Long-fic de Inuyasha - Un Amor Del Destino

Hola mis lectoras aquí vengo a dejarles el capítulo de hoy como se los prometí gracias por todos sus post y me gusta en serio se los agradezco mucho sus lindos comentarios me animan a seguir publicando esta historia a pesar de las duras criticas sigo publicando para mis lectoras más queridas mi sensei linda y mis adoradas hermanitas que siempre me animan y apoyan se que algunas de ustedes quieren que aparezcan más Rin y Sesshomaru asi que sin más aquí la conti disfruten.

Capítulo 79 Recuperando La Ilusión

Después de robarle ese fugaz beso, Inuyasha salió de su habitación y se dirigió a la suya, al recostarse se quedó profundamente dormido. Desde aquella noche ya había pasado una semana. Esa mañana amaneció un poco más claro que en días anteriores, leves rayos de sol iluminaban la mañana dando así algo de calor al ambiente, a los minutos la joven de ojos chocolate se despertó retiro el edredón que cubría su cuerpo se colocó las pantuflas que estaban a los pies de la cama, se puso de pie y camino hasta el espacioso baño.

Cuando entro abrió las llaves del agua para que la tina comenzara a llenarse vertió también en esta, sus habituales esencias de rosas y lavanda. Mientras terminaba de llenarse comenzó a desvestirse dejando sus ropas, sobre la pequeña mesita de mármol. Después de cerciorarse que la temperatura del agua era la ideal, entro a la tina sintiendo su cuerpo relajado casi al instante mientras lavaba su largo cabello azabache con shamphoo de hierbas muy suave.

Un rato después termino así que se cubrió con una bata, y tomo una pequeña toalla para secar su largo cabello entonces volvió de nuevo al interior de la habitación. Como había un poco de sol, esta vez se vistió con una blusa roja tipo campirana con manga tres cuartos que dejaba ver sus pequeños hombros ya que las mangas comenzaban desde un poco más debajo de estos al igual que el nacimiento de sus perfectos pechos gracias al cuello en corte “V” unos pantalones de mezclilla azul marino muy pegados a la cintura, y unos lindos botines de piel color café.

Cepillo su largo cabello azabache el cual aún se encontraba un poco húmedo alisándolo por completo, adornándolo con un lindo broche en forma de girasol perfumo sus muñecas, cuello, y el nacimiento de sus pechos con su habitual perfume de rosas. Como detalle final coloco en su cuello aquella cadenita que siempre usaba y la cual por fortuna no perdió aquella noche, pinto ligeramente sus labios con su brillo rosado realmente lucia muy encantadora.

Al salir de su habitación se encontró con su amado ojidorado en el pasillo, el cual llevaba puesta una camisa negra con mangas tres cuartos las cuales permitían ver sus musculosos brazos y mostraba su marcado abdomen ya que se le pegaba bastante la cual resaltaba su hermoso y largo cabello plateado el cual llevaba suelto, unos pantalones de gabardina beige y unos botines negros, no había duda de que se veía realmente guapo.

-Buenos… días Inuyasha…-musitó Aome algo nerviosa.

-Buenos días princesa, te vez muy encantadora.-halago Inuyasha mirándola dulcemente.

-Gracias…-contestó Aome algo sonrojada.

-Vamos al comedor, debes tener mucha hambre.-mencionó Inuyasha gentilmente.

-Sí, la verdad es que si.-respondió Aome aún algo sonrojada.

Entonces ambos bajaron la larga escalera y entraron al comedor esta vez la joven tomo asiento en el sitio que estaba junto al que usualmente ocupaba Inuyasha, al ver esto el ojidorado se sintió muy feliz en seguida le saco la silla educadamente como siempre solía hacerlo, una vez que ella se sentó el hizo lo mismo colocándose junto a ella.

-¿Cómo te sientes?-preguntó Inuyasha con voz tierna.

-Bien gracias, los raspones ya casi se curaron por completo.-respondió Aome sonriendo.

-¿Qué le sirvo de desayunar señorita Aome?-preguntó Ayumi cortésmente.

-Unos hotcakes con miel y mantequilla, y una taza de chocolate por favor Ayumi.-respondió Aome con voz gentil.

-¿Y para usted joven Inuyasha?-preguntó Akisuki de la misma forma.

-Unos huevos estrellados con un tazón de arroz frito, y también una taza de chocolate por favor Akisuki.-contestó Inuyasha amablemente.

-En seguida.-dijeron unísonas.

A los minutos ambas sirvientas les trajeron y sirvieron sus desayunos, entonces ambos jóvenes comenzaron a comer más que gustosos, mientras conversaban y reían.

