Súper Héroe

Tema en 'Relatos' iniciado por sorimori, 18 Julio 2010.

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    sorimori

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    Súper Héroe

    Es para el concurso "Melodía del corazón" a lo personal, no me parece que sea para ganar... Pero en fin xD.



    Súper héroe

    POV MARÍA




    Me estiré bajo las sabanas y bostecé sin importarme las tareas de la casa. Estaba agotada y sin ganas de nada. Me levanté de la cama medio moribunda y fui palpando todo a mi paso con las manos. Abrí la persiana poco a poco, los rayos de luz fueron llegando hasta mí.

    En la habitación que estaba a tan solo dos pasos de la mía, dormía lo más querido para mí. Allí dormía mi hijo. Aunque en ese momento me sintiese sin ganas de hacer nada y no quisiera prestar atención a nada en concreto, el despertaba cualquier tipo de interés dentro de mí para que yo no me sintiese agobiada.

    Tenía a penas ocho años pero ya era todo un hombrecito, sabía pensar en los demás y a la vez tenerse en cuenta a si mismo.

    Estábamos en la semana de carnavales, y era el día, en concreto, en el que cada niño debía hacer su disfraz, solo o con ayuda. Todos los años les había tocado hacer los disfraces en clase, junto a sus compañeros, todos excepto este.

    POV RAÚL

    -Raúl, cariño. – Mamá abrió la puerta de mi habitación muy despacio y dejó que la cegadora luz del pasillo entrase por ella.
    -Mama… - Murmuré. No tenía ninguna gana de levantarme, y menos en sábado.

    POV MARÍA

    Paso a paso fui hasta la cocina, mi hijo no tardaría en llegar. De los armarios saqué una cacerola pequeña, que me servía para calentar leche, y una taza para la parte más importante de mí. Calenté la leche en pocos minutos y le preparé el desayuno.

    -¡Hola, mama! – Me gritó Raúl. Estaba retirando una silla en la que se sentaría para desayunar.
    -Buenos días. – Lo saludé mientras acariciaba su castaño cabello, a el no le gustó y rápidamente se aparto gritando en muestra de queja. – ¿Quieres que te ayude a ducharte? – Lo abracé y lo retuve contra mí, molestando su horario de desayuno.
    -¡No! – Pude notar como su rostro se enrojecía.
    -Está bien. – Me reí dulcemente y lo deje desayunando tranquilamente.

    Ordené la casa e hice la cama. No tardé mucho más de media hora, en ese tiempo mi hijo ya había terminado de desayunar y de ducharse. Apareció delante de mi, fresco como una lechuga y con una radiante sonrisa en los labios.

    Yo por mi parte estaba cansada, pero rápidamente envolví mi cansancio en una alegría desbordante.

    -Mami, ¿Cuándo hacemos el disfraz? – Me preguntó mientras se subía por el sofá y saltaba al suelo una y otra vez.
    -Deja que me duche y comenzamos. – Me aproximé a el y lo hice sentar en el sofá. – Espera quieto. – Le pedí.
    -Si, mamá. – Comenzó a mover las piernas hacia atrás y hacia delante.

    POV RAÚL

    Extendí la mano hasta el mando a distancia, sentía ganas de ver la televisión. Lentamente fui pasando de canal en canal buscando algo interesante. En ninguno de ellos había nada, y menos dibujos.

    POV MARÍA

    Enrosqué la toalla a mí alrededor y agarré la toalla del pelo para secármelo. Sequé mi pelo con la toalla rápidamente y enchufé el secador.

    No tardé demasiado en secarme del todo y vestirme. Cuando estuve lista fui a buscar a Raúl, seguía en el salón, con la televisión encendida y sin prestarle atención.

    -¡Que guapa! – Me dijo mirándome con ojos de cordero degollado.
    -¿Empezamos? – Lo cogí aúpas y lo llevé hasta su cuarto. Allí estaba todos los materiales necesarios para su disfraz.

