Saint Seiya Feliz cumpleaños, Ángie

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Arkannos, 25 Diciembre 2022.

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    Arkannos

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    Escritora
    Título:
    Feliz cumpleaños, Ángie
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3211
    Antes de leer; Esta historia tiene juegos de índole sexual (bromas entre hombres) pero NO ES YAOI. Los personajes aquí utilizados son unos mujeriegos empedernidos, aunque sus palabras y acciones demuestren lo contrario.

    Advertencias; Temas sexuales no apto para menores ni personas sensibles, ancianas adictas al sexo, adulterio, personajes algo OoC, humor negro y palabras vulgares. Si no son fans de ese tipo de temática, no lo lean, advertidos están xD

    Los personajes pertenecen a Masami Kurumada.​
    Esta historia esta situada en la rebelión de Saga. El es la reencarnación de Ares y sigue al mando del Santuario (se podría decir que se sitúa dos años antes de que sea derrocado) Afrodita tiene 19 y Ángelo 20 recién cumplidos. Me tomé varias licencias artísticas ;P


    —Feliz cumpleaños, Ángie—

    10 de marzo—
    Afrodita apretó los puños con fuerza y se mordió el labio para impedir que su boca soltara varios improperios que no se veían para nada elegantes en una persona tan refinada y elegante como él. Pero, para su mala suerte, su mejor amigo no le ayudaba en nada para que siguiera guardando la compostura.

    Bueno, ese idiota nunca le ayudaba en nada. Y tampoco servía para nada.

    Ángelo de Cáncer seguía muerto de la risa, sentado en el sofisticado sillón de un sofisticado color rojo. Sobré la mesilla estaba una caja de regalo adornada simplemente con un moño rosa.

    —Hazme el favor de irte de mi casa con todo y tú regalito. —"Maldito hijo de perra" quiso decirle.

    —Ay, por favor Nemo, no es tan malo. —se burló el peliazul, tomando de nuevo la caja. La abrió y para mas bochorno de Afrodita, sacó el maldito consolador del empaque. Era negro, con las venas resaltadas y, si no se equivocaba, medía 20 centímetros —¡Te vas a divertir a lo grande! —Ángelo agitó el singular aparato, luciendo una sonrisa digna de ser golpeada —Lo elegí especialmente para ti, mi estimado amigo. Además ¡Vibra! —pulsó un botón y esa cosa empezó a vibrar —Tiene tres velocidades y mide 22 centímetros. —le informó —¿Acaso vas a despreciar esta maravillosa oportunidad de tener el mejor orgasmo de tu puta vida, Nemo?

    Afrodita respiró lentamente, tratando de contar hasta diez. El italiano sabía perfectamente que a él le encantaban las mujeres y que era el mujeriego mas famoso de todo el Santuario. Sus andanzas con mujeres solteras, viudas y casadas ya eran conocidas en todo el lugar, llegando al grado de ser considerado un ejemplo a seguir por los nuevos mocositos que querían andar de cama en cama. Pero Ángelo, como siempre, le encantaba sacarlo de sus casillas con sus malditos obsequios fuera de lugar -aunque después le entregaba los verdaderos regalos-. Regalos que eran una clara referencia a su vida sexual (Y que decir de sus preferencias).

    La primera vez le regaló un dildo en su cumpleaños. La segunda fueron pastillas de disfunción eréctil. La tercera fue una copa menstrual. Después unas toallas sanitarias ¡Y ahora esto! Afrodita vio todo rojo por un instante.

    ¡Al diablo la elegancia y decoro, ese maldito no merecía su respeto!

    —Escucha, pedazo de idiota mal parido y deforme. —Ángelo sonrió, mostrando sus dientes, como le encantaba fastidiar al Piscis —Agarra esa porquería y métetela en el culo, o mejor, úsala con las tipas con las que te metes, porque de seguro con tu tamañito no les haces ni cosquillas. —espetó, mirándole con arrogancia y desdén.