Ya era la hora del almuerzo por lo cual Rin estaba en la cafetería comiendo en compañía de Natsumy y Nayumi, ya que Sesshomaru estaba hablando con Inutashio sobre algunos casos delicados sobre Miopía y Estrabismo en niños pequeños.

-¿Cuándo vuelven de viaje el doctor Taishio y Aome?-preguntó Nayumi.

-Quizás en 2 semanas.-respondió Rin aparentando calma.

-¿Por qué se fueron así?-preguntó Natsumy intrigada.

-Fue inesperado, Natsumy.-explico Rin fingiendo estar desinformada.

Cuando la hora del almuerzo termino las tres jóvenes regresaron cada una a su respectiva área de trabajo. Rin se retrasó un poco ya que debía pasar al laboratorio para recoger unos exámenes, que Sesshomaru debía revisar antes de la llegada del paciente, cuya cita era esa misma tarde.

El laboratorio se encontraba al final del pasillo que comenzaba al salir de la Enfermería, a mano izquierda cuarta puerta. Ese extremo del hospital era el más solitario ya que ahí casi no se veía el movimiento de muchas personas, debido a que en esa parte solo estaban el área de rayos equis, el laboratorio de análisis, varios salones vacíos y una bodega donde se almacenaba todo lo que se requería para darles clases a los practicantes de todas las áreas de medicina.

La pequeña Rin siguió ese trayecto tranquila y sin confundirse, ya que las puertas estaban marcadas con distintos letreros además de que era plena tarde había bastante luz. Cuando el laboratorista le entrego los exámenes se dirigió de regreso a la Enfermería para alcanzar a Natsumy pero de pronto sintió como alguien la jalo con bastante fuerza ya que la llevo hasta la bodega y le tapó la boca, por lo cual no pudo gritar de inmediato al estar dentro de la enorme habitación finalmente aquel individuo hablo.

-Nunca antes te lo dije pichoncita, pero… te vez sumamente deseable en ese uniforme de enfermera.- dijo una voz masculina.

-Kohaku…-llamó Rin liberándose de la mano que oprimía su boca, y después le preguntó.- ¿Qué haces aquí?

-No es obvio vine para tenerte, al verte así no puedo resistir…-contestó Kohaku con sarcasmo en la voz mientras giraba a Rin para dejarla frente a él aun teniendo capturadas sus muñecas.

-No te me acerques…-advirtió Rin alejando su rostro de él lo más que podía.

-Vamos te aseguró que te gustara, Rin.-respondió Kohaku mientras llevaba una de sus manos a su cintura.

-¡Auxilio! ¡Ayúdenme!-gritó Rin mientras seguía intentando zafarse del agarre de Kohaku.

-No te desgastes, aquí nadie te va a escuchar.-respondió Kohaku mientras reía un poco y comenzaba a desabrochar su blusa.

-¡Ayúdenme! ¡Auxilio!-gritaba Rin más fuerte.

En ese momento cuando estaba a punto de quedarse sin voz apareció un hermoso perro labrador chocolate de ojos color miel, el cual mordió fuertemente a Kohaku haciendo que la soltara de inmediato debido al dolor que sentía por la mordida. El chico intento acercarse de nuevo inclusive hacerlo huir para llevar acabo su atroz ataque pero el noble animal no se lo permitió ya que se interpuso entre ambos protegiendo así a Rin mientras ladraba y gruñía mostrándole los colmillos y las garras.

-Maldito perro.-escupió Kohaku mientras escapaba de ahí.

Cuando Kohaku se fue de ahí Rin se acomodó la blusa estaba temblando de miedo y le dolía mucho la garganta, a los minutos entro Sesshomaru a ese lugar.

-Mi niña…-llamó Sesshomaru mientras la abrazaba con ternura contra su cuerpo.

-Sesshy… tenia tanto miedo…-respondió Rin mientras lloraba aliviada abrazada a él recargando su cabeza en su pecho.

-Lo sé… lo sé… ¿Quién fue el que se atrevió a…?-preguntó Sesshomaru sin soltarla de su abrazo.

-Kohaku… no sé cómo llego hasta esta parte, del hospital…-contestó Rin mientras se abrazaba más a él.

-Ese imbécil, lo voy a…-aseguró Sesshomaru mientras cerraba un puño con fuerza.

-Estoy bien en serio Sesshy, solo abrázame si…-pidió Rin con voz dulce.

-Lo que tú quieras, mi niña…-contestó Sesshomaru mientras acariciaba su rostro dulcemente.

En ese momento Rin lo miro a los ojos fijamente, mientras a su vez el ojidorado se acercó poco a poco hasta que beso sus labios de manera tierna al inicio se dejó llevar por ese rose tierno mientras deslizaba sus manos a su cuello atrayéndolo más a su cuerpo, mientras sentía como Sesshomaru deslizaba sus manos por su espalda hasta colocarlas en su cintura lo cual la hizo estremecer, haciendo así que el beso comenzara a profundizarse y se tornara apasionado.