    Lo senté en su silla y fui hasta su armario. En los cajones de debajo, había un montón de telas, cartulinas, pegatinas… lo necesario.

    -Dime – Comencé a decirle mientras cogía varias cosas del cajón. - ¿De que quieres el disfraz?
    -¡De súper héroe! – Gritó a los cuatro vientos.
    -¿Súper héroe? – Busqué lo más conveniente para ese disfraz. - ¿Ninguna otra cosa?

    Me gustaba tratar a mi niño como si todavía tuviese cuatro años. Probablemente eso lo hacía más entrañable y más infantil. Pero me gustaba que fuese así, un niño así debía ser.

    -No… - Murmuró mirando al suelo.

    Me acerqué a el y dejé sobre la mesa una tela roja y otra azul. En principio pensaba hacerle el disfraz de superman, al menos hasta que pensase algo mejor. Comenzamos a trabajar y poco a poco fuimos avanzando.

    Cuando acabó el domingo el disfraz estaba preparado para que se lo pusiese el lunes.

    POV RAÚL

    Ha decir verdad, me quedaba mejor de lo que podía imaginar. Al final decidió hacerme el disfraz de superman y le quedó realmente bien. Me sentía realmente como un súper héroe.

    Era lunes por la mañana y estaba volviendo a vestirme con mi disfraz. Estaba listo para ir con mi madre a la escuela, listo para ser la envidia de la clase.

    Por las calles, amplias y bien pavimentadas, pasaba mucha gente en todas direcciones. Algunas personas cruzaban temerariamente la carretera, otras muchas caminaban con alguien mas agarrados de la mano… Aquellos eran comportamientos que un niño de mi edad no comprendía. ¿Qué sentido tenía agarrar de la mano a otra persona que no fuese tu madre? O al menos… ¿Qué significaba?

    En el colegio todos los niños estaban afuera con sus madres, disfrazados de diferentes personajes y comportándose como dicho personaje. Algunos de “La guerra de las galaxias”, otros de “El señor de los anillos”

    Probablemente yo fuese de las personas con el disfraz más típico, pero aún así, sabía que era el que mas amor llevaba consigo. Mamá se agachó para darme dos besos y acarició mi rostro muy despacio.

    -Pásalo muy bien. – Me dijo.

    Me di la vuelta y corrí con ligereza hacia la puerta. Por allí estaban todos mis compañeros y quería divertirme con ellos.

    -¡Bueno chicos! – Nos dijo la profesora con una enorme sonrisa en el rostro. Todos estábamos en clase sentados y en orden. - ¿Qué os parece si improvisamos algo?

    Se levantó de su silla y poco a poco apartó varias mesas de la clase hasta dejar un enorme hueco libre.

    -Haced una interpretación con vuestros personajes. Será en parejas. – Extendió los brazos. - ¿Quién empieza?
    -¡Yo! – Gritaron algunos a mi derecha.
    -¡Yo! – Gritaron otros a mi izquierda

    Primero salió mi mejor amigo, Nicolás, con Marcos, otro amigo. Nico llevaba un sombrero con orejas y una corbata verde, toda su ropa era marrón y en la cara llevaba pintados unos bigotes. Era un claro intento de Oso Yogui. Marcos por el contrario, iba vestido de Batman. El traje negro llamaba la atención, ya que, estaba hecho al mínimo detalle.

    -¡Malvado! – Gritaba Batman mientras que el Oso Yogui se retorcía en el suelo. – ¡Voy a sacar mi arma!
    -No te vas a salir con la tuya Marcos, digo, Batman. – Gritó Yogui entre risas. – ¡Aaah! – Estiró las piernas hasta pocos centímetros del cuerpo de Marcos.
    -¡Nooo…! – Batman cayó al suelo y se hizo el muerto.

    Nico se rió simulando una risa malvada y levantó uno de sus brazos con el puño cerrado. Poco a poco se levantó y sacudió la parte trasera del disfraz.

