Y dale con los géneros, Arctic, lol. En fin, es para la actividad de @Marina sobre las emociones. ____________________________________________ Torbellino Era un día malo, como todos últimamente, sentía que estaba empezando a volverme insensible a todo lo que sucedía, como una especie de método de defensa. Mi madre tenía el almuerzo listo y el olor era verdaderamente delicioso, capaz de abrirle el apetito a cualquiera… menos a mí. No sentía la necesidad de comer, ya me había acostumbrado a ello, era siempre así. Cuando las cosas iban mal, mi apetito desaparecía. Comía poco y casi por obligación para no preocupar a mi familia. No tenía interés en nada ni en nadie, porque interesarse implicaba más problemas y ya tenía suficientes a mi parecer. Realmente no quería convivir con otros fuera de mi círculo de confianza, no tenía interés alguno en relacionarme pues no quería tener más personas de las cuales preocuparme; socializar era agotador, tedioso y absurdo. Salir, hablar, reír, tantas obligaciones sociales, ¿para qué? Las personas sólo traían conflictos y sufrimiento. Además, era imposible relacionarse sin terminar preocupándose por los demás, o al menos para mí lo era. Realmente en este mundo nada vale la pena, al final todos nos volvemos monstruos, ¿no? Todos le hacemos daño a quienes queremos y esas personas nos hacen daño a nosotros, sin importar que se haga para evitarlo. La historia no cambia. —La comida está servida. Come rápido, ya casi debemos irnos —la voz de mi madre interrumpió el fluido de mis pensamientos un momento. Comer, no, irme. Debía ir a clases y verdaderamente no me quería, no tenía motivación alguna para ir y muchos menos de verme obligada a trabajar en grupo. Me sentía vacía de emociones, hueca, o más bien aturdida, perdida. Me senté mirando el plato, ausente, sin ánimo alguno y comí de la misma forma, como si no estuviese allí. Estaba muy lejos, ahogada en mi mente. Cuando salí de esa especie de estado mecánico, noté que mi madre me miraba extrañada —. No has comido casi nada —en su voz había cierto dejo de preocupación que fue incapaz de disimular. Me levanté para dejar el plato en el fregadero sin dirigirle la mirada, no podía hacerlo sin sentir que vería a través de mí y notaría el desastre que llevaba por dentro. Mi estado de aturdimiento no se desvaneció y minutos después estaba subiendo al auto con la misma actitud mecánica con la había comido y con la que hacía todo desde hace tiempo. Al llegar y entrar en la clase, me sentí aún más perdida, a pesar de que mi grupo de trabajo era agradable. Me sentía completamente repelida por el exterior, por la multitud, la sociedad en general, repelida por el simple hecho de estar junto a una persona. Me veía incapaz de manifestar directamente mi malestar y me dedicaba a desinteresarme por todo, incluso por las cosas que solían gustarme, había perdido interés en la lectura, en casi toda forma artística que antes me atraía. Solo escribía buscando una salida, sin orden alguno sabiendo que nadie me leería, dejaba ver el torbellino de pensamientos que se desataba desde el momento en que despertaba, eso cuando los sueños no daban continuación a mis temores. Había perdido incluso la motivación para seguir estudiando, cuando meses atrás creí que el estudio me mantendría lo suficientemente ocupada como para olvidar todo lo que sentía. Estaba totalmente equivocada, la preocupación por los estudios causaba que me hundiera mucho más rápido. Sentía como si fuese una serie de personas distintas mezclándose, la desinteresada hasta casi llegar a la insensibilidad, la que pedía auxilio a gritos y la que intentaba mantenerse en pie llevando su vida con normalidad. Era como si llevase varias vidas al mismo tiempo y dicha sensación me atormentaba. Estaba comenzando a transformarme en un individuo inútil, disfuncional, emocionalmente conflictivo y desinteresado por la vida propia. Porque realmente nada me interesaba menos que mi propia existencia.
Una chica por completo apática. Y eso es, la ausencia de interés por hacer la cosas, por seguir cultivando los sentimientos. Pero lo más terrible es que como dice al final, estaba o había llegado al estado en el que su propia vida pierde valor a sus ojos. Es imposible que su madre no la viera con esos ojos de preocupación, pues notaba su falta de motivación. La chica necesita atención Psicológica, sin duda xD Buena narración. Saludos.