Fantasma

Fantasma

Pf, rompí la tradición de no poner mis participaciones antes de ser calificadas. Espero que no resulte perjudicial <3

Título: Fantasma
Summary: Pareciera, justo ahora, que la niña animosa de tus recuerdos hubiese muerto.
Tipo: One-shot
Cantidad de palabras: 655
Clasificación: K+
Advertencias: Sin betear y sin el sufrimiento necesario. Participa en 'Más que lágrimas y sufrimiento'.
Género: Friendship/Angst

Fantasma​

Crispetas y risas de niñas inmaduras; sonrisas inocentes, libres y reflejadas en el simple gozo de encontrar un juego nuevo que probar o alguna nueva muñeca en el mercado para adquirir. Incluso, la cháchara sobre nada de la secundaria te parece hermosa ante la destrucción que causa lo que pueden ver tus ojos. Escuchas las palabras, tratando de sopesarlas; sin embargo, lo que queda de tu resistencia no es suficiente para lidiar con todo esto.

Examinas a la muchacha una y otra vez, encontrando extraño el exceso de labial en su pequeña boca o la poca tela que usa ahora para cubrirse. Notas que muchos voltean indiscretos a mirarla, pero que no parece importarle demasiado. Aquella desconocida no puede ser tu mejor amiga de la secundaria, te dices; no puede ni debe ser a quien estuvieron buscando mucho tiempo cuando quiso desaparecer

—¿Volver a casa de mi padre? —sopesa ella a una interrogante tuya. De los trozos de charla que supiste procesar, comprendiste que había estado en la capital los últimos meses, destruyendo la poca ilusión que su padre guardaba. La joven frunció el ceño, desdeñosa — Claro que no, Lisa. No tengo nada que hacer ahí.

Nostalgia. No existen lágrimas ni tristeza alguna en esa sonrisa autosuficiente; de hecho, ni siquiera mostró angustia alguna el día de la muerte de su madre. Vacío e ira. El aroma de perfume exagerado y alcohol llega a tu olfato, puedes jurar que ha bebido antes de salir; y, a pesar que esto comenzó mucho tiempo antes, no deja de dolerte.

De la pequeña que conociste en el jardín de infantes nada queda ya, Lisa.

¿Escuela? No. ¿Trabajo? Jamás. Lo único firme es que piensa permanecer con ese sujeto hasta que su existencia termine y que él la tiene en la palma de su mano; escuchas, claramente molesta, que planea casarse con él. Arruinarse. Prensas el puño a tu costado, expresando –lo más amable que puedes– que sus proyectos son una soberana estupidez.

Bien, no sabes cómo pero están discutiendo. Ella espeta tu falta de consideración y cómo echaste al tacho el primer encuentro que ha tenido con alguien conocido por años. Te limitas a repetir, a insistir y a tratar de hacerla entrar en razón. La chica insolente y elegantemente desaliñada que te grita no es tu mejor amiga, mas aquella sombra raída muerde y no lo quieres soportar.

—¡No pienso aguantar que estés tratándome así! Me acerco a saludarte, como compañera de escuela ¿Y pretendes decirme qué hacer?

Antes de llegar a extremos peligrosos, la oyes insultarte y marcharse furiosa. Has criticado a su novio siempre, así que no tienes demasiado claro por qué le disgusta ahora. Tus ojos hierven, contristados y un nudo molesto en tu garganta te impide hablar. ¿En realidad piensa que eres una mocosa cobarde que no sabe nada de la vida?

¿De verdad puede odiarte a ti, que has puesto mil veces las manos al fuego por ella?

Corres en dirección opuesta, desolada; preguntándote si rogar tanto por verla de nuevo valió la pena. Empujas las puertas que te impiden derrumbarte en tu cama y ahogas un gruñido roto en la mullida almohada. Ha sido tan corto que apenas puedes contar los detalles enteros, sin embargo, entre tus términos iracundos distingues la sombra del llanto que se aproxima. Sueltas el silencio y rompes a llorar, inerte. Juras, gritas entre sollozos que no es por ella, y que la rabia te provoca cambios de humor fuera de lugar.

Maldices. Revistas de adolescentes, madrugadas de charla interminable y promesas infundadas; porque no es ella la razón de tu sufrimiento, aunque tu corazón así lo crea. Y te sumas a la larga lista que espera por su retorno.

Esos ojos café, ciegos bajo el influjo de hechizos zalameros, te observan en el reflejo de tu habitación. Pareciera, justo ahora, que la niña animosa de tus recuerdos hubiese muerto.

Vamos a ser amigas por siempre. ¿Verdad?