    -Soy Yogui, – Comenzó a bailar, movía el trasero de un lado a otro y saltaba a cada segundo. – témeme. Soy Yogui, témeme.

    Poco después la profesora les pidió que se retiraran y se quedó mirándome fijamente.

    -Te toca, Raúl. – Comentó mientras me invitaba a pasar al frente.
    -Vamos Eneko. – Eneko iba disfrazado de Spiderman, no era un disfraz muy parecido pero, simplemente, la careta lo decía todo. Su disfraz, en lugar de azul y rojo, era naranja y negro y la araña que tenía dibujada estaba a falta de dos patas.
    -¡Si! – Asintió.
    -Vamos a ver que tal lo hacéis. – La profesora aplaudió emocionada y dejó que comenzásemos.

    No sabía como empezar, miré a Spiderman atentamente y el me miró a mi, a ninguno de los dos se nos ocurría nada. Bajé la mirada al suelo para concentrarme mejor.

    -Hola Spiderman – Le saludé entre dientes mientras me acercaba a el.
    -Hola. – Dijo.
    -¿Qué te parece si luchamos para calentar? – Empuñé mis puños dispuesto a golpear a mi enemigo.
    -Estaría bien. – Se rió e hizo lo mismo.

    En clase la gente comenzaba a dormirse por lo aburrido de nuestro teatro. Fui corriendo hasta Spiderman y le asesté un leve puñetazo. El fingió dolor y cayó al suelo. Segundos después se levantó de un saltó y me puso la zancadilla. Caí de morros al suelo, en esa ocasión si me hice daño.

    -¡Ay! – Chillé a causa del dolor. – Esto… Hay pelusas en el suelo. – Rectifique intentando hacerme el fuerte. Lo cierto era que sentía ganas de llorar. Me levanté y me dispuse a ir a por el.
    -¡Esta sonando el teléfono! – Chilló Spiderman mientras sacaba un lápiz del bolsillo. - ¿Qué pasa? – Contestó de mala gana. – Aja… Si… - Fingió entender el silencio del lápiz. - ¡Esta bien! – Hizo como que colgaba y se guardó el lapicero. - ¡Tenemos que completar una misión! – Me agarró las manos y me arrastró con el, cuatro pasos.
    -¿Cuál? – Dije más intrigado y muy metido ya en el papel de mi personaje.
    -¡Debemos salvar a una chica en problemas! – Señaló hacia un grupo de niñas de clase y fuimos a por una.
    -¡Estas en problemas corre! – Le grité a una de las chicas mientras tiraba de ella hasta el centro de la clase. - ¡Yo te salvaré!

    En mi mente el escenario fue cambiando, la clase ya no era la clase. Era un lugar vacío, apartado y de alta temperatura.

    -¡Que calor! – Me quejé mientras soltaba la muñeca de la niña. Mi amigo me miraba atónito al ver lo bien que hacía mi papel. - ¡Monstruo! – Delante de mis ojos había un enorme perro verde. Lleno de babas y muy húmedo. - ¿Tu eras el peligro? – Me reí, como si una cosa tan enorme fuese insignificante.
    -Raúl… - Murmuró Eneko desconcertado.

    El enorme perro se acercaba a mí a toda velocidad. Yo me preparé para luchar. Cuando llegó hasta mí hice cinco movimientos en el sitio y el perro quedó mareado. Para finalizar el salvamento le propiné una patada; con la fuerza de Superman los monstruos más grandes caían sin problema. El perro cayó al suelo y se evaporó.

    -¡Ja! – Dije. – Ya estas a salvo. – La niña se fue corriendo y llorando.

    Una vez mas el escenario cambió y volví a clase. Todos me miraban atonitos, no comprendían que era contra lo que estaba luchando y varios compañeros me miraban como si me faltase un tornillo, o dos.

    ¿A caso había algo de malo en llevar la imaginación hasta los límites? Me retiré temerario por la opinión de la gente, incluso temía la de la profesora ya que negó con la cabeza como si realmente mi imaginación fuese un problema.
     

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