Flamenco en mitad de un circo ambulante [Ashita No Nadja][Torneo de momentos] Asistí a ese circo ambulante por petición de José y un mínimo por esa chiquilla, después de todo se lo había ganado por hacer más factible mi drama ante sus ojos. Al llegar, el escenario era poco menos de lo que imaginaba. Si bien esperaba un pobre escenario, no me había preparado para tener ese enorme y extraño vehículo del que asomaban toda clase de artefactos extraños ¿qué calidad podría haber en él? Bueno estaba por descubrirlo. Los primeros pasos de Nadja resonaron, atrapando con ello la atención de la audiencia ¿Cómo no había de hacerlo? Era una joven de rasgos ingleses —diferentes a los españoles —que le hacían destacar ante un público inexperto; entonces, me recordé que había tenido tiempo de evaluarla antes de su presentación. Nadja estaba radiante con su traje tinto, con faldón a tres volantes, su espalda ligeramente descubierta y las mangas cortas que acentuaban sus hombros; eso sin considerar los detalles, me refería a aquellas pulseras y castañuelas que daban un atractivo folclórico a su vestuario. Debía admitirlo, presentable, pero nada más. Dio un golpe fuerte con su tacón al escenario y me regresó al presente, estaba por presenciar su baile y esa reverencia no planeaba suavizarme ni un poco. Los movimientos de Nadja eran suaves y, por algún motivo, me recordaban mi papel de damisela en apuros. Ese acto que había precedido al logro de mis objetivos, para recuperar a José, el héroe de España y tomarlo desprevenido con un beso. Sonreí, eso me había dejado el flamenco. Una lección de vida, para cazar a mis presas sin necesidad de enfrentar a la muerte como hiciera José en cada rodeo; sino recurriendo a la belleza que poseía, mientras está aún existiera. Dio un segundo pasó que marcaba el inicio de la segunda parte del flamenco, el ritmo se tornaba más acelerado, agresivo y elegante. Aunado a sus pasos, el flamenco, era una combinación que atraía al escenario una serie de sombras muy capaces de estremecerme. Pero… ¿por qué lo hacía? Un paso más y de pronto lo comprendía. Era porque me recordaba a mi pasado, a aquello que quise ocultar a los ojos de los demás, pero jamás pude hacerlo de mi misma. Claro, mi belleza era ahora mi mayor talento ¿y a dónde me había llevado? Estaba claro, al lado del gran héroe de España: El torero “José Rodríguez”, quien lograra su gran sueño. ¿Pero y yo?… Me había marchado hacía un par de años de Barcelona sin él, sin nada más que una esperanza de vivir la gran vida con un aristócrata inglés. Los pasos de Nadja ahora iban de derecha a izquierda, provocando que aquel juego de luz y oscuridad que antes decantaba en uno o en otro; se convocara en intervalos y jugaran a voluntad propia tomando fragmentos del cuerpo de su bailarina. La seguí con la vista y me resultaba impensable que alguna vez fui como ella, una pobre ilusa. De pronto, aquellos movimientos tomaban también giros que delimitaban el escenario y sus zapateos repetidos hacían vibrar la madera del escenario y contagiaba con ello a los espectadores y también… a mí. Comenzaba a atraparme y mezclar mis sentimientos a su antojo con el flamenco, debía eludirla, pero ¿cómo? «Lo tengo, pensé» y dirigí mi mirada a la suya, en la búsqueda de un freno para mi pasado, a mis desaciertos. Gran error. En aquel momento perdí la batalla, la pasión que denotaban sus ojos era contagiosa y solo era comparable con mi insistencia en practicar lo suficiente para convertirme en la mejor bailarina de flamenco. Cada vuelta, era un nuevo comienzo. Era retomar los pasos para avanzar a un nuevo destino, uno incierto pero que prometía bastante. Finalmente el encanto se rompió tras una última vuelta juguetona entre las luces y las sombras, donde la luz imperaba con el resultado de un constante esfuerzo. Aquel que yo había arrojado a la basura años atrás a manos de un noble inglés. —Oye, Carmen ¿Ya no volverás a bailar? —las palabras de José me perturbaron, pero me recordaron mi presente ¿para qué bailar ahora? si ya tenía todo lo que deseaba: riquezas y el amor de José —dijiste que tú y yo juntos, seríamos los mejores del mundo. —Eso ya no importa, José. Ahora tú y yo estamos juntos y con eso me basta —solté. Aunque sabía plenamente que no era mi mejor respuesta. Admiré a Nadja más que nunca, aún tenía la fortaleza para perseguir sus sueños. En cambio ¿qué sería de mí, ahora? Me volvería la pareja perfecta de José, lo acompañaría a cumplir su itinerario, a sonreír a las cámaras, a fingir que puedo vivir del triunfo de alguien más. En unos días la compañía Dandelion se marchó de España, yo tenía mi compromiso con José y no tenía la menor idea de lo que me había llevado a aquellos callejones que conducían a la cantina donde una vez juré mi amor por el flamenco. El tiempo pasaba para mí y aún en mi juventud, no era capaz de llenar el vacío que me causaba España y que me ponía de mal humor. Mis andanzas se repitieron una y otra vez, hasta que una de esas tantas veces José me siguió y luego me rodeo con sus fuertes brazos, sus músculos ahora eran más tibios que antes, de alguna forma tenían un aire similar a aquello que faltaba en mi interior. —Aún estamos a tiempo de actuar, Carmen. Eso era… él lo había descubierto antes, el motivo por el que visitaba la cantina, el porqué de volver a Barcelona, no solo quería recuperar a José, no. Lo que yo quería era la pasión que me proporcionaba el baile del flamenco.
Sin duda, sabes mi opinión ya; me gusta bastante, en especial que te hayas centrado en una emoción tan voluble, envidia. Es curioso como la envidia se entrelaza con los recuerdos para volverse una emoción capaz al menos, de dar un indicio de lo que alguien desea para sí mismo y obtenerlo. La descripción del baile junto a la narración es un poco confusa pero no deja de ser muy bien detallada.
Enviadia... no me lo esperaba sinceramente. Por un momento se me mezclaron los papeles, y pensaba que era la misma persona, que ella estaba recordandoc uando ella bailaba o algo así... fue extraña la sensación que me dio al leerlo. Luego me sumerjes en la imagen de esa joven... tan apasionada, me recordó al curioso caso de Benjamín Button, xD Pero noto que más que asombrada por la bailarina, ella estaba maravillada del baile, del flamenco como tal. De como se expresa, y como ella quiere seguir en eso. ¡Realmente no me esperaba eso! Es decir... ellos están juntos, ay no, que dilema. He amado tu escrito, y no porque seas tú, sino porque realmente está excelente.
¿Sabes? Ya dos personas te van diciendo que al leer la historia, la envidia los embargó. Pero a mí, por otra parte, no fue la sensación de envidia lo que me llegó sino una pasión oculta que el mismo personaje tiene y siente por el flamenco. Es simple pero hermosa. Tienes una forma de narrar los sentimientos del personaje junto con los pasos de baile de otro, mezclandolos de una forma única y que sólo algunos poseen. Me gustó como relataste la resignación a una vida excitante, y a la vez terminaste con la aceptación del deseo a la misma. Me encantó y lo amé, y cómo dijo Eris, no fue porque seas tú. Algo en este pequeño escrito me cautivo y me sumergió hasta lo más hondo de la lectura. Felicidades y suerte. Besos xx
Este va a pasar a mis favoritos por dos cosas: por una de mis series favoritas ¡y porque escribiste sobre el flamenco y la pasión de bailarlo! El flamenco es un baile muy seductor y con caracter, que hay que dar esos taconazos (?) me encanta como Carmen ve a Nadja y se cuestiona sobre ella misma, su presente y futuro gracias al ver la pasión y la fuerza que tiene ella al bailar. Esto de reconocerse en alguien más me ha encantado ¡y que recuperase su amor por el baile mucho más! Voy a decirte que además de todo, el final de José es de mis favoritos aquí <3 ¡Un abrazo!