-Te deseo... mi niña.-susurró Sesshomaru con voz cálida.

-Yo también… mi Sesshy te deseo…-concordó Rin con voz suave.

-Con que aquí estabas, pequeño travieso.- dijo una voz femenina en tono de regaño falso.

-Áyame…-llamó Rin separándose de Sesshomaru y mirando como colocaba una correa en el collar de aquel bello perro el cual la había salvado.

-Oh hola Rin, disculpa si este travieso te ocasiono problemas.-saludo Áyame disculpándose mientras sujetaba la correa con una mano.

-No te preocupes Áyame, de hecho me salvo.-respondió Rin con una sonrisa.

-¿En serio mi niña?-preguntó Sesshomaru asombrado.

-Si Sesshy mordió fuertemente a Kohaku para que me soltara, e incluso se colocó frente a mí para protegerme.-contestó Rin aún con una sonrisa.

-Es un héroe entonces.-admitió Sesshomaru mientras lo miraba.

-¿Cómo se llama?-preguntó Rin curiosa.

-Aún no tiene nombre de hecho ahora iba de camino a entregárselo a su nueva dueña, pero antes decidí pasar por aquí un momento para invitarte a tomar un café cuando salieras, lo traía en su jaula transportadora como debe ser pero sin darme cuenta deje la puerta abierta y escapo, cuando me di cuenta de ello comencé a buscarlo por todo el hospital pero hace un rato me llamó quien iba a ser su dueña y me dijo que siempre no lo quiere.-contestó Áyame algo decepcionada.

-Como pudo no querer, a una cosita tan linda.-musitó Rin algo incrédula.

-Es que ella necesita un perro para guardia, es decir uno bravo y pues la raza labrador no sirve para este fin, ellos son muy obedientes pero nada agresivos al contrario son dulces, cariñosos, juguetones, tiernos y muy protectores; necesitan mucho la compañía humana no les gusta la soledad, solo son agresivos cuando se dan cuenta de que su dueño corre peligro.-explico Áyame.

-¿Puedo acariciarlo?-preguntó Rin.

-Por supuesto, que si Rin.-contestó Áyame contenta mientras quitaba la correa del collar.

En ese momento el bello perro corrió hacia donde estaba Rin moviendo la cola, y mirándola con sus hermosos ojos color miel.

-Eres la cosa más linda que he visto, gracias por salvarme.-le agradeció Rin mientras le acariciaba las orejas y después el lomo.-No sé cómo la que iba a ser tu dueña, se negó a tenerte como guardián.-continuo diciendo mientras acariciaba ahora su barriga.

Sin duda el perrito disfrutaba mucho las caricias que Rin le hacía, se veían realmente tiernos.

-Bueno Rin… no quisiera pero ya debo llevármelo de regreso a la veterinaria.-informó Áyame.

-Sí, entiendo…-musitó Rin algo triste.

Entonces Áyame coloco de vuelta la correa en el collar del perro, y se dispuso a salir para irse a la veterinaria. Al ver la tristeza que reflejaba la profunda mirada de su amada niña, Sesshomaru no lo pensó dos veces.

-Espera Áyame…-pidió Sesshomaru.

-¿Si que pasa Sesshomaru?-preguntó Áyame algo extrañada deteniéndose.

-Yo quiero quedarme, con él.-comentó Sesshomaru.

-¿En serio?-preguntó Áyame sorprendida.

-Si quiero regalárselo, a mi niña.-respondió Sesshomaru sonriendo.

-Qué lindo eres.-mencionó Áyame.

-Sesshy... gracias…-musitó Rin besándolo tiernamente.

-Bueno aquí lo tienes Rin, sé que estará muy contento contigo.- dijo Áyame entregándole la correa.

-Te prometo que lo cuidare, y lo querré mucho.-respondió Rin tomando la correa feliz.

-Lo sé bueno yo debo irme ya, los veo después.-se despidió Áyame saliendo.

-Si te lo llevare pronto para la primera consulta, adiós.-respondió Rin aún feliz.

Cuando Áyame se fue Rin abrazo fuertemente a su nueva mascota realmente adoraba a ese perro, y él a ella parecía como si estuviesen destinados, eso enterneció mucho a Sesshomaru.

-¿En verdad se lo pediste a Áyame para regalármelo Sesshy?-preguntó Rin aún algo incrédula.

-Claro que si mi niña, es tuyo.-contestó Sesshomaru acariciando sus mejillas.

-Te amo…-musitó Rin besándolo suavemente.

