Los fríos vientos de Junio que calan más hondo por allá en las tierras del sur, esa pisada firme, de bototos anchos que se enlodan en la nieve casi derretida del camino; aún no salen esos finos rayos vespertinos los que ya no importan con esa compañía de cada mañana, el camino es largo pero se acorta cuando el tiempo se pierde en esos calidos ojos. Como ya es costumbre, en ese tiempo libre de camino a casa, hay una parada obligada en ese trayecto, no muy lejos del camino, se haya un hermoso lugar de aguas congeladas que se embellece con aquel espectáculo de luces que otorga el sol que se oculta en los lejanos cerros. Esos calidos ojos se posan en una peculiar flor azul, no común en estas tierras, el tiempo se acaba, es hora de volver a casa. Por la noche la nieve hace su trabajo, emblanquece todo lugar, y lo divertido es ese sonido del crujir del hielo bajo los pies, es como morder las galletas recién horneadas de la abuela, pero, esta mañana no es como todas las demás, su acompañante ha salido más temprano, su mente le da una idea que se confirma al llegar a esa parada obligada, el tema es esa flor azul, una rosa, un milagro en estas tierras; su amiga yace caminando en esas aguas congeladas, el temor se hace realidad, esa grieta que se forma, ese salpicar cuando el cuerpo cae, como mil agujas le atraviesa ese frío traicionero, esa mano amiga que la arrebata de la muerte; el parpadeo es lento, la visión borrosa, la memoria es vaga, ese calor que la acoge, son las llamas que vienen de la salamandra, esta en casa y a salvo. El trayecto se hace eterno, sin esos pies que le siguen, el pesar es mayor, una trágica noticia le llega, ya no es capaz de detenerse en esa casa, con esa tristeza que no puede aguantar; ya llegado el momento, de ese amargo despido que no logra concretar, la pequeña niña no ve llegar a la esperada visita, sube sus bolso en la camioneta, que ya va cargada con muchos muebles. El andar es lento, aún con las cadenas, y cuando esos ojos calidos pensaban en derramar la primera lagrima, brillan con ternura con el frenar brusco del vehículo, es su amigo, que le trae un obsequio para decirle adiós, y ambos, con sus rostros empapados de tristeza y alegría se dicen “hasta pronto” sabiendo que jamás se olvidarán. El tiempo pasa, y aún en primavera el hielo lo cubre todo, haciendo esa eterna pelea que casi siempre gana, ya que dicen, como igualmente más hacia el norte con su dicho “cada vez que llueve es por que unas almas se unen”, pero la leyenda de esta zona, cuando salga la primera flor de primavera un deseo se ha cumplido. Es así, como un día el invierno pierde, la nieve desaparece, el verde florece, y la primera flor emerge, ¿qué deseo se ha cumplido esta vez?. Es uno tan simple y sincero que el mismo hielo, tan frío y cruel quiere con ansias que se cumpla de una vez….