    —Uh, nos pusimos vulgares. —con lentitud guardó el consolador en la caja, sin quitarle la vista al menor de encima —Para que te lo sepas, Nemo, mis mujeres se mueren de placer en mi cama, siempre regresan por más de mí. —se señaló de cuerpo completo —Una noche conmigo, nunca es suficiente.

    —Si, claro. —dijo, sarcástico —Vuelven para ver si te ha crecido por lo menos un centímetro, pero no haces mas que decepcionarlas. —se burló —Incluso mi dedo meñique es mas grande que tu porquería. —alzó su mano, irguiendo el dedo en cuestión. Ángelo ladeó el rostro y se humedeció los labios —Ahora, hazme el maldito favor de largarte con todo y tu juguete. —Afrodita se levantó del sillón, se dio la media vuelta en dirección a su habitación. Ya no tenía ni tiempo ni ganas de soportar a ese estúpido que tenía como amigo —Te lo juro, Cangrejo, algún día me cobraré todas y cada una de tus ofensas. Lo juro por mi orgullo y belleza, que es lo que mas amo en este mundo.

    Ángelo estalló en carcajadas, se levantó y en ningún momento tomó la caja.

    —Ay, no cabe duda que el hacerte viejo te hace más malgeniudo. —antes de irse, sacó de su bolsillo trasero una pequeña cajita negra con un simple monito verde en ella —Toma. —le lanzó la caja, la cual Afrodita atrapó con una sola mano —Feliz cumpleaños. —dijo, dándose la vuelta rumbo a la salida. Ondeó la mano en señal de despedida —Usa el consolador, porque se nota que lo necesitas, Nemo.

    Afrodita lo vio partir, guardándose las ganas de lanzarle una rosa piraña. Abrió la cajita negra y suspiró, aguantando las ganas de sonreír. En ella había un boleto para una cita en el spa y un anillo de plata con un precioso grabado de una rosa con un pequeño rubí incrustado en ella. En el interior del anillo había un nombre y un numero; Emil, 19.

    Con calma se colocó el anillo en el dedo anular de la mano derecha. Lo miró por un par de segundos y sonrió dichoso; Ángelo definitivamente conocía sus gustos y no escatimaba en gastos.

    Pero eso no hacia que su molestia por sus "regalitos" estúpidos disminuyera. Fijó sus celestes ojos en la caja que aun reposaba sobre la mesilla, pensando que hacer con su mejor amigo. Tenía que cobrarse de una manera esas estúpidas bromitas, lo había jurado por su belleza y orgullo, no podía romper esa promesa.

    Un brillo se instaló en esos ojos de cielo, era un brillo siniestro y atemorizante, y junto a la sonrisa traviesa que se dibujó en su cara lo hacía ver más perverso.

    —Ya verás, criatura antinatural. —se llevó la mano que tenía el anillo a los labios y habló en voz extremadamente baja contra la fina plata, como si le estuviera contando un delicado secreto —Muy pronto Ángie, muy pronto.

    24 de junio—
    Ángelo frunció la nariz al reparar en la presencia de Afrodita, el cual estaba sentado elegantemente en su sillón de cuero negro. Su pierna derecha estaba cruzada sobre la izquierda, en su mano portaba una copa de vino de la cual bebía pequeños tragos. Su cabello celeste estaba recogido en una cola alta y su vestimenta parecía sacada de una revista de moda.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó, sentándose frente al Piscis. En la mesa había una botella de vino y una cerveza recién destapada. Ángelo no dudó en tomar la bebida de cebada y llevársela a los labios. Eso de los vinos no era para él.

    —Mph. —farfulló Piscis, haciendo un mohín de disgusto —¿Así agradeces mi preocupación por abastecerte de ese asqueroso alcohol y visitarte en tu pocilga? —señaló el templo de Cáncer, el cual estaba completamente tapizado por rostros en cada muro y pilar.

    —Agradecer no es lo mío. —rodó los ojos, fingiendo molestia —Ya, ¿Qué quieres? Tu no sueles visitarme nada mas porque si, por lo general soy yo quien va a verte.

    —Te visitaría mas seguido si tu templo no apestara a patas, querido. —Ángelo arrugó el entrecejo —Pero hoy no vine a discutir, vine a festejar que lamentablemente tienes un año mas de vida. —dijo, alzando la copa.

