Para la actividad Identidad Perdida, de Fenix Wayne. Finalmente al recordar Hace semanas que deambulo por estas calles que me son desconocidas. Día tras noche transito por ellas, sin rumbo fijo, cruzándome en mi inacabable camino con diferentes personas cuyos rostros me son indiferentes. No importa cuánto haya tratado por llamarles la atención, ellos simplemente no pueden verme ni oírme, mas sí pueden sentirme… O algo así. A veces, tan sólo por el gusto de hacer travesuras, me interpongo y detengo ante ellos. Es divertido el contemplar la sorpresa en sus gestos o el estrechamiento que sacude sus cuerpos cada vez que lo hago. Me pregunto qué se sentirá el atravesar un fantasma… Así es, soy un fantasma y, ¿cómo es que lo sé? Todo se rememora a ese día… Realmente no sé cómo ni por qué, pero “desperté” en el hospital, tendido sobre una camilla y cubierto por una fina y desgastada sábana blanca. Me sentía aturdido, cansado y magullado; el cuerpo me pesaba como si estuviera hecho de plomo y apenas conseguía mantener los párpados abiertos. Cuando finalmente logré acostumbrarme a la opresiva sensación e incorporarme de aquel lecho, el escenario que se desarrollaba ante mí bastó para robarme el aliento. Y es que todo a mí alrededor, absolutamente todo, se percibía como un torbellino de colores, sonidos y emociones entremezclados. La vida se percibía en el ambiente, proviniendo de cada ser allí presente. De todos y cada uno de ellos, menos de mí. No tardé mucho tiempo en abandonar mi estado de estupefacción para comprender en qué me diferenciaba. Había muerto, eso era todo. ¿De qué? Ah, eso es algo que me gustaría recordar. Ahora es medianoche y, una vez más, vago en soledad. No tengo a dónde ir, mucho menos con qué entretenerme. Quizás se pregunten qué es lo que aún me ata a este mundo. Lamento tener que decirles que, aunque realmente quisiera, no podría responderles porque esa es una interrogante a la que ―mucho me temo― nunca hallaré respuesta. No sé quién soy, quién fui. Ignoró lo que mi existencia habrá significado para la sociedad a la que pertenecía o si mi identidad habrá dejado huella en la vida de alguien más. Mi mente está en blanco, nada acude a ella. Así jamás podre descansar en paz. Una extraña sensación ha estado molestándome durante todo el día. Es confusa y no puedo comprenderla por completo. Se siente por dentro ―muy dentro―, como un vacío desesperado que demanda ser colmado pero, a la vez, como una insoportable carga que busca escapar al exterior. Es intenso, demasiado, y se extiende por cada fibra de mi difunto ser a modo de tortura. ¿Alguna vez habré sentido algo parecido? ¿Habré sabido cómo actuar ante ello? La exaltación aún persiste y ahora puedo sentirla más vehemente, más exigente. Qué será es lo que trato de descubrir. De alguna manera, mi cuerpo ha actuado por sí mi mismo bajo instinto y atravesado toda la ciudad hasta llegar a aquella parte a la que nunca antes me había atrevido a visitar en cuanto comprendí mi situación. No por cobardía precisamente, sólo supongo que deseaba postergarlo lo máximo posible. Pero, al parecer, el momento de afrontarlo había llegado. La luz de la luna en cuarto menguante era mi única acompañante y guía. Con lentitud comencé a recorrer cada rincón del cementerio, inseguro aún de qué o a quién buscaba. Una a una pasaban ante mis ojos los nombres grabados sobre la fría piedra, pero ninguno me resultaba familiar. Mientras lo hacía, un sentimiento de empatía se instaló en mi interior al contemplar cómo algunas de ellas lucían tan maltratadas y abandonadas por el tiempo. Ya comenzaba a cuestionarme sobre el abandonar esta inusual expedición cuando algo finalmente captó mi atención. No se trataba de la lápida más extravagante o de la más trabajada, tampoco de las más visitada o recordada como podía notarse gracias a las marchitas flores que la adornaban. Sin embargo, la sensación que de