Erotismo Sentenciados.

Tema en 'Relatos' iniciado por Insane, 27 Enero 2018.

  1.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Escritora
    Título:
    Sentenciados.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2080
    Autor: Insane
    Género: Drama.
    Palabras: 2.034
    Advertencias: Escrito para el concurso "Una caliente navidad"
    Nunca había escrito un original, así que espero lo disfruten tanto como yo escribiéndolo.


    Sentenciados


    Observó como la nieve caía por la ventana, provocando que una sonrisa se dibujara en sus rosados labios mientras recostaba su cabeza en sus manos, disfrutando del frío que aún con calentador invadía la propiedad, obligándola a andar bastante cubierta para evitar pescar algún resfriado. Luego de unos minutos se volteó y divisó el árbol que habían decorado sus padres días antes de marcharse, dejándola a solas con sus dos hermanos mayores que tenían el deber de cuidarla aunque ella estuviera en completo desacuerdo, pues con dieciséis años ella juraba que podría defenderse sola.

    La puerta principal se abrió causando un leve sobresalto en ella al tomarla desprevenida. Ethan meditó varias veces llevando ambas manos a su rostro, maldiciendo el momento en el que mezcló éxtasis con alcohol, y es que en su cabeza no dejaba de rondar la idea del castigo divino que le caería encima si hacía realidad su maldita fantasía. Suspiró y levantó su rostro, mirándola, detallándola. Era tan hermosa, curiosa y risueña, pero no era suya, ni de nadie.

    —Mis padres llamaron —comentó Camila frotando sus propias manos para crear un calor momentáneo—, demoraran dos días más así que podremos abrir los obsequios antes.

    El hombre tragó pesado y la tomó de la muñeca, jalándola hacia él. Estaba nublándose, mintiéndose que podría con la culpa.

    —¿Guardarías un secreto así te costara la vida? O quizá, ¿la mía?

    Los ojos chocolate de la jovencita chocaron con los azules de su hermano, asintiendo ante la baja voz que emitía él en la oscuridad que sólo iluminaba el fuego frente a ellos. Ethan sentía su corazón desbocado ante la batalla de su conciencia, siendo él quién debía protegerla de cualquier adolescente con intenciones sucias hacia ella, pero es que era él quien deseaba corromperla, dañarla, romperla. Era un maldito irresponsable que había decidido drogarse, lo cual no hizo más que darle empuje a sus retorcidas emociones.

    —Claro, sabes que puedes confiar en mí.

    Ingenua, era una estúpida joven ingenua, o al menos eso pensaba él cada que hablaba con ella, jurando que podría cuidar de sí misma sin siquiera diferenciar quién tenía malas intenciones contra ella, pero no, Ethan se convencía que su deseo enfermizo era producto de un amor no aceptado por la sociedad, y ahora era el momento para proclamarlo en la soledad y oscuridad de su mutuo hogar. Camila solamente lo miraba, ya que por su hermano haría cualquier cosa porque lo amaba, lo admiraba.

    Ethan sabía que esto estaba mal, que no debía continuar.

    —Te daré mi regalo de navidad.

    Camila frunció el entre cejo, señalando una pequeña caja bajo el árbol, pues no deseaba que ellos se excedieran gastando dinero de más en ella.

    —Ya me compraste uno.

    —No me refiero a algo material.

    Camila se tensó levemente, sintiéndose indignada ante el rechazo de su ahorro para conseguir los obsequios para sus dos amados hermanos. Ethan sonrió incisivo al ver molestia en ella.

    —¿Entonces?

    —Cierra los ojos y guarda silencio, pase lo que pase no debes moverte.

    Sus largas pestañas concluyeron el cierre de sus parpados, escuchándose solo la respiración en el amplio espacio. Las manos masculinas comenzaron a temblar al verla obedecer sin rechistar de más. ¿En verdad se aprovecharía? ¿Sería capaz de lastimarla y lastimarse él en el proceso? Se inclinó sobre ella y presionó sus labios contra los suyos, sintiendo como el cuerpo de su hermana se ponía tenso ante el contacto.