-Te amo mi niña…-respondió Sesshomaru besándola de la misma forma y después le preguntó.- ¿Cómo lo llamaras?

-Su nombre será Baddy.-respondió Rin acariciándole la cabeza.

-Creo que le queda muy bien, mi niña.-admitió Sesshomaru.

-Solo espero que mi tía, lo acepte.-mencionó Rin.

-Estoy seguro que Sukiomi lo aceptara más que encantada, y que Baddy sabrá agradecérselo.-musitó Sesshomaru con voz tranquila.

El resto de la tarde transcurrió sin sustos o inquietudes por lo sucedido con Kohaku, Sesshomaru estaba muy tranquilo ya que sabía que Baddy cuidaría de Rin y la protegería cuando él no se encontrara a su lado o cerca de ella, esa razón fue por la cual había decidido regalárselo, además de haber visto esa gran tristeza en su mirada cuando Áyame le dijo que debía llevárselo; estando Baddy con ella sabía que no correría peligro alguno de que Kohaku quisiera intentar volver a atacarla en otra oportunidad potencial, ya que si lo intentaba aquel tierno, pero feroz guardián lo atacaría sin pensarlo para protegerla. Pero aun así ya había decido hacer que recibiera su castigo por su atrevimiento.

Al terminar sus consultas de la tarde Sesshomaru la acompaño a una tienda donde vendían todo lo necesario para tu mascota, y ahí Rin le compro todo lo necesario a Baddy para vivir muy cómodo; sus tazones para comida y agua, su casita, su cama, su placa de identificación etc. Después lo llevaron a su nuevo hogar para dejarlo instalado antes de volver al hospital para sus guardias nocturnas.

Continuará------------------------------------------------------------

Espero que les haya gustado no me maten por dejarlo así el siguiente capítulo es muy especial ya verán porque se los traigo el Viernes.

Pequeño Adelanto:

-No tarda en comenzar a llover.-comentó Aome al observar las nubes.

-Es cierto.-concordó Inuyasha.

Cuidense mucho sayo...

 

Hola mis queridas y lindas lectoras como se los prometí aquí vego a traerles el capítulo especial que les dije la conti pasada se que muchas de ustedes ya lo estuvieron esperando más que ansiosas e impacientes en verdad les agradezco que hayan sido pacientes sobre todo mis lectoras más antiguas gracias por sus comentarios tan lindos y sus me gusta les aseguro que me esmere mucho en ese capítulo mucho más que en ningún otro espero que les guste.

Adevertencia: Este capítulo contiene Lemón algo explicito y narrado apto solo para lectoras/es de 18 años o que posean la madurez suficiente cualquier comentario al respecto por favor escribanlo en mi blog gracias

Capítulo 80 Una Noche De Amor Bajo La Lluvia

La bella joven de cabellos azabaches se encontraba leyendo plácidamente en la biblioteca junto con Inuyasha, después de haber comido un delicioso almuerzo de camarones fritos bañados en salsa agridulce, con una guarnición de arroz y verduras. Además de unas sabrosas croquetas de pulpo con fideos. Cuando terminaron de leer el ojidorado invito a Aome a montar un rato, ya que la tarde seguía estando un poco clara y tibia, aunque era otoño además el viento no soplaba muy fuerte, ese era su primer paso para comenzar a ganarse su confianza de nuevo.

-Te espero, en las caballerizas Inuyasha.-musitó Aome mientras se ponía de pie y salía de la biblioteca.

-Sí, ahora voy princesa.-contestó Inuyasha.

Antes de alcanzar a Aome el chico de cabellos plateados, realizo una rápida llamada por celular.

-Bueno, ¿Está todo listo verdad?-preguntó Inuyasha hablando por celular.

-Claro que si joven Inuyasha, todo fue arreglado como lo pidió.-respondió una voz femenina.

-Gracias, en un rato más estaremos ahí.-informó Inuyasha feliz terminando la llamada.

Cuando llego a las caballerizas la chica de ojos chocolate estaba de espaldas a él, acariciando dulcemente la crin y el hocico de Canela la bella yegua de pelaje rojizo oscuro, que había montado aquel verano.

-Canela te ha extrañado mucho, princesa.-mencionó Inuyasha sonriendo al notar como la yegua disfrutaba las caricias de Aome.

-Yo también la he extrañado mucho.-admitió Aome mientras seguía acariciándola.

Finalmente la hermosa muchacha de largo cabello de ébano se montó sobre Canela e Inuyasha monto a Relámpago su hermoso corcel negro. Comenzaron a andar a trote hasta salir de los extensos jardines de la mansión, al estar fuera de esta aumentaron el paso hasta llegar a los amplios prados que se encontraban detrás de la propiedad, en esta ocasión la grama de aquel lugar lucia tonos marrones y anaranjados debido al otoño.

