo mejicano, pero lo había oído las suficientes veces en las situaciones precisas como para inferir que no eran elogios. Era curioso ver a alguien tan serio y metódico soltar esa palabreja de vez en cuando. Y sería gracioso de no ser por la mirada dura del licántropo, que llegaba a ser imponente incluso entre licántropos-Debes fijarte en esas cosas. Los víveres y recursos son casi tan importantes como el número de soldados en un bando. El cowboy asintió. El teniente segundo hacía honor a su fama de haber participado en guerras y saber sobre el oficio. Dicho esto, el barbado pidió al cowboy que trajera una lona, la cual echó sobre la carreta. Iba a ser un viaje largo y no quería que les diera una insolación a los prisioneros. Tenían que llegar vivos, a fin de cuentas, si no, no cobraban. "El botas" por su parte sufría ante el olor de sudor, que no podía escapar por la lona y que se le metía en las narices. Olor a azufre de los cuerpos quemándose y olor a queso pasado por estar metido con aquellos sudorosos tíos: era una combinación muy asquerosa. El único consuelo que Bill "el botas" tenía era que al menos no le habían quitado las botas. Mientras las tuviera, estaba lejos de ser un simple cadáver. Repentinamente, la carreta se puso en marcha. "El botas" sabía que su destino no era la horca y ni siquiera lo llevaban a pudrirse en alguna celda. No sabía mucho, pero las malas lenguas decían que era algo que hacía ver la silla eléctrica y la horca como una noche con la mejor prostituta de la lejana San Francisco. Sería mejor empezar a pensar en algo para salir de ahí. Encima alguno de aquellos tíos se había meado del miedo. —Qué asco, joder—intentó articular. Pero solo salió un sonido raro por la mordaza.
Bienvenida de nuevo. No acostumbro leer originales pues estoy muy empapada de fandom ya hecho, pero he de decirte que tu historia suena interesante... ¿hombres lobo en el desierto, cowboys, Bill "El botas"? La ortografía es realmente buena y no noté errores salvo uno al principio, pero no afecta el desarrollo de la trama bien planteada que obviamente te deja con ganas de leer lo que sigue; así que probablemente me tengas por aquí en el siguiente capítulo. Saludos otra vez y felicidades por escribir.
Saludos. Normalmente me gusta comenzar señalando errores o detalles que puedan alterar la lógica de un escrito, pero, y hace mucho no ocurría, no encontré nada que señalar, tienes habilidad de escritura bastante buena. En lo referente a la historia, me llamaron la atención los personajes y lo que parece ser una guerra licántropo-humano. Es entretenido y no se siente largo, deja ganas de averiguar que continúa. No sé si la historia se siga desarrollando en los dos frentes; humanos y licántropos; para conocer la motivación de ambas partes, o al menos eso es lo que espero. Sigue con el buen trabajo de ortografía y no dejes de escribir.
Es muy agradable encontrar una historia que se tome en serio el universo licántropo. Parece que dentro de tu universo tienes muy bien estructurados los elementos, quién es quién, por qué luchan y cuáles son sus ideales. Incluso utilizar nombres geográficos reales que nos dan la pauta de que, en tu universo, las localizaciones que conocemos siguen siendo válidas, me da la impresión de que hay un trabajo de investigación a fondo. Me gusta tu manejo del lenguaje. De pronto saltas de una parte a otra con un capricho muy bien controlado. Los rasgos del entorno que vas narrando son pinceladas del paisaje, de los personajes, que vas colocando a cuentagotas para ir formando todo el escenario y las situaciones. Me agradan los personajes, creo que tienen mucho fondo, como si hubieran sido construidos con cuidado antes de lanzarte a inventar una historia sobre ellos. Todavía no puedo visualizarlos bien, ni cómo son ni qué rol juegan en la historia de una manera puntual, pero creo que es parte de tu intención. Aunque, unido a ello, de pronto quedarse sin mucha panorámica puede ser problemático. Debido a que las explicaciones objetivas son escasas, y mucho del capítulo son impresiones sueltas, no puedo entender aún este universo como lo tienes tú en tu mente, entonces me tocará leerlo todo de nuevo después, porque ahora no soltaste casi información. Entiendo que el estilo de la narrativa sea misterioso, pero a diferencia de una película, aquí carecemos de un apartado visual, por lo que sentí que la información no fue suficiente para aterrizar bien las situaciones, y en muchos casos honestamente me quedé a medias. Además la lucha no fue muy dinámica. Sacrificaste acción por narrativa poética/estilo, que es un arma de doble filo; no quedé insatisfecho porque fue muy lindo, muy creativo, pero al mismo tiempo el ritmo de la narración no me hizo sentir trepidancia, como si todo ocurriera en mucha calma aunque las palabras dijeran lo contrario. Pero en fin, creo que tienes bien manejado el estilo, que tienes en tu cabeza perfectamente delimitada tu historia y las cosas que deseas transmitir por lo pronto, y por lo tanto confío en que la historia siga con esta misma calidad para los próximos capítulos. *Cuida dar espacio a los guiones largos, así: —Como sea, me largo —musitó... *"El botas" siempre lleva mayúscula inicial. *Hijueputa no es para nada un modismo mexicano. Suena muy colombiano, si me lo preguntas. ¡Saludos!