    —Ah, es eso. —chasqueó la lengua y se recostó en el sillón —Ni me acordaba. —se encogió de hombros, restándole importancia al asunto. No era algo importante que mereciera ser celebrado por lo alto —Y para que te lo sepas, mi casa no huele a patas, huele a verdadero hombre.

    —Si, querido, lo que digas. —respondió el peliceleste —Bueno, ya que sabes el motivo de mi presencia, quiero solicitarte que vayas a tu habitación. —Ángelo alzó ambas cejas.

    —¿Así nada más? —preguntó, mirándole con falsa sorpresa —¿Crees que para llevarme a la cama solo tienes que ordenármelo? Para que te lo sepas, Nemo, yo soy un hombre al cual se le conquista con rosas y chocolates, con canciones románticas y poemas susurrados al oído. No soy una de tus putas con las que sueles tratar, yo soy un caballerito decente. Respétame. —Afrodita le miró con ojos asesinos. Estúpido cangrejo.

    —Nada mas porque es tu cumpleaños, Jaiba, o te juro que te perforaba cada centímetro de tu asqueroso y repugnante cuerpo. —dijo con voz mortalmente seria —Y si me gustaran los hombres, cosa que no, te aseguro que jamás me metería contigo, cara de perro.

    El de Cáncer rió. Jamás lo diría en voz alta, pero Afrodita era tan divertido a su particular manera. No por nada el falso Patriarca, Ares, solía conversar con el sueco y con él sobre varias cosas, incluso habían compartido un par de cervezas. Ares solía decir que se divertía con sus dantescas conversaciones, incluso con los chismes que de vez en cuando compartían.

    —Eso dices. —dijo, dejando la botella en la mesa, se puso de pie y se estiró como un felino, sintiendo como sus músculos agradecían esa acción —Bien, iré a mi habitación ¿Traes lubricante? —Afrodita le miró horrorizado —Y de una vez te digo Nemo, yo voy arriba.

    —¡Ya ve a tu maldito cuarto! —ladró Piscis, un tanto desesperado. Ya quería que ese idiota entrara a su habitación.

    —Ya voy, ya voy. —espetó, caminando con desgano en dirección a sus aposentos privados.

    Entró al pasillo que conducía a su oscura y solitaria habitación. Los rostros desencajados de dolor estaban adheridos en los muros, soltando quedos lamentos y lloriqueos, murmurando con voz rota su particular apodo; Deathmask. Ángelo sonrió, eso era música para sus oídos.

    En cuanto llegó a su puerta, giró la perilla y entró, topándose con lo más extraño que había visto en sus escasos veinte años recién cumplidos.

    La habitación estaba pulcramente decorada para una velada romántica; Las cortinas de un color negro impedían que la luz del día se filtrara por la única ventana del lugar, había varias velas rojas apostadas en cada rincón encendidas las cuales emanaban un empalagoso aroma a chocolate. En el suelo había un camino de pétalos de rosas que conducían a la cama, que estaba cubierta por un dosel semitransparente de color rojo. Por la escasa luz de las velas, apenas se podía distinguir la silueta de una mujer sentada sobre la cama.

    —¿Eh? —dijo confundido.

    Ángelo miró boquiabierto la escena, y antes de que pudiera reaccionar, un par de manos le empujaron con violencia a la habitación. Estuvo a nada de darle un beso al suelo por el inesperado empujón. Rápidamente se dio la vuelta y contempló como Afrodita sonreía malicioso y de un portazo cerraba la puerta. El sonido de unas llaves y el "click" de la cerradura se escuchó poco después.

    —¡Disfruta tu regalo, amigo! —escuchó la voz de Afrodita, en ella se distinguía la diversión.

    Antes de responder de regreso, un movimiento en la cama captó su atención. La persona que estaba tras el velo rojo se levantó y salió. Portaba una capa roja como la sangre, la cual le cubría desde los pies hasta la cabeza; No podía ver su rostro con precisión. Caminó sensualmente hasta quedar frente a él.