Continuaron cabalgando un poco más y llegaron a un bello bosque de cedros blancos, pinos, robles etc. El suelo estaba totalmente cubierto de las hojas de aquellos arboles lo cual brindaba una hermosa alfombra natural, un hermoso paisaje otoñal sin duda. Ambos jóvenes fueron adentrándose cada vez más en aquel bosque, el cual parecía poseer un encanto muy hipnotizante sin duda. Pero no se percataron de que el cielo se había tornado nublado.

-No tarda en comenzar a llover.-comentó Aome al observar las nubes.

-Es cierto.-concordó Inuyasha.

-Sera mejor volver a la mansión ahora.-musitó Aome tomando las riendas de Canela para ponerse en marcha.

-Estamos muy lejos, además los caballos están algo cansados.-discrepo Inuyasha observando a ambos animales.

-¿Qué hacemos?-preguntó Aome algo preocupada.

-Conozco un lugar cercano donde podemos refugiarnos, e incluso pasar la noche.-contestó Inuyasha con voz serena y después agrego.-Sígueme por favor princesa.

-Si.-acepto Aome.

Entonces nuevamente comenzaron a cabalgar, esta vez a una velocidad regular para no agotar por entero a los caballos, y poder llegar a tiempo al refugio antes de que la tormenta los alcanzara. Al poco tiempo llegaron a una pequeña cabaña de madera color miel de dos plantas muy bonita. Inuyasha fue el primero en descender de Relámpago, así que se acercó a Canela para acariciarle el hocico como premio por su ayuda.

-¿Quieres que te ayude a bajar princesa?-preguntó Inuyasha gentilmente.

-Si…-contestó Aome algo nerviosa mientras se giraba para quedar con ambas piernas en un extremo de la silla de montar.

El chico de cabello plateado coloco ambas manos en la cintura de Aome, ella a su vez por instinto puso sus manos en su cuello empujándose hacia delante, estaba temblando debido a sus nervios. Finalmente descendió del animal y se separó de Inuyasha.

-¿Qué es este lugar?-preguntó Aome sorprendida observando la pequeña y hermosa cabaña que estaba frente a ella.

-Es parte de las hectáreas que abarca la mansión al igual que el bosque que atravesamos.-respondió Inuyasha con una sonrisa.

Después de un momento de silencio y duda debido a su extraño temor, entro por fin a aquel lugar tan acogedor, justo a tiempo ya que cuando cerraron la puerta detrás suyo. Un relámpago desgarro las oscuras nubes seguidamente se escuchó un trueno que dio paso a la fuerte lluvia, y al frió viento propios del otoño.

El interior de la cabaña era mucho más hermoso que el exterior, el piso era de tono rojizo parecido al ladrillo, las ventanas estaban vestidas con cortinas tono champagne, mientras que las paredes eran amarillo muy tenue parecido a la paja recubiertas por una delgada capa de barniz transparente que le brindaban un aspecto cálido. Al lado izquierdo de la puerta principal estaba la sala que constaba de tres piezas un sofá de piel negra bastante ancho estaba recargado contra la pared ocupando la parte central a su lado había un sillón individual del mismo color y por último un reclinable.

-Buenas noches, joven Inuyasha.-saludo una joven de tez clara ojos azules y cabello castaño.

-Buenas noches, Kinary.-respondió Inuyasha y después preguntó.- ¿Ya está la cena?

-En un momento.-contestó Kinary y después se retiró.

Un poco después ambos pasaron al comedor que se encontraba en el lado derecho de la casa. Había una gran mesa rectangular de roble oscuro, rodeado de ocho sillas hechas de la misma madera con asientos acojinados carne; las paredes eran crema con listeles de hojas de roble, el techo era blanco cenizo del cual colgaba una gran lámpara estilo candelabro la cual le daba un aspecto íntimo y elegante a la vez, ideal para una cena ya que su luz no era tan fuerte; los lugares principales estaban arreglados con un par de pequeños manteles de mimbre, sus respectivos cubiertos de plata, y servilletas de tela blanca, el centro de la mesa era adornado por un bello jarrón de delicado cristal en el cual había un ramo de hermosas rosas roji-rosadas.

-Permíteme, princesa.-pidió Inuyasha mientras sacaba una de las sillas.

-Gracias.-respondió Aome sentándose y agrego.-este lugar parece salido de un cuento de hadas.

-Parece que el arquitecto comprendió lo que yo deseaba.-comentó Inuyasha mientras tomaba asiento en su lugar.

-¿Tú mandaste construirla?-preguntó Aome sorprendida.

-Sí, quería tener un lugar solamente para nosotros dos.-respondió Inuyasha sonriéndole dulcemente.