    —¡No!

    Camila lo empujó y lo hizo caer del mueble, sonriendo éste al pensar que tal vez sus sentimientos no eran correspondidos, pero no daría el brazo a torcer, al menos no tan fácilmente. Sacó de su bolsillo un papel, abriéndolo para mostrarle el pequeño trozo transparente.

    —Siempre dijiste que te daba curiosidad —susurró con la voz ronca a lo que Camila atenta observó, asintiendo al recordar el cómo las drogas llamaban en demasía su atención, siendo sus dos hermanos sus fieles guardianes para impedir que probara algo como eso, pero tal vez esta noche estaba bien hacer una excepción.

    —Mi mamá siempre dice que no es correcto —alegó haciendo un mohín— pero vamos, que no soy una niñata, sólo quiero experimentar un poco.

    Ethan sintió como su corazón se estrujó al pensar en sus padres, siendo encomendada su hermana bajo su cuidado, pero no era suficiente, no aún, él ya había decidido pasar por encima de ellos y condenarse así le costara la vida, porque quería probarla, saborearla sin importar que un Dios lo mirara. Se levantó y se despojó de su camiseta, recorriéndola con lascivia.

    —¿Confías en mí?

    Camila asintió, y ese fue su error.

    —Entonces déjame mostrarte qué es divertido realmente.

    Ethan colocó el cristal en su lengua y se lo pasó a su hermana, besándola como si de calmar su sed se tratara. Sus expertos besos fueron demasiado para ella, provocando que lo obligara a apartarse para poder respirar, pero la tregua brindada era escasa al recobrar todos los recuerdos de su hogar, viéndola crecer, jugar y cuestionar cosas que en ocasiones él evitó contestar, siendo Zack, su otro hermano menor el que de vez en cuando se dedicaba a instruirla, enseñarle y hasta coquetearle, porque su amor insano no era de 1, ni de 2, si no de 3. Su beso cada vez se profundizaba más, demostrándole por primera vez la sensación al besar, deliciosa, gustosa y maravillosa.

    —Será un secreto.

    Camila asintió con la respiración agitada, pues ella lo amaba, y tal vez sus sentimientos se desviaron hacia lo incorrecto, dejando de resistirse al entregarse sin algún pretexto. Siendo él inhibido, limitado, por fin se estaba liberando.

    Ethan prosiguió en la curvatura de su cuello, mordiendo la carne tierna sin pudor o miedo alguno al dejar marcas sobre ella, libre de amarla y añorarla sin juez alguno. Sus manos descendieron al escuchar sus primeros jadeos.

    —No Ethan, ahí abajo me da vergüenza —su hermano mayor por poco y se le escapa una risa, disimulándola al relamerse los labios.

    —¿Y aquí arriba? —murmuró despojándola de la abrigada ropa en un tirón, acariciando sus pequeños senos a su antojo.

    El gemido que Camila emitió lo excitó por completo, adueñándose de los botones rosados para tirar de ellos a su antojo, haciéndola delirar ante el tacto. Sonrió al ser él quien provocaba tales sonidos en ella, besándola nuevamente, y es que a sus veintidós años ninguna mujer lo había hecho sentir aquello, aquel gusto insano e impuro que él denominaba amor. Luego de presentir que ella no iba a protestar más ante las sensaciones que le provocaba. Bajó una de sus manos a su intimidad, acariciándola sobre la tela.

    Camila cerró los ojos y mordió su labio inferior, siendo las sensaciones dueñas de su cuerpo, pues el placer de ser tocada, más las alucinaciones que comenzaban a surgir en su cabeza la estaban aturdiendo. Suspiró al ser desnudada en su totalidad; Ethan observó con detalle su sexo, volviendo parte de su razón al preguntarse si estaba dispuesto a abusar, a mentir y traicionar, pero ya lo había hecho desde que cruzó esa puerta, así que no quedaba nada más que ella, que ese momento que marcaría la vida de ambos. Sumergió su rostro en sus muslos, inhalando su aroma para después lamer con ímpetu, estrujando sus senos a la vez que su lengua subía y bajaba por su feminidad con frenesí.