    Como si el destino quisiera que eso pasase (O Afrodita, en este caso), su estéreo se encendió; la canción Let's Get It On de Marvin Gaye rasgó el silencio de la estancia con su voz que inspiraba a los amantes a entregarse a la pasión, al deseo carnal, al amor.

    Ángelo seguía sin poder procesar toda esa inesperada situación. Su cerebro estaba desconectado, eso parecía un sueño. Un extraño sueño.

    Un sueño, que no tardó en tornarse en una jodida pesadilla.

    La mujer frente a él empezó a desanudar el nudo que unía la capa, sus manos estaban cubiertas por unos guantes blancos. Cuando la bata calló al suelo, la mandíbula de Ángelo se desencajó.

    Una mujer de unos sesenta y pico de años estaba frente a él, solamente cubierta por una tanguita de encaje que iba a juego con los guantes. Su piel arrugada y marchita colgaba por todas partes, al igual que sus flácidos senos. La piel de sus brazos y piernas estaba casi adherida a los huesos, solamente su pancita era lo que se veía firme en ese anciano cuerpo.

    Su rostro mostraba que el paso del tiempo no era en vano; las arrugas en la comisura de sus labios y ojos eran de temer. Sus delgados labios estaban pintados con un color rojo, tenía un lunar pintado al ladito de su boca y sus pestañas eran postizas. Las chapas que tenía en sus mejillas no podían ocultar su palidez mortal. Su cabello blanco estaba suelto y le llegaba hasta por debajo de los hombros, aunque eso no impidió que Ángelo ignorara las zonas calvas en su cabeza.

    —Vamos amar, cariño. —dijo la viejecita, sonriendo con lascivia.

    El peliazul abrió los ojos, más espantado que antes y dio varios pasos hacia atrás hasta toparse con la madera, deseando fundirse en ella y desaparecer para siempre; La anciana no tenía dientes.

    ¡No tenía dientes!

    —A… A… ¡AFRODITA! —gritó, dándole de porrazos a la puerta, sin quitarle la vista a la mujercilla que ahora se lamía los labios.

    —No estoooy. —escuchó la voz cantarina del Piscis al otro lado.

    —¡¿Cómo demonios no vas a…?! ¡AH! ¡¿QUÉ DEMONIOS HACE ABUELA?!

    La anciana no perdió tiempo y ni le pidió permiso, le tomó de la cintura y lo aventó contra la puerta, dejándolo a su completa merced. Ella se puso de rodillas y con sobrada experiencia le desató el cinturón. Seguía humedeciéndose los labios.

    —¿No es obvio cariño? Voy a probar la paleta, pero de una vez te aviso corazón; A mi no me gusta con envoltura, aunque sea de sabores. Y no te preocupes, no te voy a morder —abrió la boca, mostrando sus encías —El estar chimuela me da muchas ventajas para hacerles un rico sexo oral. —Ángelo bajó rápidamente la mano y le dio un manotazo en los dedos al ver que había logrado desatar el botón del ojal. Se aferró a su pantalón como si su existencia dependiera de ello.

    —¡AFRODITAAA!

    —Ya Jaiba, por todos los dioses, disfruta tu regalo… ¡Gózalo!

    —¡Afrodita! ¡No estoy para juegos, idiota! ¡ÁBREME! —vociferó al borde de una crisis nerviosa. Con su mano libre siguió golpeando la puerta.

    —Mmm… Eres un cliente difícil. —sonrió la anciana —Bien me lo dijo el joven Afrodita cuando fue a buscarme; Te gusta que te dominen. —Ángelo parpadeó sin entender —¿Eres masoquista? ¿Quieres que te haga ver quién manda?

    —¡¿EH?! ¡¿Qué demonios le pasa abuela?! ¡Yo soy un Santo Dorado y nadie me domina!