Esa respuesta y la sonrisa de su amado príncipe, provocaron un leve sonrojo en sus suaves mejillas. Minutos después Kinary entro al comedor con una charola de plata en las manos, en la cual habían dos copas de cristal y una botella oscura tapada con un corcho de caucho, detrás suyo entro otra joven también de tez clara, ojos negros, y cabello rojizo que igualmente traía otra charola del mismo material; la cual contenía dos bandejas tapadas con la cena de cada uno. Ambas sirvientas colocaron el plato correspondiente delante de cada quien y después se retiraron, para brindarles privacidad. Mientras Aome se acomodaba su servilleta en el cuello y tomaba sus cubiertos, el chico de ojos dorados abrió la botella quitando con facilidad el corcho que salió volando hacia alguna dirección, el sonido que produjo provoco que a la muchacha de cabellos azabaches se le escapara una risita. Entonces Inuyasha tomo ambas copas y sirvió con cuidado la sidra de manzana.

-Recordaste que… es mi bebida favorita para una cena…-musitó Aome mientras sujetaba su copa para beber un poco.

-Por supuesto, jamás olvidaría ningún detalle para ti princesa.-respondió Inuyasha mirándola tiernamente.

Durante la cena ambos comieron, conversaron, y recordaron entre risas mientras por breves momentos también intercambiaban leves miradas de complicidad, y tiernas sonrisas, parecía que el tiempo se había detenido en aquel lugar al igual que el resto del mundo. Sin duda la cena estaba exquisita los camarones y las croquetas de pulpo deliciosos cocidos en su punto; al igual que el pastel de chocolate con cerezas esponjado y cremoso a la vez.

-Todo estuvo delicioso.- dijo Aome mientras se quitaba los restos del ultimo trozo de la rebanada de pastel usando su servilleta.

-Concuerdo contigo princesa, pero lo mejor fue tu compañía.-contestó Inuyasha sonriendo.

-Gracias…-musitó Aome levemente sonrojada.

Poco después de que terminaron de cenar las jóvenes sirvientas entraron de nuevo al comedor, recogieron las bandejas, platos y demás vajilla, limpiaron la mesa y se llevaron todo al fregadero de la cocina.

-Ha sido un día muy divertido, pero me siento algo cansada.-mencionó Aome bostezando levente.

-Si claro Hitomi, podrías mostrarle las habitaciones.-pidió Inuyasha amablemente.

-Si joven Inuyasha.-respondió la joven de cabellos rojizos y agrego.-sígame por favor, señorita Aome.

La chica de cabello de ébano siguió a Hitomi subiendo por la enorme y larga escalera en forma de caracol hecha de pino que había en el centro de la estancia. Al llegar arriba caminaron por un largo pasillo hecho de madera blanca, a cuyos lados había varias puertas de madera tono chocolate, con perillas de metal dorado.

-Espero que le guste su habitación.- dijo Hitomi abriendo una de las puertas.

La habitación era más grande que la que ocupaba en la mansión, en la parte central había una gran cama matrimonial cubierta por un edredón lila con estampados de rosas, con roda pie de encaje lavanda una gran almohada de plumas y unos pequeños cojines con fundas de satín blanco, el piso era de madera amarilla clara, las paredes eran blancas con listeles de rosas tono fucsia cenizo. A los pies de esta estaba el enorme ventanal cubierto por un par de cortinas de raso igualmente lilas, atravez del cual se podía observar la luna además de tener un hermoso balcón hecho de piedra caliza gris. En el lado derecho estaba el enorme armario, y en el lado izquierdo había una pequeña chimenea hecha de ladrillo anaranjado-rojizo estilo antiguo además de un pequeño tapete de lana tono carne.

-Es muy hermosa, gracias Hitomi.-respondió Aome con una sonrisa.

-De nada señorita, ¿Necesita algo más?-preguntó Hitomi.

-Por ahora no, gracias Hitomi.-respondió Aome tranquila.

-Si necesita algo más llámeme.- dijo Hitomi dándose la vuelta para salir, y agrego.-Si desea tomar un baño, solo atraviese el armario y abra la puerta que se encuentra al fondo, ahí hay todo lo necesario.-dicho esto se retiró y cerró la puerta detrás suyo.

Cuando estuvo sola se quitó sus botines y dejo estos a los pies de la cama. Se sentó sobre el tapete de lana, de pronto su mirada chocolate observo fijamente como las llamas de la chimenea hacían crepitar la madera, su expresión se tornó triste y melancólica, y así era ya que a su mente volvió el recuerdo de esa horrible noche donde Houyo intento abusar de ella. De solo pensarlo el miedo recorría su ser y solo quería correr y huir.

-¿Puedo pasar?-preguntó Inuyasha desde el umbral de la puerta.