    Su respiración era tan agitada como los sonidos que soltaba su hermana ante el mundo enfermo que le abrió, pero es que él no decidió amarla, desearla… tan sólo sucedió. Y ahora estando bajo las sustancias psicotrópicas se sentía poderoso, pero sabía que al día siguiente la conciencia lo carcomería, se aborrecería siendo demasiado tarde. Y es que Lucyfer probablemente le estaba acomodando un lugar en el infierno, el cual gustoso recibiría.

    Mordió con suavidad el botón, introduciendo dos dedos en ella para moverlos. Camila se retorció ante las nuevas sensaciones que experimentaba, halando del cabello de su hermano, suplicando, rogando que no se detuviera. El calor aumentó al igual que el sudor en sus cuerpos, siendo Ethan el principal causante de aquello, besando, lamiendo y mordiendo.

    —Ethan, mis piernas no responden —la voz llena de lascivia causó que ardiera aún más, acomodándose en su centro para acomodar su miembro en él.

    —¿Me amas? —Camila asintió con las mejillas ardiendo, acariciando sus facciones— entonces confía.

    La penetración fue tan dolorosa que ella aruñó su espalda desesperada, moviéndose incómoda ante la intromisión desconocida. Ethan la besó buscando calmarla ante el dolor, llegando al punto que sintió la delgada tela de su interior, dudando, porque aún había tiempo para retractarse. Pero no, él decidió condenarse. Camila ahogó un gemido en sus varoniles labios, perdiéndose en el doloroso placer.

    Zack al abrir la puerta miró estupefacto la escena ante él. Ethan al voltear el rostro se encontró con la mirada de su otro hermano menor, el cual si estaba consciente en su totalidad. Su falo se endureció aún más al ser observado, marcando un ritmo eufórico en las embestidas que proporcionaba al delicado cuerpo de Camila, la cual se retorcía ante el mínimo movimiento.

    —Te amo —susurró mordiendo el lóbulo de su oreja sin dejar de ver a Zack el cual no apartaba la vista del cuerpo desnudo de su hermana menor.

    —Yo también te amo —contestó ella con la voz entrecortada.

    Zack llevó sus manos a su propio cabello halándolo, meditándolo. Su hermana de dieciséis años estaba siendo follada por su hermano mayor de veintidós, y es que no, ella no, donde sus padres se enteraran de su incestuoso amor nada acabaría bien, para ninguno. Se quedó mirando la escena por unos minutos, perdiendo el brillo en sus ojos. Tal vez así su pecado sería menor al de su hermano mayor. Sus orbes ónix no se apartaron del vaivén de caderas, perdiendo el mínimo impulso de detenerlo.

    El testigo se aproximó a ellos, arrodillándose hasta el rostro carmín de su hermana al decidirse participar, porque no se quedaría mirando más.

    —¿Y a mí? ¿Me amas a mí?

    Satanás ya no apartaría un puesto en el infierno, sino dos.

    Camila asintió ya desorientada por las mil divagaciones de su cuerpo ante el sentir, divisando los orbes ónix de su otro hermano mayor de dieciocho años, el cual la besó sin importarle que Ethan estuviera penetrándola, pues si iban a maldecirse él también deseaba estar incluido, además, la culpa sería demasiada así que lo mejor sería compartirla, ¿no?

    —Luego de esto no habrá un regreso —comentó Zack acariciando el cabello de su hermana con la mirada fija en Ethan.

    —No necesitamos regresar.

    Ethan reposicionó a su hermana encima de él, como invitación para su otro hermano menor, el cual se desnudó como si la ropa quemara su nívea piel. Besó su mejilla un par de veces y cuando Camila gimió adentró su miembro en la húmeda cavidad. Zack agradeció que el primero fuera su hermano mayor, pues él era suave, delicado a diferencia suya, tosca, ruda. Los minutos pasaron, siendo la mujer protagonista de ello, envolviéndolos en el macabro placer que los hundiría de por vida.