    —Lo que digas corazón, se te nota a mil leguas que eres pasivo agresivo. —respondió, intentando apartar la mano del peliazul para poder bajarle el pantalón —Y no me digas abuela, mi nombre es Elora, soy una experta en el arte del sexo, no por nada tengo cuarenta años en el negocio. Y soy la mas solicitada ya que conozco al derecho y al revés el kamasutra. —dijo, guiñándole un ojo con coquetería —Pero basta de pláticas, solamente recuerda que hoy soy tu dominatrix. Me dirás Ama y tu eres mi Sumiso. —Ángelo la miró como si fuera una loca escapada del manicomio —Nuestra palabra de seguridad será Ángie.

    —¿Ángie? —farfulló —Usted es una vieja lo… ¡AAAAH!

    La mujer no perdió tiempo en bajarle con presteza el pantalón junto a la ropa interior. El italiano no se lo pensó dos veces y sin remordimiento alguno le asestó una cachetada en la cara antes de que se acercara a su hombría. La pobre anciana calló sobre su culo, sobándose la mejilla adolorida. El santo no perdió esos escasos minutos de victoria y se alzó los pantalones. Con una fuerza demoledora le dio un puñetazo a la puerta, provocando que la madera se agrietara ante el impacto.

    —¡ABRE LA PUTA PUERTA EMIL! —gritó con voz potente, refiriéndose al de Piscis por su verdadero nombre. Las carcajadas del sueco se escucharon como respuesta.

    —Búscala bien, Jaiba, la copia de la llave está dentro. Muy dentro. —Ángelo volteó a la habitación y miró a todos lados con locura y desesperación. Los pasos de Afrodita se empezaron a escuchar distantes.

    En el lugar no había nada. A cada segundo que pasaba sentía que se estaba desquiciando más, y la jodida música no ayudaba en nada para apaciguar sus nervios.

    —Ey, cariño. —la voz de la anciana le hizo bajar la mirada. La mejilla de la viejita estaba roja y se podía ver su mano marcada en ella. En ningún momento dejó de sonreír —La llave no la encontraras en la habitación, debes buscar en lo profundo. —con descaro se recostó sobre su espalda, apoyándose en sus codos para quedar semi sentada y, con lentitud, abrió las piernas, dándole una vista muy amplia al peliazul de su zona íntima solamente cubierta por la tanguita.

    Ángelo apretó los puños con rabia y en sus ojos, un brillo rojo resplandeció. La sonrisa de la anciana se desvaneció en un parpadeo.

    X—

    Afrodita se volvió a servir la copa de vino y con gusto sonrió. No pudo evitar sentir un atisbo de lástima al ver como el rostro de Elora aparecía en el techo del cuarto templo con una expresión de sufrimiento infinito, pero eso no restaba ni un poco la felicidad que le embargaba en esos momentos. Al fin se había cobrado todas y cada una de las bromas de Ángelo.

    Miró con gozo la pequeña caja plateada abierta sobre la mesa, dentro había una esclava de oro y junto a ella estaba un libro; El Necronomicón de H.P. Lovecraft y sobre este había una rosa negra que jamás se marchitaría.

    En cuanto Ángelo saliera de su habitación se los entregaría y le llevaría a comer al mas lujoso restaurante de Italia. Bendito fuera su poder de teletransportarse y el beneplácito del Dios de la Guerra por autorizarles salir del Santuario.

    —Feliz cumpleaños, Death. —murmuró satisfecho con su venganza —Feliz cumpleaños, Ángie.

    —FIN—​

    Elora; Según leí en un artículo, su nombre significa "La que tiene talento, de pensamiento impaciente" y de que estaba impaciente por comer la paleta de Ángelo no hay duda xD

    Esta idea ya la tenía escrita desde junio, pero por azares del destino y mucha, mucha, mucha, muuuucha pena, no lo subí. Era para homenajear en su cumpleaños a Death, el cual es uno de mis santos favoritos.

    Muchas gracias por llegar hasta aquí y leer mis locuras. (La imagen no me pertenece, créditos a su autor)

    Este pequeño relato es para Eramaan Viimeinen.

    Mi DiosaGéminis, espero este pequeño regalo sea de tu agrado. Gracias por el maravilloso fic que me dedicaste, lo amé de principio a fin. Feliz navidad (oficialmente xD)

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    Última edición: 25 Diciembre 2022
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