Esa hermosa voz la hizo salir del trance en el que estaba, y en su interior se sintió a salvo, pues sabía que él la protegería de cualquier peligro.

-Sí, claro.-contestó Aome algo nerviosa.

Él se percató de sus nervios así que camino lentamente hasta quedar lo suficientemente cerca de ella, para que pudiera oírlo.

-No temas princesa si no puedo o no debo tocarte, me conformo con solo mirarte.-musitó Inuyasha con voz tranquilizadora.

Ella no respondió, él había adivinado su temor más oculto, pero aun así el simple hecho de tenerlo cerca hacia despertar en su interior un fuego, un deseo incontrolable.

-Bueno… me voy te dejo descansar buenas noches.- dijo Inuyasha mostrando una sonrisa falsa.

Dio media vuelta y camino hacia la puerta, antes de salir dio un último vistazo ese silencio le dolió más de lo que habría imaginado, pero estaba resignado a que ya nada volvería a ser como antes… No después de aquella noche en que no había podido defenderla... En la cual no pudo matar a aquel desgraciado que intento lastimarla. Cuando Inuyasha se marchó Aome decidió tomar un baño caliente, para combatir el crudo frió y relajarse un poco antes de dormir se despojó de sus ropas y entro a la regadera dejando que el agua caliente corriera por cada parte de su cuerpo, lavo su cabello con shamphoo y acondicionador. Cuando termino seco su cuerpo con una toalla se vistió con un camisón y bata de seda blanca, y regreso al interior de su habitación.

Se quitó la bata y la coloco a los pies de la cama, después se acostó extendió su cabellera azabache aun húmeda sobre la gran almohada y a pesar de sus nervios por aquellos recuerdos revividos una y otra vez en su memoria se encontraba demasiado agotada para luchar contra el sueño... Finalmente se durmió, pero en su mente el eco de esa voz a la que había llegado a temer se hizo presente una vez más...

La escena parecía más que una pesadilla una horrible realidad, aquello era lo que su mente había estado bloqueando días atrás, de forma inconsciente para evitarle un mayor dolor o incluso que llegara a perder la razón.

-Tú eres mía... solo a mi debes amar, solo yo te puedo tocar...-repetía Houyo una y otra vez con voz malvada y morbosa.

Su figura se materializo entre las sombras pero a pesar del terror no se dejaría vencer, aquel muchacho la tomo por la fuerza y se disponía a hacer cualquier cosa por saciar su deseo por obtener su dulce pureza, sin importarle las heridas que podía llegar a causarle.

-Si te acercas a Inuyasha le podría ocurrir un accidente, ¿Entiendes gatita mía?-musitó Houyo en tono perverso, mientras subía una de sus manos por la cintura de Aome rompiendo su falda.

-No, no me toques, ¡No quiero! ¡Déjame! ¡Suéltame!-gritaba Aome asustada despertando e incorporándose en la cama.

En ese momento alguien entro a la habitación, en ayuda a esos gritos desesperados... Esa persona la abrazo, pero Aome aún tenía la mente aturdida solo quería alejarse de Houyo, pensando que la había encontrado y que de nuevo la tenía atrapada, sabía que solo buscaba dañarla aún más.

-¡Suéltame!-gritaba Aome forcejeando por zafarse de su agarre.

-Tranquila princesa soy yo... nada malo va a pasar, no te hará daño nunca más...-musitó Inuyasha con voz suave abrazándola con ternura.

-Inuyasha…-llamó Aome reconociendo al fin su voz.

Había reaccionado y vuelto a la realidad, ahora podía ver su rostro con claridad, ya que la habitación estaba totalmente iluminada de nuevo pero aun temblaba por lo que se abrazó a él, con más fuerza siempre se sentía segura entre sus brazos.

-Shhhh... No temas más, estoy aquí…-susurró Inuyasha acariciando su rostro dulcemente y secando sus lágrimas.

Aome recordó nuevamente las palabras de Houyo, no debía acercarse a Inuyasha, o su vida podría peligrar, intento separarse de él.

-Olvídate de él mi princesa... olvida todo lo que paso... no temas más...-decía Inuyasha susurrándole cálidamente, mientras la abrazaba aún más contra su cuerpo.

-Inu…ya…sha…-nombró Aome con voz entrecortada al sentir su cálido aliento rosando su rostro en cada respiración.

-Ya no guardes más fidelidad a alguien que te ha lastimado... que no se lo merece... que no amas.-musitaba Inuyasha con voz dulce, mientras que poco, a poco acerco su boca a los labios temblorosos, de Aome para sellarlos en un tierno beso.