    ---

    Ethan se levantó de su cama con un dolor de cabeza tan insoportable que ni siquiera le daba paso a recordar el cómo llegó a su habitación. Bajó las escaleras de madera y observó como la nieve continuaba cayendo por la ventana. Suspiró y observó el árbol el cual aún tenía los obsequios sin abrir, sorprendiéndose levemente al no ver ni uno destapado ya que su hermana menor solía volverse bastante intensa cuando de sorpresas se trataba. Cogió la caja que tenía su nombre y la destapó, divisando un reloj de oro blanco.

    —Lo compré para ti, Ethan.

    La voz de Camila lo hizo voltear hacia ella, sonriendo levemente.

    —Es hermoso —comentó colocándolo en una de sus muñecas— ¿ya abriste el mío?

    Camila asintió con las mejillas color carmín.

    —Zack y tú me lo dieron ayer; gracias.

    Ethan sintió como el corazón se le detuvo, procesando lo que él creyó a ver soñado, porque aunque para Zack todo fue consciente, para él no había sido más que una alucinación. Camila recorrió sus facciones varoniles con sus manos, sonriéndole con dulzura.

    Sentenciados, los tres estaban sentenciados.
     
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    Plumas de Cuervo

    Plumas de Cuervo Usuario común

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    Perdón por la tardanza. Veamos.

    El comienzo fue un poco dificil de digerir en mi opinión, habían muchas palabras y daban la impresión de que no había coordinación entre ellas, posiblemente por la puntuación, algunas comas fueras de lugar, otras ausentes, cosas así.

    Es una historia de un amor prohibido bastante interesante, un triángulo incestuoso; una joven que tiene sentimientos hacia sus hermanos y viceversar. Eso y que le agregamos a la formula drogas y alcohol.

    Me parece que el escrito está más enfocado a la parte de los sentimientos y la situación que el acto sexual consumado entre los tres, esa parte no tuvo mucha relevancia.

    En cuanto al final, bueno, ya el daño estaba hecho, sólo tenían que aceptarse tal cual y aceptar el error que habían cometido.

    De verdad muy bueno, éxitos
     
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

    Cáncer
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    La curiosidad mató al gato, o al menos eso dicen. Jajajaja, lo hecho, hecho está. Ya le dieron un verdadero y enorme regalo de navidad.
     
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    Rahzel

    Rahzel Usuario popular Comentarista empedernido

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    Antes que nada, he cambiado la etiqueta del relato ya que contiene material explícito, así que lo he puesto de erótico.

    Navidad sin drogas y sin incesto no es Navidad (?) no me sorprende que hayas elegido este género XDDDD Me da curiosidad saber qué hará ahora que sabe que no fue una alucinación y cómo seguirán actuando ahora que vuelvan sus padres.

    ¡Un abrazo!
     
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    RedAndYellow

    RedAndYellow Usuario común

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    Para gustos los colores, ¿no?

    Primeramente, decir que el escrito se me hizo bastante interesante dentro de su perversa expresión. Narrando una historia de amor más que prohibido, me has metido bastante en el relato (a pesar de que, a mi parecer, le ha faltado descripción en momentos claves), de forma que, incluso, encontré el texto difícil de leer por la temática. Ahora bien, eso no quita que sea un texto erótico en su totalidad, que puede llegar a envolver bastante bien al lector.

    Por otro lado, he de comentar que, en cuanto al desarrollo psicológico de los personajes, me quedé corto. Ese brusco momento entre el estar saludando al hermano y en plena relación sexual lo noté bastante descuidado, sin aparentes cambios, como si fuera rutinario y no especial. Además, cuando incluimos drogas en este tipo de relatos es común, como en tu caso, sentenciarlo con un “alucinaciones” y “dolor de cabeza” y, realmente, da mucho juego en la narración de la experiencia, el comportamiento e incluso las sensaciones descritas.

    Sin embargo, es un escrito bien llevado con una singular historia.

    Sin más, espero seguir leyendo cositas tuyas. Un saludo.
     

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