ella emanaba me era familiar. Y, en lo más remoto de mi sentir, podía recordar haberla presenciado antes. Inmediatamente me dirigí hacia su lugar, con las ansias creciendo con cada instante. Las piernas me temblaban mientras efectuaba los pasos, mas me obligué a mantenerme firme. Si mi corazón todavía latiera, seguramente lo haría de tal manera que podría resonar ante tanto silencio. Detuve mis pasos al quedar frente a la tumba y fue cuando me di cuenta de que jadeaba. Justo en ese momento, una gran nube negra y pasajera cubrió el cielo, privándome de la luz necesaria para leer la inscripción. Serían sólo unos segundos hasta que ésta desapareciera, pero ya no podía esperar más. Me incliné sobre la piedra labrada, ubicando mi mirada en el sitio preciso donde residía el nombre del difunto. ―Amanda Brown ―leí. El mundo a mí alrededor se detuvo y recordé. Sus brazos me rodearon, abrazándome desde la espalda mientras la luna volvía a emerger de su lapsus para nosotros. Las lágrimas empañaron mis ojos y silenciosamente comenzaron a caer por mi rostro, pero no me importaba. Ya nada más lo hacía. ―Finalmente has llegado ―me susurró ella, apretándose más hacía mí―. Te extrañé, Kevin. ―Perdóname por hacerte esperar tanto ―Alcancé a decirle antes de que comenzáramos a desvanecernos para siempre―. Yo también te extrañé.
Ha sido tan... Wow. Me mate cuando ―Finalmente has llegado ―me susurró suavemente, apretándose más hacía mí―. Te extrañé, Kevin. ―Perdóname que te hiciera esperar tanto ―Alcancé a decirle antes de que comenzáramos a desvanecernos para siempre―. Yo también te extrañé. ¡Fue precioso! Espero que ganas, no he visto ningún error. ¡Mucho animo!
¡Hola! Por fin tengo tiempo :D Ah, pues la verdad también me gustó mucho. La insertidumbre de no saber quién es que el personaje siente conforme vaga por las calles de una medianoche quedó perfectamente descrita. La inquietud de no recorda nada aún cuando sabe que de alguna manera es importante, que no debió olvidarlo. La culpabilidad puede ser enorme, inculos a pesar de que los seres a su alrededor le sean indiferentes, porque se habla de él y él es quien importa; él y su recuerdo. El diálogo final resultó para mí tanto impactante como enternecedora. Finalmente este desorientado fantasma tendrá su descanso deseado junto con auquella persona amada a quien no tenía que olvidar. La imagen le fue como anillo al dedo. Simplemente precioso el escrito. Errores tal cual no noté, sólo algo pequeño que me resltó a la vista, pero en sí nada grave: Antes de la piedra hablas de los nombres y dado que es palabra masculina creo que en realidad sería uno a uno, ¿no? Siento que se leería mejor. Pero bueno, no soy alguien expecta en el tema y como bien sabes, yo misma cometo catidad enorme de errores. Lo que sí, es que fuera de esto, todo estuvo maravilloso. Espero leer otro escrito así. Te cuidas. Hasta otra.
Konbanwa~ Seguro pensaste que ya no me pasaria [Soy JuL!-Ch@N, alias Invernalia, alias NanakoGrey xD] Me encanto, fue fantastico. Una melancolia muy bien descrita y un final inesperado :) Un escrito a mi consideración muy bien hecho y probablemente impecable. Me gusto mucho :)
Vaya que haz explotado al máximo la idea de "Identidad Perdida", ha sido muy original el argumento que haz terminado usando, un fantasma es algo que no me hubiera pasado por la mente en tomar. La forma en que manejaste el sentir de quien protagonista la historia fue simplemente magnifico, el desasosiego, la incertidumbre, la indiferencia reciproca y al mismo tiempo la ferviente de necesidad de saber quien fue y que hacia cuando murió. La forma en la que haz descrito cada uno de esos sentimientos es solo digno de ti, diría un poeta que les haz otorgado alma. Respecto al final es la conclusión perfecta para un relato fantastico, uno de esos finales que te dejan un sentimiento de pasividad y tranquilidad, una sonrisa en el rostro.