Al sentir sus labios rozar con los suyos el deseo la invadió, sin pensarlo y olvidándolo todo correspondió al beso, pero de pronto el temor se apodero nuevamente de ella. En su interior rechazaba a Inuyasha, no porque no lo quisiera, ya que lo amaba más que a nada, sino porque no se sentía digna de él. Intento alejarlo, explicarle que eso no debería haber ocurrido, pero él necio como siempre no se lo permitió...

-No tienes por qué escapar princesa mía....- dijo Inuyasha mirándola a los ojos, sus bellos orbes de oro fundido la observaban con una profunda ternura.

No aguantando más lo que pesaba sobre sus hombros, lloro amargamente maldiciendo el día en que había conocido a Houyo.

-Suéltame... yo no debo...-sollozaba Aome amargamente, ya que al pronunciar aquellas palabras su corazón termino por romperse en mil pedazos.

Le dolía demasiado saber que nunca podría entregarse en cuerpo y alma a aquel joven... Desde aquella noche en que había sido atacada y él la había salvado se sentía desgraciada, no merecedora de las caricias que él pudiera brindarle, ni del amor que le profesaba, se sentía sucia por lo que había pasado ya que aunque Houyo no logro robar su pureza, si había dejado huellas en su cuerpo que aun cuando ya habían sanado, las marcas del alma seguían ahí; lo que anhelaba ya no era posible sentía que ya no era la dulce y tierna princesa de su amado príncipe.

-Mi amor, mírame… Mírame…-pidió Inuyasha colocando una mano en su mejilla para obligarla a mirarlo de frente.-Te amo y te deseo…-continuo diciendo con voz tierna.

-Yo también te amo, mi vida…-respondió Aome mientras llevaba una de sus manos a su cuello.

Aprovechando ese momento Inuyasha la cargo en brazos tan fácilmente que no parecía que pesaba más que una pluma, y la saco de su cuarto ante esta acción ella solamente coloco su otra mano alrededor del cuello del chico para sostenerse con más seguridad contra él, tenía su mirada chocolate fija en sus hipnotizantes ojos de dorada miel.

Parte Lemón: http://blogs.cemzoo.com/aomecita/bl...na-noche-de-amor-bajo-la-lluvia-inuxaome.html

-Ahora eres mía completamente mía princesa.-musitó Inuyasha besando tiernamente sus suaves manos.

-Si soy completamente tuya… tuya para siempre mi príncipe.-contestó Aome acariciando su rostro depositando un dulce beso en sus labios.

-Ahora jamás, jamás nos podrán separar mi amor ya que yo te pertenezco a ti.-aseguró Inuyasha mirándola profundamente.

-Y yo te pertenezco solo a ti mi vida.-coincidió Aome mirándolo dulcemente.

-Princesa-llamó Inuyasha con ternura.

-¿Si mi amor?-preguntó Aome inocentemente.

-¿Estuviste a gusto conmigo?-preguntó Inuyasha sonriéndole dulcemente.

-Si… mi amor fue maravilloso.-respondió Aome hundiendo su cabeza en su pecho para ocultar su sonrojo.

-Fuiste muy tierna y apasionada mi princesa, te amo demasiado.-musitó Inuyasha acariciando su rostro y besándola dulcemente.

-Tú fuiste muy pasional y delicado mi príncipe, te amo más que a mi vida.-respondió Aome abrazándolo y acomodándose en su pecho.

-Duerme tranquila, mi cielo…- dijo Inuyasha en voz baja mientras acariciaba su cabello.

-Inuyasha… te amo…-susurró Aome en sueños.

Ahora ambos se pertenecían en cuerpo y alma estaban unidos por un lazo que nadie jamás podría romper eran uno del otro, Inuyasha la observo dormir tranquilamente sobre su pecho con una dulce sonrisa en los labios beso su frente y cayó en los brazos de Morfeo embriagándose una vez más con el dulce aroma de rosas de la sedosa cabellera azabache de su adorada princesa…

Continuará----------------------------------------------------------------

Espero que les haya gustado un detalle este es el primer Lemón que hago n////n espero que les guste realmente me esmere al escribirlo en serio... El proximo capítulo se los traigo el Lunes o Martes más tardar.

Pequeño Adelanto:

Hola mi adorada princesa seguramente te habrás extrañado al no encontrarme en la habitación, no te preocupes no me he ido a ninguna parte jamás lo haría sin ti antes, la noche que vivimos fue maravillosa más que un simple deseo en cada beso y caricia que te di. ​

Quise demostrarte todo lo que te amo y lo mucho que te extrañe el tiempo que estuve separado de ti, fue lo más horrible para mí pero ahora nunca más permitiré que te separen, o te separes de mi lado eres lo que más amo en esta vida.​

Atte:​

Tu príncipe que te ama más que nada en este mundo Inuyasha.​

Cuidense mucho sayo....​